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Mayo, mes dedicado a la Virgen María
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Por Pbro. José Antonio Díaz Hernández - Iniciamos el mes de mayo, mes que dedicamos de manera especial a fijar nuestros ojos en María, a cultivar y purificar nuestra devoción mariana, porque para nosotros, discípulos misioneros de Jesús, ella es modelo perfecto de vida cristiana y en ella encontramos estímulo, refugio y fortaleza para anunciar a Jesús, salvador del mundo. Podríamos aprovechar, entonces, estos días, para profundizar en el conocimiento y la búsqueda, de una verdadera relación con María, que no quede reducida solo a algunos actos de piedad. Al respecto nos puede ayudar de manera particular la Sagrada Escritura, la teología de los Santos Padres, bajo la dirección del Magisterio.
En cuanto a María en el Nuevo Testamento, sólo unos pocos pasajes nos hablan de ella. Sin embargo, a partir de estos textos podemos escuchar su testimonio del modo más atento y preciso sobre la vida de aquella Mujer que se convirtió en una figura singular en la historia de la salvación. Puede parecer asombroso ver cuántas cosas nos dicen estos pasajes sobre la llamada de María por parte de Dios, sobre su camino con Jesús, sobre su relación con él en su niñez y durante su vida pública, sobre su relación con los discípulos de Jesús.
De toda esta riqueza sobre la madre de Jesús, me permito compartir con ustedes, los dos grandes amores que estuvieron presentes en la vida de María: el amor a Dios y el amor a los hermanos.
1. El amor a Dios:
Tras la explicación del ángel sobre el cómo de la generación del “Hijo del Altísimo” en su seno, María responde confiadamente, “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu Palabra” (1,38). El Papa Benedicto XVI, en su libro La infancia de Jesús, explica esta respuesta generosa de María, citando una homilía de Adviento de San Bernardo de Claraval. Después de la caída de nuestros primeros padres, todos quedamos sometidos bajo el dominio de la muerte. Sin embargo, Dios busca una nueva entrada en el mundo. Llama a la puerta de María. Con esto, se quiere indicar que Dios necesita la libertad humana, pues no puede redimir al hombre, creado libre, sin un “sí” libre de su voluntad. Por eso la respuesta de María es esperada con expectación por el cielo y la tierra. San Bernardo muestra como el “hágase en mí según tu palabra” es el momento de la obediencia libre, humilde y magnánima a la vez, en la que se toma la decisión más alta de la libertad humana. Estas enseñanzas prueban con claridad que María se convierte en madre por su “sí” generoso. A este respecto, también los padres de la Iglesia han dicho esto mismo cuando afirman que “María habría concebido por el oído”, esto es, mediante su escucha. Por su obediencia libre la Palabra ha penetrado su vida, y ella se ha hecho fecunda (Cf. J. RATZINGER [BENEDICTO XVI], La infancia de Jesús, pp. 42-43). Esta actitud de escucha generosa y libre por parte de María, está motivada por su amor a Dios.
Por amor a Dios escuchó, llena de disponibilidad, las palabras del ángel que le anunciaba que iba a ser Madre. No le discute ni le pone condiciones. Ama a Dios con todas sus fuerzas, con toda su alma, con todo su ser (cf. Dt 6,5); amó a su Hijo Jesucristo, y por eso lo acompañó con sufrimiento hasta el calvario y, de pie, escuchó sus últimas palabras y, en su descendimiento, lo recibió entre sus brazos. El Concilio Vaticano II subraya la dimensión profunda de la presencia de la Virgen en el Calvario, recordando que “mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz” (Lumen gentium, 58), y afirma que esa unión “en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte” (ib., 57). Esto es puro amor.
2. Por amor a los hermanos, María también está pronta a socorrer a quien le necesita en cada momento:
- Después del relato del anuncio de la concepción de Jesús en el seno de María, la Virgen, San Lucas nos cuenta la visita que esta realiza inmediatamente a su pariente Isabel, es decir, la esposa de Zacarías, madre del que sería llamado “profeta del Altísimo” (cf. Lc 1,39-56). El texto comienza diciendo: “En aquellos días se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judea” (1,39). En este texto, María sale al encuentro de Isabel no solo para ponerse a su servicio, sino también como portadora del Salvador, pues tiene prisa en comunicar la Noticia y en regocijarse con la señal que le ha dado el ángel en Isabel. La referencia de Lucas a la región montañosa, la premura de María y la alegría del ambiente, han hecho pensar a muchos en una velada cita de Is 52,7: “¡Qué hermoso son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae las buenas nuevas, que anuncia la salvación, que dice a Sión: ‘Ya reina tu Dios!’”. De ser así, María surge en Lucas como la primera mensajera del Evangelio de Dios: lleva desde Galilea a la región de Judá la noticia de la paz, la felicidad y la salvación. Esta interpretación deja ver a una María que es enviada a comunicar la Buena Noticia de su Maestro, una María que no quiere esperar para comunicar la dicha que lleva en su vientre, una María que desde el instante del anuncio del ángel se hace discípula de su Hijo.
- Las bodas de Caná (Jn 2,1-11): ¿Qué hace María? Participa en la fiesta y, por tanto, sirve, ayuda, conversa, pero también observa, con cierta distancia, lo que sucede en aquella fiesta. Su distancia atenta y discreta le permite ver lo que, de hecho, nadie ve, como es que el vino se ha terminado. Es decir, María está atenta al momento humano de la existencia, atenta a las situaciones, a las personas y a las cosas (cf. Cardenal C. Maria Martini, María, la mujer de la reconciliación, p. 13ss).
- La última referencia de María en los escritos lucanos la encontramos en Hechos de los Apóstoles: “Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos” (Hch 1,14). Ahora, en este segundo libro de San Lucas, María aparece entre la primera comunidad de creyentes, también como discípula, al lado de los otros discípulos compartiendo experiencias de fe. María ha sido llamada a un servicio muy particular respecto a Jesús y a favor del pueblo de Dios, a ella le ha sido dada también la más estrecha vinculación con Jesús. Ella pudo participar en el camino de Jesús desde el inicio hasta el anuncio a todo Israel. En María, madre de Jesús, comenzó la existencia terrena de Jesús y comienza la comunión de los hombres con él. María pertenece a la Iglesia, es decir, a los hombres que creen en Jesús y viven en comunión con él. En esta Iglesia, la madre de Jesús tiene un cometido muy específico y un puesto singular.
De lo que se trata es que, en este mes mariano, podamos vivir un auténtico amor hacia María, vinculado, como no puede ser de otra manera, a la misión de su Hijo. Como recuerda el Concilio Vaticano II: “que la verdadera devoción no consiste ni en un sentimentalismo estéril y transitorio ni en una vana credulidad, sino que procede de la fe auténtica, que nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulsa a un amor filial hacia nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes” (LG, 67).
Teniendo en cuenta todo esto, podemos vivir las diversas devociones marianas. Entre ellas, es necesario destacar el Santo Rosario, que es una oración sugerida por el Magisterio de la Iglesia. En la sobriedad de sus elementos, tiene en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual puede decirse que es un resumen. Además, la misma Virgen María, en sus apariciones, ha animado a rezar esta oración. El 13 de mayo de 1917, en su primera aparición en Fátima, María dijo: “Recen el Rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra” y en su última aparición en ese lugar la Madre de Dios se presentó como la “Señora del Rosario”. El Papa Pablo VI, definió el Rosario como “compendio de todo el Evangelio” (Exhortación Apostólica Marialis Cultus, 42).
Por su parte, el Papa Francisco recordó que el 7 de octubre la Iglesia celebra a la Virgen del Rosario, y animó a rezarlo porque “el rezo del Rosario es la oración más hermosa que podemos ofrecer a la Virgen María; es una contemplación sobre las etapas de la vida de Jesús Salvador con su Madre María y es un arma que nos Protege de los males y de las tentaciones” (7 de octubre de 2020).
Motivados, por todo esto, podemos vivir nuestro mes mariano. Ha resultado, en muchas parroquias, muy provechoso peregrinar la imagen de María de casa en casa, y rezar el rosario, y, el último día del mes de mayo, hacer la coronación de la Virgen. Es, asimismo, propicio en este mes, dar una catequesis y un curso de apologética sobre el papel de la Virgen en la historia de la salvación y en nuestras vidas, habida cuenta de la confusión que siembra en los corazones de los católicos la predicación agresiva de algunos grupos religiosos, muy presentes en nuestro territorio diocesano.
Pongámonos en este mes de mayo y en toda nuestra vida bajo el auxilio de María, y contemos siempre con su ayuda ante nuestras necesidades para lograr ser nosotros, a imagen suya, verdaderos discípulos de Jesús.
P. José Antonio Díaz Hernández
Sacerdote de la Diócesis de Santa Marta
Mar 18 Nov 2025
La vocación del cristiano es sanar las heridas del prójimo
Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve - En este día celebramos la jornada mundial de los pobres, que tiene como propósito sensibili-zar a todos los cristianos, para vivir la caridad como el fruto maduro de la fe en Jesucristo y de la esperanza en Él, que no defrauda. La caridad es la puerta de entrada al cielo a participar de la gloria de Dios: “vengan benditos de mi Padre, tomen posesión del reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber; era un extraño, y me hospedaron; estaba desnudo, y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel, y fueron a verme” (Mt 25, 34 - 36); concluyendo que cada vez que un cristiano hace esto por un hermano necesitado, lo está haciendo por el mismo Jesucristo y por esta razón es llamado a participar de las moradas eternas en la presencia de Dios.La vocación del cristiano es sanar las heridas del prójimo, es mirar el dolor, el sufrimiento, la enfermedad y la herida del otro que está tirado en el camino y tenderle una mirada de amor, como manifestación del amor que viene de Dios. Jesús lo enseña en la parábola del buen samaritano, cuando le responde al experto en la ley que le pregunta quién es el prójimo (Cf. Lc 10, 30 - 36), invitándolo a hacer otro tanto haciéndose prójimo del que sufre sin preguntar por su identidad política, social o religiosa. Así lo indicó el Papa Francisco en Fratelli Tutti: “la propuesta es la de hacerse presentes ante el que necesita ayuda, sin importar si es parte del propio círculo de pertenencia. En este caso, el samaritano fue quien se hizo prójimo del judío herido” (FT 81), invitándonos a todos a hacernos prójimos y a “dejar de lado toda diferencia y, ante el sufrimiento, volvernos cercanos a cualquiera” (Ibid). Esto es lo que enseña Jesús sobre la caridad y lo reitera en el evangelio diciendo: “vete y haz tú lo mismo” (Lc 10, 37), así lo ha retomado el Papa León XIV en el mensaje para la jornada de los pobres para este año: “todos estamos llamados a crear nuevos signos de esperanza que testimonien la caridad cristiana, como lo hicieron muchos santos y santas de todas las épocas”.Vivir la caridad cristiana no es un aprendizaje que se recibe en las academias donde se llena el cerebro de la ciencia humana, sino que es fruto de la fe en Dios que nos enseña a amar al prójimo con el corazón de Jesús, sin cálculos humanos, reconociendo al mismo Jesucristo en todos los que sufren, tal como nos lo ha enseñado en el Evangelio al hablar de la ayuda que damos a los demás (Cf. Mt 25, 31 - 46), descubriendo que “para los cristianos, las palabras de Jesús implican reconocer al mismo Cristo en cada hermano abandonado o excluido, porque quien cree puede llegar a reconocer que Dios ama a cada ser humano con un amor infinito y que con ello le confiere una dignidad infinita” (FT 85), dignidad que nosotros en la vivencia de la caridad le reconocemos y le devolvemos en el nombre del Señor.De esta manera, entendemos que el cristiano tiene vocación a la caridad porque está en unión íntima con Dios, que lo mueve desde dentro a ser un instrumento en sus manos para realizar su obra con los que están caídos en el camino de la vida. La caridad nace de un cristiano contemplativo, que se pone de rodillas frente al Señor y allí encuentra la motivación más profunda para volverse prójimo del que sufre. El Papa Francisco expresó esta verdad cuando dijo: “la altura espiritual de una vida humana está marcada por el amor, que es ‘el criterio para la decisión definitiva sobre la valoración positiva o negativa de la vida humana’. Todos los creyentes necesita¬mos reconocer esto: lo primero es el amor, lo que nunca debe estar en riesgo es el amor, el mayor peligro es no amar (Cf. 1Cor 13, 1- 13)” (FT 92). Concluyendo así que la caridad es el fruto maduro de un cristiano que tiene un camino de perfección cristiana muy fortalecido, porque se relaciona con Dios a través de la oración y se mantiene en la gracia y en la paz del Señor; por eso, la transmite a los que están en su entorno a través de la ayuda a los más pobres y necesitados, mediante el ejercicio sincero y desinteresado de la caridad.Todos estamos clamando hoy por la paz en el mundo, pero tenemos que entender que la paz es un don de Dios que brota de la caridad y desde la caridad que es amor de entrega total puede lograr que el corazón del hombre se sane, para que pueda transformar la sociedad. La caridad como expresión más alta de la fe y la esperanza, en un creyente que vive en gracia, transforma el entorno en el que vive, ya que “la caridad, con su dinamismo universal, puede construir un mundo nuevo, porque no es un sentimiento estéril, sino la mejor manera de lograr caminos eficaces de desarrollo para todos” (FT 183). De tal manera, que la caridad no es solamente el centro y la corona de todas las virtudes, sino que es también “el corazón de toda vida social sana y abierta” (FT 184).Al celebrar en este día la jornada mundial de los pobres, desde las parroquias y familias estamos llamados a tener gestos de caridad para con los más necesitados, pero no podemos quedarnos en una jornada de este domingo, sino que tenemos que entender que la vocación del cristiano es la caridad, que significa agacharse para sanar las heridas del prójimo. Fieles al mandato del Señor: sean mis testigos, busquen la santidad, hagámoslo desde la vivencia de la caridad, como vocación del cristiano a mirar al que sufre con los ojos de Jesús. Que la Santísima Virgen María, madre de la caridad y el Glorioso Patriarca San José custodien la fe y esperanza en nosotros, que produce el fruto maduro de la caridad que nos abre las puertas del Reino de los cielos.En unión de oraciones,reciban mi bendición.+José Libardo Garcés MonsalveObispo de la Diócesis de Cúcuta
Mar 18 Nov 2025
Hasta que la muerte nos una más
Por Mons. Miguel Fernando González Mariño - “Tú me amarás, yo te amaré, hasta que la muerte nos una más”, dice la hermosa canción de la hermana Glenda sobre ese misterio del amor humano que se “diviniza” con la presencia del Espíritu Santo en los esposos cuando están unidos por el sacramento del matrimonio. A primera vista parece contradecir el “hasta que la muerte los separe”, que se apoya en Mateo 19,6 donde el mismo Jesús expresa el plan Divino original sobre la unidad y la indisolubilidad matrimonial: “lo que Dios ha unido no lo separe el hombre”.En el mes de Noviembre la Iglesia nos invita a tener más presente nuestra vida pasajera en este mundo, nuestra realidad transitoria y por tanto la preparación para la vida eterna. Pensar que la muerte libera al esposo de la esposa o a ella de él, se ha prestado para infinidad de chistes, que nos distraen del verdadero sentido de la vocación al amor a que hemos sido llamados todos los humanos. Aclara aún más esta consideración sobre la terminación del matrimonio a causa de la muerte la enseñanza de Jesús que afirma que en la resurrección no se casarán ni ellas, ni ellos, sino que serán en el cielo como ángeles (Cf Mt 22,30).Escribe un buen autor (tal vez San Agustín...) que “la amistad que se olvida es una amistad que nunca existió”, para decir que el auténtico amor nunca se termina, sino que, por el contrario, como enseñó el Papa Francisco en Amoris laetitia, el amor humano siempre es “perfectible”. Esto, en contra de la idea popular de que el amor de los novios es el ideal y que con el tiempo se gasta y desvanece. En realidad, con la gracia de Dios, el amor (auténtico) tiene la vocación a una permanente perfección. Siendo así, ¿por qué se va a acabar repentinamente con la muerte? Lo que ocurre es que ese amor que los consagró como esposos es tan verdadero, que lo que busca es la santificación del cónyuge, su bien no solo en esta vida sino en la eterna. El amor conyugal lo que busca es la santificación del otro, que sea feliz para siempre. Además, en ese empeño sincero vivido como vocación, el que ama también se perfecciona y se santifica.En resumen, los dos cónyuges buscan la misma meta, quieren llegar juntos al cielo y no solo ellos sino con sus hijos y su descendencia. Así funciona la Iglesia y por eso la familia es la célula vital inicial. Entonces el viudo/la viuda puede contraer nuevas nupcias si ve que hace parte de su camino de santidad y puede suceder, como en tantos casos a lo largo de la historia, que se conforme un nuevo hogar en el que también se busca sinceramente vivir como familia que da testimonio de fe y esperanza. En la eternidad, donde ya no se necesita la unión conyugal para que subsista la humanidad, gozarán los frutos de esta escuela de amor en que nos encontramos en esta vida terrena.Es muy preocupante saber que por ignorancia o por indiferencia sobre estas preciosas verdades de nuestra fe en torno al valor santificador del matrimonio, alrededor del 70% de los hogares católicos en Colombia vivan en unión libre (cifra que algo varía según las regiones). Los pastores y maestros tenemos parte de culpa en esta ignorancia y tibieza de nuestros fieles. La falta de una verdadera catequesis que les permita desde niños tener una visión apropiada de la familia y el matrimonio, la falta de catequesis entre los jóvenes, la poca promoción de parejas de esposos para que se formen y apoyen la pastoral familiar parroquial, son entre otras, las causas de esta grave situación. En nuestro ENCUENTRO NACIONAL DE PASTORAL FAMILIAR que celebramos en Pereira del 23 al 25 del pasado mes de octubre, avanzamos en el estudio y modos de implementación de los Itinerarios Catecumenales Matrimoniales que nos dejó el Papa Francisco como un medio práctico de asumir Amoris laetitia en la vida pastoral. Es esperanzador ver que sí hay avances en esta tarea. Es una labor ardua, pero vale la pena. Se vio la urgente necesidad de seguir formando parejas de esposos que sean competentes en la acogida, acompañamiento y testimonio de vida, para que en verdad animen e iluminen las parejas que desean casarse. Pongamos todos los medios para que nuestros jóvenes llamados a vivir la vocación matrimonial encuentren en sus parroquias el ambiente propicio para encontrarse con Dios y tengan la alegría de comprobar que Dios los conoce y los ama y cuenta con ellos para que sean felices haciendo felices a quienes los aman, HASTA QUE LA MUERTE LOS UNA MÁS. +Miguel Fernando González MariñoObispo de El EspinalPresidente de la Comisión Episcopal de Matrimonio y Familia
Mar 11 Nov 2025
A cuarenta años de la tragedia: San Juan Pablo II en Armero
Por: Mons. Fabián Marulanda López, obispo emérito de Florencia.En la retina de los colombianos quedó muy grabada la imagen del Papa Juan Pablo II, arrodillado ante la cruz de cemento que se levantó en el lugar donde antes existió la "ciudad blanca" de Armero. Aquí se hace realidad aquello de que "una imagen vale más que mil palabras".Cuarenta años después de la tragedia de Armero y 39 de la visita del Santo Padre, pocas cosas han cambiado en la geografía de aquel lugar desolado; la fotografía del Papa que le dio la vuelta al mundo, sigue recordando a los damnificados de la tragedia la figura y el mensaje de este santo hombre de Dios que nos visitó el día 6 de julio de 1986.Allí llegó en la mañana de ese domingo, acompañado de una reducida comitiva y pronunció una conmovedora oración antes de pasar a Lérida donde encontró a los miles de hombres y mujeres que sobrevivieron a la tragedia ocasionada por la erupción del volcán Nevado del Ruiz.Quienes esperábamos al Papa ese día, escuchamos su oración en medio de un silencio que sólo el viento se atrevía a romper.Oración del Papa Juan Pablo II"Padre, rico en misericordia, consuela el dolor de tantas familias, enjuga las lágrimas de tantos hermanos, protege la soledad de tantos huérfanos. Infunde a todos ánimo y esperanza para que el dolor se cambie en gozo y la muerte, por la fe, sea germen de vida nueva.Haz que, mediante la solidaridad, el trabajo y el tesón de las gentes de esta tierra, surja, como de entre las cenizas una nueva ciudad de hijos tuyos y hermanos, donde reine la fraternidad, se renueven las familias, se llenen de pan las mesas y de cantos los hogares y los campos.Bendice esta Cruz alzada aquí como signo de nuestra redención, baluarte de esperanza, símbolo de muerte y de vida, de dolor y de gozo."El viento agitaba los cabellos del Papa que caminaba erguido en aquel valle de tristezas, como un profeta que desafiaba el miedo y el dolor para hablar de resurrección y de esperanza.Mientras tanto, en la explanada de Lérida lo aguardaba la multitud. Y en medio de esa multitud, los damnificados que sobrevivieron a la avalancha de piedra y lodo, pero que quedaron marcados por el horroroso recuerdo de aquella noche infernal.Hoy, me parece ver el rostro de los miles de personas venidas de Ibagué y de los pueblos del norte del Tolima que lo esperaron con un fervor que erizaba la piel.La llegada del Papa fue acogida con pañuelos blancos y gritos de alegría. A pesar del fuerte calor, la gente se agolpaba para verlo más de cerca y participó con entusiasmo en la solemne Eucaristía. En su homilía, el Santo Padre se refirió nuevamente a la tragedia:"La catástrofe que el volcán Nevado del Ruiz provocó en Armero, conmovió profundamente mi corazón”He venido para sembrar en vuestros corazones de creyentes palabras de esperanza.Quisiera llegar con mi condolencia y afecto a cada uno de vuestros hogares.En la visita que acabo de efectuar a Armero he querido orar por los difuntos para que Dios les conceda el descanso eterno. También deseo orar por vosotros, damnificados y familiares de las víctimas, para que Dios os dé comprensión y amor, abriendo vuestras vidas a la perspectiva de un futuro mejor."En este año se cumplen cuarenta años de la histórica visita del Papa. Sus mensajes y sus gestos proféticos siguen iluminando a quienes mantenemos viva la esperanza de que Colombia pueda un día encontrar la Paz y transitar los caminos de la civilización del amor.En relación con Armero, vale la pena recordar que inicialmente esta visita no estaba incluida en el itinerario oficial que seguiría el Santo Padre, pues su encuentro con los damnificados de la tragedia debía realizarse sólo en la ciudad de Chinchiná. ¿La razón? existía el temor de que el Nevado del Ruiz, todavía activo, produjera un nuevo evento como el del 13 de noviembre de 1985 y los organizadores no querían correr con semejante riesgo.Pero dio la casualidad de que el Presidente Belisario Betancur convocó a los Gobernadores y Obispos de los lugares que visitaría el Santo Padre, a una reunión de trabajo en la Casa de Nariño. Se trataba de informar cómo se estaba preparando la visita en cada uno de los lugares previamente fijados por la Comisión Preparatoria. El compromiso para el país era muy grande y no se quería dejar de prever ningún detalle.El Arzobispo de Ibagué, Monseñor José Joaquín Flórez Hernández, debido a problemas de salud, me delegó para asistir en su reemplazo. Y cuando todos los gobernadores rindieron su informe, me arriesgué a pedir la palabra y a solicitar con el alma y el corazón, que se diera a los damnificados de Armero la posibilidad de ver al Papa; este sería el mayor consuelo para quienes todavía lloraban la pérdida de su ciudad y de sus familias. Para nadie como ellos podían ser de tanto alivio la presencia y el mensaje del Santo Padre.La petición fue acogida por el señor Presidente quien al día siguiente dio las instrucciones del caso para incluir esta nueva etapa en el itinerario de la visita.Lo que vino después, lo recuerdan bien los colombianos que fueron testigos de los hechos y también quienes han leído la historia de aquellos siete días blancos en los que San Juan Pablo II peregrinó con la Paz de Cristo por los caminos de Colombia.
Lun 10 Nov 2025
El Espiritismo
Por Mons. Ricardo Tobón Restrepo - El ser humano, como lo percibe en su propia naturaleza y lo demuestra la historia, siente una tendencia hacia lo misterioso y una atracción por experiencias extrañas y ocultas. El espiritismo moderno se basa en esa realidad y se inspira en prácticas antiguas. A partir del siglo XIX fue tomando las diferentes formas y expresiones con las que se presenta hoy. Las principales tesis en las que se sustenta son las siguientes: la posibilidad y conveniencia de tener comunicación con entidades espirituales desencarnadas, la creencia en la reencarnación, la convicción de la pluralidad de mundos habitados, la identificación entre lo natural y lo sobrenatural y entre la religión y la ciencia.Por tanto, el espiritismo sostiene que, mediante personas dotadas de una naturaleza particularmente sensible, es posible una comunicación con los muertos, cuyos espíritus según su grado de evolución habitan diversos mundos. Promueve para ello reuniones en las que los “médium”, después de determinadas invocaciones, dicen recibir mensajes de los espíritus a través de ruidos, voces, escritos o apariciones. En sus rituales mezclan elementos cristianos, supersticiosos y de brujería. Es así como usan imágenes, amuletos, sahumerios, agua bendita, rezos. Es lamentable, por ejemplo, que para estas prácticas se venga utilizando abusivamente la figura de San José Gregorio Hernández.La más grave expresión de la adivinación es precisamente ésta de la necromancia o espiritismo, es decir, recurrir a los espíritus de los muertos para a través de ellos desvelar el futuro o cualquier otro aspecto de la vida. En esto los grupos espiritistas siguen el pensamiento de Allan Kardec o de otros autores que desarrollan doctrinas que no son aceptables desde la fe cristiana. Por ejemplo, no creen en un Dios personal, sino más bien en un concepto panteísta, que unifica a Dios con el conjunto de todas las cosas; al aceptar la reencarnación niegan la obra redentora de Cristo y piensan que todo funciona en el universo por una causa automática.Entre los fenómenos espiritistas o parapsicológicos, que a veces se dan en estas sesiones, se enumeran: el magnetismo o influjo de la energía vital sobre otros cuerpos, la telepatía o proyección a distancia de una influencia sugestiva por medio de la mente, el sueño hipnótico durante el cual la persona responde preguntas con aparente conocimiento de cosas ocultas, la levitación de objetos ligeros bajo el ascendiente del médium, el movimiento de objetos en la ouija o tablero alfabético, la escritura automática, etc. En cada caso debe estudiarse el origen de estos fenómenos, que ciertamente no son producidos por espíritus, sino por cierto magnetismo de las personas o por trucos engañosos.Algunos de estos fenómenos pertenecen al ámbito de la parapsicología y, por tanto, al dominio de la ciencia, aunque siguen siendo de difícil explicación; a veces presentan un cierto halo de misterio que suscita interrogantes sobre la realidad de la vida y de la muerte. Generalmente, se utilizan con fines ambiguos, falsamente religiosos, incluso con propósitos comerciales o de dominio de las personas. Interactúan con estos tipos de adivinación diferentes grupos esotéricos u ocultistas de origen antiguo o reciente, que siempre presumen poder “abrir una puerta” para hacer entrar en el conocimiento de verdades ocultas y adquirir poderes espirituales especiales.Esta práctica de los médium y de los participantes de invocar las almas de los difuntos en sesiones espiritistas introduce una forma de alienación del presente y produce una mistificación de la fe en el más allá. Por tanto, esto genera confusión, miedo y aun ciertas enfermedades mentales en algunas personas; causa, especialmente en los jóvenes, grandes equivocaciones y no pocas veces con consecuencias preocupantes a nivel moral. Es evidente, por tanto, que estas prácticas son inaceptables. En lugar del sentido religioso, de la búsqueda de Dios y de la participación en la vida sacramental, introducen comportamientos incompatibles con la verdad de la fe cristiana.Desde el Antiguo Testamento se condena con severidad esta práctica: No vayan donde nigromantes ni adivinos… ni evoquen muertos… Todo el que practique estas cosas expresa una abominación hacia Dios (cf Dt 18,9-13). Yo soy el Señor, el único Dios de Ustedes (Lev 19,31; Jer 27,9; 29,8; Is 44,25). En el tiempo de los Apóstoles se advierte que al desviarse de la verdadera doctrina se cae en fábulas o se queda a merced de falsos profetas (2 Tim 4,3-4; 1 Jn 4,1). Sólo el conocer y el vivir el Evangelio nos libra de estas formas de neopaganismo, que engañan, desubican de la realidad, traen situaciones preocupantes a nivel psíquico y, sobre todo, alejan de Dios, única fuente de la verdad y de la vida.+ Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín