Mié 1 Jun 2016
Seamos solidarios con el hermano
La palabra de Dios permite reflexionar en la acción misericordiosa del Padre hacia los hombres: la compasión y la cercanía, de modo especial, hacia los pequeños y los que sufren. Escuchemos.
Lecturas
[icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: 1Reyes 17,17-24 [/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 30(29),3-4.5-6.12ac-13 (R. cf. 2a.4a)[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Gálatas 1,11-19[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 7,11-17[/icon]
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon]
La Palabra de Dios presenta una vez más la acción misericordiosa del Padre hacia los hombres: la actitud de compasión y cercanía, de modo especial, hacia los pequeños y los que sufren. El libro de los Reyes recuerda toda la polémica de la religión cananea del dios de Baal presente en la comunidad del pueblo de Israel. La resurrección del hijo de la viuda y los otros signos realizados por el profeta Elías (como la multiplicación de la harina y del aceite) van a fortalecer la fe de los israelitas: Dios es la fuente de la vida y la fecundidad, no lo era Baal, considerado como el señor de la tierra, el dios de la fecundidad. El Salmo 29 canta la alegría del pueblo después del regreso del Exilio de Babilonia. Se estaba como en un pozo sin fondo, en el abismo. Pero, de nuevo, Dios salva a su pueblo: “¡A Ti grité y Tú me sanaste. Sacaste mi vida del abismo!” Es la restauración del pueblo: condenado a la muerte, ahora vuelve a la vida.
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