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navidad

Mar 24 Dic 2019

El Espíritu de la Navidad

Por: Monseñor Víctor Manuel Ochoa Cadavid - La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros (Juan 1, 14). Estos días nos llevan a todos a vivir el espíritu de la NAVIDAD. Es un momento particular en el cual nos encontramos en familia y compartimos momentos de especial alegría y familiaridad. No olvidemos que la Navidad es encontrar a Jesucristo, que nació para nuestra salvación. Celebrar la Navidad es permitirle al corazón la inmensa alegría de recibir la visita de la Vida, la esperanza, la alegría, la luz y la verdad que el Señor nos regala con abundancia. Es muy humano añorar tiempos de fiesta y de regocijo. En nuestra realidad cultural, este tiempo es de fiesta y, a veces de excesos. Los dolores de cada día deben encontrar, sobre todo en este tiempo, el alivio de la alegría y el ambiente gozoso que produce el encuentro de las familias, la vivencia espontánea y reconfortante de las tradiciones que en estos días nos animan y fortalecen. Compartimos muchas cosas, alimentos, regalos, momentos de encuentro, a veces con demasiado ruido que no nos permite escuchar y vivir el sentido de este tiempo de gracia. Nuestras tradiciones navideñas evidencian la fuerza y la hondura de los procesos de evangelización que han grabado en el alma de la cultura la presencia del Señor en su nacimiento, el reencuentro de los hogares, la experiencia maravillosa de orar alegremente delante del Portal de Belén, “admirable signo” como lo llama el Papa Francisco en su última Carta Apostólica, porque nos presenta la bondad de Dios y la cercanía de su amor en la persona de su Hijo, Señor nuestro y Dios de todo consuelo, que llega al corazón de quienes lo aguardan con fe. Este tiempo tiene que ser espacio de profunda vida espiritual. Debemos retornar a la identidad cristiana de estas fiestas, a la alegría que cada mañana nos proporciona acudir a la Novena de Navidad llenando la alborada de cada día con el canto de la esperanza de un pueblo que sigue diciéndole al Señor: ven, no tardes tanto. Las celebraciones de la Novena, en las primeras horas del alba, conservan ese profundo sentido espiritual de la Navidad. Volvamos a Dios, volvamos a Belén, abramos la puerta del corazón al Señor. Oremos juntos en las casas, en el trabajo, en la vida pública que, por fortuna, aún conserva la dicha de recordar con tantos signos la encarnación y el nacimiento del Salvador. Recojamos la herencia de dulzura, de esperanza, de bondad gozosa que se vuelve caridad, fraternidad, alegría iluminada por el Señor que comparte nuestra historia, que la llena de vida y de paz, justamente cuando cruzamos diariamente la mirada y la vida con tantos sufrimientos, con tantas expresiones de soledad, de desarraigo, de desesperación. Recordemos en estos días a los que sufren, a los enfermos, a los tristes, a los que están en la cárcel. No perdamos de vista el ejercicio gozoso de la misericordia que nos permite compartir con los necesitados, ayudar a los que necesitan una voz de aliento en estos días en los que se añora la patria, la familia, la paz que el mundo aguarda y que tenemos que seguir construyendo con la fuerza de la justicia y de la fraternidad. Sintamos que es preciso saber que la Navidad con sus luces, colores, alegrías, debe ser el reflejo de una comunidad que crece en humanidad, que hace suyo el camino que Jesús también recorrió al poner su vida, su amor, su tienda entre nosotros. En Belén, encontramos la LUZ de los pueblos, a Cristo que viene a iluminar a los pueblos que caminan en oscuridad. El humilde y alegre hogar de Jesús, de María y de José, nos ayude a celebrar la esperanza y a vivir estas fiestas con sinceridad, con misericordia, con generosidad. No olvidemos que no sólo debemos pedir, hay que dar gracias por tantas bondades, por ser Iglesia viva que camina con todos y que a todos anuncia el amor y la esperanza. No dejemos que empiece el año nuevo 2020 sin pedirle al Señor que nos asista con su amor, que nos regale la fe de María, la bondad de San José, la paz que irradia el Niño que, por nosotros bajó del cielo y se hizo hermano de quienes le acogen con sencillez y alegría. Feliz Navidad para todos los queridos lectores de LA VERDAD, los mejores deseos y bendiciones de Dios para el año 2020. + Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo Diócesis de Cúcuta

Sáb 21 Dic 2019

Diciembre

Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - ¡Llegó diciembre con su alegría! Es el clamor de muchos cuando desde noviembre se comienzan a escuchar los villancicos. Pero, ¿qué debe significar realmente el mes de diciembre para nosotros los católicos? Con el tiempo de adviento se ofrece a todos la posibilidad de una preparación espiritual, de manera que los corazones y los espíritus se dispongan adecuadamente para recibir al Dios Niño, que de nuevo quiere nacer en todos, para ratificar el amor que nos tiene, para decirnos que renueva su presencia paternal y protectora entre nosotros, para recordarnos que sigue siendo nuestro compañero de camino. Así las cosas, diciembre, con la solemnidad de navidad, es un tiempo especial donde la alegría y la esperanza son los rasgos propios de estos días. Oración y júbilo, expresados en la caridad solidaria, más allá de los aguinaldos, son los que deben sobresalir. Pero también este debe ser el mes de la familia. En general se tiene la oportunidad de compartir juntos varios días, muchos alrededor del pesebre se reúnen para adorar el misterio de la encarnación y nacimiento del Hijo de Dios y para compartir con los demás el gozo de una misma fe; otros lo hacen en su casa de descanso o en viajes, pero en general en familia. Que no se olviden de orar juntos, de dar gracias a Dios porque les ha dado la posibilidad de terminar otro año con vida, y en él les propició la dicha de haber superado las distintas situaciones alegres y difíciles que se presentaron. Pero qué bueno que este mes fuera también el de la solidaridad. Cuántas personas no tienen quien les diga ¡feliz navidad,! o les desee un ¡feliz año nuevo! Cuántos tienen que pasar estos días solos, abandonados de los seres queridos o enfermos, o en una cárcel o trabajando. Cuántos no tienen nada que comer, y muchos dilapidando el dinero en cosas suntuosas o innecesarias. El misterio de la navidad nos tiene que llevar a todos a mirar a los que sufren a los pobres, a los hambrientos, a los que no tienen un techo donde dormir. Que los que tienen alguna posibilidad, enseñen a los hijos a dar el aguinaldo del amor y la caridad, no de lo que les sobra o no les gusta, sino de lo que tienen con amor. Un desprendimiento con sentido produce un inmenso gozo, según aquello del apóstol cuando afirma que “hay más alegría en dar que en recibir” (Hch. 20, 35). Ese sentimiento lo tenemos que recuperar. En fin, a todos los fieles de la Arquidiócesis de Cali, a todos los que hacen parte de esta Iglesia Arquidiocesana, Obispos, clérigos, religiosos, religiosas y laicos, mis mejores deseos de una santa Navidad. Y que en el nuevo año, el Señor a todos nos regale el don maravilloso de la paz. Bendiciones a todos. + Luis Fernando Rodríguez Velásquez Obispo Auxiliar de Cali

Jue 19 Dic 2019

"Niño Jesús nace en las calles de Bogotá"

Bajo este nombre la organización Callejeros de la Misericordia, liderada por el sacerdote franciscano Gabriel Gutiérrez, junto con la fundación el Banquete del Bronx, medios de comunicación, policía, voluntarios de distintas parroquias y la Secretaría de integración social de la Alcaldía, celebraron la tercera edición de la fiesta de navidad para 1.000 ciudadanos habitantes de calle, en el parque Tercer Milenio, pleno centro de Bogotá, el pasado sábado 15 de diciembre. El fenómeno de habitabilidad de calle va en franco aumento en el país, argumenta Gutiérrez, quien también es conocido cariñosamente bajo el mote de fray Ñero, en virtud de tres fenómenos: la migración, el desplazamiento y el desempleo. “Pensábamos que este problema iba a disminuir, pero el tema del gran número de migrantes venezolanos, el desplazamiento forzado por el rompimiento de los acuerdos de paz y especialmente las falta de oportunidades laborales que hay en Colombia han repercutido”, ha dicho. “Es un fenómeno que se está saliendo de las manos”, lamenta el religioso con relación a la actuación del Estado y la propia ciudadanía, por ello “Jesús nace en la calles es el proyecto de Navidad para acercarnos a estas personas y unirnos con el Estado y con otras organizaciones” con el fin de sensibilizar a “la ciudadanía muy especialmente a la Iglesia y a la comunidad, porque es importante que todos nos preocupemos por esta ciudadanía”. Momento para fraternizar “Hacerlos sentir importantes”. Una expresión que resume la misión de quienes fueron artífices de esta jornada, la cual por tercer año consecutivo de la mano de fray Ñero se convierte en un momento para fraternizar con los excluidos de la sociedad, con los descartados. Fue así como la mañana de ese sábado los cachivacheros, comunidades LGTB, trabajadoras sexuales y otras expresiones callejeras disfrutaron de un día diferente al son de música, obsequios, desayuno, momentos de oración, atención médica, servicio de baño, peluquería y una tamalada. Incluso el cuerpo de policía hizo una tregua y en un hecho casi inédito bailaron con los habitantes de calle salsa, cumbia y parrandas navideñas. De allí que Gutiérrez señala que “los ciudadanos habitantes de calle son sujetos importantes de derechos y nosotros proporcionamos como Iglesia, como Franciscanos, este espacio tan precioso”. “Esto se convierte como en el altar de la vida, donde ellos pueden ingresar, porque son los invitados especiales recordando aquella parábola en la que muchos fueron invitados y no vinieron a la fiesta y, por eso, fuimos a las calles a convidarlos a sus propios parches [refugios] para decirles que Jesús nace en las calles”, acotó. En busca de una mano amiga El trabajo de la Iglesia en este sentido ha sido una constante, el franciscano durante el año ha realizado jornadas de acompañamiento en importantes fechas litúrgicas del año como por ejemplo el viacrucis callejero. De hecho tiene en manos uno de sus más anhelados sueños: un centro de atención y escucha para personas en situación de calle, con el que busca atender a 2.000 personas mensualmente. Al respecto señala que “ya tenemos su primer ahorro para adquirir un lugar, donde funcione este centro”, no obstante aclara que “todavía estamos cortos y no hemos encontrado digamos a alguien que generosamente nos ofrezca el apoyo, pero ya hemos comenzado un trabajo con los voluntarios para ir adelantando acciones sin que el factor financiero sea un obstáculo”. El franciscano considera que este centro de atención y escucha es importante para la Iglesia, porque precisamente ese es el llamado que en más de una ocasión ha hecho el propio Papa Francisco “llegar a las periferias existenciales y estar al lado de quienes más sufren”. Una propuesta a los obispos El relacionamiento con otras instancias eclesiales es fundamental. De hecho ha sostenido algunos diálogos con el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), el Secretariado Nacional de Pastoral Social Cáritas, la arquidiócesis de Bogotá y el Banco de Alimentos a fin de presentarle iniciativas en favor de ciudadanos habitantes de calle para trabajarlas en conjunto. “Envío un fraternal saludo al cardenal Rubén Salazar, arzobispo de Bogotá, y a los obispos de toda Colombia, porque este es un problema de todo el país para que la Conferencia Episcopal comience a pensar en un proyecto nacional de pastoral para fenómenos callejeros”, ha sugerido. 35 años después Testimonios como los de James Fernando Pinilla son fruto de la labor que fray Gabriel realiza durante el año. Desde los 13 años, cuando salió de su natal Popayán, por malas decisiones personales, se convirtió en un habitante de calle. Cuenta que gracias a las gestiones hechas por fray Ñero pudo ingresar a un hogar que se llama Carreteros en la ciudad de Bogotá. Allí recibe atención, refugio y comida. A sus 48 años, 35 años después, se encuentra en un proceso de rehabilitación y reinserción. Hoy ya ha salido de la situación de calle y se gana la vida como carretillero en el centro de la ciudad y en sus tiempos libres se dedica al voluntariado de la fundación Callejeros de la Misericordia para ayudar a otros compañeros que están aún en situación de calle. Con una devoción inmensa por el Divino Niño, da gracias a Dios por su nueva vida. Besa el escapulario que lleva en su pecho precisamente con la imagen del Jesús Niño. “Salí del infierno” Jonathan Póveda es ahora un ex habitante de calle. Estuvo 20 años bajo el yugo de la adicción. “Me dejé llevar por mis amigos y caí en ese mundo de las drogas”, lamenta. Sin embargo desde hace año y medio dejó de consumir y por ende la calle. De ser aquel hombre harapiento, desaliñado y barbudo –recuerda– hoy porta con orgullo el delantal y escarapela que lo acredita como voluntario de Callejeros de la Misericordia. En su estampa no hay indicio alguno de aquel habitante de calle, es un nuevo hombre con ganas de comerse al mundo y superarse. “No puedo decir que el infierno es un lugar lleno de fuego y candela, para mí haber sido habitante de calle fue mi infierno, por ello decidí tomar este camino del bien ayudando a otros a salir de esta situación”, expresó. Una joven comprometida Con tan solo 15 años y cursando el grado 11 en el colegio Sorrento, Tatiana Granados es una joven voluntaria que desde la madrugada estuvo presta para ayudar en esta jornada. Ella pertenece a la parroquia San Francisco y gracias al apoyo de su familia colabora en estas actividades que animan los franciscanos a través de Callejeros de la Misericordia. A diferencia de muchos jóvenes, ella la tiene clara: “Ha sido muy reconfortante hacer esta labor y ayudar a la gente que en verdad lo necesita”. Por esta razón ha invitado a muchos de sus compañeros congéneres a perder el miedo, a salir de las pantallas led y táctiles, para vivir esta experiencia que es muy significativa, para encontrarse con los más descartados. Una historia muy dura La historia de Marco Ochoa es supremamente triste. Luego de una vida ‘normal’ a sus 43 años quedó discapacitado, una fuerte caída mal curada cuando niño le causó a la postre una luxación de caderas, por lo cual también quedó sin empleo. Con quien más contaba en la vida, su esposa, luego de la primera operación le dijo: “Mañana nos vemos”. Desde entonces insólitamente no supo más de ella ni de sus pequeños 3 hijos. Lo abandonó. No tuvo más opción, desde entonces se convirtió en habitante de calle hasta la fecha. Ya han pasado 17 años desde entonces. “Mi problema no es por consumo de drogas, el problema mío es por falta de oportunidades”, explica. Han sido muchas sus cuitas. Este hombre pernocta en las inmediaciones del parque General Santander, frente al emblemático Museo del Oro. Muy pocas veces logra reunir el diario al menos para dormir dignamente. “Anoche amanecí en la calle y hoy por el paso que voy me va a pasar lo mismo. No soy ladrón y me gusta recatar (trabajar)”, pero “por mi condición nadie me da un empleo”. Nunca le han faltado manos amigas –comenta– en las mañanas gracias a fray puede desayunar con café y pan, durante las tardes en un restaurante le dan las sobras, con eso logra paliar al menos un poco la incertidumbre del qué comer. Sin embargo sueña con un trabajo: “Si al menos alguien me pudiera dar la oportunidad, no lo defraudaría”, pues se siente en condiciones de poder hacerlo bien, porque pese a todo agradece a sus padres por las grandes enseñanzas como “el ser honesto”. Fuente informativa y fotos: Portal Vida Nueva

Mié 18 Dic 2019

“Que la Navidad no se convierta en época de consumismo, sino de unión familiar”

Al recalcar que la Navidad se ha convertido en los últimos años, en un espacio mercantilista, monseñor Orlando Antonio Corrales García, arzobispo de Santa Fe de Antioquia, dijo que es importante recobrar el verdadero sentido de esta fiesta católica. “Invitó a todos a que vivamos la Navidad con un sentido verdaderamente cristiano y, para ello, es necesario acercarnos a Dios, acercarnos más a la oración, a la Eucaristía, desde luego también celebrar en familia, pero de una manera muy sana, sin tanto ruido y alboroto, que haya un real sentido de unión familiar”, subrayó el prelado. Recordó que el centro de la Navidad es Cristo, “el Dios hecho hombre, el Dios que se hace uno de nosotros, el Dios que habla nuestro mismo lenguaje, que comprende nuestras inquietudes, nuestras penas, nuestras alegrías y por ello le llamamos el Dios con nosotros”. Monseñor Corrales García, precisó que esta es una época que anima a la reconciliación, a la fraternidad y al amor con el hermano. “Esto es Navidad: Dios con nosotros, Dios amor que nos invita a estar con Él y a estar con todos los demás”. Finalmente, dijo que la alegría de esta Navidad que se intensifica por estos días debe prolongarse a lo largo del año 2020.

Mié 18 Dic 2019

Dispongamos el corazón para el nacimiento del Salvador: Mons. Rueda

Al recordarnos que Adviento significa espera, el arzobispo de Bucaramanga, monseñor Ismael Rueda Sierra, dijo que este es un tiempo especial para vivir a profundidad la virtud teologal de la esperanza. “Espera anhelante, gozosa de una gran venida, la venida del Señor nuestro Salvador Jesús. Por esta razón, cuando esperamos una gran visita preparamos la casa, en este caso el corazón para recibirlo con gratitud, alegría y para que Él pueda habitar verdaderamente entre nosotros”, afirmó. El prelado invitó para que a pesar de los tiempos difíciles y de las adversidades se mantenga siempre el sentido de la esperanza y la confianza en el Señor, sabiendo que Él estará presente en todo momento. “Tomemos esta actitud especial de esperanza para el tiempo de Adviento, de esa manera, abrimos puertas seguras para una paz y una convivencia estable entre todos nosotros, especialmente entre los colombianos”, puntualizó.

Mar 17 Dic 2019

La vocación de la Navidad

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro - En las últimas décadas hemos visto cómo progresivamente un tiempo de raíces eminentemente cristianas ha sido tomado por la “aplanadora” consumista. Pareciera que los códigos de la Navidad los dicta la sociedad de consumo que moviliza a todos a comprar, a veces desesperada e incluso irresponsablemente. Es tal vez el tiempo en el que las personas terminan más endeudadas. Da la impresión de que los nuevos templos son los centros de comercio que inundan sus vitrinas —con muchísima anticipación— con las decoraciones propias de la Navidad. Pero no podemos olvidar cuál es el verdadero sentido de este tiempo y el llamado que se nos hace. Lo que celebramos el 25 de diciembre, cuando verdaderamente empieza la Navidad, es lo que el ángel dice a los pastores: «No teman. Les traigo una buena noticia, que causaría gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Mesías, el Señor» (Lucas 2,10.11). El sentido de la Navidad es celebrar que en el Hijo de Dios hecho Hombre, se han abierto a la humanidad las puertas de la salvación. En Jesús, Dios ha respondido a las angustias de la humanidad sumida en las tinieblas de sus maldades. Y de este acontecimiento central, surge el llamado que se nos hace durante este tiempo, y ciertamente no es a caer víctimas del desenfreno por las compras y por todo tipo de excesos en comidas, bebidas y comportamientos. La vocación de la Navidad es honrar a Jesús “Príncipe de la paz”, exaltando en estos días con prácticas de justicia, caridad en favor de los más necesitados, llevando alegría a quienes se encuentran tristes y solitarios. Afortunadamente, son muchas las personas que durante este tiempo se movilizan para hacerse presentes en medio de comunidades alejadas y que viven en condiciones difíciles, para llevarles, en nombre del Niño Jesús, un gesto de cercanía, un detalle de ternura para con los niños y niñas, una acción de caridad en un hogar de adultos mayores. Los textos bíblicos de estos días nos llaman a vivir sobriamente, a estar alegres, pero también a compartir, a salir de nuestras zonas cómodas para salir hacia esas “periferias existenciales” que son los pobres de nuestro tiempo (y formas de pobreza hay muchas). Recuperemos el sentido más auténtico de la Navidad, pongamos en el corazón de ella a Su protagonista: Jesús y seamos para muchos como ese ángel que se apareció a los pastores, llevándoles con nuestras palabras y obras de caridad, la buena noticia de que Dios tiene para ellos una Palabra de Salvación que se hace concreta a través de nosotros, sus discípulos misioneros. + Juan Carlos Cárdenas Toro Obispo Auxiliar de Cali

Mar 17 Dic 2019

El pesebre es la realidad de nuestra vida: Mons. Fabio Duque

El obispo de Garzón, monseñor Fabio Duque Jaramillo, explicó que el pesebre es la realidad de nuestra propia historia, “porque es donde Dios se hizo hombre y se quiere seguir haciendo hombre hoy”. “Nosotros nos podemos quedar construyendo el pesebre hecho de figuras grandes o pequeñas, bonitas o menos bonitas, atractivas o menos atractivas, inculturadas o no inculturadas, pero se nos olvida lo fundamental: que el pesebre es la realidad de nuestra vida”, expuso. El prelado recordó que el pesebre lo lleva cada uno en lo más íntimo de su ser, “ese es el verdadero pesebre: lo que Dios quiere hacer de nosotros, ese es el establo que José y María encontraron al llegar a Belén – continuó - el pesebre es la realidad de nuestra propia historia”. “Ahí es donde nosotros tenemos que saber de manera absoluta si queremos triunfar en la vida. Necesitamos que Dios sane profundamente las heridas que hemos acumulado en nuestro propio pesebre, solo así podremos tener perspectivas de cosas nuevas”, expresó el obispo. Finalmente, invitó a que la Navidad sea vivida como un momento novedoso y de transformación, “así como Dios quiere hacer con todos los hombres y con cada hombre”.

Lun 16 Dic 2019

Sí optimismo, no conformismo

Por: Mons. Libardo Ramírez Gómez -Ya llega el momento de máxima alegría humana ante el gesto grandioso del infinito amor divino al hacerse de nuestra familia el Hijo eterno de Dios, y nacer despojado de honores y ostentaciones y vanidades en el establo de Belén. Ya escribía el iniciar este diciembre que debíamos vivir todo este mes en ambiente de alegría para estar celebrando este hecho, y no superficialmente sino acogiendo, en forma consciente, la vida divina en nosotros, pues esa es la magnífica realidad que nos ofrece el Niño de Belén. Esta es la grande realidad que nos trae optimismo, y no solo conformismo, en medio de penas y dificultades que estamos seguros de superar con la fortaleza que nos ofrece ese Pequeñín del pesebre, quien, como lo anunció el Arcángel, es “Hijo de Dios” (Lc. 1,35). Alegría y optimismo es cuanto experimentamos ante ese hecho grandioso, asumido con plena fe y que alienta nuestro vivir a la luz de ella. Desde su nacimiento, luego en sus años de niñez y juventud, en años de predicación de su Buena Nueva, de su pasión, muerte y Resurrección, hasta su Ascensión al cielo, y en su ejercicio como Rey del Universo, es el camino de este Jesús que pasa a nuestro lado, y, mejor aún, se quedó en nuestro corazón. Bien lo expresa ese canto religioso que dice: “Jesús está pasando por aquí, y cuando pasa todo se transforma, se va la tristeza llega la alegría, para ti y para mí”. En medio de esta bien fundada e infinita alegría, podemos expresar con este nuevo cántico: “No puede estar triste un corazón que tiene a Cristo; ni un corazón que tiene a Dios”, y, también, esta confortante voz, en la prosperidad y aún en las penas y dificultades. “¡Sonríe, Dios te ama!”. En medio de incertezas que pueden llevar al pesimismo, qué bien recordar cuanto dice el Manual de una apreciada organización apostólica, con gran espíritu de fe y confianza en Dios: “¡Nunca hay razón para desesperar”! Esta vivencia de fe, que hace vibrar la celebración de la Navidad en esa dimensión, nos lleva a un estado de ánimo no conformista, ya que nos da permanente y alegra espíritu de superación y de compromiso con nuestra misión en la tierra, sin ningún pesimismo, sino con el optimismo que nos da la fe y la exultante alegría que da el vivir según ella nos pide. Dificultades, muchas cosas sin plena respuesta, tenemos en todas las naciones, heredadas de épocas anteriores, fallas graves en gobernantes y gobernados ha habido y habrá en todas las épocas y países de la tierra. Todo lo cual es preciso afrontar pero con el alegre optimismo del cristiano, que busca y se compromete a colaborar para salir adelante, y no quedarse en solo protestas sino aceptar dialogo constructivo. Siempre de actualidad lo expresado por Jhon F. Kennedy: “No preguntes tanto qué puede hacer el País por ti, sino qué puedes hacer tú por él”. Con fe en Dios, como regalo del Niño Dios, podemos esperar con redoblado optimismo que dará luces, fuerza y voluntad a los Gobernantes para oír y decidir lo mejor para el País, y a los gobernados para no enceguecerse en solo protestas sino en optar, confiadamente, por lo mejor. No conformismo, Sí bien fundado optimismo, y saldremos adelante, comenzando así un feliz 2020. Obispo Emérito de Garzón Email: monlibardoramirez@hotmail.com