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Iglesia

Mié 8 Jul 2020

La acogida de la semilla empieza por la escucha atenta de la Palabra

Predicación Orante de la Palabra XV Dom TO – XVI Dom TO [1] DECIMOQUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Primera lectura: Is 55,10-11 Salmo: 65(64),10.11.12-13. 14 Segunda lectura: Rm 8,18-23 Evangelio: Mt 13,1-23 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • La Palabra de Dios es un don que cae en el corazón del hombre y los frutos dependen de su respuesta. • La Palabra es una semilla que posee vida interna y necesita de un ambiente propicio para crecer. • La acogida de la semilla empieza por la escucha atenta de la Palabra. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En Isaías nos encontramos con los dos últimos versículos de la perícopa que inicia en el versículo 1. Todo el pasaje es una invitación a participar en el banquete escatológico-mesiánico donde los que están hambrientos y sedientos serán saciados en abundancia, por eso, Dios da su Palabra para que todos puedan recibirla y ella llega a toda la tierra y produce su acción eficaz; la única condición es la escucha, por eso, se insiste en la necesidad acoger con compromiso la Palabra. Isaías utiliza imágenes tomadas de los ciclos naturales de la lluvia y las nevadas que traen agua en abundancia para renovar y fecundar la tierra produciendo vegetación. Esta imagen nos habla de la vida que se genera en la tierra mediante el agua que cae; así mismo sucede con la Palabra de Dios que cae en el corazón del hombre y tiene la capacidad para producir la vida, pero los frutos dependen de la acogida que el hombre le dé a la Palabra. En el Evangelio de Mateo la semilla son los granos producidos por los vegetales, poseen vida interna y al caer en la tierra y disponer de un ambiente vital germinan y dan lugar a plantas que, a su vez, producen frutos. Esto nos enseña que la Palabra de Dios, en este caso, es la semilla que posee vida propia, pero necesita de un lugar apto para germinar y crecer, este espacio es el corazón del hombre en donde la semilla puede caer y generar vida con unos frutos que se pueden visibilizar exteriormente. El pasaje del Evangelio insiste varias veces en la necesidad de la escucha, esta es la condición inicial para la acogida de la Palabra, que al igual que la semilla cae en varios terrenos y según sea la acogida o el rechazo se dan o se pierden los frutos que deberían percibirse después de la siembra. Un detalle importante de la parábola es la forma en que el sembrador realiza la siembra, ya que el evangelista no dice de qué forma se prepara el terreno, pero del análisis de los diversos tipos de terrenos que se mencionan en el relato, deducimos que la siembra se realizaba a voleo, es decir, que el sembrador sale y toma una cantidad de semillas en su mano para esparcirlas por todos lados y ellas van cayendo al suelo de modo uniforme y, según sea el terreno en el que caen, se pueden reproducir o se pueden secar, como es caso de las semillas que cayeron en terreno pedregoso. Esa forma de realizar la siembra nos habla de la confianza del sembrador que se arriesga y espera que toda la semilla produzca su fruto. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Cada domingo la Palabra de Dios se nos sirve en abundancia y, al igual que en la primera lectura del profeta Isaías, ella es como el agua que cae y empapa la tierra para renovarla y darle fecundidad. La Palabra de Dios es viva y eficaz y por esta razón, el profeta nos recuerda que al salir de la boca de Dios no vuelve a él sin obtener resultados. En este año se nos recuerda la importancia que tiene la Palabra de Dios en la vida del creyente y que los resultados de su siembra dependen de la acogida que inicia con la escucha atenta y acogida sincera del mensaje. Estos días en familia son oportunidad para escuchar con mayor atención la Palabra de Dios y para acogerla con más amor en nuestra vida. El evangelio nos presenta varias clases de terreno en los que cae la Palabra esparcida por el sembrador y, en ellos, cada uno debe mirar en qué actitud está de frente al mensaje de la Palabra de Dios. En efecto, la semilla que cae al borde del camino nos recuerda la Palabra de Dios que cae en la vida del hombre mediocre, que no la acoge y, por esta razón, termina perdiéndose; es la Palabra que se pierde porque cae en la vida del hombre superficial y no la coge por causa de la cerrazón del corazón. La semilla que cae en terreno pedregoso hace referencia a todos los obstáculos que impiden que pueda germinar y crecer en el corazón humano, pues, aunque el hombre la recibe con alegría no tiene la capacidad para dejarla echar raíz y, por lo tanto, se seca. La semilla que cae entre los abrojos o espinos se puede comparar con el hombre que está entretenido y ocupado en tantas cosas que las preocupaciones del mundo sofocan y ahogan la semilla de la Palabra que cayó y echó raíces, pero al salir se secó y no pudo crecer lo suficiente para dar el fruto que se esperaba. Nuestro corazón es el terreno apto para el crecimiento de la semilla, pero necesita disponibilidad y capacidad para permitir el crecimiento de la Palabra mediante su escucha y acogida atenta. El Sembrador deposita su confianza en el terreno que considera apto para el crecimiento de la semilla, por eso, a su debido tiempo, regresará para percibir sus frutos. Al comentar esta parábola del sembrador, el Papa Francisco nos recuerda que “los primeros tres terrenos son improductivos: a lo largo del camino las aves se comen la semilla; sobre el terreno pedregoso los brotes se secan rápidamente porque no tiene raíces; en medio a las zarzas la semilla viene sofocada por las espinas. El cuarto tipo de terreno es el terreno bueno, y solamente ahí la semilla germina y da fruto”. Cada uno de nosotros debe examinar qué clase de terreno es y la disposición que hay en su corazón para recibir la Palabra de Dios. Al respecto, San Cesareo de Arlés nos recuerda la importancia del cuidado del corazón que es el terreno para recibir la Palabra, así, afirma: “En efecto sabéis cómo se cultiva la tierra. En primer lugar, arrancamos las zarzas, echamos las piedras bien lejos, luego aramos la tierra, empezamos de nuevo una segunda vez, una tercera, y por fin sembramos. De igual manera en nuestra alma: en primer lugar, desarraigamos las zarzas, es decir los malos pensamientos; luego quitamos las piedras, es decir toda malicia y dureza”. Conociendo la confianza que ha depositado en nosotros el sembrador, es necesario quitar del corazón todos los obstáculos que se interponen para la escucha de la Palabra. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Padre bueno, tu Hijo es el sembrador generoso que con abundancia nos entrega su Palabra y, como la semilla buena, confía en nosotros para que la recibamos en nuestro corazón y le permitamos crecer y dar frutos en abundancia. Ayúdanos a escuchar el mensaje y recibirlo con alegría sin poner obstáculos que le impida crecer y germinar para dar una cosecha en abundancia, según lo que tú esperas. Nuestro compromiso este domingo debe ser el de una mayor apertura a la escucha y acogida de la Palabra, en lo posible diariamente, mediante la lectura del Evangelio, para que éste caiga en tierra buena y produzca fruto abundante. Al mismo tiempo, debiéramos comprometernos a difundir el mensaje de la Palabra mediante los medios de comunicación para que, en casa y en familia, se pueda seguir diariamente la liturgia de la palabra. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Cristo, como el buen sembrador, nos convoca cada domingo para sembrar su Palabra en abundancia en el surco de nuestro corazón. Hoy como pueblo de Dios nos reunimos en asamblea litúrgica en torno a la mesa de la Palabra y la fracción del pan. Participemos con alegría de esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que espada de doble filo, y en ella se nos recuerda que Dios siempre nos la entrega de modo abundante y generoso y, al igual que el sembrador, confía y espera que nosotros la acojamos y la hagamos fructificar en nuestra vida. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al Padre bueno y generoso acudamos en suplica ferviente y presentemos nuestra oración llena de confianza: R. Padre bueno, escúchanos 1. Por la Iglesia para que, en medio de las pruebas y dificultades de la humanidad, siga dando testimonio de la cercanía del amor de Dios. 2. Por todos los gobernantes para que, frente a las problemáticas de nuestros pueblos, tomen decisiones encaminadas a la búsqueda del bien común. 3. Por quienes, en sus hogares y lugares de trabajo, anuncian la Palabra de Dios para que continúen dando testimonio de la presencia del reino de Dios en medio del mundo. 4. Por quienes vivimos la crisis generada por la pandemia para que no perdamos la fe y la confianza en la misericordia del Señor. 5. Por el sector de la salud y quienes trabajan en la atención y cuidado de los enfermos del COVID-19 para que el Señor los fortalezca y recompense sus esfuerzos y desvelos. 6. Por todos los enfermos y quienes sufren en el cuerpo o en espíritu para que reciban la fuerza de Dios en momentos de prueba y tribulación. Oración conclusiva Acoge Padre las súplicas que te hemos dirigido con fe por mediación de Jesucristo Nuestro Señor. R. Amén [1] Elaborado por el Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC) y Coordinado por el Dpto. de Liturgia. (2020). Predicación Orante de la Palabra, II. Santísima Trinidad a Cristo Rey, Ciclo A.

Mié 8 Jul 2020

La educación en la pandemia: sufrimiento y crecimiento

La situación actual y los desafíos de la acción evangelizadora de la Iglesia en el campo de la educación, ha sido también tema de estudio por parte de los obispos durante su 110ª Asamblea Plenaria que se está realizando por estos días de manera virtual. Para tratar este tema, se contó con la participación de la hermana Gloria Patricia Corredor, presidenta de la Confederación Nacional Católica de Educación (CONACED), quien expuso a los señores obispos los resultados de una investigación hecha en conjunto con la Fundación SIGE, donde se analizaron los efectos iniciales del COVID-19 en las escuelas católicas de Colombia, aclarando que este trabajo se aplicó durante el mes de marzo, fecha en que se inició la pandemia. Explicó que la investigación fue aplicada a 18.164 personas de 32 ciudades del país y se categorizó en tres temas centrales: Pedagógico, afectivo y administrativo. Pedagógico Al referirse a este primer tópico, la religiosa aseguró que los colegios dieron la talla, es decir, la educación no se detuvo y fueron los rectores quienes con sus equipos de trabajo lideraron los procesos de formación para los estudiantes. Sin embargo, advirtió que se descubrieron muchas familias que por los escasos recursos no han podido hacer frente a esta nueva forma de educar. “Las familias reconocen el esfuerzo que se está haciendo, están satisfechas con el servicio que se presta, pero hay dificultad cuando no encontramos un acompañante para nuestros menores con las calidades que se necesitan para que ellos puedan avanzar en el proceso de formación”, aseguró la religiosa. Mencionó cómo un alto porcentaje de los encuestados manifestaron un bajón en la calidad educativa, lo que implica para las instituciones educativas un gran desafío en el aspecto académico. “Creo que la calidad aquí, aunque se está prestando el servicio, también se está viendo afectada, el mayor reto es reducir los efectos de desigualdad en aquellos estudiantes que tienen menos recursos económicos y que enfrentan desafíos para aprender y seguir avanzando en el aspecto económico” Afectivo Al respecto la investigación reflejó cómo la gran mayoría de los estudiantes y sus familias declaran que están emocionalmente estables, aseguró la religiosa. Sin embargo, dijo que 3 de cada 10 jóvenes necesitan una “red de apoyo para vivir esta crisis como un evento adverso y no como un hecho traumático”. A lo que advirtió que esta situación puede ir agravándose con el pasar de los días. “Recuerden que este proyecto de investigación se hizo durante el primer mes de pandemia, ahora la situación se está agravando emocionalmente más, porque las familias con menos recursos económicos se están viendo más afectadas. Realmente para ellas es un desafío este impacto económico, a menos recursos realmente se están viendo las emociones y la manera como ellos se expresan a través de rabia, estrés, sufrimiento, dolor y ansiedad.” Administrativo Este último aspecto, recalca la hermana Gloria Patricia, está generando un impacto de crisis grande en las finanzas de las instituciones educativas, fruto de la deserción escolar por parte de los estudiantes. “Tenemos la cartera morosa que está sufriendo bastante, el 83 % de las familias tienen menos ingresos y esto impacta en nuestros colegios para la sostenibilidad, a la fecha la mayoría tienen problemas de liquidez, el 62% de nuestros colegios se proyectan con dificultades para finalizar el 2020, aunque de momento la mayoría de trabajadores están contentos porque tiene su sueldo y continúan con su trabajo”. Al explicar que el Ministerio de Educación emitió unos lineamientos para la educación en casa y presencialidad en alternancia, según el contexto de los territorios, donde incluye la implementación de prácticas de bioseguridad, aseguró que “este es un reto grande que conlleva una gran responsabilidad para las instituciones educativas y no sabemos si lo podamos lograr (…) Hay muchas variables que hay que mezclar para responder a esto. El desempeño de la pandemia, los contextos como cada región está respondiendo, el consentimiento de los padres de familia y el asentimiento de los estudiantes”. Aprendizajes en tiempo de pandemia Por último, la religiosa resaltó algunos aspectos que durante este tiempo de pandemia considera han sido un aprendizaje para las instituciones educativas y sus estudiantes, sirviendo esto para un repensarse de manera distinta. “Estamos relativizando las cosas que no son esenciales, el reconocimiento a ese crecimiento de los docentes que están aprendiendo, se han potencializado otros saberes, otras circunstancias, otros contextos, como el liderazgo de toda la comunidad educativa, el trabajo en equipo y el conocimiento de la comunidad. Sí, hemos sufrido también, pero el desadaptarnos y el dejar la rutina nos ha dejado también crecer”, puntualizó.

Mié 8 Jul 2020

Saludo de directivas del CELAM a la Asamblea Plenaria del Episcopado

El presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano(CELAM), monseñor Miguel Cabrejos Vidarte, en una comunicación, ha presentado en nombre de la Institución su saludo a los obispos que se encuentran participando de la 110 Asamblea Plenaria, deseándoles que el trabajo desarrollado traiga frutos para la Iglesia y el pueblo colombiano en la construcción de una verdadera reconciliación y paz. "Acompaño al Episcopado colombiano con mis oraciones, para que los lineamientos pastorales, fruto de esta Asamblea los conduzca a una Iglesia y a una sociedad más unida en la esperanza y la caridad, construyendo puentes de justicia y de paz, que les ayude a superar las dificultades que vivimos a causa de la pandemia", señala la misiva. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Mié 8 Jul 2020

La alegría del retorno

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - Hemos vivido un frenazo mundial por la pandemia de la covid-19. Para conjurar el miedo a morir masivamente, se optó por un confinamiento de la población, ya que no se estaba preparado, como países y sistemas sanitarios, para detectar a los portadores del virus y aislar solamente a los enfermos, atendiendo en hospitales a los sintomáticos. Desde marzo de este año, el virus llegó a Colombia y desató esta inesperada y paradójica “solidaridad por vía de aislamiento”. Una durísima prueba para todos, que ya sobrepasa el modelo de cuidado individual y doméstico, con autoridad y asistencia social en lo colectivo. Aunque hemos mantenido, como Iglesia católica, una valiosa presencia mediática, virtual, espiritual y de fraterna solidaridad, sentimos ahora el apremio del retorno comunitario, como pedagogía social de respuesta a la pandemia y a sus graves efectos. La Presencia de Cristo “donde dos o más se reúnan en mi nombre”, la han vivido los esposos, las familias, los que conviven bajo un mismo techo. Ha sido un tiempo de prueba a las relaciones, al afecto, al trato entre generaciones, a vivir juntos las necesidades, las carencias, las capacidades y las oportunidades. Coincide esta edición de La Voz Católica con el RENACER DE LA VIDA, en la comunidad presencial de la parroquia. Un renacimiento con las limitaciones de la bioseguridad en espacio cerrado, pero “con nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones”, como indicaba Juan Pablo II en Santo Domingo. La imagen bíblica del RETORNO después del EXILIO en Babilonia, recogida en los libros de Esdras, el sacerdote, Nehemías el gobernador, y Ester la mujer piadosa y valiente, puede iluminar este RETORNO y restauración de la comunidad eclesial. Impulsar “el segundo Templo” de Jerusalén, rehacer la escucha de La Palabra, la celebración de los sacrificios y el compartir y ágape gozoso entre los creyentes; así como la reconstrucción de la ciudad y de sus defensas o murallas y la valentía femenina de Ester, frente a la opresión a las mujeres y el riesgo de genocidio sobre su pueblo: entre muchas otras lecciones, podrían ayudarnos a ver cómo se afrontan positivamente contextos difíciles, incrédulos y hostiles, hasta conciliar esfuerzos y un sentido común por el futuro para todos. Nuestro retorno al Templo como ESPACIO PARA LA PRESENCIA Y ASAMBLEA DE LA COMUNIDAD, no signifique relajar el cuidado y la prevención ante el riesgo de contagio, sino el llamado a la sociedad a hacerse PROTAGONISTA de la respuesta a la pandemia. Vale decir: a procurar solidaridad con los enfermos y sus familias en cada territorio, con el personal médico y sanitario, a organizar la seguridad alimentaria y comunicación de bienes con los más necesitados, a valorar y agradecer el compromiso de autoridades y liderazgos sociales. Me uno como obispo, Sucesor de los Apóstoles, a la ALEGRÍA DEL RETORNO. Seamos todos Pueblo de Dios que inicia unido el retorno de este exilio y confinamiento. Tengamos entre todos una gran creatividad para recuperar espacios en los que se construyan vínculos sólidos, firmes, de crecimiento y apoyo, de unión con Dios y entre nosotros, de misión con los más pobres y con el cuidado de la casa común, nuestro ambiente y recursos, nuestros territorios y hábitat. Los bendigo con entusiasmo y esperanza en días mejores. Lo presencial no reemplace ni suprima la comunicación mediática y virtual. Necesitamos continuar todos interconectados e interdependientes. + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali Nota editorial tomada de 'La Voz Católica' – Arquidiócesis de Cali.

Mar 7 Jul 2020

“La familia de verdad es una vocación y un camino de santidad”

Así lo aseguró la doctora Gabriella Cambino Sotto, subsecretaria del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, quien acompañó de manera virtual el discernimiento de los obispos durante su 110ª Asamblea Plenaria (virtual) que inició este lunes 06 de julio. Al respecto los exhortó a generar una pastoral familiar capaz de acompañar de una manera eficaz y afectiva la “perla más preciosa” como es la familia. Durante su primer día de discernimiento, los obispos centraron la atención en reflexionar sobre el papel de la familia en tiempo de pandemia. Para ello fue invitada la doctora Cambino Sotto, quien animó a los prelados a generar una pastoral familiar capaz de mostrar que “la familia de verdad es una vocación y un camino de santidad” Durante su exposición, que realizó de manera virtual, la especialista advirtió que la emergencia sanitaria que vive hoy el mundo obliga a la Iglesia a hacer un discernimiento serio sobre la acción que realiza la pastoral familiar para identificar los desafíos propios del momento que viven las familias. “En este tiempo de pandemia, las familias en todo el mundo han demostrado ser el recurso más importante de la sociedad, pues con su resiliencia se han convertido en una fuerza motriz y difusora del sentido de responsabilidad, solidaridad, del compartir y de la ayuda recíproca en la dificultad. Ellas han protegido y amparado a sus seres queridos llevando adelante sus responsabilidades de cada día. Son y siguen siendo un gran amortiguador económico, social y educativo. Pero no lo pueden hacer solas”. Apuntó que es importante no mostrar a las nuevas generaciones una familia en un contexto de dificultad o de quebranto sino, por el contrario, una familia alegre y en camino de vocación. “Estamos inmersos en una sociedad individualista que enseña a nuestros hijos a no tener confianza en el futuro, que hace que tengan temor ante la idea de casarse y tener hijos, a pesar de su deseo de amor y felicidad”. Ante este panorama sobrio, la doctora Cambino planteó tres grandes urgencias que deberían estar presentes en la pastoral familiar. 1. Revisar la metodología y los contenidos de la preparación de los jóvenes al matrimonio Al respecto, insistió en la importancia de no solo dar una preparación inmediata o cercana a la celebración del matrimonio, sino también “remota”, es decir, hablarles de este sacramento a los jóvenes desde la infancia a partir del catecismo, mostrándoles la belleza de la vocación nupcial. Aseguró que es importante ayudar a los jóvenes a que “construyan sobre la roca su propia familia”. Fruto de ello, aseguró, es indispensable, como lo ha sugerido el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica sobre la familia ‘Amores Laetitia’, establecer unos itinerarios catecumenales para la vida matrimonial. “El matrimonio es la vocación de la mayor parte de hombres y mujeres en el mundo, pero cada vez hay menos jóvenes que se casan, y casi la mitad de los matrimonios se rompen en los primeros diez años de vida juntos. No dejemos que la comprensión profunda de este camino de santidad para los fieles laicos, que les ha sido confiado, sea casual”, aseveró. 2. Del catecumenado al matrimonio Se refirió a la importancia de acompañar el itinerario de los matrimonios en los primeros diez años de vida matrimonial e insistió que la pastoral familiar tiene que hacerse cargo de los años más arduos de una pareja; para ello propuso dos finalidades pastorales. * Ayudar a los esposos a comprender y a descubrir el valor profundo del sacramento nupcial. Esto, con el fin de que encuentren el poder de la presencia de Cristo en sus desafíos de cada día. Para ello, pidió recibir el respaldo de los esposos e incluirlos en el proyecto de la pastoral familiar de las Jurisdicciones. “Déjense ayudar por los mismos esposos. Hay que incluirlos como protagonistas en la pastoral familiar, porque a través del sacramento y su ser familia, son esenciales para edificar la Iglesia, son testimonios para tantas familias. Junto a los esposos pueden como obispos contribuir a edificar la Iglesia en la corresponsabilidad pastoral”. * Apoyar y acompañar a los padres en la educación de los hijos. Señaló que es importante comprender cómo acompañar a los padres ante los desafíos de “una sociedad dominada por una tecnología difusa que aleja a los jóvenes de las auténticas relaciones humanas de un modo de vivir la sexualidad que no les ayuda a comprender el valor del cuerpo y la entrega de sí mismos en el matrimonio y la familia”. 3. Mayor compromiso pastoral con las personas mayores y las personas más frágiles dentro de las familias. Finalmente, expresó como las estadísticas muestran un número alto de esta población, a lo que invitó a reconocer el valor y la presencia de ellos dentro del hogar, ayudándoles a redescubrir la riqueza de su vocación bautismal y valorando los dones y carismas que ellos tienen. “Tenemos que cuidar su espiritualidad; no les dejemos solos, ni material ni espiritualmente”.

Mar 7 Jul 2020

Saludo Solidario del Episcopado colombiano al pueblo magdalenense

Durante la 110ª Asamblea Plenaria que se realiza por estos días de formar virtual, los obispos de Colombia, expresaron sus sentimientos de tristeza ante la tragedia ocurrida en Tasajera, corregimiento de Puebloviejo (Magdalena), donde fallecieron 7 personas y otras 49 resultaron heridas. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Mar 7 Jul 2020

Tristeza y dolor por accidente en Tasajera

Tras conocerse el lamentable accidente de la explosión de un camión cisterna, dejando un saldo de 7 personas muertas y 49 más heridas, la Iglesia católica en Santa Marta, a través de un mensaje, expresó sus sentimientos de tristeza y dolor por el hecho ocurrido este lunes 06 de julio en Tasajera, corregimiento de Puebloviejo (Magdalena) “El señor obispo de la diócesis de Santa Marta, Luis Adriano Piedrahita Sandoval, el presbiterio y todos los fieles, expresan su cercanía para con todas las personas y sus familias afectadas, como con toda la población de Tasajera, manifestándoles nuestra solidaridad y compañía en medio de este dolor”. Así mismo, manifestaron su cercanía al padre Javier Aguilar, al alcalde, y a todas las familias damnificadas de este desafortunado accidente, de manera especial con aquellas personas que perdieron a sus seres queridos. “A ellas les hacemos llegar nuestro mensaje de esperanza y de consuelo que se fundamenta en la palabra de Jesús que nos ha dicho: ‘Yo soy la resurrección y la vida, todo el que cree y vive en mí no morirá para siempre’”, señala el comunicado. Finalmente, aseguraron elevar una oración a Dios por la pronta recuperación de los sobrevivientes. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Lun 6 Jul 2020

Iglesia reflexiona claves pastorales para continuar la tarea evangelizadora

Este lunes 06 de julio se ha dado inicio a la 110 Asamblea Plenaria de Episcopado Colombiano que, en esta ocasión y de manera inusual, se realizará virtualmente. Cada uno de los arzobispos, obispos y vicarios apostólicos, se encuentran en sus respectivos territorios desde donde, gracias a la tecnología, se conectan con la sede del episcopado en Bogotá, donde está el secretario general de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, junto con varios directores de departamento de la institución. En su discurso de apertura, monseñor Óscar Urbina Ortega, presidente de la CEC, se refirió a la crisis sanitaria que afecta al país y al mundo entero, tema central que marcará la reflexión de los obispos. Al respecto, dijo que la transformación que la Iglesia colombiana requiere ahora, comienza por la toma de conciencia del momento complejo que se atraviesa por cuenta de la pandemia. “Desde una perspectiva de fe, la trágica y dolorosa crisis sanitaria nos introduce, sin embargo, en un nuevo tiempo de gracia, en un Kairós con múltiples desafíos que es preciso discernir y a los cuales es necesario responder, pero que en últimas, nos confronta con la permanente novedad del Evangelio que es el llamado a la conversión”, afirmó. La agenda de trabajo, que se extenderá hasta el miércoles 8 de julio, permitirá que los obispos del país se encuentren a través de una plataforma virtual y reflexionen sobre un objetivo planteado para esta ocasión: el “discernir, a la luz del Evangelio, la hora presente de la Iglesia y el mundo, marcada por la pandemia del Covid-19, que nos pide pensar y replantear las realidades fundamentales de la convivencia social, religiosa, política, económica, cultural y ecológica, para situar la misión de la Conferencia Episcopal en este contexto y establecer sinodalmente las claves y directrices pastorales para continuar la tarea evangelizadora”. El también arzobispo de Villavicencio mencionó en su alocución que esta Asamblea cierra las dos primeras décadas del tercer milenio y plantea un nuevo horizonte para el camino de la Iglesia. “Estas dos décadas se cierran con un fenómeno de pandemia que ha paralizado al mundo y que pone en cuestión el camino, la metodología, las opciones y hasta las finanzas de la Iglesia. Se abre un horizonte que parece brumoso, incierto y hasta tenebroso”. Así mismo recordó la misión por la que fueron llamados al servicio episcopal, la de guiar y estar al servicio de los demás, dijo que para realizar esta misión se requiere de creatividad y liderazgo enraizado en la persona de Jesús. “Esto implica cambiar los paradigmas y ser dóciles para dejarnos guiar por el Espíritu Santo, que nos llena de valor, imaginación y creatividad para favorecer nuevos ministerios y servicios e ir como Jesús hacia las periferias, y para salir como los Apóstoles de los cenáculos que encierran y no confrontan”. Pidió no ver este momento de la pandemia como una fatalidad irreversible, sino más bien como una posibilidad de conversión y cambio en el ser humano y agregó que “el corazón humano, centro de nuestro trabajo evangelizador, desempeña un papel relevante para ayudar a gestar un mundo nuevo, en medio y después del drama que estamos viviendo (…) El tiempo que vivimos es el terreno donde acontece la obra buena de Dios en nosotros. Señala horizontes y empieza a hablarnos de Dios. Él, interviene y revela comienzos completamente nuevos”. Estamos iniciando una nueva forma de ser Iglesia en salida Acentuó que en este momento de la historia humana la Iglesia debe estar en la capacidad de evangelizar como Jesús y estar atenta a realizar un discernimiento sobre el qué hacer, cómo y a quién servir. “El discernimiento nos convoca a la comprensión espiritual y a la acción que nos exige una profunda formación espiritual, que cobije toda la persona”. Lo anterior añadió “nos pide mirar la cultura expresada en estos momentos de cuarentena, no para juzgarla, menos acusarla, sino para una toma de conciencia”. Por otra parte, observó que la pandemia ha llevado a crear una cultura del uso de la tecnología, es decir, a una globalización desenfrenada; “esto expresa una fe insaciable de respuestas que sin duda están indicando la necesidad de un encuentro de la cultura con el misterio, para una experiencia profunda de Dios”, por lo que pidió hacer una lectura cuidadosa sobre el comportamiento de las personas en estos momentos de crisis, sus necesidades, líneas de pensamiento, modelos de vida que hayan podido ser afectados, pero no solo de los creyentes, sino de los diferentes actores presentes en este contexto. “Todo esto desvela ante nuestros ojos la necesidad que el servicio del Evangelio vaya al corazón de la cultura colombiana, profundamente mestiza y a la vez hija de nuestro tiempo; se requiere conocer sus profundas raíces que impactan en las toma de decisiones de las personas y en la que sutil o explícita aparece la presencia divina; no podemos cerrar los ojos, ante una identidad cada vez más frágil, que no permite enfrentar el pluralismo, ante una mentalidad materialista y superficial, ante las violencias que se extienden a lo largo y ancho del país, y ante la deshumanización que impide dejar salir las bondades que se esconden en el propio corazón para reconocer y vivir la fraternidad”, aseveró. Nuestra tarea es hacer posible nuevos comienzos de la fe Monseñor Urbina advirtió que en estos momentos en que la Iglesia no ha podido acompañar de cerca a sus fieles, ni recibirlos en los templos, es cuando más se requiere de creatividad pastoral, así como lo ha venido haciendo, valiéndose de las redes de la información y de los medios de comunicación. “Necesitamos generar proyectos y objetivos claros, dinamizadores que pongan en movimiento las comunidades locales (…) Nuestra tarea es hacer posible nuevos comienzos de la fe, favorecerlos, acompañarlos en un clima de humildad y espíritu de servicio. Estamos iniciando una nueva forma de ser Iglesia en salida”. Apuntó que solo se logrará llegar a un nuevo amanecer, a la superación de la pobreza, la reconciliación, la fraternidad y la fe de los pueblos, si se trabaja de manera sinodal comunicando la esperanza como “pueblo Santo de Dios que peregrina en Colombia”, es decir, siendo misioneros de esperanza y sirviendo a los más necesitados.. “Nuestra espiritualidad misionera debe vivir la experiencia del servicio a los hermanos que sufren, como el mejor lugar de encuentro con Jesucristo. Él es la Piedra Angular de la esperanza para Colombia. Él nos hace ver con realismo nuestras posibilidades de un nuevo futuro, nos acompaña y previene contra el pesimismo reinante que atemoriza, y no nos deja caer en la tentación de euforia, que ciega ante los obstáculos en el camino de un futuro nuevo”. Finalmente, al referirse a las diferentes realidades y preocupaciones que aquejan a cada uno de los obispos en sus regiones, el prelado evocó las palabras que el Papa Francisco pronunciara en su visita a Colombia: “Siento el deber de transmitirles mis ganas de darles ánimo. Los animo, pues, a no cansarse de hacer de sus Iglesias un vientre de luz, capaz de generar, aun sufriendo pobreza, las nuevas creaturas que esta tierra necesita. Hospédense en la humildad de su gente para darse cuenta de sus secretos, recursos humanos y de fe, escuchen cuánto su despojada humanidad brama por la dignidad que solamente el Resucitado puede conferir. No tengan miedo de migrar de sus aparentes certezas en búsqueda de la verdadera gloria de Dios, que es el hombre viviente. ¡ánimo! Los animo en este camino”.