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Lectio Dominical

Vie 10 Mayo 2019

¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?

Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 13,14.43-52 Salmo: 100(99),1-2.3.5 (R. 3c) Segunda lectura: Apocalipsis 7,9.14b-17 Evangelio: Juan 10,27-30 Introducción • Los Hechos de los Apóstoles nos recuerdan que, una vez han sido evangelizados los judíos, la Palabra de Dios se dirige también a los paganos. • El libro del Apocalipsis nos presenta algunas acciones del pastor: apacentar, guiar y enjugar las lágrimas de los ojos. • El Evangelio de San Juan nos habla de la relación íntima entre el rebaño y el Pastor que genera escucha, seguimiento y vida eterna. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El evangelista San Juan después de presentar una catequesis sobre el Buen Pastor nos habla de la relación del pastor con su rebaño. En los versículos que nos presenta el evangelio de este domingo, Jesús habla en primera persona, “mis ovejas” y con esto nos indica la pertenencia que tiene con su rebaño, pues el Padre es quien le ha dado este rebaño y Él da la vida por sus ovejas. Hay algunos verbos que nos hablan de esa unión entre el pastor y el rebaño: Escuchar, seguir y dar vida. Escuchar la voz del pastor: La escucha genera seguridad y conocimiento. Las ovejas no siguen la voz de un extraño porque la desconocen, mientras que la voz del pastor la identifican fácilmente por la familiaridad que han adquirido con él. La voz del pastor es la Palabra de Dios, una palabra que da vida a todo aquel que la escucha. Algo curioso sucede en los rebaños que durante la noche se les dificulta la visión pero se les facilita la audición. Las ovejas pueden identificar los sonidos que emite el pastor y eso les da seguridad en medio de la oscuridad de la noche. El mismo salmo 23,4 así lo expresa: “Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tu vas conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan”. Sí la escucha genera identidad y seguridad, ambas posibilitan el seguimiento del pastor. Seguir al pastor: Sí hay conocimiento entre el rebaño y el pastor, se suscita el seguimiento, pues las ovejas no siguen la voz de los extraños porque no la conocen. La voz del pastor la identifican como la de aquel que cuida y ofrece confianza y estabilidad. El pastor es el que da la vida por las ovejas, por lo tanto lo siguen como aquel que protege y defiende de los peligros. El seguimiento del pastor es lo que da identidad al verdadero discípulo de Jesús. Seguir a Jesús significa entrar en una relación de armonía con él. Es un seguimiento que implica el compromiso de parte del discípulo y este se de mediante la permanencia y la fidelidad a la voz de su Palabra. Dar la vida eterna: La seguridad que el pastor ofrece al rebaño es presentada por el evangelista Juan como la capacidad para vencer la muerte: “Yo les doy vida eterna y no perecerá́ jamás, y nadie las arrebatará de mi mano”. Vida eterna en este evangelio no se refiere a la longevidad, sino a la vida que se vive en la presencia de Dios. Esto solo es posible en la medida en que el rebaño permanece unido a su pastor. Esa vida eterna es la que el pastor ofrece al rebaño, pues con su entrega y muerte en la cruz nos devolvió la vida que habíamos perdido por causa del pecado, de modo que Jesús es el Buen Pastor que ha resucitado para darnos vida en abundancia. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Jesús es el Buen Pastor que tiene conocimiento de cada una de sus ovejas, no es cualquier pastor, por eso recibe el calificativo de “bueno”. Con esto ya se identifica su tarea a diferencia de los asalariados que sólo buscan su propio bienestar y comodidad. Jesús es Buen Pastor porque cuida de su rebaño y conoce a cada una de las ovejas, ninguna pasa bajo el anonimato, pues del mismo modo que el pastor las conoce y las llama, así debe ser rebaño que escucha la Palabra del pastor que le habla y lo conduce hacia la verdad. Jesús es un pastor que ama a su rebaño y por eso se entrega para darle la vida que necesita. El conocimiento que Jesús tiene del rebaño permite que se genere la cercanía entre ambos. También se espera que el rebaño conozca al buen pastor y escuche su voz que lo guía y le muestra el camino correcto. La escucha posibilita la obediencia y el seguimiento; es aquí donde se genera una relación de intimidad y cercanía entre el rebaño y el pastor. Es la Palabra de Dios la que pide docilidad de parte del rebaño, ya que no es una palabra cualquiera sino la Palabra que da vida y que salva. La escucha del pastor pide que el rebaño tenga la atención puesta en quien lo guía, de modo que pueda rechazar otras voces que no vienen del pastor sino de los asalariados. Los verdaderos discípulos son los que escuchan la voz de su maestro, del mismo modo el verdadero rebaño es el que escucha la voz de su pastor y lo sigue. El seguimiento del pastor posibilita la seguridad y la confianza del rebaño pues el pastor que va delante conoce el trayecto y aparta los peligros para que el débil rebaño avance seguro sin perderse del camino. El rebaño con el pastor está siempre seguro, ya que el pastor provee todo lo necesario para que sus ovejas tengan vida y permanezcan en ella. Esa vida que ofrece el pastor no es algo pasajero, pues con la gracia sacramental, el pastor da su misma vida al rebaño, una vida que ya le otorgó en la cruz donde se entregó plenamente para rescatar al rebaño. La oración colecta de este día nos recuerda la necesidad de que el débil rebaño se deje conducir en medio de la asamblea hacia donde encuentra la fortaleza de su pastor. La unidad de Jesús con el Padre pide la unidad del pastor con el rebaño, pues un rebaño dividido se destruiría, mientras que unido a su pastor puede tener la seguridad de permanecer en la vida que el pastor le otorga. “La señal de pertenencia al rebaño de Cristo es la escucha atenta de la Palabra y el ser pronto para obedecer lo mismo que él, no ir tras las voces extrañas. Para nosotros el escuchar es lo mismo que creer lo que se nos dice. Por lo tanto, somos conocidos de Dios quienes le escuchamos; y ser conocido es lo mismo que estar unido a Él; ciertamente del todo conocido por Dios sino es mediante la constante cercanía y fidelidad a su Palabra. Así, cuando Cristo afirma: “Conozco a mis ovejas, es como si dijera: “Las abrazaré y las uniré conmigo mística y perfectamente” (San Cirilo de Alejandría, comentarios al evangelio de Juan 7,1). 3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? El amor del Padre ha sido tan grande con la humanidad que ha querido entregar a su Hijo para dar su vida en rescate por todos. Jesús como Buen Pastor cuida de su pueblo y lo conduce hacia la casa del Padre. Nosotros que somos el rebaño escogido por el Señor, debemos tener una relación de cercanía y amistad con Jesús, esa intimidad será lo que nos garantice la posibilidad de escuchar, conocer y seguir al maestro. El Papa Francisco nos invita a una relación de familiaridad con el Señor: “Jesús no habla de un conocimiento intelectual, sino de una relación personal, de predilección, de ternura mutua, un reflejo de la misma relación íntima de amor entre Él y el Padre. Esta es la actitud a través de la cual se realiza una relación viva y personal con Jesús: dejándonos conocer por Él. No cerrándonos en nosotros mismos, abrirse al Señor, para que Él me conozca. Él está atento a cada uno de nosotros, conoce nuestro corazón profundamente: conoce nuestras fortalezas y nuestras debilidades, los proyectos que hemos logrado y las esperanzas que fueron decepcionadas. Pero nos acepta tal como somos, nos conduce con amor, porque de su mano podemos atravesar incluso caminos inescrutables sin perder el rumbo. Nos acompaña Él. A nuestra vez, nosotros estamos llamados a conocer a Jesús. Esto implica buscar un encuentro con Él, que despierte el deseo de seguirlo abandonando las actitudes autorreferenciales para emprender nuevos senderos, indicados por Cristo mismo y abiertos a vastos horizontes. Cuando en nuestras comunidades se enfría el deseo de vivir la relación con Jesús, de escuchar su voz y seguirlo fielmente, es inevitable que prevalezcan otras formas de pensar y vivir que no son coherentes con el Evangelio” (Regina Coeli, Roma, 22 abril de 2018). 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Durante este año el Papa Francisco nos invita a celebrar el mes misionero extraordinario el mes de octubre, a la luz de esta Palabra de Dios debemos ponernos en actitud de misión para atraer a aquella parte del rebaño que aún no camina bajo el pastoreo de Jesús, esto solo se logra mediante la cercanía y el cuidado de la Iglesia en la tarea del pastoreo. La voz del pastor es para todo el rebaño, pero tal vez muchos no la han identificado porque no la han escuchado. Nuestra tarea es hacer eco de esa Palabra de Dios para posibilitar que las ovejas alejadas conozcan a Jesús Buen Pastor. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Hoy la homilía tiene como figura protagonista al Buen Pastor: puede elaborarse una cartelera alusiva al pastor colocar en ella imágenes del Papa, los obispos y presbíteros. 2. Este domingo, Día del Buen Pastor, es la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones Sacerdotales. Conviene tener en cuenta el mensaje del Santo Padre para esta ocasión y orar de manera más especial por las vocaciones al ministerio ordenado; así como por todos los ministros, para que sean fieles al encargo recibido. 3. Podría seguirse el Prefacio de Pascua V: «Cristo sacerdote y víctima», Misal, pág. 379, por resaltar el papel oferente de Cristo, sacerdote, víctima y altar

Vie 10 Mayo 2019

Encuentro con el Resucitado - Mayo 12 de 2019

"Los animaban a perseverar fieles a la gracia de Dios y así la palabra de Dios se difunda" (Hch 5,29) TAREAS 1. Toma la gracia de Dios como una bandera de tu vida 2. Anima a una persona que veas triste en la fe 3. En tu oración diga: "Señor ayúdame con tu gracia" [icon class='fa fa-download fa-2x'] Ir a lista de reproducción[/icon]

Vie 3 Mayo 2019

Encuentro con el Resucitado - Mayo 05 de 2019

"Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hch 5,29) TAREAS 1. En todo, ver lo que es más importante 2. Orar por la fidelidad de los sacerdotes 3. Nunca hable mal de Dios, ni de la Iglesia [icon class='fa fa-download fa-2x'] Ir a lista de reproducción[/icon]

Jue 2 Mayo 2019

¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?

Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 5,27-32.40b-41 Salmo: 30(29),3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a) Segunda lectura: Apocalipsis 5,11-14 Evangelio: Juan 21,1-19 Introducción Las lecturas de este domingo proporcionan una riqueza temática que permite plantear tres temas: • Después de la Resurrección se muestra la Iglesia naciente, con la predicación activa de los Apóstoles, perseverando en la enseñanza, obedeciendo a Dios antes que a los hombres y sufriendo las persecuciones por causa de predicar a Jesucristo vivo. • La experiencia de Dios en el creyente que, a pesar de las contradicciones de la vida diaria, las angustias, persecuciones, dolores, sufrimientos, lágrimas, es capaz de perseverar en el Señor; y puede convertir el luto en danza, la debilidad en fortaleza, el dolor y el sufrimiento en alegría y esperanza. • El encuentro de los discípulos con Jesucristo Resucitado transforma la desolación en consolación, renace la alegría y la esperanza, y convierte a los apóstoles en misioneros, continuadores de la obra de construcción del Reino de Dios. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura de los Hechos de los Apóstoles muestra como el Sanedrín en cabeza del Sumo sacerdote, les prohíbe a los Apóstoles “enseñar en nombre de ese” y los acusan de haber “llenado a Jerusalén con esa doctrina”. Los Apóstoles a su vez les responden: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres”. Cómo ellos se convierten en testigos de la resurrección de Jesucristo y cómo salen contentos por haber sido considerados dignos de sufrir los ultrajes por el Nombre de Jesucristo. El Salmo 30 (29), resalta la súplica del creyente que clama y llama a Dios, sana su herida, saca su alma del abismo. A partir de esta experiencia el creyente, hace una lectura de la experiencia de Dios que es capaz de visitarlo en medio del sufrimiento con las lágrimas; pero pasado el tiempo, ese sufrimiento se convierte en gozo. Es así, como Dios es capaz de transformar el luto en danza, por estas proezas, el creyente, alaba a Dios por siempre. La segunda lectura tomada del libro del Apocalipsis, refleja mediante los órganos del oído y de la visión, la experiencia de Dios. El creyente que ve y escucha a Dios vive recibiendo la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza para Adorar permanente a Dios. La perícopa del Evangelio, manifiesta tres momentos sublimes en la experiencia de Jesucristo resucitado en la vida de los Apóstoles: 1. Un primer momento de desolación. Los Apóstoles no saben qué hacer, tratan de volver al lugar donde el Maestro los había llamado y escogido. Ante la muerte de Jesús, se pierde la esperanza, y se quiere volver atrás mediante el trabajo cotidiano, a las redes y a la barca. Es una forma de mitigar la tristeza que le ha causado la muerte del Señor. 2. El segundo momento, está iluminado por la pesca milagrosa, los Apóstoles en cabeza del discípulo amado, descubren la presencia del Señor, escuchan y obedecen la Palabra del Señor, y de las aguas vuelven a la tierra, sabiendo que El Señor no ha muerto, está con ellos, renace la esperanza y esto los llena de ilusiones y alegría. 3. Un tercer momento, en el cual el Señor les encarga la misión de continuar predicando el Evangelio y la Buena Nueva de la salvación, se ratifica el amor y el seguimiento del Señor. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La narración evangélica evoca la celebración de la Eucaristía. Así, como en el Evangelio de este domingo se pueden observar tres momentos sublimes, de la misma manera, se pueden vivir estos tres momentos en la Misa: El momento de la desolación; de la consolación; y de la misión. Así, pues, en la Eucaristía, memorial de la Nueva alianza, podemos observar los tres momentos, así: 1. El momento de la desolación, cuando en la primera parte de la Eucaristía, llegamos de la vida en ocasiones cargados con nuestras contradicciones, desesperanzados, tristes y agobiados por los problemas cotidianos y por la carga de nuestros pecados. En el acto penitencial se nos pide hacer memoria de nuestros pecados y pedirle perdón al Señor, por todos estos momentos de sufrimiento y dolor. 2. En la Liturgia de la Palabra y de la Eucaristía propiamente dicha, nuestros sentidos se abren para que escuchando nos dejemos iluminar por la Palabra del Señor. Como Pedro llegamos a la misa desnudos, desprotegidos y desvencijados, y una vez, que escuchamos al Señor, empezamos a descubrir que Él está allí con nosotros, que no tengamos miedo, que nos revistamos de su gracia, nos cubre y protege. Él nos invita a salir de las aguas que inundan y amenazan nuestra existencia, y nos invita a aterrizar, Él en la Eucaristía, nos prepara el Banquete de la Alianza, su Cuerpo y su Sangre, nos alimenta, nos fortalece, nos invita a hacer comunidad. En comunidad se fortalecen nuestros vínculos, renace en nosotros la alegría y la esperanza. En comunidad permite que escuchemos al Señor en su Palabra. La comunidad permite que trabajemos juntos por una pesca abundante, donde a cada uno no le haga falta el alimento; en este sentido, la comunidad fortalece la fraternidad y se vive la caridad. 3. Tercer momento: Una vez que el Señor nos ha alimentado con su Cuerpo y con su Sangre, salimos de la misa entusiasmados, llenos de alegría y esperanza, el Señor camina con nosotros, como camina con Pedro, ratifica con cada uno de los creyentes su pacto de amor, nos invita a perseverar en el camino de la caridad, y nos encarga la misión de continuar su obra de amor a través de los tiempos y de las naciones. El Señor, nos envía, como envió a sus discípulos. Cada Eucaristía, cuando salimos es a vivir lo que hemos experimentado en comunidad, al salir del templo, cada cristiano, debe sentir que el Señor camina con él, que ratifica su amor por nosotros y nos hace sus discípulos misioneros en el camino de la vida en la edificación del Reino de Dios. 3. ¿Qué me sugiere la Palabra que debo decirle a la comunidad? Cristo resucitado que nos hace discípulos misioneros que construyen su reino con el amor y la paz; a través de las palabras del Papa Francisco, en la reciente Exhortación Apostólica Gaudete ed Exultate, el llamado que nos hace a la santidad, comentando las bienaventuranzas, dice: ¨dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios¨. Al final del numeral 89 de esta exhortación, acuña una frase, que sin duda alguna pudo haber aprendido de la visita en Colombia, pues nos invita a ser artesanos de la paz, y dice textualmente: “Se trata de ser artesanos de la paz, porque construir la paz es un arte que requiere serenidad, creatividad, sensibilidad y destreza. Sembrar paz a nuestro alrededor, esto es santidad”. En esta misma línea del mandato que hace el Señor a Pedro y a los discípulos y a través de ellos, a toda la Iglesia, el Papa Francisco exhorta a la comunidad creyente a que seamos discípulos misioneros al encuentro de Jesucristo vivo. “Para un cristiano no es posible pensar en la propia misión en la tierra sin concebirla como un camino de santidad, porque «esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación» (1 Ts 4,3). Cada santo es una misión; es un proyecto del Padre para reflejar y encarnar, en un momento determinado de la historia, un aspecto del Evangelio. Se trata entonces de un camino de santidad que se construye con la Gracia que Cristo resucitado infunde en sus apóstoles, discípulos, misioneros, y en toda la Iglesia. 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El encuentro con Jesucristo resucitado se parece a ese camino que realizó el Señor con Pedro. Tres veces le pregunta el Señor si lo ama, y tres veces le responde Pedro que, sí lo quiere, y en la tercera, Pedro se entristece, pero el Señor lo ratifica en el amor. Varias interpretaciones sugieren que el número tres en la Biblia, es significativo, porque es la forma de ratificar un compromiso, y sellar un pacto; pero también es la forma de recordar las tres ocasiones en que Pedro negó al Señor. De alguna manera, se ve en esta triple pregunta que, por encima de las negaciones, está el amor que consolida el sello de la alianza con el Señor. Así, nosotros, podemos recordar momentos en que con nuestras actitudes, conductas o pecados hemos negado al Señor. Así, como en la Cruz el cayó tres veces, tres veces se levantó; de esta forma, nosotros debemos ratificar ese amor, no nos quedemos anclados en la negatividad del pasado sino que levantándonos de nuestras contradicciones y pecado, podamos con la Gracia del Señor, animarnos a seguirlo, a ser discípulos, a continuar caminando por el camino de la vida, llenos del amor que Él nos regala. El Señor no nos condena, ni se alegra de nuestras contradicciones, sino que nos amina a seguirlo amorosamente en el camino de la vida. No nos cansemos de levantarnos, no nos cansemos de decirle Señor, tu lo sabes todo, tu sabes que te amo, no nos dejemos inundar de desesperanza en el camino de la vida, sino que sigamos diciéndole, sí, Señor, hágase en mí según tu palabra. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Se sigue en el Tiempo pascual, cuyo tiempo se expresa en la alegría de los cantos, orientados al seguimiento y discipulado misionero. 2. Cuidar los signos propios de este Tiempo Pascual: manteles, luces, flores, ornamentos festivos, 3. Sería oportuno hacer hoy el Rito para la bendición y la aspersión del agua en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, propio para la cincuentena pascual, Misal, p. 1058. 4. Debido a la temática del amor que presenta la Palabra de Dios, se recomienda tomar la Plegaria Eucarística para Diversas Circunstancias IV, con su Prefacio: “Jesús, que pasó haciendo el bien”. 5. Recordar que el viernes 3, es en Colombia la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz y día de la Reconciliación. 6. En este día se celebra la Jornada Mundial de la Infancia Misionera.

Vie 26 Abr 2019

Encuentro con el Resucitado | Abril 28 de 2019

"Crecía el número de los creyentes, hombres y mujeres que se adherían al Señor" (Hch 5,14) TAREAS 1. Haga oración por aquellos que no creen 2. Regale una frase de un texto bíblico a alguien [icon class='fa fa-download fa-2x'] Ir a lista de reproducción[/icon]

Vie 26 Abr 2019

¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?

Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 5,12-16 Salmo: 118(117),2-4.22-24.25-27a (R. 1) Segunda lectura: Apocalipsis 1,9-11a.12-13.17-19 Evangelio: Juan 20,19-31 Introducción Las tres ideas temáticas que engloban la interpretación de los textos bíblicos litúrgicos de este segundo Domingo de Pascua, se pueden enmarcar en torno a: • La Acción de Dios que infunde Cristo resucitado soplando el Espíritu Santo a los discípulos, hace que realicen señales y prodigios. • Jesucristo en medio de los Apóstoles infunde en ellos el don de ver (creer) y testimoniar esta experiencia mediante la Escritura. • La presencia de Jesucristo Resucitado que sopla el Espíritu Santo, disipa las dudas, hace que se perdonen los pecados y les trae la paz. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura de los Hechos de los Apóstoles, dice que los Apóstoles tenían un mismo Espíritu y realizaban muchas señales y prodigios. Nadie de los otros se atrevía a juntarse a ellos; aunque el pueblo hablaba de ellos con elogio. El salmo responsorial 118 (117) recalca la importancia de la alegría y el gozo, por la Resurrección del Señor. Se encuentra un tetraedro inclusivo en cuanto que Yahveh Dios, es Quien da la salvación, el éxito, Quien ilumina y Quien otorga la salvación. La segunda lectura destaca la paciencia en el sufrimiento; de allí que el Apóstol San Juan testimonie por escrito la fraternidad y el compañerismo en medio de las tribulaciones. El Evangelio narra las apariciones de Jesucristo a los discípulos, donde se resaltan algunos elementos que ayudan a la hermenéutica reflexiva: el día primero de la semana, Jesucristo que se presenta en medio de ellos y siempre los saluda con la paz, los discípulos que se llenan de alegría porque ven al Señor. Cristo resucitado sopla el Espíritu Santo y les concede el poder perdonar los pecados. Tomás que no estaba con los demás discípulos, no cree al principio y luego expresa Señor mío y Dios mío. Se manifiesta, de esta forma, el contraste entre el ver físico y de la fe, la paradoja entre creer y la incredulidad. Resalta el Evangelista que muchos prodigios no han sido escritos, y que la finalidad de que hayan sido escritos es para creer que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y creyendo tengamos vida en su nombre. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Se quiere mediante esta herramienta homilética hacer reflexionar a los miembros de las comunidades en el segundo punto que se propone dentro de los tres temas planteados: Jesucristo crucificado y resucitado en medio de los Apóstoles les da la Gracia de Ver (creer) y testimoniar mediante Las Sagradas Escrituras la presencia de Dios vivo en medio de su pueblo. San Juan Evangelista, autor también del libro del Apocalipsis, crea un puente entre el cuarto Evangelio y el último libro de la Biblia. Juan testifica en el Apocalipsis que recibe de Jesucristo el mandato. “Escribe en un libro lo que veas”, y más adelante vuelve a repetir la frase: “Escribe lo que has visto”. En el Evangelio, Juan cierra su libro con estas palabras: “Otras muchas señales que no están escritas en este libro, han sido escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios y creyendo tengáis vida en Su Nombre”. Al mismo tiempo, el Apóstol San Juan, junto al verbo escribir, pone particular énfasis en el verbo: VER, que progresivamente se va volviendo CREER; presentando el contraste entre quien no ve no cree. Hace parte del estilo redaccional del Evangelista, evangelizar pedagógicamente, mediante círculos concéntricos, donde juega con los términos, en una forma repetitiva, pero que poco a poco, va hilando el discurso, usando el término, pero a la vez progresando en su contenido. Así, lo podemos constatar con VER- CREER- ESCRIBIR. Hay que distinguir el VER del Mirar y a su vez del observar. El mirar, parece ser una capa superficial, que no implica la totalidad de la persona. Evoca la persona que, al pasar mira de forma distraída, sin detenerse y sin que esa mirada, llame la atención, a fin de que haga que la persona se detenga, o cambie a partir deesa mirada. Mirar, por tanto, es pasajero, superficial, y no implica compromiso; como quien cruza las calles, mira las vitrinas de un almacén, pero nada lo detiene en su caminar. Mira distraídamente y sin responsabilidad alguna. Observar, implica mayor profundidad, quien observa, se detiene para investigar, analizar. Fija su atención de manera particular sobre el objeto deseado. Contrario al mirar que es externo, observar busca profundidad en el conocer, de una manera más racional, científica; sin que implique un compromiso de la persona que observa. El observar es objetivo, en cuanto, que busca conocer y analizar el objeto de manera científica. El ver, implica la persona, es una mirada profunda, que transforma a la persona que se pone en actitud de ver. Quien ve se compromete, y da un paso más en el observar científico y racional, puesto que quien ve, cree. Es un ver de confianza, que se fía, que implica una relación entre la persona que ve y lo que es visto. En efecto, el Evangelista San Juan describe “hemos visto al Señor”, y este testimonio produce en los Apóstoles alegría, gozo, paz, fortaleza, esperanza y entusiasmo para ir a hablar y testimoniar al Señor. También, se observa en los Sinópticos que consecuencia del ver está el creer: “vio y creyó”. Así, la experiencia de Jesús crucificado y resucitado implica para los Apóstoles tres movimientos dinámicos: VER – CREER- ESCRIBIR. 3. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad? La Iglesia en Latino América durante la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM) celebrada hace cincuenta años en Medellín distinguió un método teológico propio, que tiene sus fundamentos bíblicos. El Apóstol San Juan, es invitado a ver. Hoy hay que ver la realidad, de nuestros pueblos sumidos entre los desafíos pastorales que interpelan nuestra fe; frente a la violencia, miseria, corrupción… hay que discernir los signos de los tiempos. Quien ve, debe hacerlo con una mirada de fe, es decir, juzgar con criterios de fe. Para creer que esa realidad es transformadora, Juan se encuentra exiliado en la Isla de Patmos, es invitado a ver, contemplar con ojos de fe; para juzgar con la mirada del Señor, los acontecimientos que suceden en su tiempo. Solo quien ve, juzga con ojos de fe y cree que la realidad por muy contradictoria que sea, contiene un ver que transforma dicha realidad con esperanza y caridad. Finalmente, el evangelista, una vez que ve la realidad, cree, porque sus ojos se iluminan con la fe en el Jesús Crucificado y Resucitado; puede entonces, dar el tercer paso: escribir, es decir, actuar, según el método teológico latinoamericano. 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Dice la misma Escritura “Lo escrito, escrito está” (Cfr. Mt 4,4; 21,13), como una forma de ratificar un compromiso, que se hace perenne en el tiempo. Quien escribe ha pasado por una experiencia de fe que ha interpelado su existencia. Cuando se pone por escrito el pensamiento, se fija la idea y se concretiza en el tiempo y el espacio. Cuando se escribe la experiencia se vuelve perenne y se eterniza el tiempo. Latino América después de quinientos años entre descubrimiento, conquista y evangelización, ha puesto por escrito la experiencia de Dios que peregrina en este continente; y esa historia se vuelve historia de salvación cuando se ve con los ojos de la fe y se juzga a partir de criterios del Magisterio eclesial que ayuda a discernir los signos de los tiempos. Es un recuerdo vivo (anamnesis) que se vuelve la memoria viva de un acontecimiento que cambia la historia y transforma al ser humano. Leíamos en el Salmo 118 “Da Yahveh, Dios, da la salvación, da Yahveh Dios el éxito, Yahveh Dios nos ilumina”. En la Eucaristía es el Hosanna, Dios bendice a su pueblo, y actualiza el memorial de la Nueva alianza. Poner el pensamiento, la experiencia por escrito no solo testimonia la verdad de Jesucristo Crucificado y Resucitado; sino que se transmite y conserva esta verdad; y se sucede en la historia de salvación, una infinidad de interpretaciones personales y comunitarias que transforman la vida, a partir del acontecimiento de Cristo Crucificado y Resucitado que penetra las almas y transforma las historias de los pueblos. Jesucristo es el acontecimiento liberador y transformador que nos permite leer la historia con otros ojos, juzgarla con criterios evangélicos y señalar caminos que nos permiten actualizar y vivir Las Sagradas Escrituras. Cada persona miembro de una comunidad está llamada a ver los signos y prodigios de Cristo muerto y resucitado en su vida y en su historia. A confiar, creyendo para tener vida en su nombre, pero también, como persona y comunidad escribir los prodigios y acciones de Cristo Muerto y resucitado en su propia vida. Las interpretaciones hermenéuticas permiten que la infinitud de lecturas de cómo Jesús crucificado y resucitado ha transformado sus vidas, son una muestra del poder de Dios en Cristo transformando las vidas y las historias de los pueblos y ratifica la experiencia con los ojos de fe que viven los Apóstoles. Así, como Tomás,permite una lectura creyente, que favorece la bienaventuranza en el tiempo y el espacio traspasa el umbral de las tinieblas y de la increencia, se vuelve testigo del Crucificado resucitado. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Por ser un día en el que se privilegia la Misericordia, sería bueno colocar en lugar visible las obras de misericordia, junto a ellas un mensaje que diga: Si queremos la paz practiquemos la misericordia. 2. Se sugiere llevar en Alto la Palaba de Dios en la procesión de entrada, como la Palabra Escrita que testifica la Acción del Espíritu Santo y de los Apóstoles que pusieron por escrito la experiencia de la Resurrección. 3. Seguir el Prefacio Pascua I: «El Misterio Pascual», con la parte propia: «en este día glorioso». Convendría seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, con las partes propias que contiene. 4. Tener presente que para la Bendición final de la Misa se puede usar la fórmula solemne de la Vigilia Pascual, Misal, pág. 219. Para despedir al pueblo se agrega el doble Aleluya. Con las segundas Vísperas de este domingo termina la Octava de pascua. 5. Desde el Papa san Juan Pablo II ha tomado fuerza el segundo domingo con especial énfasis en Jesús de la Misericordia. Si se tiene la imagen, se recomienda exponerla en el templo, y si se ve oportuno, explicar su sentido desde la orientación pascual del costado de Cristo, del que brota sangre y agua como los signos sacramentales que fundan la Iglesia en el Bautismo y la Eucaristía.

Vie 19 Abr 2019

Encuentro con el Resucitado | Abril 21 de 2019

¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado (Lc 24,5-6) TAREAS 1. Participa en la Vigilia Pascual 2. Saluda diciendo ¡Cristo Resucitó! 3. Vive alegremente este Tiempo de Pascua [icon class='fa fa-download fa-2x'] Ir a lista de reproducción[/icon]

Jue 18 Abr 2019

¿Por qué buscan entre los muertos al que vive?

Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43 Salmo: 118(117),1-2.15c+16a+17.22-23 (R. 24) Segunda lectura: Colosenses 3,1-4 Evangelio: Juan 20,1-9 Introducción Ideas temáticas de este día de la Resurreción del Señor: • Cristo resucitado, éste es el mensaje central de la liturgia de Pascua. Ante todo, Jesucristo resucitado, como objeto de fe, ante la evidencia del sepulcro vacío: “vio y creyó” (Evangelio). • Cristo resucitado, objeto de proclamación y de testimonio ante el pueblo: “A Él, a quien mataron colgándolo de un madero, Dios lo resucitó al tercer día” (primera lectura). • Cristo resucitado, objeto de transformación, levadura nueva y ácimos de sinceridad y de verdad: “Sed masa nueva, como panes pascuales que sois, pues Cristo, que es nuestro cordero pascual, ha sido ya inmolado” (segunda lectura 1 Cor). 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro de los Hechos de los Apóstoles es una óptima lectura para el tiempo pascual. Aquellos primeros cristianos fueron la “comunidad de Jesús Resucitado”, el Señor que sigue actuando, invisiblemente, por medio de su Espíritu, y visiblemente por medio de su comunidad. No les faltaron dificultades, persecuciones y martirio. Pero en verdad, primero los apóstoles y luego otros discípulos, como los diáconos o Pablo y Bernabé, dieron testimonio valiente de Cristo Jesús y fueron construyendo comunidades llenas de fe y alegría. Es un libro que la comunidad cristiana puede tomar como espejo en estas semanas, para estimularnos a seguir su ejemplo de firmeza en la fe y en el testimonio. El pasaje de San Pablo en su carta a los de Colosas es el más apropiado para este domingo. Es breve pero denso y estimulante: “ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de allá arriba”. Celebrar la Pascua del Señor es asumir coherentemente lo que representa de novedad de vida en el Espíritu: “aspiren a los bienes de arriba”, porque caminamos hacia la misma meta que Cristo: “entonces también ustedes apareceran, juntamente con él, en gloria”. También se puede elegir como segunda lectura este otro pasaje de Pablo a los cristianos de Corinto, que hace referencia a Cristo como “nuestra pascua”. La levadura o el fermento del pan lo compara San Pablo con la malicia o la corrupción, y quiere que las comunidades cristianas estén libres de ese mala levadura. Un pan sin levadura es pan “ácimo”. Así debería ser la comunidad, un pan sin malicia. En el Evangelio de Juan, nos encontramos con la experiencia de María Magdalena, testigo del sepulcro vacío, que corrió a anunciarlo a los apóstoles, convirtiéndose así en “apóstol de los apóstoles”, la primera evangelizadora de la Buena Noticia. También Pedro y Juan ven el sepulcro vacío. Ninguno de ellos se acaba de creer que Jesús haya resucitado: “no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos”. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Naturalmente, el mensaje de este día de Pascua es la resurrección de Cristo: la noticia mejor de todo el año para los cristianos. La que cambió la vida de los primeros discípulos. La que anunció Pedro, en su catequesis en casa de Cornelio: que a ese Jesús “a quien mataron colgándolo de un madero, Dios lo resucitó al tercer día y lo nombró Juez de vivos y muertos”. Vale la pena que resuene, también en las misas de este domingo, el anuncio gozoso de los ángeles a las mujeres (según el evangelio de la noche): “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí: ha resucitado”. Es bueno detenernos en esta convicción -”Cristo es el que vive”-, porque nos hace falta para seguir con más ánimos nuestro camino cristiano. Lo mismo que, si leemos el evangelio de Emaús, la tarde del domingo, nos tenemos que dejar convencer también nosotros y llegar a “reconocer” al Resucitado en su Palabra, en su Eucaristía, en su comunidad. El canto de entrada debería reflejar bien las antífonas que ofrece el Misal,: “He resucitado y aún estoy contigo”, o bien “Era verdad, ha resucitado el Señor, aleluya”. No puede ocultar su alegría la oración colecta: “en este día has abierto las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte”, y pide que esta Pascua histórica que estamos celebrando nos oriente hacia la eterna: “que renovados por el Espíritu, vivamos en la esperanza de nuestra resurrección futura”. La alegría de la Pascua es evidente también en la oración sobre las ofrendas: “rebosantes de gozo pascual, celebramos estos sacramentos”. El prefacio describe magistralmente el contenido de la fiesta de hoy: “Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado: muriendo, destruyó nuestra muerte, resucitando, restauró la vida”. ¿Se puede expresar en menos palabras el misterio de la redención que Cristo ha obrado en su Pascua?. Dios ha dicho “sí” a su Hijo y a la humanidad. El grano de trigo, sepultado en la tierra, ha muerto, pero ha renacido y dará fruto abundante. Es también nuestra liberación y nuestra resurrección. Podemos manifestar con aleluyas solemnes y flores nuestra alegría de cristianos seguidores del Resucitado. Haciendo caso del salmo de hoy, que nos invita a que este día, “en que actuó el Señor”, también “sea nuestra alegría y nuestro gozo”. 3. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad? El mensaje para todo el Pueblo de Dios queda muy expresando en el n. 6 de la Evangelii Gaudium: “Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua. Pero reconozco que la alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y circunstancias de la vida, a veces muy duras. Se adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo. Comprendo a las personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tienen que sufrir, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias: «Me encuentro lejos de la paz, he olvidado la dicha […] Pero algo traigo a la memoria, algo que me hace esperar. Que el amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura. Mañana tras mañana se renuevan. ¡Grande es su fidelidad! […] Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor» (Lm 3,17.21-23.26). Naturalmente, el mensaje de este día de Pascua es la resurrección de Cristo: la noticia mejor de todo el año para los cristianos. La que cambió la vida de los primeros discípulos. La que anunció Pedro, en su catequesis en casa de Cornelio: que a ese Jesús “a quien mataron colgándolo de un madero, Dios lo resucitó al tercer día y lo nombró Juez de vivos y muertos”. Vale la pena que resuene, también en las misas de este domingo, el anuncio gozoso de los ángeles a las mujeres (según el evangelio de la noche): “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí: ha resucitado”. Es bueno detenernos en esta convicción -”Cristo es el que vive”-, porque nos hace falta para seguir con más ánimos nuestro camino cristiano. Lo mismo que, si leemos el evangelio de Emaús, la tarde del domingo, nos tenemos que dejar convencer también nosotros y llegar a “reconocer” al Resucitado en su Palabra, en su Eucaristía, en su comunidad. 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Leyendo, desde hoy, el libro de los Hechos de los Apóstoles durante el Tiempo Pascual, se nos propone el ejemplo de aquella comunidad que dio testimonio de su fe en Cristo Jesús y se dejó guiar por su Espíritu en su expansión al mundo conocido. Las primeras “evangelizadoras” fueron las mujeres. En el evangelio de la noche, ellas acudieron al sepulcro llevando los aromas y oyeron de labios de los ángeles la noticia: “no está aquí, ha resucitado». En el evangelio de Juan es Magdalena la que va al sepulcro, lo ve vacío, y corre a anunciarlo a los apóstoles. Para los discípulos de Emaús fue aquel “viajero peregrino”, Cristo mismo, a quien de momento no supieron reconocer, quien les explicó las Escrituras y les aseguró la verdad de la resurrección. Luego van a ser los apóstoles, los ministros de la comunidad, los que más oficialmente aparecen en el libro de los Hechos como anunciadores de Cristo. Pedro, en casa de Cornelio, es consciente de que les ha encomendado este anuncio: “nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado, a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de la resurrección”. El insiste: “nosotros somos testigos... nos encargó́ predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos». En verdad los apóstoles dieron con valentía este testimonio. Ahora somos nosotros los que en el siglo XXI corremos a anunciar a Cristo a este mundo, a nuestra familia, a nuestros amigos, a la sociedad. Los cristianos no sólo debemos ser buenas personas, sino además “testigos” de la resurrección de Cristo, con nuestra conducta y con nuestra palabra. En casa de Cornelio, un pagano, o en medio de una sociedad también paganizada, tenemos que dar testimonio de que Jesús es el Salvador: en nuestra familia, en el mundo de la educación, en el cuidado de los ancianos y enfermos, en la actividad profesional, en los medios de comunicación. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Las oraciones, el prefacio y la plegaria debe ser un conjunto armonioso, procurar expresarlas bien y darles todo su realce en este día tan especial. 2. Esmerarse por preparar muy bien la liturgia de este día: procesión, cantos, lecturas y la decoración del templo. 3. Escoger un buen lector para hacer la secuencia. 4. Para la cartelera se pueden usar palabras y frases como: “Quédate con nosotros” “Busquen los bienes de arriba”, “Resucitó”. 5. En la mayoría de las comunidades se realiza la procesión con el resucitado; convendría motivar este momento con algunos textos del Catecismo de la Iglesia Católica relativos a la resurrección del Señor. 6. El centro de la vida celebrativa debe llevar a la asamblea a visualizar el Cirio Pascual y no la imagen del Resucitado. 7. En la celebración de la misa de hoy se pueden usar algunos elementos pastorales de incalculable valor, contenidos en la Vigilia Pascual, especialmente en las asambleas que no han participado en la Noche Santa. (cf. Misal Romano tercera y cuarta edición, p. 197. Domingo de Pascua, segunda forma). En efecto, dice que se pude realizar procesión de entrada con el Cirio Pascual, usando las expresiones propias de “Luz de Cristo”; renovación de los compromisos bautismales con cirios encendidos; terminado el credo se puede hacer la aspersión con el agua que se bendijo en la Vigilia Pascual. 8. Podría resaltarse el himno del “Gloria” con el canto. 9. El Aleluya debe cantarse de manera solemne. 10. Prefacio es el de Pascua I, “El Misterio Pascual” “…En esta santísima noche”, Misal, pág. 375. Es recomendable seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, por las partes propias que contiene. 11. La Bendición final de la Misa es solemne, como en la Vigilia Pascual, agregando en la despedida el doble Aleluya, que se mantiene durante toda la Octava de Pascua. 12. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la vigilia de domingos, solemnidades y fiestas del Señor, de la Santísima Virgen María y de Santos, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas y antes del himno: Señor, Dios eterno… se añadirán los cánticos y el evangelio; igualmente, puede hacerse una homilía sobre el evangelio: Finalmente se canta el himno: Señor, Dios eterno. Sea dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario. Para el tiempo de Pascua, ver Liturgia de las Horas II, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 2069 ss. 13. Con las Vísperas de este día termina el Sagrado Triduo Pascual. 14. Los ocho primeros días del Tiempo Pascual, incluyendo el Domingo segundo de Pascua, constituyen la Octava de Pascua; estos días tienen la celebración como las solemnidades del Señor (Cf. Normas Universales sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario, n. 24). 15. Sería de gran provecho para la comunidad que en estos días de la octava de pascua se celebre el “Vía Lucís” – Camino de la Luz - , para poner de relieve la presencia del resucitado en medio de la comunidad.