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Lectio Dominical

Lun 23 Ene 2017

Las bienaventuranzas nos revelan el amor de Dios

Con frecuencia oímos hablar de planes, de proyectos o de metas. Hoy la Escritura Sagrada nos indica el programa de vida del cristiano que es el de las bienaventuranzas. Pongamos toda la atención del corazón a la proclamación de la Palabra de Dios, pues en ella encontraremos la “lámpara que guía nuestros pasos” (Sal 118,105). Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: So 2,3; 3,12-13[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo: 146(145), 6c-7.8-9a.9bc-10 (R. Mt 5,3a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 1Co 1,26-31[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Mt 5,1-12a[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] ¿Qué dice la Escritura? Hoy escuchamos, en la primera lectura, un pasaje bien conocido del profeta Sofonías. En una época dura y compleja de la vida del pueblo de Israel, cuando aparece muy cercana la perspectiva del exilio, el Señor promete un “resto fiel” que buscará al Señor con humildad y confianza. Así se introduce la figura teológica de los pobres de Yavé, que no se refiere a una clase sociológica, sino a aquellos que siguen con sencillez y humildad los caminos del Señor, que guardan sus mandamientos, que hacen depender toda su vida del amor del Señor. La misma realidad se celebra en el Salmo que, justamente, recuerda, como en un cántico sin término, las acciones de Dios a favor de los pobres en el espíritu. También el trozo que hemos escuchado de la carta a los Corintios recoge la línea veterotestamentaria que ya hemos señalado, aplicada a una comunidad cristiana. La vida en Cristo no puede fundarse en glorias o conquistas humanas, sino en el amor y misericordia de Dios que nos ha escogido. Se habla, además, del modo de proceder de Dios, en ocasiones desconcertante, porque elige lo débil, lo que no cuenta. Bien sabemos que el pasaje evangélico de San Mateo que se lee hoy en la liturgia, el de las Bienaventuranzas, introduce el llamado Discurso de la Montaña, en el que se anuncia el Reino de Dios, su identidad, su dinámica y sus exigencias. Las palabras de Jesús, que sin duda desconciertan, se refieren al modo de actuar de Dios y, de modo especialísimo, hablan del mismo Cristo en cuya vida y mensaje se refleja cada una de las bienaventuranzas. ¿Qué me dice la Escritura? Como María, en su visita a Isabel, la Iglesia debe lograr la comprensión del modo de ser y de actuar de Dios: “Él derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos…” (Lc 1, 46ss.). Sólo los humildes y sencillos, los que pertenecen al resto que Dios se ha elegido, así como los describe el profeta Sofonías, pueden descubrir el misterio de la acción misericordiosa de Dios. Lo afirma el mismo Cristo en su alabanza al Padre: “…has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla” (Lc 10,21). Dios nos ofrece la felicidad verdadera, la que no se acaba y la que no se compara con la aparente dicha que nos dejan algunas cosas del mundo. En efecto, las bienaventuranzas hacen evidente un nuevo orden, aquel que surge del plan de Dios; las bienaventuranzas nos revelan el amor de Dios, su voluntad salvífica, lo que pasa en cada persona cuando acepta el reinado de Dios en su vida. Hay que tener presente que las bienaventuranzas no proclaman una especie de resignación y de pasividad frente al sufrimiento. La dicha no está en llorar, sino en el consuelo que se recibe de Dios; no está en sufrir, sino en heredar la tierra; no está en tener hambre y sed de justicia, sino en quedar saciado. ¿Qué me sugiere la Palabra para decirle a la comunidad? Si queremos encontrar la felicidad verdadera, la que el Señor nos promete, tenemos que vivir en el espíritu de las Bienaventuranzas. El Papa Francisco nos decía en una de sus homilías: “Si alguno de ustedes hace la pregunta: ¿Qué hay que hacer para convertirse en buen cristiano?, aquí tenemos la respuesta de Jesús que nos indica tan ‘contracorriente’ respecto a lo que habitualmente se hace en el mundo”. El mismo Santo Padre afirmaba: “las bienaventuranzas son el programa de vida del cristiano”. Hay que invitar a nuestras comunidades a hacer de las bienaventuranzas no sólo el programa de cada persona, sino también el itinerario de fe y de práctica de la acción evangelizadora. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Si miramos a nuestro alrededor, observaremos que cada vez más se impone, con fuerza destructora, un estilo de vida que etiqueta como triunfadores o vencedores a los que ostentan el poder, el tener y el placer. Y muchas dinámicas sociales sirven a estos propósitos. El Señor nos propone un ideal bien distinto: el de aceptar su reinado en nuestra vida, el de asemejarnos a Cristo, el de encontrar la dicha en su amor y misericordia. Las bienaventuranzas deben representar para cada uno y para la comunidad un desafío permanente: el de buscar la felicidad en las cosas del Señor, confiarnos totalmente en su amor, ver las cosas como Dios las ve, aceptar su reino y seguirlo fielmente. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La Eucaristía es la fuente y cumbre de la vida cristiana; en ella escuchamos la Palabra que nos anima y recibimos el alimento que nos fortalece para caminar hacia la eterna bienaventuranza. Pidamos de manera especial en esta celebración que podamos ser testigos del Reino de Dios, o lo que es igual, que nuestra vida cristiana sea ejemplo vivo de la validez de las bienaventuranzas. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Convendría hacer una cartelera con la frase: “Dichosos los que tienen espíritu de pobres”. La Plegaria eucarística de hoy pudiera ser la de para diversas circunstancias 4: «Jesús, que pasó haciendo el bien», p. 529 del Misal, por destacar la cercanía de Jesús con los pequeños, pobres, enfermos, pecadores, oprimidos y afligidos. Tener presente que esta semana, el jueves 2 de febrero, es la fiesta de la Presentación del Señor: Jornada Mundial de la Vida Consagrada. La liturgia propone un esquema sencillo de bendición de los cirios y con procesión o sin ella, antes de comenzar la eucaristía. Recordar que del lunes 6 al viernes 10 de febrero se llevará a cabo la CII Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano. Tener presente en las oraciones a los Señores Obispos, pidiendo por el éxito de la Asamblea y el bien de la Iglesia que peregrina en Colombia.

Lun 16 Ene 2017

¡Gozo, alegría, esperanza y unidad!

Las lecturas en este día nos hablan de gozo, de alegría, de esperanza, de luz grande para los pueblos, de unidad. Todo ello es expresión de la salvación que sólo Dios nos puede ofrecer. Deseosos de recibir estos dones, escuchemos con atención lo que nos dice el Señor. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Is 8,23b - 9,3 [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo: 27(26),1.4.13-14 (R. 1a)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 1Co 1,10-13.17[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Mt 4,12-23 (forma larga) o Mt 4,12-17 (forma breve)[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] ¿Qué dice la Escritura? La primera lectura, del profeta Isaías, nos trae un oráculo de esperanza. El Señor anuncia el gozo, la alegría y la libertad, después de un período cargado de desolación, guerra y división. La imagen más elocuente tiene que ver con el contraste entre la oscuridad y la luz; y se llega a esta última sólo por la acción salvífica de Dios. En la misma línea, el salmo 26 nos habla de la acción de Dios con imágenes vivas: “El Señor es mi luz y mi salvación,…es la defensa de mi vida”. Es un salmo de confianza, que invita a esperar en el Señor con gozo y con ánimo decidido. La segunda lectura es una invitación a la unidad. La hace el apóstol Pablo a una comunidad en la que ha penetrado con fuerza la contraposición entre diversas facciones: “unos de Pablo, otros de Apolo, otros de Pedro”. Por eso, habla de los peligros de las divisiones y del sectarismo. Frente a ellos, la conciencia clara debe ser que Cristo no está dividido. La escena evangélica nos presenta tres momentos del inicio del ministerio público de Jesús: Una introducción teológica de este ministerio, el llamado a la conversión y la elección de los discípulos. Podemos decir que esta imagen de apertura a la misión de Cristo contiene, en sí mismo, la alegría del Evangelio, es la inauguración del reinado de Dios que se acoge con la conversión del corazón. ¿Qué me dice la Escritura? La Palabra hoy nos pone delante la alegría del Evangelio, el gozo de la acción salvífica del Señor, así como la luz y la libertad que sólo encontramos en él. Frente a este acontecimiento mesiánico único y maravilloso, el Señor nos pide una actitud de acogida; ¿cómo? En primer lugar, con el reconocimiento de la luz que disipa las tinieblas; ver esa luz grande. Esta imagen tiene mucha fuerza en las lecturas de hoy. Cristo es la luz del mundo, lo dirá él mismo (cf. Jn 8,12); y continuará: “el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”. En segundo lugar, es una exigencia responder con la confianza puesta absolutamente en él. No nos salvará nadie más, hay que esperar totalmente en la bondad y en la misericordia del Señor. Y, en tercer lugar, respondemos con la conversión de nuestra vida. Acoger el reinado de Dios es volver realmente a él, orientados por el atractivo de su gracia. En una palabra, como lo sugiere el Evangelio, se trata de ser sus discípulos y misioneros. ¿Qué me sugiere la Palabra para decirle a la comunidad? ¡Qué hermosos son los pies del mensajero que anuncia la paz! (cf. Is 52,7) Como lo hace la Palabra, que es viva y eficaz, debemos presentar a nuestras comunidades el gozo, la alegría, la salvación, la libertad que provienen del amor de Dios. Recordemos que el Papa Benedicto XVI nos insistía en el atractivo y belleza del Evangelio. Esta Buena Nueva es luz y es roca firme. Pero también, es necesario que hagamos conscientes a nuestras comunidades de lo que significa acoger el reinado de Dios en nuestra vida, para experimentar la alegría del Evangelio. El llamado que Jesús hace a los discípulos lo hace también hoy a cada uno y a la comunidad. Es la misma invitación de Aparecida, la cual debe resonar hoy con renovado vigor: “Formación de los discípulos misioneros, para que nuestros pueblos en él tengan vida”. Sí; en el discipulado misionero podemos vivir la promesa salvífica del Señor. No se puede olvidar finalmente, la invitación a la unidad que nos ha hecho San Pablo. El discipulado no solo es vocación sino también con-vocación. Las divisiones, las rivalidades, el sectarismo impiden o retrasan la tarea de la Evangelización. Sólo podremos ser testigos de la alegría del Evangelio cuando estamos unidos. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] La Palabra nos debe impulsar en este día hacia esa luz que encontramos en la Buena Nueva. Sin duda que también hemos pasado y aun experimentamos el poder de las “sombras” en muchas situaciones. Nuestras familias, nuestras comunidades, nuestro país, sólo podrán salir de la oscuridad avanzando hacia la luz que es Cristo. Pero también hemos de darnos cuenta de la insistencia en la formación de los discípulos misioneros. No es una cuestión sólo de cursos o de conocimientos académicos, sino de una experiencia del encuentro con el Señor. Hay que acoger el Reino de Dios. Y para ello tenemos que escuchar el llamado a la conversión. Hoy nos tenemos que preguntar ¿qué pasos hemos de dar?, ¿cómo acogemos mejor la luz de Dios?, ¿qué conversión nos pide el Señor? Y hay una insistencia particular: vivir la unidad. Hay que acabar con todas las rivalidades, las divisiones, los grupismos y los sectarismos. No debe haber ni motivos ni espacios en la Iglesia para luchar unos contra otros. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La Eucaristía es el banquete de la unidad; ella edifica la comunidad eclesial. En este domingo hemos de pedir al Señor que nos fortalezca en la unidad, de modo que superemos todas las divisiones y rivalidades; también porque en ella está la fuerza de la Evangelización, según la afirmación del mismo Señor: “Que todos sean uno para que el mundo crea” (Jn 17,21). [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Insistir en la imagen más elocuente que presenta la liturgia de la Palabra para este día, y que tiene que ver con el contraste entre la oscuridad y la luz; y se llega a esta última sólo por la acción salvífica de Dios. Se podría colocar en cartelera la frase: “El Señor es mi luz y mi salvación”. Pudiera sugerirse la Plegaria Eucarística IV, con su prefacio propio, p. 456 del Misal, ya que presenta un sumario de la historia de la salvación. Tener presente que esta semana, el miércoles 25, es la fiesta de la Conversión de san Pablo, apóstol.

Lun 9 Ene 2017

Él nos creó y nos llamó a la luz

Elección, misión y envió son acciones recurrentes en los textos de este día tanto del antiguo como del nuevo testamento. Experiencia que se nos propone a nuestra comunidad llamada a este encuentro, para afianzar su ser cristiano y su compromiso de anuncio del Señor. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Is 49,3.5-6[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo: 40(39),2+4ab.7.8-9.10 (R. cf. 8-9)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 1Co 1,1-3[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Jn 1,29-34[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Contemplar a Jesús, como nos refiere el propio Juan Bautista cuando dice: “yo lo he visto”, es cumplimiento y plenitud de todas nuestras búsquedas, por cuanto en Él se nos da la totalidad del don de Dios: “ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo” y por su obra la salvación llega “hasta el confín de la tierra”. Pablo entendió así toda su vocación y misión, se veía así mismo como uno que había sido llamado (elegido) para ponerse al servicio de toda la humanidad, anunciándoles que estaban también ellos convocados a ser partícipes de la gracia del Señor. La gratuidad del don recibido le imponía la generosidad en la entrega apostólica; la experiencia del amor que le había sido otorgado, le impulsaba a amar la voluntad divina que ahora lo tenía como servidor del Evangelio para todos los hermanos. Accede al contenido completo del plan

Mar 15 Nov 2016

El Señor tiene todo el poder para salvarnos

Las lecturas que vamos a escuchar proclaman un misterio de fe: Jesucristo es Rey, es el Mesías anunciado y prefigurado en los reyes de Israel, enaltecido y alabado, al que el apóstol nos presenta como Creador y Señor de todo, como el Principio y primogénito, “el primero en todo”; y proclaman una verdad: Jesucristo es Rey, es el Señor de Misericordia que nos escucha, nos perdona y nos salva, por eso es a quien celebramos en este día que concluye el año litúrgico. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: 2Samuel 5,1-3[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 122(121),1-2.4-5 (R. cf. 1)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Colosenses 1,12-20[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 23,35-43[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] En este último Domingo del año litúrgico, en el que celebramos a nuestro Señor Jesucristo, la Palabra de Dios nos lleva a la maravillosa experiencia de reconocerlo como Rey del universo y Dios de poder, que lo ha creado todo y todo existe por Él y para Él; como Dios cercano y familiar que pastorea a su pueblo y da su espíritu a sus líderes, reyes y profetas, por eso la alegría de ir al encuentro en su casa; y como Dios de misericordia, quien escucha al malhechor arrepentido el pedido de acordarse de él cuando llegue a su Reino, lo absuelve de su maldad y lo ofrece su gloria y salvación. Jesús crucificado, es el Rey, creador y dueño de todo, que tiene todo el poder para perdonar los pecados; es reconocido como el rey de los judíos, el Mesías, que ofrece el don de la salvación a los pecadores; y es el Siervo de Dios, el mayor servidor de toda la humanidad y de todos los tiempos, quien al entregar su propia vida dio testimonio de la verdad y al morir en la cruz se constituyó en el único Salvador que ofrece el don de su Reino, de la vida y felicidad eterna a quienes lo acogen. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] El hoy de la salvación nos invita a preguntarnos ¿quién es el que ocupa el primer lugar en nuestras vidas, en nuestro ser y quehacer? ¿Quién conduce la historia de la humanidad y del mundo? ¿Hacia dónde vamos, cuál es nuestra meta? Cada día escuchamos los noticieros y los comentarios de las personas que hablan de violencia, maldades, crímenes, odios, venganzas, abusos y maltratos. Oímos quejas acerca de los que se han convertido en reyes y señores de este mundo y destruyen vidas, de personas al margen de la ley, de pandillas, de quienes se consideran dueños de la vida y de la muerte y asesinan. Y hay quienes opinan acerca de los sistemas dominantes, de la globalización y el libre mercado y nos hacen pensar que todo anda mal y estamos abocados a la perdición. Así, todo aparece como tan complejo y caótico que corremos el riesgo de deprimirnos o desesperarnos. ¡Qué pasa? Nuestra reflexión y mensaje se centra en la verdad de fe, de conocimiento, de sabiduría y de esperanza que como Iglesia celebramos hoy: Jesucristo es nuestro Rey. Rey de Misericordia y de Perdón. La Palabra, la sagrada tradición, el magisterio de la Iglesia y nuestras convicciones, confiesan y proclaman al mundo: el Señor Jesús es nuestro Rey y Salvador y no hay ninguno más. Él es el dueño y Señor de la historia; Él está vivo y acompaña el caminar de la creación, de la humanidad y de la Iglesia hacia la plenitud, según la voluntad del Padre. Al Señor pertenecen el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el reino, el honor, la gloria y la alabanza, por tanto si estamos unidos y somos del Señor Jesús, a quien pertenecen también el tiempo y la eternidad, estemos seguros que con su presencia viva, su poder salvador y su reinado universal nos dará la libertad, la alegría, la esperanza, la fortaleza, la paz y la vida que anhelamos. Él es el único que puede cambiar la realidad de nuestra historia. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] En la Eucaristía de hoy Jesús nos deja sentir que vive en nosotros, que nos pide ser “misericordiosos como el Padre”, que puede salvarnos y que su reino es de aquí y del más allá. Por tanto, en memoria de su entrega y de su triunfo, sobre el pecado y la muerte, ofrezcámosle el Pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía, y coloquemos en su altar nuestro mundo personal y eclesial –un signo de fraternidad-. Así podremos dar el urgente testimonio que el Señor espera y el mundo reclama para creer: que Jesús es nuestro Rey, por eso resistimos a las tentaciones que nos alejan de Él; que luchamos contra la indiferencia, frente a las necesidades de los otros; y que esperamos un mañana mejor de parte de nuestro Señor, a quien damos todo honor, toda gloria y toda alabanza. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Al llegar el último domingo del Año Litúrgico, con la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, se recomienda finalizar con una celebración que permita compartir y sentir los valores del Reino, una confraternización que motive a vivir y ser testigos de la obra del Reino, de la Verdad, la libertad, la justicia, la solidaridad y el amor que se hace vida y produce vida. Tener presente que todo el formulario de la Misa es propio de la solemnidad, incluido el Prefacio: «Jesucristo, Rey del universo». Al clausurar en este domingo el Año del Jubileo de la Misericordia recordar cómo pudimos ser buenos samaritanos y mostrar que la Cruz y el Servicio son las claves de la vida de los amigos y colaboradores del reinado de Cristo. Recordando el Sínodo de la Familia, motivar a conocer y compartir tanto las conclusiones como el desafío de velar por la Familia. Tener en cuenta que esta semana: Es la última del Tiempo Ordinario, por lo tanto del Año Litúrgico 2015 -2016. El miércoles 30 de noviembre, es la fiesta de san Andrés, apóstol. 6. Tener presente que el próximo domingo 27 de noviembre, con el Tiempo del Adviento, inicia el nuevo Año litúrgico 2016-2017: Leccionario Dominical Ciclo A; Lecturas Bíblicas del Tiempo Ordinario y del Oficio de Lectura Año I (Impar); Liturgia de las Horas Tomo I.

Mar 8 Nov 2016

Lo esencial en nuestra vida es Jesús

La Palabra de Dios para este domingo nos invita a prepararnos para el encuentro con el Señor, que podamos reconocerlo como el Hijo de Dios, a través de sus diferentes manifestaciones. Que las preocupaciones de este mundo, no nos hagan perder de su camino, que en cada momento estemos atentos a su llamado, para que fieles podamos cumplir nuestra misión. Escuchemos atentos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Malaquías 3,19-20a[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 98(97),5-6.7-8.9 (R. cf. 9)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 2Tesalonicenses 3,7-12[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 21,5-19[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] La venida del Mesías es inminente y próxima para el pueblo de Israel, era lo que manifestaba Miqueas en su tiempo, sin embargo él denuncia que el pueblo no está preparado, se ha olvidado de la alianza, preocupándose de su propio bienestar olvidándose de Dios: «No merece la pena servir a Dios. Pues los infieles son felices; los malvados prosperan» (Miq 3,14-15). Una vida apartada de Dios, en donde la desilusión y la desesperanza acompañaban al pueblo, pues los poderosos los oprimían. De la misma manera Jesús, en el pasaje del evangelio para este domingo, constata que el pueblo ha puesto su atención en el templo, en predicciones futuras y en el fin de los tiempos, desconociendo la presencia de Jesús como el mesías, como el Hijo de Dios: “Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Más no vayáis en pos de ellos” (Lc 21, 8). El apóstol Pablo, siguiendo la línea que Jesús propone en fijar la atención en lo que es esencial para la vida, centra su atención en la importancia de reconocer el mensaje de Jesús, que lleve al discípulo a ser testimonio de entrega y de trabajo por el evangelio. De frente a esta invitación, el apóstol insiste en que la misión encomendada por Jesús no es ajena a los compromisos que hemos de asumir en el diario vivir: “Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno” (2Tes 3, 11). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] El pueblo de Israel se preocupaba en su tiempo por las cosas efímeras y pasajeras, olvidándose de las que son esenciales: El templo, el afán por saber los signos que señalaban el fin de los tiempos, acostumbrados a las posibles próximas persecuciones. Sin embargo, es una realidad que no está lejos de nosotros, pues hemos entrado en el letargo del bienestar y la satisfacción rápida, acompañado del relativismo y de tragedias que ocurren a nuestro lado, pero que en nada nos tocan, esto nos convierte en personas de corazón duro, indiferentes al sufrimiento de los hermanos y a las manifestaciones de Dios. Como Jesús en su momento invitaba a la trascendencia, a preocuparse por las cosas que son esenciales, también nosotros estamos llamados hacer vida su mensaje: “Porque yo os daré palabra y sabiduría, las cuales no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan” (Lc 21, 15). Se trata entonces de una invitación que nos hace la Palabra hoy a ser testigos en la fe y la esperanza, a ser constructores de un mundo nuevo, capaz de trasformar la realidad. Frente a una realidad tan compleja como la nuestra, es importante rescatar valores que trasformen la sociedad. Es el mensaje salvífico de Jesús, su reconocimiento entre nosotros lo que nos debe motivar en cada momento de nuestra vida. En definitiva, podremos darle explicación a las diferentes problemáticas de nuestra época, en la medida en que reconozcamos a Jesús, en nuestra propia vida y en la vida de los demás, ya que en Él tenemos la misión de trasformar la realidad en la que vivimos y en quien somos capaces de darle un espacio a Dios en nuestro ser, para que a través de nuestra historia Dios obre su salvación: “Es el momento en que el discípulo debe confiar en Jesús, el Salvador, porque sabe que su Señor lo ayudará” (21,15.18). [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] “Quien a Dios tiene Nada le falta: Sólo Dios basta” (Santa Teresa del Niño Jesús). Cuando a Dios se le lleva en el corazón, se da posibilidad de celebrar la presencia de Jesús, aunque, tantos afanes de la vida nos puedan hacer perder el horizonte, nos hacen perder de Dios, empañando nuestra alegría y felicidad. Tal vez, las tecnologías y el confort en el que vivimos nos han hecho olvidar de lo fundamental, por eso es momento de iniciar ciertos cambios, que nos permitan caminar al lado de Jesús: Es el tiempo de dar testimonio (Lc 21,13) y de fidelidad (Lc 21,19), es tiempo para celebrar la presencia de Jesús, de encontrarnos en su Palabra y en la eucaristía, para que tengamos la vida de Dios en abundancia. La invitación es a darle espacio a Jesús en nuestras vidas, en nuestra familia en nuestra comunidad, en definitiva en el mundo en que vivimos, hagamos compromisos claros y realizables delante de Dios, pues decimos que tenemos fe, pero con la menor prueba comenzamos a renegar de Dios, decimos que amamos, pero no somos capaces de tolerar al otro, también decimos que tenemos esperanza de que las cosas van a cambiar, pero somos nosotros los primeros en llenarnos de pesimismo. Así que reconocer a Jesús como el Mesías, como el Hijo de Dios, es atrevernos a dejarnos guiar por Él, en un mundo confundido, siendo sus discípulos fieles y comprometidos. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] 1. Proponer a los fieles hacer durante estas últimas semanas del Año litúrgico una seria evaluación del caminar en la fe, que permita pedir sincero perdón a Dios por lo hecho mal y presentarle los ricos frutos espirituales obtenidos, más aún cuando se está concluyendo el Año Jubilar. 2. Resaltar las expresiones: «Para ustedes brillará el sol de mi justicia», «Viene el Señor a juzgar el orbe con justicia» y «Sufriendo con entereza se salvarán» 3. Se puede seguir el Prefacio Dominical X: «El Día del Señor», p. 392 del Misal. 4. Temer presente que: Este domingo, la clausura del Año Extraordinario de la Misericordia. Se podría motivar para que en este día los fieles puedan lucrarse de las indulgencias concedidas a este Año de Gracia. El próximo domingo 20 de noviembre, solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, es el último domingo del Tiempo Ordinario, por lo mismo del Año litúrgico 2015-2016. Imagen:Francesco Gallarotti. Obtenida de: https://unsplash.com/?photo=rL6sOvctpo4

Lun 31 Oct 2016

Unidos con Dios, sin descuidar nuestro presente

Escuchemos atentamente las lecturas, Palabra de Dios que nos invita a vivir con los ojos puestos en nuestra meta final: la Unión con Dios en la Resurrección, pero sin descuidar nuestro compromiso con el presente: tener siempre a mano obras y palabras buenas. Acojamos con amor esta Palabra y vivamos como nos lo pide el Señor. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: 2 Macabeos 7,1-2.8c-14 [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 17(16),1.5-6.8b+15 (R. cf. 15b)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 2Tesalonicenses 2,16 – 3,5[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 20,27-38[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Desde el contexto bíblico, en la homilía de hoy, se pueden destacar los siguientes temas: La plena confianza en Dios, la vivencia heroica de la fe, y la Resurrección. En cada una de las lecturas, e incluso en el salmo, podemos ver estos temas nucleares y la manera como se relacionan entre sí. Las situaciones difíciles, de persecución, de flagelo y la búsqueda de alejar al “otro” de Dios, no deben ser motivo de desánimo sino de vivencia virtuosa y heroica de la fe. El Ejemplo magnífico del testimonio de los siete hermanos y su madre, en la primera lectura, muestran que su plena confianza en Dios no se fundamenta solo para esta vida; la vivencia heroica de su fe, y en las respuestas que cada uno da, nos van haciendo ver la certeza de una vida que va más allá del presente: “El Rey del mundo nos resucitará a una vida eterna”, de la confianza y esperanza en el Dios de la vida. Jesús, quien es cuestionado y tentado sobre el tema de la resurrección, aprovecha para exaltar la comunión y confianza en Dios, descubre y pide descubrir el verdadero rostro de Dios, y el auténtico pensamiento que debe tener el creyente. Dios y vida están íntimamente unidos, al punto que son la misma cosa “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn 11,25). La segunda lectura está enmarcada en las Instrucciones que San Pablo dirige a la comunidad, exhortándola a la perseverancia y fidelidad; actitudes permanentes que brotan de la confianza en los dones recibidos de Dios y que invitan a vivir la fe de manera heroica y comprometida con el presente, aunque se tengan los ojos puestos en la Esperanza de la Vida Eterna. La confianza en Dios, y la esperanza en lo eterno: la resurrección, dan la fuerza para soportar las injurias y las dificultades del presente; de allí brota incluso el valor frente al martirio. ¿Cómo alcanzar la confianza en el Señor? La confianza nace del conocimiento de Dios y de su palabra, por esto San Pablo pide que se ruegue, que se ore “para que la Palabra del Señor se propague rápidamente y sea glorificada”. El no comprender la palabra lleva a un uso inadecuado e incluso desviado de la misma. Los saduceos la usan para justificar sus ideas “Maestro, Moisés nos dejó escrito…”. Conocer la Palabra: hecha carne y escritura es el antídoto contra el miedo a la muerte, ella engendra esperanza. Hay que destacar que este encuentro y glorificación de la palabra se debe dar en un contexto de oración y no de simple curiosidad morbosa, pícara o tentadora que busca cuestionar el mensaje salvador. Resurrección. Algunos miembros de nuestro pueblo confunden resurrección con reencarnación, o con otras posturas frente a la muerte, son nuestros “saduceos” del hoy. Ante ellos, y para formar nuestro pueblo es necesario dar certeza y claridad sobre este tema. Se puede precisar volviendo al Catecismo de la Iglesia, sobre algunos artículos del Credo: Artículo5 “Jesucristo descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos”; y el Artículo 11 “Creo en la resurrección de la carne”, y Artículo 12 “Creo en la vida eterna”. Claridad y no confusión: Invitar a los fieles a conocer hasta donde el misterio lo permite el tema de la Resurrección; sin pretender satisfacer la curiosidad que lleva al engaño. Anclar nuestra esperanza en el Misterio Pascual. Aceptar que se trata de una realidad totalmente novedosa y no continuidad de la que hoy tenemos. “no se esposarán”; Hombres amados por Dios en su naturaleza, “serán como ángeles”, no ángeles; son dos naturalezas distintas: el hombre no llegará a ser ángel jamás, ni aunque muera niño inocente, será un hombre resucitado y salvado, pero no un ángel. Conviene evitar, ante la muerte de inocentes, expresiones como “ángeles quiere el cielo”. Acentuar nuestra condición en relación con Dios, no ángeles, pero si Hijos de Dios, Hijos de la Resurrección; “somos hijos de un Padre al que no se le mueren los hijos, Él los resucita”. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Próximos a terminar el año litúrgico, y el año jubilar, es necesario hacer ver que la confianza en Dios, y la esperanza en la resurrección son dones de su gran misericordia. La realidad cotidiana llena de miedo y temor la vida del ser humano, hay miedo a la muerte, al dolor; surge un sinsentido de la vida; ante este espiral de temor y angustia, el mensaje de la Resurrección debe de ser presentado con claridad y con un tono esperanzador que se compromete y vive desde el presente; la fidelidad del hoy se concretiza en la comunión definitiva con Dios en la Resurrección. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La Eucaristía es el momento de orar con intensidad como lo pide San Pablo, y en ella comprender el misterio de la Palabra, vivir intensamente la comunión y confianza en Dios y experimentar en los dones del Banquete que desde ya gustamos gracias de la Resurrección. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Se puede ambientar el lugar de la celebración con las frases de San Pablo “Que el Señor consuele sus corazones y los afiance en toda obra y palabra buena”; o “Que el Señor guíe sus corazones hacia el amor de Dios y la tenacidad de Cristo”. Invitar a aprovechar los últimos días del Año Jubilar, confesarse, ganar la indulgencia y disponer el corazón para la Celebración de Cristo Rey. Se puede seguir el Prefacio Dominical VI: “Prenda de nuestra pascua eterna”, p. 388 del Misal; con la Plegaria II. O se pude emplear la Plegaria Eucarística para Diversas Circunstancias III: “Jesús, camino hacia el Padre”, p. 524 del Misal. Tener presente que este semana: El miércoles 9 de noviembre, es la fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán. El viernes 11, es la fiesta nacional de la Independencia de Cartagena.

Jue 27 Oct 2016

Dios es misericordioso, nunca nos abandonará

Queridos hermanos, la Palabra de Dios nos muestra cómo Dios, rico en amor y misericordia, nos perdona y nos tiende su mano para compadecerse de nosotros. Hemos sido creados por Él y jamás nos abandonará. Busquemos, pues, todos, esa mirada de Jesús. Dispongámonos a celebrar con fe nuestro encuentro personal, familiar y comunitario con Jesús en la Eucaristía dominical. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Sabiduría 11,22 – 12,2[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 145(144),1-2.8-9.10-11.13cd-14 (R. cf. Sb 11,23)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 2Tesalonicenses 1,11 – 2,2[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 19,1-10[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Una vez más los textos de la Misa de hoy nos vuelven a hablar de la misericordia divina. Es lógico que se repita tanto esta inefable realidad, porque la misericordia de Dios es una fuente inagotable de esperanza y porque nosotros estamos muy necesitados de la clemencia divina. Todos necesitamos que se nos recuerde muchas veces que el Señor es clemente y misericordioso. Así, en efecto, en la primera lectura nos hace presente hoy esta bondad y cuidado amoroso de Dios sobre toda la creación y especialmente por el hombre; el Evangelio nos habla del encuentro misericordioso de Jesús con Zaqueo que intentaba ver a Jesús para conocerle, pero no podía a causa de la muchedumbre, porque era pequeño de estatura. Nada le importa lo que pudieran pensar las gentes al ver a un hombre de su posición correr primero y subir después a un árbol. Es esta una formidable lección para nosotros que, por encima de todo, queremos ver a Jesús y permanecer con Él. Zaqueo comprendió que para seguir a Cristo era necesario el más completo desprendimiento y por eso le abrió la puerta de su casa y de su vida para que Jesús entrara y lo transformara, porque necesitaba de Él. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Debemos examinar hoy la sinceridad y el vigor de estos deseos, en medio de la realidad de indiferencia ante las cosas de Dios y ante las personas mismas que comparten nuestro existir aún muy cerca de nosotros: ¿Quiero yo ver a Jesús? –Preguntaba el Papa Juan Pablo II al comentar este pasaje del Evangelio–, ¿hago todo lo posible para poder verlo? Este problema, después de dos mil años, es tan actual como entonces, cuando Jesús atravesaba las ciudades y poblados de su tierra. Y es actual para cada uno personalmente: ¿verdaderamente quiero contemplarlo, o quizá evito el encuentro con Él? ¿Prefiero no verlo o que Él no me vea? Y si ya le vislumbro de algún modo, ¿prefiero entonces verlo de lejos, no acercándome mucho, no poniéndome ante sus ojos para no llamar la atención demasiado..., para no tener que aceptar toda la verdad que hay en Él, que proviene de Él, de Cristo?. Cualquier esfuerzo que hagamos por acercarnos a Cristo es largamente recompensado. Cuando Jesús llegó al lugar, levantando la vista, le dijo: Zaqueo, baja pronto, porque conviene que hoy me hospede en tu casa. El Maestro, que había leído en su corazón la sinceridad de sus deseos, no quiere dejar pasar esta ocasión. Zaqueo «descubre que es amado personalmente por Aquel que se presenta como el Mesías esperado, se siente tocado en lo más profundo de su espíritu y abre su corazón». Se trata, entonces, de una llamada a la esperanza. En medio de esta realidad muchas veces oscuras y en la que nos encontramos muchas veces perdidos, hemos de saber y tener la esperanza que Jesús, el Buen Pastor, saldrá enseguida a buscarnos. Nunca se olvida de los suyos el Señor. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] Nos ha de ayudar la figura de Zaqueo que celebró a Jesús en su vida, para no dar nunca a nadie por perdido o irrecuperable para Dios. Nunca debemos perder la esperanza, ni siquiera cuando parece que no hay nada que hacer. La misericordia de Dios es infinita y omnipotente, y supera todos nuestros juicios, siempre que pensamos en la bondad y compasión divina para con sus hijos, nos quedamos cortos. No nos desanimemos nunca ni dudemos en continuar celebrando la presencia del Señor en la oración diaria, en la Palabra escuchada y vivida, en los sacramentos, especialmente en la Eucaristía dominical y en el servicio a los pobre, para que, encontrándonos con Él, y por muy difíciles o extremas que sean las situaciones en que nos encontremos continúe transformando nuestra historia. Su misericordia es siempre más grande que nuestros pobres juicios. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Enfatizar en que se va acercando el final del Año litúrgico, con su marcado acento escatológico. Insistir en la frase “Señor, tú tienes compasión de todos porque lo puedes todo”. Resaltar y motivar la importancia y valor del Sacramento de la Reconciliación como espacio de encuentro con la misericordia de Dios. Se puede emplear el Prefacio Dominical VII: «La Salvación por la obediencia de Cristo», p. 389 del Misal. Tener presente que esta semana: - El martes 1° de noviembre, es la solemnidad de Todos los Santos. El miércoles 2, es la Conmemoración de todos los Fieles Difuntos. El jueves 3, es en Colombia, la Memoria obligatoria de san Martín de Porres, religioso.

Jue 13 Oct 2016

Las personas de Dios, se identifican con Dios

Las personas de Dios, que se identifican con Dios, saben esperar confiados en Él y saben también interceder por sus hermanos y por sí mismos en sus necesidades. Este es el mensaje que nos trae ahora la palabra de Dios. Escuchemos atentos. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Éxodo 17,8-13[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 121(120),1-2.3-4.5-6.7-8 (R. cf. 2) [/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 2Timoteo 3,14 – 4,2[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 18,1-8[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] Dios es por excelencia, para el pueblo de Israel, el que salva: salva liberando, calmando la sed, dando alimentos y protegiendo de los enemigos; para ello Dios interviene siempre por un elegido. Moisés, en efecto, es el prototipo de ese ministro de Dios que ejecuta sus órdenes; eso también lo sabe Pablo cuando le dice a su discípulo Timoteo, el hombre que está relacionado con Dios se identifica con Dios. El elegido es un ministro del Señor que se comunica con Él a través de la oración y en las grandes luchas no vence por las batallas, sino por la oración de intercesión (Arón y Jur), amigos de intercesión (1 Lectura). Para Israel Dios no solo está cerca, si no que acoge tiernamente y a Él se le encomienda toda la vida y la muerte, por ello el hombre de Dios sabe que Él cuida de todo el pueblo como de cada uno de sus miembros, en cada una de sus actividades cotidianas, por eso Dios sale en defensa del pobre, de la viuda, del huérfano (Evangelio) y éstos, a su vez, aprenden que jamás se desaniman de saber confiar en el Señor, por ello su oración es animada y constante, porque saben que Dios siempre los escucha y no se hace el indiferente ante los gritos de ayuda que expresan es su oración (Salmo); de ahí que lo más importante es vivir en una actitud de oración constante y de esperanza firme. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Cuantas veces en nuestras vidas de creyentes escuchamos expresiones como “ayúdeme a pedirle a Dios, téngame en cuenta es sus oraciones, hagamos cadena de oración”, en fin, expresiones como estas para pedir la intercesión del Señor ante determinadas situaciones. Sí, la oración de intercesión sigue siendo válida, pero debemos de ser constantes, no por repetir mucho, si no por no desanimarnos y no cansarnos, hay que tener una actitud de fe, ella hará que no perdamos la esperanza y que nunca seamos indiferentes ante nuestras propias situaciones y la de los demás. Nos urge mantener un espíritu de verdadera oración y, como la mujer del evangelio, ser constantes sin desfallecer. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La Palabra que el Señor nos ha regalado en esta celebración, nos está invitando a que tengamos conciencia de su presencia en cada momento de nuestra vida, Él provee para nuestras necesidades y con la oración triunfamos en los pleitos y luchas antes que con nuestras propias capacidades. A ejemplo de Moisés y quienes lo acompañaban, es bueno contar también en nuestra oración con la intercesión de nuestros hermanos que conforman la Iglesia, los grupos de oración, las comunidades de evangelización o apostolado; incrementemos nuestra oración de intercesión de los unos por los otros, estando seguros de que Dios es Padre bueno, tierno y misericordioso, que no se deja ganar en generosidad para responder prontamente a nuestras necesidades. Él está ahora aquí presente, dispuesto a escucharnos y a responder solicito en esta Eucaristía a nuestra oración. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Téngase en cuenta las palabras: Dios está presente en la historia de cada uno y de toda la Iglesia, oración, intercesión, suplica, confianza, esperanza, constancia, ánimo, fe. Se puede seguir El Prefacio Dominical IX: «La acción del Espíritu en la Iglesia», p. 391 del Misal. Recordar que estamos en el mes de las misiones, que es una oportunidad para orar por las obras misionales pontificias, recordar que el próximo domingo es la jornada mundial de las misiones y debemos dar nuestra colaboración. Recomendar el rezo del santo del santo rosario para interceder por nuestra patria. El próximo martes 18, fiesta del Evangelista San Lucas; el viernes 21 memoria de Santa Laura Montoya y el sábado 22 memoria de San Juan Pablo II Papa. Foto CC0 Public Domain