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Liturgia

Sáb 11 Abr 2020

No teman, ya sé que buscan a Jesús el crucificado

Primera lectura: Gn 1,1 - 2,2 Salmo respuesta: Sal 104(103),1-2a.5-6.10+12.13-14ab.24+35c (R. cf. 30) o Sal 33(32),4-5.6-7.12-13.20+22 (R. 5a) Segunda lectura: Gn 22,1-18 Salmo respuesta: Sal 16(15), 5+8.9-10.11 (R. 1) Tercera lectura: Éx 14,15 - 15,1 (nunca se puede omitir) Salmo respuesta: Sal Éx 15,1-2ab.2cd.3-4. 5-6.17-18 (R. 1a) Cuarta lectura: Is 54,5-14 Salmo respuesta: Sal 30(29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a) Quinta lectura: Is 55,1-11 Salmo respuesta: Sal Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R. 3) Sexta lectura: Ba 3,9-15.32 - 4,4 Salmo respuesta: Sal 19(18),8. 9.10.11 (R. Jn 6,68c) Séptima lectura: Ez 36,16-17a.18-28 Salmo respuesta: Sal 42(41),3. 5bcd; 43(42),3.4 o, cuando se celebra el Bautismo, Sal 51(50), 12-13.14-15.18-19 (R.12a) o Sal Is 12,2-3.4bcd.5-6 (R.3) Epístola: Rm 6,3-11 Salmo respuesta: Sal 118 (117),1-2.15c+16a+17.22-23 Evangelio: Mt 28,1-10 Introducción Las lecturas de la Vigilia Pascual tienen una coherencia y un ritmo entre ellas. La mejor clave es la que dio el mismo Cristo. “todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí, tenía que cumplirse”, “y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó (a los discípulos de Emaús) lo que se refería a él en toda la Escritura”. • El primer grupo de lecturas (Moisés) abarca la creación, el sacrificio de Abraham y el paso del Mar Rojo: la actuación salvadora de Dios para con su pueblo Israel. • Los profetas hacen un llamamiento al amor renovador, a los signos de la alianza, a la fe, y prometen la salvación definitiva. • Los salmos cantan y meditan los temas anteriores, destacando sobre todo el cántico de Moisés en el Mar Rojo y el cántico bautismal de Isaías. • El Evangelio de Mateo nos recoge el anuncio de la resurrección con fuerza y con alegría. No «en la madrugada del sábado», sino «pasado el sábado», en las primeras luces del domingo, es cuando empieza a comunicarse la gran noticia. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Esta noche la comunidad cristiana se detiene más de lo ordinario en la proclamación de la Palabra. Tanto el A.T. como el N.T., o sea, toda la Biblia, habla de Cristo e ilumina la Historia de la Salvación y el sentido de los sacramentos pascuales. Hay un diálogo entre Dios que habla a su Pueblo (las lecturas) y el Pueblo que responde (salmos y oraciones). Las diversas lecturas de la Vigilia Pascual nos ayudan a orientarnos en la línea que Dios quiere, apuntando a la nueva vida del Resucitado y a nuestro Bautismo: La admiración agradecida por la creación cósmica y de la familia humana por parte de Dios, obra de su sabiduría, de su poder y de su amor, que ahora nos concede conocer y seguir al nuevo Adán, Cristo Jesús, cabeza de la nueva humanidad. La fidelidad de un hombre creyente como Abrahán, que tendríamos que copiar nosotros incluso cuando nos parece que Dios nos pone a prueba y se nos acumulan las dificultades y los contratiempos. El deseo de que también para nosotros suceda el “paso del Mar Rojo” y la liberación, porque nuestra vida es un continuo éxodo, y con la ayuda de Dios, podemos ir renovando siempre más nuestra libertad interior, venciendo a todos los “faraones” que se nos puedan cruzar en nuestro camino de seguimiento de Cristo, pasando en esa noche pascual y bautismal de la esfera del pecado a la de la gracia. La voz de los profetas, en sus cuatro lecturas –“los reuniré, les daré́ un corazón nuevo, les purificaré, serán mi pueblo, los amaré con misericordia eterna”-, nos anima a confiar en la misericordia y el amor de Dios, que nos es siempre fiel a pesar de nuestros fallos; que nos ofrece su Alianza, renovada ahora en Cristo Jesús; que nos lleva a corrientes de agua fresca para que saciemos nuestra sed de felicidad; que nos hace conocer la verdadera sabiduría, la que proviene de su Palabra; y que nos promete un corazón nuevo y un espíritu nuevo. El apóstol Pablo nos invita a refrescar la gracia que Dios nos hizo el día de nuestro Bautismo, haciéndonos sus hijos; nosotros, esta noche, renovamos nuestras promesas bautismales, con la renuncia al mal y la profesión de fe en Dios. Pero, sobre todo, lo que más nos interpela es el evangelio de la resurrección de Cristo; si somos cristianos es porque Cristo ha resucitado y ha inaugurado un nuevo orden de cosas y nos anima continuamente con su gracia a seguir su camino. No seguimos a un libro, o a una doctrina, sino a una Persona Viviente, Jesús, Cabeza de la nueva humanidad, que ha sido resucitado por la fuerza del Espíritu. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? No teman, ya sé que buscan a Jesús el crucificado Esto es lo que les dice el ángel a las mujeres. Y después, Jesús se lo vuelve a repetir: “¡No tengan miedo!” Es éste uno de los grandes mensajes de esta noche. Este es el gran mensaje de Pascua, hoy: “¡No tengan miedo!” ¡Y cuánto bien nos hace escuchar este mensaje! porque en el sepulcro, todo es novedad, todo se transforma, cambia el mundo entero. Las mujeres y los discípulos experimentan la renovación que empieza. Porque Jesús, el crucificado, no ha quedado aprisionado por las cadenas de la muerte, una piedra de sepulcro no ha podido retener la fuerza infinita de amor que se manifestó sin reservas en la cruz. Aquel camino fiel de Jesús, aquella entrega constante de su vida hacia los pobres, aquel combate contra todo mal que ahogara al hombre, aquel amor, ¿cómo podría haber quedado encerrado, muerto allí por siempre? No, no quedó encerrado. La fuerza del amor de Jesús, la fuerza del amor de Dios, vence a la muerte y cambia el mundo. Y por eso el ángel puede decir, y Jesús puede repetir después: “¡No tengan miedo! “ El gran mensaje. Porque, ¿qué es el miedo? El miedo es, al fin y al cabo, pensar que el mal y la muerte pueden vencer sobre el amor, sobre la fraternidad, sobre la justicia, sobre la generosidad. El miedo es pensar que Jesús ha fracasado. El miedo es no ser capaces de creer que Jesús ha resucitado y que, con su resurrección, podemos caminar en paz su mismo camino. El miedo es no creer que, ocurra lo que ocurra, y aunque a veces no lo parezca, el amor vence siempre, el amor -el amor de verdad, el que vivió Jesús- es siempre mucho más valioso, más lleno de vida que cualquiera de los éxitos que a veces lamentablemente valoramos tanto. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? “Esta es nuestra fe, ésta es la fe de la Iglesia” Cada domingo decimos “esta es nuestra fe”. Esta es la fe que expresábamos cuando, al empezar la celebración de esta noche santa, veníamos hacia aquí, hacia la iglesia, guiados, en medio de la noche, por la claridad de Jesucristo vivo. Esta es la fe que se nos ha proclamado en las lecturas que acabamos de escuchar: la fe que empieza a encenderse con las primeras luces de la creación, la fe de Abrahán, la fe del pueblo liberado de la esclavitud por el Dios que ama a los pobres y a los débiles, la fe de los profetas, la fe del apóstol Pablo. Esta es la fe que fue proclamada en nuestro bautismo y que ahora, (con el bautismo de estos niños y) con la renovación de nuestras promesas bautismales volveremos a hacer presente. Esta es la fe que, como culminación de la celebración de esta noche santa de Pascua, se tornará acción de gracias al Padre por su inmenso amor, y se convertirá en pan y vino que es el cuerpo y la sangre del Señor, alimento que él mismo nos da para estar con nosotros por siempre. Esta es nuestra fe, la que cada domingo, cuando celebramos la Eucaristía, recordamos y reafirmamos. La fe de la confianza, la fe contra el miedo, la fe que nos dice que sí, que el camino de Jesucristo es nuestro camino, el único camino verdaderamente humano, el único camino de vida. Vayan a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea Estas palabras cobran mucho sentido esta noche. Hemos vivido en este año el mes misionero extraordinario y se nos ha dicho reiteradamente que la Iglesia tiene necesidad de anunciar con más audacia y valentía la Palabra del Señor “la salida misionera es el paradigma de toda obra de la Iglesia” (EG 15). Que esta noche nos impulse para ir a Galilea, para llegar donde aquellos que no conocen a Jesucristo, para encontrarnos con aquellos que se enfriaron en la vida de la fe y no encuentran el camino correcto para seguir al resucitado. Para llegar a todas las culturas de hoy con un anuncio nuevo, novedoso, que tenga la capacidad y la fuerza de desencadenar caminos de iniciación a la vida de la fe. Jesús, hoy, esta noche santa de Pascua, nos dice a cada uno de nosotros: ¡”No tengan miedo!” vamos con los nuestros, a nuestro trabajo, a nuestro barrio, nuestro pueblo, nuestra ciudad, allí donde se construye nuestra vida, allí donde son felices y allí donde sufren. Allí, allí me verán. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Decorar el templo para la noche de Pascua: Cirios, flores, telones y todos los elementos que se consideren necesarios, destacando siempre lo esencial. 2. Preparar muy bien las moniciones que van a introducir los cuatro momentos de la Vigilia Pascual. 3. Reunirse con antelación con todas las personas que van a servir en la celebración para que no falte ningún detalle. Se debe cuidar la preparación de cada una de las lecturas de este día. 4. Conviene leer las rúbricas de la celebración, tanto las contenidas en Ordo como en el Misal, para ver todas las opciones celebrativas. 5. Preocuparse por preparar muy bien el canto del Pregón Pascual y todos los cantos de la celebración. 6. El mejor sitio para colocar el cirio pascual es cerca del lugar de la Palabra, pues desde allí se entona el Pregón pascual, que tiene como finalidad, entre otras cosas, cantar todo el simbolismo de este cirio. 7. Es necesario recordar que las luces de la iglesia se encienden al cantar por tercera vez “Luz de Cristo”, de tal manera que no se concibe que el Pregón Pascual y la liturgia de la Palabra se realice en tinieblas. 8. La noche de Pascua es el momento más indicado para los sacramentos de iniciación cristiana. Después de un camino catecumenal, personal si es el caso de adultos, y de familia si es el caso de niños. El signo de la inmersión, quiere ser la expresión sacramental de cómo una persona se incorpora a Cristo en su paso de la muerte a la vida. Si no hay bautismos dentro de la celebración, conviene resaltar la renovación de los compromisos bautismales y la bendición y aspersión del agua. 9. La celebración eucarística es la culminación de toda la Noche Pascual. Es la Eucaristía central de todo el año, más importante que la Navidad o la del Jueves Santo. Cristo el Señor ha resucitado, y nos hace partícipes de su Carne y de su Sangre, como memorial de su Pascua. 10. Prefacio es el de Pascua I, “El Misterio Pascual” “…En esta santísima noche”, Misal, pág. 375. Es recomendable seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, por las partes propias que contiene. 11. La Bendición final de la Misa es solemne, agregando en la despedida el doble Aleluya, que se mantiene durante toda la Octava de Pascua. 12. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la oración del Sábado Santo, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas. Se añaden los cánticos y el evangelio. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario. Para Sábado Santo, ver Liturgia de las Horas II, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 2067 ss.

Vie 27 Mar 2020

«Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios»

Primera Lectura: Ez 37,12-14 Salmo: Sal 130(129),1-2.3-4.5-6ab.6c-8 Segunda Lectura: Rm 8,8-11 Evangelio: Jn 11,1-45 (forma larga) o Jn 11,3-7.17.20-27.34-45 (forma breve) Introducción Este quinto domingo de cuaresma, manifiesta de una manera inminente, la Pascua que se acerca: • Todas las lecturas forman una gran unidad en torno al tema de la Resurrección, fundamento de nuestra fe • En torno a la convicción de fe en la resurrección, se puede desplegar y meditar dos temas complementarios: la muerte y la vida. • Sin embargo, como se ha escrito, no se puede desligar del tema de la muerte y de la vida, el de la resurrección. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Ezequiel, profetiza, una esperanza en que el pueblo de Israel, posea la tierra, y el pueblo que está muerto en vida por la esclavitud, deportación, pecado tendrá vida en la esperanza de poseer la tierra prometida en la Israel celestial. Hay un elemento importante en esta profecía y es que esta esperanza la realiza el Dios de la vida, que infunde su Espíritu, su aliento de vida, y hace que todas las cosas cobren sentido en una vida más allá de la terrenal. El salmo 130 destaca la misericordia de Dios, que redime a Israel de todos sus delitos y derrama copiosamente su amor. El creyente fiel, aguarda el día de la redención, en que Israel será restaurada, y todos sus delitos sean purificados y sanados. Por su parte, en la carta del apóstol San Pablo a los Romanos, manifiesta el contraste entre los que, poseyendo a Cristo, se dejan llevar por las obras de la carne y su cuerpo está muerto por el pecado; y quienes se dejan llevar por el Espíritu, viven por la justificación obtenida en Jesucristo. El capítulo 11 del Evangelio según San Juan, es una joya literaria única de la hagiografía evangélica, que anticipa el acontecimiento de Nuestro Señor Jesucristo mediante la pieza fundamental de nuestra fe en la resurrección del Señor; anunciando y mostrando con la resurrección de Lázaro, el acontecimiento central de nuestra fe en el Misterio Pascual de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Dios que se hace hombre para nuestra salvación (redención: justificación). Uno de las metodologías características del Evangelista san Juan es su forma de transmitir la verdad, es el malentendido; es decir, los personajes, no entienden de buenas a primeras, las palabras de Jesucristo en relación con la comprensión de sus oyentes. En ocasiones el evangelista usa el malentendido, para ir llevando al lector sagrado a que progresivamente vaya comprendiendo el misterio de la resurrección que se le va develando; pero que no es visible a los ojos ni comprensible a la lógica humana, y por eso el evangelista usa este recurso, para ir llevando al creyente paulatinamente a que aquello que no comprende, se le vuelve a repetir, pero ampliando su significado, con el fin de ir explicando su sentido más profundo. La resurrección según el texto evangélico devela unas verdades que trascienden los hechos físicos; pues se habla de la resurrección en un contexto familiar y de amistad; se expresan sentimientos profundos que generan compasión en el lector, como la enfermedad, la distancia del amigo ausente, la tristeza, el tumulto de la gente que visita expresando su solidaridad con los familiares del fallecido, las lágrimas como forma de expresar la impotencia frente a la cruda realidad de la experiencia de la muerte. Las Palabras de Jesús traspasan al dolor y están llenas de sentido de compasión, solidaridad, confianza y fe: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» «¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche, tropieza, porque le falta la luz». «Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo.» «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su casa». «Tu hermano resucitará» «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» «¿Dónde lo habéis enterrado?» «Quitad la losa». «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que Tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que Tú me has enviado». «Lázaro, ven afuera». «Desatadlo y dejadlo andar». En el centro de todas las palabras del Señor, se manifiesta la verdad fundamental de nuestra fe, donde el mismo Jesucristo dice: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”. Con la pregunta abierta para el oyente de la Palabra: ¿Crees esto? Las lecturas bíblicas, no se detienen a explicar o detallar cómo acontece la resurrección, sino que tiene una finalidad, suscitar y provocar la fe. Así, al final, no se trata de demostrar científicamente el acontecimiento de la resurrección, cuanto de transmitir una confianza en el Dios vivo y verdadero, manifestado en Jesucristo, que se hace hombre para la salvación de la humanidad, y que sopla su aliento de vida con la gracia del Espíritu Santo; por tanto, se trata de una cuestión de fe, de creer y creerle a Dios que, en Jesucristo y con el Espíritu Santo, otorga vida y vida en abundancia. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La Resurrección es el fundamento central de la vida de todo cristiano; en efecto, afirma san Pablo, si Cristo no hubiese resucitado, vana sería nuestra fe. Las lecturas develan una serie de enseñanzas que se pueden meditar con la comunidad en torno al hecho de la resurrección: Una primera aproximación al hecho de la resurrección tiene que ver con la serie de preguntas que nos planteamos en el transcurso de nuestra existencia terrenal: ¿qué sentido tiene mi vida, si voy a morir?, ¿cuál es la trascendencia que le estoy dando a mi existencia?, ¿qué sentido tienen los esfuerzos, el estudio, el trabajo, la vida misma y todas sus problemáticas, si al final de nuestros días envejecemos, enfermamos, terminamos en soledad y morimos? ¿Le estoy dando un sentido trascendental a mi vida? ¿Soy consciente de todos estos interrogantes existenciales? Es fundamental llenar de sentido la existencia terrenal, y mediante la fe, la esperanza y caridad, arropar los momentos tristes de la pérdida de un ser querido, luchar unos ideales altruistas que trasciendan nuestra vida terrenal, y poner los ojos, no simplemente en las cosas efímeras, sino la mirada en la vida eterna. Como persona, familia y comunidad hay que saber acompañar aquellas personas que se encuentran enfermas, abandonadas, solitarias en las clínicas, hospitales. Saber ser amigos no solo en los momentos de alegría, sino también en las tristezas. Como Jesús, saber visitar, acompañar, llorar con los que lloran, reír con los que ríen y saber brindar palabras de ánimo, aliento que mitiguen las tristezas y los dolores que causan el sufrimiento por la pérdida de un ser querido, y brindarles palabras de vida a quienes sufren. Dice el apóstol San Pablo: yo sé en quien he puesto mi esperanza, y sé que no me defraudará. Ayudar a implementar una pastoral de la tanatología, donde se puedan acompañar procesos de duelo y sufrimiento en los cementerios, en las parroquias en las familias y comunidades. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? El encuentro con Jesucristo en este Evangelio, nos invita a confiar en la resurrección, a creer que Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Nuestro compromiso misionero nos empuja a ser amigos del Señor, siendo amigos de las personas, familias y comunidades, donde estemos atentos a ayudarles en sus necesidades, como enfermedades, soledades y sufrimientos por la pérdida de sus seres queridos. Nos invita a darle un sentido trascendental a nuestro quehacer cotidiano, a confiar y aumentar nuestra fe. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Resaltar la frase: “Yo soy la resurrección y la vida” o “El Espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en ustedes” 2. Es muy recomendable que, desde antes de la celebración litúrgica, se guarde silencio en el templo, en la sacristía y en los lugares anexos. De modo que todo se disponga devota y debidamente para la acción sagrada (Cfr. OGMR 45). 3. El Prefacio de hoy es propio: “La Resurrección de Lázaro”, Misal, p. 115. 4. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para este domingo, Misal, p. 116. 5. Se invita a la comunidad a presentar la memoria de los hermanos que “nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz” (Plegaria Eucarística I o Canon Romano). 6. Si dentro de la comunidad parroquial hay un cementerio cercano, invitar a quienes puedan visitar y hacer memoria de los difuntos, rogando el eterno descanso para aquellos por quienes se ora poco o nada. 7. Este último domingo de cuaresma es el momento más oportuno para motivar a la participación en el Sacramento de la Penitencia, para prepararnos para entrar en lo más santo y emocionante del año litúrgico, volviendo nuestro corazón a Dios y disponiéndonos para vivir el Misterio Pascual.

Jue 20 Feb 2020

Insumos litúrgicos para el Miércoles de Ceniza y la Cuaresma

El próximo miércoles, 26 de febrero, con la celebración litúrgica en la que se impone el signo penitencial de la ceniza, la Iglesia católica da inicio al tiempo de la Cuaresma. Cristianos de todo el mundo se preparan para vivir 40 días de conversión que terminarán dando el inicio al tiempo litúrgico de la Semana Mayor. Para vivir y animar este tiempo, la Conferencia Episcopal de Colombia, a través del Departamento de Liturgia y con la colaboración del P. Diego Uribe Castrillón, doctor en Teología de la Arquidiócesis de Medellín, pone a disposición una serie de insumos que ayudarán a celebrar el tiempo de Cuaresma. Este subsidio ofrece: I. Celebración de la Palabra de Dios con imposición de la Santa Ceniza, II. Predicación orante de la Palabra, con moniciones y oración de fieles y III. Orientaciones y Esquema para la Celebración de una Liturgia Penitencial. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar insumos[/icon]

Vie 14 Feb 2020

"El Señor Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida"

Primera Lectura: Is 58,7-10 Salmo: Sal 112(111),4-5.6-7. 8a+9 (R. 4a) Segunda Lectura: 1Co 2,1-5 Evangelio: Mt 5,13-16. Introducción A la luz de la Palabra de Dios que se proclama en este día: • El creyente está llamado a ser testigo y reflejo del amor de Dios en el mundo. • La misión del cristiano, como sal y luz, es transformar el mundo en nombre de Dios. • El compromiso creyente y la fuerza de la fe no se basan sólo en las cualidades personales, sino en la disponibilidad para ser sacramento de la misericordia de Dios. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Las lecturas de este Domingo –a poco más de dos semanas de iniciar el camino cuaresmal-, retoman algunos de los signos bautismales que caracterizarán la celebración de la Pascua. Así, el texto de Isaías plantea como un imperativo divino la fraternidad y la solidaridad con los más necesitados. Practicando la misericordia Dios se hace cercano y hace que la luz, signo de vida, brille en medio de la oscuridad. En el mismo sentido el salmo alaba al hombre que teme al Señor y que brilla en medio de las tinieblas como una luz. También alaba al creyente que administra sus bienes con justicia. San Pablo al escribir a la comunidad cristiana de Corinto, a la que había evangelizado unos años antes después de pasar por Atentas y su Areópago, evoca ese encuentro que debió ser bastante difícil: Corinto era una ciudad con mucha riqueza y con una moralidad muy deteriorada. Los valores del Evangelio debieron enfrentar muchas dificultades antes de que se hicieran vida en la vida de los corintios. Cuando Pablo vuelve la mirada sobre este proceso, invita a la comunidad a tomar conciencia de que fue obra de Dios, y no fruto de una astuta estrategia, de la capacidad persuasiva de Pablo o de su hábil oratoria. A pesar de la fragilidad y el temor del apóstol, Dios hace su obra y es él el que funda la fe de los corintios. Finalmente, el Evangelio retoma el sermón del monte para plantear un imperativo: los creyentes deben ser como la sal que da sabor a la tierra y como la luz que ilumina el mundo, para que toda la humanidad pueda experimentar la misericordia del Padre en las buenas obras de los discípulos. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? El contexto de la lectura del profeta Isaías es la práctica del ayuno que realiza el pueblo de Israel al volver del exilio, a finales del siglo V a.C. El profeta critica a los que imponen privaciones al cuerpo, pero no cambian el corazón. El verdadero ayuno es el que orienta la vida a practicar la justicia, la fraternidad y la solidaridad. El profeta no se cansa de insistir en la importancia de ser sensibles frente a quienes pasan necesidad y al final de la lectura introduce el tema de la luz que se retoma en el salmo y en el Evangelio de la lectura de hoy. Es importante pensar en que, ni en la época de Jesús ni en la de Isaías, existía luz eléctrica, ni bombillos ni interruptores, ni fósforos ni encendedores, ni postes ni luminarias, ni pilas o baterías. Mucho menos teléfonos celulares con aplicaciones de linternas. La noche era un verdadero peligro y la luz un preciado tesoro. Cuando Jesús invita a sus discípulos a ser luz del mundo inmediatamente hace venir a su mente las palabras del salmo: “en las tinieblas brilla como una luz el que es honesto, compasivo, misericordioso y justo”. Por eso la meditación del texto completo del salmo 112 (111) nos invita a confrontar nuestra vida para ver si en nuestras acciones estamos siendo misericordiosos o si hemos dejado endurecer el corazón. Esa misión de ser luz del mundo fue confiada a Israel en el Antiguo Testamento y ha sido encomendada con mayor radicalidad a la Iglesia: manifestar, a lo largo de la historia y en todos los contextos y culturas, la misericordia de Dios por medio de obras concretas, verificables. En la misma línea se ubica la misión que Jesús encomienda a sus apóstoles para que sean como “una ciudad puesta en lo alto de un monte” (v. 14). Es común encontrar vestigios de ciudades y construcciones de antiguas culturas en la cima de los montes: la altura no sólo ayudaba a prever los ataques y facilitaba la defensa, sino que se constituía en bastión para toda la región. Pero cuando Jesús hace esta exhortación no invita a asumir un comportamiento llamativo o a tocar la trompeta cuando se practica la justicia o se hace limosna. Lo que hace es evocar la imagen presente en la mente de cualquier judío que proclama a Jerusalén y al monte del templo del Señor como una fuente de bendiciones para todos los pueblos (cf. Is 2, 2-5). A partir de entonces, ya no será Jerusalén sino la comunidad de sus discípulos la que irradiará bendiciones y a la que acudirán todas las gentes que buscan saciar sus necesidades, problemas y angustias. Tal vez la misión más difícil de entender es la primera que señala Jesús cuando indica la misión de ser “sal de la tierra” (v. 13). Aunque hoy en día las prescripciones médicas invitan a reducir su consumo para no afectar la tensión, na de las principales funciones de la sal es dar sabor a los alimentos. Por eso desde siempre la sal ha sido símbolo de sabiduría y en ese contexto Jesús invita a sus discípulos a ser testigos de una sabiduría que llene de sabor la vida de los que les rodean, que alimente sueños y esperanzas, que conforte en los momentos de lágrimas y sufrimientos. Pero cuando no existía energía eléctrica ni se habían inventado las neveras, la sal cumplía otra función imprescindible y era conservar los alimentos. Todavía nos quedan vestigio de ello en el pescado salado y en la carne oreada. En el mismo sentido, el cristiano debe ser sal de la tierra e impedir que el mundo se corrompa, se dañe, se pierda, se descomponga. La proclamación y vivencia de los valores del Evangelio son un testimonio que transforma la realidad y que ayuda a hacer visible el proyecto amoroso de Dios sobre el mundo. Finalmente, la sal también cumplía una función contractual: garantizaba la inviolabilidad de los pactos y servía como medio de pago de los mismos (por eso incluso hoy en día la retribución por un trabajo se llama “salario”). También los cristianos son sal de la tierra en cuanto testimonian con sus obras que Dios es siempre fiel a su amor, cuando a través de nuestras buenas obras hacemos presente la misericordia del Señor. Y es en este contexto que se puede orientar la comprensión de la segunda lectura: así como san Pablo recuerda a los Corintios que a pesar de su fragilidad Dios se hizo presente por medio suyo para transformarles la vida, Dios se sigue haciendo presente en el mundo por medio de cada uno de nosotros. El Señor necesita de nuestra inteligencia, de nuestras manos, de nuestras obras, de nuestras palabras para hacer presente su misericordia, su amor y su ternura. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi- so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Hagamos nuestra y hagamos vida las palabras de la oración colecta de la misa del jueves siguiente al miércoles de ceniza: “Que tu gracia, Señor, inspire, sostenga y acompañe nuestras obras, para que nuestro trabajo comience en ti, como su fuente y tienda siempre a ti, como a su fin”. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Se pueden resaltar las frases: «Ustedes son la luz del mundo» y «ustedes son la sal de la tierra» 2. Es muy recomendable que, desde antes de la celebración litúrgica, se guarde silencio en el templo, en la sacristía y en los lugares anexos. De modo que todo se disponga devota y debidamente para la acción sagrada (Cfr. OGMR 45). 3. Sería oportuno hacer hoy el rito para la bendición y la aspersión del agua en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, Formulario II, del Misal, p. 1056. 4. Para que favorezca la meditación de la Palabra de Dios, conviene que haya breves momentos de silencio, antes de que inicie la Liturgia de la Palabra, después de la primera y, si hay, segunda lectura, y una vez terminada la homilía. La finalidad de estos silencios es que, con la ayuda del Espíritu Santo, la asamblea medite brevemente lo que escuchó, saboree la Palabra de Dios y se prepare la respuesta más conveniente (Cfr. OGMR 45 y 56). 5. Se sugiere el Prefacio Dominical I: Misterio Pascual y pueblo de Dios, para continuar acentuando el tema de ser luz del mundo. 6. Tener presente que el martes, 11 de febrero, se conmemora a la Bienaventurada Virgen María de Lourdes y se realiza la Jornada Mundial de Enfermo. Es una de las fechas más oportunas para motivar, preparar y desarrollar la Jornada parroquial de los enfermos ya que, reuniéndolos en el templo para la celebración eucarística, se les puede ofrecer también los sacramentos de la Reconciliación y de la Unción de Enfermos.

Vie 1 Nov 2019

¿Somos personas de buen corazón, misericordiosos, fáciles de perdón?

Primera lectura: Sb 11,22 - 12,2 Salmo: Sal 145(144),1-2.8-9.10-11.13cd-14 (R. cf. Sab 11,23) Segunda lectura: 2Ts 1,11 - 2,2 Evangelio: Lc 19,1-10 Introducción Vamos terminando el año litúrgico y el tono de las lecturas va tomando una perspectiva escatológica. Hoy podemos registrar tres temas fundamentales en las lecturas de este domingo: • El Evangelio, con la escena de Zaqueo, y la página sapiencial del Antiguo Testamento nos hablan del perdón de Dios. • El salmo, nos anima a todos, que somos pecadores y necesitamos de esta misericordia de Dios, a confiar en él. • Y el último tema lo contiene la segunda lectura: Mantenerse firmes y dignos de su vocación en el camino de la fe. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Este momento es un ejercicio de búsqueda del sentido, o, mejor dicho, de los sentidos que tiene un texto bíblico. Abordemos cada uno de los textos de este domingo resaltando algunos detalles. El libro de la Sabiduría, uno de los últimos del AT, nos ofrece una reflexión sobre la grandeza de Dios: “el mundo entero es ante ti como un gramo en la balanza” (11,22). Y a la vez su misericordia: “te compadeces de todos porque todo lo puedes... y no aborreces nada de lo que hiciste” (11,23.24). Su autor resalta que Dios perdona: “a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida” (11,26). A los que hace falta corregirles, lo hace con tolerancia y amor: “corriges poco a poco a los que caen; a los que pecan les recuerdas su pecado, para que se conviertan y crean en ti” (12,2). El salmo responsorial 145 (144) es una gozosa alabanza al Señor como soberano amoroso y tierno, preocupado por todas las criaturas: “el Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad... el Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan”. Tesalónica es una ciudad de Grecia, y san Pablo escribe dos cartas a su comunidad cristiana. La segunda, que es la que leeremos durante tres domingos, está llena de recomendaciones para que los de Tesalónica se mantengan firmes y dignos de su vocación en el camino de la fe. En la segunda lectura, el apóstol Pablo nombra la última venida de Cristo y nuestro encuentro con él. Pero a la vez dice que no es inminente, y que nadie se debe alarmar por supuestas revelaciones sobre el final del mundo, “como si afirmáramos que el día del Señor está encima” (2Ts 2,2). En el Evangelio nos encontramos esta vez no con una parábola, si un hecho que sucedió́ al llegar Jesús a la ciudad de Jericó, ciudad comercial y rica, muy apta para que los recaudadores de impuestos «prosperen». Zaqueo, “jefe de publícanos y rico” (19,2), se siente movido primero por la curiosidad. Pero luego, la cercanía de Jesús, que se ha auto invitado a comer en su casa, le toca el corazón y se convierte, sacando unas conclusiones muy concretas para reparar las injusticias que había cometido. El comentario, gozoso, de Jesús es: “hoy ha sido la salvación de esta casa: también este es hijo de Abrahán” (19,9). Es una ocasión más en las que Jesús, de palabra y, de hecho, nos ofrece el retrato de un Dios que perdona. Él mismo, Jesús, “ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido” (19,10) 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad? El Papa Francisco reflexionando sobre la palabra de este día nos dice: “Y Jesús se detuvo, no pasó de largo precipitadamente, lo miró sin prisa, lo miró con paz. Lo miró con ojos de misericordia; lo miró como nadie lo había mirado antes. Y esa mirada abrió su corazón, lo hizo libre, lo sanó, le dio una esperanza, una nueva vida como a Zaqueo, a Bartimeo, a María Magdalena, a Pedro y también a cada uno de nosotros. Aunque no nos atrevemos a levantar los ojos al Señor, Él siempre nos mira primero. Es nuestra historia personal; al igual que muchos otros, cada uno de nosotros puede decir: yo también soy un pecador en el que Jesús puso su mirada. Los invito, que hoy en sus casas, o en la iglesia, cuando estén tranquilos, solos, hagan un momento de silencio para recordar con gratitud y alegría aquellas circunstancias, aquel momento en que la mirada misericordiosa de Dios se posó en nuestra vida. Su amor nos precede, su mirada se adelanta a nuestra necesidad. Él sabe ver más allá de las apariencias, más allá del pecado, más allá del fracaso o de la indignidad. Sabe ver más allá de la categoría social a la que podemos pertenecer. Él ve más allá de todo eso. Él ve esa dignidad de hijo, que todos tenemos, tal vez ensuciada por el pecado, pero siempre presente en el fondo de nuestra alma. Es nuestra dignidad de hijo. Él ha venido precisamente a buscar a todos aquellos que se sienten indignos de Dios, indignos de los demás. Dejémonos mirar por Jesús, dejemos que su mirada recorra nuestras calles, dejemos que su mirada nos devuelva la alegría, la esperanza, el gozo de la vida.” (Homilía de S.S. Francisco, 21 de septiembre de 2015). Las lecturas de hoy nos obligan a confrontar nuestras vidas con este retrato de Dios que nos ofrecen los pasajes del AT y el Evangelio. Ante todo, porque también nosotros le damos ocasión a Dios para ejercitar esta misericordia: todos necesitamos su perdón, en varios momentos de nuestra vida. No debemos perder la confianza, si creemos todo eso que han dicho las lecturas sobre cómo es nuestro Dios. Pero también nos interpelan estas lecturas sobre nuestra actitud con respecto a los demás. ¿Somos personas de buen corazón, misericordiosos, fáciles al perdón? ¿o, por el contrario, somos fáciles en la condena, como los fariseos que murmuraban porque Jesús “ha entrado en casa de un pecador”? Deberíamos ser capaces de dar un voto de confianza a las personas, por pecadoras que nos parezcan, de hacerles fácil la rehabilitación a quienes han dado algún mal paso en su vida, sabiendo descubrir que, por debajo de una posible mala fama, a veces tienen valores interesantes. Pueden ser “pequeños de estatura”, como Zaqueo (y seguramente en más de un sentido), pero en su interior - ¿quién lo diría? - hay el deseo de “ver a Jesús”, y pueden llegar a ser auténticos “hijos de Abrahán”. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Cada Eucaristía nos ayuda a vivir las dos direcciones de esta palabra. Jesús no se invita a nuestra casa, sino que nos invita a la suya. Nuestra Eucaristía es algo más que recibir, como Zaqueo, la visita del Señor. Es ser invitados por él a entrar en comunión con él mismo, que se ha querido convertir en nuestro alimento de vida. Cada vez sucede lo que sucedió́ en casa del publicano: “hoy ha sido la salvación de esta casa”. Pero, a la vez, la Eucaristía es una escuela práctica en la que aprendemos a ser abiertos de corazón para con los demás. Imitando a ese Dios que quiere la salvación de todos, que no odia a nadie, que “es amigo de la vida”, y a ese Jesús que se alegra del cambio de vida de Zaqueo, nosotros, en nuestra celebración, al rezar y cantar juntos y, sobre todo, al participar juntos del Cuerpo y Sangre de Cristo, sea cual sea nuestra raza, formación, edad y condición social, aprendemos a ser más comprensivos con los demás y a perdonar, si es el caso, lo que haya que perdonar. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Resaltar en algún lugar visible alguna de las siguientes frases: - “Señor, el mundo entero es ante ti como un grano de arena en la balanza”. - “El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad”. - “Les rogamos a propósito de la última venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestro encuentro con él, que no pierdan fácilmente la cabeza ni se alarmen por supuestas revelaciones”. - “Hoy ha sido la salvación de esta casa”. 2. Palabras claves: Pecado, conversión, misericordia, perdón, reconciliación 3. Se sugiere emplear la Plegaria Eucarística: De la Reconciliación II, Misal p. 501, ya que presenta la acción de Dios Padre que, con la fuerza de su Espíritu, mueve los corazones y hace desaparecer las enemistades entre los hombres, para que se abran a la reconciliación. 4. Escoger adecuadamente los cantos de la celebración, teniendo presente los diversos momentos en que se canta y la temática que presentan las oraciones y las lecturas de la celebración. 5. Guardar silencio, en el momento que corresponde, como parte de la celebración: en el acto penitencial, después de la invitación a orar, terminada la lectura o la homilía, de después de la Comunión. (Cf IGMR 45). 6. Resaltar y motivar la importancia y valor del Sacramento de la Reconciliación como espacio de encuentro con la misericordia de Dios que da la gracia del perdón. 7. Tener presente que, el sábado 9, es la fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán.

Vie 25 Oct 2019

Imploremos al Señor la gracia de ser hombres y mujeres orantes

Primera lectura: Sir 35,12-14.16-18 Salmo: Sal 34(33),2-3.17-18.19+23 (R. 7a) Segunda lectura: 2Tm 4,6-8.16-18 Evangelio: Lc 18,9-14. Introducción La oración hace parte de identidad de la Iglesia, es una realidad fascinante que permite al orante entrar en el misterio de Dios. Pensar o hablar de la oración desvela la idea que es posible relacionarse con el Dios Padre creador, con su Hijo Jesucristo en la acción santificadora del Espíritu Santo. El tema central de la liturgia de este domingo es la Oración y proponemos enfatizar en tres momentos que tienen su referente en el texto sagrado. • Entrar en oración requiere reconocimiento de lo que yo soy, presentarme ante Dios con todo mi ser, sin pretensiones humanas (Lc 18,9-14) la oración es un encuentro con Dios “bendigo al Señor en todo momento” (Sal 34). • La oración en todas sus etapas es grata al Señor Dios, sin embargo, en momentos de necesidad tienen unas connotaciones muy particulares “la oración del pobre atraviesa las nubes”. Dios no excluye, pero escucha el dolor y el sufrimiento de su pueblo (Ex 3,7). Se requiere Confianza en el Señor (2Tm 4,6-8.16-18). • La Palabra de Dios proclamada nos entrega una luz de esperanza, consuelo y refugio que no permite el fracaso, donde presenta la oración, personificada, que «no desiste hasta que el Altísimo lo atiende, juzga a los justos y les hace justicia» (Si 35, 18). 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro del Sirácida o Eclesiástico título que le dieron los santos Padres desde Cipriano, presenta la experiencia de la oración con un énfasis particular: la oración es tanto más poderosa en el corazón de Dios cuanto mayor es la situación de necesidad y aflicción de quien la reza. «La oración del pobre atraviesa las nubes» afirma el Sirácida (Si 35, 17); y el salmista añade: «El Señor está cerca de los que tienen el corazón roto, salva a los espíritus hundidos» (Sal 34, 19). El salmo 34 hace una lectura de la injusticia humana y de su resultado: explota al pobre, y Dios asume la tarea de impartirle justicia, de hacer suyas las miserias de los más necesitados. Esta es la idea fuerza del salmo 34: «Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha…Bendigamos al Señor en todo momento, su alabanza esté siempre en nuestra boca, pues el Señor está cerca de los atribulados, salva a los abatidos. El Señor redime a sus siervos». La segunda lectura expresa en el sufrimiento del apóstol el sentido profundo de confiar en el Señor, incluso en medio de la tribulación. Dios es presentado como un ser cercano, liberador de quienes viven en, con y para Él. Llama la atención, - y está en íntima relación con la primera lectura- que el apóstol en medio de la adversidad contempla su final «he competido en la noble competición, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe» (2 Tm 4, 7). Es especie de un balance de su vida y de su acción misionera hecha oración en la cual ha recibido asistencia y fuerzas, para que sus miedos y temores, esencia de su condición humana, no fueran obstáculo en el cumplimiento de su misión. El apóstol de los gentiles hizo suyas las palabras del salmista “Si el afligido invoca al Señor, Él lo escucha”. Tenemos presentes a tantos hermanos y hermanas que viven en Oriente Medio y que se encuentran en situaciones difíciles, a veces muy duras, tanto por los problemas materiales como por el desaliento, el estado de tensión y, a veces, de miedo. La Palabra de Dios hoy nos ofrece también una luz de esperanza consoladora, donde presenta la oración, personificada, que «no desiste hasta que el Altísimo lo atiende, juzga a los justos y les hace justicia» (Si 35, 18). También este vínculo entre oración y justicia nos hace pensar en tantas situaciones en el mundo, especialmente en Oriente Medio. El grito del pobre y del oprimido encuentra eco inmediato en Dios, que quiere intervenir para abrir una vía de salida, para restituir un futuro de libertad, un horizonte de esperanza. El evangelista de la misericordia, san Lucas nos entrega en la parábola del Fariseo y el Publicano una enseñanza significativa para la vida del cristiano: A la oración se debe entrar con humildad, plena conciencia de lo que somos y hacemos para no caer en la tentación de querer llegar a Dios presentado nuestros méritos. Comenta el Papa Francisco: “El texto del Evangelio pone en evidencia dos modos de orar, uno falso – el del fariseo – y el otro auténtico – el del publicano. El fariseo encarna una actitud que no manifiesta la acción de gracias a Dios por sus beneficios y su misericordia, sino más bien la satisfacción de sí. El fariseo se siente justo, se siente en orden, se pavonea de esto y juzga a los demás desde lo alto de su pedestal. El publicano, por el contrario, no utiliza muchas palabras. Su oración es humilde, sobria, imbuida por la conciencia de su propia indignidad, de su propia miseria: este hombre en verdad se reconoce necesitado del perdón de Dios, de la misericordia de Dios. La del publicano es la oración del pobre, es la oración que agrada a Dios que, como dice la primera Lectura, «sube hasta las nubes» (Si 35,16), mientras que la del fariseo está marcada por el peso de la vanidad” (Homilía 27.10.2013). Cabe anotar que hay en el fondo de cada uno de los personajes un deseo de eternidad, de subir al cielo, sin embargo, solo el Publicano había entendido que “para subir al cielo” la oración debe brotar de un corazón humilde. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad? El cristiano debe apropiarse de una relación íntima con Dios que, se acrisola y tiene como lugar de encuentro privilegiado la oración. No se ora para ser exentos del sufrimiento, se ora para poder beber la sabia del árbol de la vida, la Cruz, y poder permanecer, como el apóstol, en comunión con Jesús crucificado y resucitado y ser testimonio de su amor. La experiencia del pueblo que sufre y la realidad descrita por el apóstol es paradigmática para todo cristiano, especialmente para nosotros que enfrentamos una injusticia social institucionalizada que trae dolor, sufrimiento y muerte en las regiones, donde parece que todo está perdido y permeado de corrupción y en medio de ese caos la Palabra de Dios nos invita a aclamar a Dios sin cesar. Enseña el Papa Benedicto XVI: “Un lugar primero y esencial de aprendizaje de la esperanza es la oración. Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme –cuando se trata de una necesidad o de una expectativa que supera la capacidad humana de esperar–, Él puede ayudarme. Si me veo relegado a la extrema soledad...; el que reza nunca está totalmente solo” (Spe Salvi 32). La liturgia de la Palabra nos exhorta al “aguante, paciencia y mansedumbre” para que no hagamos de la oración una salva vida de intereses personales que puede hacer naufragar la fe, la esperanza y la caridad. La oración humilde ante Dios, permite, enseña el Papa Francisco: “Estar centrado, firme en torno a Dios que ama y que sostiene. Desde esa firmeza interior es posible aguantar, soportar las contrariedades, los vaivenes de la vida, y también las agresiones de los demás, sus infidelidades y defectos: «Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?» (Rm 8,31). Esto es fuente de la paz que se expresa en las actitudes de un santo. A partir de tal solidez interior, el testimonio de santidad, en nuestro mundo acelerado, voluble y agresivo, está hecho de paciencia y constancia en el bien. Es la fidelidad del amor, porque quien se apoya en Dios también puede ser fiel frente a los hermanos, no los abandona en los malos momentos, no se deja llevar por su ansiedad y se mantiene al lado de los demás aun cuando eso no le brinde satisfacciones inmediatas” (GE 112). 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Imploremos al Señor la gracia de ser hombres y mujeres orantes. Capaces de identificar los lugares concretos para el encuentro con el Señor: La Iglesia, la Sagrada Escritura, los pobres, los enfermos, en la liturgia celebrada en los sacramentos, en la Santísima Eucaristía, en la persona de María Santísima, en la religiosidad popular. Afirma el documento de Aparecida “El encuentro con Cristo, gracias a la acción invisible del Espíritu Santo, se realiza en la fe recibida y vivida en la Iglesia. “¡La Iglesia es nuestra casa! ¡Esta es nuestra casa! ¡En la Iglesia Católica tenemos todo lo que es bueno, todo lo que es motivo de seguridad y de consuelo! ¡Quien acepta a Cristo: ¡Camino, Verdad y Vida, en su totalidad, tiene garantizada la paz y la felicidad, en esta y en la otra vida!” (246). RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Resaltar la frase: “La oración del humilde atraviesa las nubes” o “El afligido invocó al Señor, y él lo escucho”. 2. Se podría seguir el Prefacio Dominical X: El Día del Señor, Misal p. 392, que describe el modo como ora la comunidad en el día domingo. 3. Promover: - Talleres y experiencias de oración - La oración con la Liturgia de las Horas - Destacar el valor orante de la Palabra de Dios, del santo rosario. - Hacer énfasis en la oración en familia. 4. Tener presente que: - El lunes 28, es la fiesta de los santos Simón y Judas, apóstoles. - El viernes 1° de noviembre, es la solemnidad de Todos los Santos - El sábado 2 de noviembre, es la Conmemoración de Todos los Fieles Difuntos.

Vie 6 Sep 2019

Expediente Matrimonial

La Conferencia Episcopal de Colombia, a través de los Departamentos de Matrimonio - Familia y Liturgia , pone a disposición el Expediente Matrimonial. [tabs class="horizontal"][tab title="PRESENTACIÓN" icon="Icon name 1"] El Código de Derecho Canónico en el Canon 1066 «antes de que se celebre el matrimonio debe constar que nada se opone a su celebración válida y lícita», de otra parte, en el Canon 1067 pide a las Conferencias Episcopales establecer normas sobre el examen de los contrayentes para realizar las investigaciones necesarias antes del matrimonio. Para dar cumplimiento a estas normativas canónicas la Conferencia Episcopal de Colombia, a través de las Comisiones de Matrimonio - Familia y Liturgia, según las normas complementarias para Colombia en el artículo 26, ha aprobado el Expediente Matrimonial aprobado durante la pasada Asamblea Plenaria de Obispos, celebrada en el mes de julio de 2019. Departamentos Matrimonio - Familia y Liturgial Conferencia Episcopal de Colombia [/tab][tab title="DETALLE" icon="icon name 2"] Autor(a): Departamentos de Matrimonio - Familia y Liturgia Catálogo: Idioma: Español Número de Páginas: Editora: Año de publicación: Septiembre 2019 Dimensiones: [/tab][tab title="COMENTARIOS" icon="Icon name 1"] [/tab][/tabs] Mayores informes: PBX: 437 55 40 Ext. 264 Correo electrónico: libreria@cec.org.co

Vie 9 Ago 2019

“Bienaventurados aquellos criados a quienes el Señor, al llegar, los encuentre en vela"

Primera lectura: Sb 18,6-9 Salmo: Sal 33(32),1+12.18-19. 20+22 (R. cf. 12b) Segunda lectura: Hb 11,1-2.8-19 Evangelio: Lc 12,32-48 Introducción Podemos entresacar algunas ideas temáticas que iluminan y fortalecen la vivencia de la vida bautismal en la cotidianidad: • Que “los fieles superen las dificultades externas que impiden la vivencia adecuada de la fe y puedan entrar en diálogo con los diferentes tipos de culturas presentes en el tiempo hodierno”; • Una mirada a la fe de los creyentes que atraviesan algún momento difícil, en el cual esta fe se puede debilitar; • Dirigir y orientar todo nuestro ser hacia el Reino de Dios 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El leccionario bíblico de hoy nos ofrece una Palabra que nos anima a la vigilancia, a estar preparados en cada momento de nuestra existencia, con una continua actitud de peregrinos o extranjeros en esta tierra; pues los cristianos en el mundo- como lo dice la carta a Diogneto-: “Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña” (De la Carta a Diogneto (Cap. 5-6; Funk 1, 317-321)). La espera y vigilancia “en la noche”, marcan el tono de estas lecturas. El libro de la Sabiduría, el último del AT, escrito sobre todo para los creyentes judíos de Egipto, que encontraban dificultades para conservar su identidad en medio de una sociedad pagana, nos ayuda a preparar la escucha del Evangelio, haciéndonos mirar a la “noche de la liberación”, la noche de la primera pascua, en la cual los israelitas no durmieron, estuvieron en vela, esperando el “paso del Señor”. El Salmo nos hace descubrir el motivo de esta espera confiada: “Dichoso el pueblo a quien Dios escogió como heredad…dichosa la nación cuyo Dios es el Señor…los que esperan en su misericordia…nosotros aguardamos al Señor, Él es nuestro auxilio y escudo” (Salmo 33 (32), 1.12.18-19.20.22). La carta a los hebreos nos hace tocar la fe en quienes han creído verdade- ramente en la Palabra del Señor y han obedecido confiados en la certeza de esa Palabra. Abraham y Sara, por ejemplo, salen de su tierra sin saber a dónde iban, vivieron como extranjeros y peregrinos creyendo en el Dios que les prometía descendencia y la posesión de la tierra. En el Evangelio, Jesús anuncia a sus discípulos que deben vivir vigilantes, estar permanentemente despiertos: “Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas”. Para mayor claridad el Maestro ofrece unas imágenes en sus parábolas: Los criados deben estar preparados, porque el amo puede volver en cualquier momento de la fiesta de bodas a donde ha ido. El dueño de la casa debe estar despierto porque no sabe qué día y hora escogerá el ladrón para entrar en ella. Esta actitud de vigilancia la deben tener especialmente quienes tienen una autoridad especial en la marcha de la casa: “Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá”. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad? Debe tenerse la “noche de la Pascua” como clave de interpretación para las lecturas de hoy. La noche y la tiniebla que la cubre, podría tener varios significados: de un lado, en contraposición a la luz, la oscuridad constituye uno de los grandes símbolos negativos presentes en todas las culturas: es signo de la nada, del caos, del mal, del delito, del temor, de la prueba. De otro lado, la noche puede ser también un regazo fecundo de donde surge la luz y la mañana: De la noche de Pascua, brota el alba esperada de la liberación de la opresión. La tiniebla viene descrita en términos de rebeldía, de ausencia de conoci- miento, de caos y desesperación en muchos casos. El libro de Job en su capítulo 24, 13-17 dice: “Los malos son rebeldes a la luz. Al alba todavía oscura se levanta el homicida para asesinar a pobres e inertes. De noche gira el ladrón con el rostro encapuchado. El adúltero espera el crepúsculo pensando: “Nadie me ve” y después se cubre el rostro. En las tinieblas ellos violentan las casas, mientras de día permanecen escondidos sin conocer la luz. Tienen a las sombras por mañana habituados al terror de la noche”. La noche puede ser también falta de discernimiento, equivocación en nuestros juicios, falta de una fe adulta: “Ay, los que llaman bien al mal y mal al bien; que toman la oscuridad por luz y la luz por oscuridad; que dan lo amargo por dulce y lo dulce por amargo” (Is 5,20). Ahora bien, es en esa noche de Pascua en la que Dios revela todo su misterioso poder. En efecto, “mientras la matanza de los primogénitos egipcios había sido el signo de la justicia inexorable de Dios, para los hebreos se había abierto el futuro de alegría, signo del amor de Dios por todos los oprimidos y las víctimas de la historia”2. Detrás de la muerte está la vida, la misma noche, por el “paso del Señor” anuncia la luz. Es en esa noche, en la que debemos aprender a estar vigilantes y despiertos. La alusión a la noche pascual del Éxodo es evidente en la frase del Evangelio: “Estad preparados con el cinturón a los flancos”, precisamente como tenían que estar los hebreos en aquella noche, a la vigilia de su marcha hacia la libertad. Con Cristo, está por llegar el día del Éxodo definitivo hacia la plena y perfecta libertad. No se puede estar distraídos o indiferentes, hay que estar listos, preparados para salir hacia el horizonte que está por abrirse, saliendo de la oscuridad del sueño: “Estad preparados…”. ¿Pero podríamos preguntar qué significa estar preparados? El Evangelio nos da ya una repuesta cuando se refiere en una parábola al administrador fiel y prudente que está listo a entregar al amo el balance y la organización de la casa, en cualquier momento en que el amo lo llame a relación. Esto implica las acciones sencillas y cotidianas del día. Se trata de tener la conciencia en paz sabiendo que estamos haciendo lo que debemos hacer: en todo amando y sirviendo. El error fundamental aquí es el de pensar: “El amo tarda en llegar…entonces comamos, bebamos y derrochemos, aunque tratemos mal al otro”. Actualmente esta actitud se difunde. Porque “Jesús tardará en llegar”-pensa- mos-, permanecemos indiferentes, prepotentes, aislados, sin reconocimiento del otro. Cunde el egoísmo y la pérdida del valor de la vida: infidelidad, abortos, eutanasia, homicidios, feminicidios, suicidios. Aumentan las enfermedades psiquiátricas, las depresiones y el sinsentido de la vida. Nos hemos hecho “Como Dios” y hemos caído en el engaño de “la serpiente” (Cfr. Gen 3,1-3). Nos apegamos al dinero y a muchos bienes, pasando la vida llenándonos de ambición y codicia, buscando tener cosas, pero perdiendo la existencia. Hemos llegado al punto tal de “Cosificar las personas y personificar las cosas”; hemos cambiado el Reino de Dios por la añadidura y así, aunque tengamos conciencia de ser peregrinos, corremos el riesgo de pasar los pocos años de la vida sin amar. Resuena hoy la Palabra como una trompeta: “Bienaventurados aquellos criados a quienes el Señor, al llegar, los encuentre en vela, en verdad os digo que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y, acercándose, les irá sirviendo”. El Reino de Dios exige estar preparados y esto significa vivir de manera que no hay que preocuparse por la muerte. Se cuenta que a la pregunta: «¿Qué harías si supieras que dentro de poco vas a morir?», dirigida a quemarropa a San Luis Gonzaga mientras jugaba con sus compañeros, el santo respondió: «¡Seguiría jugando!». La receta para disfrutar de la misma tranquilidad es vivir en gracia de Dios, sin pendencias graves con Dios o con los hermanos. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Conscientes de nuestra realidad de peregrinos, esta palabra nos invita a vivir en lo cotidiano la pascua, es decir, llenando de sentido las circunstancias adversas y gozosas que van llegando en cada momento del día. Jesucristo ha muerto por nosotros y ha pagado la deuda contraída a causa de nuestros pecados. Ha vencido la muerte y por Él podemos participar de su victoria. Esta buena noticia, si la creemos, hace que podamos vivir amándonos en Cristo Jesús como verdaderos hermanos. Nuestras comunidades manifestarán, por este amor, la presencia de Cristo resucitado y muchos que no conocen al Padre Dios, podrán exclamar: ¡Mirad cómo se aman”! RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Tener presente la frase, y aún ponerla en cartelera: “Permanezcan en vela y preparados, porque a la hora menos pensada vendrá el Hijo del hombre.” 2. Se puede seguir la Plegaria Eucarística para diversas circunstancias II: Dios quía a su Iglesia por el camino de la salvación, Misal p. 519, por hacer referencia a Dios Padre que, acompañando a su Iglesia con la fuerza constante del Espíritu Santo, la conduce hacia el gozo eterno del cielo. 3. Tener presente que: - El miércoles 14, es la memoria obligatoria de san Maximiliano María Kolbe, presbítero y mártir; sería una ocasión propicia para ofrecer oraciones por aquellos hombres y mujeres privados de la libertad y de algún modo apoyar el trabajo de la pastoral penitenciaria en las diferentes jurisdicciones eclesiásticas del país. - El jueves 15, es la solemnidad de la Asunción de Santa María Virgen. En la tarde del día miércoles se debe celebrar la Misa vespertina de la Vigilia de la solemnidad. 2 RAVASI Gianfranco, Según las escrituras, Edt. San Pablo, Bogotá 2006, 217 Ya está disponible en la librería de la Conferencia Episcopal Predicación Orante de la Palabra. II De la Santísima Trinidad a Cristo Rey | Ciclo C . 2019 [icon class='fa fa-download fa-2x']MÁS INFORMACI{ON[/icon]