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navidad

Mar 22 Dic 2015

La Navidad una verdadera fiesta

Por: Mons. Gonzalo Restrepo Restrepo - Muy queridos hijos: Estamos terminando otro año en nuestra historia. Estoy seguro que todos sentimos que el tiempo está pasando muy rápido y en él se van sucediendo acontecimientos inesperados. Es la mano de Dios y su voluntad la que se hace presente en cada una de nuestras vidas personales, familiares y comunitarias. Por eso, con ocasión de estas celebraciones de Navidad y Año Nuevo los invito para que juntos, como hermanos, elevemos nuestras plegarias a Dios-Padre por sus bondades y su misericordia para con nosotros. La Navidad debe ser una verdadera “fiesta” en nuestra vida de fe. En este tiempo celebramos el nacimiento de Jesucristo, Dios que se hace hombre y viene a establecer su morada en medio de nosotros. La grandeza de Dios visita la pequeñez del hombre y se encarna, se hace hombre; de tal manera que en Jesucristo encontramos la “Palabra de Dios”, “El Verbo encarnado”, el “Emanuel”, el “Dos con nosotros”. Este tiempo de Navidad es tiempo de luz y de esperanza, es tiempo de fraternidad, de perdón y de reconciliación. Dios ha venido a todos nosotros, a toda la humanidad entregándonos a su Hijo Jesucristo y mostrándonos por medio de Él, su amor, su misericordia, su perdón y su redención. Por Jesucristo nos hemos levantado de nuestra postración, aquella que nos dejó el pecado y el egoísmo y nos condujo a separarnos de Dios. La Navidad es el tiempo de volver a entablar el diálogo con Dios descubriendo en Jesucristo al “Dios con nosotros”; pero sobretodo, es el momento de reconciliarnos en nuestros hogares, de tratarnos como hermanos, de olvidar y dejar atrás los resentimientos y de sembrar semillas de esperanza en los más próximos a nosotros. También celebramos el Año Nuevo. Terminamos el 2015 y se inicia el 2016. El Papa Francisco en su mensaje de la Jornada Mundial de la Paz que celebraremos el 1 de enero del 2016, nos invita a que venzamos la indiferencia y conquistemos la paz. Es un llamado a que reaccionemos frente a la indiferencia que solemos tener en relación con los acontecimientos que no tocan directamente con nosotros, ni con nuestra vida ni con nuestra familia. Tenemos que reconocer que somos muy individualistas y que vivimos muy al interior y en relación sólo con nuestros problemas y nuestras preocupaciones. Lo que atinamos a decir cuando nos informamos sobre lo que sucede en nuestra comunidad, en nuestro país y en el mundo entero, es “qué pesar”, “no debía de ser”, “es increíble”. Pero, preguntémonos: ¿Realmente. Qué hacemos? ¿Cuál es nuestra posición al respecto? ¿Por lo menos oramos, nos dirigimos a Dios? Deberíamos reaccionar de otra manera. Es cierto que no tenemos la solución en nuestras manos, pero también es cierto que deberíamos comenzar por nosotros y nuestro entorno y cambiar aquello que es causa directa o remota de lo que sucede a nuestro alrededor y en el mundo entero. “Vence la indiferencia y conquista la paz”. Esta es la invitación que nos hace el Papa Francisco. Es la oportunidad para responderle al Señor y entre todos, como hermanos, construir un mundo mejor, un mundo más consciente y misericordioso, un mundo más libre y más justo. Y en nuestra querida Colombia, en estos momentos, cuando se está negociando la paz, es bueno que seamos conscientes de la necesidad de la paz, pero sin sacrificar nuestros principios, nuestros criterios y, sobre todo, respetando la institucionalidad y las leyes de nuestro país. Además, es necesario que tengamos en cuenta que todos tenemos “deberes y derechos” y que en una sociedad justa y equitativa, todos tenemos que actuar coherentemente sin pretender solamente reclamar derechos. Que el Señor Jesús, el Niño Dios, el Emanuel, el Dios con nosotros, llene nuestros corazones de paz, de alegría y de esperanzas y que nos dé la fortaleza y la energía para dejar nuestra indiferencia y actuar como verdaderos hermanos, con responsabilidad, conciencia y equidad. Para todos FELIZ NAVIDAD Y UN AÑO NUEO PLENO DE PAZ Y PROSPERIDAD. GONZALO RESTREPO RESTREPO Arzobispo de Manizales

Lun 21 Dic 2015

Con verdadera fe acojamos al Salvador

Las lecturas de esta noche nos traen de nuevo el anuncio del nacimiento del Salvador. También nos invitan a acercarnos a Él y a acogerlo en nuestro corazón con verdadera fe. Dejémonos conducir por Dios que nos habla. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera Lectura: Isaías 9,1-6[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 96(95),1-2a.2b-3.11-12.13 (R. cf. Lc 2,11)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda Lectura: Tito 2,11-14[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 2,1-14[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] El pasaje evangélico de hoy nos relata, con trazos detallados pero simples, el acontecimiento más grande de la historia de nuestra salvación. San Pablo dice de este momento que es “la plenitud de los tiempos”, en el que Dios nos envió a su Hijo nacido de una Mujer (cfr. Gal 4,4-5). Conviene subrayar en este pasaje las palabras del ángel a los pastores, porque ellas nos indican el sentido profundo de lo que celebramos en esta noche: “No teman. Les anuncio una gran alegría, que es para todo el pueblo… Nos ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor”. Es el mismo anuncio que la Iglesia y el mundo entero reciben hoy. A partir del Evangelio, podemos comprender el pleno sentido de la profecía mesiánica de Isaías: ¡El Niño que nace en el pesebre es el Salvador! Él es la luz para el pueblo que camina en tinieblas, Él es quien multiplica la alegría, el que puede destrozar el yugo que nos oprime. Además, son muy expresivos los títulos con que Isaías nos describe al Mesías: “Maravilla de Consejero, Dios fuerte, Siempre Padre, Príncipe de Paz”. El Apóstol San Pablo resume todo lo anterior en una frase: En Cristo, “la gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres”. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] A partir del encuentro con la Palabra, es posible aplicar su mensaje y la celebración misma de esta noche a nuestra vida. Navidad no puede ser una fiesta cualquiera, es una fiesta para contemplar el amor de Dios, para extasiarnos frente a su determinación de salvarnos definitivamente con el nacimiento de su Hijo. Por eso, la primera actitud con la que hemos de recibir al Mesías es la contemplación y la acción de gracias. El Evangelio nos invita, en segundo lugar, a reconocer en el Niño del pesebre al verdadero Salvador. La abundancia de títulos para el Mesías en las lecturas también nos conduce a este reconocimiento, que no es otra cosa que la actitud de fe. Cristo es todo lo que Dios no da, Él es todo lo que espera nuestro corazón; en Él encontramos la manifestación plena del amor del Padre. Todo lo que rodea el nacimiento de Jesús es pobre, humilde y sencillo. Por eso hay que recibir al Mesías con la misma humildad y sencillez. El Papa Francisco nos dice que solo reconoce o ve la luz que trae el Salvador la gente sencilla, dispuesta a acoger el don de Dios. En cambio, no la ven los arrogantes, los soberbios, los que establecen las leyes según sus propios criterios, los que adoptan actitudes de cerrazón” (cfr. Homilía en la noche de Navidad, 2014). Tenemos que recibir al Salvador sin temor. Éste es el imperativo del ángel y nos pide abandonarnos completamente en el Hijo de Dios y estar dispuestos a seguirlo con toda nuestra vida, aunque nos tropecemos con dificultades y problemas. Lo expresa bien el apóstol San Pablo: “Nada nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús” (Rom 8,39). Y, finalmente, la Navidad nos pide vivir con novedad el mandamiento del amor. Dios nos ha manifestado su amor y con ese mismo amor, que es Cristo, debemos amar a los hermanos. Por eso, la Navidad nos invita a renovar nuestro compromiso de caridad con todos. El Apóstol San Pablo hoy nos ha dicho que este misterio nos lleva a renunciar a los “deseos mundanos” y nos debe encaminar a la “práctica de todo lo que es bueno”. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] En la Eucaristía, Cristo vuelve a entregarse por nuestra salvación. Lo hace porque asumió nuestra carne y se inmoló por nosotros. En la celebración del nacimiento del Mesías, debemos acercarnos con profunda devoción al banquete del cuerpo y de la sangre del Señor. [icon class='fa fa-play' link=''] Recomendaciones prácticas[/icon] Recordar que esta solemnidad es de precepto; se debe entonar el Gloria de la Misa de manera más solemne; en el Credo se debe hacer genuflexión cuando se dicen las palabras «se encarnó». Dar realce a la imagen del niño Jesús, recién nacido. No se debe colocar sobre el altar, sino en alguna mesa auxiliar o en el mismo pesebre, con el fin de permitir que en algún momento, fuera de la celebración, sea venerada de manera especial.

Dom 20 Dic 2015

“Jóvenes que su vitalidad sea luz de esperanza”

Con estas palabras el obispo auxiliar de Cali, Juan Carlos Cárdenas Toro, exhortó a los jóvenes para que en esta Navidad sean verdaderos artesanos del perdón, la reconciliación y la paz. “La vitalidad de su juventud mis queridos jóvenes, puede devolverle la luz de la esperanza a un país que necesita trasegar por los senderos de la reconciliación y la paz”, expresó el prelado. Agregó que la labor de los jóvenes como artesanos, “pese a un país lleno de heridas, de polarizaciones, de sufrimientos e injusticias” es la de manifestar su alegría y disponer de sus talentos y creatividad al servicio de una nación. “Que el Niño recién nacido nos devuelva desde la juventud la capacidad de aportar estos talentos, estas cualidades de creatividad, para ir tejiendo puntadas de una nueva Colombia en la que todos quepamos, en la que cada puntada afiance la unidad en medio de la diversidad (…) la creatividad es un regalo de Dios, no la dejemos escapar”. Mis queridos jóvenes, alegría, vitalidad y la creatividad son los mejores regalos que el Niño Jesús les ha traído para que los pongan a fruticificar y que Dios los bendiga. Por último el prelado luego de recordar a los jóvenes lo importantes que son para la Iglesia, les dio su bendición. Foto: Internet Audio: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro

Dom 20 Dic 2015

El recién nacido deje en los niños compromisos de fe

Monseñor Juan Carlos Barreto Barreto, obispo de Quibdó resaltó que la familia y la parroquia son dos escenarios importantes donde los niños pueden ir creciendo como personas y en la fe. Monseñor Barreto recordó como la familia es el núcleo ideal para fomentar los valores de la reconciliación y perdón y cómo desde allí los menores aprenden a asumir compromisos para no volver a fallar. “En el hogar los niños encontrarán dificultades propias de la convivencia de una familia, pero es desde allí donde se tienen que generar los valores de la reconciliación y el perdón, es allí donde tienen que aprender a expresarlo verbalmente y a vivirlo también de manera simbólica, con un abrazo y un compromiso de no volver a fallar, con la corrección que van haciendo los padres y el esfuerzo que van haciendo los niños”, dijo el obispo. El obispo también destacó que el ambiente parroquial y de manera especial en el tiempo de Navidad, los niños se acercan a participar en movimientos infantiles desde donde refuerzan sus valores y compromiso con Dios. Por último monseñor Barreto deseo que para esta Navidad el Niño de Belén, traiga para todos los niños de Colombia valores tan importantes como el perdón y la reconciliación. Foto: Internet Audio: Mons. Juan Carlos Barreto Barreto

Jue 17 Dic 2015

Visita el especial Web para Navidad

La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) pone a disposición de los fieles el sitio web Navidad 2015. Un espacio virtual donde se podrá hallar información relacionada al tiempo de la Navidad. INGRESA AL ESPECIAL Como ya es costumbre, se ofrece al visitante reflexiones de los obispos del país relacionados a la Sagrada familia, Santos inocentes, Madre de Dios, Jornada de la Paz, Epifanía y Bautismo del Señor. Así también, se cuenta con los saludos del presidente del episcopado, monseñor Luis Augusto Castro Quiroga y del Arzobispo de Bogotá y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano, cardenal Rubén Salazar Gómez.

Mié 16 Dic 2015

Descarga Homilías para Navidad

El departamento de Liturgia del episcopado colombiano, gracias a la colaboración del padre Diego Uribe Castrillón, integrante de la Comisión Nacional de Liturgia, ponen a disposición de los fieles las Homilías para el tiempo de Navidad. [icon class='fa fa-download' link='']DESCARGA HOMILÍAS NAVIDAD[/icon]

Mié 16 Dic 2015

Vivir la Navidad

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo – La sociedad de consumo y la superficialidad de nuestra vida han venido cambiando el sentido cristiano de la Navidad por un tiempo de compras y de bulliciosa diversión. Para muchos la Navidad es una fiesta vacía, amnésica, porque no son conscientes de la celebración del misterio de la encarnación del Hijo de Dios. Tantas veces, todo se reduce a pólvora, regalos, comidas, licor y ruido. En muchos ambientes se ha vuelto una fiesta completamente pagana que ya no da sentido a la vida, ni alegría verdadera, ni profunda esperanza. Más aún, la propuesta secularista trata de borrar todo sentido cristiano de la Navidad. En algunos países desean felices fiestas y decoran el árbol de vacaciones. En Oxford se prohibió usar la palabra Navidad para no ofender a las minorías y se cambió por “Festival de invierno”. En no pocos lugares no aparece el niño Jesús, sino el Papá Noel que reparte regalos; las decoraciones no tienen ningún contenido religioso. La actual celebración de la Navidad ya no les habla, a buena parte de las nuevas generaciones, del acontecimiento trascendente que le dio origen. Nosotros, los que nos sentimos discípulos de Jesús, debemos vivir y enseñar a vivir la Navidad como un tiempo en el que aprendemos a leer el Evangelio, a conocer a Jesús no simplemente como el Niño del pesebre, sino como aquel en quien Dios nos ha revelado su ser y su misericordia. Es en el Evangelio donde los cristianos debemos encontrar inspiración para nuestro comportamiento frente a todas las realidades del mundo. La humildad, la pobreza y el amor que entrañan el nacimiento de Cristo nos llevan a repensar nuestras opciones, nuestros valores, el sentido mismo de la vida. Los cristianos combatimos todo atentado contra la vida porque reconocemos la dignidad inviolable de todo ser humano y su destino eterno, que refulgen en la encarnación del Verbo de Dios. Los cristianos nos oponemos a la inequidad porque sabemos que en la administración del mundo que se nos ha confiado todos tenemos los mismo derechos y se deben privilegiar las necesidades de los pobres. Los cristianos promovemos la justicia, la verdad, la libertad y la solidaridad porque sabemos que estos valores esenciales enseñados por Jesús son el camino que conduce a la plenitud de la vida. La fe cristiana, que encuentra en la Navidad un tiempo oportuno para madurar y manifestarse, debe impedirnos ser esclavos de ídolos y costumbres paganas, para entrar en el nuevo mundo que se inaugura con el nacimiento del Señor. El nos trae una nueva forma de vivir que no se establece a partir de la fuerza de las armas, ni de la comodidad que ofrecen las riquezas, ni de los triunfos aparentes del poder, ni de las sensaciones efímeras del placer, sino del gozo, de la seguridad y de la paz que brotan en el corazón humano y en la sociedad cuando permitimos que Dios reine; es decir, que sea en verdad Padre de todos. Cristo es la novedad eterna y universal, es la verdadera alegría de la humanidad, es la fuente del amor para el mundo. El nos llama a todos, y especialmente a los que viven al margen de la sociedad o están lastimados por el sufrimiento y la soledad, a la esperanza. La invitación a comprender de esta manera la Navidad y a celebrarla como una amorosa acogida de Cristo, es la mejor posibilidad que tengo para agradecer a los obispos auxiliares, a los vicarios, a los presbíteros, a los diáconos, a las personas consagradas y a los fieles laicos su valiosa participación en la vida y misión de nuestra Arquidiócesis y desearles todas las bendiciones divinas en el Año de la Misericordia. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Lun 7 Dic 2015

Navidad: Muchas luces, poca luz

Por: P. Raúl Ortiz Toro - Discúlpenme el pesimismo pero creo que la celebración de la Navidad se nos salió de las manos. La Navidad, para muchos en el mundo contemporáneo, se llama “fiestas de fin de año” y no tiene sabor a Cristo. La mayoría de la gente, incluso aquellos que se dicen católicos, arregla la casa, pone luces en cada rincón, prepara suculentas cenas, hace el brindis, comparte en familia o con amigos pero sin ningún sentido religioso. Estoy viendo las estadísticas de la línea 123 de la Policía en la Navidad del año pasado, 2014, entregadas a un medio de comunicación nacional: Solo en el caso de Bogotá, que viene siendo una radiografía nacional, en la noche del 24-25 de diciembre “se recibieron 497 casos de uso y manipulación indebida de pólvora, hubo 1157 riñas atendidas por las autoridades, también se presentaron 415 accidentes de tránsito”. Y ese es un pálido informe que refleja solo el número de quienes fueron atendidos por esta línea de emergencias, habría que multiplicar estas cifras por algunos dígitos para ajustarnos a la realidad. ¿Qué traduce esto? Que la Navidad se ha venido desfigurando paulatinamente; pero, en verdad, no es la Navidad sino la sociedad misma la que se ha ido desfigurando; cada vez más desarraigados de la identidad cristiana en esa cultura de la modernidad líquida de la cual ha hablado el sociólogo polaco Zygmunt Bauman. Pero no es solamente lamentable por el hecho de que los niños ahora crezcan sin saber quién es Jesús porque la familia ya no habla de Dios sino también porque en nombre de la laicidad se cae en el ridículo de una sutil campaña para borrar lo religioso de la escena pública. El año pasado, en la católica Italia, en una escuela de Florencia llamada Cadorna, las profesoras decidieron hacer el “pesebre” pero sustituyeron las imágenes sagradas de Jesús, María y José, por la representación de Caperucita Roja con sus personajes: La niña, el lobo, la abuelita y el cazador. La explicación que dieron es que “se trata de representar una fábula como la de Jesús, pero que tenga una validez más acorde con nuestros tiempos”. Un caso de este año es que en Barcelona (España) el Ayuntamiento no celebrará Navidad sino el Solsticio de Invierno. “Feliz Navidad” se ha convertido en “¡Ven y disfruta del solsticio de invierno!”. Por estos lados creo que no hemos llegado a ese punto pero ya una Representante a la Cámara, colombiana, en días pasados añoraba que siguiéramos la postura de México donde no hay “crucifijo, pesebre, capilla en escenarios públicos o colegios” (Angélica Lozano). Sin embargo, comercialmente ya estamos entrando en esa tónica: el comercio norteamericano ha ido imponiendo Papá Noel como alternativa al Niño Dios y el secularismo ha aplaudido la decisión insistiendo en que la figura del Niño Dios coarta la libertad de cultos; para ellos, una figura más pluralista es un Santa Claus pero ¡vaya sorpresa!, en últimas, se trata también de un personaje cristiano pues es la pobre desfiguración de san Nicolás, obispo de Bari (Italia) en el siglo IV. Ni siquiera allí se libra el laicismo de las raíces cristianas de la cultura. ¿Qué podemos hacer? Se trata de un verdadero reto. En la noche de Navidad se llenan las iglesias pero una parroquia promedio, de 10.000 habitantes, no acoge esa noche a más del 20 por ciento de sus fieles. Los demás estarán en sus cosas, como lo hemos leído en el evangelio del primer domingo de adviento: embotada la mente en los vicios, la bebida y los agobios de la vida (cf. Lucas 21, 34). Vuelve a estar la respuesta en la familia. Tiene que ser nuestro tema recurrente: es en la familia donde el niño aprende que no hay Navidad sin Cristo. Por eso mi pesimismo deja paso al optimismo de saber que la Iglesia se viene comprometiendo cada vez más con ese tema; es compromiso de todos. No dejemos que en esta Navidad haya muchas luces pero ignorando a quien es la verdadera y única Luz: Cristo Jesús. P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán rotoro30@gmail.com