Mar 24 Dic 2019
La Iglesia celebra con gozo el nacimiento del Señor
Primera Lectura: Is 9,1-6
Salmo: 96(95),1-2a.2b-3.11-12.13 (R. cf. Lc 2,11)
Segunda Lectura: Tito 2,11-14
Evangelio: Lucas 2,1-14
Introducción
La liturgia de la Palabra de la misa de media noche, de la natividad del Señor, nos permite conmemorar:
• El nacimiento del Señor Jesús, que viene a iluminar a todo hombre.
• El nacimiento del Señor, que nos ayudará a fortalecernos como pueblo purificado, dedicado a las buenas obras.
• Rememorar el mensaje de los ángeles a los pastores y, a la vez, a nosotros a proclamar la Gloria de Dios en el cielo y la paz a los hombres, que el Señor ama.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
El profeta Isaías que hemos escuchado frecuentemente durante el adviento, nos anuncia también la buena noticia de la navidad, anuncia con gran alegría “El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz”. Esta manera de describir lo que significa la presencia de Dios entre los hombres es muy expresiva, en ella se quiere significar lo que va a pasar al pueblo elegido cuando se termine su destierro, esa liberación ocasionará gran alegría, “acreciste la alegría, aumentaste el gozo: se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se alegran al repartirse el botín”. El profeta también anuncia que se acaba la tiranía de los opresores y el motivo es el nacimiento de un niño recién nacido, un rey, príncipe de la paz.
El salmo a través de un canto de victoria, prolonga la alegría, la esperanza que hoy, más que en otros días, resplandece por el nacimiento del que viene a gobernar con justicia y verdad.
El apóstol Pablo al dirigirse a Tito, quiere hacerle notar cómo en Cristo, se nos ha dado la gracia de Dios a todo el género humano y, a la vez, le da una serie de consignas sobre cómo deben vivir los cristianos: “con sobriedad, justicia y piedad”.
San Lucas proclama que hoy ha nacido el salvador del mundo. El Evangelio de Lucas cuenta el gran acontecimiento de Dios hecho hombre, su narración es descrita en un ambiente de sencillez y humildad: “le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada”. En medio de tanta sencillez, Dios cumple su promesa, nos revela a su Hijo, nacido de mujer, del linaje de David. En la última parte de su Evangelio, Lucas refiere la aparición de ángeles que anuncian a los pastores que cuidan los rebaños esa noche, “hoy en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor”. Los pastores, sencillos y humildes, son los primeros en recibir la Buena Noticia del nacimiento del príncipe de la paz.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
La Iglesia celebra con gozo el nacimiento del Señor, es la noche más reconfortante de todo el año litúrgico, para la humanidad entera, hoy celebramos con gozo el cumplimiento de las promesas hechas desde antiguo al pueblo de la alianza y toda la humanidad.
Impacta en nuestra memoria y en el corazón la solemne liturgia que se celebra esta noche, que se llena de luz y en la que volvemos a sorprendernos, como los pastores de aquel campo, cerca de Belén, cuando escucharon a los ángeles decir: “No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor”.
La Iglesia debe rescatar el sentido más auténtico de la navidad, referenciada por colores, luces, regalos, comidas, reuniones familiares, etc., que le dan una nota de fiesta y de alegría, pero que a veces se desvirtúa cuando no se tiene la claridad de lo que celebramos.
La Palabra nos ayuda a recordar que José y María van a Belén a empadronarse. Durante el viaje María da a luz, el nacimiento se desarrolla en un humilde escenario, el niño nace en un pesebre, en condiciones de pobreza y humildad, esta escena produce siempre en nosotros una inmensa gratitud por el amor que Dios nos ha tenido al darnos a su Hijo en nuestra carne.
El gozo de esta noche tiene un mensaje único y profundo que la liturgia de la Palabra ha querido resaltar como un gran acontecimiento de luz, “el pueblo que andaba en tinieblas ha visto una gran luz”. Esta promesa se cumple en el acontecimiento que hoy actualizamos, con las imágenes llenas de ternura “… lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre”.
En esta navidad, en la que celebramos a Dios hecho hombre, reconocemos el designio amoroso de Dios, en donde entendemos que nuestra salvación no está ni en las riquezas de este mundo, ni en la actitud soberbia, violenta o desigual, sino en la humildad y sencillez de los que aman al Señor.
El Señor Jesús nace en una familia trabajadora y humilde, nace como un niño indefenso que, sabemos, viene a amarnos, a mostrarnos el camino que da vida eterna, él viene a alumbrar los rincones más oscuros de nuestra existencia, él es la luz sin ocaso que reconocemos como nuestro Dios y Señor.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromi- so la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Al revivir este misterio del nacimiento de nuestra salvación, acudimos a las bellas imágenes que nos regala el evangelio y que representamos en el templo y en nuestras casas, en el “Belén Navideño” que nos ayudan a contemplar este inmenso acontecimiento que cambió la historia del mundo. Esta contemplación nos debe llevar también a cambiar nuestra historia, que, al contemplar la gloria de Dios en su Hijo recién nacido, seamos capaces de comprender cuánto nos ama Dios y, a la vez, poder dirigir nuestra mirada, como lo hicieron los pastores, a la imagen humilde y pobre de aquel que es luz del mundo.
En el plan divino de salvación Dios, en su infinito amor, ha querido darnos la luz de su Hijo, que viene a romper la oscuridad del mal, del pecado, nos envuelve con su claridad llena de bondad, de amor y ternura. El Señor Jesús es llamado “Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz”, él trae para cada hombre, para cada familia la felicidad verdadera, hoy todos debemos compartir esta alegría, por eso nos reunimos en familia, traemos a la memoria los buenos recuerdos y hacemos de la navidad la oportunidad para creer más en Dios y salir de la oscuridad a la que tendemos por el pecado.
Que esta noche en la que nos deseamos la paz, pensemos en todos los colombianos, en la necesidad urgente de la reconciliación y pidámosle al príncipe de la paz, inunde los corazones de todos los colombianos, de los sentimientos más sinceros de paz y alegría.
En esta noche, llena de la luz de Jesús recién nacido, hacemos el compromiso de vivir en paz, de hacer de nuestra vida y de la vida de nuestras familias, un verdadero ejemplo de santidad, de solidaridad, de servicio y ayuda a los demás, de sencillez y humildad, de buen trato y aprecio por la vida propia y la de los demás, esta es la mejor manera de reflejar lo que celebramos en la natividad de nuestro Señor.
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:
1. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la vigilia de Navidad, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas y antes del himno: Señor, Dios eterno… se añadirán los cánticos y el evangelio; igualmente, puede hacerse una homilía sobre el evangelio. Finalmente se canta el himno: Señor, Dios eterno. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario. Ver Liturgia de las Horas I, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 1349 ss.
2. Un elemento para solemnizar la fiesta de la Navidad es la proclamación, en todas las misas (de la noche y del día), del Pregón de Navidad que proviene de la antigua liturgia romana. Ver subsidio de las Moniciones, Nacimiento del Señor, Misa de media noche.
3. Recordar que esta solemnidad es de precepto; se debe entonar el “Gloria” de la Misa de manera más solemne; en el Credo se debe hacer genuflexión cuando se dicen las palabras «se encarnó…»; en la Plegaria Eucarística I, o Canon Romano, el «Reunidos en comunión…» es propio de Navidad.
4. Se puede organizar la procesión para que algunos niños y niñas lleven la imagen del Niño Jesús al pesebre o la coloquen en una mesa auxiliar dispuesta para ello, de modo que, después de la celebración de la Eucaristía, tenga lugar el beso de la imagen por parte de los fieles (Cfr. Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia 110).
5. Se puede organizar la presentación procesional de los dones, resaltando la ofrenda para los pobres.