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reflexión

Jue 6 Abr 2017

La Voz del Pastor 9 de abril

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Jue 6 Abr 2017

Sigamos paso a paso para descubrir a Cristo por dentro

Con la entrada de Jesús en Jerusalén, la liturgia de hoy quiere hacer énfasis en Jesús como el Mesías. Así lo reconocen quienes lo aclaman a su ingreso en la ciudad santa. Pero el mesianismo de Jesús guarda una profunda semejanza con la misión del Siervo de Yahvé, es un mesianismo que pasa por la entrega y la muerte. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Is 50,4-7[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo: 22(21),8-9.17-18a.19-20. 23-24 (R. 2a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Flp 2,6-11[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Mt 26,14-27,66 (forma larga) o Mt 27,11-54 (forma breve) [/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Existe de la doctrina sobre el Siervo una espiritualidad del martirio que hace posible que un justo realice un sacrificio representativo por el pecado y obtenga así la salvación con su propio mérito. Esta doctrina se complementa con la esperanza de la reivindicación del justo por parte de Dios. Así la figura del Siervo del Deutero-Isaías se presta de manera especial para expresar los grandes acontecimientos de la salvación de Cristo: su muerte y su resurrección. Le lectura de la pasión de Jesús, desde la perspectiva del Siervo doliente, hace más evidentes los planes de Dios en relación con la muerte de su Hijo, y hace más clara su significación teológica. Por otra parte nos encontramos frente al himno cristológico sobre la “kenosis”. Jesús se ha entregado, se ha vaciado de sí mismo, se ha aniquilado hasta la muerte; pero Dios lo ha exaltado. El himno nos ofrece la contraposición entre la condición divina y la condición “servil”, hasta llegar a la muerte de Cruz. Además al descenso debido a la humillación, le sucede una ascensión triunfal, una exaltación, que convierte a Jesús en “Señor”. En la humanidad de Jesús aparece la realidad de Dios. Su muerte es la revelación del misterio mismo del amor. “Amar es entregarse”, “Dios es amor”. El Mesianismo de Jesús es cuestión entrega y de muerte. Las lecturas tienen una gran unidad: presentan el misterio del abatimiento, del dolor, del sufrimiento del justo, del inocente. Lo que más impacta es pensar que la imagen de Dios es Jesucristo, y este crucificado. Jesús nos enseña cómo es Dios y cómo nosotros podemos parecernos a Dios, ser imágenes de Dios invisible: con el amor incondicional, con el desprendimiento total, con el despojo de sí mismo, por la obediencia hasta la cruz. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] El Domingo de Ramos invita a entrar, sin temores ni tensiones, a seguir, paso a paso, al Señor, a descubrir a Cristo por dentro. Los hombres nos hemos distanciado mucho de Cristo y hemos perdido el rumbo. Se nos llama a ser audaces para devolver a Cristo a los hombres. Hemos perdido la luz, pero los cristianos tenemos que ser luz del mundo. Los hombres hemos perdido la fuerza, y los cristianos tenemos que ser sal de la tierra. Se nos llama a la audacia para confiar hasta lo último, para amar hasta hacer poner en el riesgo de morir y para esperar hasta el fin. Esta audacia nos capacita para callar y no gritar, como Cristo; capaces de soportar y no pelear, a semejanza de Cristo; capaces de sufrir sin protestar, como El. El perfil de Cristo es siempre atrayente, cautivante, resplandeciente. Es hombre con personalidad porque sabe qué es lo suyo, sabe hacer lo suyo y terminar lo suyo. Cristo se presenta como hombre con convicción. Convencido de su misión y por esto se entrega; está convencido del apoyo divino, y por esto confía. Sabe que para esto ha venido al mundo, y por eso salva. Se nos llama a ser audaces para enseñar, dando paz con la palabra, alegría con el afecto, apoyo con la acción. Ser audaces para asimilar en la oración los sentimientos de Cristo; en la Eucaristía, el amor de Cristo; en la acción, la fuerza de Cristo. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Lo que nosotros celebramos es la obra de Dios. Dios sale de su misterio: se hace hombre. Dios revela sus designios: propone su Palabra. Dios nos manifiesta su amor: busca al hombre para salvarlo. La Cruz es el anuncio de que Dios viene al hombre; la Cruz es el testimonio de que Dios está con el hombre; la Cruz es el signo de que Dios ama al hombre. Dios se hace salvación de los hombres. Cristo es la plenitud de la revelación, pues manifiesta la voluntad de Dios y nos invita a confiar. Cristo es la plenitud del amor, manifiesta la amistad con Dios e invita a confiar. Cristo es plenitud de vida, manifiesta la acción salvadora de Dios y nos invita a entregarnos. Nosotros celebramos el acontecimiento de la Cruz, que es fuente de luz que serena; fuente de paz que equilibra, fuente de amor que se irradia. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] La santa misa, que se celebra después de la procesión, aparece como la celebración de una comunidad que ha escuchado, de manera especial, el “bienvenido en el nombre del Señor”. Conviene hacer la debida invitación para una adecuada y activa participación. Desde el punto de vista histórico-salvífico y de la celebración actual de la salvación, el Domingo de Ramos es la apertura de la Semana Santa. Es como un recibimiento festivo. La celebración litúrgica dramatiza lo que aconteció en Jerusalén y debe enfocarse como una invitación del Señor a acogerlo con alegría, convicción y esperanza. Se sugiere en las orientaciones litúrgicas que la lectura de la Pasión se haga por partes, de manera que la gente pueda escuchar con atención. Se podría ir comentando matices de la pasión. Todo para facilitar la meditación de la pasión y obtener mejor provecho. La historia de la Pasión debe ser proclamada por excelentes lectores, los cuales pueden ser tres, teniendo en cuenta la recomendación litúrgica de reservar la parte propia de Cristo para que la lea el sacerdote. Invitar a los diferentes ministros que, durante este tiempo, ejerzan sus respectivos oficios de una manera digna, en forma tal que su actitud sea un claro testimonio de estar inmersos en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo que celebramos, de una manera solemne, cada año.

Jue 30 Mar 2017

Proteger la vida es deber de todo creyente

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Jue 30 Mar 2017

El Señor nos ha llamado de la muerte a la vida

Ya está a las puertas la gran fiesta de Pascua. Muchas comunidades preparan el bautismo de sus niños. En efecto, Pascua es la fiesta de quienes van a entrar en el misterio de la muerte y resurrección del Señor por primera vez, y de todos los que nos hemos iniciado en este camino. El Señor nos ha dado el agua viva del bautismo; nos ha abierto los ojos de la fe; nos ha llamado de la muerte a la vida. Cristo ha ofrecido su vida y ha muerto por nosotros. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Ez 37,12-14[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo 130(129) ,1-2.3-4.5-6ab.6c-8[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Rm 8,8-11[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Jn 11,1-45 (forma larga) o Jn 11,3-7.17.20-27.34-45 (forma breve)[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Ya la primera lectura ha insistido en la voluntad de Dios de dar la vida. San Jerónimo subraya que la utilización de esta profecía de Ezequiel muestra la fe de la Iglesia en la resurrección futura: “No se utilizaría la imagen de la resurrección para representar la renovación de pueblo de Israel si no se creyese en la resurrección futura, ya que nadie concebiría la idea de confirmar una cosa incierta con otra inexistente”. Pero cuando oímos proclamar: “Os infundiré mi espíritu y viviréis”, inmediatamente lo relacionamos con la carta a los Romanos, elegida como segunda lectura. Porque en ambos casos se trata de un don y de la actividad del Espíritu que vivifica. Nosotros tenemos a Cristo en nosotros; en tal caso, por más que nuestro cuerpo esté destinado a la muerte a causa del pecado, el Espíritu es nuestra vida, toda vez que hemos sido convertidos en justos. En este caso, el mismo que ha resucitado a Jesús de entre los muertos vivificará también nuestros cuerpos mortales por el mismo Espíritu que habita en nosotros. Bautizados, tenemos el Espíritu de Jesús en nosotros y estamos destinados a la resurrección y a la vida. Todo está ahí, y si queremos entender, la actitud de Jesús ante la muerte, en el evangelio debemos interpretarla a la luz de este luminoso comentario de San Pablo. En adelante el cristiano no entiende ya la muerte como los demás; para él es comienzo de una vida, mejor aún, es el desarrollo de una vida que está ya en él, que ha sido hecho justo y tiene en sí a Cristo mediante su bautismo. La elección de este evangelio ha sido influida para poner de relieve una tipología bautismal: la resurrección de Lázaro, tipo de la resurrección de Jesús y de la nuestra, de nuestra resurrección a la vida divina en el bautismo, en medio de la espera de una resurrección definitiva. Nos encontramos en presencia de un signo que es muy representativo de la forma de pensar de Juan. Es respuesta a la fe y realizado para gloria de Dios. Es respuesta a la fe, pero también provocación a la fe. Todo el evangelio de Juan se ha escrito para provocar la fe. La fe de Marta aparece en su lamento: “Si hubieras estado aquí…” Marta cree en el poder de Jesús; en presencia suya, todo se puede esperar. Jesús lo puede todo. Jesús empieza entonces su catequesis. Marta pasará de la fe en la resurrección en el último día, tal como creían los judíos, a la fe en Jesús, resurrección y vida para los que creen en él. (Jn 11,25-26). La resurrección de Jesús, anunciada por la de Lázaro, es signo de nuestra propia resurrección. Marta pasa de la fe en un Cristo capaz de milagros, a la fe en la palabra de aquel que ha sido enviado por el Padre. Es el acto de fe de todo bautizado: creer en la Palabra, en Cristo muerto y resucitado. La fe de María se sitúa en el mismo nivel. Ella no corre al sepulcro de su hermano, sino que se dirige a Jesús y se postra a sus pies. El evangelista intenta mostrarnos a un Cristo conmovido por una profunda emoción ante el dolor, como por la manifestación de fe de las hermanas. Jesús se conmueve y llora ante la muerte de Lázaro. Si resucita a Lázaro es para manifestar la gloria de Dios. Se trata de provocar la fe. Lo importante es la manera en que Jesús presenta la muerte y lo que la sigue, la resurrección como gloria de Dios. La muerte en adelante es para todo cristiano, paso a una nueva vida, paso de una vida corporal, animal, a una vida espiritual, paso que se hace en Jesús, mediante su Espíritu, como lo manifiesta la segunda lectura. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] El hombre de hoy necesita un fuerte sacudón que le permita lograr la capacidad de admiración, que le conceda una fuerza de renovación, que lo mueva desde adentro. Porque el asombro mantiene despierto al hombre; la emoción descubre al hombre una dimensión nueva y el optimismo fortalece al hombre para enfrentar la vida. Los problemas nos vuelven miopes; las tensiones nos quitan claridad, los temores nos aumentan la desazón. Por eso necesitamos de un rayo de luz y un torrente de gracia divina que nos permita superar nuestra ceguera, para poder ver más claramente el sentido de la vida. Estamos necesitados de una gran capacidad de aceptación, lo que implica una gran dosis de humildad; una verdadera actitud de pobreza, lo cual supone apertura. El mundo actual hace perder el sentido de la trascendencia. La sociedad actual hace vivir al hombre saturado de placeres. El momento presente hace que el hombre crezca en el orgullo y la exaltación. Nos olvidamos de que el hombre está hundido en el misterio, que estamos limitados en nuestras posibilidades, pero al mismo tiempo está en desarrollo de sus potencias. El mensaje de hoy nos presenta un contenido que ilumina al hombre, que comparte el Espíritu, que presenta a Cristo, Fuente de Vida. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Cristo: Resurrección y Vida: Ejerce dominio sobre la muerte, revela su personalidad, adquiere prestigio ante los hombres. Cristo promotor del cambio: La Palabra de Dios nos invita a descubrir la fuerza del cambio; nos comunica el sentido de Dios para aceptarlo y aplicarlo a la vida; nos compromete al cambio interior. ¡La Resurrección puede ser hoy! ¡La Vida Nueva se nos ofrece hoy! ¡El Espíritu de la Pascua se nos anticipa hoy! Estamos llamados a saber admirar, dejarnos asombrar por Cristo, dejarnos penetrar por Cristo y dejarnos llevar por Cristo. Aceptar que somos limitados, pero no nos conformamos; imperfectos, pero no transigimos; pecadores, pero no confundimos. En cada Eucaristía celebramos la muerte y resurrección de Jesucristo y al participar del alimento de su Palabra y de su Cuerpo y de su Sangre, aceptamos que El viva en cada uno de nosotros y continúe manifestando su amor y su presencia a través de nuestro amor a Dios y al prójimo. De este modo somos fortalecidos y animados como discípulos misioneros para que durante la semana podamos seguir creando condiciones de convivencia, de respeto y de amor que nos permitan ser para todos signo del amor que el Padre nos tiene y de la vida nueva que Jesucristo nos ha otorgado con el poder del Espíritu Santo. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Se podría colocar en cartelera las frases: “El Espíritu de Dios que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes”, “Dice Jesús: Yo soy la resurrección y la vida” Tener presente que el Prefacio de hoy es propio: «La resurrección de Lázaro», p. 115 del Misal. En este domingo se celebra el tercer escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de iniciación cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las páginas 804-805 del Misal Romano. Recordar que el próximo domingo 9 de abril, es Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Si bien es necesario seguir fortaleciendo la conciencia ecológica, especialmente con el cuidado de la palma de cera y su no uso en este día, no podemos caer en desvirtuar los signos litúrgicos, por eso conviene utilizar siempre plantas o ramas (fácilmente renovables) pero no pañuelos, globos, banderas, etc.

Jue 23 Mar 2017

La salvación se concreta en el bautismo

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Jue 2 Mar 2017

La Sagrada Escritura nos da las claves para vencer a las tentaciones

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Vie 17 Feb 2017

El Señor nos invita a perdonar y decir NO a la venganza

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Sáb 6 Ago 2016

Para orar, meditar y vivir

Por Monseñor Omar de Jesús Mejía Giraldo - “Ojos y oídos bien abiertos” Para comenzar nuestra meditación de hoy, partamos de cinco máximas que se enseñan en el movimiento scout, en la rama de los lobatos. Se trata de las máximas fundamentales para sobrevivir en la selva, son a su vez las palabras mágicas que debe aprender el niño al inicio de su proceso de formación en el movimiento mencionado. Son máximas tomadas del “libro de la selva”: • El Lobato piensa ante todo en los demás. • El Lobato tiene los ojos y los oídos bien abiertos. • El Lobato es limpio y bien aseado. • El Lobato dice siempre la verdad. • El Lobato es alegre. Continuando nuestro proceso de formación en la escuela de discipulado, escuchemos ahora las máximas o palabras mágicas que Jesús, el Señor dirige a sus discípulos: 1.No temas, pequeño rebaño: porque vuestro Padre ha tenido a bien darles el reino El discípulo no puede ser temeroso. El discípulo sabe en quién ha puesto su confianza. El discípulo sabe que su Padre celestial cuida de él y por eso se confía en Él. El discípulo se reconoce un hijo amado del Padre y por eso no tiene porque temer. Dice la Palabra, salmo 36: “Sea el Señor tu delicia. Él te dará lo que pide tu corazón. Encomienda tu camino al Señor, confía en Él y Él actuará. Descansa en el Señor y espera en Él, los que esperan en el Señor poseerán la tierra. El Señor asegura los pasos del hombre. Se complace en sus caminos, si tropieza, no caerá, porque el Señor lo tiene de la mano. Confía en el Señor, sigue su camino”. El seguidor de Jesús debe vivir sabiendo que el reino del Padre es ya una realidad en él. Su vida goza del cariño, la protección y la seguridad que el Padre otorga. Hermanos, creámosle a la Palabra. Preguntas: ¿Hermanos, vivimos confiando absolutamente en el Padre celestial o vivimos en la desconfianza y en el miedo? ¿Por qué tanto temor al futuro? No temas, pequeño rebaño. Dios nos ama y nos ha prometido la vida eterna, a quiénes creamos en Él. Tengamos en cuanta las siguientes palabras de San Agustín al interpretar el texto: “Si, a pesar de las fatigas diarias, perpetuas y gigantescas, ponen los hombres tanto cuidado en morir lo más tarde posible, ¡cuánto mayor no debe ser el esmero para no morir nunca! Sin embargo en esto nadie quiere pensar”. No temas, pequeño rebaño. Hermanos, pensemos en Dios, pensemos en nuestro futuro con Él y en Él. En nuestra vida cristiana el futuro es ya, porque quien vive en Dios, ya vive en la eternidad. Recordemos las palabras de la Beata Isabel de la Trinidad: “Qué importa estar en el cielo o en la tierra. Vivamos en el amor para glorificar al Amor”. El cristiano, cristiano, el que ha tomado en serio el don de la fe; quién de verdad, verdad, es ya discípulo del Señor vive inserto en el reino de Dios; reiteremos esto nuevamente con el testimonio de la Beata en mención: “Yo he hallado mi cielo en la tierra en mi querida soledad del Carmelo, donde vivo a solas con Dios solo. Todo lo hago con Él. Por eso realizo las cosas con alegría divina. Que barra, trabaje o haga oración, todo me resulta encantador y delicioso porque descubro a mi divino Maestro en todas partes”. 2.Vendan sus bienes, y den limosna Una vez más se aborda en el evangelio de Lucas el tema del dinero. Es una exhortación continua, en la cual el Señor pretende instruir muy bien a sus discípulos. Quien de verdad opta por ser cristiano seriamente, debe entender que su vida no depende de sus bienes. Los bienes materiales son necesarios, pero no son la vida. El dinero no puede ser el móvil de uno a quien el Padre le ha confiado su reino. 3.Dónde está tu tesoro, allí está tu corazón El corazón para la sagrada escritura es fundamental porque es allí, donde se anidan los sentimientos de bendición o de perdición. El corazón es el centro de las emociones, de las pasiones y de los sentimientos; el corazón es el centro de la “inteligencia emocional”. El corazón es un órgano físicamente esencial para conservar la vida. Igualmente ocurre en la vida espiritual, sin un corazón sano no hay vida espiritualmente sana y no podrá existir una relación sana y trasparente frente a Dios y frente a los hermanos. Sin un corazón sano jamás reconoceremos la presencia de Dios en nuestras vidas. La persona que no posee un corazón sano espiritualmente vive en conflicto con Dios y con los demás. Custodia tu corazón dice el Papa Francisco. Custodia tu corazón es lo que le dice el Señor a sus discípulos, porque “dónde está tu tesoro allí está tu corazón”. Hermanos: ¿Cuál es el tesoro de nuestra vida? ¿A qué o a quienes le hemos endosado nuestro corazón? ¿Cuál es la razón de ser de nuestra vida? ¿Tenemos una razón por la cual luchar? ¿Esa razón por la cual luchamos es realmente importante, es trascendental o pasajera? Para custodiar nuestro corazón es fundamental: Orar; estudiar la Palabra; el amor al hermano; respetar y amar la naturaleza; conocer nuestra fe (formación); anunciar el reino, esto nos enriquece y nos ayuda a ser custodios de nuestra fe. 4.Estén siempre en vela Dice el Señor a sus discípulos en el huerto de los olivos: “Estén en vela y en oración para que no caigan en la tentación, porque la carne es débil y el espíritu es fuerte”. El Señor continua formando a sus discípulos y Él sabe de la debilidad de cada uno de ellos, por eso, los invita a estar en actitud vigilante. Estén despiertos, atentos, cuídense de no caer en la tentación. Sin vigilancia no hay perseverancia y sin perseverancia es imposible la fidelidad. Para permanecer en la fe es necesario mantener los “ojos y los oídos bien abiertos”. San Pedro dice: “Estén sobrios y vigilantes, porque el diablo, como león rugiente anda buscando a quién devorar, resistan firmes en la fe(1 Pe 5,8). Por los sentidos externos entran a nuestro corazón los buenos o los malos deseos. 5. Ser administradores fieles y solícitos Frente al Señor cada uno deber dar a la medida de sus capacidades. Dice San Agustín: “¿Qué tienes que no lo hayas recibido del Señor?” La vida es un don, la fe es un don, los bienes que se poseen son dones que Dios nos ha dado. Pedro le pregunta al Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos? Él le responde con otra parábola que termina con la siguiente máxima: “Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá”. Es decir, cada uno debe dar en cuanto ha recibido. Hemos recibido el don de la fe y de la esperanza, tenemos que dar fe y esperanza, el cristiano no puede ser una persona derrotada. No podemos enterrar nuestros talentos, debemos ponerlos a producir. “Cada ser obra de acuerdo a lo que es su ser”. Somos discípulos del Señor, debemos entonces pensar, obrar y vivir como discípulos del Señor. El evangelio nos invita a ser proactivos a ser misioneros y difusivos. La Palabra de Dios nos convoca a gastar nuestra existencia con responsabilidad y buscando siempre producir frutos de eternidad, de paz y de fraternidad. Tarea: Continuar con la lectura del libro de los proverbios.