Vie 29 Mayo 2020
Domingo de Pentecostés
Primera Lectura: Hch 2,1-11
Salmo: Sal 104(103),1ab+24ac. 29bc-30.31+34 (R. cf. 30)
Segunda Lectura: 1Co 12, 3b-7.12-13 Evangelio: Jn 20,19-23
Introducción
Los cincuenta días que ha conmemorado la Iglesia en la pascua, culminan con una fiesta de origen campesino, en la cultura judía, llamada Pentecostés; esta celebración, es adoptada por el cristianismo y va a simbolizar, la forma en que, el Señor, aviva las fuerzas de una comunidad eclesial que, camina inspirada por la fuerza y el poder del Espíritu Santo, el mismo que se hace presente en la fundación de las primeras comunidades cristianas. El mismo que hasta nuestros días, sigue prolongando la experiencia de un Dios que se queda con su pueblo y, en él vierte todo su amor de Padre, por medio de su Hijo y con la potencia trasformadora de amor que inflama el Espíritu Santo en sus dones, ministerios, carismas y acciones.
Es de esta manera como en la liturgia de la palabra, en esta solemnidad que llena de alegría y esperanza a la comunidad:
• En este pasaje lucano, en oración, se hace visible el relato del Pentecostés, no deja elementos sueltos, todo aquello que narra tiene coherencia y fundamento.
• El salmista pone su confianza en el poder de su único Dios y Señor y, por ello, alaba a Dios con todas sus fuerzas, mente y ser.
• San Pablo, por su parte, en su relato, hace énfasis en la unicidad que aporta la fuerza del Espíritu Santo en la comunidad.
• San Juan, en este pasaje del evangelio, centra el foco de atención en la vida de una comunidad apostólica, la cual, recibe el soplo del Espíritu Santo de parte de su maestro y Señor. Razón por la cual los apóstoles se dispondrán a perdonar pecados y en esa liberación, recibirán el envío a evangelizar.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
El relato lucano del Pentecostés es una exaltación de la acción del Espíritu Santo, en la conformación del ideal de la Iglesia desde su comprensión en las primeras comunidades cristianas. El pueblo reunido a la espera de la efusión del Espíritu Santo era diverso en su nivel cultural y múltiple, por ende, en la manera de hablar, pensar y vivir. De allí que Lucas señale la participación de doce nacionalidades diversas, dejando ver la complejidad que podía significar la comunicación de aquellos coprotagonistas de la acción.
El mismo texto de los Hechos, presenta a los apóstoles reunidos en el cenáculo, aclarando que ellos estaban “sentados”, queriendo expresar, que el fuego del amor del cual quedará inflamada la comunidad, pondrá a los seguidores del Señor en acción, por ello, el relato tiene dos escenarios, al interior y al exterior del recinto en donde se da el gesto de la manifestación paráclita, en una escena rodeada de fuego y diversidad. La perícopa usa una forma de comparar algunos signos presentes en el relato, por ello subraya que el Espíritu Santo descendió -como- ráfagas de viento.
Es así como la presencia en Jerusalén de “hombres piadosos”, que residían allí, provenientes de distintas partes del mundo, le dan al Pentecostés, un matiz universal y multicultural. Por ello, no en vano, Lucas alistará en el texto la presencia de partos, medos, elamitas, cretenses y árabes, al igual que nombrará residentes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, Ponto, Asia, Frigia, Panfilia, Egipto, Libia, Cirene y Roma; todos ellos, le darán una fuerte connotación de la diversidad y, al tiempo, universalidad de la salvación que ha venido a traer Cristo. La catolicidad en la fiesta del Pentecostés, está reflejada en la muy rica y prolifera participación cultural que, el narrador, de los Hechos, plasma en la descripción que hace de aquellos que fueron testigos directos de la acción abrazadora del fuego del Espíritu Santo.
Continuando con la mirada en los textos de esta liturgia, el salmo 104 está cargado de figuras y representaciones de Dios como luz o esplendor. Por ello, la presencia glorificada de Dios en el texto, es una evocación de la fuerza que emana un Dios que da vida y genera confianza con su eterno poder. Por esta razón, la aclamación del salmista, es una invitación a alabar la bondad y fuerza de ese Dios que se hace presente e ilumina la vida e historia de su pueblo.
En la segunda lectura, la figura con la que el apóstol Pablo representa a la Iglesia en la primera carta a los Corintios, es la del cuerpo, de allí que concentre su reflexión sobre la manera en cómo se manifiesta la Iglesia unida en la diversidad de órganos que tiene el cuerpo. Pero, la evocación y similitud que quiere establecer, el apóstol, se centrará en la diversidad, conexión directa con el relato del Pentecostés. La representación de la unidad está escenificada en el bautismo, pues por medio de él, el Espíritu Santo, purifica y santifica a los miembros del cuerpo místico de Cristo, es decir, de la Iglesia.
Por esto en el marco de la solemnidad del Pentecostés, el texto del evangelio de Juan, comienza con una precisión de carácter cronológico: “la tarde del primer día de la semana”, si se tiene en cuenta el momento en que surgen los relatos joánicos, se puede constatar, que ya hay una vasta experiencia por parte de las comunidades cristianas, que tenían la asamblea de los domingos como una evocación de la resurrección de Jesús. Pero, en el texto no todo es festivo, el miedo ha invadido el corazón de los apóstoles, que se encuentran encerrados por miedo a los judíos, por tal razón, la presencia del resucitado, como portador de paz, es un preludio del fuego que abrazará la vida e invadirá los corazones de los creyentes.
Así, la presencia de Jesús en la comunidad como el portador de paz, “paz a ustedes”, se convierte en una manera clara de descubrir que la paz que porta Jesús no es la misma que los apóstoles reclamaban de su maestro (Lc 12, 51). Por tanto, la paz que porta el Señor, es la presencia viva y ardiente del Espíritu de amor del Padre. El Resucitado soplará sobre su comunidad como signo de vida y al tiempo envío misionero.
Por esta razón, la figura de Jesús soplando en el texto, nos remonta al Génesis en donde Dios mismo, insufla sobre el hombre y de allí recibirá vida el ser humano. De esta manera, el soplo es la vivencia creadora de Dios, el mismo que encargará a su comunidad la concomitante tarea de perdonar y retener los pecados, como signo de liberación y sanación al tiempo, de esta forma, el texto del evangelio les recordará a los creyentes, su vocación de bautizados y portadores, por ende, de la fuerza y los dones del Espíritu Santo.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
Pentecostés es el cumplimiento de la promesa de amor del creador, que insufla vida sobre todo aquello que alienta vida; de la misma manera que el Hijo, en la figura de Cristo, porta la paz y sopla su Espíritu, renovando todo aquello que vibra con la fuerza del Creador. Por tanto, la Iglesia que se reúne en el primer día de la semana, está invitada a reavivar su fe bautismal por medio de:
• Una contemplación de la figura del Espíritu Santo, que, para el cristiano, es el amor del Padre que se derrama por la humanidad, en el irresistible amor de Dios por su creatura más amada.
• En Pentecostés, se celebra, la fuerza del Espíritu Santo presente en los ojos y oídos del creyente.
• Si en el texto Veterotestamentario, en Pentecostés, Dios renovaba su alianza con el pueblo, en el Nuevo testamento, Dios renueva su pacto de amor con la Iglesia y la santifica con el fuego ardiente de su Santo Espíritu.
Es así como en la celebración del Pentecostés se actualiza, el deseo de una Iglesia que vive por el bautismo de la fuerza del Espíritu Santo y que se hace don que santifica, protege e impulsa a anunciar con la Palabra y el testimonio la Buena Noticia del evangelio, el cual renueva y, al mismo tiempo, libera del pecado entendido este -como llevar la vida por mal camino-.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
En la celebración de la fiesta del envío de la Iglesia a evangelizar, con la fuerza del Espíritu Santo, se hace propicio renovar las promesas del bautismo como signo de unión con el deseo de Cristo de enviar a su Iglesia a contagiar con la fuerza de su Espíritu, a todos aquellos que quieran vivir del amor misericordioso del Padre; pues en esta celebración, la Iglesia de nuevo se siente animada e impulsada a proclamar el amor de Dios presente en el Hijo y derramado con su Espíritu de amor.
Por ello, como lo menciona el papa Francisco en diversas ocasiones: “en medio del frenesí de la sociedad actual, es el Espíritu Santo quien pone orden en medio de los afanes de la vida”, por ello no se puede dejar pasar la ocasión para que la comunidad de fe, pida la gracia del amor que proviene del Padre para poder discernir en medio de las turbulencias de la vida, qué es lo que proviene de Dios y qué es aquello que aleja al creyente del reconocimiento del amor de Dios presente en la vida.
Es así como Pentecostés es la oportunidad de renovar el llamado a la santidad, pues, el Espíritu Santo derrama santidad por todas partes, tal y como lo menciona el papa Francisco diciendo en Gaudate et exsultate: “Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo”. Por ello, celebrar esta fiesta al cierre de la pascua, se convierte en una manera de recordar la vocación a la santidad, a la cual la Iglesia ha sido y seguirá siendo llamada.
Recomendaciones prácticas:
1. Puede ambientarse el lugar con un candelabro de siete velas representando los siete dones del Espíritu Santo.
2. Puede ponerse esta frase en la cartelera comunitaria: “Envía tu Espíritu Señor, y renueva la faz de la tierra”.
3. Tener presente que esta Solemnidad tiene formulario propio para la Misa de la Vigilia y la Misa del día, pp. 279-287 del Misal. Es conveniente seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, con el “Reunidos en comunión” propio.
4. Misa Vespertina de la Vigilia: Esta Misa de la vigilia puede celebrarse de forma más extensa o más abreviada