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Opinión

Mié 10 Feb 2016

“Estaba en la cárcel, y vinisteis a verme”

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía – Llega la Cuaresma 2016, en el marco del Año de la Misericordia. Desde el miércoles de ceniza, empezamos la colecta de COMUNICACIÓN CRISTIANA DE BIENES. Y por cinco años, hasta 2020, Dios mediante, estará dedicada en nuestra arquidiócesis de Cali a la fundación y financiación de LA PARROQUIA PERSONAL DE LAS CÁRCELES. Será uno de los más significativos frutos de este año, cuya sexta obra corporal de misericordia reza: “visitar a los presos”. Villahermosa, Jamundí (hombres y mujeres), las cárceles de menores en Cali, la cárcel de Yumbo, las URI y demás entes similares, albergan una gran población e involucran en este drama a las familias, al personal de guardia (INPEC), al personal administrativo y, de alguna ,manera, a las comunidades y escenarios de influencia de las personas encarceladas. Situaciones de hacinamiento, de reincidencia sistemática, de difícil convivencia, de mercado de armas y drogas, de extorsión, de asistencia humanitaria y jurídica, de vacío educativo y de reeducación, de oportunidades laborales, de un post-penado con condiciones de reintegración afectiva y social, son previsibles en la cotidianidad de los penales. La Iglesia en Aparecida (Brasil), denunció esta difícil realidad (DA427) y llama a los Estados del continente a que se planteen “con seriedad y verdad la situación del sistema de justicia y la realidad carcelaria” y a que apoyen la labor formativa ética y de valores (DA428). Pero, ¿qué pasa en el campo religioso, de espiritualidad y asistencia pastoral, de evangelización e iniciación cristiana, de formación de internos para la labor apostólica, de solidaridad eclesial con las familias, de vinculación de reclusos a la reconciliación y la paz? ¿Cómo se está dando la labor de Iglesia, de los capellanes y la pastoral penitenciaria católica, de otras organizaciones laicales? ¿Cómo esta población debería ser destinataria de esa “responsabilidad social” educativa, desde alfabetización y escuelas digitales hasta grados y postgrados, y de la formación cristiana y de agentes pastorales que ofrece la Iglesia, aprovechando mejor su condición de internado? ¿Cómo podrían los creyentes cristianos y católicos de las cárceles ser formados en la espiritualidad de la intercesión a Dios como camino de reconciliación y sanación, de rehacer los vínculos inexistentes, heridos o rotos? “La Iglesia agradece a los capellanes y voluntarios que, con gran entrega pastoral, trabajan en los recintos carcelarios. Con todo, se debe fortalecer la pastoral penitenciaria, donde se incluyan la labor evangelizadora y de promoción humana por parte de los capellanes y del voluntariado carcelario. Prioridad tienen los equipos o Vicarías de Derechos Humanos que garanticen el debido proceso a los privados de libertad y una atención muy cercana a la familia de los mismos” (DA429). “Se recomienda a las Conferencias Episcopales y Diócesis fomentar las comisiones de pastoral penitenciaria, que sensibilicen a la sociedad sobre la grave problemática carcelaria, estimulen procesos de reconciliación dentro del recinto penitenciario e incidan en las políticas locales y nacionales, en lo referente a seguridad ciudadana y a la problemática penitenciaria” (DA430). La tarea que asumimos como Arquidiócesis, de crear desde lo existente, y en cooperación de Iglesia y con las Instituciones pertinentes, la PARROQUIA PERSONAL DE LAS CÁRCELES, la encomendamos muy especialmente a Nuestra Señora de Las Mercedes, primer rostro de María que conoció América desde el descubrimiento, Patrona liberadora de los cautivos y prisioneros y faro de la justicia y libertad que el Señor Jesús anunció en el comienzo de su misión pública (Lucas 4,18-19): “Me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos”. Que el reclamo de Jesús Preso no nos encuentre vacíos. Que no le suceda hoy a Jesús “el abandono” de los suyos cuando fue detenido en Getsemaní: “Y, abandonándole, huyeron todos” (Mc14, 50). Los bendigo en esta Cuaresma 2016 con el Abrazo de la Misericordia que nos arropa a todos. + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Mar 9 Feb 2016

El rostro de la Misericordia

Por Mons. César Alcides Balbín«Jesucristo es el rostro de la misericordia del Padre» (MV 1). Es esta la frase que encabeza el Motu Proprio con el que el Santo Padre Francisco, convoca el año de la misericordia (11 de abril de 2015), y que va desde el 8 de diciembre de 2015, hasta el 20 de noviembre de 2016. El mundo de hoy, el hombre de hoy, la cultura actual, están necesitados, urgidos, de comprender el significado de la misericordia. «Misericordia quiero y no sacrificios», (Os. 6,6), estamos a punto de escuchar, justo el día que comencemos el tiempo de la cuaresma, que será según también el querer del Papa Francisco, el que mejor debemos aprovechar, para poner en práctica la misericordia. En el origen etimológico de la palabra misericordia encontramos dos expresiones, que son miser: miseria, desdicha, y cor, cordis: corazón. Entonces misericordia es la capacidad de sentir, (con el corazón), las desdichas de los demás. Tener piedad, si nos atenemos a la expresión latina misere, piedad, de los demás. Nosotros somos muy esquivos y sensibles a la expresión lástima, porque pareciera que cuando decimos que alguien nos causa lástima, nos estamos colocando en una posición superior a aquel por quien la sentimos, y que de alguna manera estamos manifestado que estamos mejor que él. Sentimos lastima por los que están abajo, y sentimos compasión por los que están al mismo nivel. Un acercamiento a Lucas 10, 33 – 37, en el pasaje del buena samaritano aparecen claras las dos expresiones: compasión y misericordia: «…Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión», no lástima. Y a la pregunta de Jesús: «Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?», a lo que el maestro de la ley le respondió: «El que practicó la misericordia con él.» Y Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo.» Tenemos ya, entonces, todo un derrotero, un mandato claro del Señor, para este año de la misericordia: «Vete y haz tú lo mismo.» En la bula de convocación del año de la misericordia, en el nro. 15, el Papa Francisco nos recuerda para su vivencia y puesta en práctica, la obras de misericordia, las espirituales y las corporales, y nos pide tenerlas claras. Vivir el año de la misericordia es, entonces, acercarse al otro, al sufre, al necesitado, al que está en la periferia, tomando también una expresión de Francisco. Después de un año de reflexión y de vivencia de la misericordia, nuestra vida, la vida de nuestra familia, la de nuestras comunidades, no podrá seguir siendo la misma, si realmente hemos sido tocados por la llamada del Papa y por la acción del Espíritu Santo, que nos invitan a este cambio profundo de vida, porque tendremos que quedar impregnados permanentemente de actitudes de verdadera misericordia. El mundo, la Iglesia, nuestra patria, nuestras comunidades y nosotros mismos, seremos los primeros beneficiarios. Un mundo misericordioso que desplace a una sociedad egoísta, egocéntrica y egolátrica, donde cada uno se mira a sí mismo y desprecia al que camina a su lado. Seamos nosotros, los creyentes, quienes demos siempre el primer paso, y demos testimonio de la misericordia del Padre que es infinita, y que se nos ha manifestado a través de su Hijo, que es el rostro de la misericordia del Padre. + César Alcides Balbín Tamayo Obispo de Caldas

Lun 8 Feb 2016

Sentido bíblico – litúrgico de la cuaresma.

Por Prbo. Jorge Enrique Bustamante Mora: La Cuaresma (latín: quadragésima, Cuadragésimo día, antes de la Pascua) es el tiempo litúrgico de conversión, destinado por la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia y especialmente a los 40 días que Jesús vivió en el desierto. El Catecismo nos dice: “La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto” (CEC 540). Las referencias bíblicas al número cuarenta o a éste acompañado de otros ceros, es abundante, para descubrir su significado respecto al tiempo, nos fijaremos en su uso para referirse a días, y años, haciendo notar las acciones propias que identifican dicho tiempo: 40 días… 1. 40 días duró el diluvio (Gn 7, 4.12.17; 8,6); una acción purificadora que buscó poner fin a la violencia del hombre ya que lo único que ideaba era el mal de continuo (Gn 7, 5.17), y al mismo tiempo sirvió para establecer una alianza con Noé y su familia, varón justo y cabal de su tiempo (Gn 7, 8-9. 18). 2. 40 días de encuentro de Moisés con Dios en la experiencia del Sinaí y la entrega de las tablas de la Ley (Ex 24,18; 34,25); tiempo durante el cual Moisés estuvo sin comer ni beber. En el libro del Deuteronomio encontramos a Moisés haciendo 40 días de ayuno, oración e intercesión por su pueblo (Dt 9, 9.18.25; 10,10). 3. 40 días duró la exploración de la tierra prometida y al cabo de ellos pueden decir “Fuimos al país que nos enviaste y en verdad que mana leche y miel” (Nm 13,25-27). 4. 40 días es el camino del profeta Elías hasta llegar al el monte de Dios, el Horeb, para encontrarse con Dios (1 Reyes 19,8). Hablando de Jesús, quien marca esta experiencia, los evangelistas nos dicen: “después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre” (Mt 4,2), “permaneció en el desierto cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían (Mc 1,13), “durante cuarenta días, tentado por el diablo. No comió nada en aquellos días y, al cabo de ellos, sintió hambre (Lc 4,2). Jesús pasó estos cuarenta días en el desierto antes de iniciar su vida pública, y después de haber sido manifestado en el Bautismo como Hijo de Dios. Después de su muerte y resurrección, Jesús se apareció durante 40 días a sus discípulos dándoles pruebas de su resurrección y hablándoles del Reino de Dios (Hch 1,3) Concluyendo, la Cuaresma fundamenta su experiencia en la fuerza e importancia de cuarenta días en la Biblia. Tiempo fuerte para colocar en marcha las acciones purificadoras de manera que se ponga fin al mal, que a veces, nos domina de manera continua; tiempo para re-establecer la alianza con el Dios de la vida, tiempo para vivir la experiencia de encuentro con Dios en su Palabra, orar, ayunar e interceder; tiempo para explorar, mediante las diversas prácticas de este tiempo, la riqueza de la tierra prometida y poder reconocer como “mana leche y miel”; Tiempo para ponernos en camino al encuentro con Dios y vivir de manera especial esta particular experiencia. Tiempo para redescubrir el Misterio de nuestro Bautismo y nuestro seguimiento de Jesús, reconocer y profundizar nuestra identidad profunda de hijos de Dios, tiempo que prepara la etapa publica de nuestra vida de dar testimonio de nuestra condición de cristianos católicos, reconociendo que siempre aparecerá la tentación pero que sostenidos por la gracia de Dios es posible vivir y dar testimonio del buen olor de Cristo. Son 40 días para descubrir la novedad y el Misterio de la persona de Jesús de Nazaret, para poder aceptarlo de manera personal y definitiva, y/o renovar nuestra entrega total a su amor. Analizando el Sermón 42 de San León Magno, la Cuaresma es “un retiro colectivo de cuarenta días, durante los cuales la Iglesia, proponiendo a sus fieles el ejemplo de Cristo en su retiro al desierto, se prepara para la celebración de las solemnidades pascuales con la purificación del corazón y una práctica perfecta de la vida cristiana”. Claridad bíblica de los 40 días… ¿Cómo vas a vivir estos cuarenta días de la cuaresma del año de la misericordia? ¡No dejes pasar el tiempo, vive intensamente la cuaresma! Prbo. Jorge Enrique Bustamante Mora Director del Departamento de Biblia Conferencia Episcopal de Colombia

Vie 5 Feb 2016

Zika y aborto, se justifica?

Por: Dra. Danelia Cardona - Una vez más hay pánico y desinformación respecto a una epidemia cuyo origen, diagnóstico y tratamiento sigue siendo incierto. El virus del Zika se aisló de un mono Rhesus por primera vez en 1947 que vivía en Zika,un bosque situado en el país Africano de Uganda donde la Fundación Rockefeller estableció en 1936 un centro de investigación para la fiebre amarilla que desde 1977 se conoce como Instituto de Investigación de Virus de Uganda. La manera como se ha propagado a occidente sigue siendo un misterio. Aunque obedece un poco a la trayectoria de otros virus de la misma familia como el dengue o el chikunguña, virus, que aunque genera enfermedad, hasta el momento ninguna se consideraba fatal o se asociaba con complicaciones graves para los mamíferos, incluidos los humanos. La sintomatología al igual que la de sus “primos” está dada por malestar general, fiebre, dolor muscular y articular, rash cutáneo, diagnóstico que en los tres tipos de virus se hace clínicamente, pues las pruebas paraclínicas diagnósticas son escasas, y en el caso del Zika, inexistente. La conexión con la microcefalia y otras malformaciones congénitas no se puede establecer como una asociación causal hasta que no hayan mayores estudios. Numerosos estudios científicos establecen que mientras no se demuestre que es una causal directa deben considerarse otras causas (etiologías). Nos sorprende que se implementen medidas de control poblacional para tratar de controlar una epidemia de un virus transmitido por vectores. El zika no tiene transmisión vertical madre-hijo, no entendemos la lógica de impedirle a las mujeres su derecho a la maternidad o de impulsar el aborto a través del temor y la falta de información para estas mujeres. Duele enormemente el caso de una mujer, que con 8 meses de embarazo, se le practique un aborto por un bebé que traía malformaciones congénitas, no sólo microcefalia, y que por lo tanto, no se podía establecer que las mismas se debían sólo al Zika. El aborto no es un derecho pues no existe ningún tribunal internacional de derechos humanos que así lo haya ratificado. Sin duda, ya la está aprovechando el lobby pro-aborto para liberalizar la legislación en Colombia, con ayuda de presión internacional como las Naciones Unidas y las grandes multinacionales abortistas. El gobierno debe preocuparse por ofrecer adecuada atención médica a las mujeres embarazadas con sospecha o diagnóstico de zika, esto incluye mayor número de ecografías, acceso a personal especializado, derecho a conocer toda la información disponible y a un adecuado acompañamiento que vaya más allá de ofrecerle el aborto. Tristemente el zika es más frecuente en los lugares con focos sociales más deprimidos y rurales, las mujeres necesitan información veraz, compasión y sentirse acompañadas. Vamos a habilitar un email address para remitir mujeres a nuestra red de especialistas, para fortalecer la campaña Fecundar vida y redes con las comunidades en las regiones a través de caritas Colombia. Danelia Cardona Lozada MD MRCPsych Médico Psiquiatra - Especialista en Bioética Dir. Dpto. Promoción y Defensa de la Vida Conferencia Episcopal de Colombia

Lun 1 Feb 2016

La virgen de la Candelaria en Medellín

Por: Mons. Ricardo Tobón: En el comienzo de la Iglesia, San Lucas destaca la figura de María. En el cenáculo, al lado de los Apóstoles están presentes algunas mujeres, pero sólo se recuerda por su propio nombre la madre del Señor. Esta presencia está vinculada a la perseverancia de la comunidad en la oración (cf Hech 1,13). En el inicio mismo de la comunidad cristiana está María, como miembro eminente de la Iglesia, impulsando la vida de oración, de fraternidad y de apertura al Espíritu Santo. Hay un contraste entre esta presencia y actuación de María cuando la comunidad de Jesús empieza a caminar y la discreta participación que tuvo durante la vida pública de su Hijo. Ahora está ella “con los hermanos de Jesús” (Hech 1,14) como llevándolos a que, cumpliendo la voluntad de Dios, pasen de ser su familia natural a ser parte de su familia espiritual (cf Mc 3,34). Lucas, al parecer, quiere mostrar que algo de la presencia del Hijo glorificado permanece en el rostro y en la actitud creyente de su madre. María aparece en Pentecostés no sólo como madre de Jesús, sino también como madre de la Iglesia. Ella ora con la comunidad, la conforta abriendo su corazón para que contemple las maravillas de Dios en ella, la llama a vivir la fidelidad al Señor, la dispone a tener un solo espíritu, la forma en la generosidad constante para realizar el plan de salvación. La relación entre María y la Iglesia, desde el principio, es fascinante y es un medio para vivir con fe profunda y renovada alegría el seguimiento de Cristo. Podemos decir también que desde el comienzo de la evangelización, hace ahora 400 años, en este Valle de Aburrá ha estado presente la Santísima Virgen María. Así nos lo sugiere la imagen de Nuestra Señora de la Candelaria que, desde entonces, ha acompañado y presidido la vida religiosa y civil de nuestra comunidad. En esta venerada imagen tenemos, ciertamente, un signo de la cercanía y de la actuación de la Madre de Jesús, desde el principio, en medio de nosotros. Los invito a todos, sacerdotes, religiosos y fieles a que, con motivo de la fiesta de nuestra Patrona, revivamos la experiencia del cenáculo para “perseverar en la oración, con un mismo espíritu, en compañía de María, la Madre de Jesús”. Entremos en la escuela de la Virgen para que aprendamos a ser una Iglesia diocesana más contemplativa y más misionera. Que con ella contemplemos la gloria de la divinidad que resplandece en el rostro de Cristo (Jn 1,14.18). Que con ella, también, salgamos todos sin miedo a evangelizar. Una Iglesia contemplativa que responde a los grandes desafíos de este momento configurándose más con Cristo, participando más vivamente de su misterio, asumiendo en serio la vocación a la santidad que brota del Bautismo. Esta no puede ser una Iglesia que vive de exterioridades y de programaciones intrascendentes. Como María tiene que entrar en el drama de la redención y desde allí decir un “sí”, al precio que le cueste, a los designios de Dios. Es hora de interioridad, de fidelidad y de valentía. Una Iglesia misionera que, con la cercanía de la Madre, aprovecha las grandes posibilidades que hoy tiene para anunciar la buena noticia de Jesús, se renueva con la permanente efusión del Espíritu para asumir los desafíos de la nueva evangelización, lleva a un encuentro personal y a un seguimiento permanente de Cristo, prepara evangelizadores competentes y santos, se entrega sin descanso por los más pobres y los más alejados del Evangelio y de la comunidad eclesial. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Lun 25 Ene 2016

“Muéstranos, Señor, tu misericordia”

Por: Ricardo Tobón Restrepo:Entremos con esta invocación del Salmo 85 en el año 2016. Que esta súplica, humilde y confiada, nos alcance la gracia de conocer mejor el corazón de Dios que está lleno de bondad y compasión para con todos; de ser profundamente sensibles, como él, frente a las necesidades y miserias de nuestros hermanos; de experimentar que en el camino que recorremos, a nivel personal o comunitario, no nos falta nunca la solicitud amorosa de su paternal providencia. A un nuevo año entramos siempre con inquietud frente a los serios desafíos que es necesario afrontar y con esperanza ante los logros y realizaciones que se podrán cosechar. Esto vale por lo que se refiere a los acontecimientos de la sociedad civil y también a la marcha de la Iglesia que avanza en la historia cumpliendo su misión. Es bueno mirar a la Iglesia así, en camino, en tensión permanente; sin caer en triunfalismos que ven todo realizado, ni en pesimismos que anuncian la decadencia y el fracaso. Los análisis negativos que se hacen, con frecuencia, responden a una comparación con una supuesta edad dorada que nunca ha existido. La lucha es una realidad permanente en la vida. Cada día, la Iglesia debe enfrentar retos nuevos, porque no está para conservar el mundo como es, sino para acompañarlo en una transformación, vislumbrando sus nuevas posibilidades. San Gregorio Magno tuvo la lucidez y el coraje, mientras la sociedad romana se desplomaba, de enviar monjes a evangelizar a los bárbaros. No podemos negar los problemas y las dificultades, pero es necesario ir adelante con la convicción paulina de que “el Evangelio es poder de Dios para salvar a todo el que cree”. No se trata, con un fundamentalismo nocivo, de empeñarnos en restaurar el pasado que ya no existe, sino de poner en acción la asombrosa capacidad que tiene el Evangelio para transformar la debilidad en fuerza. Basta que trabajemos con humildad, porque “llevamos este tesoro en vasijas de barro”. Concretamente, por lo que se refiere a la Iglesia, algunos miran con decepción el futuro por las dificultades que ella enfrenta. Sin embargo, la Iglesia nunca es una realidad terminada. Es la ilusión y el esfuerzo porque Cristo sea todo en todos. Sabemos que Dios va trabajando con esta “fuerza débil”, “que no cuenta”, para cambiar desde adentro el corazón humano y las poderosas dinámicas del mundo. No nos pueden paralizar ni el miedo ni la sensación de impotencia. La esperanza tiene que ser más fuerte que todas nuestras debilidades. Con esta convicción iniciemos este nuevo año. Tenemos muchas tareas que nos esperan. Debemos darle más vigor a toda la organización diocesana; seguir respondiendo a las crecientes exigencia administrativas; aprovechar cada vez más el ICAP, PROBIEN y Barrios de Jesús, instituciones que se renuevan según nuestras necesidades; continuar aprovechando las enormes posibilidades de la comunicación actual; buscar que se consoliden todos los lazos de comunión y de interacción para tener más vida y fecundidad en lo que somos y hacemos. Y todo, para lograr ser más eficaces y apostólicos en cuanto concierne a nuestra misión esencial que es la evangelización. Por tanto, para impulsar la catequesis, el trabajo pastoral con los jóvenes y las familias, la promoción de pequeñas comunidades e iniciativas de pastoral social. De un modo particular, pienso que debemos continuar consolidando el Centro Arquidiocesano de Evangelización, los Centros de Pastoral Familiar y la Fundación para la Educación. Este año, igualmente, nos espera poner en marcha el Centro Pastoral Pablo VI y la Fundación para las Obras Sociales de la Arquidiócesis. Feliz Año para todos y que el Señor nos muestre su misericordia. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mar 5 Ene 2016

El directorio homilético

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo – El Concilio Vaticano II ha señalado el valor y la importancia de la homilía, mostrando su carácter litúrgico. En efecto, ella tiene un puesto específico dentro de la celebración de los santos misterios y está destinada a que el pueblo de Dios pueda participar en ellos de una manera más consciente y fructuosa. No conviene, entonces, pensar en la homilía por sí misma, como una pieza de oratoria, desarticulada de la Palabra de Dios y de la experiencia espiritual que vive la asamblea congregada para el culto divino. En el Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía (2005) y en el que se tuvo sobre la Palabra de Dios (2008) se ha pedido poner el mayor empeño en preparar y realizar adecuadamente la homilía. En el primero se decía que en la homilía debían resonar, a lo largo del año, los grandes temas de la fe y de la vida de la Iglesia. Las conclusiones del segundo, recogidas en la Exhortación “Verbum Domini” del Papa Benedicto XVI, señalan que predicar adecuadamente de acuerdo con la Palabra es “realmente un arte que debe ser cultivado” y se pide la elaboración de un Directorio, para que los predicadores tengan una ayuda útil para este ministerio. El Papa Francisco, en su Exhortación "Evangelii Gaudium'', trata ampliamente, en 25 puntos, el tema de la homilía. Concretamente afirma: “El valor especial que tiene la homilía deriva de su contexto eucarístico y hace que ella supere cualquier catequesis, siendo el momento más alto del diálogo entre Dios y su pueblo, antes de la comunión sacramental” (EG 137). Y añade: “La homilía no puede ser un espectáculo de entretenimiento, no responde a la lógica de los recursos mediáticos, sino que debe dar fervor y significado a la celebración. Es un género peculiar, dado que se trata de una predicación dentro del marco de una celebración litúrgica” (EG 138). De estas orientaciones surge el Directorio Homilético elaborado por la Congregación para el Culto Divino y publicado en el primer trimestre de este año. Se ocupa de responder preguntas esenciales: ¿Qué es la homilía? ¿Qué implicaciones tiene? ¿Dónde encontrar buenos contenidos? ¿Cómo articularla en la liturgia? Allí se exponen también criterios esenciales: la homilía surge de las Escrituras dispuestas por la Iglesia en el Leccionario, está vinculada a la celebración en que se proclaman esas lecturas y a los ritos que conforman esa liturgia, exige necesariamente que quien la pronuncia se prepare con la oración, el estudio, la experiencia de Dios, el conocimiento de la comunidad a la que se dirige y el amor a la Iglesia. El Directorio está articulado en dos partes. La primera enfoca la homilía y su ámbito litúrgico; en ella se describe su naturaleza, su función, el contexto en el que está situada; la interpretación que conlleva de la Palabra de Dios, la preparación próxima y remota que exige. La segunda parte, “El arte de predicar”, expone las coordinadas metodológicas y los contenidos que quien hace la homilía debe tener presentes al estructurarla; así mismo, se sugieren algunas claves de aproximación a los textos para los distintos tiempos del año litúrgico. Luego, vienen dos apéndices: el primero ofrece referencias del Catecismo de la Iglesia Católica con relación a los temas bíblicos de los domingos en los tres ciclos litúrgicos; y el segundo contiene textos del magisterio sobre la predicación. Invito encarecidamente a los presbíteros y a los diáconos a estudiar y aprovechar bien el Directorio Homilético, a partir de este comienzo de un nuevo año litúrgico. Que sea una verdadera ayuda en lo que el Papa Francisco llama “una tarea tan importante que es preciso dedicarle un tiempo prolongado de estudio, oración, reflexión y creatividad pastoral” (EG 145). No olvidemos el cuidado que en ella han puesto los Padres de la Iglesia; seamos conscientes que para muchos fieles la homilía define la importancia y la eficacia de la celebración; recordemos que es el mejor momento que tenemos para la evangelización y la animación espiritual de nuestras comunidades cristianas. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mié 30 Dic 2015

Promensas de año nuevo

Pocos momentos tan llenos de buenas intenciones como el primero de enero y en general todo el primer mes del año. Y también, pocos días tan realistas como los de fin de cada año para caer en cuenta que se pasaron 365 días en los que no se llevaron a cabo las buenas intenciones del inicio. ¿Qué nos hace falta o qué falla cuando se trata de poner en marcha las promesas y concretarlas? En primer lugar parece ser que no hemos logrado superar la eterna dicotomía entre lo urgente y lo necesario. Empeñados en miles de ocupaciones vamos saltando de urgencia en urgencia y posponemos lo que en realidad sería más estable: lo necesario para el futuro; por ejemplo, de este modo se privilegia el trabajo sobre un proyecto de estudio, o sobre un tratamiento para la salud. En segundo lugar, existe una palabra poco conocida pero muy practicada al punto que todos hemos tenido que ver con ella: “Procrastinación”. Es la acción de diferir y aplazar las cosas. “Si lo puedes hacer mañana, ¿para qué te preocupas hoy? Se ha vuelto típico en los estudiantes que siempre añoran la última noche antes del parcial o la tarea. Como tercera razón la inseguridad cada día es más frecuente y las dudas surgen cada vez que se quiere tomar una decisión. Resultan grandes ideales aplastados por esa mezcla de pesimismo y realidad que vuelve inseguras a las personas. El proyecto anhelado pierde piso de repente cuando aparece la idea de que es mejor no arriesgarse en un propósito que quizá va a quedar a media marcha por dificultades económicas, de tiempo o de voluntad. Precisamente, allí viene el núcleo del asunto; lo que san Agustín llamaba la enfermedad de la voluntad. Queremos ganarnos el cielo pero la voluntad enferma se inclina por el pecado. Sabemos que el cielo es un gran premio pero lo vivimos perdiendo por nuestro poco esfuerzo. Fijémonos en que las promesas que hacemos tocan todos los rincones de nuestra vida: desde el ámbito espiritual hasta lo material y terreno, pasando por la salud y el bienestar. ¿Qué podemos hacer? Sirve mucho hacerse planes concretos y trazarse metas cuantificables, evaluables, medibles. Por ejemplo, no es lo mismo decir: “este año sí voy a ir al médico”, que marcar en el calendario un día límite para gestionar la cita: “Hasta esta fecha tengo tiempo para buscar al médico”. Se trata de un mínimo proyecto personal de vida con metas concretas y alcanzables. Y en el campo espiritual también debemos ser específicos pues no basta con anhelar: “Este año voy a cambiar” ya que eso no dice nada. Quien quiere obrar un cambio en su vida debe decir: “Esta semana me propongo ser más tolerante con tres personas” de modo que el sábado usted se pueda preguntar si en realidad pudo cumplirlo. De modo que en este año 2016 debemos ser más concretos para que nos resulten las cosas. No nos quejemos de un supuesto abandono de Dios a nuestros proyectos pues su ayuda es constante y sin falta; más bien lamentemos nuestra falta de decisión por emprender planes que en verdad sirvan para nuestro crecimiento y que estemos asistidos por el Espíritu Santo pues lo que muchas veces ocurre es que “no sabemos pedir como conviene” (Romanos 8, 26). P. Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor San José de Popayán rotoro30@gmail.com