SISTEMA INFORMATIVO
El Señor nos invita a mirar nuestra propia vida, a interiorizar cómo estamos viviendo la vida de unión con Dios
Tags: predicación orante Iglesia conferencia episcopal
Primera lectura: Isaías 43,16-21 Salmo: 126(125),1-2ab.2cd-3.4-5.6
Segunda lectura: Filipenses 3,8-14 Evangelio: Juan 8,1-11
Introducción
El tema de las lecturas de este domingo se centra en:
• La transformación del hombre tocado por el perdón amoroso de Dios. La misericordia y el poder de Dios se manifiestan ayer, hoy y siempre.
• El Señor ha hecho maravillas desde tiempos antiguos, hoy la Palabra nos invita a no quedarnos en el pasado, sino a reconocer lo que hizo, hace y hará por nosotros Dios (primera lectura).
• La vida que hemos recorrido, aún llena de pecados, dolores y sufrimientos, por la gracia del Señor, puede convertirse en camino de crecimiento espiritual o en “semillas” llamadas a dar fruto abundante, frutos de vida eterna (como la mujer adúltera del Evangelio y la misma experiencia de conversión de San Pablo en la segunda lectura).
Todo ello es razón para exclamar, llenos de gratitud, con el salmista: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”.
1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
La primera lectura nos hace una invitación apremiante a vivir el momento presente, el ahora en que Dios se manifiesta. El Señor, a través del profeta Isaías, exhorta a los desanimados en el destierro, diciéndoles: “No recuerden lo de antaño, no piensen en lo antiguo”; le pide al pueblo Israelita dejar atrás su pasado y prestar atención al presente. Los exiliados empiezan a recordar el gran éxodo de Egipto, y sus culpas delante de Dios que acarrearon su desastre, y se olvidan de que el Señor actúa en favor de su pueblo y no permitirá que se pierdan. Es demasiado
fácil perderse en el pasado y no fijarse en el presente, centrando la atención en lo que fue, en lugar de aprovechar el ahora. El nuevo éxodo que Dios realizará en favor de su pueblo será aún más maravilloso que aquel éxodo de Egipto. El creyente está llamado a dejarse sorprender por la acción salvadora de Dios: “… mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?”
El salmo inicia con una exclamación del pueblo que ve la mano de Dios y, en acción de gracias, dice a una voz: “Cuando el Señor cambió la suerte Sión nos parecía soñar…”. El salmo del regreso del destierro, explica “el cambio de suerte”; no vale aquí aquella frase “los sueños, sueños son”, este sueño es una realidad que causa una doble reacción: la primera, el comentario de los paganos que otrora se burlaban del pueblo de Israel porque pensaban que Dios los había abandonado, y ahora se ven obligados a reconocer admirados que “El Señor ha estado grande con ellos”. La segunda reacción es el canto jubiloso de los que regresan “La boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares… Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares”. En esto vemos una imagen que muestra el desierto en que se encontraba el pueblo de Israel y cómo Dios lo fue inundando con su favor, “Como los torrentes del Negueb”, haciendo del destierro babilónico una gracia para el Pueblo de Israel, que regresa del destierro.
Pablo en la carta a los Filipenses expresa de forma radical su adhesión incondicional a la persona de Cristo y a su salvación: “Todo lo estimo pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en Él”. Pablo, transformado por el encuentro con Cristo, desde el inicio de su vida cristiana, dedica todas sus fuerzas, como excelente atleta, para alcanzar la meta y obtener la recompensa, olvidándose de lo que queda atrás y lanzándose hacia lo que está por delante, configurarse con Cristo, con su muerte y sus padecimiento con la esperanza de la resurrección.
El evangelio nos muestra cómo los escribas y fariseos ponen a Jesús en una dura prueba: la misericordia o la justicia según la Ley. Le traen a una mujer sorprendida en adulterio a quien la Ley manda lapidarla, y le preguntan sobre que qué hacer. Si Jesús responde que la lapiden, el pueblo se escandalizará por su falta de misericordia; y si la absuelve lo acusarán como contrario a la Ley. Su objetivo es acusar a Jesús como enemigo de la Ley de Moisés y, por tanto enemigo de Dios. Jesús no responde por algún tiempo –inclinándose, escribía en el suelo- pero al final, para hacerles caer en la cuenta de la dureza de su corazón y de sus muchos pecados les dice: “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”. Los fariseos y escribas quedan desconcertados, no esperaban una respuesta como esta, queda en evidencia la injusticia de ellos –traen a la mujer adúltera pero no al varón con quien ella ha cometido el adulterio- y sus propios pecados: “Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos, hasta el último”. Jesús sabe lo que hay en el corazón del hombre, a ellos no les interesaba que se cumpliese la Ley, tampoco la situación de aquella pobre mujer que iba a ser lapidada, solo querían tentar a Jesús. Jesús invita a sus oyentes, a pasar de la ley que debe ser ejecutada, a una ley que debe ser interiorizada desde la vida propia. Con inmensa misericordia le dice a la mujer: “Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más”.
2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura?
Para poder dejar actuar a Dios en nuestras vidas, es necesario dejar atrás ciertos momentos, pensamientos y actitudes que entorpecieron la acción de Dios en nuestra historia personal, familiar, comunitaria. Pero este dejar atrás no implica que olvidemos de dónde nos sacó el Señor, pues la experiencia de haber sido salvados por Jesús es la fuente de donde brota el amor agradecido a nuestro Salvador. Al respecto, el Papa Francisco nos invita a ser memoriosos. En efecto, en el discurso que dio a los sacerdotes y personas consagradas en Trujillo, durante su visita apostólica a Perú, afirmó: “la memoria mira al pasado para encontrar la savia que ha irrigado durante siglos el corazón de los discípulos, y así reconoce el paso de Dios por la vida de su pueblo.” (Discurso, Colegio Seminario San Carlos y San Marcelo, Trujillo, 20 de enero de 2018).
Cuando somos conscientes de nuestra vocación bautismal, sabemos como cristianos que el camino no puede ser sin cruz, porque eso significa ser cristiano, portador de la cruz. Pero el Señor va más allá, nos invita a estar en sintonía con él, a configurarnos con sus sufrimientos, con sus alegrías, con su vida, y esto no lo quiere con cara de tristeza, así estemos pasando por momentos difíciles, él lo quiere con cantos de júbilo y alabanzas, porque “el Señor ha estado grande con nosotros”. Cuanto más miserables somos, Dios se muestra más misericordioso con nosotros; pero cuántas veces nosotros no somos misericordiosos con nuestro prójimo sino que tenemos las piedras en las manos para arrojarlas contra el hermano que yerra. El Señor nos invita a mirar nuestra propia vida, a interiorizar cómo estamos viviendo la vida de unión con Dios y cómo esta se ve reflejada en actos de perdón y conmiseración con los otros.
3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad?
Nos encontramos en una sociedad que busca a Dios en circunstancias difíciles, pero apenas ven una mejoría, se alejan de Él y pronto olvidan las gracias que el Señor les hace. Se tiende a justificar el bienestar alcanzado como obra de las propias manos: “yo lo logré con mi propio esfuerzo”, “yo lo hice”, etc. No dicen “Dios lo ha hecho”. El Señor siempre nos acompaña en nuestro camino y nos anima a recordar ese momento en que Él nos sacó de nuestra esclavitud y, así nosotros no lo reconozcamos, él hace llover sobre nuestra sequedad corrientes de gracias.
En este momento la Iglesia está atravesando momentos difíciles y debemos ser imitadores de Cristo, porque “Quien dice que permanece en él, debe vivir como vivió él.” 1Jn, 2,6 y por eso no nos sorprendamos de los sufrimientos a causa de las pequeñas o grandes persecuciones; la iglesia puede ser apedreada, pero a pesar de todo, debemos permanecer en Él y así llegar a esa configuración con Cristo, como escribía san Pablo. El Señor no quiere las críticas sino la misericordia, a semejanza de Cristo con la mujer adúltera. El mayor servicio que podemos dar a la Iglesia y a sus miembros es una vida de oración intensa y silenciosa a ejemplo de Jesús: “al anochecer se retiraba a un lugar solitario para orar”. El Señor, encontraba en la unión con su Padre la fuente del perdón y la misericordia. No olvidemos unirnos en oración junto al Papa Francisco por la iglesia que padece y sufre.
4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?
El encuentro con Dios en su Palabra, en este quinto Domingo de Cuaresma, nos invita y anima a:
• Reconocer a Dios como principio y fin de nuestra vida
.• Tener confianza a pesar de las distintas circunstancias favorables o desfavorables, sabiendo que están son semillas que serán regadas con torrentes de gracias donde crecerán y darán frutos.
• Imitar a Jesús en los pequeños detalles de la vida, en especial el saber guardar silencio para no dar respuestas apresuradas.
• Interiorizar la palabra de Dios, para que la semilla de la palabra caiga en nuestras vidas y de frutos de santidad.
• Concientizarnos de nuestra propia debilidad y ser como Jesús que se muestra misericordioso con aquellos que le salen a su encuentro.
• Comprometernos a una coherencia de vida, en donde esta se vea reflejada en los actos más sencillos hacia los demás.
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS:
1. Resaltar la idea de Jesús que manifiesta la misericordia del Padre: CEC 1846-1847.
2. El pasaje de la adúltera perdonada, invita a todos los bautizados a abrirsen al perdón incondicional de Dios que, en Cristo, renueva todas las cosas.
3. Para el acto penitencial se podría seguir la tercera fórmula: El Señor ha dicho: “El que esté sin pecado…”, Misal, pág. 342.
4. Se puede seguir el Prefacio de Cuaresma II, “Penitencia espiritual”. Misal, pág. 369.
5. Puede hacerse la Plegaria Eucarística “De la Reconciliación” II, que aunque tiene prefacio propio, puede realizarse con uno de Cuaresma, Misal pág. 508.
6. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para este domingo, Misal, pág. 116.
7. En este domingo se celebra el tercer escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de Iniciación Cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las pp. 804-805 del Misal, Romano.
8. En este último domingo de cuaresma, es el momento más oportuno para motivar a la participación en el Sacramento de la Penitencia, para prepararnos para entrar en lo más santo y emocionante del año litúrgico, volviendo nuestro corazón a Dios y disponiéndonos para vivir el misterio Pascual.
9. El próximo domingo 14 de abril, es Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Insistir en la campaña para preservar la naturaleza, por eso advertir el no adquirir ramas de palma de cera, y más bien utilizar en este día plantas o ramas de árboles fácilmente renovables. Sin embargo, no podemos caer en desvirtuar los signos litúrgicos, por eso no está bien invitar a llevar globos, banderas, pañuelos, etc.
Vie 28 Nov 2025
Estén también ustedes preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que menos esperan
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTONoviembre 30 de 2025Primera lectura: Is 2, 1-5Salmo: Sal 122 (121), 1bc-2. 4-5. 6-7. 8-9 (R. cf. 1bc)Segunda lectura: Rm 13, 11-14aEvangelio: Mt 24, 37-44I.ORIENTACIONES PARA LA PREDICACIÓNIntroducciónHoy comenzamos un nuevo año litúrgico. Así como hay que atravesar una puerta para entrar a una casa y acceder a sus espacios, el Adviento es la puerta de entrada para vivir con mayor profundidad el misterio de los tiempos litúrgicos.El Señor, en su infinita misericordia, nos ilumina con sus promesas en este tiempo de Adviento, promesas que se asemejan a faros encendidos en medio de la oscuridad, iluminando el sendero que recorremos como hijos suyos. Caminar a la luz de Yahvé y revestirnos de la luz de Cristo implica una transformación que solo puede darse bajo la guía del Espíritu Santo.La vigilancia, actitud propia de este tiempo litúrgico y de nuestro caminar por la vida, nos interpela y nos invita a confrontar nuestra vida a la luz del Espíritu. Se nos llama a no ceder terreno a los “ladrones” que, al acecho, buscan el descuido para irrumpir y arrebatarnos lo más valioso.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?La primera lectura, tomada del profeta Isaías, nos permite contemplar la casa de Yahvé, que se eleva por encima de los montes para enseñar el camino justo a quienes se acercan a ella. Es figura de Aquel que fue exaltado y se llamó a sí mismo la Palabra.Las palabras del profeta resuenan con fuerza y esperanza inextinguible: “una nación no levantará la espada contra otra, y no se adiestrarán más para la guerra”. Estas palabras se hacen actuales en la oración de quienes claman cada día por la paz.Desde la antigüedad, el Señor nos ofrece la promesa de un mundo sin guerras ni enemistades. Pero para que esa promesa se cumpla, nos da una clave: caminar a la luz del Señor, reconocer los signos de luz en nuestras vidas y en las de los demás.Pablo, por su parte, describe al ser humano como adormecido, incapaz de comprender el tiempo que está viviendo. Por eso exclama con urgencia: “¡Es hora de despertar!” No mañana ni más adelante. ¡Ahora!Estamos llamados a hacer visibles las obras de la luz, obras que se convertirán en guía para otros que aún viven en la oscuridad de sus deseos y egoísmos.El evangelio nos presenta dos imágenes que nos invitan a vivir en vigilancia. La primera recuerda los tiempos de Noé, cuando muchos, despreocupados, no percibieron la inminencia del diluvio. No darse cuenta es como vivir ciegos, dormidos o indiferentes.La segunda imagen es la del dueño de casa, que ignora cuándo llegará el ladrón. Si lo supiera, estaría preparado. Jesús nos invita a estar atentos, porque todo acontecerá cuando menos lo esperemos.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?Cada nuevo año litúrgico inicia con un Adviento siempre actual y lleno de esperanza para el cristiano. Es un tiempo que nos invita a profundizar en el misterio de Cristo, a acercarnos más, a mirar con mayor claridad y a vivir con mayor vigilancia.El Adviento nos llama a recorrer senderos: algunos por primera vez, otros de manera más profunda y definitiva. Todos, sin embargo, caminos de paz, unidad, esperanza y perdón. Esta travesía hacia la casa del Señor implica una transformación personal.La luz de Cristo nos seduce y configura, y aquello que en nosotros era causa de división –con Dios, con los otros o con nosotros mismos– se transforma por la gracia del Espíritu en comunión, en verdad y en vida nueva.¿Cuántas guerras, no solo políticas, nos pide hoy el Señor que desarmemos? ¿Cuántas armas hemos usado para atacar o defendernos que hoy debemos dejar?Despojarnos de aquello que nos hiere y daña es signo auténtico de Adviento. Por eso, una señal de que vivimos este tiempo con autenticidad será nuestra orientación clara hacia la construcción de la paz.San Anselmo nos exhorta así: “¡Oh hombre, lleno de miseria y debilidad! Sal un momento de tus ocupaciones habituales; ensimísmate en ti mismo, lejos del tumulto de tus pensamientos.Arroja lejos de ti tus preocupaciones agobiadoras, aparta tus trabajosas inquietudes.Busca a Dios un momento, descansa en su presencia. Entra en el santuario de tu alma y búscalo en el silencio de tu soledad.¡Oh corazón mío!, di con todas tus fuerzas: ‘Busco tu rostro, Señor; busco tu rostro’” (Proslogion, cap. I).Este tiempo que comienza nos invita a abrir nuestro corazón para comprender lo incomprensible: el misterio de un Dios hecho niño, la humildad del pesebre, el escándalo de la cruz.Solo si vivimos este tiempo alejados del ruido, de la superficialidad y de las distracciones del mundo, podremos descubrir al Señor que viene a nuestro encuentro en lo cotidiano, en quien sufre, en quien pide ayuda, en quien camina a nuestro lado.Adviento es, pues, un llamado a vivir con una espiritualidad sensible, con una fe que ve más allá de las apariencias y se prepara para el Adviento definitivo.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?“Nuestra salvación está ahora más cerca que cuando llegamos a la fe”.La vigilancia debe ser el signo distintivo del cristiano en este tiempo. Actuar a la luz de las promesas de Dios, confiar en su misericordia, ser constructores de paz y permitir que Cristo se transfigure en nosotros es señal de que caminamos hacia su casa.La esperanza de la salvación definitiva ilumina nuestro camino. Nuestra oración, confiada en las promesas de Dios, y nuestro deseo sincero de revestirnos del evangelio nos animan a clamar por una paz verdadera y duradera.OraciónSeñor, al comenzar este tiempo santo, abrimos nuestros corazones para que tu luz disipe toda tiniebla, tu gracia nos transforme y sean derribadas todas las armas que han sembrado enemistad entre hermanos.Que durante estos domingos nuestra vida se configure cada vez más con la tuya; que podamos comprender el misterio de tu primera venida y estar atentos a tu venida definitiva.Que nuestra mirada permanezca fija en ti, único Dios verdadero, para que nada ni nadie tenga poder para desviar nuestro corazón de tu camino.Que en nuestras familias, todos unánimes, podamos decir:¡Ven, Señor Jesús!_______________________Recomendaciones prácticas:•Para preparar una buena homilía, los sacerdotes, además de la Lectio Divina en un contexto de oración, pueden leer los numerales 93-96 de la Introducción del Leccionario de la Misa.•Bendecir la corona de Adviento, precedida de una catequesis sobre su sentido litúrgico. Para ello, recurra al Bendicional, nn. 1235-1242.II.MONICIONES Y ORACIÓN UNIVERSAL O DE LOS FIELESMonición introductoria a la misaUna vez más, el camino de la fe nos invita a vivir con alegría el tiempo de Adviento, iniciando un nuevo año litúrgico. Es tiempo de preparar nuestra vida para el advenimiento definitivo del Señor Jesús.La vigilancia, la luz, su Palabra y sus promesas señalarán el camino que cada creyente debe recorrer para estar preparado y disponible para su encuentro definitivo con el Señor. Que esta Eucaristía nos acerque más a ese acontecimiento de esperanza.Monición a la liturgia de la PalabraLa riqueza de la Palabra en este primer domingo de Adviento nos sumerge en la grandeza de un Dios que camina con su pueblo, escucha su clamor y quiere conceder la paz a sus hijos. A la vez, nos interpela sobre nuestra actitud de vigilancia ante la inminente venida del Reino de Dios.Oración universal o de los fielesPresidente: Dios nos invita a volver a su casa y a construir senderos de paz. Confiados en su fidelidad, elevemos nuestra oración, seguros de que cumplirá sus promesas.R/. Instaura tu paz entre nosotros, Señor.1.Por el Papa León, para que su ministerio apostólico nos inspire a desarmar nuestros corazones y a vivir con la esperanza del Adviento. Oremos.2.Por la Iglesia, que se prepara para celebrar la Navidad, para que viva este tiempo con entrega profunda y permanezca vigilante ante la venida del Señor. Oremos.3.Por nuestros gobernantes, para que, dejando atrás las guerras, vuelvan su mirada hacia los más vulnerables y promuevan planes justos y solidarios. Oremos.4.Por todos los cristianos que hoy comienzan a vivir este tiempo de gracia, para que, dejando de lado el ruido y la dispersión, se revistan de Cristo y hagan visible el Reino con sus obras cotidianas. Oremos.5.Por quienes han perdido la esperanza y viven en la oscuridad, para que este Adviento, como luz resplandeciente, disipe sus tinieblas y renazca en ellos la alegría. Oremos.Oración conclusivaDios de infinita bondad, escucha las súplicas que, al comenzar este tiempo de Adviento, te dirigimos. Que tu Palabra ilumine nuestro camino y despierte nuestro corazón para vivir siempre en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.R/. Amén.
Vie 21 Nov 2025
Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino
TRIGÉSIMO CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIOSOLEMNIDAD NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO REY DEL UNIVERSONOVIEMBRE 23 DE 2025Primera lectura: 2S 5,1-3Salmo: 122(121),1-2.4-5 (R. cf. 1)Segunda lectura: Col 1,12-20Evangelio: Lc 23,35-43.I.Orientaciones para la PredicaciónEl Reinado de la EsperanzaIntroducción“Mientras haya vida hay esperanza” (Dum vita spes est), decía el poeta Virgilio en sus Eneidas (Liber II). El reinado de Jesucristo es sin duda, el reino de la vida y por lo mismo el reino de la esperanza permanente. El Resucitado ha vencido la muerte y, por lo tanto, la potencia de las imposibilidades, de la desesperanza. Este Domingo último del tiempo ordinario y del año litúrgico que como Iglesia hemos celebrado, nos evoca el nuevo comienzo. En el movimiento de Dios como principio y fin de todo, nada termina, todo vuelve a ser nuevo. Su reinado es la actuación continua de su poder salvador en la comunidad creyente y en la humanidad entera. La palabra de este día tiene la potencia de la esperanza cristina que permite la continuidad de la vida, que evoca el paroxismo de proclividad, es decir, la fuerza intensa que mueve al hombre siempre hacia Dios.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?El segundo libro de Samuel nos presenta una escena muy corta, pero llena de significación. El reinado de Saúl ha terminado, todos sus partidarios han sido exterminados y comienza para David la época de reinar. Ahora todas las tribus se han reunido para aceptar al nuevo rey, cuando antes, sólo una lo había hecho (Judá). Ciertamente, cuando los poderíos se vuelven inservibles, la tendencia es acomodarse a la única opción. No se acepta la propuesta Divina, ya que no se considera realmente proveniente de Dios, sino porque las otras tendencias ya no funcionan. Esta totalidad del pueblo que se reúne para aceptar a David como rey, lo han hecho posteriormente a la decadencia de Saul. La esperanza está ahora puesta en lo que Dios ha establecido, así debería ser, y no simplemente porque las posibilidades se han terminado. David aparece como un rey necesario para el nuevo comienzo: será pastor y príncipe. Tendrá el cuidado de su pueblo y al mismo tiempo el poder de quien sucede en su puesto al anterior rey. Aceptarlo, implica entonces, dejarse guiar y gobernar por quien Dios ha establecido con nuevo pacto. Jesús, el rey pastor, está figurado en este David, un rey no muy aceptado, pero que es la mejor propuesta de Dios para las esperanzas del mundo.El salmo 122 evoca la alegría de la subida al monte del Señor, a su casa y al palacio de David. El segundo verso de este salmo habla de la casa de David, como familia continuadora del gobierno. En la casa de David está la promesa de un reino sin fin, de una continuidad de la bendición de Dios. Por eso, la justicia impartida desde los tronos será permanente. Es la justicia para el pobre, el indigente, el huérfano, la viuda y todo aquel que no tiene protector (salmo 71). La alegría de llegar a la casa del Señor para recibir su cuidado, se vuelve inigualable.La carta a los Colosenses le pone un acento soteriológico al ser cristianos. Nuestra condición como creyentes es una capacidad dada. No se trata del esfuerzo personal, sino del don dado por Dios. La herencia compartida es en la luz; El reino de las tinieblas ha sido vencido, es un poderío más que ha perdido su continuidad cuando las aguas bautismales nos han sacado de su dominio. Cristo, imagen de Dios, cabeza de la Iglesia, principio y fin de todo, el resucitado, tiene todas las características necesarias para haber hecho esta gran obra salvífica, pero es en la cruz, derramando su sangre, como nos ha salvado. El trono del rey salvador, la cruz, es el lugar de la nueva justicia, la de la misericordia, es el lugar donde el nuevo David redime de los pecados. ¡Ave crux, spes unica! No hay más esperanza que la cruz sobre la que el redentor devuelve la salud. Es allí donde la agonía se vuelve oportunidad.El evangelio de Lucas sintetiza todo este itinerario de la palabra. La cruz, la agonía, el momento final. Todos estos elementos hacen pensar en que todo ha terminado. No hay nada más. Pero la disputa entre los malhechores, vuelve a ser imagen de la guerra entre el bien y el mal. Jesús, el crucificado, abre desde el sufrimiento de la cruz, la delicia del paraíso. Decía san Ambrosio: “Él es crucificado en nosotros, a fin de que nuestros pecados sean purificados por él” (De Paenitencia II,9). La batalla contra las tinieblas, en la cruz, genera que uno sea trasladado al reino de la luz. Aquel que ha reconocido que Jesús, crucificado con él, es quien llega con su reinado, ese entra en su esplendor. La esperanza de la cruz se ha abierto. El reinado del crucificado ha abierto las puertas eternas. Todo es posible para quien, a pesar de su sufrimiento, mira al Crucifijo y reconoce que Él puede abrir nuevas puertas, nuevas posibilidades, nuevas vidas. La Esperanza está en la vida, pero, sobre todo, en la vida plena que Jesús nos da. El reino de la esperanza sólo está en Él.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?La mirada en Jesús, el Rey del universo, coloca a toda la Iglesia en el camino de la esperanza. El vencedor de la muerte tiene las llaves que abren toda posibilidad incluso para aquel que cree que su única alternativa esta en su presente, en su desgracia o en sus éxitos. El llamado es a mirar al crucificado y su corona como la opción más real y certera de Dios para nuestra salvación. No hay otro nombre por el que seamos salvados, más que en Jesús (Hch. 4,12). Él es el nuevo David ungido, el Gólgota es el nuevo Hebrón donde el rey consagrado es aceptado o rechazado. ¡Qué gran esperanza hay en Jesús! Es necesario que Cristo se presente, no como alternativa, sino como opción única y fundamental de la vida del creyente, que se debate en los reinos pasajeros de este mundo y sus múltiples opciones. Descubrir a Jesús rey y aceptarlo llena la vida, transforma las realidades, abre la Esperanza.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Necesitamos sinceridad de corazón para reconocer que las tendencias del mundo son pasajeras. Ver el reinado de Dios no cómo una opción, sino como el plan de Dios establecido para siempre, que no miente, porque es reino de verdad; que no destruye, porque es reino de vida; que no condena, porque es reino de justicia; que no atormenta, porque es reino de paz.“El reino de Dios está dentro de ustedes” (Lc 17,21). No se puede reflejar el reino sin la plena consciencia de que está ya establecido dentro de mí. Se manifiesta en el gozo, la justicia y la paz (Rom 14,17). Las virtudes humanas y las teologales vividas con conciencia, no sólo muestran el reino de Dios, sino que lo hacen presente.Señor Jesús, nos presentamos frente a tu cruz, donde te consagras rey de gloria, te reconocemos como pastor y príncipe de nuestras vidas. Acuérdate de nosotros pecadores, danos hoy tu reino, paraíso de paz. Amén.II. MONICIÓN INTRODUCTORIA DE LA MISA Y ORACION DE LOS FIELESIntroductoria de la Misa¡Viva Cristo Rey! Este grito de alabanza nos motiva esta Eucaristía, para celebrar la presencia del Reino de Dios entre nosotros. Cristo es el Reino de Dios, es quien mejor refleja el resplandor de la gloria. Celebremos que Dios está reinando en nuestras vidas, y que reinará en las intenciones que traemos como Iglesia, de la cual Él es la cabeza. En la comunión de los hermanos cantemos, oremos y recibamos sacramentalmente al rey de reyes.A la liturgia de la PalabraEs el momento de la escucha atenta de la Palabra de Dios. Esta palabra nos explica cómo el reinado de Dios es esperanza para todo el que lo acoge con alegría. Por eso, reunidos como el pueblo de Israel en Hebrón, aceptemos al rey y como el malhechor crucificado, escuchemos la palabra de salvación que nos traslada de las tinieblas a la luz.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Queridos hermanos, la esperanza del reino se manifiesta en la oración suplicante, que aguarda el cumplimiento de las promesas de Dios en la vida. Oremos con fe diciendo:R. Venga tu reino Señor.1.Padre santo, que has puesto a Cristo como cabeza de la Iglesia; concede al Papa, los obispos, sacerdotes y religiosos, anunciar con alegría, el Evangelio del reino para que todos los hombres se salven, roguemos al Señor.2.Padre Eterno, que los gobernantes de las naciones reconozcan la autoridad recibida de lo alto, para que puedan establecer la justicia y la paz, roguemos al Señor.3.Padre de bondad, te rogamos por todos los hombres y mujeres de este tiempo que aún no han conocido tu amor y tu misericordia, para que el testimonio de los creyentes y su caridad constante les abran nuevas esperanzas, roguemos al Señor.4.Padre misericordioso, te suplicamos por nosotros aquí reunidos en comunidad orante; danos la gracia de vivir en gozo, justicia y paz para dar al mundo la esperanza de tu reino, roguemos al Señor.Oración conclusiva Padre celestial, acoge compasivo las preces de tu pueblo que confía en ti. No permitas que las dificultades de este mundo, opaquen las esperanzas de alcanzar de ti, cuanto conviene. Por Jesucristo nuestro Señor.R. Amén.
Vie 14 Nov 2025
Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas
TRIGÉSIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIONOVIEMBRE 16 DE 2025Primera lectura: Ml 3,19-20aSalmo: 98(97),5-6.7-8.9 (R. cf. 9)Segunda lectura: 2Ts 3,7-12Evangelio: Lc 21,5-19.I.Orientaciones para la PredicaciónLa Esperanza de la salvaciónIntroducciónLa esperanza no puede surgir más que en medio de la crisis. El punto de partida de ella, no es un falso optimismo que mira la vida con la idea de que todo simplemente va a estar bien. El mensaje de la Palabra de Dios de este penúltimo domingo del año litúrgico nos impulsa a la comprensión de la esperanza como fuerza de salvación. Ciertamente, ella no va desligada de la fe y de la caridad como virtudes complementarias, sino que se alimenta y al mismo tiempo, les aporta. La esperanza de la salvación, porque la salvación es una esperanza, no anima al cristiano a una ilusión de que nada le va a pasar, al contrario, está ofrecida para que en medio de las cosas que suceden él se entienda como salvado, como quien, a pesar de todo, permanece en pie sin ser derrotado. 1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?El profeta Malaquías, unos cien años después de que el pueblo había regresado del destierro, denuncias la infidelidad de quienes ahora, acomodados y poco piadosos, se habían olvidado de la ley de Dios y de su templo. Dios ha decidido retirar su cuidado a este pueblo que no ha comprendido su historia. Peor aún, no ha aprendido nada de lo vivido en el pasado ni en el presente. Parece que las experiencias críticas de sus antepasados no dicen nada a este pueblo, que habiendo sido nuevamente liberados, han caído en el pecado. Es aquí donde, Malaquías (Mi Mensajero), en el capítulo tercero del que hemos escuchado unos pocos versículos, lanza una sentencia de juicio: Dios purificará a su pueblo. De esta acción de limpieza, permanecerá un remanente, un pequeño pueblo piadoso que tendrá como guía “el libro memorial” (3,16), que es la palabra de Dios. Este libro de memorias le recordará no sólo su pecado, sino cómo Dios salva a su pueblo. He aquí la fuerza que tienen los versículos que hemos proclamado. Los salvados son aquellos que temen al Señor. Los justos tienen una esperanza de salvación posterior a la crisis e incluso en medio de ella. Ella sirve para refinar la existencia de quien es fiel a Dios. Sólo puede haber esperanza si hay fidelidad, es decir, constancia.El salmista nos introduce en la mirada real de Dios. Dios llega para regir la tierra con justicia y rectitud. No cabe duda que el poder de Dios restaura, renueva. Sólo destruye el mal, pero potencia el bien. Este salmo es un preámbulo a la solemnidad del próximo domingo, en el que la realeza de Cristo se manifestará en su esplendor. Tañer y aclamar son las acciones del pueblo, que se suman al retumbar, aplaudir de lo que contiene el mar y la tierra. Hombre y cosmos saben quién es el Señor que sostiene todo. San Pablo, en la carta a los Tesalonicenses, impulsa el apagamiento de la vida cristiana de sus contemporáneos. La demora del regreso del Señor, no puede ser motivo ni de desánimo, ni tampoco de descuido. No se puede anhelar la presencia del Señor (Parusía) con una esperanza inactiva. La porfía como la desidia son enemigas de la esperanza. La esperanza cristina implica la acción. No es un opio momentáneo ni un simple deseo. La mejor forma de aguardar al Señor es viviendo la existencia y no en un sentimiento de “desistencia”, o lo que es lo mismo, unas ganas de no vivir, de no ser, de no hacer. La salvación sólo se logra en el resistir, en la resiliencia capaz de soportar la crisis, en la permanencia y la constancia. Ningún momento difícil puede detener nuestra vida y sus quehaceres. El creyente sabe que Dios viene y por eso no detiene nada, sino que continúa hasta que se realice su redención.El Evangelista Lucas, por su parte, nos pone el mismo lenguaje esperanzador y como lo hemos dicho, más allá de una mirada positiva de la vida. Todos los fenómenos universales de magnitud catastrófica, pueden llegar a ser una oportunidad de confusión. Así reacciona el instinto humano ante cualquier eventualidad fortuita. Sin embargo, el creyente tiene la serenidad del Dios de su salvación; analiza las circunstancias, trata de comprender sus causas, mira sus consecuencias, pero, sobre todo, encuentra en ello una finalidad transformadora. Como el pueblo de Malaquías, podemos pensar que Dios no actúa, y siempre esperamos que Dios detenga todo fenómeno de maldad humana o de la naturaleza, pero no queremos que Dios intervenga en el corazón. Que Dios detenga las catástrofes, pero que no actúe en la vida. De frente a toda crisis posible, el creyente asume sólo el último mensaje del texto de hoy: “Con su perseverancia salvarán sus vidas”. El verbo “ktaomai” usado por Lucas, significa ganar, poseer, adquirir. Lo cual indica el resultado de un esfuerzo. La esperanza de la salvación es el resultado del esfuerzo paciente de quien no se deja confundir. La vida que se gana es la “psyché”, es decir, la capacidad de mantener la consciencia, el aliento vital, el deseo de continuar. Son necesarios los hombres con esperanza de vivir y continuar. 2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?El mensaje escatológico de este domingo, como siempre, resplandece en las realidades del mundo de hoy. Podríamos pensar que el anuncio del fin es simplemente una noticia catastrófica que tienen como finalidad convertir con la fuerza del temor. Por el contrario, encontramos que el Evangelio, que es Cristo, es al final, la meta más certera de la vida del creyente. Él es la finalidad misma de nuestro itinerario de fe. Por eso, nuestra esperanza es Jesucristo. En él se cumplen las promesas, pero al mismo tiempo se encuentra la salvación definitiva. La vida misma de Jesús es una paradoja que se realiza entre la vida y la muerte, entre la alegría y la tristeza, entre el dolor y el consuelo. Jesucristo es la garantía de una vida auténticamente ganada. La ganancia de la vida no está en el mundo, sino en Dios. El problema no es ganar la vida, el problema es para quién la ganamos.El mensaje esperanzador, a punto de terminar este año litúrgico, no se difumina en un año jubilar, sino que se renueva. Comprender con mayor fuerza que la esperanza es al mismo tiempo una paradoja. Que las tragedias humanas son un llamado a revisar la vida, a permitir que ella se purifique, a disponer el corazón. La conversión será entonces, fruto de la esperanza en la salvación y no como miedo al desastre. En esperanza fuimos salvados (Rom 8,24), no fuimos salvados en el miedo. El llamado definitivo que Dios nos hace es a mirar hacia la redención. No existe nada de Dios que no proceda del amor. Incluso, en la tragedia humana, el amor esperanzador posibilita la continuidad. El mundo puede acabar, pero la vida permanece y se vuelve eterna en Cristo.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Dios no tiene principio ni fin. Es la garantía de que en él todo comienza y en él todo termina. Te escuchamos Señor, en medio de nuestro pecado, de nuestro desorden, de nuestra maldad. Queremos permanecer en ti. Que nada nos separe de tu amor, que ninguna adversidad o amenaza nos difumine la esperanza de tu salvación. Necesitamos ser mensajeros de buenas nuevas. Que ni lo negativo ni un exceso de positividad nos hagan perder la auténtica esperanza.El cristiano ha sido salvado en la esperanza, para ser esperanza en el mundo. Su capacidad de ver la realidad con los ojos de Cristo, genera infinidad de posibilidades que, hacen de la vida un espacio para la salvación de Dios. No puede haber palabra de condena en un salvado, menos, palabra de resignación. Es necesaria la palabra de la esperanza que oriente la existencia propia y ajena; Orienta, trascendiendo el mundo. Y aunque el mundo de tambalee, el que tiene esperanza pisa tierra firme.Recomendaciones prácticas:-Jornada Mundial de los Pobres.-Jubileo de los Pobres.-22 – 23 de noviembre. Jubileo de los Coros y CoralesI.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa ¡Es domingo, es día de fiesta! Estamos reunidos en comunidad de fe para celebrar el sacramento de la fe, que fortalece la caridad y nos abre a la esperanza. Celebremos, reconociendo que aquí está presente Cristo, en la comunión de los hermanos y en la comunión Eucarística. Que las realidades que nos conmueven a diario, se vuelvan la única súplica y alabanza a Cristo, que está a la puerta y llama, para cenar con nosotros.Monición a la Liturgia de la Palabra En este día la escucha de la palabra de Dios requiere mayor atención. Dios trae buenas noticias de salvación y espera nuestra respuesta de renovación, pues lo que escucharemos, en medio de palabras de juicio y destrucción, la última palabra es la que debe anidarse en el corazón: “Si perseveran se salvarán”. Escuchemos y meditemos.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Queridos hermanos, confiemos nuestras peticiones a Dios, nuestro refugio y digamos con esperanza:R. Oh Señor, escucha y ten piedad1.Padre Santo, te pedimos por la Iglesia, cuerpo de Cristo, para que el mensaje de la esperanza que anuncia día a día, sea aceptado en el corazón de los hombres que Dios quiere que se salven, roguemos al Señor.2.Padre Eterno, te suplicamos por los que dirigen las naciones, especialmente por nuestro gobierno nacional, para que ni el temor, ni la violencia sean medios de lograr la paz y la reconciliación, roguemos al Señor.3.Padre de bondad, te rogamos por todos los hombres que han perdido la esperanza en medio de sus tragedias, para que, a la luz de la palabra y la predicación de sus cercanos, encuentren sosiego y ayuda, roguemos al Señor.4.Padre de amor, te pedimos por todos los pobres que hoy se encuentran alejados de ti, para suscites en nuestros corazones el deseo y la prontitud para servirles, roguemos al Señor.5.Padre omnipotente, te pedimos por todos aquellos que sirven a tu Iglesia con el canto, que la celebración del Jubileo de los Coros y Corales sea una oportunidad para afianzar su ministerio, roguemos al Señor.6.Padre misericordioso, te pedimos por esta comunidad, congregada por tu amor, para que mantenga la esperanza de haber recibido la Palabra de salvación y la vivan intensamente, roguemos al Señor.Oración conclusivaPadre fiel y bondadoso, escucha atentamente las oraciones de tu pueblo; que la esperanza de alcanzar lo que piden, esté confiada a recibir lo que sea de provecho salvífico. Por Jesucristo nuestro Señor.R. Amén.
Vie 7 Nov 2025
Destruid este templo, y en tres días lo levantaré
TRIGÉSIMO SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIODEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁNNOVIEMBRE 9 DE 2025Primera lectura: Ez 47,1-2.8-9.12Salmo: 46(45),2-3.5-6.8-9 (R. 5)Segunda lectura: 1Co 3,9c-11.16-17Evangelio: Jn 2,13-22.I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónEl celo por la casa de Dios, la purificación del santuario santo y Cristo como el nuevo templo de Dios, cuyo cuerpo es la Iglesia son algunas ideas que resaltan en el evangelio escuchado, en la celebración de la dedicación de la basílica de Letrán, donde la cátedra de Pedro sirve como principio visible y garante de la unidad de toda la Iglesia.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?Jesús muestra celo amoroso y amor celoso por la casa de Dios, tal como lo habían hecho profetas como Isaías (56,7), Jeremías (7,14) y Malaquías (3,1). Se presenta a sí mismo como el nuevo templo de Dios, es decir, el lugar donde Dios puede encontrado, escuchado, donde Dios se revela. La relación entre el Divino y el humano se da ahora en Jesús, Verbo de Dios humanado, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre.El Cordero de Dios, el nuevo templo de Dios, echa fuera las ovejas, víctimas del sacrificio en el antiguo culto. Él es el sacrificio por excelencia, único capaz de garantizar vida redimida y redención viva, de manera que los animales ya son inútiles. “Destruid este templo y en tres días lo levantare”; “él hablaba del templo de su cuerpo” (Jn 2,19.21). El templo era el santuario de la presencia divina, pero es Cristo ahora la presencia de Dios, la morada de Dios con los hombres.El templo era el lugar en el cual se encontraban Dios y el hombre; pero es Cristo el verdadero templo, en el cual Dios y el hombre están en comunión. El templo era considerado la puerta del cielo, pero es Cristo la verdadera puerta del cielo.El templo era pensado como manantial de vida bendita y bendición viva. Es la enseñanza de Ezequiel, quien ve salir debajo del umbral del templo agua en dirección a oriente, la cual impregnaba de vida fecunda y fecundidad viva todo lo que tocaba, renovando la creación (Ez 47,1-2. 8-9: primera lectura). Ahora es Cristo la fuente de vida abundante y abundancia bendita para el pueblo de Dios.El templo era concebido como el centro y el fundamento del mundo; ahora es Cristo, templo nuevo, el fundamento y centro de la humanidad nueva, del mundo nuevo. 2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?Cristo es el nuevo templo y el cuerpo de Cristo es la Iglesia, de manera que ella es el lugar de la presencia de Dios en el mundo: “¿no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo y ese templo sois vosotros” (1Cor 3,16-17: segunda lectura). Como escribió san Agustín: “el templo de Dios, es decir, de la Trinidad, es la santa Iglesia” (Enchirid., 56,15).El celo purificador, restaurador y perfeccionador de Cristo hacia el templo ha de inspirarnos celo por la Iglesia, “casa de Dios, columna y fundamento de la verdad” (1Tim 3,15), a quien Cristo amó y por la cual se entregó, “para presentársela resplandeciente, sin mancha ni arruga, ni cosa parecida, sino santa e inmaculada” (Ef 5,27). También nosotros estamos llamados a amar a la Iglesia y a entregarnos por ella con el amor que dona y la donación que ama, para que sea como la quiere el Señor.El divino Maestro instituye su única Iglesia sobre la roca de Pedro, garantizándole que “las puertas de la muerte no prevalecerán contra ella” (Mt 16,18). Para que su Iglesia subsista por siempre encomienda a Pedro y sus sucesores la misión de confirmar en la fe a sus hermanos (Lc 22,31-32) y el pastoreo de su grey: “apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas” (Jn 21,15-17).De ahí la importancia de la dedicación de la basílica de Letrán, la catedral del Papa, sucesor de Pedro, quien “preside la asamblea universal de la caridad, protege las diferencias legítimas y simultáneamente vela para que las divergencias sirvan a la unidad en vez de dañarla (LG 13). El obispo de Roma, principio y fundamento de la unidad de la Iglesia (LG 23) es el garante de la sinodalidad” y de la “unidad en la diversidad”, “tiene un papel único en la salvaguardia del depósito de la fe y de las costumbres”. Todo proceso sinodal articula “la implicación de todos” (el pueblo de Dios), el ministerio de algunos (Colegio episcopal) y la presidencia de uno (el Sucesor de Pedro)” (Sínodo de la sinodalidad 131-132. 136).3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?El Señor nos conceda celo ardiente por su Iglesia, para edificarla en comunión, participación y misión, bajo el pastoreo del Papa, Sucesor de Pedro, cuya cátedra celebramos en la dedicación de la basílica de Letrán.Que en comunión con el Papa avancemos en sinodalidad misionera y misionariedad esperanzadora de manera que la Iglesia sea un signo de esperanza para el mundo de hoy.II.Moniciones y Oración Universal o de los FielesMonición introductoria de la Misa Como asamblea litúrgica nos unimos a toda la Iglesia para celebrar la dedicación de la basílica de Letrán, un gesto de comunión con el sucesor de Pedro y con toda la Iglesia. Participemos festiva y activamente.Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra inspirada nos induce a contemplar a Cristo como el nuevo templo de Dios, lugar del encuentro del humano con el Divino y manantial de gracias incesantes.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Presentemos a Dios nuestras súplicas respondiendo: Jesús, esposo de la Iglesia, escúchanos.1.Padre Santo, escucha nuestra oración por el Papa, Sucesor de Pedro; sostenlo en su servicio a la unidad de la Iglesia.2.Padre eterno, concede prudencia a nuestros gobernantes, para que dirijan el camino de los pueblos por sendas de paz y justicia3.Padre compasivo, mira con misericordia a los que sufren, para que encuentren en la Iglesia una tienda de campaña que les brinda la medicina de Dios4.Padre santo, bendice a tu pueblo santo, para que, en comunión con toda la Iglesia, pastoreada por el Sucesor de Pedro, sea un signo de esperanza para el mundo de hoyOración conclusivaEscucha, Padre, la oración de tu pueblo, que confía en tu bondad y espera en tus promesas. Por Jesucristo nuestro Señor.R. Amén.