Jue 30 Mar 2017
El Señor nos ha llamado de la muerte a la vida
Ya está a las puertas la gran fiesta de Pascua. Muchas comunidades preparan el bautismo de sus niños. En efecto, Pascua es la fiesta de quienes van a entrar en el misterio de la muerte y resurrección del Señor por primera vez, y de todos los que nos hemos iniciado en este camino. El Señor nos ha dado el agua viva del bautismo; nos ha abierto los ojos de la fe; nos ha llamado de la muerte a la vida. Cristo ha ofrecido su vida y ha muerto por nosotros.
Lecturas
[icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Ez 37,12-14[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Salmo 130(129) ,1-2.3-4.5-6ab.6c-8[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Rm 8,8-11[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Jn 11,1-45 (forma larga) o Jn 11,3-7.17.20-27.34-45 (forma breve)[/icon]
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon]
Ya la primera lectura ha insistido en la voluntad de Dios de dar la vida. San Jerónimo subraya que la utilización de esta profecía de Ezequiel muestra la fe de la Iglesia en la resurrección futura: “No se utilizaría la imagen de la resurrección para representar la renovación de pueblo de Israel si no se creyese en la resurrección futura, ya que nadie concebiría la idea de confirmar una cosa incierta con otra inexistente”.
Pero cuando oímos proclamar: “Os infundiré mi espíritu y viviréis”, inmediatamente lo relacionamos con la carta a los Romanos, elegida como segunda lectura. Porque en ambos casos se trata de un don y de la actividad del Espíritu que vivifica. Nosotros tenemos a Cristo en nosotros; en tal caso, por más que nuestro cuerpo esté destinado a la muerte a causa del pecado, el Espíritu es nuestra vida, toda vez que hemos sido convertidos en justos. En este caso, el mismo que ha resucitado a Jesús de entre los muertos vivificará también nuestros cuerpos mortales por el mismo Espíritu que habita en nosotros.
Bautizados, tenemos el Espíritu de Jesús en nosotros y estamos destinados a la resurrección y a la vida. Todo está ahí, y si queremos entender, la actitud de Jesús ante la muerte, en el evangelio debemos interpretarla a la luz de este luminoso comentario de San Pablo. En adelante el cristiano no entiende ya la muerte como los demás; para él es comienzo de una vida, mejor aún, es el desarrollo de una vida que está ya en él, que ha sido hecho justo y tiene en sí a Cristo mediante su bautismo.
La elección de este evangelio ha sido influida para poner de relieve una tipología bautismal: la resurrección de Lázaro, tipo de la resurrección de Jesús y de la nuestra, de nuestra resurrección a la vida divina en el bautismo, en medio de la espera de una resurrección definitiva. Nos encontramos en presencia de un signo que es muy representativo de la forma de pensar de Juan. Es respuesta a la fe y realizado para gloria de Dios. Es respuesta a la fe, pero también provocación a la fe. Todo el evangelio de Juan se ha escrito para provocar la fe.
La fe de Marta aparece en su lamento: “Si hubieras estado aquí…” Marta cree en el poder de Jesús; en presencia suya, todo se puede esperar. Jesús lo puede todo. Jesús empieza entonces su catequesis. Marta pasará de la fe en la resurrección en el último día, tal como creían los judíos, a la fe en Jesús, resurrección y vida para los que creen en él. (Jn 11,25-26). La resurrección de Jesús, anunciada por la de Lázaro, es signo de nuestra propia resurrección. Marta pasa de la fe en un Cristo capaz de milagros, a la fe en la palabra de aquel que ha sido enviado por el Padre. Es el acto de fe de todo bautizado: creer en la Palabra, en Cristo muerto y resucitado.
La fe de María se sitúa en el mismo nivel. Ella no corre al sepulcro de su hermano, sino que se dirige a Jesús y se postra a sus pies. El evangelista intenta mostrarnos a un Cristo conmovido por una profunda emoción ante el dolor, como por la manifestación de fe de las hermanas.
Jesús se conmueve y llora ante la muerte de Lázaro. Si resucita a Lázaro es para manifestar la gloria de Dios. Se trata de provocar la fe. Lo importante es la manera en que Jesús presenta la muerte y lo que la sigue, la resurrección como gloria de Dios. La muerte en adelante es para todo cristiano, paso a una nueva vida, paso de una vida corporal, animal, a una vida espiritual, paso que se hace en Jesús, mediante su Espíritu, como lo manifiesta la segunda lectura.
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon]
El hombre de hoy necesita un fuerte sacudón que le permita lograr la capacidad de admiración, que le conceda una fuerza de renovación, que lo mueva desde adentro. Porque el asombro mantiene despierto al hombre; la emoción descubre al hombre una dimensión nueva y el optimismo fortalece al hombre para enfrentar la vida.
Los problemas nos vuelven miopes; las tensiones nos quitan claridad, los temores nos aumentan la desazón. Por eso necesitamos de un rayo de luz y un torrente de gracia divina que nos permita superar nuestra ceguera, para poder ver más claramente el sentido de la vida.
Estamos necesitados de una gran capacidad de aceptación, lo que implica una gran dosis de humildad; una verdadera actitud de pobreza, lo cual supone apertura. El mundo actual hace perder el sentido de la trascendencia. La sociedad actual hace vivir al hombre saturado de placeres. El momento presente hace que el hombre crezca en el orgullo y la exaltación. Nos olvidamos de que el hombre está hundido en el misterio, que estamos limitados en nuestras posibilidades, pero al mismo tiempo está en desarrollo de sus potencias.
El mensaje de hoy nos presenta un contenido que ilumina al hombre, que comparte el Espíritu, que presenta a Cristo, Fuente de Vida.
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon]
Cristo: Resurrección y Vida: Ejerce dominio sobre la muerte, revela su personalidad, adquiere prestigio ante los hombres. Cristo promotor del cambio: La Palabra de Dios nos invita a descubrir la fuerza del cambio; nos comunica el sentido de Dios para aceptarlo y aplicarlo a la vida; nos compromete al cambio interior.
¡La Resurrección puede ser hoy! ¡La Vida Nueva se nos ofrece hoy! ¡El Espíritu de la Pascua se nos anticipa hoy!
Estamos llamados a saber admirar, dejarnos asombrar por Cristo, dejarnos penetrar por Cristo y dejarnos llevar por Cristo. Aceptar que somos limitados, pero no nos conformamos; imperfectos, pero no transigimos; pecadores, pero no confundimos.
En cada Eucaristía celebramos la muerte y resurrección de Jesucristo y al participar del alimento de su Palabra y de su Cuerpo y de su Sangre, aceptamos que El viva en cada uno de nosotros y continúe manifestando su amor y su presencia a través de nuestro amor a Dios y al prójimo. De este modo somos fortalecidos y animados como discípulos misioneros para que durante la semana podamos seguir creando condiciones de convivencia, de respeto y de amor que nos permitan ser para todos signo del amor que el Padre nos tiene y de la vida nueva que Jesucristo nos ha otorgado con el poder del Espíritu Santo.
[icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon]
Se podría colocar en cartelera las frases: “El Espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes”, “Dice Jesús: Yo soy la resurrección y la vida”
Tener presente que el Prefacio de hoy es propio: «La resurrección de Lázaro», p. 115 del Misal.
En este domingo se celebra el tercer escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de iniciación cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las páginas 804-805 del Misal Romano.
Recordar que el próximo domingo 9 de abril, es Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Si bien es necesario seguir fortaleciendo la conciencia ecológica, especialmente con el cuidado de la palma de cera y su no uso en este día, no podemos caer en desvirtuar los signos litúrgicos, por eso conviene utilizar siempre plantas o ramas (fácilmente renovables) pero no pañuelos, globos, banderas, etc.