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Liturgia

Mié 2 Jun 2021

Subsidios para la Solemnidad del Corpus Christi

Este domingo 06 de junio, la Iglesia Católica, en Colombia, celebra la solemnidad del Cuerpo y la Sangre Santísimos de Cristo, que tiene como finalidad proclamar la fe en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Para animar esta celebración, el Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), también con la colaboración del presbítero Diego Uribe, ofrece dos subsidios como apoyo para la preparación y celebración de esta solemnidad: - Subsidio “Misa y Procesión Corpus Christi 2021”: Este material va dirigido propiamente a las parroquias con presencia de fieles, en donde se ofrece un esquema para la celebración de la misa, procesión eucarística dentro de la Iglesia y concluye con una bendición eucarística. - Subsidio “Celebremos el Domingo en Familia”: Corpus Christi: En este material se ofrece un esquema de celebración a través de la liturgia de la Palabra, para vivir y celebrar en familia esta solemnidad. Recordemos que en esta solemnidad se celebra, se adora y se da gracias por las maravillas de Dios obradas a través de la Eucaristía, donde Cristo brinda su Cuerpo y su Sangre como alimento espiritual. DESCARGUE Subsidio “Misa y Procesión Corpus Christi 2021” [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon] DESCARGUE Subsidio “Celebremos el Domingo en Familia” [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon]

Lun 31 Mayo 2021

“Cristo selló con su sangre para siempre la Nueva Alianza”

EL CUERPO Y LA SANGRE SANTÍSIMOS DE CRISTO Junio 6 de 2021 Primera lectura: Éx 24,3-8 Salmo: Sal 116(115),12-13.15-16.17-18 (R.13) Segunda lectura: Hb 9,11-15 Evangelio: Mc 14,12-16.22-26 I. Orientaciones para la Predicación Introducción De la Palabra de Dios que se nos ofrece para esta solemnidad del Cuerpo y Sangre Santísimos de Cristo, se pueden resaltar tres grandes ideas contenidas en cada una de las tres lecturas: • “La sangre de la Alianza” (Ex 24, 3-8), • “Cristo selló con su sangre para siempre la Nueva Alianza” (Hb 9,11-15), y • “Esta es mi sangre de la Nueva Alianza” (Mc 14,12-16.22-26) 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? “La sangre de la Alianza” (Ex 24, 3-8): Era frecuente entre los pueblos ratificar los pactos mediante un rito o un banquete. En este pasaje del libro del Éxodo se narra un rito con banquete mediante el cual queda sellada la Alianza. Este rito tiene lugar en la cercanía del monte, considerado un lugar sagrado; Moisés se presenta como un intermediario, pero los protagonistas son Dios y su pueblo. La ceremonia tiene dos partes bien significativas: a) la lectura y aceptación del decálogo, b) el sacrificio que sella el pacto. La aceptación del decálogo por parte del pueblo se hace con toda solemnidad, usando una formula ritual: “Haremos todo lo que ha dicho el Señor”. Posteriormente, el pueblo es rociado con la sangre del sacrificio, de esta manera queda asegurado el vínculo a la Alianza. Al distribuir la sangre a partes iguales entre el altar, que representa a Dios y el pueblo, se quiere significar que ambos se comprometen a las exigencias de la Alianza. Cuando Moisés rocía con la sangre del sacrificio al pueblo entero, lo está consagrando, haciendo de él “propiedad divina y reino de sacerdotes”. Jesucristo, en la última Cena, al instituir la Eucaristía, utiliza los mismos términos: “sangre de la Nueva Alianza” (Cf. 1 Cor 11, 23-25), indicando la naturaleza del nuevo pueblo de Dios, que, habiendo sido redimido, es ahora el “Pueblo santo de Dios”. “Cristo selló con su sangre para siempre la Nueva Alianza” (Hb 9,11-15): En la Antigua Ley tanto el sacrificio expiatorio como el ritual de una Alianza exigían el derramamiento de sangre. El autor de la Carta a los Hebreos manifiesta que la mediación sacerdotal de Cristo es la única que puede lograr el perdón de los pecados y el acceso de los hombres a Dios, porque derramó su propia sangre para ratificar la Nueva Alianza. El cristiano puede hacer también de su vida un sacrificio para Dios, uniéndose al sacrificio de Cristo. En otras palabras, la santidad del cristiano deriva directamente del sacrificio del Calvario. Conviene recordar que la Santa Misa es la renovación de este único sacrificio de Cristo, pero no reiteración al modo de los antiguos sacrificios: el sacrificio de Cristo y el sacrificio de la Eucaristía son, pues, un único sacrificio. Es una y la misma víctima, que se ofrece ahora por el ministerio de los sacerdotes, que se ofreció a sí misma entonces sobre la cruz; sólo difiere la manera de ofrecer (Cf. CEC 1367). “Está es mi sangre de la Nueva Alianza” (Mc 14,12-16.22-26): El evangelista Marcos es el más sobrio de los evangelios sinópticos (Mt 26,26-29; Lc 22, 14-20) y de la tradición paulina (1Cor 11,23-26) a la hora de narrar la institución de la Eucaristía. La muerte de Cristo es a la vez el sacrificio pascual que lleva a cabo la redención definitiva de los hombres por medio del “cordero que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29) y el sacrificio de la Nueva Alianza que devuelve al hombre la comunión con Dios reconciliándole con Él por “la sangre derramada por muchos para remisión de los pecados” (Mt 26,28). Jesús estaba reunido con sus discípulos celebrando la Pascua judía, que recordaba la liberación de la esclavitud de Egipto y el paso del Mar Rojo hacia la tierra prometida. En esa cena judía el pan se comía sin levadura, se preparaba un cordero y los alimentos se acompañaban con el vino. Jesús aprovecho esos elementos para darle un nuevo significado. Por eso dice el texto: “mientras cenaban, tomó pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió, se lo dio a ellos y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo. Y tomando el cáliz, habiendo dado gracias, se lo dio y todos bebieron de él. Y les dijo: Ésta es mi sangre de la nueva alianza, que es derramada por muchos” (Mc 14,22-24). Con Cristo el pueblo cristiano vive su Pascua, es decir, el paso ya no del Mar Rojo, pero sí del pecado a la Gracia, de las tinieblas a la Luz. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La fiesta del Corpus Christi es inseparable del Jueves Santo, de la misa in Caena Domini, en la que se celebra solemnemente la institución de la Eucaristía. Mientras que en la noche del Jueves Santo se revive el misterio de Cristo que se entrega a nosotros en el pan partido y en el vino derramado, hoy, en la celebración del Corpus Christi, este mismo misterio se presenta para la adoración y la meditación del pueblo de Dios, y el Santísimo Sacramento se lleva en procesión por las calles de la ciudad y de los pueblos, para manifestar que Cristo resucitado camina en medio de nosotros y nos guía hacia el reino de los cielos. Lo que Jesús nos dio en la intimidad del Cenáculo, hoy lo manifestamos abiertamente, porque el amor de Cristo no es sólo para algunos, sino que está destinado a todos. ¡Que nuestras calles sean calles de Jesús! ¡Que nuestras casas sean casas para él y con él! Que en nuestra vida de cada día penetre su presencia. Con este gesto, ponemos ante sus ojos los sufrimientos de los enfermos, la soledad de los jóvenes y de los ancianos, las tentaciones, los miedos, toda nuestra vida. La procesión quiere ser una bendición grande y pública para nuestra ciudad: Cristo es, en persona, la bendición divina para el mundo. ¡Que el rayo de su bendición se extienda sobre todos nosotros! 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En la procesión del Corpus Christi, acompañamos al Resucitado en su camino por el mundo entero. Y, de este modo, respondemos también a su mandato: «Tomad y comed… Bebed todos» (Mc 14,12-16.22-26). No se puede «comer» al Resucitado, presente en la forma del pan, como un simple trozo de pan. Comer este pan es comulgar, es entrar en comunión con la persona del Señor vivo. Esta comunión, este acto de «comer», es realmente un encuentro entre dos personas, es un dejarse penetrar por la vida de quien es el Señor, de quien es mi Creador y Redentor. El objetivo de esta comunión es la asimilación de mi vida con la suya, mi transformación y configuración con quien es Amor vivo. Por ello, esta comunión implica la adoración, implica la voluntad de seguir a Cristo, de seguir a quien nos precede. Adoración y procesión forman parte, por tanto, de un único gesto de comunión; responden a su mandato: «Tomad y comed». II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa La Iglesia está de fiesta hoy al celebrar, honrar y venerar la presencia de Cristo en el sacramento de la Eucaristía, su Cuerpo y su Sangre. Participar en este encuentro con el Señor nos impulsa a ser sacramento de amor y de unidad. Con alegría continuemos esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra La liturgia de la Palabra nos presenta cómo del corazón de Cristo, de su «oración eucarística» en la víspera de la pasión, brota el dinamismo que transforma la realidad en sus dimensiones cósmica, humana e histórica. Todo viene de Dios, de la omnipotencia de su Amor uno y trino, encarnada en Jesús. En este Amor está inmerso el corazón de Cristo; por esta razón él sabe dar gracias y alabar a Dios, incluso, ante la traición y la violencia, y de esta forma cambia las cosas, las personas y el mundo. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Acudamos a nuestro Padre Dios, por mediación de Cristo que invita a todos a su Cena y en ella entrega su Cuerpo y su Sangre para la vida del mundo, digámosle: R. Cristo, Pan bajado del cielo, danos la vida eterna 1. Por el Romano Pontífice Francisco, obispos, sacerdotes, religiosos para que unidos por el Cuerpo y la Sangre de Cristo formen una sola familia, roguemos al Señor. 2. Por los gobernantes de las naciones, para que rijan los destinos de los pueblos con equidad y justicia, roguemos al Señor. 3. Por los que sufren, para que sepamos compartir con ellos nuestro pan de cada día, anuncio del Pan de vida eterna, roguemos al Señor. 4. Por toda la asamblea del pueblo de Dios, invitados a la mesa del Señor, para que el Pan de la Palabra y de la Eucaristía disponga nuestro corazón en ayuda a los más necesitados, roguemos al Señor. En un momento de silencio presentemos nuestras intenciones personales. Oración conclusiva Padre misericordioso, recibe estas suplicas que te presentemos con fe y esperanza en esta solemnidad del Cuerpo y Sangre de tu Hijo, Jesucristo, quien vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén.

Jue 27 Mayo 2021

Actual Misal Romano reimpreso, de venta en librería de la CEC

Ante la necesidad que presentan muchas parroquias del Misal Romano para la celebración digna y decorosa de la Santa Misa, el Departamento de Liturgia, del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano, en coordinación con el área de Economía y Finanzas, está preparando una reimpresión del actual Misal Romano Colombiano, edición 2008; Se busca, de este modo, prestar atención a esta necesidad sentida en muchas comunidades a la hora de celebrar el Misterio Pascual de Cristo, a través de la Santísima Eucaristía. Para este fin se ha preparado una encuesta en un formato de preventa, de modo que los interesados asuman el compromiso de compra. INGRESAR A FORMLARIO [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon] Se informó, además, que esta reimpresión del Misal incluirá mejoras en la calidad del papel y la encuadernación; por lo que el precio final de venta estará sujeto a la cantidad de unidades que se soliciten en preventa. Los interesados en adquirir este libro litúrgico lo podrán hacer inscribiéndose a través del enlace que publicamos en esta nota y que estará disponible vía on-line hasta el 15 de junio de 2021. Para más información: PBX: (031) 4375540 Ext. 264 - Celular: 3138808447 E-mail: libreria@cec.org.co

Jue 20 Mayo 2021

«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo»

DOMINGO DE PENTECOSTÉS (Misa del día) Mayo 23 de 2021 Primera Lectura: Hch 2,1-11 Salmo: 104(103),1ab+24ac. 29bc-30.31+34 (R. cf. 30) Segunda Lectura: 1Co 12, 3b-7.12-13 o Ga 5,16-25 Evangelio: Jn 20,19-23 o Jn 15, 26-27; 16,12-15 I. Orientaciones para la Predicación Introducción La Palabra de Dios nos anuncia: • El Padre de amor cumple la promesa de su Hijo Jesucristo y envía el Espíritu Santo que llena la vida de los discípulos para impulsar la misión de la Iglesia: anunciar a Cristo muerto y resucitado. • El soplo de Cristo resucitado infunde el Espíritu de vida en los apóstoles para ser enviados: ellos se encargarán de llevar el perdón de los pecados. • El Espíritu Santo llena el universo como fruto de la Pascua. Hoy nosotros, en la celebración litúrgica, invocamos al Espíritu para que nos anime en el momento presente, sobre todo para que construyamos la unidad de la familia humana. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro de los Hechos de los Apóstoles es considerado el “Evangelio del Espíritu Santo”. Esta obra de Lucas nos retrata una Iglesia que todo lo hace por la acción del Espíritu y esto gracias al acontecimiento de Pentecostés. Lucas intenta describir la venida transformadora del Espíritu a partir de signos teofánicos del Antiguo Testamento: el ruido, el viento, las lenguas de fuego. Lo que pretende Lucas es transmitirnos el alcance y las consecuencias de Pentecostés y para eso ha construido un relato que conserva su frescura y actualidad, dos mil años después de haber sido escrito. No sólo narra un hecho del pasado, sino que sirve de modelo para interpretar lo que hace el Espíritu en el “hoy” de la Iglesia. Todo ocurre en aquella casa donde se encontraba la comunidad que se había congregado después de la Ascensión. Adquiere protagonismo el viento huracanado: la lengua griega usa el mismo término para designar viento y Espíritu (Pneuma-Ruah). Del signo de las lenguas de fuego, se desprende el hecho de hablar en diferentes lenguas. Lucas nos presenta una composición muy gráfica para comunicarnos cómo el Espíritu de Dios tomó posesión de aquellos hombres y mujeres. Así, los lectores de todos los tiempos pueden tener clara la imagen de este gran acontecimiento. Hemos sido bautizados todos en un mismo Espíritu. Esta realidad nos la presenta la segunda lectura para que los cristianos recordemos en dónde hemos recibido al Espíritu y para que estemos convencidos de que somos verdaderos portadores del Espíritu Santo. Gracias a Pentecostés, el Paráclito es derramado en los hombres y mujeres de todos los tiempos a través a las mediaciones sacramentales del bautismo y la confirmación. En el Evangelio, Juan nos relata la primera aparición del Resucitado a los Doce, reunidos con las puertas cerradas. El soplo de Cristo, vencedor de la muerte, evoca el soplo creador del Génesis, lo que significa que el Espíritu de Dios realiza la nueva creación, que es consecuencia del Misterio Pascual de Cristo. Para realizar esta obra, los apóstoles son enviados por Cristo, capacitados por el Espíritu. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Como la Virgen María y los apóstoles en Pentecostés, así nosotros por el bautismo y la confirmación hemos sido llenos del Espíritu. Así como Cristo fue movido por el Espíritu Santo en todo su ministerio y vivificado por el Espíritu en su resurrección, nosotros debemos ejercer nuestra vida cristiana dejándonos guiar y resucitar por el Espíritu Santo. Si nos fijamos en la secuencia de la solemnidad de hoy, podemos descubrir lo que puede hacer el Espíritu Santo, llegando hasta el fondo del alma para ser nuestro descanso, nuestro gozo, nuestra luz. Debemos asombrarnos cuando esta oración le dice al Espíritu Santo: “Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro”. Para llenar los vacíos del ser humano de hoy es enviado el Espíritu. Él es el amor del Padre y del Hijo y, cuando llega a nuestra vida, nos infunde el verdadero amor que nos hace sentir plenos y dichosos. Hoy acontece la efusión del Espíritu Santo para la Iglesia. Lo que aconteció en Pentecostés se actualiza concretamente en cada Eucaristía, pues el Espíritu vivificador no sólo desciende sobre las especies eucarísticas, sino también sobre la asamblea que celebra: “para que, fortalecidos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y llenos de su Espíritu Santo, formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu”. En Pentecostés nació la Iglesia, pero en cada Eucaristía la Iglesia se renueva y renace para ser signo de unidad. De aquí surge el reto para cada bautizado: con el don del Espíritu, el bautizado está llamado a contribuir en la edificación de la Iglesia. No podemos rendirnos en la construcción de la unidad de la Iglesia. Contamos con la fuerza del Espíritu Santo para que los hijos de Dios vivamos la fraternidad y para que todos los seres humanos lleguemos a ser una verdadera familia de hermanos. Claro está que la unidad se comienza a vivir en cada familia, en cada parroquia, en pequeñas comunidades parroquiales para que de ahí se comience a vivir en los diferentes grupos y ambientes de la sociedad. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La secuencia de Pentecostés es una oración que viene de la Tradición viva de la Iglesia. Es un texto elaborado para ser orado y para ser contemplado. Primero que todo, oremos con él, pronunciando el mismo grito de la Iglesia que clama en este día: “Ven, Espíritu Divino”. Luego, procuremos contemplar los símbolos y las acciones que encontramos en este himno: luz, huésped, descanso, brisa, etc.; reconforta, riega, sana, etc. De esta manera podremos contemplar las maravillas que obra el Espíritu Santo en la vida humana, en la sociedad, en el universo entero. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Cristo resucitado, glorificado por el Padre, derrama sobre la Iglesia el Espíritu Santo. Hemos llegado al culmen de la Pascua y nuestra alegría es desbordante ya que el Espíritu vivificador renueva el Universo y transforma nuestros corazones. Oremos por toda la Iglesia, por nuestra diócesis, nuestra parroquia y nuestra familia para que el acontecimiento de Pentecostés anime nuestra vida eclesial. Participemos alegres en esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra Prestemos toda nuestra atención a la liturgia de la Palabra para poder evocar lo que sucedió en Pentecostés y así contemplar que hoy se actualiza la efusión del Espíritu Santo, Señor y dador de vida, en la Iglesia. Escuchemos atentos la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hoy el Espíritu Santo ha sido derramado en nuestros corazones para recibir vida en abundancia. Por medio de Cristo resucitado, presentamos nuestras oraciones al Padre para pedirle que renueve en nosotros la experiencia de Pentecostés. Por eso decimos: R. Envía tu Espíritu Señor y renueva la faz de la tierra 1. Te pedimos, Padre, que el Espíritu Santo siga renovando la vida de la Iglesia para llevar a cabo su misión evangelizadora con el gozo y el entusiasmo de la fe, para que, el Espíritu nos guíe hacia la unidad que Cristo quiere para el mundo entero. Oremos. 2. Te pedimos, Padre, por los gobernantes de las naciones, para que infundas en ellos la sabiduría del Espíritu para orientar a sus pueblos hacia el progreso, la fraternidad, la justicia y la paz. Oremos. 3. Te pedimos, Padre, que el Espíritu Santo resplandezca con su luz en la vida de todos los que sufren por causa de la pobreza, la violencia, la enfermedad, la soledad, para que infundas en ellos consuelo para sus tristezas y fuerza para levantarse. Oremos. 4. Te pedimos, Padre, por nosotros, que estamos recibiendo hoy la efusión del Espíritu Santo, para que llenando de amor nuestros corazones, limpies nuestras culpas y así comencemos a caminar en la vida nueva de Cristo resucitado. Oremos. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Padre de la vida, que nos alegras con la efusión del Espíritu Santo. escucha la voz de la Iglesia que te invoca y presenta las necesidades de la humanidad. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

Jue 6 Mayo 2021

Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida

SEXTO DOMINGO DE PASCUA Mayo 9 de 2021 Primera Lectura: Hch 10,25-26.34-35.44-48 Salmo: 98(97),1.2-3ab.3cd-4 (R. cf. 2b) Segunda Lectura: 1Jn 4,7-10 Evangelio: Jn 15,9-17 I. Orientaciones para la Predicación Introducción El Sexto domingo de la Pascua nos pone en camino de contemplación de una promesa: el don del Espíritu. Pero este anuncio del Espíritu, que se derrama sobre todos, continúa fortaleciendo el trabajo de la comunidad en el amor y este amor nace de la experiencia que se tiene de un amor total de donación y entrega en Jesucristo. En el itinerario pascual, las lecturas de este domingo nos mueven a una nueva dimensión del amor en la medida del agapé, es decir, del amor extremo que no conoce reservas ni se mide en darse. Esa es la verdadera comprensión de las consecuencias de ser pascualizados en el Bautismo: nos configuramos en el misterio pascual de Cristo en un amor en la dimensión de la cruz. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Para este sexto domingo, las lecturas van llevando un hilo conductor que se marca en el tema del amor, que supera límites de raza y por eso establece una manera de ser cristiano que supera el reduccionismo de la religiosidad natural para entrar en la dimensión de la fe pascual, que da sentido y marca horizonte a la vida cristiana. Primera lectura (Hechos 10): El discurso misional de Pedro en la Casa de Cornelio es un claro intento de la comunidad cristiana de los Hechos de los Apóstoles por comprender que el favor de Dios no se circunscribe a los límites geográficos, étnicos o religiosos, sino que supera las fronteras y fruto del don del Espíritu se crea una nueva fraternidad universal que nace de la experiencia pascual. Salmo responsorial: En realidad este salmo marca el mensaje que puede conducir toda liturgia de la Palabra, porque “El Señor revela a las naciones su salvación” y en este sentido, salvación y actuación histórica de Dios con su pueblo se van identificando. Cantar las alabanzas del Señor es cantar cómo Dios está salvando en la historia concreta la vida de los hombres. Segunda lectura: La lectura continuada de la Primera carta de Juan llega a hora su clímax con la identificación de Dios como amor, estableciendo así una nueva formación en el amor fraterno para la comunidad. La primacía de todo es el amor de Dios y a partir de este espejo se genera la necesidad del amor fraterno. Evangelio (Jn 15): Como consecuencia de la alegoría de la vid y los sarmientos, se desarrolla ahora el tema del permanecer en el amor y ello genera una nueva dimensión en la comunidad de fe, porque los lazos de la fraternidad se fundamentan en la entrega de Cristo. Conocer es entrar en intimidad y por eso conocer y creer se identifican en la teología joánica, de ahí que ser comunidad implica permanecer unidos entre sí, solo sí cada uno permanece íntimamente unido a Cristo. Este es el verdadero amor fraterno. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El Itinerario pascual, no olvida que forma todo un ciclo con la Cuaresma. Desde el comienzo de la Cuaresma hubo dos ideas que se fueron fortaleciendo (conversión y bautismo), por eso la pascua no puede bajar la guardia en recordar que la verdadera conversión es un camino de amor que nace en el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús. La Patria ha pasado por momentos históricos fuertes de polarización e intereses mezquinos y quizás ha faltado levantar la voz profética para iluminar esas realidades concretas, pero la fe y el testimonio de creyentes concretos pueden cambiar el horizonte. La pregunta fundamental en este domingo es si de verdad hemos experimentado un amor tan grande que nos haga proyectarlo a los demás, si nos hemos sentido amados por Dios para poder vivir el amor fraterno auténtico. El qué me dice y qué nos dice la Palabra nos debe llevar a una introspección del acontecimiento salvador para que llenos de Dios podamos comunicarlo con acciones concretas y no solo con Palabras. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En este domingo, la Palabra nos conduce a la oración eucarística para buscar en el altar la razón de ser del amor y valdría la pena recordar aquí en oración las palabras del prefacio VIII dominical: EN verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno. Porque has querido reunir de nuevo, por la sangre de tu Hijo y la fuerza del Espíritu, a los hijos dispersos por el pecado; de este modo tu Iglesia, unificada por virtud y a imagen de la Trinidad, aparece ante el mundo como cuerpo de Cristo y templo del Espíritu, para alabanza de tu infinita sabiduría. Para contemplar podría tomarse como síntesis el mensaje del Evangelio “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” y repetirlo hasta hacerlo parte del pensamiento diario. No puede olvidarse que la Palabra conduce a la acción y como reflejo de esta palabra debe aparecer un claro deseo de renovar, en primer lugar, el propio ministerio como un don para donarse, pero como consecuencia de ello debe invitarse a la comunidad para sumir en serio el mensaje pascual de la comunidad en el amor: acciones concretas de caridad como la visita a los enfermos y ancianos, expresiones de cercanía con los habitantes de calle, etc. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En este domingo en el que celebramos el día de la madre y somos convocados por el Señor para participar en este banquete eucarístico, celebremos el amor que Dios nos ha manifestado en Cristo y participemos como hermanos en esta eucarística, que es una muestra más del amor que Dios nos sigue teniendo a lo largo de la historia. Participemos con fe y esperanza. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios es siempre una buena noticia, porque nos recuerda que el amor de Dios nos hace capaces y nos fortalece para llevar una vida cristiana auténtica en la caridad y en la fraternidad, que anima a no perderse ni un día de la buena noticia. Escuchemos con atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Dios es amor y en él no hay engaño, por eso presentemos nuestras súplicas, seguros de que serán escuchadas. Digamos con fe: R. Tu amor nos haga ser hermanos 1. Por la Iglesia, que, unificada en virtud de la Trinidad, se esfuerce todos los días por llevar, con fuerza y esperanza, el amor de Dios a los hombres y, así, así se renueve siempre en su misión por la acción del Espíritu Santo. Te rogamos, óyenos. 2. Por los pueblos de la tierra que luchan por el desarrollo y el bienestar, para que los gobernantes descubran su tarea desde la misión que Dios les entrega para administrar en función del servicio y la entrega generosa a sus gentes. Te rogamos, óyenos. 3. Por las madres de familia que desempeñan su misión en medio de luchas y fatigas, para que fortalecidas en el Señor, su entrega abnegada deje ver el amor de Dios a sus hijos y sean bendecidas con la protección de Dios. Te rogamos, óyenos. 4. Por los enfermos, los abatidos y los tristes que reclaman una presencia solidaria, para que, los seres humanos experimentemos con mayor fuerza la vocación fraterna del amor y no abandonemos nunca la obra de Dios. Te rogamos, óyenos. 5. Por nosotros aquí reunidos en esta eucaristía que es la celebración del amor, para que, no olvidemos que celebrar nos compromete y nos lanza a la misión universal para ser hermanos, sin discriminación y acogiendo a los más desfavorecidos. Te rogamos, óyenos. Oración conclusiva Experimentado tu amor y tu misericordia, Padre Santo, te presentamos las oraciones de tu iglesia unida en la fe. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

Mié 28 Abr 2021

Subsidio litúrgico: Fiesta Exaltación de la Santa Cruz y Día de la Reconciliación

El 3 de mayo la Iglesia católica celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, en la que se exhorta a través de la oración, la reflexión y el encuentro “experimentar el amor y la misericordia de Dios Padre que nos acompaña y nos reconcilia con Él mismo, con los hermanos, con nosotros y con la casa común y, así, nos convirtamos en protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de paz”. Para la vivencia de esta conmemoración y en el contexto del Día de la Reconciliación promovido cada año por la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), el Departamento de Liturgia del Secretariado Permanente del Episcopado, con la colaboración también del presbítero Diego Alberto Uribe Castrillón, profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana, en Medellín, ha elaborado un subsidio litúrgico para vivir estos acontecimientos eclesiales, acorde al momento que vive la humanidad por cuenta de la pandemia. El subsidio contiene: I. Santa Misa II. Exposición y Bendición con la Eucaristía III. Oremos con la Palabra de Dios, adoremos la Santa Cruz y supliquemos el don de la reconciliación Por qué se celebra el Día de la Reconciliación Con motivo de la visita apostólica del Papa Francisco a Colombia y del gran Encuentro de Oración por la Reconciliación Nacional, en Villavicencio en septiembre de 2017, los obispos de Colombia acordaron instituir el Día de la Reconciliación, el tres (3) de mayo, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, para que, “a través de la oración, la reflexión y el encuentro fraterno, experimentemos el amor y la misericordia de Dios Padre, que nos acompaña y nos reconcilia con Él mismo, con los hermanos, con nosotros y con la Casa Común y, así, nos convirtamos en artífices de paz”. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar subsidio[/icon]

Vie 9 Abr 2021

“Via lucis”: para reflexionar la Resurrección de Cristo

La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), a través del Departamento de Liturgia, pone a disposición el “Via lucis” (Camino de la Luz), un documento con catorce estaciones para contemplar momentos destacados de los evangelios tras la Resurrección de Jesús. El “Via Lucis” constituye una práctica reciente de contemplación, reconocida oficialmente por la Iglesia católica en el directorio sobre la piedad popular y la liturgia (n.153, 17 de diciembre de 2001). [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Jue 8 Abr 2021

La fe fruto de la resurrección de Cristo

SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA o de la Divina Misericordia Abril 11 de 2021 Primera Lectura: Hch 4,32-35 Salmo: 118(117),2-4.15c-16a+17-18. 22-24 (R.1) Segunda Lectura: 1Jn 5,1-6 Evangelio: Jn 20,19-31 I. Orientaciones para la Predicación Introducción En los textos litúrgicos de este segundo domingo de pascua, conocido como domingo cuasimodo o domingo de la misericordia, podemos extraer las siguientes ideas: • La paz como don de Cristo Resucitado. • El Espíritu Santo regalo Pascual de Cristo. • La fe fruto de la resurrección de Cristo. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En el texto el santo Evangelio según San Juan, que se proclama en toda la Iglesia, encontramos en todo el desarrollo de la escena, la presentación de Cristo Resucitado a la comunidad discipular reunida con las puertas cerradas por miedo a los judíos y les saluda con la paz. Cristo se presenta y disipa los miedos que experimentan los discípulos inundándolos de paz y alegría, aunque al principio resultaba algo chocante porque no estaban preparados para este acontecimiento que era algo imposible, impensable, increíble e inimaginable, pero es la realidad. Las apariciones de Jesús, deja estupefactos, aterrorizados y asombrados a los discípulos, tanto es así que no lo podían creer, pero era la realidad que Cristo está vivo y su misma persona se les ha manifestado, que no es un fantasma, no son visiones, es Él mismo en persona y una prueba de su vivencia son sus llagas en su cuerpo, producto de los clavos y de su cruz como sumo testimonio de amor, por eso sus llagas gloriosas no desaparecen. A partir de ese momento los discípulos comenzaron a creer en la resurrección, desde ese momento no pudieron callar esta experiencia con Jesús resucitado. Gracias al testimonio de los discípulos, la iglesia sigue anunciando a todos los hombres de todo tiempo que Cristo resucitó y como regalo nos da su paz que no es del mundo, porque él es el Señor, el Salvador del mundo y Príncipe de paz, nos da la fe y el mejor don sobre el mundo, el Espíritu Santo. El Espíritu Santo regalo Pascual de Cristo, es el don más preciado de Jesús Resucitado, ya que este es donado para dar fortaleza a los discípulos para que puedan dar testimonio de él en medio del mundo sin tener miedo. El Espíritu Santo en la vida de los discípulos, tiene como misión hacerle recordar las enseñanzas de Jesús y de acompañar a los discípulos en la misión encomendada de ser comunicadores de paz, de perdonar, ser misioneros de la misericordia, en otras palabras, es hacer presente a Cristo en la Misión en la Palabra y los Sacramentos. La fe es producto del encuentro con la persona de Jesús, que es un encuentro renovador y transformador, este don recibido de parte de Cristo Resucitado se ve reflejado en la comunidad que comparte y pone sus bienes al servicio de la comunidad, como lo diría San Lucas, en su obra de los Hechos de los apóstoles, los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma, todo lo ponían en común, por la fe como don o regalo es salir al encuentro de Cristo en el hermano y en la comunidad que se reúne y comparte. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Hoy quiero hacer eco a la palabra de Santo Tomás dichas el en evangelio: Señor mío y Dios mío, nos enseña a mantener una relación con Cristo resucitado en la fe y la adoración, a través la Palabra de Dios y los Sacramentos. Por último, la Palabra me invita a descubrir a Cristo como fuente de fe, paz y alegría, dejándome inundar de su alegría y gozo, dando testimonio de Él ante los hermanos que viven en tristeza, angustias y temor, que puedan sentir la presencia renovadora y transformadora de la Resurrección. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Señor, Jesús, derrama sobre nosotros la fuerza del Espíritu Santo, para que nos guie e ilumine con su luz, para que reconociendo que Tú eres fuente de fe y paz, pueda ser tu testigo en medio del mundo, tu presencia viva y actuante en la Iglesia, la palabra y los Sacramentos, alejen de nosotros todo miedo, temor y tristeza, conviértelos en alegría y gozo. Amén II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos y hermanas, en este segundo domingo de pascua seguimos inundados del gozo y de la alegría de Cristo resucitado y celebramos el día de la misericordia. Iniciemos este encuentro de fe, amor y paz. Participemos con alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra La paz, la caridad y la fe son dones de la pascua de Cristo que regala a la Iglesia, como discípulos y apóstoles de Cristo Resucitado, tenemos como misión ser testigos de la misericordia compartiendo con todos los mismos dones recibidos de él. Escuchemos con atención la Palabra de Dios. Oración Universal o de los Fieles Presidente: la misericordia y la fe se encuentran y nos enseñan que todo contribuye para el bien de quienes Dios ama. Como apóstoles de su Misericordia, oremos a nuestro Padre diciendo: R. Señor, de la misericordia escúchanos 1. Por la Iglesia: el Papa Francisco, los obispos, presbíteros y diáconos para que, siendo testigos de Cristo resucitado, sigan anunciando al mundo la fe y la paz. Roguemos al Señor. 2. Por nuestros gobernantes: presidente, gobernadores y alcaldes, para que se hagan partícipes de la alegría de la Resurrección y, animados e impulsados por Cristo, trabajen por el progreso de los pueblos para una vida mejor. Roguemos al Señor. 3. Por todos nosotros para que nos hagamos solidarios con los más pobres y necesitados de nuestra comunidad, ayudándoles con nuestra oración y ayuda económica. Roguemos al Señor. 4. Por nuestra comunidad parroquial para que sea impulsada por la alegría de la Resurrección Cristo, de tal modo que sean testimonio de luz ante la sociedad. Roguemos al Señor. En un momento de silencio presentemos nuestras intenciones personales. Oración conclusiva Dios, Padre compasivo y misericordioso, recibe bondadoso nuestras peticiones con las cuales también deseamos dar gloria y honra a tu Nombre. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén