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navidad

Sáb 26 Dic 2020

'Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz'

LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ Diciembre 27 de 2020 Primera Lectura: Sir 3,2-6.12-14 Salmo: 128(127),1-2.3.4-5 (R. cf. 84[83], 5a) Segunda Lectura: Col 3,12-21 Evangelio: Lc 2,22-40 (forma larga) o Lc 2,22.39-40 (forma breve) I.Orientaciones para la Predicación Introducción De nuestro encuentro con la Palabra podemos resaltar algunas ideas centrales: • El amor a Dios pasa por el amor y el respeto vivido en la familia. • El amor de Dios vivido en la familia es vínculo de perfección y de progreso. • Cristo en medio de la familia trae la bendición y la salvación para la humanidad. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro del Eclesiástico nos recuerda que el amor a Dios pasa a través del respeto y el amor que los hijos dan a sus padres, ya que para el judío el buen trato para los padres y la sumisión a ellos, redunda en beneficio de los hijos, así se va explicando el sentido del cuarto mandamiento que asegura la vivencia de la piedad y el respeto dentro del clan familiar, por eso hay tres beneficios importantes para el hijo que respeta la autoridad de sus padres: el perdón de los pecados, la escucha de las plegarias y la bendición divina manifestada en la prolongación de la vida sobre la tierra. Igualmente, en el libro del Eclesiástico se habla de varias formas de obtener el perdón de los pecados y una de ellas es la manifestación del amor y el respeto hacia los padres, en 1 Pe 4, 8 se dice que el amor cubre la multitud de los pecados y el primer lugar donde se aprende a vivir ese amor es en la familia, de ahí la importancia de manifestar el respeto hacia los padres para que el amor hacia ellos nos ayude a obtener el perdón de los pecados. El segundo beneficio es, la certeza de que Dios escucha las plegarias, ya que a Dios le agrada más el amor al prójimo que muchos sacrificios y ofrendas, pues según 1 Sm 15, 22 la obediencia vale mucho más que el sacrificio; y el tercer beneficio es prolongar los días sobre la tierra, vivir una larga vida, sabiendo que se tiene la bendición de Dios, así se afirmaba desde el Ex 20,12. El apóstol san Pablo en su carta a los Colosenses nos exhorta a vivir el amor en medio de la familia, ya que el amor es un vínculo de perfección. Ese amor es el que debe primar en todas las relaciones familiares, ya que el vínculo conyugal solo se entiende desde el amor que los esposos se manifiestan al vivir el uno para el otro, y como prolongación del amor vienen los hijos, por eso el apóstol después de enumerar varias virtudes que deben estar presentes en cada cristiano, se detiene a señalar que el amor es la mayor de todas y este amor empieza vivirse en la familia, de ahí se desprende el sometimiento de las mujeres a sus maridos, que no significa esclavitud sino más bien el reconocer que la mujer y el hombre son una sola carne y este vínculo los lleva a estar el uno para el otro, de modo que el respeto es la primera consecuencia de ese amor, y este se extiende hacia los hijos, por eso el apóstol le recuerda a los padres, la importancia de tratar bien a sus hijos demostrando el amor que se les tiene. El Evangelio de san Lucas nos presenta la presencia de Jesús en medio de una familia humana cumpliendo con todos los deberes propios de la época, pero sabiendo que la persona de Jesús es motivo de gozo y bendición para todos aquellos que se encuentran con Él. La sagrada familia se presenta cumpliendo con el amor a Dios manifestado en la obediencia a la ley mosaica y por eso, según Lv 12, 28, después de los cuarenta días del nacimiento del hijo la madre debía presentarse al templo para ofrecer un ritual de purificación de acuerdo a lo que establecía la ley. En el capítulo 13 del libro del Éxodo se mandaba que todo primogénito debía consagrarse al Señor, por eso encontramos a María y a José que van a templo para cumplir con la ley y de este modo demuestran el amor a Dios y el deseo de agradarle en todo, con la conciencia de que el hijo que ha nacido es un don que Dios le ha concedido. La presencia de Jesús es motivo de esperanza y de consuelo para el pueblo de Israel y por eso, la sagrada familia es la primera en acoger con alegría esta bendición de parte de Dios, de ahí que no importa la pobreza, el sufrimiento o el dolor, porque con Jesús presente en la familia todo puede sobrellevarse desde la unión profunda con Dios. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? La familia nace y se gesta a partir del amor de la pareja humana y este amor que proviene de Dios se prolonga en los hijos, por ello, el libro del Eclesiástico nos recuerda el deber de los hijos para honrar y respetar a los padres, esta es una consecuencia lógica del amor y el buen trato que los hijos han recibido de los padres, de modo que los respetan y permanecen sumisos a ellos, así reciben de parte de Dios sus bendiciones manifestadas en el perdón de los pecados, pues el que ama a Dios y al prójimo, lo busca en todo momento y recibe el perdón por sus faltas, de igual modo, los hijos que viven el cuarto mandamiento son bendecidos por Dios con largos días sobre la tierra, fruto del amor, el cariño y el respeto tributado a los padres. De otra parte, el buen hijo tiene la certeza de que Dios lo escucha siempre, pues “amor se paga con amor”, Dios como Padre bueno que ama sabe dar cosas buenas a sus hijos que se acercan con fe y por eso los trata con amor. Hoy debemos preguntarnos: ¿Cómo está la educación de los hijos?, cuando en nuestra sociedad se está perdiendo la educación cristiana, necesitamos recuperar la vivencia de los valores fundamentales en el seno de la familia. La segunda lectura nos recuerda la importancia de la vivencia del amor en medio de la familia, pues la primera manifestación se concreta en el florecimiento de los valores en la comunidad familiar, de ahí que el apóstol destaca que por encima de todo está el amor. En nuestro tiempo debemos reconocer la necesidad de vivir el amor a Dios, recordemos las palabras del Concilio en Gaudium et Spes 52 “La familia es escuela del más rico humanismo. Para que pueda lograr la plenitud de su vida y misión se requieren un clima de benévola comunicación y unión de propósitos entre los cónyuges y una cuidadosa cooperación de los padres en la educación de los hijos. La activa presencia del padre contribuye sobremanera a la formación de los hijos; pero también debe asegurarse el cuidado de la madre en el hogar, que necesitan principalmente los niños menores, sin dejar por eso a un lado la legítima promoción social de la mujer. La educación de los hijos ha de ser tal, que al llegar a la edad adulta puedan, con pleno sentido de la responsabilidad, seguir la vocación, aun la sagrada, y escoger estado de vida; y si éste es el matrimonio, puedan fundar una familia propia en condiciones morales, sociales y económicas adecuadas. Es propio de los padres o de los tutores guiar a los jóvenes con prudentes consejos, que ellos deben oír con gusto, al tratar de fundar una familia, evitando, sin embargo, toda coacción directa o indirecta que los lleve a casarse o a elegir determinada persona”. Hoy más que nunca necesitamos recuperar el sentido del amor en la familia, la crisis generada por el covid19 es la oportunidad para volver a vivir en el seno de la familia y recuperar lo fundamental del amor alimentado desde el encuentro con Cristo que le da sentido y plenitud a la vida de la familia. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? En esta solemnidad de la Sagrada Familia de Nazareth volvemos nuestra mirada al seno del pesebre para implorar de Dios la necesidad de acoger la presencia de Cristo en medio de nuestras familias, pues solo Él puede dar sentido a todo que viven las familias en este tiempo; las pruebas, el sufrimiento, la enfermedad, la pobreza, el rechazo, el dolor y todas las situaciones humanas que experimentan nuestros seres queridos en el hogar no son ajenas a Cristo, ya que con su Encarnación viene para dar plenitud a nuestra vida. Es la oportunidad para unirnos en familia en torno al pesebre y repensar la misión de familia como base fundamental de la sociedad, ya que nada ni nadie puede sustituir la educación en los valores humanos y cristianos que es propia de cada una de las familias. En este sentido, el Papa Francisco en el Ángelus del 29 de diciembre de 2019 recordó que “la familia es un tesoro precioso. Hay que sostenerla y protegerla siempre”, que esta sea la ocasión para recuperar ese tesoro que Dios ha puesto en nuestras manos: la familia. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hoy volvemos nuestra mirada al pesebre para contemplar a la Sagrada Familia como modelo de todas las familias, en ella contemplamos la escuela del más rico humanismo, por eso, en la Eucaristía damos gracias por cada una de nuestras familias, con el deseo de que Cristo sea el centro y el sentido de cada una de las vivencias de nuestra familia: el dolor, la prueba o la alegría son recibidos por Cristo que, con su Encarnación, nació y vivió en la familia de Nazaret. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios nos hace poner nuestra mirada en el amor que debe vivir nuestras familias: la lectura del libro del Eclesiástico nos recuerda que el primer deber de los hijos es el respeto y la sumisión a los padres, y Dios los premiará con su bendición; en la segunda lectura, san Pablo nos recuerda que el amor debe estar por encima de todo lo que vive la familia y el Evangelio de san Lucas nos presenta a la Sagrada Familia que permanece unida para cumplir con el amor a Dios y al hermano, manifestados en el respeto por los mandatos de Dios. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al Padre lleno de amor que nos ha entregado a su Hijo Jesús nacido en el seno de una familia, elevemos nuestra plegaria confiada diciendo: R. Por medio de la Sagrada Familia, escúchanos Padre 1. Oremos por el papa Francisco y por toda la Iglesia, para que con su predicación ilumine y oriente la vida espiritual de todas nuestras familias. Roguemos al Señor 2. Oremos por los gobernantes de las naciones para que trabajen por la defensa de la vida y la familia. Roguemos al Señor 3. Oremos por las familias que en medio de la pandemia sufren por la pérdida o la enfermedad de sus seres queridos. Roguemos al Señor 4. Oremos por las familias donde hay conflictos o se ha perdido el amor y el respeto, para que renueven el amor desde el encuentro con Cristo. Roguemos al Señor 5. Oremos por todas las familias que viven sin esperanza, para que descubran la presencia de Cristo que da sentido y plenitud a la vida del hombre, roguemos al Señor Presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Escucha oh Dios, la oración de pueblo reunido en asamblea litúrgica para celebrar el misterio de la navidad. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Jue 24 Dic 2020

¡Coraje para vivir! ¡Coraje para la paz!

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - Son muy posibles los sentimientos negativos en este tiempo: soledad, oscuridad, miedo, impotencia, fatiga, desgano. La amenaza de la depresión puede asediar la salud de muchos y las realidades colectivas de todos. Tantas cosas siguen entre paréntesis, que el futuro inmediato podría parecer más una ruleta rusa que un camino cierto. Vivimos “entre corchetes”, con la incertidumbre a cuestas. Y no solo por la pandemia del COVID-19, sino por patinar y patinar en lo mismo: entre la voracidad de las pasiones exacerbadas y de las violencias desatadas. Una “historia” tan absurda y repetida como “el mito de Sísifo” (cfr. Google). ¿Qué sentido darle este año a la Navidad y al Año Nuevo? Una PRESENCIA acompaña nuestras vidas y nuestra historia. Es una lucecita encendida en el seno de la noche, con el brillo de las estrellas y la esperanza del sol. “Un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado”, clama el profeta (Is.9,5). Con él nace la esperanza de una humanidad diversa pero unida, que tendrá el coraje de vivir, el coraje de la paz. “Un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre” (Lucas 2,11). “Sobre esta pobreza del portal, se despliega el mundo del Espíritu. Mientras nosotros estamos complicados en dramas de consciencia, porque nos tienta seguir principios de fuerza, de poder y violencia, el Niño de Belén nos dice que el milagro de la paz de la Navidad es posible para quienes acogen sus dones”. Navidad no es sólo una fecha para conmemorar, sino el evento de una PRESENCIA siempre actual, capaz de contagiar de coraje para vivir y de fuerza para transformar en paz y perdón nuestros conflictos. Extiendo, con el Obispo Auxiliar y el Emérito, con todos los presbíteros y diáconos, LA BENDICIÓN DE NAVIDAD para cada persona y familia, grupo y comunidad, que acojan este mensaje: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra PAZ a las personas en quienes Él se complace” (Lc.2,14). + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Mié 23 Dic 2020

“Santa Navidad: Presencia de Dios en su vida y en su hogar”

Estos son los deseos de Navidad para el pueblo colombiano, expresados por el arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, monseñor Luis José Rueda Aparicio, quien también invitó a vivir una santa Navidad llena de la presencia de la Virgen María y de San José. El prelado explicó tres momentos para que las personas celebren este momento de gracia: espiritual, eclesial y familiar. Espiritual. Afirmó que si bien este es un tiempo donde brilla el color y las luces, también ha de ser un momento para renovar y fortalecer la espiritualidad. “Es el encuentro del Salvador, el encuentro del Emanuel, del Dios con nosotros, eso produce un impacto positivo en usted y en mí”. “Cuando estamos diciendo que se debe renovar la espiritualidad, estamos diciendo que la Navidad trae un regalo para su vida, va a renovar su vida espiritual, usted será más fraterno, más cercano y más humano, porque Dios quiso tomar la condición humana”, manifestó. Eclesial. Explicó que la Navidad es una celebración profundamente eclesial. Es la palabra de Dios, son los sacramentos, es el año litúrgico que va llevando al ser humano a contemplar cada momento de la vida del Salvador. “La Navidad nos permite recibir con corazón abierto, con puertas del hogar abiertas, quitando toda tranca, todo miedo, abriendo el corazón para que el Salvador viva con nosotros”. Familiar. Animó para que en esta Navidad estén presentes como nuestra familia las personas más vulnerables, refiriéndose de manera particular a los enfermos, los ancianos, los privados de la libertad, los secuestrados y los que sufren la soledad. “La celebración de la Navidad nos pone una tarea misionera, de ser fraternos con el que sufre, con las actitudes en el mundo y en la sociedad. Ellos deben hacer parte de nuestra Navidad, de nuestro corazón, de nuestra fraternidad y si recibimos al Salvador y en él nos sentimos hijos del mismo Padre, hermanos en Cristo, miembros de la única familia humana que busca al Dios con nosotros, entonces el dolor del otro debe ser el dolor suyo, el dolor mío. La alegría del otro debe ser alegría suya y alegría mía”, aseveró. Finalmente, dijo que la Navidad es un tiempo para que “la sociedad se impregne de la presencia de Dios y del plan salvador de Dios, que llena de luz y esperanza la vida”.

Mié 23 Dic 2020

Obispo de Zipaquirá: “El Señor vino, el Señor volverá, el Señor está con nosotros”

“El nacimiento del Niño es el hecho que recuerda que Dios mismo viene y permanece con nosotros. Nació de la Santísima Virgen esa noche de la Navidad en Belén”,así nos lo comenta monseñor Héctor Cubillos Peña, obispo de Zipaquirá, quien anima a celebrar esta fiesta con alegría y esperanza. “La oración fundamental de todos estos días del Adviento y la Navidad siempre será el Señor Jesús. Dios prometió a su pueblo que lo visitaría para salvarlo y lo realizó enviando a su Hijo Jesucristo. Nosotros estamos beneficiándonos de ese acontecimiento del nacimiento, muerte y resurrección del Señor”,afirmó. El prelado agregó que el nacimiento de Jesús debe ser el tiempo para un encuentro profundo con Dios. Un Jesús triunfante y glorioso que, a pesar de las tinieblas del pecado, el sufrimiento, las dificultades que se experimenten, siempre está ahí presente. “Estamos viviendo esta fiesta en un contexto de pandemia, de angustia, de limitación y de tantas dificultades; pero esto nos debe animar a todos a esa convicción de estar unidos y afianzarnos a él. El Señor vino, el Señor volverá, el Señor está con nosotros, él no nos ha abandonado, el Señor quiere nuestro bien”,asintió el obispo. Recordó que, ante esta realidad de la pandemia, que sigue causando tanto dolor en las familias, es una ocasión donde Dios, a través de su Hijo, se hace presente para infundirnos su luz, su fortaleza, su confianza y, así, mantenernos atentos y cuidándonos unos a otros para salir adelante. Finalizó deseando al pueblo colombiano unas felices Pascuas e insistió que Dios está siempre con nosotros.

Mar 22 Dic 2020

'Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros'

NACIMIENTO DEL SEÑOR Diciembre 25 de 2020 (Misa del día) Primera Lectura: Is 52,7-10 Salmo: 98(97),1.2-3ab.3cd-4. 5-6 (R. cf. 3c) Segunda Lectura: Hb 1,1-6 Evangelio: Jn 1,1-18 (forma larga) o Jn 1,1-5.9-14 (forma breve) I. Orientaciones para la Predicación Introducción Desde las lecturas que se nos ofrecen, en esta solemnidad del nacimiento del Señor, se puede resaltar: • Isaías lleno de alegría anuncia la llegada del mensajero que trae la buena noticia de la paz y la salvación para Israel. • Dios nos ha hablado por medio de su Hijo, la Palabra hecha carne y nosotros somos testigos de este acontecimiento salvador. • La Palabra trae la vida y la luz nueva para toda la humanidad. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El pasaje del profeta Isaías que escuchamos en este día hace parte del llamado libro de la consolación que comprende los capítulos 40 al 55, y es necesario que comprendamos el significado de la consolación que nos habla el profeta, ya que para nosotros el consuelo es un alivio o una ayuda momentánea o pasajera en un momento determinado ante una situación de duelo o de sufrimiento, en cambio, en la mentalidad hebrea, la consolación es la curación definitiva y la restauración total que Dios le da a su pueblo que ha experimentado el sufrimiento y ha pasado por diversidad de pruebas. Isaías anuncia la llegada de una buena noticia traída por un mensajero que viene como pregonero de la paz y la salvación, esa noticia es salvación y consolación para el pueblo. En la antigüedad era muy común que a la entrada de los pueblos se construyeran las torres de vigilancia o atalayas desde donde los pregoneros anunciaban noticias para todo el pueblo; aquí, en el texto de Isaías escrito en la mitad del siglo VI antes de Cristo, el profeta contempla al mensajero que viene para traer la buena noticia de la consolación y salvación definitiva para el pueblo de Israel, ese mensajero es Cristo que viene para quedarse con nosotros y Él mismo es la Palabra que consuela y salva a la humanidad. El autor de la carta a los Hebreos, nos habla de revelación o manifestación de Dios al hombre para darse a conocer; dicha revelación se da por etapas, en la antigüedad Dios se fue mostrando a su pueblo a través de diferentes signos y acontecimientos que iban mostrando al Dios creador y dueño de la historia que se hace cercano al hombre. El autor de la carta nos hace caer en cuenta que la revelación ya ha terminado y se da definitivamente en Cristo que en las etapas anteriores había sido anunciado y esperado con anhelo por parte del pueblo. Ahora Cristo se ha dado a conocer definitivamente como la Palabra definitiva que salva a los hombres y les trae la buena nueva. Nosotros somos afortunados de vivir en esta etapa final de la historia para ser testigos de la presencia de Cristo en medio de la humanidad. El evangelista san Juan inicia su Evangelio sintetizando toda la historia desde los orígenes hasta nuestra época y lo hace de modo sencillo pero profundo, y por eso describe a Cristo como la Palabra que tiene poder para crear y dar vida de modo que puede destruir la oscuridad y las tinieblas. Si nos remontamos al libro del Génesis podemos ver que Dios crea por medio de su Palabra, “y dijo Dios” (Gn 1,3), e inmediatamente a la orden de su Palabra se crean las cosas. En los orígenes de la humanidad, la tierra era caos, tinieblas y confusión, pero Dios por medio de su Palabra cambió esa situación para poner orden, dar luz y traer armonía a todo lo que iba creando. San Juan nos remite a los inicios para decir que la Palabra ya existía desde el principio y esa misma Palabra que ha permanecido desde siempre, ahora, en esta etapa se ha hecho carne y ha puesto su morada entre nosotros, ha venido para traernos la vida del mismo Dios y se ha quedado con nosotros en la persona de Cristo que se ha hecho hombre y ha nacido de María y de José en el pesebre de Belén. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Cristo es el mensajero que viene para pregonar la buena noticia de la salvación, esa noticia es la salvación definitiva de Dios, es la consolación para restaurar al pueblo que ha caminado en medio de dificultades y de pruebas. La humanidad está sufriendo las consecuencias de la pandemia ocasionada por el covid19, el hombre se siente débil y frágil y necesita la restauración, la consolación definitiva y la salud que solo Dios le puede otorgar, es el momento para recibir la presencia de Cristo que consuela a sus hijos que experimentan la enfermedad y la fragilidad. Los sistemas de salud muestran su vulnerabilidad, los sistemas económicos muestran su incapacidad de solucionar todas las situaciones del hombre, los programas de gobierno son insuficientes para remediar las necesidades más apremiantes de la población, pero Cristo llega para traer la Palabra que consuela, una Palabra que levanta al hombre caído y le da la curación en medio de las situaciones de enfermedad, es una Palabra que se compromete y hace alianza con la humanidad. Hoy la humanidad recibe la mejor de las noticias, por eso cada vez que felicitamos a alguien al decirle feliz navidad, feliz nacimiento, manifestamos la alegría por la llegada de la buena noticia de la salvación que se ha hecho presente en medio de nosotros. Los hombres y mujeres que vivimos en esta etapa de la historia tenemos un privilegio que no lo tuvieron las generaciones anteriores, ellos esperaban la llegada de la salvación, nosotros podemos contemplarla y ser testigos de ella. La humanidad está atravesando momentos difíciles, pero en Cristo tenemos la esperanza de vivir un nuevo tiempo, por eso durante estos días estamos invitados a contemplarlo hecho carne en el pesebre, dejemos que entre a nuestra vida y comparta nuestra historia personal, ya que Él no es ajeno a los sufrimientos y dificultades que vive la humanidad. El experimentó la pobreza, el desprecio y el dolor y se solidarizó con nosotros, por eso debemos poner en él nuestra confianza sabiendo que su presencia se ha quedado de modo definitivo con nosotros. La humanidad ha vivido momentos de oscuridad y de muerte, la pandemia que estamos atravesando nos ha dejado en medio de situaciones difíciles que manifiestan la impotencia del hombre frente a la enfermedad, el dolor y la muerte. Cristo con su Palabra nos trae la vida definitiva, pues el mismo es capaz de darla y ofrecerla a la humanidad, es lo que necesitamos en estos momentos, es una Palabra que no falla y que posee la capacidad de sacarnos de las situaciones de oscuridad que causan muerte al hombre. Necesitamos salir de tantas tinieblas y sombras de muerte y solo Cristo puede darnos la luz que necesita la humanidad, pero depende de nosotros acoger o rechazar a Cristo, la Palabra que se ha hecho carne. El hombre en el uso de su libertad tiene esa opción, hoy nosotros podemos preguntarnos, ¿Cuál ha sido mi respuesta a la presencia de Cristo en esta navidad? ¿He aceptado a Cristo y lo recibo con alegría dejándome transformar por su Palabra o, por el contrario, soy de aquellos que lo siguen rechazando y no acogen la buena noticia que él nos trae? Es el momento para recordar que la presencia de Cristo nos saca de las situaciones de muerte y nos eleva a la verdadera vida que reside en el seno del Padre. Aquí hacemos eco de las palabras de san Ambrosio a propósito de la navidad: “¡OH Maravilloso intercambio! Él, niño de pecho, para que tú puedas ser un hombre perfecto; Él, envuelto en pañales, para que tú quedes libre del lazo de la muerte; Él, en el pesebre, para que tú puedas estar cerca del altar; en la tierra para que tú puedas vivir sobre las estrellas. Él, un esclavo, para que nosotros seamos hijos de Dios. ¡Qué increíble valor debe tener nuestra vida para que Dios venga a vivirla de tal manera! Pero ¡qué increíble amor para quererlo hacer! Hoy, cerca de la cueva de Belén, no es día de decir: «Dios mío, te quiero» Es el día de asombrarse diciendo: Dios mío, ¡cómo me quieres Tú, a mí!»” Hoy al celebrar la navidad, acerquémonos al pesebre con una actitud de humildad para dejar que la vida que nos ha sido dada por la Palabra de Dios sea acogida en nuestro corazón y nos saque de las oscuridades y situaciones de muerte que vive la humanidad. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Padre de Bondad, en un designio de tu amor a la humanidad nos has enviado a tu Hijo Jesucristo, Palabra hecha carne, que ha puesto su morada en nosotros. Te agradecemos por hacerte presente en medio de nosotros y te pedimos que nos concedas capacidad de asombrarnos frente a este misterio sublime para acogerlo con alegría y apertura de corazón, queremos que él se quede con nosotros como el Dios hecho hombre que ha venido para sacarnos de las situaciones de muerte y de oscuridad y devolvernos la vida con una luz nueva que transforma nuestro momento presente y nos ayuda a seguir caminando firmes en la esperanza y solícitos en la caridad. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Con el corazón lleno de esperanza hemos caminado durante el adviento en la espera del día feliz de la navidad, hoy nos acercamos al altar para contemplar al Dios hecho carne que se ha hecho presente en medio de nosotros y en la eucaristía se nos da como alimento de vida nueva. Participemos con gozo de esta celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra La liturgia de la palabra de este día de navidad nos anuncia con gozo la llegada del Mesías Salvador al que el profeta Isaías nos presenta como el mensajero que trae la paz y la buena noticia de la Salvación, en la segunda lectura de la carta a los Hebreos se nos recuerda que en esta última etapa de la historia, Dios nos ha hablado por medio de su Hijo Jesucristo, el cual es presentado por el Evangelio de san Juan como la Palabra hecha carne, que ha venido para traer la luz y la vida definitiva para toda la humanidad. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al Padre de Bondad, que en su gran amor a la humanidad nos ha dado a su Hijo Jesucristo nacido de María Virgen para nuestra salvación, elevemos pues nuestra súplica confiada diciendo: R. Dios de Amor, escúchanos 1. Oremos por el Papa y por todos los ministros ordenados, para que con fidelidad y entrega anuncien a Cristo que es la Palabra hecha carne. Roguemos al Señor. 2. Oremos por los gobernantes, para que con su trabajo busquen la justicia y el bien común para todos los pueblos. Roguemos al Señor. 3. Oremos por los enfermos y los que en este tiempo se encuentran en dificultades, para que en Cristo encuentren la salud y el consuelo que nos trae su nacimiento. Roguemos al Señor. 4. Oremos por los más pobres y desfavorecidos, para que el nacimiento de Cristo les conceda fortaleza y a nosotros nos mueva a la caridad fraterna. Roguemos al Señor. 5. Oremos por las familias, para que la celebración de la navidad las mueva a la unidad y el respeto. Roguemos al Señor. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales Oración conclusiva Padre Bueno, por el misterio de tu Hijo nacido en el pesebre, acoge todas las súplicas que te presentamos con fe. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Dom 20 Dic 2020

Llega la Navidad

Por: Mons. Ovidio Giraldo Velásquez - Llega la Navidad, no una Navidad, porque cada época es única e irrepetible; cada Navidad es La Navidad, pues es actual y completa la experiencia del Nacimiento de Dios entre nosotros, y así unos la pueden vivir con la actitud de los pastores o de los habitantes de Belén, otros con la actitud de los reyes magos o la de Herodes, o con la actitud de la Santísima Virgen y San José. Cada Navidad es La Navidad porque ya está obrada la irrupción de Dios entre nosotros para ser el Emmanuel (Dios con nosotros) y fecundar toda la historia con su presencia siempre nueva, siempre joven, siempre vital, siempre viva y eficaz. La Iglesia, la comunidad de los discípulos de Jesús edificada sobre el cimiento de los apóstoles, tiene la misión y el poder de encarnar en todo tiempo este don maravilloso de La Navidad, para que en el mundo no haya frío, para que los hombres sean hermanos, para que en ningún lugar falte Dios. ¡Qué alegría poder tener en este año 2020 La Navidad! Corresponde a cada uno, a cada familia y a cada comunidad favorecer este acontecimiento para que sea de gran significancia y valor en todos y cada uno. Mi navidad es nuestra navidad, y por eso se requieren unas actitudes adecuadas para facilitar este bello hecho histórico, litúrgico y teológico. Sabemos del recogimiento y la oración que se nos pide en el tiempo de Adviento, pero también es importante ir al encuentro del otro, ante todo de los que Dios ha puesto en nuestro camino como especiales compañeros de camino, En este orden de ideas es muy importante buscar la familia, los vecinos, los amigos y los hermanos de comunidad en la fe, como por ejemplo los fieles de la parroquia. Este tiempo de pandemia nos ha recordado que pocas cosas son esenciales, y entre ellas están la familia, los amigos, los vecinos y la comunidad creyente. Con razón se dice que Navidad es época de familia, de familia humana y de familia en la fe. Este año, la pandemia nos obliga y favorece el encuentro y reencuentro en pequeños núcleos familiares y de hermanos en la fe. Por lo mismo, no debe faltar el pesebre en casa, la decoración navideña del hogar y un bien vivido rezo de la Novena. Será esta Navidad época fabulosa para ampliar los tiempos del rezo, del diálogo, de las anécdotas, las evocaciones y el gusto de sentirse pueblo de Dios y el gusto de ser hermanos como bien nos lo viene recordando el papa Francisco. Pienso que las buenas comidas, típicas, bien preparadas y bien servidas formarán parte de este escenario de amor y de intimidad orante que nos ofrece La Navidad. Los obsequios y los mensajes cargados de fe y esperanza también deben hacer su aparición. Entre otras cosas, y muy importante esto, Navidad será época para procesar los muchos duelos que en este año de pandemia han quedado pendientes. Y que esta Navidad sea preludio de un nuevo resurgir. Con la venida de Dios al mundo en nuestra carne, en condición humana, se abrió una nueva historia se generó una nueva creación, se promulgó un nuevo orden de cosas. Que esta Navidad, con las muchas lecciones de este inusitado año 2020, haya un nuevo resurgir, y para que sea tal que sea de la mano de Jesús, el Emmanuel. María y José nos ayuden y acompañen, los pastores y los reyes magos nos inspiren. Sigamos en todos la liturgia y las lecturas bíblicas que nos presenta la Iglesia, madre y maestra en la fe. ¡Llega la Navidad! Ánimo, llena tu casa de luces, tu mesa de manjares, tu pesebre de evocadoras figuras, tu rincón de delicados obsequios y tu corazón de ternura. Con todo ello rompamos la coraza de la indiferencia, de la desesperanza, del desamor, de la soledad, del egoísmo, de la soberbia, de la vanidad, del acaparamiento; pero en todo ello observemos las medidas de cuidado y los protocolos de bioseguridad para acoger y promover la vida como María y José en Nazaret y en la gruta de Belén. “Que esta Navidad sea para vivirla en austeridad de bullicio en el exterior y de riqueza en la vivencia interior. Que cada hogar sea un Nazaret y cada hogar sea un pesebre. ¡Ven, Señor Jesús! + Ovidio Giraldo Velásquez Obispo de Barrancabermeja

Sáb 19 Dic 2020

Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor"

NACIMIENTO DEL SEÑOR Diciembre 25 de 2020 (Misa de medianoche) Primera Lectura: Is 9,1-6 Salmo: 96(95),1-2a.2b-3.11-12.13 (R. cf. Lc 2,11) Segunda Lectura: Tt 2,11-14 Evangelio: Lc 2,1-14 I. Orientaciones para la Predicación Introducción “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; a los que habitan en tierra de sombras de muerte, les ha brillado una luz” (Is 9,1). El milagro de la luz que nos presenta el profeta Isaías está unido al Mesías porque, según la tradición judía, su luz resplandecerá en los días de crisis y de mayor fracaso. Todo esto vale con mayor razón para los cristianos, porque la cruz de Cristo ha brillado en los momentos de mayor crisis y oscuridad y se ha convertido en gloriosa. En Navidad, fiesta de la encarnación, fiesta de la luz, Dios se hace carne y pone su morada entre los hombres, disipando toda tiniebla y oscuridad. “Y cuando ellos se encontraban allí, le llegó la hora del parto, y dio a luz a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó a un pesebre, porque no había lugar para ellos en el aposento” (Lc 2, 6-7). El evangelista Lucas nos presenta la difícil realidad de no encontrar un sitio para ellos en la posada. El evangelista Juan, en su prólogo nos ha expresado la misma realidad: “vino a su casa y los suyos no lo recibieron” (Jn 1,11). Para el Salvador del mundo, para aquel en vista del cual todo fue creado (Col 1,16), no hay sitio. Esto debe hacernos pensar y remitirnos al cambio de valores que hay en la figura de Jesucristo, en su mensaje. Ya desde su nacimiento, él no pertenece a ese ambiente que según el mundo es importante y poderoso. Y, sin embargo, este hombre irrelevante y sin poder se revela como el realmente Poderoso, como aquel de quien todo depende. Así pues, el ser cristiano implica salir del ámbito de lo que todos piensan y quieren, de los grandes dominantes y poderosos de este mundo, para entrar en la luz de la verdad, que resplandece desde lo más alto del cielo y de la tierra en la persona de Jesucristo. “Jesucristo, que se entregó a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad, y para purificar para sí un pueblo escogido, celoso por hacer el bien” (Tt 2,14). En la carta a Tito se invita a centrar la atención en Jesús, nuestro Salvador, y en el cambio de vida y actitudes que exige la fe cristiana. El cristiano está llamado a comportarse rectamente porque Cristo lo ha librado de toda iniquidad; ha de practicar obras buenas, porque ha creído en Dios, porque se sabe redimido por Cristo y porque la gracia lo fortalece para hacer el bien. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Podemos centrar nuestra mirada en la escena maravillosa de cómo “María envolvió al niño en pañales y lo recostó en un pesebre” (Lc 2,7). Con cuanto amor esperaba María su hora y preparaba el nacimiento de su hijo, algo similar a la Iglesia que ha preparado con el tiempo litúrgico del adviento este momento maravilloso de la Encarnación del Hijo de Dios. La tradición de los iconos, basándose en la teología de los padres, ha interpretado teológicamente el pesebre y los pañales. El niño envuelto y bien ceñido en pañales aparece como una referencia anticipada a la hora de su muerte: es desde el principio inmolado y el pesebre se representaba como una especie de altar. De allí que navidad y Pascua tengan una estrecha relación. San Agustín ha interpretado el pesebre haciendo la siguiente reflexión: El pesebre es el lugar donde los animales encuentran su alimento. Sin embargo, ahora encontramos en el pesebre quien se ha indicado a sí mismo como el verdadero Pan bajado del cielo (Jn 6), como el verdadero alimento que el hombre necesita para ser un auténtico cristiano. Es el alimento que da al hombre la vida verdadera, la vida eterna. El pesebre se convierte de este modo en una referencia a la mesa de Dios, a la que estamos invitados como buenos comensales a participar. Las palabras de los ángeles: “Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres en los que Él se complace” (Lc 2,14), indican el significado del nacimiento de Jesús. Él no es un niño cualquiera, sino el Salvador, el Mesías, el Señor (Lc 2,11). La divinidad de Jesús niño no es manifiesta. Por eso, debía ser enseñada por medio de los ángeles, que son ministros de Dios; por eso apareció el ángel rodeado de claridad, para que quedase patente que el recién nacido era “el esplendor de la gloria del Padre” (Hb 1,3). Los pastores vivieron de cerca el acontecimiento salvador, no sólo exteriormente, sino también interiormente; más que los ciudadanos, que dormían tranquilamente. Y tampoco estaban interiormente lejos del Dios que se hace niño. Esto concuerda con el hecho de que formaban parte de los pobres, de las almas sencillas, a los que Jesús bendeciría, porque a ellos está reservado el misterio de Dios (Lc 10,21). Ellos representan a los pobres de Israel, a los pobres en general: ellos son los predilectos del amor de Dios. Las palabras de los ángeles indican también que la llegada del Salvador al mundo trae consigo los dones más excelentes: el reconocimiento de la gloria de Dios y la paz a los hombres (Lc 2,14). De ahí el sentido profundo de la adoración de los pastores: la salvación que Cristo traía estaba destinada a hombres de toda raza y situación, y por eso eligió manifestarse a personas de distinta condición. Los pastores eran israelitas; los magos, gentiles; aquellos vinieron de cerca; éstos, de lejos, pero unos y otros coincidieron en la cercanía de un niño. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Belén, «casa del pan», es la santa Iglesia, en la cual se distribuye el cuerpo de Cristo, a saber, el pan verdadero. El pesebre de Belén se ha convertido en el altar de la Iglesia. En él se alimentan los cristianos. De esta mesa se ha escrito: Preparas una mesa ante mí. En este pesebre está Jesús envuelto en pañales. La envoltura de los pañales es la cobertura de los sacramentos. En este pesebre y bajo las especies de pan y vino está el verdadero cuerpo y la sangre de Cristo. En este sacramento creemos que está el mismo Cristo; pero está envuelto en pañales, es decir, invisible bajo los signos sacramentales. No tenemos señal más grande y más evidente del nacimiento de Cristo como el hecho de que cada día sumimos en el altar santo su cuerpo y su sangre; como el comprobar que a diario se inmola por nosotros, el que por nosotros nació una vez de la Virgen. Apresurémonos, hermanos, al pesebre del Señor; pero antes y en la medida de lo posible, preparémonos con su gracia para este encuentro para que asociados a los ángeles, con corazón limpio, con una conciencia honrada y con una fe sentida, cantemos al Señor con toda nuestra vida y toda nuestra conducta: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra, paz a los hombres que Dios ama. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Para la mayor parte del mundo, la Navidad es una época especial que interpela a las personas de uno u otra forma. Un nacimiento es la realización de una esperanza, es la manifestación concreta del amor, es el inicio de un camino. El nacimiento de Jesús es el cumplimiento de una promesa de Dios al hombre como signo de su amor, de su Alianza. Celebrar la Navidad implica necesariamente pensar y orar en el otro, de manera especial en aquellos que sufren. El Papa Francisco en la encíclica “Fratelli Tutti”, sobre la fraternidad y la amistad social, nos describe la situación actual y nos invita a orar y a practicar la caridad: “Es verdad que una tragedia global como la pandemia de Covid-19 despertó durante un tiempo la consciencia de ser una comunidad mundial que navega en una misma barca, donde el mal de uno perjudica a todos. Recordamos que nadie se salva solo, que únicamente es posible salvarse juntos. Por eso dije que «la tempestad desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades. […] Con la tempestad, se cayó el maquillaje de esos estereotipos con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar; y dejó al descubierto, una vez más, esa bendita pertenencia común de la que no podemos ni queremos evadirnos; esa pertenencia de hermanos»”. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos hemos reunido como pueblo Dios para celebrar con alegría la llegada del Salvador, quien es Luz y Esperanza para el mundo; Cristo nos guía y nos libra de las tinieblas; por eso llenos de felicidad porque vendrá de nuevo a cada uno de los hogares de esta comunidad, nos disponemos a renovar nuestra existencia y adorar a quien nos vivifica con su amor. Con estas intenciones y las que hemos traído a la Mesa del Altar iniciemos con fe nuestra celebración. Monición a la Liturgia de la Palabra El Evangelio de hoy nos presenta el acontecimiento trascendental que sucedió en Belén. El nacimiento de Jesús es el signo de la vida, la esperanza, pero lo más importante es el resultado del verdadero amor que rebosa de Dios y llega a nuestros hogares de manera definitiva. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos, presentemos con amor, en esta gran noche, todas nuestras súplicas y nuestros propósitos; para que, la Palabra cumplida del Padre, se realice en su Hijo y de esta manera sirva para alcanzar la salvación y la unión de los hogares en nuestra comunidad. Llenos de confianza, decimos todos: R. Salvador del mudo, renueva nuestras vidas 1. Oremos por la Iglesia y por todos sus ministros; para que, Cristo recién nacido sea quien les proteja e ilumine con amor cada uno de sus trabajos y entrega decidida. Oremos. 2. Oremos por nuestros gobernantes; para que, al celebrar el misterio del amor hecho carne y cercano a nosotros, puedan, en Cristo recién nacido, administrar los bienes y los gozos prometidos por el Padre. Oremos. 3. Oremos por los enfermos, especialmente por aquellos que han padecido por el Covid-19; para que, Cristo transforme sus vidas de tinieblas en bondad, sus odios en perdón, y sus dificultades en alegrías. Oremos. 4. Por nosotros aquí reunido; para que, el amor de nuestra Madre, la Virgen María, se convierta en la defensa de la vida y el rescate de los valores familiares. Oremos. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales… Oración conclusiva Padre Bueno, mira a tu pueblo que vuelve los ojos a Belén, y atiende cuanto con fe te hemos suplicado. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Mié 16 Dic 2020

Diócesis de Cúcuta, más de dos décadas llevando fe y esperanza a través de la novena de Navidad

La diócesis de Cúcuta invita a toda la comunidad a acercarse a las parroquias y adquirir la novena de Navidad, para vivir este tiempo difícil en compañía de la familia, en torno al pesebre, acatando todas las recomendaciones de bioseguridad, para que, en el calor de hogar, crezca la fe en Dios y preparen el corazón para el nacimiento del Salvador. Esta Iglesia particular de Cúcuta, como guía espiritual de esta porción del pueblo de Dios, ha realizado por más de 25 años la novena de Navidad, asumiendo el reto de entrar en cada uno de los hogares para fortalecer la fe y llevar un mensaje de esperanza y paz, suscitado por la encarnación del Hijo de Dios. Esta iniciativa se ha materializado cada año, gracias al apoyo de empresas generosas de la región nortesantandereana, instituciones públicas y privadas, y personas de buena voluntad, se imprimen 110.000 novenas, las cuales son distribuidas a los fieles del área metropolitana de Cúcuta y municipios que pertenecen a este territorio eclesial. Este material es cuidadosamente elaborado por la diócesis de esta ciudad, tanto en su contenido, como en diseño y presentación, ya que hace parte importantísima de la tradición cristiana. En la novena de Navidad se plasman las oraciones tradicionales de esta celebración, pero además se incluyen cada año: lemas, signos, símbolos y consideraciones concretas para cada día, correspondientes a las realidades actuales, con el fin de promover valores cristianos, éticos y humanos, que fomenten la sana convivencia con el prójimo. En esta Iglesia diocesana se ha querido rescatar el sentido verdadero en la celebración del nacimiento del Niño Dios y animar a los creyentes a través de la oración y la reflexión a vivir el amor y la caridad de Jesús. Por medio de la novena de Navidad, se promueve la construcción de paz y reconciliación que esta zona de frontera necesita. Fuente: Centro de Comunicaciones de la diócesis de Cúcuta