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Lectio Dominical

Jue 29 Jun 2017

La vida cristiana es un camino, un itinerario

«Cantaré eternamente tus misericordias, Señor». Con esta aclamación del salmo la Palabra de Dios nos hace hoy un llamado a ser hombres y mujeres a acoger a Dios que viene a nuestro encuentro para llenarnos con su bendición. Reconozcamos su paso entre nosotros y acogiéndolo a él, también abramos las puertas de nuestra vida para acoger a los hermanos. Invoquemos al Espíritu Santo para que nos ayude a recibir con gozo y humildad la Palabra de Dios. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: 2 R 4,8,-11.14-16a[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo: Sal 89(88),2-3.16-17.18-19[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Rm 6,3-4.8-11[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Mt 10,37-42[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO BÍBLICO[/icon] 1.1 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Una mujer acoge en su casa al profeta Eliseo, pues para ella es un hombre de Dios. Ante esta actitud creyente, Dios le hace una promesa por boca del profeta: «El año que viene, por estas fechas, abrazarás a un hijo». El salmo 88 proclama eternamente las misericordias del Señor, pues «Dichoso el pueblo que sabe aclamarte: camina, oh Señor, a la luz de tu rostro». San Pablo recuerda que hemos sido incorporados, por el Bautismo, a la muerte de Cristo y con Él llamados a caminar en una vida nueva, en la cual se ha de morir al pecado y vivir para Dios. El Evangelio, al concluir el discurso apostólico del capítulo 10, Jesús advierte que seguirle a él es asunto prioritario; no puede haber nada ni nadie por encima de él. Además, Jesús al vincular a esta prioridad a sus enviados, se identifica con la Iglesia, cuya presencia en el mundo ha de ser un signo que invita a “recibir en casa” al Señor que quiere morar allí. Quien así actúe «no perderá su paga». [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] ADQUIERE EL PLAN DE PREDICACIÓN[/icon]

Jue 22 Jun 2017

El Señor nos invita a ser valientes y anunciar el Evangelio

A través de la Palabra de Dios, en este domingo, Jesús invita a sus discípulos a que no tengan miedo y que sean valientes al anunciar el evangelio. Hoy el llamado es para cada uno de nosotros a que, fieles a su misión y guiados por el Espíritu Santo, seamos servidores y testigos de la verdad. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Jr 20,10-13[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Sal 69(68), 9-10.14.33-34 (R.. 35,10)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Rm 5,12-15[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Mt 10,26-33[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO BÍBLICO[/icon] 1.1 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Las lecturas para este domingo centran su atención en la fe, en la confianza en Dios, por parte del pobre y del humilde, quien sufre y se le ataca constantemente por su condición. Por esta razón, al acercarse al Señor siente su protección y considera que es la oportunidad de poder sentirse amado y respaldado. Como agradecimiento se dirige a Dios para alabarlo y bendecirlo, comprometiéndose en esa gran misión de ser recto en su obrar y de tener la disponibilidad para servir a los demás. El cristiano en su cercanía a Dios, se siente comprometido en trabajar incansablemente por ser bueno en cada cosa que hace, consciente de que Dios le recompensa de acuerdo a su buen obrar. Pues, en un mundo deshonesto y que le incita al mal, es consciente que debe revestirse del amor de Dios y emprender con alegría la misión que Jesús le ha encomendado: “Vayan por todo el mundo y anuncien la buena noticia a toda la creación” (Mc 16, 15), es la buena nueva de Jesús que en definitiva lo hace libre. Experimentar el miedo y el abandono es una condición casi que necesaria del ser humano al reconocer que necesita de Dios y puede acercarse a él con toda confianza, esto lo hace consciente de su filiación y que no está sólo en el camino: “No tengáis miedo a los hombres porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse” (Mt 10, 26). Es así como la luz de Cristo, le permite establecer ese vínculo con el Señor, que le da seguridad, fortaleza y claridad: “Solo sé una cosa: que era ciego y ahora veo” (Jn 9, 25). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] ADQUIERE EL PLAN DE PREDICACIÓN[/icon]

Vie 16 Jun 2017

Dios nunca nos abandona, siempre está entre nosotros y nos alimenta

La Palabra que ilumina esta celebración nos habla del poder y de la acción de Dios a través de la historia. Dios nunca nos abandona, siempre está entre nosotros y alimenta a su pueblo para que tenga en abundancia la viva divina. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Dt 8,2-3.14b-16ª[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo Sal 147,12-13.14-15.19-20 (R. cf. Lc 1,53) [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 1Co 10,16-17[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Jn 6,51-58[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO BÍBLICO[/icon] 1.1 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro del Deuteronomio (8,2-3.14b-16ª) recuerda la necesidad que tuvo el pueblo de Israel del alimento en el desierto, esta necesidad es colectiva. Dios lo alimentó con el maná, este pan sustentó su marcha por el desierto. El maná que venia del cielo no daba la vida eterna, los que lo comían terminaban muriendo. El tema de la prueba en el desierto tiene un sentido formativo, pedagógico (vs. 2. 3.5.16b) humilla al hombre para ponerlo a prueba, para descubrir sus intenciones, sus verdaderos sentimientos. En la prueba, el pueblo aprenderá que depende de Dios, que él calma su sed y el hambre con agua y el maná, en el desierto, lugar de la prueba, Dios educa a su pueblo. El salmo 147 es un himno de alabanza a Dios Señor de todo y cuya bondad se manifiesta en toda clase de beneficios: felicidad, paz, alimentos, seguridad. El Señor “ha puesto paz en tus fronteras y te sacia con flor de harina” (Sal.147,14) como si se tratara de las migajas de pan de su mesa, él es Señor de la historia, ha vencido la cautividad en Babilonia y ha reforzado los cerrojos de las puertas de Jerusalén, bendiciendo a los hijos (cfr.147,13) que en otro tiempo fueron deportados y ahora están dentro de la ciudad, rodeados de sus muros. El salmo deja ver con claridad el poder de Dios, poder que genera confianza, alegría, alabanza: “Ha puesto paz en tus fronteras, te sacia con flor de harina. Él envía su mensaje a la tierra, y su palabra corre veloz”. (Sal.147,14-15). La primera carta del Apóstol Pablo a los Corintios (10,16-17) presenta la “unidad” como una exigencia que brota de la Eucaristía, todos los que comulgan el cuerpo y la sangre de Cristo se hacen con él un solo cuerpo. De la participación en el banquete eucarístico se deriva la exigencia de unidad entre los miembros de la comunidad cristina. Esta unidad tiene como primera consecuencia el compartir los bienes espirituales y materiales en una verdadera y autentica caridad fraterna “El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan” (1 Cor. 10,17). San Pablo hace estas indicaciones sobre la Eucaristía rechazando enfáticamente la idolatría y la participación de algunos cristianos en comidas de ídolos, cuestión que había suscitado divisiones y enfrentamientos en la comunidad de Corinto. Luego del relato de la multiplicación de los panes, el evangelio de Juan presenta el discurso del pan de vida (Jn. 6, 22-71). En el texto de hoy (Jn. 6,51-58) El evangelista enfatiza tres afirmaciones centrales “Yo soy el pan vivo bajado del cielo” (v. 51ª). “El que coma de este pan vivirá para siempre” (v. 51b). “El pan que yo voy a dar es mi carne”. (v. 51c). “Yo soy el pan vivo” (v.51ª). Jesús es el pan vivo porque es el enviado del Padre, el Señor es quien posee la vida y la da. “El que coma de este pan vivirá siempre” (v, 51b), comer de este pan da vida eterna, no es como el pan que comieron los israelitas en el desierto, que lo comieron y murieron, este nuevo pan trasciende la temporalidad, nos lanza a la eternidad. “El pan es mi carne” (v.51c,) esta es una comida real, concreta, es la carne y la sangre de Jesús, el hombre que come de esta carne y bebe de esta sangre hace suya la vida divina y forma una comunidad de hermanos con el Señor Jesús. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] ADQUIERE EL PLAN DE PREDICACIÓN[/icon]

Jue 8 Jun 2017

Dios es familia y comunidad

La Palabra de Dios que ahora escucharemos nos revela a un Dios, que no es solitario, sino a un Dios familia y comunidad de Amor. Dejémonos transformar e irradiar por su palabra que nos da fuerza para ser sus testigos en el mundo. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Éx 34,4b-6.8-9[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo Sal Dn 3,52ac.53a+54a.55a+56a (R. 52b) [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 2Co 13,11-13[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Jn 3,16-18[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] CONTEXTO BÍBLICO[/icon] 1.1 ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Hoy viene a la memoria la historia del pueblo de Dios liberado de Egipto que llega a la meta: el Sinaí. En este texto (Ex. 34. 4b-6.8-9) se hace evidente la preocupación continua, solícita y amorosa de Dios por Israel su pueblo. Los Israelitas habían despreciado las promesas de Dios y en su corazón había anidado la infidelidad, adorando un ídolo (becerro de oro). Moisés había roto las tablas de la ley lleno de disgusto y una gran desilusión, sin embargo, no dejó de interceder ante el Señor a favor de su pueblo. Dios le invita a subir la montaña lugar de la manifestación de Dios. Allí, en medio de una nube, símbolo de la presencia divina, Dios se revela en términos de acción amorosa, él es “Señor, Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad.” Ex. 34,6. El himno de alabanza en el libro de Daniel (3,52. 53. 54. 55. 56) que se salmodia en la liturgia de la Palabra, recoge un fragmento del cántico de los tres jóvenes, es una letanía que aclama la gloria de Dios que se hace presente en la historia de los hombres: es el “Dios de nuestros padres” (3,52), presente en el templo de su santa gloria y que a la vez, se sienta en el trono de su reino. La conclusión de la segunda carta a los Corintios (13.11-13) responde a las divisiones internas y a los conflictos que desvirtúan la predicación de Pablo. La alegría es fruto de la fe en Cristo, al igual que la paz, si no se vive alegre y en paz ¿cómo puede estar presente en medio de la comunidad “el Dios del amor y de la Paz”? (2 Cor. 13,11). El “beso santo” (2 Cor 13,12) es un gesto que evidencia la comunión entre los creyentes en Cristo. Finalmente San Pablo expresa su deseo de bendición e implora la gracia del amor y de la comunión de Jesucristo, de Dios y del Espíritu Santo. En el evangelio de Juan (3,16-18), que presenta la figura de Nicodemo, doctor de la ley, fariseo, miembro del sanedrín, judío piadoso, preocupado por la salvación, recordamos el diálogo de Jesús con Nicodemo centrado en la necesidad de nacer de nuevo y de lo alto. Para Nicodemo Dios se ha revelado de una vez por todas en la ley. El hombre solo puede encontrar a Dios en la ley. El evangelio de éste día nos ofrece una idea muy distinta, Dios no se revela al hombre a través de la ley, sino a través de su Hijo. Dios no es revelado como juez o legislador, sino como Padre amoroso, que no quiere que ninguno de sus hijos se pierda, sino que todos se salven (cfr. 1 Tm. 2,4). Creer en el Hijo significa aceptarlo como Señor, Salvador, él da la vida eterna. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link=''] ADQUIERE EL PLAN DE PREDICACIÓN[/icon]

Jue 23 Feb 2017

Centremos nuestra energía en los valores propuestos por Jesús

Hermanos y hermanas, bienvenidos a la celebración eucarística de este domingo, encuentro personal y comunitario con el Señor. Venimos a escuchar la Palabra y a compartir el alimento eucarístico, pan partido para la vida de todos. Como familia de Dios celebremos este misterio y acerquémonos con mucha confianza a recibir del Padre providente el regalo de su amor en su Hijo entregado por nosotros para nuestra salvación. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Is 49,14-15[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo: 62(61),2-3.6-7.8-9ab (R. 6a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 1Co 4,1-5[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Mt 6,24-34[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] La ternura de Dios. El mensaje central de esta liturgia de la Palabra está en la revelación del rostro de Dios, de nuestro Dios, del Dios de Jesucristo. Isaías lo compara con el amor de la madre, pero para decir que es mucho más y Jesús lo manifiesta como el Padre que se ocupa de todas sus creaturas, pero para dar énfasis en el amor a la persona humana que vale mucho más que las flores del campo y las aves del cielo. Los discípulos misioneros de Jesús estamos llamados a profesar nuestra fe en un Dios que tiene rostro tierno, amable, cariñoso. Una de las preocupaciones centrales de la vida de Jesús es mostrarnos ese rostro “Si conocieran al Padre”. Toda su vida se desarrolla en la intimidad con su Padre. Nuestro Dios no es desconocido, no es una “especie de energía” etérea. Acerquémonos cada vez más a este rostro amable, bondadoso y misericordioso. Nuestra fe es en el Dios Padre revelado en la persona de Jesús y que siempre se manifiesta por la fuerza del Espíritu Santo. La dignidad del ser humano. “Acaso no valen más ustedes que los lirios del campo y las aves del cielo”. Complementa el mensaje central esta referencia directa a la dignidad de la persona humana. Nos preocupamos más por las cosas materiales, por la comida, por el vestido, que por lo que es fundamental. Damos más valor a nuestras necesidades básicas que a la persona en sus valores, proyectos, posibilidades y búsquedas. En la lógica de la revelación cristiana podemos contemplar al Padre, con rostro de misericordia y ternura, pero también a los hijos con rostro de dignidad, de “misericordiados” y de amados intensamente. La confianza en el Dios providente. “Pues, aunque ella (una madre) se olvide, yo no te olvidaré”. Otro mensaje que se desprende del central es la actitud que genera el Padre con rostro de ternura: la confianza. Esta actitud complementa el sentido de la dignidad humana, porque la confianza en Dios potencia el trabajo por la dignidad del ser humano que se siente interpelado a darle a su vida un sentido de trascendencia, superando el peligro de la supremacía de las cosas materiales. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Búsqueda de lo esencial: el reino de Dios. El ser humano avanza en la búsqueda de sentido. Siempre es inquieto y quiere encontrar respuestas definitivas. El Padre providente tiene una propuesta como respuesta a esa búsqueda y la plantea como esencial: el reino de Dios, su reino. La respuesta definitiva la encontrará el ser humano, cuando centre sus energías en los valores propuestos por Jesús y que son la esencia del reino de Dios. Esta búsqueda no significa abandonar el compromiso de asumir responsablemente la tarea de transformar el mundo, por el contrario, es poner el acento en los valores fundamentales mediante los cuales se hace presente el reinado de Dios. No se puede servir a Dios y al dinero. Pero buscar el reino de Dios como apuesta esencial, implica poner las demás cosas en su justo lugar. El Señor sabe que no es posible tener dos amos, luego es necesario hacer una opción: o lo uno o lo otro. Cristo nos invita a buscar lo esencial en esta vida y a poner cada cosa en su lugar, venciendo la tentación consumística. Las idolatrías del mundo de hoy tienen que ceder su paso a lo que realmente vale la pena, a lo que es trascendente y definitivo. Hoy es más actual que nunca este mensaje, porque se ha querido desplazar a Dios a un segundo o tercer lugar, mejor dicho, muchos ni siquiera lo consideran en el horizonte de su vida. Lo material es de aquí y se queda aquí, hay algo más, lo espiritual es del resorte del Padre providente y su destino es allá, en la trascendencia, en la plenitud. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Sólo en Dios descansa mi alma, porque de él viene mi salvación. La celebración de la eucaristía es el don de la salvación, Dios comparte todo su ser con nosotros, asume la pobreza en los signos sacramentales del pan y del vino para hacernos ricos y así instaurar el reinado de Dios en el mundo. No levantemos altares al dinero, al placer, a la comida. Que el corazón y las manosqueden libres, para servir a Dios y a su Reino. Dios es el absoluto. Administradores de los bienes de Dios. La eucaristía es un don de Dios a la comunidad eclesial y al mundo. Nosotros los presidentes de la asamblea litúrgica estamos llamados a ser buenos administradores de esta riqueza infinita para la comunidad. A un administrador se le pide fidelidad, manifestemos esta virtud con la buena preparación y una digna celebración de modo que el pueblo de Dios pueda recibir la abundancia del don de Dios, las riquezas y tesoros del reino de los cielos. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Se pueden resaltar en esta celebración dominical las siguientes expresiones: ternura de Dios, providencia divina, confianza, sólo Dios basta. Explicar el sentido de la ofrenda como expresión de reconocimiento y de acción de gracias a Dios por los bienes que nos ha concedido para que los administremos. Compartir es una forma de reconocer a Dios como Señor. Puede emplearse el Prefacio Dominical X: “El Día del Señor, p. 392 del Misal que resalta la convocación a su casa que Dios Padre nos hace en este día de fiesta. Tener presente que: El próximo miércoles, 1° de marzo, es “Miércoles de Ceniza”, se inicia la cuaresma; es día de ayuno, abstinencia y obras de caridad; comienza la Campaña de la Comunicación Cristiana de Bienes. Liturgia de las Horas Tomo II, Salterio 4ª semana. Convendría hacer una adecuada catequesis que disponga al ayuno y a la abstinencia cuaresmales. No olvidar que la ceniza se debe hacer de los ramos bendecidos del año anterior o de ramas de árboles y se impone sobre la frente o sobre la cabeza, directamente con los dedos (no con sellos de corcho u otro material). Se debe corregir o evitar cualquier cosa que pueda llevar a la práctica supersticiosa de la imposición de la ceniza

Lun 13 Feb 2017

Amemos a quienes nos hacen daño y amemos mucho

Hoy debemos estar especialmente atentos y receptivos. Jesús nos va a dar su lección de amor máximo, de amor de infinitud divina, que a todos nos va a costar entender: nos dice que hay que amar a los enemigos. Dios es amor y el amor a los demás es la verdadera esencial del cristianismo, pero hoy el Maestro nos pide lo más difícil: amar a quienes nos hacen daño y mucho. Participemos con fe. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Lv 19,1-2.17-18[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo: 103(102),1-2.3-4.8+10.12-13 (R. 8a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 1Co 3,16-23[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Mt 5, 38-48[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] ¡El punto de referencia de toda moral es el mismo Dios! Sed santos, porque yo, el Señor vuestro Dios, soy santo. Las prescripciones que se recogen en este capítulo 19 del Levítico, atañen a todo el pueblo. La santidad según la Escritura tiene un sentido más amplio que el uso que se hace en teología y en la espiritualidad. La santidad de Dios queda esclarecida cuando se realiza su proyecto. Y siempre tiene un sentido comunitario con consecuencias para la vida cotidiana y para la vida cultual. La santidad es uno de los atributos esenciales del Dios de Israel (Lv 11,44-45; 19,2; 20,7.26; 21,8; 22,32s). Pablo quiere reafirmar la unidad de la Iglesia amenazada seriamente en Corinto. La comunidad cristiana, cuerpo de Cristo (1Cor 12; Rm 12), es el verdadero templo donde habita la gloria de Dios y donde es colocada la nueva alianza. La escuela joánica interpreta las palabras de Jesús con motivo de la expulsión de los vendedores como el cuerpo glorioso de Cristo: Pero el templo del que hablaba Jesús era su propio cuerpo (Jn 2, 21). Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto. En este relato del evangelio, según san Mateo, Jesús sigue explicando a sus discípulos lo que significa, no sólo cumplir la Ley, sino darle plenitud. Les pone unos ejemplos fáciles de entender para ellos: la ley del talión permitía a los judíos el cobrarse el “ojo por ojo y diente por diente” a la hora de aplicar una venganza al enemigo que les había ofendido; pues bien, Jesús les dice que la perfección de esta ley va mucho más allá que el mero cumplimiento de la misma, y aconseja a sus discípulos que no sólo no se venguen, sino que traten a los que les han ofendido con benevolencia y hasta con generosidad. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] El amor rompe la cadena del odio. En las civilizaciones mesopotámicas se estableció la Ley del Talión para evitar venganzas desmedidas. La venganza sería proporcional al daño recibido. Jesús, en cambio, propone el perdón absoluto. Amor y perdón, dos palabras claves en el mensaje de las lecturas de este domingo. Fáciles de pronunciar, pero difíciles de practicar. Amar a los que nos aman puede ser interesado. El mérito está en amar a aquél que no nos puede devolver el amor, e incluso a aquél que nos odia. El Levítico advierte al pueblo para que deje a un lado el odio, el rencor y la venganza. Llega incluso a decir que cada uno debe “amar al prójimo como a uno mismo”. Jesús no sólo habla de amor al prójimo, sino también de amor al enemigo. ¿Cómo voy a amar a quien me hace daño? ¿Pide Jesús algo imposible de practicar? Para hacer vida esta petición del Señor podemos hacer alusión a la Exhortación Apostólica del santo Padre Amoris Laetitia, cuando nos habla de la paciencia: “Tener paciencia no es dejar que nos maltraten continuamente, o tolerar agresiones físicas, o permitir que nos traten como objetos. El problema es cuando exigimos que las relaciones sean celestiales o que las personas sean perfectas, o cuando nos colocamos en el centro y esperamos que sólo se cumpla la propia voluntad (…) Esta paciencia se afianza cuando reconozco que el otro también tiene derecho a vivir en esta tierra junto a mí, así como es. No importa si es un estorbo para mí, si altera mis planes, si me molesta con su modo de ser o con sus ideas, si no es todo lo que yo esperaba.” (A.L 92) [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] El amor al enemigo es un amor que acaba con el enemigo, pero no con el hombre. Es la única fuerza que puede batirse cuerpo a cuerpo con el odio. Frente al enemigo se pueden adoptar varias actitudes: suponer que no es enemigo, imaginar que aquí no ha pasado nada y no tomarlo en cuenta, en cuyo caso todo seguirá igual; o enfrentarse al enemigo y responder a su agresión con las mismas armas, oponiendo odio al odio, en cuyo caso siempre vencerá el odio y caeremos en la espiral de la violencia; o, finalmente, y ésta es la actitud que nos pide Jesús, amar al enemigo y hacer bien a los que nos odian, conscientes de que el mejor bien que podemos hacer al enemigo es despojarlo de sus armas para ganarlo como hombre. Al rezar hoy el Padrenuestro no seamos hipócritas. Seamos sinceros al decir “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Seamos comprensivos y compasivos como lo es Dios con nosotros. Sólo así nos daremos cuenta de que lo que parece imposible es posible. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Resaltar en cartelera la frase: “El Señor es compasivo y misericordioso”. Insistir en las palabras: amor, perdón, oración y hacer el bien. Hoy como acto penitencial al comienzo de la Misa se puede hacer el Rito para la Bendición y Aspersión con el agua, siguiendo el “Formulario I”, p. 1053 del Misal. Se puede utilizar Plegarias Eucarísticas: “De la Reconciliación II”, p. 508 del Misal. Motivar a la comunidad para que la oración del Señor sea orada de manera despacio y siendo conscientes especialmente de la súplica: “como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Enfatizar en el gesto de la paz. Que sea un momento vivido desde el corazón que lleve a la comunidad a fomentar la paz. Tener presente que esta semana, el miércoles 22, es la fiesta de la Cátedra de san Pedro, apóstol.

Jue 9 Feb 2017

"Tu Palabra, Señor, es la verdad y tu ley nuestra libertad"

Tu Palabra, Señor, es la verdad y tu ley nuestra libertad. Esta palabra que canta la ley del amor, llegue a cada corazón y señale a cada persona y a toda la comunidad su camino de esperanza y de fraternidad. Escuchemos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Is 58,7-10[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Sir 15, 15-20[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo: 119(118), 1-2.4-5.17-18.33-34 (R. cf. 33a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Mt 5,17-37 (forma larga) o Mt 5,20-22a.27-28.33-34a.37 (forma breve).[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] El libro del Eclesiástico o Sirácide nos indicará la urgencia de vivir los mandamientos y de hacer de ellos un camino seguro para nuestra vida. La actitud del mundo frente a las normas siempre será polémica, pero los creyentes no podemos olvidar que Dios no nos ofrece los mandamientos como un código, son una amplia senda de esperanza que determina las relaciones con Dios y con los hermanos en clave de amor. El salmo 119, (118) que es el más largo de la Biblia, es un canto a la ley de Dios, pero es también un consejo prolongado y gozoso que invita al creyente a regular su vida con una ley de amor y de esperanza que se concreta en la fraternidad, en la convivencia, en la bondad. San Pablo sigue presentando su ministerio a una comunidad tan difícil como la de Corinto. Allí las actitudes del Apóstol y las instrucciones que da se convierten en un reto que contrasta con el caos moral que se vivía en aquella ciudad turbulenta, tan parecida a nuestro mundo de hoy. El Evangelio hace del Monte de las Bienaventuranzas un nuevo Sinaí, en el que Jesús no desbarata la ley sino que la clarifica la traduce en clave de misericordia, proponiéndole a aquellos testigos y a nosotros los actuales oyentes, que todo se renueva, que la ley de Dios se hace práctica y se entenderá ahora como la clave para la construcción de una sociedad que conviva en la armonía bajo el “dulce yugo” del amor. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Vivimos hoy una tentación dramática: el relativismo. Es, no sólo una tendencia nefasta que quiere y propone un mundo sin normas y sin referentes firmes, sino también una temible escuela de vida sin compromiso y de vida sin futuro. Jesús, con paciente alegría, va releyendo la Ley. Alaba su perfección pero propone su actuación en una vida ejemplaren la que la constante “pero yo os digo” nos indica que Jesús, lee la ley con los ojos de la misericordia y, como si fuera un músico que quiere hacer una interpretación magistral de un clásico, le da los acentos nuevos para que aparezca en todo su esplendor la inspiración de Dios-amor. La Ley de Dios es perfecta, pero el corazón humano la fue volviendo una carga terrible que, en tiempos de Jesús, era puesta sobre los débiles hombros del pueblo por los fariseos. Hoy podríamos caer en una situación semejante si no renovamos nuestra fe en el amor de Dios que nos llama a la perfección y a la santidad. La clave es el amor, la inspiración es el amor, la fuerza es el amor. El amor a Dios nos pide fidelidad a su intención y fidelidad al hacer de sus leyes un camino de esperanza que debe ser recorrido por todos en comunión y en esperanza. Jesús no cambia lo esencial, le da esencia amorosa y fiel a todo lo que Dios había dispuesto, purificando la voluntad de Dios de las añadiduras y componendas de los fariseos. Estamos ante el deber de conocer el amor de Dios y vivirlo, de hacer de la nueva ley, que es la misericordia, el mejor camino para encontrar al final de la vida la corona que Dios ha preparado para el que vive en su amor y en su presencia. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] El monte de las Bienaventuranzas es un nuevo Sinaí, en el que Jesús, quiere inscribir la ley del amor en nuestros corazones y no en lajas de piedra. Aceptemos el reto y hagamos de nuestra celebración una fiesta de esperanza en la que la ley de Dios es proclamada: la antigua celebrada con amor como camino que nos preparó para la nueva alianza, la ley iluminada por cristo, como sendero por el que la Iglesia ha de seguir caminando como “pueblo que tiene como meta el Reino y como ley el precepto del amor”, de lo que habla uno de los prefacios del Misal. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Resaltar la frase: «No he venido a abolir la Ley y los Profetas (…) sino a dar cumplimiento». Insistir en las palabras: ley, amor, justicia y misericordia. Para el acto penitencial de la Misa se puede seguir el Formulario 3, con la invitación “Jesucristo, el Justo, intercede…” y con la invocación para el Tiempo Ordinario II, p. 344 del Misal. Puede ser útil emplear la Plegaria Eucarística IV, con su prefacio propio, que nos recuerda la historia de amor fiel de Dios por su pueblo que culmina en la Pascua de Jesús y se prolonga en la vida de la Iglesia. Qué bueno fuera cantar en comunión el bello himno “Dios es amor” compuesto por De Roux y Briceño, tan común en los tiempos del congreso Eucarístico que presidió entre nosotros el Beato Paulo VI. .

Mié 1 Feb 2017

Ser luz es aprender a imitar la actitud del profeta

La palabra del Señor siempre viva nos llama hoy al testimonio gozoso y al compromiso de ser luz y vida para todos. Que estas lecturas que se van a proclamar despierten en nosotros la llamada a iluminar el mundo con la luz de la fe. Escuchemos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Is 58,7-10[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo: 112(111),4-5.6-7.8a+9 (R. 4a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 1Co 2,1-5[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Mt 5,13-16.[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] ¿Qué dice la Escritura? Isaías nos propone nuestra vocación de luz. El profeta en esta tercera parte de su libro, está empeñado en que Israel recuerde el amor de Dios y descubra cómo la vida que ha recobrado necesita signos concretos de fidelidad a Dios que se reflejen en la opción por los que sufren. El Salmo 112 insiste en la luz. Se es luz y se ofrece luz cuando el que cree hace de su vida una oportunidad para mostrar que la justicia verdadera se traduce en amor generoso, en confiada esperanza, en amor entregado con piedad a los que nos necesitan. Pablo, en la confianza que refleja este pasaje, retrata la grandeza de su ministerio como un servicio a Cristo y como un compromiso con el Crucificado que es la expresión plena del amor de Dios. El Evangelio nos recuerda, como decíamos antes, nuestra vocación de luz, la llamada que hace Jesús al comienzo de su ministerio para que lo que acaba de ser anunciado en las bienaventuranzas haga de los creyentes el faro que ilumine al mundo y la sal que de sabor a la historia. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Acabamos de celebrar el 2 de febrero el recuerdo de la entrada de Jesús al templo, en el que se proclamaba a Cristo como “lumen Gentium”, luz de las gentes. El mundo en el que vivimos necesita de una presencia más viva y más activa de los creyentes. Hemos de ser los abanderados de la justicia, los signos vivos de la misericordia, la expresión concreta del amor de Dios que Jesús proclamaba como bienaventuranza el domingo pasado. Ser luz hoy es aprender a imitar la actitud del profeta, del apóstol, del salmista, que preparan la alegría del evangelio, anunciando al pueblo que camina en tinieblas que el que quiera ser fiel a Dios tiene que ser un signo de esperanza, una señal segura de vida y de fe para todos. Cada vez es más urgente que en un país en conflictos constantes y en incertidumbres evidentes, la fe sirva de orientación, el creyente sea como un faro que, en medio de la tormenta, le asegura a la nave que se estremece en la tempestad, la cercanía del puerto seguro. Ser sal es aprender que la vida humana, tantas veces insípida, cuando no amargada, necesita el sabor inconfundible que le puede aportar el que es fiel a Dios y traduce su fidelidad en compromiso misericordioso con el que sufre, con el que requiere compañía, con el que ha perdido la esperanza. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Convendría recordar este domingo la reciente fiesta de la luz del dos de febrero, para que cada uno sienta que la luz que ese día recibió junto a María, la Madre del Salvador, siga encendida y reflejada en una vida de fe y de compromiso. Es urgente recordar que en el Bautismo, se nos dio la luz, y que, también, en otro tiempo, se ponía un poco de sal en los labios del bautizado para recordarle su vocación de luz y de fe, para comprometerlo a formarse en la fe para ser testigo vivo del amor y de la vida de Dios. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Que los cantos hablen de ser luz y de la misión profética del creyente. En muchas comunidades se está iniciando la catequesis. Recordar que es misión de todos ser luz y ser sal de la tierra, mediante el compromiso con todos y con el testimonio de una fe que tiene raíces, pero que también da frutos. Sería oportuno utilizar el Prefacio Dominical I: «Misterio Pascual y pueblo de Dios», p. 383 del Misal, por recordar que fuimos llamados por Dios de las tinieblas a su luz admirable, para proclamar ante el mundo sus maravillas. Recordar que esta semana: Del lunes 6 al viernes 10 de febrero se llevará a cabo la CII Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano. Tener presente en as oraciones a los Señores Obispos, pidiendo por el éxito de la Asamblea y el bien de la Iglesia que peregrina en Colombia. El sábado 11 de febrero, es la memoria libre de Nuestra Señora de Lourdes y se celebra la Jornada Mundial del Enfermo.