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Iglesia

Vie 27 Mar 2020

Arzobispo de Tunja toma posesión de su sede Episcopal

En una ceremonia atípica en la Iglesia católica colombiana y a puerta cerrada, tomó posesión del cargo como arzobispo de Tunja, Monseñor Gabriel Villa Vahos, quien fuera nombrado el pasado 11 de febrero para guiar esta Iglesia particular. A la ceremonia realizada en la Catedral Metropolitana Santiago de Tunja, asistieron el Nuncio Apostólico de Colombia, Monseñor Luis Mariano Montemayor, el obispo emérito de Socorro y San Gil, monseñor Carlos Germán Mesa y el colegio de consultores de la arquidiócesis de esta ciudad. El prelado durante su homilía agradeció a Dios el haber sido llamado a servir en estas tierras boyacenses, de gente en su mayoría católica, así mismo manifestó su alegría y disposición para servir a este pueblo de Dios. “inicio la peregrinación en esta reconocida Arquidiócesis de Tunja, tierra llena fe, de religiosidad, de historia, de gentes buenas y trabajadoras, impregnada de cultura, de tradición libertadora, de campesinos laboriosos. Iglesia Particular que ha sido pastoreada a lo largo del tiempo por prohombres que, junto con muchos presbíteros, religiosos y religiosas y distintos agentes de pastoral y de laicos comprometidos, han impregnado de Evangelio el territorio boyacense”, expresó. Luego tomando la lectura del evangelio del día, que hablaba del envío, el nuevo arzobispo dijo que no hay que dar dilaciones a este llamado que el Señor hace de seguirlo, de ir por el mundo a evangelizar “Jesús quiere indicarles que el anuncio del Reino de la paz apremia, no da espera” y recordó además las palabras del Papa Francisco de ser una Iglesia en salida. “Para seguir llevando el Evangelio a todos los hombres y mujeres invito a los sacerdotes, a los diáconos, a las religiosas/os, a los seminaristas, a los miembros de los distintos movimientos apostólicos y a todos los agentes de pastoral, a todos los bautizados para que aceptemos, con alegría y valentía, el llamado de ir a las periferias geográficas y existenciales de la Arquidiócesis para que, una vez superada esta emergencia y también ahora con los instrumentos comunicacionales que así lo permitan, sigamos llevando a todos la verdad de Cristo Redentor”, indicó. evocó uno a uno los obispos que le han precedido en este cargo, resaltando de ellos su incansable labor pastoral, sus obras y entrega al pueblo tunjano “Ellos también fueron enviados y fueron incansables anunciadores de la misericordia y de la alegría del Evangelio”. De manera especial se refirió a Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, obispo saliente de esta Iglesia particular agradeciéndole “por su testimonio de amor a Cristo y a la Iglesia. Gracias por ser un auténtico artesano de paz, enamorado de la misión y la catequesis sencilla y asequible a todos”. Por otra parte, al referirse a la pandemia que aqueja al mundo y a Colombia hizo un llamado a los sacerdotes de esta Jurisdición, para que en cumplimiento de su misión acompañen y oren por las comunidades que les ha sido encomendadas. “Sé que ustedes también están sufriendo, pero debemos ser el bálsamo para quienes nos han sido encomendados”. Ofreció un saludo especial a los sacerdotes, seminaristas, agentes de pastoral, fieles laicos, autoridades civiles, militares y de policía de esta región, a obispos, a sus familiares, campesinos, enfermos, personas vulnerables, en fin, a quienes a lo largo de su vida le han acompañado, pero también a los que inician con él su caminar pastoral, implorando de ellos su oración. Finalmente, encomendó su vida y la de todo el pueblo tunjano “en las manos del Señor y bajo la protección de la Virgen María, madre del Enviado del Padre, venerada aquí como Nuestra Señora del Milagro. Invoco la valiosa intercesión del apóstol Santiago, del grupo de los Doce enviados por Jesús, patrono de Nuestra Arquidiócesis, para que nos mantenga en el ardor misionero que él vivió intensamente”.

Jue 26 Mar 2020

Iglesia en Chocó reitera ausencia del Estado ante violación de derechos humanos

Tras intensificarse la crisis humanitaria en el municipio del Alto Baudó, departamento del Chocó, las diócesis de esta región del país y organizaciones étnico-territoriales, en un comunicado hacen un nuevo llamado a las autoridades para que pongan sus ojos en estas comunidades que siguen padeciendo el flagelo de la violencia. En la misiva, los firmantes ponen de manifiesto dos factores que en las últimas décadas han afectado a estos territorios: uno de ellos el abandono por parte del Estado quien no garantiza los derechos fundamentales a la población; segundo, la disputa territorial de los grupos armados por el dominio de la producción y comercialización de los cultivos ilícitos, generando estos hechos zozobra, debilitamiento de la autonomía territorial y desesperanza en la población. “A pesar de las constantes denuncias, hechas a lo largo de estos años, en lugar de lograrse una disminución de la crisis y la no repetición de los hechos que violan los derechos colectivos de las comunidades afrodescendientes e indígenas, durante el mes de marzo del presente año, se han agudizado estas situaciones”, señala la misiva. En este contexto, plantean en 7 puntos unas exigencias urgentes y específicas a los diferentes organismos del Estado nacional, regional y local; así como a instituciones de derechos Humanos, para que se preste "una atención humanitaria inmediata con enfoque diferencial, étnico, territorial y de género". Hacen parte de los firmantes de este comunicado los obispos de las diócesis de Istmina-Tadó, monseñor Mario de Jesús Álvarez Gómez, Quibdó, monseñor Juan Carlos Barreto, Apartadó, monseñor Hugo Alberto Torres Marín; además representantes del Foro Interétnico Solidaridad Chocó (18 organizaciones), la Mesa de Concertación y Diálogo de los pueblos Indígenas del Chocó y ACABA: Consejo Comunitario general del Río Baudó y sus afluentes. Al referirse al tema de la pandemia del coronavirus que aqueja al país, dijo que este "afecta con extrema gravedad al Baudó y a la gran mayoría del territorio chocoano, debido a la preexistente crisis humanitaria y a la precaria situación sanitaria y económica de los habitantes del departamento". [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Mié 25 Mar 2020

Bajo tu amparo, Santa Madre de Dios

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid -Con gran esperanza y fe, escribo estas palabras para el periódico diocesano LA VERDAD, que en esta ocasión llega a ustedes por medio de los modernos medios de comunicación social, en forma virtual. Para todos es bien conocida la situación en la cual nos encontramos por un gran riesgo sanitario, ocasiona­do por un agente biológico, el virus CORONAVI­RUS, que ha ocasionado más de 240.000 contagios, superando las 10.000 personas fallecidas en más de 170 países del mundo, en cantidades diversas pero que ya es una PANDEMIA declarada. Con nuestros ojos y con nuestra particular forma de comprender las cosas vamos viendo ya los signos de esta gran preocupación para toda nuestra comunidad. También en Colombia, al momento de escribir estas palabras los infectados positivos al virus, son 145 personas y esta cifra está en crecimiento. Es una triste realidad, que por las condiciones de glo­balización y de posibilidad de movimiento y viajes que tienen las personas hoy, ha permitido el avance y contagio de este virus, que amenaza la vida humana. Seguramente hay otros virus y enfermedades que glo­balmente, ocasionan más muertes entre nosotros, pero la difusión que han hecho los medios de comunica­ción social y la virulencia y agresividad de este agente biológico, hacen temer un gran número de muertes en nuestro medio, especialmente las personas ancianas, con dificultades y problemas en sus defensas o que tienen otros problemas graves de salud los amenazan grandemente. Esta situación nos ha tocado también en la fe, en la vivencia de nuestra vida cristiana, privándonos de la celebración de la Eucaristía y de los sacramentos, decisión dolorosa pero necesaria para no arriesgar la vida de muchos hermanos o la vida personal de quien se expone al virus, que es de muy fácil propagación. Debemos como comunidad de fe, reflexionar también en esta situación y en las enseñanzas que podemos adquirir todos en medio de esta prueba. Para muchos de nosotros la renuncia a la celebración de la Eucaristía, los sacerdotes la siguen celebrando en privado, nos hace reconocer la centralidad e im­portancia de este encuentro personal con Jesucris­to, donde le recibimos real y personalmente presente en el Pan y el Vino, que son su Cuerpo y su Sangre. También sentimos la ausencia de la comunidad de fe, de los hermanos que juntos se encuentran y viven comunitariamente su fe en la vivencia de los sacra­mentos, en la formación y catequesis que acompañan la vida cristiana. También tenemos que entender el sacrificio, la cari­dad, el dolor de muchos en este momento que están privados de lo necesario por la ausencia de trabajo o de bienes, por la dedicación inmensa que tienen que hacer de su vida y de sus acciones al servicio de los hermanos que viven la prueba. Esta gran emergencia tiene que hacernos pensar en muchos de los criterios que aplica la economía y el mercado imperante, los salarios de los jugadores son exorbitantes, como las ganancias de los artistas, que seguramente corresponden a su esfuerzo, pero se nos muestra que la compensación de los agentes sanita­rios (médicos, especialistas, investigadores, perso­nal de los hospitales, enfermeros) no corresponde a su trabajo generoso y riesgos asumidos en el servicio de los otros. La situación que enfrentamos, que ape­nas comienza, tiene que hacernos pen­sar en valores superiores, el cuidado y la dedicación a los ancianos que te­nemos que proteger y acompañar, la dolorosa realidad de los pobres y nece­sitados, la difícil situación de los que viven en condiciones precarias por la falta de trabajo, de justas oportuni­dades y remuneración. Muchos dedicarán su tiempo, su es­fuerzo, su tarea con un gran riesgo para atender la emergencia, en pri­mer lugar los Gobernantes, a nivel mundial y a nivel nacional, en nuestra región, de ellos esperamos gran decisión, claridad y precisión en sus decisiones. Para ellos pedimos a Dios las luces del Espíritu Santo. En sus decisiones está el futuro y el rumbo que tomen los volúmenes de contagio de esta enfermedad, que no perdonará a muchos. En momentos de la historia humana, donde el hom­bre consideraba que estaba a salvo y se consideraba el amo y señor de la naturaleza y del ambiente, un pequeño virus, ha tomado al descubierto a las nacio­nes más importantes de la tierra, poniéndolas de rodi­llas. Esta enfermedad nos recuerda la fragilidad de la vida humana, de su naturaleza superior por la inteligencia y capacidades decisionales, propias de su alma, pero también la fragilidad de la condición biológica de la persona humana. Un pequeño virus tiene en vilo a la humanidad entera. Se unen en el hombre su gran naturaleza y valor, pero también su gran fragilidad. De frente a esta gran pandemia, tenemos que entender que el hombre hace parte también de una realidad bio­lógica muy compleja, que no conocemos totalmente y que muestra la debilidad del hombre. Tenemos que aprender que el hombre es limitado, y no tiene las respuestas a todos los retos de la vida y existencia humana. La fragilidad y la debilidad de estos momentos nos tienen que llevar a respetar y a defender la vida humana en todas sus dimensiones, desde la concepción, desde el pri­mer instante, hasta el término na­tural de la existencia, esta es una de las grandes enseñanzas. El hombre y su inteligencia ha hecho adelantos inmensos en los últimos decenios, especialmente en la medicina, pero en esta situa­ción concreta se encuentra débil y con las manos vacías. En estas circunstancias aprende­mos muchas cosas, una de ellas la necesidad de la caridad y el servi­cio que debemos todos vivir, para ayudar a los enfermos, a los ne­cesitados, para propiciar la ayuda a quien esté en dificultades. En primer lugar los médicos, las autoridades, las fuerzas del orden -Ejercito y Policía Nacional- que están des­plegando su ingente tarea y acción. Es de valorar el esfuerzo de nuestros hospitales, clínicas, lugares de atención médica, a ellos tenemos que ayudar y prote­ger, de ellos depende nuestra vida. Gratitud para quienes nos siguen brindando la po­sibilidad del alimento, la provisión de lo necesario para la vida. Tenemos que ayudarnos y cuidarnos todos, mutuamente, en familia, permaneciendo en nuestros hogares y espacios seguros, para evi­tar ser transmisores de la enfermedad. Gran res­ponsabilidad en el aprovisionamiento de alimentos y bienes de primera necesidad, caridad hacia los pobres y necesitados, donde podamos ayudar y completar lo necesario a niños y ancianos. Saludo afectuosamente a los sacerdotes, quienes viven un particular momento de prueba en estos momentos por la ausencia de sus comunidades. Los invito a cui­dar a los enfermos, a los pobres, a los necesitados en estos momentos de prueba. A los religiosos y religio­sas, también un saludo para que continúen viviendo la caridad de Cristo en sus carismas y llamadas recibidas de Dios. A los seminaristas los exhorto a continuar su proceso formativo con gran responsabilidad, con la oración y el estudio. En esta grave crisis, como Obispo diocesano de Cú­cuta, he repetido la consagración que esta ciudad hizo al Sagrado Corazón de Jesús en ocasión del gran terremoto y que se cumplió en la construc­ción del Monumento de Cristo Rey que preside la ciudad. A Él, con fe cierta, pedimos la protección de la ciudad y de sus hijos, de Norte de Santander y de Colombia entera, también del hermano pueblo de Venezuela en momentos bien difíciles de su histo­ria. He querido llevar con devoción y solemnidad el Santísimo Sacramento por las calles de nuestra ciudad y bendecir cada uno de sus espacios, implorando la protección del Señor sobre nosotros. Los invito a que no cesemos en la oración, en la pe­tición a la protección de Dios sobre nosotros y sobre todo el mundo. Con devoción pidamos también a la Santa Madre de Dios que salvó a Roma de la peste negra en el año 590 que nos proteja. Oremos todos con devoción y fe: Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, de todo peligro líbranos oh Virgen Gloriosa y Bendita. Amén. San José, nuestro celeste Patrono nos proteja como protegió a su Santa Familia, Jesús y María Santísima. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo de la Diócesis de Cúcuta

Mié 25 Mar 2020

Obispos: Confianza en Dios, responsabilidad y fraternidad ante Covid-19

En un comunicado los obispos católicos de Colombia, manifiestan su plena confianza en Dios para que este difícil momento que vive el país sea superado, invitan a todo el pueblo a unirse en oración y atender con responsabilidad todas las decisiones tomas por las autoridades competentes. “Exhortamos a todos a recibir y a acatar con buena voluntad y con verdadero compromiso las determinaciones tomadas en este momento por las autoridades civiles. Esto implica una responsabilidad moral, que debemos asumir con prontitud y seriedad para proteger la propia vida y la vida de los demás”, señalan. Recuerdan que este no es un momento para la polarización, por lo que piden la unidad del país en torno a las decisiones que se tomen por parte del Estado colombiano, agradeciendo todo el esfuerzo que vienen haciendo en bien y protección de los ciudadanos. Resaltan y valoran el valiente trabajo de los médicos, personal sanitario y de cuantos están prestando sus servicios para apoyar esta contingencia, pidiendo de Dios su sabiduría, fortaleza y protección. Destacan el papel fundamental de los periodistas en este momento de crisis y los exhortan a llevar a cabo esta tarea con seriedad y responsabilidad. Así también agradecen a los medios de comunicación que han ofrecido sus espacios para llevar el mensaje del Evangelio a los hogares colombianos. Los prelados hacen un llamado a la solidaridad y a no dejarse llevar por la indiferencia frente a aquellas personas que en este momento tienen alguna carencia e invitan a la fraternidad. “Destacamos las iniciativas desplegadas por empresas, organizaciones civiles y eclesiales, voluntariados, bancos de alimentos, parroquias y personas individuales para ayudar a entidades de salud y a personas especialmente necesitadas”. Tambien invitaron para que este momento de cuarentena sea aprovechado como un momento de reencuentro con la familia "como espacio fundamental de nuestra vida y de la sociedad, en el que crecemos en el amor y la unidad, nos acompañamos unos a otros, cultivamos valores esenciales y nos ayudamos mutuamente a vivir la fe en Dios". Hacen un llamado especial a los alzados en armas para que en este momento difícil para el país “cesen todos los atentados, las acciones violentas y las extorsiones en esta hora de prueba y de grandes sufrimientos para el pueblo colombiano”. Vivencia de la Semana Santa A este respecto los prelados recuerdan que las celebraciones litúrgicas de Semana Santa no serán suspendidas: “los obispos y sacerdotes presidiremos las ceremonias litúrgicas aún sin participación física de los feligreses, quienes se podrán unir a ellas espiritualmente de diversos modos, por la oración y el ofrecimiento de sus obras, por las celebraciones de la palabra en familia y por el seguimiento de las transmisiones a través de los medios de comunicación. Todas las diócesis están aportando ayudas con este propósito”. A los sacerdotes, los animan para que continúen con su celo pastoral acompañando a las comunidades, acatando las disposiciones de la Iglesia y de las autoridades civiles. “Los invitamos, especialmente, a dedicar momentos prolongados a la oración delante del Santísimo, recordando aquellas palabras de la Liturgia de las Horas que describen al verdadero pastor: “Éste es el que ama a sus hermanos, el que ora mucho por su pueblo. Pidamos por los sacerdotes que están enfermos y por los que han fallecido a causa de esta pandemia.” Por otra parte, pidieron a los católicos mantener la constante oración por los que han contraído el Covid-19, los que están gravemente enfermos y los que han fallecido. Finalmente, pidieron poner bajo la protección de la Santísima Virgen María esta necesidad y animaron a rezar el Santo Rosario. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Mié 25 Mar 2020

Ante la pandemia que azota al mundo el Papa pide unirse a rezar

Por cuenta de la pandemia del coronavirus el Papa Francisco publicó una edición especial de "El Video del Papa", en el que invita a unirse a él para rezar por el mundo. Agradece a todos por sus oraciones, sin importar su tradición religiosa, y les pide que invoquen a la Virgen María rezando juntos un "Acordaos". "Bajo tu protección buscamos refugio, Santa Madre de Dios. No desprecies las súplicas de nosotros que estamos en prueba, y líbranos de todo peligro, oh Virgen gloriosa y bendita". El video promueve el hashtag #PrayForTheWord (#RezarPorElMundo) La pandemia del COVID19 ha afectado a unos 162 países, dejando al menos 12.000 víctimas mortales. Video de intenciones del Papa Francisco El Video del Papa es una iniciativa oficial de alcance global que tiene como objetivo difundir las intenciones de oración mensuales del Santo Padre. Es desarrollada por la Red Mundial de Oración del Papa (anteriormente conocida como Apostolado de la Oración) y la productora La Machi.

Mar 24 Mar 2020

Coronavirus: CELAM propone consagración del continente a la Virgen de Guadalupe

En la víspera de la solemnidad de la Anunciación del Señor y ante la grave situación que genera la pandemia de coronavirus que se expande por todo el continente americano, el Consejo Episcopal Latinoamericano y del Caribe (CELAM), ha propuesto a los Obispos del continente presidir un acto de consagración a la Santísima Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de Guadalupe. Este organismo de comunión eclesial sugiere que este acto de consagración se realice el próximo miércoles 25 de marzo a las doce del mediodía, acogiendo la invitación del Papa Francisco a rezar el Padrenuestro por la misma intención. Igualmente sugiere que esta consagración se acompañe por el rezo del Santo Rosario y se transmita a través de los medios de comunicación y las plataformas digitales con el fin de alcanzar el mayor número de sacerdotes y fieles. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Vie 20 Mar 2020

Indulgencia plenaria y posibles absoluciones colectivas por emergencia coronavirus

La Penitenciaría Apostólica concede el “don de indulgencias especiales” a los fieles afectados por la enfermedad del Covid-19, a los trabajadores de la salud, a los familiares y a todos aquellos que, incluso con la oración, cuidan de ellos. También recuerda a los fieles la posibilidad de la absolución colectiva en este momento de emergencia sanitaria. Ante la emergencia del Covid-19, la Iglesia ofrece la posibilidad de obtener la indulgencia plenaria a los fieles que sufren de coronavirus, así como a los trabajadores de la salud, a los familiares y a todos aquellos que, en cualquier calidad, incluso a través de la oración, se ocupan de ellos. Esto se establece un Decreto de la Penitenciaría Apostólica publicado este viernes, 20 de marzo y firmado por el Cardenal Mayor Penitenciario Mauro Piacenza y el Regente, Monseñor Krzysztof Nykiel. En este sentido, la Penitenciaría Apostólica precisa que, para obtener la indulgencia plenaria, los enfermos con coronavirus, los que están en cuarentena, así como los trabajadores de la salud y los familiares que se exponen al riesgo de contagio por ayudar a los afectados por el Covid-19, podrán simplemente recitar el Credo, el Padre Nuestro y una oración a María. Igualmente, para obtener las indulgencias, otras personas podrán elegir entre varias opciones: visitar el Santísimo Sacramento o la adoración Eucarística o leer las Sagradas Escrituras durante al menos media hora, o recitar el Rosario, el Vía Crucis o la Coronilla de la Divina Misericordia, pedir a Dios el fin de la epidemia, el alivio de los enfermos y la salvación eterna para aquellos a los que el Señor ha llamado a sí. La indulgencia plenaria puede ser obtenida también por los fieles que a punto de morir no pueden recibir el sacramento de la unción de los enfermos y el viático: en este caso se recomienda el uso del crucifijo o de la cruz. La posibilidad de la absolución colectiva Además, la Penitenciaría Apostólica – afirma una Nota que acompaña al Decreto – por "la gravedad de las circunstancias actuales", y "especialmente en los lugares más afectados por el contagio de la pandemia y hasta que no termine este fenómeno", recuerda la posibilidad de impartir la "absolución colectiva", es decir, a varios fieles juntos, "sin previa confesión individual". En cuanto a la absolución colectiva – explica la Penitenciaría – "el sacerdote está obligado a avisar al Obispo diocesano, en la medida de lo posible, o, si no puede, a informarle lo antes posible". En efecto, corresponde siempre al Obispo diocesano – subraya la nota – "determinar, en el territorio de su propia circunscripción eclesiástica y en relación con el nivel de contagio pandémico, los casos de grave necesidad en los que es lícito impartir la absolución colectiva: por ejemplo, a la entrada de las salas de hospitalización, donde se hospeda a los fieles infectados y en peligro de muerte, utilizando en la medida de lo posible y con las debidas precauciones los medios de amplificación de la voz, para que se oiga la absolución". La Penitenciaría también pide que se evalúe "la necesidad y conveniencia de crear, cuando sea necesario, de acuerdo con las autoridades sanitarias, grupos de 'capellanes extraordinarios de hospitales', también con carácter voluntario y en cumplimiento de las normas de protección contra el contagio, para garantizar la necesaria asistencia espiritual a los enfermos y moribundos". Además, donde "los fieles individuales se encuentran en la dolorosa imposibilidad de recibir la absolución sacramental, debe recordarse que la contrición perfecta, procedente del amor de Dios amado sobre todas las cosas, expresada por una sincera petición de perdón (la que actualmente puede expresar el penitente) y acompañada de votum confessionis, es decir, por el firme propósito de recurrir cuanto antes a la confesión sacramental, obtiene el perdón de los pecados, incluso mortales", como se indica en el Catecismo de la Iglesia Católica (n. 1452). "El momento actual en el que la humanidad entera, amenazada por una enfermedad invisible e insidiosa, que desde hace algún tiempo forma parte de la vida de todos – señala la Penitenciaria – está marcado día tras día por angustiosos temores, nuevas incertidumbres y, sobre todo, por un sufrimiento físico y moral generalizado. Y concluye: "Nunca como en este tiempo la Iglesia ha experimentado el poder de la comunión de los santos, elevando a su Señor Crucificado y Resucitado votos y oraciones, en particular el Sacrificio de la Santa Misa, celebrada diariamente, incluso sin gente, por los sacerdotes" y como "buena madre, la Iglesia implora al Señor que la humanidad sea liberada de tal flagelo, invocando la intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de Misericordia y Salud de los enfermos, y de su Esposo San José, bajo cuyo patrocinio la Iglesia siempre ha caminado por el mundo". [icon class='fa fa-download fa-2x'] Leer Decreto[/icon] Tomado de: Vatican News

Vie 20 Mar 2020

Cardenal consagra su país al Señor de Monserrate y pide acatar medidas preventivas

Ante el difícil panorama que se vive en Colombia y en el mundo entero por cuenta del COVID-19, el cardenal Rubén Salazar Gómez, celebró el 19 de marzo, Solemnidad de San José, una eucaristía en el Santuario de Monserrate, en la que invitó a todos los colombianos a no perder la esperanza y no dejarse llevar por el miedo. “Vivimos momentos en los que no sabemos qué va a suceder, que muchas veces nos llenan de miedo, de ansiedad, pero no debemos dejarnos llenar de angustia sino todo lo contrario fortalecernos en Dios, en el Señor que todo lo puede, solo falta creer” Durante su homilía recordó que son momentos difíciles y de incertidumbre los que está enfrentando el país y el mundo, “una realidad totalmente nueva y amenazante para todos nosotros que precisamente la vemos como una gran tormenta que se desata sobre toda nuestra vida rutinaria, sobre todo lo que constituye nuestra existencia, porque nos amenaza de una manera la muerte”. Ante esta realidad explicó que “la figura de San José, fiesta que celebra hoy la Iglesia Católica y que nos lo explican las lecturas, invita a una profunda esperanza. José, por lo tanto, es el hombre que acata la Palabra de Dios, que la hace suya y la lleva a la práctica con alegría, en medio de mil preguntas que seguramente le surgieron en su corazón cuando el Ángel le dice ‘no tengas reparo’, podríamos traducir estas palabras diciendo: no temas, sigue adelante, confía en el Señor”. Recordó que, para un hombre de fe, la esperanza le debe llevar a cuidar la salud y proteger la vida, por lo que invitó para que en estos momentos difíciles se acaten en paz todas las medidas restrictivas, que, aunque parezcan duras, ayudarán a salvar muchas vidas. “Porque si somos discípulos misioneros del Señor Jesucristo entonces somos defensores de la vida, tratemos de hacer posible por todos los medios que la salud se preserve y que por lo tanto este daño terrible que está causando el virus sea contenido, sea destruido lo más pronto posible”, aseguró. Celebración de la Semana Santa El cardenal Salazar dijo que ante esta situación atípica para la Iglesia, las celebraciones de Semana Santa no se podrán realizar de manera física como es la tradición, pero exhortó para que estos momentos de fe sean seguidos por los católicos a través de los medios de comunicación tradicionales y virtuales. “De tal manera que tenemos que celebrar el Triduo Pascual y la Pascua como si estuviéramos participando físicamente en las celebraciones litúrgicas, tenemos que seguir con el corazón, con la mente, con todo nuestro ser, todas esas celebraciones, que una vez más nos unamos profundamente a Cristo muerto y resucitado, esto lo podremos lograr gracias a la posibilidad que nos brinda los medios de comunicación”. Consagración al Señor Caído de Monserrate La eucaristía se realizó sin fieles en el templo de Monserrate y participaron además del arzobispo de Bogotá, Cardenal Rubén Salazar Gómez, los obispos de Soacha, monseñor José Daniel Falla y Fontibón, monseñor Juan Vicente Córdoba, quienes al final de la ceremonia hicieron una oración especial para consagrar ante el Señor caído de Monserrate, no solo la Nación colombiana sino al mundo entero, para que sea liberado del mal del coronavirus. Foto redes: Of. de comunicaciones arquidiócesis de Bogotá Videos:Of. de comunicaciones arquidiócesis de Bogotá