Sáb 11 Abr 2020
No teman, ya sé que buscan a Jesús el crucificado
Primera lectura: Gn 1,1 - 2,2
Salmo respuesta: Sal 104(103),1-2a.5-6.10+12.13-14ab.24+35c (R. cf. 30) o Sal 33(32),4-5.6-7.12-13.20+22 (R. 5a)
Segunda lectura: Gn 22,1-18
Salmo respuesta: Sal 16(15), 5+8.9-10.11 (R. 1)
Tercera lectura: Éx 14,15 - 15,1 (nunca se puede omitir)
Salmo respuesta: Sal Éx 15,1-2ab.2cd.3-4. 5-6.17-18 (R. 1a)
Cuarta lectura: Is 54,5-14
Salmo respuesta: Sal 30(29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a)
Quinta lectura: Is 55,1-11
Salmo respuesta: Sal Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R. 3)
Sexta lectura: Ba 3,9-15.32 - 4,4
Salmo respuesta: Sal 19(18),8. 9.10.11 (R. Jn 6,68c)
Séptima lectura: Ez 36,16-17a.18-28
Salmo respuesta: Sal 42(41),3. 5bcd; 43(42),3.4 o, cuando se celebra el Bautismo, Sal 51(50), 12-13.14-15.18-19 (R.12a) o Sal Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R.3)
Epístola: Rm 6,3-11
Salmo respuesta: Sal 118 (117),1-2.15c+16a+17.22-23 Evangelio: Mt 28,1-10
Introducción
Las lecturas de la Vigilia Pascual tienen una coherencia y un ritmo entre ellas. La mejor clave es la que dio el mismo Cristo. “todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí, tenía que cumplirse”, “y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó (a los discípulos de Emaús) lo que se refería a él en toda la Escritura”.
• El primer grupo de lecturas (Moisés) abarca la creación, el sacrificio de Abraham y el paso del Mar Rojo: la actuación salvadora de Dios para con su pueblo Israel.
• Los profetas hacen un llamamiento al amor renovador, a los signos de la alianza, a la fe, y prometen la salvación definitiva.
• Los salmos cantan y meditan los temas anteriores, destacando sobre todo el cántico de Moisés en el Mar Rojo y el cántico bautismal de Isaías.
• El Evangelio de Mateo nos recoge el anuncio de la resurrección con fuerza y con alegría. No «en la madrugada del sábado», sino «pasado el sábado», en las primeras luces del domingo, es cuando empieza a comunicarse la gran noticia.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
Esta noche la comunidad cristiana se detiene más de lo ordinario en la proclamación de la Palabra. Tanto el A.T. como el N.T., o sea, toda la Biblia, habla de Cristo e ilumina la Historia de la Salvación y el sentido de los sacramentos pascuales. Hay un diálogo entre Dios que habla a su Pueblo (las lecturas) y el Pueblo que responde (salmos y oraciones).
Las diversas lecturas de la Vigilia Pascual nos ayudan a orientarnos en la línea que Dios quiere, apuntando a la nueva vida del Resucitado y a nuestro Bautismo: La admiración agradecida por la creación cósmica y de la familia humana por parte de Dios, obra de su sabiduría, de su poder y de su amor, que ahora nos concede conocer y seguir al nuevo Adán, Cristo Jesús, cabeza de la nueva humanidad.
La fidelidad de un hombre creyente como Abrahán, que tendríamos que copiar nosotros incluso cuando nos parece que Dios nos pone a prueba y se nos acumulan las dificultades y los contratiempos.
El deseo de que también para nosotros suceda el “paso del Mar Rojo” y la liberación, porque nuestra vida es un continuo éxodo, y con la ayuda de Dios, podemos ir renovando siempre más nuestra libertad interior, venciendo a todos los “faraones” que se nos puedan cruzar en nuestro camino de seguimiento de Cristo, pasando en esa noche pascual y bautismal de la esfera del pecado a la de la gracia.
La voz de los profetas, en sus cuatro lecturas –“los reuniré, les daré́ un corazón nuevo, les purificaré, serán mi pueblo, los amaré con misericordia eterna”-, nos anima a confiar en la misericordia y el amor de Dios, que nos es siempre fiel a pesar de nuestros fallos; que nos ofrece su Alianza, renovada ahora en Cristo Jesús; que nos lleva a corrientes de agua fresca para que saciemos nuestra sed de felicidad; que nos hace conocer la verdadera sabiduría, la que proviene de su Palabra; y que nos promete un corazón nuevo y un espíritu nuevo.
El apóstol Pablo nos invita a refrescar la gracia que Dios nos hizo el día de nuestro Bautismo, haciéndonos sus hijos; nosotros, esta noche, renovamos nuestras promesas bautismales, con la renuncia al mal y la profesión de fe en Dios.
Pero, sobre todo, lo que más nos interpela es el evangelio de la resurrección de Cristo; si somos cristianos es porque Cristo ha resucitado y ha inaugurado un nuevo orden de cosas y nos anima continuamente con su gracia a seguir su camino. No seguimos a un libro, o a una doctrina, sino a una Persona Viviente, Jesús, Cabeza de la nueva humanidad, que ha sido resucitado por la fuerza del Espíritu.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
No teman, ya sé que buscan a Jesús el crucificado
Esto es lo que les dice el ángel a las mujeres. Y después, Jesús se lo vuelve a repetir: “¡No tengan miedo!” Es éste uno de los grandes mensajes de esta noche. Este es el gran mensaje de Pascua, hoy: “¡No tengan miedo!” ¡Y cuánto bien nos hace escuchar este mensaje! porque en el sepulcro, todo es novedad, todo se transforma, cambia el mundo entero.
Las mujeres y los discípulos experimentan la renovación que empieza. Porque Jesús, el crucificado, no ha quedado aprisionado por las cadenas de la muerte, una piedra de sepulcro no ha podido retener la fuerza infinita de amor que se manifestó sin reservas en la cruz.
Aquel camino fiel de Jesús, aquella entrega constante de su vida hacia los pobres, aquel combate contra todo mal que ahogara al hombre, aquel amor, ¿cómo podría haber quedado encerrado, muerto allí por siempre? No, no quedó encerrado. La fuerza del amor de Jesús, la fuerza del amor de Dios, vence a la muerte y cambia el mundo. Y por eso el ángel puede decir, y Jesús puede repetir después: “¡No tengan miedo! “ El gran mensaje. Porque, ¿qué es el miedo? El miedo es, al fin y al cabo, pensar que el mal y la muerte pueden vencer sobre el amor, sobre la fraternidad, sobre la justicia, sobre la generosidad. El miedo es pensar que Jesús ha fracasado. El miedo es no ser capaces de creer que Jesús ha resucitado y que, con su resurrección, podemos caminar en paz su mismo camino.
El miedo es no creer que, ocurra lo que ocurra, y aunque a veces no lo parezca, el amor vence siempre, el amor -el amor de verdad, el que vivió Jesús- es siempre mucho más valioso, más lleno de vida que cualquiera de los éxitos que a veces lamentablemente valoramos tanto.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
“Esta es nuestra fe, ésta es la fe de la Iglesia”
Cada domingo decimos “esta es nuestra fe”. Esta es la fe que expresábamos cuando, al empezar la celebración de esta noche santa, veníamos hacia aquí, hacia la iglesia, guiados, en medio de la noche, por la claridad de Jesucristo vivo. Esta es la fe que se nos ha proclamado en las lecturas que acabamos de escuchar: la fe que empieza a encenderse con las primeras luces de la creación, la fe de Abrahán, la fe del pueblo liberado de la esclavitud por el Dios que ama a los pobres y a los débiles, la fe de los profetas, la fe del apóstol Pablo. Esta es la fe que fue proclamada en nuestro bautismo y que ahora, (con el bautismo de estos niños y) con la renovación de nuestras promesas bautismales volveremos a hacer presente. Esta es la fe que, como culminación de la celebración de esta noche santa de Pascua, se tornará acción de gracias al Padre por su inmenso amor, y se convertirá en pan y vino que es el cuerpo y la sangre del Señor, alimento que él mismo nos da para estar con nosotros por siempre.
Esta es nuestra fe, la que cada domingo, cuando celebramos la Eucaristía, recordamos y reafirmamos. La fe de la confianza, la fe contra el miedo, la fe que nos dice que sí, que el camino de Jesucristo es nuestro camino, el único camino verdaderamente humano, el único camino de vida.
Vayan a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea
Estas palabras cobran mucho sentido esta noche. Hemos vivido en este año el mes misionero extraordinario y se nos ha dicho reiteradamente que la Iglesia tiene necesidad de anunciar con más audacia y valentía la Palabra del Señor “la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia” (EG 15).
Que esta noche nos impulse para ir a Galilea, para llegar donde aquellos que no conocen a Jesucristo, para encontrarnos con aquellos que se enfriaron en la vida de la fe y no encuentran el camino correcto para seguir al resucitado. Para llegar a todas las culturas de hoy con un anuncio nuevo, novedoso, que tenga la capacidad y la fuerza de desencadenar caminos de iniciación a la vida de la fe.
Jesús, hoy, esta noche santa de Pascua, nos dice a cada uno de nosotros:
¡”No tengan miedo!” vamos con los nuestros, a nuestro trabajo, a nuestro barrio, nuestro pueblo, nuestra ciudad, allí donde se construye nuestra vida, allí donde son felices y allí donde sufren. Allí, allí me verán.
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:
1. Decorar el templo para la noche de Pascua: Cirios, flores, telones y todos los elementos que se consideren necesarios, destacando siempre lo esencial.
2. Preparar muy bien las moniciones que van a introducir los cuatro momentos de la Vigilia Pascual.
3. Reunirse con antelación con todas las personas que van a servir en la celebración para que no falte ningún detalle. Se debe cuidar la preparación de cada una de las lecturas de este día.
4. Conviene leer las rúbricas de la celebración, tanto las contenidas en Ordo como en el Misal, para ver todas las opciones celebrativas.
5. Preocuparse por preparar muy bien el canto del Pregón Pascual y todos los cantos de la celebración.
6. El mejor sitio para colocar el cirio pascual es cerca del lugar de la Palabra, pues desde allí se entona el Pregón pascual, que tiene como finalidad, entre otras cosas, cantar todo el simbolismo de este cirio.
7. Es necesario recordar que las luces de la iglesia se encienden al cantar por tercera vez “Luz de Cristo”, de tal manera que no se concibe que el Pregón Pascual y la liturgia de la Palabra se realice en tinieblas.
8. La noche de Pascua es el momento más indicado para los sacramentos de iniciación cristiana. Después de un camino catecumenal, personal si es el caso de adultos, y de familia si es el caso de niños. El signo de la inmersión, quiere ser la expresión sacramental de cómo una persona se incorpora a Cristo en su paso de la muerte a la vida.
Si no hay bautismos dentro de la celebración, conviene resaltar la renovación de los compromisos bautismales y la bendición y aspersión del agua.
9. La celebración eucarística es la culminación de toda la Noche Pascual. Es la Eucaristía central de todo el año, más importante que la Navidad o la del Jueves Santo. Cristo el Señor ha resucitado, y nos hace partícipes de su Carne y de su Sangre, como memorial de su Pascua.
10. Prefacio es el de Pascua I, “El Misterio Pascual” “…En esta santísima noche”, Misal, pág. 375. Es recomendable seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, por las partes propias que contiene.
11. La Bendición final de la Misa es solemne, agregando en la despedida el doble Aleluya, que se mantiene durante toda la Octava de Pascua.
12. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la oración del Sábado Santo, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas. Se añaden los cánticos y el evangelio. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario.
Para Sábado Santo, ver Liturgia de las Horas II, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 2067 ss.