Jue 25 Feb 2021
«Este es mi Hijo, el amado; Escúchenlo»
SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
Febrero 28 de 2021
Primera Lectura: Gn 22,1-2.9a.10-13.15-18
Salmo: 116(115),10+15.16-17.18-19 (R. cf. 9)
Segunda Lectura: Rm 8,31b-35a
Evangelio: Mc 9,2-10
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
La Palabra de Dios propuesta para nuestra reflexión y oración nos propone:
• Encontrarnos con Dios para escucharlo y obedecerlo.
• En la entrega del hijo amado, contemplamos la plenitud de la ley y los profetas.
• Vemos la gloria del Hijo que aún no comprendemos en plenitud, porque el Padre no se lo reservó para él.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
Abraham, mantiene un permanente encuentro con Dios, quien ahora le pide un paso definitivo en la prueba de su fidelidad: sacrificar a su hijo amado, el de la promesa; nada extraño para él, por el contexto de sacrificios de los demás pueblos a sus divinidades. Era una prueba que lo formaba, que quizás no la entendía, pero sí la obedecía, permanecía en su fe a pesar de su desgracia (cf. Sl. 115, 10-19). Dispuesto a entregar su hijo para probar su fe en la obediencia, sobre el monte que el Señor le indicaba.
Dios Padre, no perdonó su propio Hijo, a su Unigénito, para dárnoslo todo en él sin reserva ninguna, por amor a nosotros.
Después de Pedro confesar su fe, a los 6 días, Jesús llevó consigo a tres de sus discípulos (Pedro, Santiago y Juan), como testigos según la ley (Dt. 19-15) a la montaña escogida por él para dejar ver su gloria, que aún no era comprendida por los apóstoles. Todo el acontecimiento desarrollado dentro del marco de una teofanía: resplandor y blancura en su vestido como ninguna otra, personajes importantísimos para Israel (Moisés y Elías), la nube que los envuelve, voz del Padre que invita a escuchar al Hijo amado, miedo de los testigos y conversación con desatino por el mismo temor. Los discípulos iniciaron la experiencia con Jesús y, al finalizar de ver y presenciar todo el acontecimiento, vuelven a quedarse solos, y allí el Maestro les pide tener silencio como principio de su pedagogía en este aprendizaje del sacrificio y la gloria. Se quedan sin entender nada. Es necesario que todo esto sea explicado por la acción del Espíritu Santo, en el corazón de los discípulos, todo se comprenderá en la pascua de Jesús.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
En la escuela del discipulado cristiano debemos aprender a escuchar la voz de Dios en el Hijo amado del Padre, que nos invita a seguirle sin ningún temor y bajo ningún condicionamiento. Sólo él sabe qué hacemos su santa voluntad, bien como Abraham marchando al monte Moriab, para hacer entrega de lo que más amaba, bien sabiendo colocar toda su esperanza en el Señor su Dios en ese duro momento. “La transfiguración ayuda a los discípulos y también a nosotros, a comprender que la pasión de Cristo es un misterio de sufrimiento, pero, sobre todo, un regalo de amor infinito por parte de Jesús” (papa Francisco. Ángelus febrero 25, 2218).
Igualmente, invitados por Jesús subamos al monte de la transfiguración para que allí él se nos revele, bien como la plenitud de toda esperanza, bien como plenitud de la Ley y de los Profetas. No hay en otro tal certeza puesto que sólo en él está el esplendor de la verdad.
En el crecimiento de la fe se nos hace necesario comprender el evento de la transfiguración para poder vivir el acontecimiento pascual. El evento protagonizado por Jesús, que se transfigura sobre el monte, “nos hace comprender mejor también su resurrección. Si antes de la Pasión no se nos hubiera mostrado la transfiguración con la declaración por parte de Dios, ‘Este es mi Hijo amado’, la Resurrección y el misterio pascual de Jesús no habría sido fácilmente comprensible en toda su profundidad”. (papa Francisco febrero 25, 2218).
Es imprescindible escuchar la voz del Maestro, obedecer, subir a la montaña de la cruz y contemplar su gloria de Resucitado. Hoy en medio de las diversas circunstancias en que se vive es necesario, solo desde la transfiguración de Jesús, comprender los sufrimientos de hoy y afianzar nuestra esperanza de salvación.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Padre Celestial, gracias porque en Abraham, vemos la total confianza de la entrega, en Ti se hace realidad el infinito amor por el hombre y no hubo quien te detuviera en el sacrificio de tu Hijo. Fuiste hasta el final, pero antes les demostraste y enseñaste a sus discípulos quién era verdaderamente Jesús, el portador del esplendor de la verdad, al que había que escuchar porque es la plenitud de la ley, el esperado de los profetas.
Si Moisés, débil y tartamudo, luchó contra el Faraón y Elías contra Ajab y Jesabel, siendo un humilde hombre que profetizaba por mandato de Dios. Jesús, el Hijo del Padre, lucha contra el demonio príncipe de este mundo, cumpliendo así la voluntad del Padre, para rescatar a los hombres del poder de las tinieblas, por el poder de su resurrección.
Subamos ahora al Gólgota, como los tres testigos, para afirmar el hecho, y contemplemos la gloria del Crucificado que es nuestra salvación. José de Arimatea prestó, en la tarde de aquel viernes, un sepulcro vacío y en la mañana del domingo quedó nuevamente con un sepulcro vacío.
Hoy ya los discípulos de Jesús entienden y no pueden callar el anuncio al mundo entero que Jesús vive. Esta es la misión del bautizado y discípulo, proclamar al mundo nuestra salvación por la resurrección, del que se transfiguró en la montaña y se entregó en la cruz.
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
Hemos iniciado, hace pocos días, el camino cuaresmal y, hoy, somos invitados, como Abraham y los tres discípulos, a subir a la montaña, para que desde allí el Señor nos muestre su Gloria, manifestada en la entrega de su Hijo y en cada Eucaristía. Celebremos con gozo nuestra fe.
Monición a la Liturgia de la Palabra
Escuchemos la voz del Señor que nos invita a confiar en Él, a contemplar su gloria, en su muy Hijo amado, que ni Él mismo se reservó, al contrario, lo ofreció hasta el sacrificio de la cruz. Escuchemos con atención y recogimiento.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: queridos hermanos, oremos a Dios Padre, que tanto nos ama y nos dio a su único Hijo, para nuestra salvación. Digamos con fe:
R. Escúchanos Padre, que tanto nos amas
1. Por la Iglesia: que, en sus ministros, el papa, los obispos, presbíteros y diáconos, muestre en sus actividades pastorales el amor del Padre que tanto nos ama y nos salva. Oremos.
2. Por todas las naciones de la tierra: para que los gobernantes de los pueblos más ricos y poderosos se comprometan y garanticen el respeto de los más pobres y débiles, creando conciencia en el valor de los derechos humanos. Oremos.
3. Por todos los que se encuentran cerrados a la verdad del evangelio: no quieren o no pueden crecer en la fe, por no aceptar a Jesús como la luz, el camino, la verdad y la vida. Oremos.
4. Por los pobres, marginados, enfermos y desamparados que no tienen ni pan ni techo ni con que abrigarse, para que compartamos con ellos lo que tenemos, no lo que nos sobra. Oremos.
5. Por esta asamblea litúrgica que marcha camino a la Pascua durante esta cuaresma, para que descubra la presencia de Jesús en la Palabra que escucha y en la fracción del pan de la Eucaristía. Oremos.
Oración conclusiva
Padre,
Porque tenemos la certeza de que tú siempre nos escuchas,
te confiamos nuestros deseos.
Por Jesucristo nuestro señor.
R. Amén