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Iglesia

Lun 6 Jul 2020

Fallece madre del obispo de Riohacha

Los obispos católicos de Colombia, reunidos en Asamblea Plenaria (virtual), expresan sus más sentidas condolencias al obispo de Riohacha, monseñor Francisco Ceballos Escobar, por el sensible fallecimiento de su señora madre Rosalbina Escobar de Ceballos. El episcopado colombiano, al elevar sus plegarias por el eterno descanso de la señora Rosalbina, manifiesta su compañía y solidaridad con la familia del señor obispo.

Lun 6 Jul 2020

Por un mundo mejor

Por: Mons. Luis Adriano Piedrahita Sandoval - El día veinte del mes de julio estamos conmemorando un nuevo aniversario del acontecimiento que marcó los inicios de nuestra vida libre como nación. Una fecha que debe suscitar en el corazón del creyente una plegaria de bendición y acción de gracias al Señor Dios nuestro, en quien, a pesar de las dificultades grandes o pequeñas que hemos podido encontrar en el camino de nuestra historia común, siempre nos hemos de sentir llamados a reconocer su favor hacia nosotros. El que es Dios eterno y de cuya gloria están llenos el cielo y la tierra, con su admirable providencia gobierna el mundo, y en su Hijo Jesucristo, Señor de la historia, nos ha revelado su designio de salvación para todos los pueblos de la tierra. A la manera del pueblo de Israel, llamado a mantenerse en vela por todas las generaciones como aquella noche de su liberación de Egipto, en un recuerdo vivo, como aquella noche Dios había permanecido en vela, vigilante, protegiéndole el camino de la libertad, también nosotros hemos de estar en vela, despiertos, a la escucha, dispuestos a seguirle. Con la misma mirada de fe y de confianza en Dios que nos invita al agradecimiento hemos también de dirigirnos, como peregrinos que somos, para pedirle su mirada favorable para el camino que hemos de seguir recorriendo. Pero también una plegaria de súplica frente a nuestras actuales realidades. Hoy son nuevas las esclavitudes de las que necesitamos ser liberados, no menos opresoras que las cadenas rotas que celebramos en la gesta de la independencia: Necesitamos ser liberados de los sentimientos de odio, de venganza, de violencia, que nos impiden perdonarnos y recorrer el camino de la reconciliación y de la convivencia en paz; necesitamos ser curados del virus del egoísmo humano y de la corrupción, que nos impiden mirar más allá de nuestros intereses particulares y buscar el bien general de la sociedad, el bien común a todos los ciudadanos; necesitamos ser sanados de la ceguera que no nos deja reconocer en todo ser humano la imagen y semejanza de Dios, criatura de Dios, y estar atentos a respetar la dignidad de cada persona, sus derechos y sus obligaciones; necesitamos ser liberados de todo sentimiento de insolidaridad que nos conduce a la insensibilidad ante la necesidad ajena, y que es lo que, en gran parte, nos hace construir una sociedad de grandes desigualdades e inequidades, de carencias para muchos, de miseria, de hambre. Hay que pedirle al Señor nos ayude a todos a asumir el compromiso de hacer en el presente el mundo que Dios quiere. En su visita apostólica a Colombia el Papa Francisco nos recordó algunas de las tareas pendientes que nos corresponde asumir en la construcción de nuestro país: El santo Padre se refirió, en primer lugar, a la tarea de la paz que no da tregua, porque es un trabajo siempre abierto, y que exige el compromiso de todos. “No hay que decaer en el esfuerzo por construir la unidad de la nación y, a pesar de los obstáculos, diferencias, y distintos enfoques sobre la manera de lograr la convivencia pacífica, persistir en la lucha para favorecer la cultura del encuentro, colocar en el centro de toda acción política, social y económica a la persona humana, su altísima dignidad y el bien común. Hay que huir de toda tentación de venganza y búsqueda de intereses solo particulares y a corto plazo. Hay que reconocer al otro, sanar las heridas, construir puentes, estrechar lazos, ayudarnos mutuamente”. Como dice el lema que lleva nuestro escudo “Libertad y orden”, “los ciudadanos deben ser valorados en su libertad y protegidos por un orden estable. Se necesitan leyes justas que puedan garantizar esa armonía y ayudar a superar los conflictos que han desgarrado la nación por décadas. Leyes que no nacen de la exigencia pragmática de ordenar la sociedad, sino del deseo de resolver las causas estructurales de la pobreza que generan exclusión y violencia. Es necesario luchar contra la inequidad que es la raíz de los males sociales”. “Les animo, nos decía el Papa, a poner la mirada en todos aquellos que hoy son excluidos y marginados por la sociedad, aquellos que no cuentan para la mayoría y son postergados y arrinconados”. Y a la base de dichos compromisos, el Santo Padre nos recordaba algo muy importante que tiene que ver con el alma de nuestra nación, la fe cristiana de los colombianos: “Los principios evangélicos constituyen una dimensión significativa del tejido social colombiano, y por eso pueden aportar mucho al crecimiento del país; en especial, el respeto sagrado a la vida humana, sobre todo la más débil e indefensa. Y no se puede desconocer la importancia social de la familia, soñada por Dios como el fruto del amor de los esposos”. Reciente todavía el Sínodo sobre la Amazonía, y encontrándonos viviendo el año de la “Laudato Sí”, a los cinco años de haber sido publicada dicha Exhortación apostólica, es muy oportuno que recordemos que también el Papa Francisco en su visita a Colombia nos dejó una palabra sobre el compromiso que tenemos de cuidar nuestra casa común: “En este entrono maravilloso, decía en Villavicencio, nos toca nosotros decir sí a la reconciliación concreta; que el sí incluya también a nuestra naturaleza. No es casual que incluso sobre ella hayamos desatado nuestras pasiones posesivas, nuestro afán de sometimiento. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”. No podemos, pues, cesar de pedir al Señor para que dé sabiduría a nuestras autoridades, honestidad a los ciudadanos, amor de patria a todos los Colombianos, y así, entre todos, poder direccionar rectamente el camino que transitamos, buscando el bien común por encima de los bienes particulares, trabajando por una cultura que dignifique a la persona y que sea respetuosa con los valores morales y las creencias religiosas, atendiendo las necesidades de los más débiles, esforzándonos por conseguir una vida digna para todos, construyendo el progreso de nuestro país sobre las bases sólidas de la solidaridad, el amor a la verdad, la justicia, el perdón, la fe en Dios, llevando todo con una acción política limpia, honesta, transparente. Así, en medio de la pandemia, entre carencias, sufrimientos e incertidumbres, caminamos acompañados de los anhelos, las esperanzas, las visiones de un mundo mejor. + Luis Adriano Piedrahita Sandoval Obispo de santa Marta

Sáb 4 Jul 2020

La Asamblea del Episcopado colombiano virtual

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - En medio de la contingencia que nos ha tocado vivir por la pandemia del coronavirus, se realizará de forma virtual la 110ª Asamblea del Episcopado Colombiano, los días 6, 7 y 8 de julio, no sin antes haber tenido dos encuentros preparativos, también de forma virtual, de las Comisiones episcopales y las Provincias Eclesiásticas. El objetivo general de la Asamblea convocada es “discernir, a la luz del Evangelio, la hora presente de la Iglesia y el mundo, marcada por la pandemia del Covid-19, que nos pide pensar y replantear las realidades fundamentales de la convivencia social, religiosa, política, económica, cultural y ecológica, para situar la misión de la Conferencia Episcopal en este contexto y establecer sinodalmente las claves y directrices pastorales para continuar la tarea evangelizadora”. Sin duda que será una reunión del todo inédita. Un nuevo aprendizaje, no siempre fácil, nos ha tocado hacer a los Obispos. Es cierto que sentimos nostalgia, pues cada Asamblea, más que el trato de temas y situaciones especiales, es una ocasión de compartir personalmente con los hermanos obispos, fortaleciendo los vínculos de la colegialidad episcopal, la fraternidad y la ayuda espiritual, pues cada reunión tiene una alta dosis de encuentros y celebraciones litúrgicas, en especial la santa Misa concelebrada por todos. Con base en el propósito de esta reunión, aprobada por la Congregación para los Obispos por su especificad, es importante que los presbiterios, las comunidades religiosas, los grupos apostólicos y los fieles en general, se unan en oración para que podamos tener una reunión fructífera. Los retos y necesidades son innumerables. Las enseñanzas de este tiempo de “encierro” tocan todos los campos de la vida individual, de las comunidades eclesiales y el mundo en general. Por eso, haremos los obispos una aproximación a la situación actual, a las luces y sombras que han aparecido en estos días. Igualmente, se compartirán las acciones concretas que la Iglesia colombiana ha hecho en favor de los más necesitados, de los enfermos, de los migrantes, de los presos y de quienes se han visto afectados humana, psicológica y espiritualmente por la pandemia. Se evaluará la presencia física y a través de los medios de comunicación, TV, radio y redes sociales de la Iglesia con las celebraciones litúrgicas, las jornadas de oración, las consejerías y las múltiples iniciativas que los sacerdotes en general han tenido para acompañar a sus fieles y hacer cercano el abrazo paternal del Señor que no abandona a sus hijos. Pero también nos vamos a preguntar sobre el futuro de la Iglesia y su acción evangelizadora en la época de la post pandemia, pues el mundo y la Iglesia no serán iguales una vez pase esta prueba. Más aún, no es necesario mirar al futuro, el presente nos habla a gritos diciéndonos que muchas cosas han cambiado ya. ¿Qué lecciones nos está dejando la pandemia? ¿qué caminos nos está señalando Dios en este momento? Serán las preguntas claves de nuestro encuentro virtual. Nos vamos a preguntar, seguramente, sobre el significado de la “nueva normalidad” de la que se habla tanto, y la visión que desde el humanismo cristiano esa “nueva normalidad” deberá tener. En fin, desde ahora los obispos nos ponemos en las manos de Dios, le pedimos su luz y su fuerza para entender este su kairós y la paciencia para estar cerca de seis horas diarias delante del computador. + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Vie 3 Jul 2020

La voz del Pastor | 05 de julio de 2020

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 11,25-30

Jue 2 Jul 2020

Obispo de Magangué pide abrir espacios de diálogo que favorezcan comunidades

Frente a la tensa situación que se vive en el corregimiento del Alto Caribona, en el sur de Bolívar, por operativos de desalojo contra la minería ilegal, el obispo de la diócesis de Magangué, monseñor Ariel Lascarro Tapia, hizo un llamado al diálogo entre las partes que hoy se encuentran en conflicto. El prelado, al recordar el llamado a la reconciliación y la paz hecha por el Papa Francisco durante su visita a Colombia, pidió a las partes “buscar soluciones acertadas para que no se siga afectando la tranquilidad de las familias que dan cobijo a más de mil personas y se pueda vivir en medio de esta situación que estamos pasando por causa de la pandemia”. Al advertir que son más de 50 años de conflicto por los que estas comunidades han tenido que padecer, instó para que se abran caminos diálogos donde no se generen actos de violencia y se busquen alternativas que beneficien a las comunidades de estos territorios. Así mismo, hizo un llamado a los organismos de control para que acompañen las conversaciones, dando prioridad al respeto de los derechos de las comunidades “ayuden a mediar ese diálogo que logren resolver el futuro de este corregimiento y de la minería; que se protejan los derechos de los más vulnerables, y se busquen medidas que no causen crisis humanitaria”. El conflicto se vive en la llamada Mina Walter, jurisdicción de Montecristo, sur de Bolívar, donde la fuerza pública adelanta acciones de preservación de los recursos naturales. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar mensaje[/icon]

Mié 1 Jul 2020

De las dificultades nacen oportunidades

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid - Para muchos esta situación particular que estamos viviendo, no solamente en nuestro país, sino en todo el mundo, en la que el contagio de la COVID-19, ha desatado una pandemia y nos ha obligado a vivir en aislamiento social; ha sido vista como una tragedia, por el elevado número de muertes y los altos índices de contagio, sin mencionar las dificultades que social y económicamente ha dejado esta situación después de haber sido decretada la emergencia sanitaria. Deseo con ustedes, queridos lectores de LA VERDAD, reflexionar con algunos elementos que pueden enriquecer nuestra vida en estos momentos. Desde la antigüedad, la palabra CRISIS -especialmente desde los griegos- ha tenido un profundo significado que conduce necesariamente a pensar en las oportunidades. Vivimos una situación compleja que ha sido transmitida por los modernos medios de comunicación social. Esta amenaza ha destruido muchas vidas, abriendo escenarios muy complejos en la humanidad. Además, hoy suena con mayor fuerza la palabra “crisis”, desde todos los ámbitos: crisis de la salud, crisis económica, crisis laboral, crisis mundial, etc. Pero antes de ver la realidad con desánimo y frustración, nuestra fe en Dios nos reconforta, nos alienta y nos llena de esperanza porque nosotros “esperamos anhelantes en el Señor, él es nuestra ayuda y nuestro escudo, en él nos alegramos de corazón y en su santo nombre confiamos” (Sal 33, 20-21). Tenemos que leer con fe, con seguridad y confianza en Dios todos estos acontecimientos que nos afligen. Dicha confianza es una certeza espiritual que nos fortalece en estos momentos de tantas limitaciones (humanas y materiales) en los que somos más conscientes de nuestra fragilidad humana, ante la cual, todos estamos en el mismo nivel de vulnerables, pero con una “esperanza que no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5, 5). San Pablo vivió situaciones en las cuales sintió de cerca su fragilidad, pero pudo entender que en esa fragilidad era donde se hacía más fuerte porque solo le bastaba la Gracia de Dios: “Pero el Señor me dijo: «mi gracia te basta, que mi fuerza se realiza en la flaqueza». Por tanto, con sumo gusto seguiré gloriándome sobre todo en mis flaquezas, para que habite en mí la fuerza de Cristo. Por eso me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte” (2 Cor 12, 9-10). Seguramente esta pandemia deber ser una oportunidad para reflexionar en muchos aspectos de la vida y la manera como la estamos asumiendo, nos debe llevar a entablar relaciones más fraternas sin distinción de raza, ideología, sino como lo quiere el Señor “para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros” (Jn 17, 21). Y por eso en este punto de la reflexión, quiero compartirles cuatro elementos que como enseñanza nos debe dejar esta pandemia: 1. Oración: Antes que nada, debemos intensificar nuestra vida de oración en los diferentes ámbitos: personal, familiar y comunitaria. Se nos ha dado el tiempo necesario para crecer en lo espiritual, para interiorizar, reflexionar, pero sobre todo para no perder nuestra relación íntima con Dios. Aunque los templos estén cerrados la Iglesia como Madre y Maestra no ha cesado de orar y se nos han abierto otras posibilidades de encuentro comunitario para vivir unidos en las parroquias. Muchos de nuestros sacerdotes se han esforzado por llegar a cada uno de sus hogares a través de las redes sociales, haciéndoles partícipes de la Santa Misa diaria, de manera que podamos siempre “orar siempre sin desfallecer” (Lc 18,1b). 2. Caridad: “La caridad de Cristo nos urge” (2 Cor 5,14). Esta situación que vivimos es una oportunidad para sentirnos más hermanos, reconociendo el dolor del que sufre y no cuenta con lo necesario para vivir, ni con condiciones de vida elementales. Por ello es un tiempo para actuar desde la bondad y la generosidad de nuestro corazón con el fin de ayudar a aquel que más lo necesita e incluso ayudar a la Iglesia en sus acciones de caridad y en su labor social. Cuando pase esta emergencia, tendremos que incrementar la caridad, el servicio, la ayuda a los hermanos, para estar más cerca de los que sufren. 3. Responsabilidad: Es un tiempo donde debemos acatar y respetar todas las medidas de bioseguridad que las autoridades competentes nos han indicado, ya que el amor al prójimo también se concretiza en acciones puntales de protección y cuidado. El gesto más grande de amor al prójimo que podemos realizar es prevenir, acatando indicaciones de las autoridades para salvaguardar la vida y la integridad del otro. Este fenómeno, por ahora, no se superará fácilmente, tendremos que cuidarnos todos, ayudarnos y evitar su mayor difusión. 4. Servicio: Esta actitud por muy sencilla o simple que parezca aporta un gran dinamismo al desarrollo de nuestra región: Salud, comercio, transporte, educación, etc. A todos les invito a seguir el mandato del Señor que no vino para ser servido sino a servir (Cf. Mc 9, 35). En la comunidad, en nuestro entorno social, todos tenemos que dar nuestro aporte, con gran disponibilidad y constancia, pensando siempre en los altos valores y dimensiones que nos superan en la fragilidad humana. La Iglesia tiene que seguir dando su aporte, generoso, constante, virtuoso en esta gran necesidad que atravesamos como humanidad. No desfallezcamos en nuestro propósito. Esta situación grave es una gran oportunidad para ser más Iglesia, para vivir profundamente en esperanza, mirando a Jesucristo, Evangelio viviente del Padre. Que Nuestra Señora de Cúcuta interceda por cada uno de nosotros y San José, nuestro celeste patrono nos ayuden a crecer en el amor a Dios y al prójimo. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo Diócesis de Cúcuta

Mié 1 Jul 2020

“Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré”

Predicación Orante de la Palabra DECIMOCUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Primera lectura: Za 9,9-10 Salmo: 145(144),1-2.8-9.10-11.13cd-14 (R. 20[19],7) Segunda lectura: Rm 8,9.11-13 Evangelio: Mt 11,25-30 I. Orientaciones para la Predicación Introducción El profeta Zacarías, anunciaba desde antiguo que el Mesías de Israel llegaría lleno de humildad y que sus obras estarían orientadas a la vida y la reconciliación. Esto se cumple claramente en la persona de Jesús de Nazaret, quien da a conocer al Padre, y por quien los pobres, y en ellos todos los hombres, tienen la posibilidad de conocer al Padre. Pero, para pertenecer al Reino, es indispensable poseer actitudes fundamentales que identifiquen a sus miembros. Así, en efecto, la Palabra de este domingo invita a ser pobres y humildes siguiendo a Jesús, para que, de este modo, se ejercite el desprendimiento y la sencillez; dichas actitudes no son privilegios ni condiciones que unos tienen y otros no, es, más bien, una vocación que todo hombre debe pretender y aprender. En su enseñanza continua sobre las características de la vida comunitaria el Evangelio de San Mateo coloca, este domingo, delante de nuestros ojos, una de las páginas más bellas y significativas al Reino de Dios al se entra por la puerta de la pequeñez y apertura constantes. Como se ha dicho, se trata de una página realmente fundamental de la Iglesia, tal como san Mateo la presenta, básicamente por dos razones: • Ante la condición de ser humildes para colocarse en el camino del plan de Dios, es necesario dejar todas aquellas actitudes que destruyen desde dentro el ideal cristiano: autosuficiencia, rivalidad, falso conocimiento de la voluntad de Dios, etc. • Se invita a encarnar la condición de pobreza que se traduce en disponerse a vivir con y en Dios. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En la Palabra que se nos ha ofrecido en el evangelio de hoy, Jesús ora al Padre diciendo: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a los pequeños”. Dios, en efecto, ha desvelado su secreto, pero los sabios según el mundo ni quieren ni saben cómo entender. Sólo a todos los que en el mundo han sido sencillos, sólo a ellos les ha querido revelar Dios sus secretos, porque “así le ha parecido bien” … Cuantas veces en el mundo actual escuchamos expresiones como ¡qué cansado, agobiado estoy! y se busca el descanso donde no se encuentra realmente. Solo en Dios se encuentra el auténtico descanso: “vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré… y encontrarán descanso”, éstos, no suelen coincidir con aquellos a quienes el Padre “esconde” su secreto. Sólo los sencillos en su corazón y en su vida, podían entender las palabras de Jesús. Porque sólo ellos se sabían excedidos por tanto cansancios y tanto agobio. Sin sentir vergüenza de su limitación, sin tener que maquillarla y disfrazarla, eran pobres, sin poder, sin saber, sin tener. Los que sabían, podían y tenían, ellos se pagaban a sí mismos… Nosotros, dos mil años después, somos herederos y continuadores del secreto de Dios, ese que quita cansancios, seca lágrimas, calma agobios, rompe cadenas, abre esperanzas, y todo lo llena de un buen olor de Buena Nueva. Estos son sus gestos y su lenguaje. Quiera el Señor que los sencillos de hoy, los pobres de nuestra tierra, puedan tener acceso al corazón de Cristo manso y humilde, al amor de Dios Padre que se nos ha revelado en el Hijo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Igualmente, en el Evangelio Jesús nos enseña cuando nos dice «Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré» Esta invitación de Jesús se extiende hasta nuestros días, para llegar a muchos hermanos y hermanas oprimidos por precarias condiciones de vida, por situaciones existenciales difíciles y a veces privados de válidos puntos de referencia. Así comenta el Papa Francisco, en los países más pobres, pero también en las periferias de los países más ricos, se encuentran muchas personas cansadas y agobiadas bajo el peso insoportable del abandono y la indiferencia. No es fácil para los cristianos vivir según los principios y las virtudes inspiradas por Jesús. En efecto, dice el Papa Francisco: «No es fácil, pero es posible, basta con contemplar a Jesús sufriente y la humanidad sufriente» y vivir «una vida escondida en Dios con Jesús». «Sólo contemplando la humanidad sufriente de Jesús podemos hacernos mansos, humildes, tiernos como Él. No hay otro camino». Ciertamente tendremos que hacer el esfuerzo de «buscar a Jesús; pensar en su pasión, en cuánto sufrió; pensar en su silencio manso». Este será nuestro esfuerzo, después «de lo demás se encarga Él, y hará todo lo que falta. Pero tú debes hacer esto: esconder tu vida en Dios con Cristo». Para ser buenos cristianos y tener buenas disposiciones para acoger los secreteos del Reino de Dios, es necesario contemplar siempre la humanidad de Jesús, su humanidad sufriente. Así, una vez más, dice el Papa Francisco «¿Para dar testimonio? contempla a Jesús. ¿Para perdonar? contempla a Jesús sufriente. ¿Para no odiar al prójimo? contempla a Jesús sufriente. ¿Para no murmurar contra el prójimo? contempla a Jesús sufriente. No hay otro camino». Estas virtudes son las mismas del Padre, «que es bueno, manso y magnánimo, que nos perdona siempre». No es fácil, pero es posible. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Finalmente, del Evangelio Jesús también nos enseña: “…Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón”. Con dulzura se educa, con dulzura se enseña, con dulzura se inculca la virtud, se consigue la enmienda, se gobierna bien, se hace todo lo bueno. Si preferimos la tosquedad, la sequedad, la impaciencia, la brusquedad… ¿no será porqué nos resulta más cómodo, más fácil…?, porqué buscamos nuestra propia satisfacción más que el bien del prójimo? ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? “Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré” ¿Quién no está lleno de trabajos y cargado de miserias? ¿Te quejas de ello como de un mal sin remedio? ¿Por qué? Porque no acudes a Cristo. ¿Cómo padecer tanto teniendo tan a mano el remedio? II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Como cada domingo, nos reunimos para escuchar y proclamar la Palabra del Señor, que nos ha convocado a la celebración del misterio de Cristo muerto y resucitado. Demos gracias a Dios por este encuentro dominical que nos concede cada semana, y pongamos en sus manos nuestra vida, con sus dolores y alegrías, los fracasos y los éxitos y, con un solo corazón, unámoslos al Sacrificio de Jesús. Participemos con fe y alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra Hoy en la Palabra reconocemos a Jesús, que muestra los sentimientos de su alma hablándonos de su especial relación con el Padre y de su profundo deseo de abrazarnos con nuestras debilidades y flaquezas. Escuchemos atentamente tomando conciencia de que mi debilidad es la puerta hacia la gentil misericordia del Señor. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Llenos de confianza en el Señor, y esperando en su misericordia, le presentamos nuestras oraciones por la Iglesia y por el mundo entero, supliquemos con fe diciendo: R. Padre de amor, óyenos 1. Por la Iglesia que ha recibido el encargo de anunciar la Palabra de Dios; para que, fiel al mensaje, sepa presentarlo a todos con un lenguaje adecuado a cada tiempo y lugar. Roguemos al Señor. 2. Por nuestras autoridades civiles; para que trabajen a fin de que en nuestro país reinen el respeto, la solidaridad, y perseverancia en el bien común. Roguemos al Señor. 3. Por las familias; para que eduquen a sus hijos en los valores del Evangelio y para que de ellas surjan nuevas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Roguemos al Señor. 4. Por los gobernantes de las naciones para que procuren el bienestar de quienes, a causa de la epidemia que vivimos, están necesitados, enfermos, desahuciados, moribundos y ofrezcan atención digna a cada uno de ellos. Roguemos al Señor. 5. Por nosotros, aquí reunidos; para que escuchemos la Palabra de Dios, la meditemos en nuestro corazón, y así incida en nuestra vida. Roguemos al Señor. En un momento de silencio presentemos nuestras intenciones personales… Oración conclusiva Escucha, oh, Padre, nuestras oraciones que presentamos con humildad y fe, por mediación de tu Hijo, Jesucristo. Quien vive y reina por los siglos de los siglos. R. Amén. [1] Elaborado por el Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC) y Coordinado por el Dpto. de Liturgia. (2020). Predicación Orante de la Palabra, II. Santísima Trinidad a Cristo Rey, Ciclo A.[1] Elaborado por el Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC) y Coordinado por el Dpto. de Liturgia. (2020). Predicación Orante de la Palabra, II. Santísima Trinidad a Cristo Rey, Ciclo A.

Vie 26 Jun 2020

Iglesia en Inírida pide fortalecer acciones en contra del flagelo de la drogadicción

En el contexto del Día Internacional de Lucha contra el Uso Indebido y el Tráfico Ilícito de Drogas, conmemorado por Naciones Unidas, cada 26 de junio desde el año 1987, el obispo del Vicariato Apostólico de Inírida, monseñor Joselito Carreño Quiñónez prende las alarmas frente a las amenazas que están padeciendo en su territorio los niños y jóvenes por cuenta del tráfico y consumo de drogas. El mensaje, transmitido a través de la oficina de prensa del Vicariato, recuerda cómo el tráfico de drogas considerado un problema social y penal, se ha transformado en los últimos años en una terrible amenaza para la salud y seguridad de los pueblos y regiones. “En nuestro departamento se ha convertido en amenaza contra jóvenes y niños que están cayendo en este flagelo tan terrible, como es el uso y consumo de sustancias psicoactivas, a la luz cómplice de las autoridades”. Ante este preocupante panorama el Vicariato de Puerto Inírida ha venido proponiendo, desde hace seis años, la construcción de un centro de atención para jóvenes psicodependientes que transgreden la ley y el orden, con el fin de ayudar en la rehabilitación de ellos y apoyar a sus familias. “Ésta fecha ofrece una oportunidad, para destacar la importancia de hacer frente a esta doble amenaza mediante el estado de derecho y la prestación de servicios de salud”, señala el mensaje. Además, anima a las autoridades competentes a comprometerse para trabajar en la prevención y atención de la farmacodependencia a través de programas educativos y de salud, protegiendo así a las personas más vulnerables. También, argumentó monseñor Carreño, que se puede tener éxito frente a esta problemática si se refuerzan “los compromisos básicos de la unión y bienestar de la familia, los derechos humanos y la responsabilidad compartida para reducir la oferta y la demanda; así, se fomentarán comunidades libres de delitos y violencia, relacionados con drogas, personas libres de la dependencia de éstos fármacos que puedan contribuir a nuestro futuro común en ésta gran casa común”. El prelado recalca que la crisis del Covid-19 en el mundo amenaza con empujar a más personas al consumo de las drogas. “Aspectos como el desempleo y la reducción de oportunidades pueden afectar a los más vulnerables induciéndolos a recurrir al narcotráfico con grandes organizaciones que se aprovechan de la situación”. “El confinamiento ha generado que las personas opten por usar licor o las drogas sintéticas ante la incertidumbre que se vive en estos días con relación a la salud y la economía, lo que conduce a que algunos experimenten estrés y ansiedad importantes y el consumo de drogas se convierte en un mecanismo para disminuirlas y controlarlas, de ahí la importancia de la familiar, el apoyo del estado y el compromiso de una sociedad justa y equitativa”, puntualizó.