Mar 8 Nov 2016
Lo esencial en nuestra vida es Jesús
La Palabra de Dios para este domingo nos invita a prepararnos para el encuentro con el Señor, que podamos reconocerlo como el Hijo de Dios, a través de sus diferentes manifestaciones. Que las preocupaciones de este mundo, no nos hagan perder de su camino, que en cada momento estemos atentos a su llamado, para que fieles podamos cumplir nuestra misión. Escuchemos atentos.
Lecturas
[icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: Malaquías 3,19-20a[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 98(97),5-6.7-8.9 (R. cf. 9)[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: 2Tesalonicenses 3,7-12[/icon]
[icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 21,5-19[/icon]
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon]
La venida del Mesías es inminente y próxima para el pueblo de Israel, era lo que manifestaba Miqueas en su tiempo, sin embargo él denuncia que el pueblo no está preparado, se ha olvidado de la alianza, preocupándose de su propio bienestar olvidándose de Dios: «No merece la pena servir a Dios. Pues los infieles son felices; los malvados prosperan» (Miq 3,14-15). Una vida apartada de Dios, en donde la desilusión y la desesperanza acompañaban al pueblo, pues los poderosos los oprimían. De la misma manera Jesús, en el pasaje del evangelio para este domingo, constata que el pueblo ha puesto su atención en el templo, en predicciones futuras y en el fin de los tiempos, desconociendo la presencia de Jesús como el mesías, como el Hijo de Dios: “Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Más no vayáis en pos de ellos” (Lc 21, 8).
El apóstol Pablo, siguiendo la línea que Jesús propone en fijar la atención en lo que es esencial para la vida, centra su atención en la importancia de reconocer el mensaje de Jesús, que lleve al discípulo a ser testimonio de entrega y de trabajo por el evangelio. De frente a esta invitación, el apóstol insiste en que la misión encomendada por Jesús no es ajena a los compromisos que hemos de asumir en el diario vivir: “Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno” (2Tes 3, 11).
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon]
El pueblo de Israel se preocupaba en su tiempo por las cosas efímeras y pasajeras, olvidándose de las que son esenciales: El templo, el afán por saber los signos que señalaban el fin de los tiempos, acostumbrados a las posibles próximas persecuciones. Sin embargo, es una realidad que no está lejos de nosotros, pues hemos entrado en el letargo del bienestar y la satisfacción rápida, acompañado del relativismo y de tragedias que ocurren a nuestro lado, pero que en nada nos tocan, esto nos convierte en personas de corazón duro, indiferentes al sufrimiento de los hermanos y a las manifestaciones de Dios. Como Jesús en su momento invitaba a la trascendencia, a preocuparse por las cosas que son esenciales, también nosotros estamos llamados hacer vida su mensaje: “Porque yo os daré palabra y sabiduría, las cuales no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan” (Lc 21, 15). Se trata entonces de una invitación que nos hace la Palabra hoy a ser testigos en la fe y la esperanza, a ser constructores de un mundo nuevo, capaz de trasformar la realidad.
Frente a una realidad tan compleja como la nuestra, es importante rescatar valores que trasformen la sociedad. Es el mensaje salvífico de Jesús, su reconocimiento entre nosotros lo que nos debe motivar en cada momento de nuestra vida. En definitiva, podremos darle explicación a las diferentes problemáticas de nuestra época, en la medida en que reconozcamos a Jesús, en nuestra propia vida y en la vida de los demás, ya que en Él tenemos la misión de trasformar la realidad en la que vivimos y en quien somos capaces de darle un espacio a Dios en nuestro ser, para que a través de nuestra historia Dios obre su salvación: “Es el momento en que el discípulo debe confiar en Jesús, el Salvador, porque sabe que su Señor lo ayudará” (21,15.18).
[icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon]
“Quien a Dios tiene Nada le falta: Sólo Dios basta” (Santa Teresa del Niño Jesús). Cuando a Dios se le lleva en el corazón, se da posibilidad de celebrar la presencia de Jesús, aunque, tantos afanes de la vida nos puedan hacer perder el horizonte, nos hacen perder de Dios, empañando nuestra alegría y felicidad. Tal vez, las tecnologías y el confort en el que vivimos nos han hecho olvidar de lo fundamental, por eso es momento de iniciar ciertos cambios, que nos permitan caminar al lado de Jesús: Es el tiempo de dar testimonio (Lc 21,13) y de fidelidad (Lc 21,19), es tiempo para celebrar la presencia de Jesús, de encontrarnos en su Palabra y en la eucaristía, para que tengamos la vida de Dios en abundancia.
La invitación es a darle espacio a Jesús en nuestras vidas, en nuestra familia en nuestra comunidad, en definitiva en el mundo en que vivimos, hagamos compromisos claros y realizables delante de Dios, pues decimos que tenemos fe, pero con la menor prueba comenzamos a renegar de Dios, decimos que amamos, pero no somos capaces de tolerar al otro, también decimos que tenemos esperanza de que las cosas van a cambiar, pero somos nosotros los primeros en llenarnos de pesimismo. Así que reconocer a Jesús como el Mesías, como el Hijo de Dios, es atrevernos a dejarnos guiar por Él, en un mundo confundido, siendo sus discípulos fieles y comprometidos.
[icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon]
1. Proponer a los fieles hacer durante estas últimas semanas del Año litúrgico una seria evaluación del caminar en la fe, que permita pedir sincero perdón a Dios por lo hecho mal y presentarle los ricos frutos espirituales obtenidos, más aún cuando se está concluyendo el Año Jubilar.
2. Resaltar las expresiones: «Para ustedes brillará el sol de mi justicia», «Viene el Señor a juzgar el orbe con justicia» y «Sufriendo con entereza se salvarán»
3. Se puede seguir el Prefacio Dominical X: «El Día del Señor», p. 392 del Misal.
4. Temer presente que:
Este domingo, la clausura del Año Extraordinario de la Misericordia. Se podría motivar para que en este día los fieles puedan lucrarse de las indulgencias concedidas a este Año de Gracia.
El próximo domingo 20 de noviembre, solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, es el último domingo del Tiempo Ordinario, por lo mismo del Año litúrgico 2015-2016.
Imagen:Francesco Gallarotti. Obtenida de: https://unsplash.com/?photo=rL6sOvctpo4