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Lectio Dominical

Jue 14 Feb 2019

El hombre que pone su confianza en Dios, recibe como recompensa el reino de Dios

Primera lectura: Jeremías 17, 5-8 Salmo: Sal 1, 1-2.3.4+6 (R. cf. 39,5a) Segunda lectura: 1Corintios 15, 12.16-20 Evangelio: Lucas 6, 17.20-26 Formar parte de los bienaventurados, es experimentar y participar de la felicidad otorgada por Dios por hacer su voluntad. El hombre que pone su confianza en Dios, recibe como recompensa el reino de Dios, donde la fe juega un papel importante, que nos debe llevar a acoger y vivir los valores y principios como espíritu del evangelio. Descubrimos en el sermón del monte, en cada una de las enseñanzas de las bienaventuranzas, un signo de Cristo y una pista de su tarea en la vida de sus discípulos. Hoy en día, por las diversas culturas que ofrecen felicidades intermitentes y pasajeras, muchas personas fácilmente optan por poner su corazón y sus intereses en lo transitorio, pasando las bienaventuranzas y el Evangelio a un segundo plano. El evangelio de las bienaventuranzas, nos invita a vivir desde dentro hacia afuera, nos hablan de un mundo interior, hoy, es un desafío, pasar de vivir desde lo superficial y lo externo a una vida coherente desde los valores evangélicos. Es claro el Evangelio, cuando dice que la verdadera felicidad es obra del Espíritu Santo: Bienaventurados, dichosos, regocijaos los que trabajan por el Reino de Dios: serán consolados, saciados, experimentaran compasión, serán hijos de dios y verán a Dios…. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Es importante recordar que las bienaventuranzas son textos que mejor expresan la radicalidad del Evangelio; es una forma literaria, frecuente en los salmos y en algunos libros del Antiguo testamento, para mostrarnos a Jesús, rodeado de muchos de sus seguidores de la región de Judea, de Jerusalén y de la Costa de Tiro y Sidón, muchos acudían a ÉL, para que los sanara, los curara y otros para escucharle, Jesús aprovecha la oportunidad y se pone a enseñarles algunas máximas del Evangelio y del camino a partir de la realidad de salir de la dinámica del consumismo egoísta y entrar en la dinámica del compartir para lograr ser felices. Esta reflexión nos abre a una perspectiva nueva, donde siempre existe una relación entre ambas situaciones. Las bienaventuranzas quieren decir: • Es mejor ser pobre, que ser rico opresor. • Es mejor llorar que hacer llorar al otro. • Es mejor pasar hambre, a ser causa de que otros mueran de hambre. • Alégrense no por ser pobres, sino por no ser ricos egoístas. • Alégrense no por ser oprimidos, sino por no ser opresores. Porque la clave está: el valor supremo no está en lo externo sino, dentro del hombre, en lo interno. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Las bienaventuranzas, nos quieren enseñar un camino para hacernos partícipes de la pertenencia del reino de Dios, son un proyecto de vida, con una meta muy clara, Él nos garantiza la felicidad eterna. Esta enseñanza de Jesús brota de su corazón, es lo que lo embarga y apasiona, podemos decir que las bienaventuranzas son signos del reino de Dios, siendo Ël, el signo por excelencia del Reino. Mi tarea, nuestra tarea es aprender de Jesús a reconocer el reino de Dios en mi alrededor, está en los pobres, afligidos, tristes, en los que lloran, en fin. El Reino de Dios está en las realidades que no fácilmente las reconocemos, por la responsabilidad que éstas nos exigen en cuanto trabajo, compromiso y solidaridad que claman. Las bienaventuranzas son un camino para vivir nuestra fe, la cultura continuamente nos está invitando a lo fácil y mediocre, a aférranos a las cosas del mundo, las bienaventuranzas nos invitan a vivir desapegados de las cosas y felicidades que nos ofrece el mundo, para darnos la felicidad eterna y verdadera que nos ofrece Dios. Sólo quien pone su corazón y su confianza en Dios, puede asumir con alegría el reto de vivir las bienaventuranzas, hacer que su vida sea dichosa y bienaventurada por dejar a Dios actuar en su propia vida. 3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Todos estamos invitados a ser pobres de espíritu, es decir, a poner toda nuestra confianza en las manos de Dios, no en los bienes materiales. Las imágenes del hambre y la sed, son expresiones con un sentido espiritual, hambre y sed de Dios, para sentirnos fortalecidos por Él en las alegrías y dificultades adversas de nuestra vida. El mundo celebra y tiene sed de la cultura de los antivalores, que degeneran de una u otra manera la dignidad del ser humano, rechazando el Evangelio, dándole la espalda a Dios, ignorando las bienaventuranzas, es por esto que muchos en el mundo no conocen, ni se dan la oportunidad de experimentar la verdadera felicidad. La Iglesia trabaja por rescatar de las culturas, los verdaderos valores, afianzando así esa primera bienaventuranza; Dichosos los pobres de espíritu, porque ellos verán a Dios. Si no somos realmente pobres ante Dios, nuestra autosuficiencia no dejará que se haga realidad en nosotros, ni en los otros, el Reino de Dios. Que nos dejemos tocar por el Evangelio, que nos sintamos llamados a tener la mejor actitud, para reconocer en nuestra propia vida y en la de nuestros hermanos, una posibilidad de ser para ellos, una bendición. ¡Dichosos los que trabajan por el Reino de Dios, porque ellos verán a Dios! 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Todos estamos llamados a escuchar con atención las invitaciones que Jesús nos hace a través del encuentro con Dios en la Palabra. Nos anima y fortalece, clarificar una vez más, que es necesaria la humildad, el abandono y la confianza en Dios, para experimentar la alegría de pertenecerle a Él, de tener todos los días la insistencia por parte de Dios, de trabajar y servir incondicionalmente por los pobres más cercanos. Nos fortalece la certeza de la presencia de Dios y de su espíritu en la misión confiada. Seguirle a Él, implica sacrificio, humildad, valentía, creatividad y todo esto sin dudarlo, me y nos hará dichosos, felices, recompensados por Él, y nos da la vida, la misión, la familia, la comunidad y una realidad para hacer allí vida las Bienaventuranzas... Nos alienta y nos llena de esperanza, que la recompensa por vivir los valores evangélicos desde su palabra, me y nos la dará Él, haciéndonos merecedores del amor y la felicidad eterna, es decir la salvación. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Convendría hacer una cartelera en la que se precisen y destaquen las Bienaventuranzas, con el título de la respuesta del Salmo 1°: “Dichoso el hombre que pone su confianza en el Señor”. 2. Insistir en el tema la esperanza cristiana se desarrolla en el anuncio de las Bienaventuranzas (CEC 1820) 3. Sería oportuno hacer hoy el Rito para la bendición y la aspersión del agua en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, FormularioII. del Misal, pág. 1056. 4. Podría recitarse el credo o profesión de fe según el esquema Niceso- constantinopolitano (versión larga). 5. Se sugiere el Prefacio y la Plegaria Eucarística para diversas circunstancias IV, “Jesús, que pasó haciendo el bien”, Misal,, pág. 529, ya que nos invita a dar gracias por todas las personas de bondad y porque su Reino, que Jesús nos anuncia, se hace ahora presente al permitirnos participar de la vida que él mismo nos ha alcanzado con su muerte y resurrección.

Vie 8 Feb 2019

«Gritad jubilosos» (Is 12,6)

Domingo 10 de febrero Anunciaban el tiempo de Jesús, que nosotros estamos viviendo, como una revelación de la alegría: «Gritad jubilosos» (Is 12,6). TAREAS 1. Acepta la figura del Papa Francisco 2. Ora y conoce la doctrina del Papa 3. Investiga la historia de los Papas [icon class='fa fa-download fa-2x'] Ir a lista de reproducción[/icon]

Vie 8 Feb 2019

Es importante ser discípulo de la Palabra

Primera lectura: Isaías 6,1-2a.3-8 Salmo: 138(137),1-2a.2bc+3.4-5.7cd+8bc (R. 6a) Segunda lectura: 1Corintios 15,1-11 Evangelio: Lucas 5,1-11 Introducción • Las lecturas de la liturgia de hoy, nos presentan un desafío y unas características, que debe tener un misionero comprometido con el anuncio del Reino de Dios: El misionero debe, ante todo, encontrarse e intimar con la palabra, escucharla, y dar respuesta a los llamados personales que Dios le hace en esa reciprocidad de amistad y de diálogo. • Es importante ser discípulo de la Palabra, ser oyente activo de la Palabra, para poder ser, en medio de la realidad, testigo de la misericordia, el amor, el perdón y la humanidad de Dios actuando en nuestras vidas. • Hoy por hoy, frente a tanta indiferencia religiosa, rechazo a los valores del Evangelio, las distintas culturas y antivalores, Jesús también encuentra personas que desean escucharlo y seguirle como la multitud que lo rodea a orillas del lago Genesaret, Él sigue educando, predicando y su Palabra tiene acogida; El evangelio, nos centra en el poder de la Palabra, primero para la multitud de oyentes y luego, de manera particular, para los que serán sus apóstoles. Si queremos ser misioneros de Jesús, reconozcámosle a Él, en su palabra, en las dificultades y miserias de nuestra vida, en la bondad de su cercanía y perdón, en los llamados a aumentar nuestra fe y nuestra esperanza, a fortalecer nuestra disponibilidad para anunciarlo y decir como Jeremías ¡aquí estoy yo, envíame a mí! 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El texto del Evangelio nos sitúa a orillas de un lago, este es el escenario, donde se encuentra un grupo significativo de personas que escuchan a Jesús, entre ellos la presencia de Simón y algunos pescadores. Jesús es el centro de atención, Él está enseñando, pide una barca porque se convierte en dificultad el número de personas que lo rodean. Cuando Jesús termina de hablar invita a Simón a bogar mar a dentro a echar las redes para pescar, a lo que Simón responde que han estado bregando toda la noche, pero que en su nombre lo intentarán de nuevo. Lanzan las redes y la pesca es abundante, se llenan las barcas y piden ayuda porque sentían se hundían por el peso. Jesús elije sus colaboradores en su misión, y lo realiza en medio de un milagro y después de una noche sin resultados, de una noche infructuosa. Son claras las instrucciones de Jesús: remar mar a dentro y echad las redes para… La intervención de Jesús en el texto aparece dos veces, al comienzo le da una orden a Pedro y al final le hace una promesa. Simón también se dirige a Jesús dos veces: Maestro hemos estado bregando toda la noche, pero en tu Palabra echare las redes; en los dos casos el poder de la Palabra es notorio. Para Simón, Jesús no es un desconocido, ya había sido testigo de la curación de su suegra, por eso cree en la Palabra de Jesús, es un llamado a creerle a Dios, a confiar en Él, sin importar que muchas veces sintamos que Él ordena cosas que son imposibles, que aparentemente no tienen esperanza o cosas absurdas según nuestra experiencia humana. Simón ve como una solución a ésta realidad, el alejarse de Jesús, es mejor volver a la comodidad y bienestar que supuestamente estaba viviendo, actitud que muchas veces es la nuestra. La reacción de Jesús no es la de alejarlo ni alejarse del ser humano por su pecado, sino la de acercarse, tenderle la mano, acompañarlo y ponerlo al servicio de su misión: No temas desde ahora serás pescador de hombres., es clara la acogida y el perdón de Dios y la promesa de su amor y su confianza para cimentar sobre él, su Iglesia... Cuando Pedro y sus dos compañeros reconocen y aceptan en su vida a Jesús, su respuesta es radical. Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, lo siguieron, los tres personajes comienzan una nueva vida que se fundamenta en la Palabra, que al mismo tiempo es una promesa de Jesús. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? El episodio de la pesca nos enseña cómo es la relación de Jesús con sus colaboradores. Como Pedro hace todo un proceso de reconocimiento de Jesús, lo llama SEÑOR, cae en cuenta que no es igual a Jesús, que es un pobre pecador. Es importante en un momento dado de nuestra vida, reconocernos equivocados de camino, que hay cosas en nuestra vida que no están bien, que se oponen a la voluntad de Dios... Jesús quiere que todos los hombres lo conozcan, que todos acojan la Buena Nueva de su Salvación, Él quiere abrirnos el corazón, para que entendamos que todos somos llamados a participar en su misión y actuar salvífico. Jesús lo que quiere decirle a Simón, es que debe dejar de lado muchas consideraciones humanas, lo humano, de alguna manera, no asegura el éxito, Pedro era un simple pescador, pero, eso no era nada para el poder que tenía la Palabra de Dios. 3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Démonos la oportunidad de pensar en las personas, que en éste momento están a la deriva, arrastradas por las olas de la violencia, la pobreza, la injusticia, los antivalores, tantos hombres y mujeres que se debaten entre la vida y la muerte… Estamos llamados a tenderles nuestra mano, a devolverles sus aspiraciones y la dignidad de hijos de Dios y hermanos nuestros. Animémonos a echar las redes en los mares impetuosos de tantas historias de vida, que claman nuestra solidaridad y ayuda, nuestro rescate. 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El motivo que hará inolvidable éste hecho, será la expresión de Jesús a pedro: Desde ahora serás pescador de hombres, misión que recibe fruto del encuentro con Jesús. Mi encuentro con Jesús me lleva a estar y acompañar seres humanos, y por ende a ser signos de salvación para ellos. Por lo tanto, me alienta y anima mucho, aunque eso me pida sacrificar mi vida, mi tiempo, mis cosas para comprometerme con el mundo del Evangelio que es ante todo un servicio. Es gratificante sentir y saber que Jesús es el pescador por excelencia, el sentirse uno pescado por el Señor, sacado de las aguas como Pedro en algún momento de la vida, para ser enviado a una misión sin desconocer que Dios está siempre presente y actuando en nuestras vidas para sacar adelante lo que Él, en su bondad y misericordia, nos confía. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Insistir en las palabras: vocación, misión, misericordia, Palabra, seguimiento. 2. Se sugiere resaltar en este domingo los silencios y la música, como elementos fundamentales de la acción litúrgica. 3. Se sugiere el Prefacio Dominical IX, La acción del Espíritu Santo en la Iglesia, Misal, pág. 391; con la Plegaria Eucarística II. 4. Compromisos para esta semana • Tener un contacto y comunicación con Dios a través de su Palabra. • Fortalecer la fe, desde la oración, el encuentro con la Palabra y la vida sacramental. • Anunciar desde nuestro estilo de vida y testimonio el Reino de Dios. • Estar dispuesto al cambio, para dejar nuestras redes y ponernos en camino para anunciar el amor de Dios, especialmente a los más necesitados. • Ser una expresión del amor, el perdón y la misericordia de Dios al interior de nuestras familias. 5. Recordar que esta semana es la Jornada Mundial del Enfermo, el lunes 11, conmemoración de Nuestra Señora Lourdes. En torno a esta celebración podría ser una fecha oportuna para la celebración de la Eucaristía con la administración de la Unción de los enfermos de la parroquia que están en peligro de muerte por enfermedad o por vejez. Si no, podría elegirse otra fecha pastoralmente oportuna, no recomendable el jueves santo en la mañana, como se explicará allí en su momento.

Vie 1 Feb 2019

“Antes de formarte en el vientre, yo te elegí” (Jr 1,5)

Domingo 3 de febrero “Antes de formarte en el vientre, yo te elegí” (Jr 1,5) Tareas 1. Ora por las vocaciones 2. Anima a los elegidos 3. Ayuda a jóvenes que siguen al Señor [icon class='fa fa-download fa-2x'] Ir a lista de reproducción[/icon]

Vie 1 Feb 2019

El Señor llama a sus profetas

La liturgia de la palabra se ilumina también con la reciente exhortación apostólica del Papa Francisco “Gaudete et Exsultate”; en el numero 123 afirma “Los profetas anunciaban el tiempo de Jesús, que nosotros estamos viviendo, como una revelación de la alegría: «Gritad jubilosos» (Is 12,6)”. Primera lectura: Jeremías 1,4-5.17-19 Salmo: 71(70),1-2.3-4a.5-6ab.15ab+17 Segunda lectura: 1Corintios 12,31 - 13,13 Evangelio: Lucas 4,21-30 De los textos que la Iglesia hoy nos propone, en este día a nuestra reflexión y vivencia podemos entresacar las siguientes ideas: Presentan el tema vocacional. La primera lectura refiere la vocación de Jeremías, me parece que es la oportunidad, para recordar que, a lo largo de la historia, el Señor ha llamado a personas concretas, para que anuncien su presencia y voluntad, a sabiendas que ese llamado, vivido con fidelidad tiene un precio, en el caso de Jeremías, una violenta persecución. Hoy volvemos a escuchar al Señor Jesús en la sinagoga de Nazaret, después de proclamar el texto del profeta Isaías, nos dice “hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír”. (continuación del evangelio del domingo pasado) Estas palabras desbordan en una situación abierta de rechazo y violencia, ante el reclamo que Jesús hace a sus oyentes, puesto que no tienen fe. San Pablo, luego de insistir en la importancia de la unidad y el servicio al “Cuerpo Místico de Cristo”, hoy nos presenta el punto central de la existencia cristiana: el amor. Deseo centrar la reflexión de este día, en la dimensión profética, por eso, veamos detenidamente estos textos y descubramos en ellos la llamada del Señor a continuar su obra en cada uno de nosotros, a través de la vocación a la que hemos sido llamados, a ser testigos, profetas del Evangelio. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura nos presenta los detalles más profundos del llamado vocacional de Jeremías, de quien sabemos era apenas un muchacho. Dios lo llamó, lo sacó de su pueblo Anatot, de una vida tranquila y sencilla, a ser su profeta. “Antesde formarte en el vientre materno, te escogí; antes de que salieras del seno materno, te consagre”. El señor le anuncia que va a ser profeta de las naciones y que clamará contra la corrupción, la falta de fe, las alianzas políticas inútiles; ante esta misión Dios lo invita a armarse de valor, a no tener miedo y le advierte que la tarea no será fácil “lucharán contra ti, pero no te vencerán, porque yo estoy contigo para librarte”. El salmo 70 pone de manifiesto el tono de confianza que ha de tener el profeta, que no se fía de sus propias fuerzas, sino de la ayuda de Dios. “A ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre; tú eres justo, líbrame y ponme a salvo…”. La Iglesia hoy nos señala una de las páginas más hermosas del Nuevo Testamento y talvez de las más conocidas, “el himno al amor”, descrito por San Pablo en la primera carta a los Corintios. Todo termina, todo es limitado, pero cuando venga lo perfecto, lo limitado se acaba, lo único que prevalece es el amor. El amor “…goza con la verdad, disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca”. El evangelio del domingo nos dejó en estado de expectativa, Jesús en la sinagoga de Nazaret, lee el libro del profeta Isaías y después de entregarlo al encargado afirma “hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír”, el relato nos cuenta que los oyentes “tenían los ojos fijos en Él”. Hoy continuamos con la descripción de la misma escena. Lo dicho por Isaías, tiene cumplimiento en Jesús, Él es el profeta de la buena noticia, el liberador de todos los males del hombre. Esto inicialmente despierta curiosidad y admiración, pero cuando Jesús les dice que no va a realizar allí ningún milagro y les da la razón por la cual no lo va hacer – les falta fe -, la reacción es violenta “se pusieron furiosos y lo empujaron fuera del pueblo con intención de despeñarlo”. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Es importante reconocer que los verdaderos profetas incomodan, provocan reacciones que confrontan la vida con el querer de Dios; el profeta autentico pone de manifiesto con toda claridad las injusticias, las situaciones de infidelidad, la falta de fe. Una preciosa lección de vida es cómo el que hace la voluntad de Dios, sin importar el precio que hay que pagar, Dios le acompaña, le asiste, lo protege, como a Jeremías: “no les tengas miedo... diles lo que yo te mando... yo estoy contigo”. Jeremías y Jesús cumplieron su misión, no se callaron, dijeron la verdad, a pesar de la oposición y la violencia que los rodeaba. Confiaron y se acogieron a la protección de Dios. “a ti, Señor, me acojo... mi peña y mi alcázar eres tú”. Jesús se abrió paso y llevo su misión hasta el final. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad? Jesús al presentarse en Nazaret y entrar en la sinagoga, confronta inicialmente a los suyos, a sus paisanos, les dice que no tienen fe y por esta razón no puede hacer allí ningún milagro. Los dos refranes con los que aclara su postura “médico cúrate a ti mismo” y “ningún profeta es bien recibido en su propia tierra” genera la ira de sus oyentes que, de la admiración del domingo pasado, pasan a una actitud violenta de linchamiento. Seguramente a sus coterráneos les hubiera gustado que Jesús los adulara, curara enfermos y no que los confrontara en su fe. Jeremías es la figura original de un profeta que, por su misión, tiene que enfrentar situaciones adversas, llenas de desprecios, soledad y violencia. El pueblo no le hace caso, no se convierten, sin embargo, esta situación no lo desanima en el fiel cumplimiento de su misión, al contrario, el Profeta Jeremías se mantiene fiel a la llamada de Dios y no descansa en el anuncio de la voluntad de Dios. La realidad de los tiempos del profeta Jeremías o de los tiempos de Jesús, nos es extraña hoy en muchos de los ambientes donde se anuncia el Evangelio. Muchos con valentía y total confianza en el Señor, proclaman los valores del Evangelio, en las familias, a los jóvenes, a la sociedad civil, con reacciones positivas, pero también con reacciones de desprecio, indiferencia y rechazo abierto al querer de Dios. En este contexto estamos llamados a ser testigos de nuestra condición bautismal en la que nos hemos configurado con Cristo: Sacerdote, Profeta y Rey. Ante la oferta de tantos caminos que ofrecen la felicidad, en su mayoría caminos fáciles, sin sacrificios, la Palabra nos señala un camino exigente, de donación, de trasparencias, es el camino de la verdad, de la fidelidad, de la confianza en Dios que no abandona. Ante la tentación de dimitir, para no complicarnos la vida, está la opción de seguir el camino del profeta, que se hace testigo auténtico del querer de Dios. Hoy tenemos que dejarnos interpelar por el mensaje de San Pablo en la primera carta a los Corintios, amar salva, el que ama hace la voluntad de Dios, amarlo a Él y al prójimo es lo más importante. El amor cristiano, me da identidad, me hace discípulo del Señor, me lleva a experimentar el amor de Dios y por su amor hacemos de la vida lo mejor, buscamos la paz, servimos en la construcción de un mundo mejor, agradando a Dios y sirviendo a los hermanos. Así nos hacemos verdaderos profetas, testigos del amor de Dios en el mundo. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El encuentro con Jesús nos permite confirmar que nosotros también somos profetas; además de ser discípulos en el seguimiento de Jesús, debemos reconocer la grandeza del bautismo que nos ha hecho también profetas del siglo XXI. El Espíritu Santo recibido en los sacramentos de la Iglesia, nos empuja, como a Jesús, al desierto, al mundo, para ser profetas, testigos, proclamadores de las grandezas del Señor en la vida de los hombres. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: Insistir en el sentido de las palabras: elección, llamado, profeta, enviado, Palabra y amor. Se podría hacer una cartelera en la que se destaquen algunas personas que en la historia de la comunidad han dado testimonio de auténtica vida cristiana. Se sugiere el Prefacio Dominical III, la salvación del hombre por un hombre, Misal, pág. 385; con la Plegaria Eucarística III. Se puede emplear la fórmula de bendición solemne En el Tiempo Ordinario I, Misal, pág. 475

Vie 25 Ene 2019

El Espíritu sobre mí, es el gran don

Por ello, es el gran efecto de Dios en nuestra historia y en nuestra vida gracias a la acción del bautismo. Recibimos al Espíritu Santo y lo recibimos para una tarea concreta: nos unge para llevar la buena noticia a los demás, para ser Iglesia en salida. Tareas: Ore pidiendo una mayor unción del Espíritu Santo, aprende una oración. Ore por el éxito de las misiones para que la Iglesia crezca. Prepárese para ser un buen misionero. Este año viviremos el mes extraordinario de la misión.

Jue 24 Ene 2019

La Palabra de Dios es viva y eficaz

La liturgia e la Palabra de este domingo nos ofrece las siguientes líneas de reflexión: En primer lugar,en este domingo damos inicio a la lectura continuada del Evangelio de Lucas, que nos acompañará durante todo el año litúrgico. Puede ser oportuno hacer una breve referencia a la intencionalidad de este evangelio. “después de comprobarlo todo exactamente desde el principio, he resuelto escribírtelos por su orden, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido…” Lc. 1,1-4 Hoy la Palabra nos invita a contemplar la acción amorosa de Dios, que reconstruye, salva y libera al hombre que cree y confía en Él. También, los textos presentan la centralidad que tiene la Palabra de Dios para el pueblo creyente “Tus palabra, Señor, son espíritu y vida” (Aclamación del salmo 18) Este domingo podemos resaltar el valor que tiene la Palabra de Dios para los creyentes, puesto que “En los sagrados libros el Padre que está en los cielos se dirige con amor a sus hijos y habla con ellos; y es tanta la eficacia que radica en la Palabra de Dios, que es, en verdad, apoyo y vigor de la Iglesia, y fortaleza de la fe para sus hijos, alimento del alma, fuente pura y perenne de la vida espiritual. Muy a propósito se aplican a la Sagrada Escritura estas palabras: “Pues la palabra de Dios es viva y eficaz”, “Que puede edificar y dar la herencia a todos los que han sido santificados”. DV 21 Primera lectura: Nehemías 8,2-4a.5-6.8-10 Salmo: 19(18),8.9.10.15 (R. Jn 6,63c) Segunda lectura: 1Corintios 12,12-30 Evangelio: Lucas 1,1-4; 4,14-21 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro de Nehemías narra un acontecimiento lleno de júbilo. Luego del destierro y el retorno del pueblo de Israel a la tierra prometida, la reconstrucción del templo y la restauración de Israel, no fue una tarea fácil. En este contexto Nehemías regresa y junto con Esdras, emprenden la restauración social y religiosa del pueblo de la alianza. Hoy leemos un breve resumen, una jornada memorable para el pueblo de Israel; se desarrolla en Jerusalén, es la lectura pública y solemne de la Palabra de Dios, que estaba casi olvidada por el hecho del destierro en Babilonia. La solemnidad de esta celebración, los gestos del pueblo, son expresión del gozo que se siente al ser proclamada públicamente la ley. El salmo 18 exalta la importancia de la Ley y de la Palabra, “los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón” estas palabras son la exclamación de un pueblo que al ser repatriado, encuentra en la ley, la norma de vida “tus palabras, Señor son espíritu y vida”. Pablo al dirigirse a los Corintios, después de haber anunciado que en la comunidad cristiana hay diversidad de dones y carismas (segunda lectura del domingo pasado), hoy el apóstol nos recuerda que por el bautismo fuimos injertados a un cuerpo, la Iglesia. Como miembros de ese cuerpo tenemos una misión concreta: la unidad, el trabajo a favor de todo el cuerpo, la comunión entre todos los miembros, en especial con la cabeza, que es Cristo. Hoy empezamos la lectura del Evangelio según San Lucas, estas primeras líneas son un prólogo construido a partir de los testigos y la tradición viva “de los hechos que se han verificado entre nosotros”, esta es la introducción a todo el libro. El ministerio de Jesús empieza en Galilea, en la sinagoga de Nazaret, donde Jesús, después de haber leído solemnemente el libro del profeta Isaías, afirma “hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír” y expresa la primera reacción de su oyentes “toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él”. Jesús hace suyas las palabras anunciadas por el profeta, Jesús es el salvador, especialmente de los más débiles, de los que sufren. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? La Liturgia de la Palabra de este domingo posee una solemnidad muy particular, no solo por el contenido del mensaje, sino por el modo como se hace la proclamación del texto sagrado. En efecto, tanto Esdras en el libro de Nehemías, como Jesús en el Evangelio de Lucas, proclaman la Palabra desde un estrado, un lugar visible, que reviste solemnidad. El tomar el libro de la Ley o del Profeta, proclamar la palabra y explicarla, son gestos que manifiestan que no es cualquier palabra o discurso la que se proclama, es Palabra de Dios. La reacción de los oyentes también es muy elocuente; en el libro de Nehemías, Esdras proclama el libro de la Ley, la gente se pone de pie y sigue con atención la lectura, todos se llenan de alegría, lloran y celebran porque oyen nuevamente la voz de Dios, el día consagrado a Él. En el Evangelio la actitud de los oyentes es sugestiva “todos tenían los ojos fijos en él”. El Evangelio de este domingo presenta a Jesús como enviado de Dios y ungido por el Espíritu Santo, es el que anuncia la salvación a los pobres, los cautivos, los ciegos y oprimidos; y en Jesús se cumple lo dicho por el profeta “me ha ungido y me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres”. Jesús al empezar su ministerio pone de manifiesto cual va a ser su misión entre los hombres, es clarísima su predilección por los más débiles y oprimidos por la sociedad. En este contexto de la comunidad reunida para escuchar la Palabra, me parece oportuno hacer eco al mensaje de Pablo en la primera carta a los Corintios; estamos unidos a Cristo, Él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia, nosotros sus miembros, y la Palabra misma reaviva, cada domingo, cuál es la misión que como bautizados tenemos en la Iglesia. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad? Dios quiere colocar hoy en nuestro corazón la grandeza e importancia de su Palabra, como fuerza iluminadora y transformadora de la vida, como lo describe el salmista. Hemos escuchado que el pueblo entero lloraba al escuchar las palabras de la ley, pero también hemos escuchado la exhortación “No haganduelo ni lloren. Coman alimentos exquisitos, beban vino dulce y envíen porciones a quien no tiene. Pues este es el día consagrado a nuestro Dios”. Desde 1965 toda la Iglesia oye la Palabra en su propia lengua, se puede tener en los hogares para su meditación, se forman los lectores, ministros proclamadores, para anunciar y explicar la Palabra de Dios, con el fin de que sea anunciada solemnemente, como luz y alimento espiritual para nuestro camino. Haremos bien en alegrarnos nosotros mismos, porque para nosotros, Cristo, es la Palabra hecha carne, Él es nuestra salvación y el liberador de nuestros males, como se proclama en el Evangelio. En la plegaria eucarística IV del Misal,, se da gracias a Dios, por su Hijo Jesucristo, quien “anuncio la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y a los afligidos el consuelo”, estas expresiones del texto litúrgico son una buena síntesis de la misión del Señor, que ha optado por los pobres y afligidos de nuestra sociedad. Si Jesús es el cumplimiento de lo anunciado en el Antiguo Testamento, también Él, es para nosotros motivo de plenitud, en el servicio a los más necesitados, Cristo sigue salvando y liberando a los pobres y oprimidos a través de nosotros. Así como sus primeros oyentes, hoy estamos invitados a poner la mirada en Él, a aprender de Él y asumir su opción preferencial, puesto que en Él esta nuestra alegría y salvación. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? La Iglesia debe seguir creciendo en el conocimiento de la Palabra, en la atenta escucha y explicación de la misma, de ahí la importancia de la preparación de nuestros catequistas, de los proclamadores de la Palabra, de los agentes de pastoral y en especial de las familias, quienes tienen la responsabilidad de hacer el primer anuncio del Evangelio en sus hogares. La veneración digna del libro sagrado en nuestra casa, será signo elocuente del aprecio, respeto y obediencia que le debemos a Dios, que se comunica con nosotros mediante palabras que es luz y guía para nuestros pasos. Todos estamos llamados a colocar nuestra mirada en Jesús, a escucharlo y a poner por obra su mensaje de salvación. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Conviene que la Palabra Divina que se va a proclamar, recupere su significación y por ello sería deseable destacar especialmente en el día de hoy el ambón, como espacio sagrado e incluso venerar con el incienso el Evangeliario, signo de Cristo, palabra hecha carne. 2. Insistir en que no es correcto litúrgicamente pasar en la Misa a proclamar la Palabra de Dios valiéndose simplemente de unas «hojitas», pues esto no respeta ni la dignidad que se le debe a la Palabra, ni el sentido del momento litúrgico; para ello se han elaborado libros litúrgicos propios. 3. Sería oportuno hacer hoy el Rito para la bendición y la aspersión del agua en memoria del Bautismo, que ocuparía el lugar del acto penitencial al comienzo de la Misa, siguiendo lo indicado en el Apéndice I, Formulario I. del Misal, pág. 1053. 4. Se sugiere la Plegaria Eucarística para Diversas Circunstancias IV: Jesús, pasó haciendo el bien, con su prefacio propio. 5. Tener en cuenta que el sábado 2 de febrero, se celebra la Fiesta de la Presentación del Señor en el Templo, nos recuerda que Jesús vino a cumplir lo anunciado y a señalar el camino de la vida y de la paz. Se debe hacer bendición de los cirios y la procesión. 6. El 2 de febrero: Jornada Mundial de la Vida Consagrada.

Jue 17 Ene 2019

El Espíritu nos lleva a la unidad

Se pueden establecer tres ideas a partir de los textos bíblicos que hoy nos propone la liturgia: El profeta Isaías anuncia la llegada de un tiempo nuevo manifestado en la Justicia de Dios que brillará más que la luz de las antorchas. En el tiempo nuevo de la Iglesia, el Espíritu, que es uno, enriquece a cada bautizado con la multiplicidad de dones y carismas que nos llevan a la unidad. Ha llegado el tiempo de la nueva alianza manifestada en el signo de la conversión del agua en vino. Primera lectura: Isaías 62,1-5 Salmo: 96(95),1-2a.2b-3.7-8a.9-10ac (R. cf. 97[96],6) Segunda lectura: 1Corintios 12,4-11 Evangelio: Juan 2,1-11