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predicación orante

Jue 18 Abr 2019

¿Por qué buscan entre los muertos al que vive?

Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 10,34a.37-43 Salmo: 118(117),1-2.15c+16a+17.22-23 (R. 24) Segunda lectura: Colosenses 3,1-4 Evangelio: Juan 20,1-9 Introducción Ideas temáticas de este día de la Resurreción del Señor: • Cristo resucitado, éste es el mensaje central de la liturgia de Pascua. Ante todo, Jesucristo resucitado, como objeto de fe, ante la evidencia del sepulcro vacío: “vio y creyó” (Evangelio). • Cristo resucitado, objeto de proclamación y de testimonio ante el pueblo: “A Él, a quien mataron colgándolo de un madero, Dios lo resucitó al tercer día” (primera lectura). • Cristo resucitado, objeto de transformación, levadura nueva y ácimos de sinceridad y de verdad: “Sed masa nueva, como panes pascuales que sois, pues Cristo, que es nuestro cordero pascual, ha sido ya inmolado” (segunda lectura 1 Cor). 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El libro de los Hechos de los Apóstoles es una óptima lectura para el tiempo pascual. Aquellos primeros cristianos fueron la “comunidad de Jesús Resucitado”, el Señor que sigue actuando, invisiblemente, por medio de su Espíritu, y visiblemente por medio de su comunidad. No les faltaron dificultades, persecuciones y martirio. Pero en verdad, primero los apóstoles y luego otros discípulos, como los diáconos o Pablo y Bernabé, dieron testimonio valiente de Cristo Jesús y fueron construyendo comunidades llenas de fe y alegría. Es un libro que la comunidad cristiana puede tomar como espejo en estas semanas, para estimularnos a seguir su ejemplo de firmeza en la fe y en el testimonio. El pasaje de San Pablo en su carta a los de Colosas es el más apropiado para este domingo. Es breve pero denso y estimulante: “ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de allá arriba”. Celebrar la Pascua del Señor es asumir coherentemente lo que representa de novedad de vida en el Espíritu: “aspiren a los bienes de arriba”, porque caminamos hacia la misma meta que Cristo: “entonces también ustedes apareceran, juntamente con él, en gloria”. También se puede elegir como segunda lectura este otro pasaje de Pablo a los cristianos de Corinto, que hace referencia a Cristo como “nuestra pascua”. La levadura o el fermento del pan lo compara San Pablo con la malicia o la corrupción, y quiere que las comunidades cristianas estén libres de ese mala levadura. Un pan sin levadura es pan “ácimo”. Así debería ser la comunidad, un pan sin malicia. En el Evangelio de Juan, nos encontramos con la experiencia de María Magdalena, testigo del sepulcro vacío, que corrió a anunciarlo a los apóstoles, convirtiéndose así en “apóstol de los apóstoles”, la primera evangelizadora de la Buena Noticia. También Pedro y Juan ven el sepulcro vacío. Ninguno de ellos se acaba de creer que Jesús haya resucitado: “no habían entendido la Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos”. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Naturalmente, el mensaje de este día de Pascua es la resurrección de Cristo: la noticia mejor de todo el año para los cristianos. La que cambió la vida de los primeros discípulos. La que anunció Pedro, en su catequesis en casa de Cornelio: que a ese Jesús “a quien mataron colgándolo de un madero, Dios lo resucitó al tercer día y lo nombró Juez de vivos y muertos”. Vale la pena que resuene, también en las misas de este domingo, el anuncio gozoso de los ángeles a las mujeres (según el evangelio de la noche): “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí: ha resucitado”. Es bueno detenernos en esta convicción -”Cristo es el que vive”-, porque nos hace falta para seguir con más ánimos nuestro camino cristiano. Lo mismo que, si leemos el evangelio de Emaús, la tarde del domingo, nos tenemos que dejar convencer también nosotros y llegar a “reconocer” al Resucitado en su Palabra, en su Eucaristía, en su comunidad. El canto de entrada debería reflejar bien las antífonas que ofrece el Misal,: “He resucitado y aún estoy contigo”, o bien “Era verdad, ha resucitado el Señor, aleluya”. No puede ocultar su alegría la oración colecta: “en este día has abierto las puertas de la vida por medio de tu Hijo, vencedor de la muerte”, y pide que esta Pascua histórica que estamos celebrando nos oriente hacia la eterna: “que renovados por el Espíritu, vivamos en la esperanza de nuestra resurrección futura”. La alegría de la Pascua es evidente también en la oración sobre las ofrendas: “rebosantes de gozo pascual, celebramos estos sacramentos”. El prefacio describe magistralmente el contenido de la fiesta de hoy: “Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado: muriendo, destruyó nuestra muerte, resucitando, restauró la vida”. ¿Se puede expresar en menos palabras el misterio de la redención que Cristo ha obrado en su Pascua?. Dios ha dicho “sí” a su Hijo y a la humanidad. El grano de trigo, sepultado en la tierra, ha muerto, pero ha renacido y dará fruto abundante. Es también nuestra liberación y nuestra resurrección. Podemos manifestar con aleluyas solemnes y flores nuestra alegría de cristianos seguidores del Resucitado. Haciendo caso del salmo de hoy, que nos invita a que este día, “en que actuó el Señor”, también “sea nuestra alegría y nuestro gozo”. 3. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad? El mensaje para todo el Pueblo de Dios queda muy expresando en el n. 6 de la Evangelii Gaudium: “Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua. Pero reconozco que la alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y circunstancias de la vida, a veces muy duras. Se adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo. Comprendo a las personas que tienden a la tristeza por las graves dificultades que tienen que sufrir, pero poco a poco hay que permitir que la alegría de la fe comience a despertarse, como una secreta pero firme confianza, aun en medio de las peores angustias: «Me encuentro lejos de la paz, he olvidado la dicha […] Pero algo traigo a la memoria, algo que me hace esperar. Que el amor del Señor no se ha acabado, no se ha agotado su ternura. Mañana tras mañana se renuevan. ¡Grande es su fidelidad! […] Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor» (Lm 3,17.21-23.26). Naturalmente, el mensaje de este día de Pascua es la resurrección de Cristo: la noticia mejor de todo el año para los cristianos. La que cambió la vida de los primeros discípulos. La que anunció Pedro, en su catequesis en casa de Cornelio: que a ese Jesús “a quien mataron colgándolo de un madero, Dios lo resucitó al tercer día y lo nombró Juez de vivos y muertos”. Vale la pena que resuene, también en las misas de este domingo, el anuncio gozoso de los ángeles a las mujeres (según el evangelio de la noche): “¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? No está aquí: ha resucitado”. Es bueno detenernos en esta convicción -”Cristo es el que vive”-, porque nos hace falta para seguir con más ánimos nuestro camino cristiano. Lo mismo que, si leemos el evangelio de Emaús, la tarde del domingo, nos tenemos que dejar convencer también nosotros y llegar a “reconocer” al Resucitado en su Palabra, en su Eucaristía, en su comunidad. 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Leyendo, desde hoy, el libro de los Hechos de los Apóstoles durante el Tiempo Pascual, se nos propone el ejemplo de aquella comunidad que dio testimonio de su fe en Cristo Jesús y se dejó guiar por su Espíritu en su expansión al mundo conocido. Las primeras “evangelizadoras” fueron las mujeres. En el evangelio de la noche, ellas acudieron al sepulcro llevando los aromas y oyeron de labios de los ángeles la noticia: “no está aquí, ha resucitado». En el evangelio de Juan es Magdalena la que va al sepulcro, lo ve vacío, y corre a anunciarlo a los apóstoles. Para los discípulos de Emaús fue aquel “viajero peregrino”, Cristo mismo, a quien de momento no supieron reconocer, quien les explicó las Escrituras y les aseguró la verdad de la resurrección. Luego van a ser los apóstoles, los ministros de la comunidad, los que más oficialmente aparecen en el libro de los Hechos como anunciadores de Cristo. Pedro, en casa de Cornelio, es consciente de que les ha encomendado este anuncio: “nos lo hizo ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había designado, a nosotros, que hemos comido y bebido con él después de la resurrección”. El insiste: “nosotros somos testigos... nos encargó́ predicar al pueblo, dando solemne testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos». En verdad los apóstoles dieron con valentía este testimonio. Ahora somos nosotros los que en el siglo XXI corremos a anunciar a Cristo a este mundo, a nuestra familia, a nuestros amigos, a la sociedad. Los cristianos no sólo debemos ser buenas personas, sino además “testigos” de la resurrección de Cristo, con nuestra conducta y con nuestra palabra. En casa de Cornelio, un pagano, o en medio de una sociedad también paganizada, tenemos que dar testimonio de que Jesús es el Salvador: en nuestra familia, en el mundo de la educación, en el cuidado de los ancianos y enfermos, en la actividad profesional, en los medios de comunicación. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Las oraciones, el prefacio y la plegaria debe ser un conjunto armonioso, procurar expresarlas bien y darles todo su realce en este día tan especial. 2. Esmerarse por preparar muy bien la liturgia de este día: procesión, cantos, lecturas y la decoración del templo. 3. Escoger un buen lector para hacer la secuencia. 4. Para la cartelera se pueden usar palabras y frases como: “Quédate con nosotros” “Busquen los bienes de arriba”, “Resucitó”. 5. En la mayoría de las comunidades se realiza la procesión con el resucitado; convendría motivar este momento con algunos textos del Catecismo de la Iglesia Católica relativos a la resurrección del Señor. 6. El centro de la vida celebrativa debe llevar a la asamblea a visualizar el Cirio Pascual y no la imagen del Resucitado. 7. En la celebración de la misa de hoy se pueden usar algunos elementos pastorales de incalculable valor, contenidos en la Vigilia Pascual, especialmente en las asambleas que no han participado en la Noche Santa. (cf. Misal Romano tercera y cuarta edición, p. 197. Domingo de Pascua, segunda forma). En efecto, dice que se pude realizar procesión de entrada con el Cirio Pascual, usando las expresiones propias de “Luz de Cristo”; renovación de los compromisos bautismales con cirios encendidos; terminado el credo se puede hacer la aspersión con el agua que se bendijo en la Vigilia Pascual. 8. Podría resaltarse el himno del “Gloria” con el canto. 9. El Aleluya debe cantarse de manera solemne. 10. Prefacio es el de Pascua I, “El Misterio Pascual” “…En esta santísima noche”, Misal, pág. 375. Es recomendable seguir el Canon Romano o Plegaria Eucarística I, por las partes propias que contiene. 11. La Bendición final de la Misa es solemne, como en la Vigilia Pascual, agregando en la despedida el doble Aleluya, que se mantiene durante toda la Octava de Pascua. 12. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la vigilia de domingos, solemnidades y fiestas del Señor, de la Santísima Virgen María y de Santos, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas y antes del himno: Señor, Dios eterno… se añadirán los cánticos y el evangelio; igualmente, puede hacerse una homilía sobre el evangelio: Finalmente se canta el himno: Señor, Dios eterno. Sea dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario. Para el tiempo de Pascua, ver Liturgia de las Horas II, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 2069 ss. 13. Con las Vísperas de este día termina el Sagrado Triduo Pascual. 14. Los ocho primeros días del Tiempo Pascual, incluyendo el Domingo segundo de Pascua, constituyen la Octava de Pascua; estos días tienen la celebración como las solemnidades del Señor (Cf. Normas Universales sobre el Año Litúrgico y sobre el Calendario, n. 24). 15. Sería de gran provecho para la comunidad que en estos días de la octava de pascua se celebre el “Vía Lucís” – Camino de la Luz - , para poner de relieve la presencia del resucitado en medio de la comunidad.

Jue 11 Abr 2019

La muerte de Jesús se convierte en un verdadero sacrificio que trae la redención al género humano

En la Pasión del Señor: Lucas 19,28-40 Primera Lectura: Isaías 50,4-7 Salmo: 22(21),8-9.17-18a.19-20.23-24 (R. 2a) Segunda Lectura: Filipenses: 2,6-11 Evangelio: Lucas 22,14 - 23,56 Introducción De Palabra de Dios para este Domingo de Ramos podemos presentar tres ideas de reflexión: • Isaías nos presenta la imagen del siervo doliente que sufre el destierro, las burlas y humillaciones y a pesar de esto, supo responder siendo fiel a Yahveh. • San Pablo nos habla de la kenosis del Hijo de Dios que sabe abajarse despojándose hasta llegar al extremo de la muerte en la cruz. • El evangelista Lucas nos presenta la entrega de Jesús, verdadero sacrificio para la salvación de la humanidad. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? San Lucas nos presenta la pasión de Cristo como el sacrificio de la Nueva Alianza. Anterior a este acontecimiento, el evangelista nos presentó la entrada de Jesús en la ciudad de Jerusalén donde es recibido por la multitud de los discípulos. Esos mismos discípulos son que ven la muerte de Jesús como sacrificio de expiación y de una alianza nueva y definitiva, no porque rechacen la antigua alianza (cf. Jr. 31,31.33.34) sino porque se renueva de modo definitivo; ahora los discípulos no son simples espectadores, sino que participan de esa nueva alianza, pues es un memorial único de la salvación que Dios obra en medio de su pueblo. San Lucas nos presenta el ritual de la cena durante el cual se servían varias copas, según el evangelista, después de cenar se sirvió la copa de la alianza que Jesús presenta como la de su sangre derramada por muchos. La Pascua de Jesús es sacrificio que salva y memorial de un acontecimiento liberador, conmemora el paso desde Egipto hasta la liberación definitiva de Israel. Esta cena de Jesús y el acto de su entrega en la cruz son la memoria de la verdadera redención en un banquete mesiánico y escatológico que anticipa su pasión y muerte. San Lucas nos presenta las palabras de Jesús en la última cena como parte de la instrucción que el maestro da a sus discípulos donde les deja varias enseñanzas: 1) la infidelidad de Judas es un llamado para la fidelidad del discípulo; 2) la ocupación de un cargo debe ser para el servicio a los demás; 3) el verdadero discípulo es el que persevera en medio de las pruebas; 4) la tentación y la infidelidad de Pedro es ocasión para que los discípulos aprendan la necesidad de buscar fortaleza en medio de la debilidad; 5) el discípulo debe vivir su misión en el despojo de lo terreno; 6) la venganza no debe ser el distintivo del discípulo. A continuación, se presenta la oración en el Getsemaní, que debe servir de ayuda para que el discípulo aprenda a hacer la voluntad del Padre. La traición de Judas hace ver la necesidad del perdón y el amor a los enemigos. La negación de Pedro muestra la debilidad a que está sometido el discípulo. El proceso de condena contra Jesús muestra su mesianismo y deja claro que su reinado no es meramente temporal. El evangelista nos presenta el momento dramático de la cruz y es aquí donde Jesús es modelo para todo aquel que quiera seguirlo haciendo lo mismo que Él hizo. La muerte de Jesús se convierte en un verdadero sacrificio que trae la redención al género humano, por eso Jesús desde la cruz anuncia el hoy definitivo de la salvación. San Lucas nos invita a ver y contemplar al crucificado que triunfa como vencedor de la muerte. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? El evangelista Lucas nos invita a involucrarnos en la pasión de Cristo no como meros espectadores sino como testigos que viven el momento definitivo de la Redención. Participar de la Pascua de Jesús implica sentarnos con él a la mesa para renovar el sacramento de la nueva alianza para comer su cuerpo y beber su sangre. Este es el auténtico sacrificio que redime la humanidad. El maestro nos enseña que la verdadera fidelidad se da cuando desde la oración cumplimos la voluntad del Padre mediante la entrega y la aceptación de lo que Dios nos pide, al igual que lo hizo Cristo en Getsemaní. Seguir a Jesús como la multitud de discípulos nos exige cargar con la cruz camino hacia el calvario. Al contemplar el drama de la pasión debemos ver las paradojas que allí se presentan: El aclamado por la multitud que lo sigue, es condenado por la turba que grita que sea crucificado; él que ha venido a enseñarnos la justicia, es ajusticiado por las autoridades; el hombre que ha enseñado la verdadera libertad, es llevado como reo; el que ha hablado abiertamente en público, es silenciado con la muerte; pero paradójicamente con su victoria nos enseña que la muerte es la causa del auténtico triunfo. En Jesucristo se cumple a plenitud lo que el profeta Isaías anunció del Siervo de Yahvé́. Es el hombre que sufre, pero sin culpabilidad de su parte; muere, pero no por un castigo propio sino que lo asume como suyo. Con su muerte se hace solidario con toda la humanidad. Su muerte no es una situación definitiva ni de derrota y, de hecho, su morir es un vivir para siempre. Por eso no se puede desligar la muerte de la resurrección, de ahí que San Lucas nos invita a ver y contemplar este espectáculo para mirar en Jesús al Hijo de Dios que muere y resurge para dar la vida al pueblo; de ahí que su sacrificio es para dar la vida nueva. La Pasión de Cristo no puede verse como una simple la historia o un recuerdo de un relato pasado donde un hombre fue condenado a muerte; todo lo contrario, releer la pasión debe ser una actualización del acontecimiento central de la salvación y la manifestación plena de la gloria de Dios. 3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Al iniciar la semana santa, la liturgia de estos días nos invita a entrar en la pasión de Cristo, no como meros espectadores sino, como participes de su cruz y resurrección. La oración colecta de este día muy bien lo señala cuando pide que al guardar las enseñanzas de su pasión podamos participar de su gloriosa resurrección, es decir, que no nos quedamos simplemente con un recuerdo del pasado, sino que contemplamos un hecho salvífico y lo actualizamos en el memorial de la eucaristía para recibir sus frutos en nuestra vida. Recorrer el camino de Jesús implica entrar con él para seguirlo camino hacia Jerusalén; el recorrido que se hace en la procesión de este día llevando las palmas en las manos nos recuerda que también la creación aclama a Cristo como Rey que entra victorioso para asumir el martirio de la cruz. El maestro se sienta a la mesa para participarnos de su pasión y en la eucaristía memorial de su entrega nos deja el alimento necesario para que podamos continuar nuestra marcha como peregrinos, de modo que como sus discípulos nos invita a asumir la cruz no como instrumento de tortura y derrota sino como el instrumento de purificación en el que se nos dió la vida nueva. El Papa Francisco nos recuerda que “en el centro de esta celebración, que se presenta tan festiva, está la palabra que hemos escuchado en el himno de la Carta a los Filipenses: “Se humilló a sí mismo” (2, 8). La humillación de Jesús. Esta palabra nos desvela el estilo de Dios y, en consecuencia, el que debe ser del cristiano: la humildad. Un estilo que nunca dejará de sorprendernos y ponernos en crisis: nunca nos acostumbraremos a un Dios humilde. Humillarse es ante todo el estilo de Dios: Dios se humilla para caminar con su pueblo, para soportar sus infidelidades. Esto se aprecia bien leyendo la historia del Éxodo: ¡Qué humillación para el Señor oír todas aquellas murmuraciones, aquellas quejas! Estaban dirigidas contra Moisés, pero, en el fondo, iban contra él, contra su Padre, que los había sacado de la esclavitud y los guiaba en el camino por el desierto hasta la tierra de la libertad” (Homilía, 29 de marzo de 2015). Durante estos días debemos tener una actitud humilde para despojarnos de aquello que nos impide seguir a Cristo con un corazón libre y poder participar de su pasión, muerte y resurrección. “Al hacerse como nosotros y cargar con nuestras culpas por nosotros, Cristo restauró la naturaleza humana tal y como estaba en el origen. Al principio, el primer hombre estaba en el delicioso paraíso; le adornaban la falta de sufrimiento y de corrupción. Cuando despreció el mandato comiendo del árbol prohibido, cayó bajo la maldición, la condena y los lazos de la muerte. Pero como he dicho, Cristo le restauró del mismo modo que al inicio: se convirtió en el fruto del árbol, soportando la gloriosa cruz por nosotros, para destruir la muerte que había invadido los cuerpos humanos por medio de un árbol. Y ahora de nuevo en el árbol glorioso de la cruz fuimos salvados” (San Cirilo de Alejandría, Comentario al evangelio de Lucas 153). 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? Hemos recorrido el itinerario cuaresmal donde el profeta Joel, el miércoles de ceniza nos invitaba a la conversión interior, es el momento para manifestar los frutos de este tiempo y durante esta semana participar en la pasión de Cristo para no quedarnos al margen del acontecimiento central de nuestra salvación. La oración, la penitencia, el ayuno, las obras de caridad de este tiempo nos deben servir para entrar en este momento cumbre del misterio pascual, al cargar la cruz de Cristo debemos morir definitivamente al hombre viejo para resucitar a la vida nueva de la gracia y manifestar ante el mundo que Cristo vive en medio de nosotros. Nuestro testimonio durante estos días debe servir de ejemplo para que muchos hombres y mujeres se animen al seguimiento de Cristo. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. La liturgia de este día trae tres momentos significativos: La bendición de los Ramos y la procesión, la lectura de la pasión y la celebración eucarística. Cada momento debe servir para recordar nuestra condición de peregrinos que llevan la cruz para salir victoriosos a la resurrección. 2. Motivar con tiempo la participación de la comunidad en la procesión con los ramos. Tener en cuenta que el verdadero signo de acogida y aclamación de Jesús como Hijo de Dios es con los elementos de la naturaleza (ramos, ramas). Tener presente que hay tres formas de conmemorar la entrada del Señor a Jerusalén, ver Misal, pág. 129 ss. Al concluir la procesión, al llegar al altar, se omiten los ritos iniciales y se hace la Oración Colecta. Un aspecto que conviene tener encuentra, es el papel de los jóvenes y de los niños. Así como a Jesús ellos le aclamaron en Jerusalén, es muy antigua la tradición en la Iglesia de que el canto y el protagonismo de los niños sean evidentes en esta celebración. 3. Para la lectura de la Pasión no se llevan cirios ni incienso, se omite el saludo y la signación del libro. Estos signos manifiestan la austeridad de estos días. Al proclamar la muerte de Cristo se debe hacer una pausa para guardar silencio y ponerse de rodillas durante unos instantes. Se sugiere que la proclamación de la Pasión se realice entre tres lectores, teniendo en cuenta la recomendación de la liturgia de reservar la parte propia de Cristo para que la lea el sacerdote. 4. Para evangelizar la piedad popular, conviene instruir a las fieles en que lo más importante en este día es la celebración de la Misa y, en ella, la lectura de la Pasión del Señor. Es importante realizar la bendición y procesión con su carácter litúrgico y darle el aspecto de una “Puerta de la Semana Mayor”, la cual incluye los actos litúrgicos y los de piedad popular 5. El canto es uno de los elementos que tiene un papel importante en la celebración del Domingo de Ramos. Así pues que el escoger los cantos más adecuados es ayudar a la asamblea para que capte la fuerza significativa del misterio celebrado. Para la entrada: Hacia ti, morada santa; Que alegría cuando me dijeron; Hosanna al Hijo de David; Anunciaremos tu Reino, Señor; Pueblo de Reyes; Tu Reino es vida. En este momento es sumamente oportuno cantar el ya famoso y muy bello Hosanna oh¡, en el que se habla incluso de los ramos de olivo. Aquí sí se debería cantar con fuerza y con gozo. También puede intercalarse entre las estrofas del salmo la segunda parte del Santo de la Misa, en sus varias versiones, desde donde dice: Bendito el que viene... 6. Con las oraciones propias para la Misa, también tiene propio el Prefacio: La Pasión del Señor, Misal pág. 138; y se podría seguir la Plegaria Eucarística II. 7. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para este domingo, Misal, pág. 139.

Jue 4 Abr 2019

El Señor nos invita a mirar nuestra propia vida, a interiorizar cómo estamos viviendo la vida de unión con Dios

Primera lectura: Isaías 43,16-21 Salmo: 126(125),1-2ab.2cd-3.4-5.6 Segunda lectura: Filipenses 3,8-14 Evangelio: Juan 8,1-11 Introducción El tema de las lecturas de este domingo se centra en: • La transformación del hombre tocado por el perdón amoroso de Dios. La misericordia y el poder de Dios se manifiestan ayer, hoy y siempre. • El Señor ha hecho maravillas desde tiempos antiguos, hoy la Palabra nos invita a no quedarnos en el pasado, sino a reconocer lo que hizo, hace y hará por nosotros Dios (primera lectura). • La vida que hemos recorrido, aún llena de pecados, dolores y sufrimientos, por la gracia del Señor, puede convertirse en camino de crecimiento espiritual o en “semillas” llamadas a dar fruto abundante, frutos de vida eterna (como la mujer adúltera del Evangelio y la misma experiencia de conversión de San Pablo en la segunda lectura). Todo ello es razón para exclamar, llenos de gratitud, con el salmista: “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura nos hace una invitación apremiante a vivir el momento presente, el ahora en que Dios se manifiesta. El Señor, a través del profeta Isaías, exhorta a los desanimados en el destierro, diciéndoles: “No recuerden lo de antaño, no piensen en lo antiguo”; le pide al pueblo Israelita dejar atrás su pasado y prestar atención al presente. Los exiliados empiezan a recordar el gran éxodo de Egipto, y sus culpas delante de Dios que acarrearon su desastre, y se olvidan de que el Señor actúa en favor de su pueblo y no permitirá que se pierdan. Es demasiado fácil perderse en el pasado y no fijarse en el presente, centrando la atención en lo que fue, en lugar de aprovechar el ahora. El nuevo éxodo que Dios realizará en favor de su pueblo será aún más maravilloso que aquel éxodo de Egipto. El creyente está llamado a dejarse sorprender por la acción salvadora de Dios: “… mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis?” El salmo inicia con una exclamación del pueblo que ve la mano de Dios y, en acción de gracias, dice a una voz: “Cuando el Señor cambió la suerte Sión nos parecía soñar…”. El salmo del regreso del destierro, explica “el cambio de suerte”; no vale aquí aquella frase “los sueños, sueños son”, este sueño es una realidad que causa una doble reacción: la primera, el comentario de los paganos que otrora se burlaban del pueblo de Israel porque pensaban que Dios los había abandonado, y ahora se ven obligados a reconocer admirados que “El Señor ha estado grande con ellos”. La segunda reacción es el canto jubiloso de los que regresan “La boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares… Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares”. En esto vemos una imagen que muestra el desierto en que se encontraba el pueblo de Israel y cómo Dios lo fue inundando con su favor, “Como los torrentes del Negueb”, haciendo del destierro babilónico una gracia para el Pueblo de Israel, que regresa del destierro. Pablo en la carta a los Filipenses expresa de forma radical su adhesión incondicional a la persona de Cristo y a su salvación: “Todo lo estimo pérdida, comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en Él”. Pablo, transformado por el encuentro con Cristo, desde el inicio de su vida cristiana, dedica todas sus fuerzas, como excelente atleta, para alcanzar la meta y obtener la recompensa, olvidándose de lo que queda atrás y lanzándose hacia lo que está por delante, configurarse con Cristo, con su muerte y sus padecimiento con la esperanza de la resurrección. El evangelio nos muestra cómo los escribas y fariseos ponen a Jesús en una dura prueba: la misericordia o la justicia según la Ley. Le traen a una mujer sorprendida en adulterio a quien la Ley manda lapidarla, y le preguntan sobre que qué hacer. Si Jesús responde que la lapiden, el pueblo se escandalizará por su falta de misericordia; y si la absuelve lo acusarán como contrario a la Ley. Su objetivo es acusar a Jesús como enemigo de la Ley de Moisés y, por tanto enemigo de Dios. Jesús no responde por algún tiempo –inclinándose, escribía en el suelo- pero al final, para hacerles caer en la cuenta de la dureza de su corazón y de sus muchos pecados les dice: “El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra”. Los fariseos y escribas quedan desconcertados, no esperaban una respuesta como esta, queda en evidencia la injusticia de ellos –traen a la mujer adúltera pero no al varón con quien ella ha cometido el adulterio- y sus propiospecados: “Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos, hasta el último”. Jesús sabe lo que hay en el corazón del hombre, a ellos no les interesaba que se cumpliese la Ley, tampoco la situación de aquella pobre mujer que iba a ser lapidada, solo querían tentar a Jesús. Jesús invita a sus oyentes, a pasar de la ley que debe ser ejecutada, a una ley que debe ser interiorizada desde la vida propia. Con inmensa misericordia le dice a la mujer: “Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más”. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Para poder dejar actuar a Dios en nuestras vidas, es necesario dejar atrás ciertos momentos, pensamientos y actitudes que entorpecieron la acción de Dios en nuestra historia personal, familiar, comunitaria. Pero este dejar atrás no implica que olvidemos de dónde nos sacó el Señor, pues la experiencia de haber sido salvados por Jesús es la fuente de donde brota el amor agradecido a nuestro Salvador. Al respecto, el Papa Francisco nos invita a ser memoriosos. En efecto, en el discurso que dio a los sacerdotes y personas consagradas en Trujillo, durante su visita apostólica a Perú, afirmó: “la memoria mira al pasado para encontrar la savia que ha irrigado durante siglos el corazón de los discípulos, y así reconoce el paso de Dios por la vida de su pueblo.” (Discurso, Colegio Seminario San Carlos y San Marcelo, Trujillo, 20 de enero de 2018). Cuando somos conscientes de nuestra vocación bautismal, sabemos como cristianos que el camino no puede ser sin cruz, porque eso significa ser cristiano, portador de la cruz. Pero el Señor va más allá, nos invita a estar en sintonía con él, a configurarnos con sus sufrimientos, con sus alegrías, con su vida, y esto no lo quiere con cara de tristeza, así estemos pasando por momentos difíciles, él lo quiere con cantos de júbilo y alabanzas, porque “el Señor ha estado grande con nosotros”. Cuanto más miserables somos, Dios se muestra más misericordioso con nosotros; pero cuántas veces nosotros no somos misericordiosos con nuestro prójimo sino que tenemos las piedras en las manos para arrojarlas contra el hermano que yerra. El Señor nos invita a mirar nuestra propia vida, a interiorizar cómo estamos viviendo la vida de unión con Dios y cómo esta se ve reflejada en actos de perdón y conmiseración con los otros. 3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Nos encontramos en una sociedad que busca a Dios en circunstancias difíciles, pero apenas ven una mejoría, se alejan de Él y pronto olvidan las gracias que el Señor les hace. Se tiende a justificar el bienestar alcanzado como obra de las propias manos: “yo lo logré con mi propio esfuerzo”, “yo lo hice”, etc. No dicen “Dios lo ha hecho”. El Señor siempre nos acompaña en nuestro camino y nos anima a recordar ese momento en que Él nos sacó de nuestra esclavitud y, así nosotros no lo reconozcamos, él hace llover sobre nuestra sequedad corrientes de gracias. En este momento la Iglesia está atravesando momentos difíciles y debemos ser imitadores de Cristo, porque “Quien dice que permanece en él, debe vivir como vivió él.” 1Jn, 2,6 y por eso no nos sorprendamos de los sufrimientos a causa de las pequeñas o grandes persecuciones; la iglesia puede ser apedreada, pero a pesar de todo, debemos permanecer en Él y así llegar a esa configuración con Cristo, como escribía san Pablo. El Señor no quiere las críticas sino la misericordia, a semejanza de Cristo con la mujer adúltera. El mayor servicio que podemos dar a la Iglesia y a sus miembros es una vida de oración intensa y silenciosa a ejemplo de Jesús: “al anochecer se retiraba a un lugar solitario para orar”. El Señor, encontraba en la unión con su Padre la fuente del perdón y la misericordia. No olvidemos unirnos en oración junto al Papa Francisco por la iglesia que padece y sufre. 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El encuentro con Dios en su Palabra, en este quinto Domingo de Cuaresma, nos invita y anima a: • Reconocer a Dios como principio y fin de nuestra vida .• Tener confianza a pesar de las distintas circunstancias favorables o desfavorables, sabiendo que están son semillas que serán regadas con torrentes de gracias donde crecerán y darán frutos. • Imitar a Jesús en los pequeños detalles de la vida, en especial el saber guardar silencio para no dar respuestas apresuradas. • Interiorizar la palabra de Dios, para que la semilla de la palabra caiga en nuestras vidas y de frutos de santidad. • Concientizarnos de nuestra propia debilidad y ser como Jesús que se muestra misericordioso con aquellos que le salen a su encuentro. • Comprometernos a una coherencia de vida, en donde esta se vea reflejada en los actos más sencillos hacia los demás. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Resaltar la idea de Jesús que manifiesta la misericordia del Padre: CEC 1846-1847. 2. El pasaje de la adúltera perdonada, invita a todos los bautizados a abrirsen al perdón incondicional de Dios que, en Cristo, renueva todas las cosas. 3. Para el acto penitencial se podría seguir la tercera fórmula: El Señor ha dicho: “El que esté sin pecado…”, Misal, pág. 342. 4. Se puede seguir el Prefacio de Cuaresma II, “Penitencia espiritual”. Misal, pág. 369. 5. Puede hacerse la Plegaria Eucarística “De la Reconciliación” II, que aunque tiene prefacio propio, puede realizarse con uno de Cuaresma, Misal pág. 508. 6. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para este domingo, Misal, pág. 116. 7. En este domingo se celebra el tercer escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de Iniciación Cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las pp. 804-805 del Misal, Romano. 8. En este último domingo de cuaresma, es el momento más oportuno para motivar a la participación en el Sacramento de la Penitencia, para prepararnos para entrar en lo más santo y emocionante del año litúrgico, volviendo nuestro corazón a Dios y disponiéndonos para vivir el misterio Pascual. 9. El próximo domingo 14 de abril, es Domingo de Ramos en la Pasión del Señor. Insistir en la campaña para preservar la naturaleza, por eso advertir el no adquirir ramas de palma de cera, y más bien utilizar en este día plantas o ramas de árboles fácilmente renovables. Sin embargo, no podemos caer en desvirtuar los signos litúrgicos, por eso no está bien invitar a llevar globos, banderas, pañuelos, etc.

Jue 28 Mar 2019

Dios Padre realiza su historia de la salvación con el pueblo de Israel

Primera lectura: Josué 5,9a.10-12 Salmo: 34(33),2-3.4-5.6-7 (R. cf. 9a) Segunda lectura: 2Corintios 5,17-21 Evangelio: Lucas 15,1-3.11-32 Introducción La cuaresma es el tiempo que prepara las mentes y los corazones del pueblo cristiano a la digna conmemoración de la Pascua del Señor. Por eso las lecturas bíblicas de este tiempo encuentran su pleno sentido al ponerlas en relación con el Misterio Pascual, en el que entramos, de modo más profundo, mediante la celebración de los Sacramentos pascuales (cf. Directorio Homilético, 57). Es por esto que de la eucología de este domingo y de las lecturas que se nos ofrecen podemos presentar los siguientes temas de reflexión: • Dios Padre realiza su historia de la salvación con el pueblo de Israel, la centra en el misterio de la muerte y resurrección de Cristo y la continúa hoy con nosotros, para acompañarnos y fortalecernos, hasta que tenga su plena realización en la glorificación eterna; es el contenido que nos ofrece las lecturas del Antiguo Testamento, y que se presenta como un tema característico y propio de la catequesis de este tiempo cuaresmal. • También, siguiendo en este Ciclo C, el texto del evangelio de Lucas aparece el tema relacionado con la conversión. • Este IV domingo está irradiado del tema de la luz que es evidenciada, en este domingo llamado de “Laetere”, por las vestiduras litúrgicas de color rosado, por las flores que adornan el templo y, sobre todo, cuando se siguen las lecturas del Ciclo A, por la relación entre el Misterio Pascual, el Bautismo y la luz, que viene acogida por el versículo de la segunda lectura: “Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y Cristo será tu luz” (Ef 5,149. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El pueblo de Israel, liberado de la opresión de Egipto y guiado por Josué, llega a la tierra que Dios ha prometido a Moisés. La primera parte del libro de Josué (Jos 1-12) narra la conquista de Canaán, que no es otra cosa que la progresiva integración de Israel en la tierra prometida. De este modo el narrador invita a reconocer el poder liberador y salvador del Señor y a fiarse de él totalmente. Escuchamos hoy la celebración de la primera Pascua en Canaán, en el día señalado por Éx 12,6. El hecho que ya no tengan maná, indica el fin del largo camino por el desierto y la llegada a la tierra prometida, en donde el pueblo de Israel, al instalarse en Canaán, mezcla una fiesta de pastores (el pasado nómada) que sacrificaban un cordero o un cabrito, con una fiesta de campesinos (el presente y futuro sedentario)en donde quemaban todo lo que había fermentado, para obtener un pan con levadura nueva y no fermentado en la masa antigua (cf. Dt 16,1-8 y Éx 12, 1- 20). La memoria de la liberación de Egipto une las dos celebraciones, y se convierte en el signo visible de la relación de Dios con Israel, vínculo que actualiza la salvación de Dios y proyecta al pueblo reunido hacia su futuro en Dios. El Salmo, por su parte, es una invitación a los presentes a participar de la oración y, en donde, el orante, de su parte, consulta a Dios sobre cuál puede ser su querer para él en las circunstancias concretas que vive; y la respuesta de Dios es una palabra eficaz y liberadora, que lo salvó de sus preocupaciones, de sus angustias. De este modo el orante capta la bondad del Señor, por lo que se acoge a él y descubre su presencia cercana que le da seguridad. Pablo en su carta a los Corintios afirma que él es embajador de Cristo y, como tal, los exhorta de parte de Dios a reconciliarse con él, por medio de su Hijo Jesucristo. Y porque la realización de la reconciliación con Dios es definitiva en Cristo, ahora es el momento de acogerla por medio de aquellos, quienes, por su ministerio, la hacen presente y actual, de modo que puedan vivir reconciliados. En el Evangelio, en la parábola llamada de la misericordia, Jesús anuncia la misericordia gratuita y anticipada de Dios, la cual es fuerza capaz de convertir y transformar la condición débil del hombre que, experimentando el pecado, lo expone a un obrar contrario al plan salvador de Dios y, por tanto, a hundirse en su propia miseria. El amor y la misericordia de Dios es oportunidad de experimentar la alegría de reencontrar lo que se había perdido y retornar a una nueva vida. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Dios nos encamina hacia la tierra prometida que no es propiamente terrenal, sino que nos encamina hacia la patria eterna del cielo, pero mientras pasa nuestra peregrinación por esta tierra, el Padre nos invita a celebrar, como en la primera pascua y llenos de alegría y gozo el encuentro permanente con él; allí él con su Palabra eficaz y liberadora, que es Jesucristo, nos perdona nuestros pecados e infidelidades y nos alcanza la reconciliación con él, con los demás, con nuestra casa común y con nosotros mismos. En la parábola del hijo prodigo, Jesús nos anuncia la misericordia gratuita y anticipada de Dios, que es capaz de convertir nuestros egoísmos y transformar nuestra condición flaca y débil, tocada por el pecado que se deja llevar por las propias inclinaciones abandonando los caminos del Señor. El amor y la misericordia de Dios son la oportunidad de volver a experimentar ese gozo y esa alegría de sentirnos perdonados y reencontrar lo que hemos perdido a causa de nuestro pecado y retornar una vida nueva junto al Señor y convertirnos en autores de paz y luz, entre los hombres llevando el mensaje y dando testimonio de la experiencia de reconciliación que nos ofrece a través de su Hijo Jesucristo. 3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Hoy todos queremos ocupar el puesto de los demás, somos envidiosos y egoístas. “Porque él tiene esto y yo no”, vivimos queriendo hacerle zancadilla. Tomamos, en muchas ocasiones, la actitud del hermano mayor diciéndole a Dios: “a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos” Lc 15,29. y empezamos a condicionar a Dios, le reclamamos con frecuencia, “Señor yo siempre te soy fiel, oro, doy limosna y no hago mal a nadie”, pero olvidamos que el amor es gratuito y así lo ofrece Dios. Perdona todo, siempre, con total olvido, sin volver nunca a echar en cara los pecados cometidos; perdona de manera que devuelve al pecador su dignidad de hijo suyo, heredero de la gloria, y le colma de toda clase de gracias y bendiciones. El arrepentimiento del hijo menor simboliza, también, el frecuente arrepentimiento de muchos hombres. El pecador no reflexiona, no empieza a arrepentirse, sino cuando siente las consecuencias trágicas de sus pecados, cuando tropieza con el dolor y el sufrimiento, con alguna desgracia y aquí Dios se vale de todo para salvar al pecador, pero aun sabiendo esto, con frecuencia rompemos la relación amorosa con Él, pero Él que es misericordioso y dadivoso nos llama a un arrepentimiento y a una búsqueda de perdón que, acogiéndonos con ternura, celebra con nosotros la fiesta del perdón. El Papa Francisco nos invita a elegir el camino del amor “en perdida”, porque amar significa dejar de lado el egoísmo, la autorreferencialidad, para servir a los demás. Que la parábola del hijo prodigo nos enseñe a darnos sin condición, nos fortalezca en la relación amorosa con Dios, con los hermanos y con la creación, para que así tengamos experiencia amorosa de la presencia permanente de Dios Padre que nos bendice y acompaña. 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? La palabra de Dios en este Domingo Laetare, nos invita y anima a: • Reconocer que lo que hemos recibido es don y regalo del Padre. • Reflexionar acerca de la misericordia que Dios nos tiene y a examinar que tan verídico es el arrepentimiento que tenemos con el Padre, con los hermanos, con la creación y con nosotros mismos. • Saber agradecer a Dios en todas las circunstancias de la vida. • Luchar con los defectos propios del egoísmo para reconocer al otro como hermano. • Dejar de lado los sentimientos mezquinos y ser misericordiosos con nuestro prójimo. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. La parábola del padre misericordioso permite reconocer a Dios como Padre bueno y grande en el perdón que, en el abrazo de su amor, acoge a todos los hijos que regresan a Él con corazón contrito. 2. Idea Fuerza para la predicación: Si el hombre es capaz de Dios, el hombre es capaz de amor; y si es capaz de amor, es capaz de misericordia. 3. Para el acto penitencial se podría seguir la tercera fórmula con las invocaciones del Tiempo de Cuaresma II, Misal, pág. 348. 4. Se sugiere el Prefacio de Cuaresma I, “Significado espiritual de la Cuaresma”. Misal, pág. 368. 5. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para este domingo, Misal, pág. 105. 6. Hoy se sugiere usar ornamento de color rosado, signo del ir dando pasos hacia la fiesta pascual. También, se permite el sonido de los instrumentos musicales y el altar se puede adornar con flores. 7. En este domingo se celebra el segundo escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de Iniciación Cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las pp. 803-804 del Misal, Romano. 8. Se permite de instrumentos musicales y el altar se puede adornar con flores. En lugar de los ornamentos morados pueden usarse los rosados, siendo este color el característico de la liturgia del día, dado que es intermedio entre el morado de la penitencia y el blanco de la gloria.

Jue 21 Mar 2019

La Iglesia, nuevo pueblo de Dios, está llamada a dar fruto

Primera lectura: Éxodo 3,1-8a.13-15 Salmo: 103(102),1-2.3-4.6-7.8+11 (R. cf. 6) Segunda lectura: 1Corintios 10,1-6.10-12 Evangelio: Lucas 13,1-9 Introducción De la reflexión y oración con la Palabra en consideración emergen los siguietes temas meditación: • La liturgia de la Palabra, en el Evangelio de Lucas, continúa con la invitación a la conversión, a saber aprovechar el tiempo de gracia de la cuaresma. Si no hay conversión verdadera el destino será la muerte. • La Iglesia, nuevo pueblo de Dios, está llamada a dar fruto, aun en medio de su esterilidad humana, necesitada del abono de la Gracia para ser tierra fértil. • La paciencia de Dios permite, con serenidad, avanzar en la capacidad de respuesta humana a su plan de salvación. El Kairos, tiempo de salvación, es como el árbol de la parábola, que le viene concedida una tregua de un año y un cuidado específico, una última oportunidad para no ser cortado. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? En el camino de la cuaresma, este tercer domingo, no sigue el esquema clásico, que lo encuadra en el evangelio de las tentaciones y la transfiguración, como aparece en los ciclos litúrgicos A y B, sino que sigue su propio itinerario. El evangelio de hoy, es el inicio del capítulo trece, en el cual Lucas habla de la predicación de Jesus a la gente, mientras está de viaje hacia Jerusalén. En este texto se hace referencia a la Ciudad Santa, a Pilatos y al tema de la muerte. Estos temas aparecen como un anticipo de la pasión que se cumplirá en Jerusalén. El texto está formado de dos partes, que aunque tiene características diferentes, convergen en un mismo argumento: la conversión. En la primera parte Jesús se pronuncia frente a acontecimiento reciente y continúa luego con una parábola. Narra el Evangelio de Lucas, que se presentaron unas personas, a contarle a Jesús de un acontecimiento de los judíos, en el que Pilatos había mezclado la sangre de unos hombres de galilea con la sangre de los animales que ellos habían ofrecido en sacrificio. Jesus, aprovecha para hablarle a la gente de la necesidad de evaluar bien las cosas y juzgar qué es lo más justo hacer. Esto lo decía para exhortarlos a reconocer que el tiempo ha llegado. El tiempo (Kairos), es el momento decisivo de Jesús para la salvación. En ese mismo momento, se presentan a Él algunos a llevarle la noticia de un hecho, para ellos, muy grave. Pilato había hecho matar a los peregrinos provenientes de galilea. Este hecho, se puede situar durante el tiempo pascual, único periodo en el cual, también los laicos podían tener parte en los sacrificios del templo. Ellos podían haber sido asaltados mientras salían a la colina del templo o, si la mención de la sangre se toma al pie de la letra, ellos podrían haber sido asesinados durante el sacrificio. En este caso, al acontecimiento habría que añadirle también un agravante, el sacrilegio. Las fuentes de la época de Pilatos no nos hablan de un hecho de este género, pero el hecho es verosímil, porque se conoce la crueldad con la cual actuaban los romanos en las tierras conquistadas por ellos. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Algunas preguntas nos permitirían entrar en la enseñanza de Jesús en el evangelio de Lucas. ¿Por qué algunos de estos personajes, de los cuales no es precisada la identidad, han dado esta noticia a Jesús? Podía ser una información interesada, partiendo del hecho que Jesus era galileo: para suscitar en él una reacción hostil ante Pilatos, de modo de denunciarlo a la autoridad. O, si algunos de estos eran de los fariseos, esto podía implicar una pregunta teológica sobre la justicia Divina, visto que las desgracias, en la mentalidad del tiempo, venían leídas como un castigo; ¿Cómo entender la muerte de estos peregrinos, justo en el momento que estaban demostrando su devoción a Dios? Jesus como lo solía hacer, huye de la casuística y aprovecha la noticia para ponerla al servicio de su anuncio. Tomando la palabra les dice: “¿creen que estos galileos eran más pecadores de todos los galileos, por haber sufrido tal suerte?” No, y yo les digo, si ustedes no se convierten, morirán todos del mismo modo. Jesus, excluye que la muerte de aquellos Galileos sea un castigo. Pero esta muerte debe servir de signo, de advertencia para los presentes, para que comprendan la importancia del tiempo que están viviendo. Ellos deben acoger la ocasión que les viene dada por la predicación de Jesus y deben tomar una posición, o sea se deben convertir. Que es también la invitación para nosotros hoy. Es la insistencia de Jesús con su cuestionamiento, “¿Aquellas 18 personas, sobre las cuales cayó la Torre de Siloé y los mató, creen que eran más culpables de todos los habitantes de Jerusalén? No, yo les digo, pero si no se convierten, perecerán todos de la misma manera”. La respuesta de Jesus es idéntica a la precedente. Todos son pecadores y tienen necesidad de conversión. No en un sentido genérico de mejorar el propio comportamiento, sino en el sentido radical expresado en el anuncio de Jesus: el Reino de Dios está cerca. Jesus ratifica su insistencia a la conversión en esta parábola: “un hombre tenía una higuera plantada en su viñedo, y fue a ver si daba higos, pero no encontró ninguno”. La enseñanza de este versículo, viene ahora ilustrado con la parábola de la higuera estéril. La imagen de la higuera, o en general del árbol, es usual en la biblia, siempre indica a Israel. Se encuentra también en el episodio de la higuera maldita, (Mc. 11,12). El árbol que no da fruto se encuentra también en la predicación de Juan el Bautista (Lc. 3,9). Esto muestra que la alusión a Israel es clara: el pueblo es como la higuera que no da frutos. 3. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad? El nuevo pueblo de Dios, que es la Iglesia, está llamado a dar fruto en el tiempo de Dios. “Así que le dijo al hombre que cuidaba el viñedo: “mira, por tres años seguidos, he venido a esta higuera en busca de frutos, pero nunca lo encuentro, córtala, pues; ¿para qué ocupar terreno inútilmente?” El patrón, afirma explícitamente lo mismo del versículo anterior, no hay frutos en la higuera. Los tres años, no van entendidos en sentido simbólico, sino más bien en sentido práctico. Un árbol puede también no dar frutos en un año, pero si no los da por tres años, es porque se ha convertido en estéril, y por lo tanto vuelve el terreno improductivo, por lo tanto es mejor cortarlo. Una gran enseñanza para este domingo es la misericordia Divina. Dios es ante todo misericordioso y sabe esperar; es la insistencia que viene haciendo el Papa Francisco desde la proclamación del Año de la Misericordia, esperar el tiempo de Dios. Dice San Lucas que aquel que cuidaba el terreno respondió: “Señor déjala todavía este año, voy a aflojarle la tierra y a echarle abono. Con esto tal vez dará fruto; y si no la cortaras”. Al árbol le viene concedida una tregua de un año y un cuidado específico, una última oportunidad. Si da fruto, bien, de lo contrario será cortado. La parábola no tiene necesidad de explicación. Refleja la visión mesiánica de Jesus. Israel, en general está alejada de Dios; Dios le ofrece a través del ministerio de Jesus una posibilidad de reconciliación. Este es el tiempo decisivo antes de la venida del Reino, el año de gracia, del cual Lucas hablaba ya en el capítulo 4. Para nosotros, Iglesia que peregrina en este mundo, es tiempo también de dar fruto convirtiéndonos a la misericordia, y volviendo el corazón hacia los pobres, hacia todos los que esperan un apalabra de salvación. 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El encuentro con Jesús exige dar frutos. Él espera, aun en mi aridez espiritual y moral, Él me cuestiona ¿Me sucede también a mí de pensar que si a alguno le llega una desgracia o una enfermedad, éstas son un castigo por culpa de mis pecados? También preguntarme ¿De qué cosa debo convertirme?, ¿qué cosa debo hacer para dar verdadero fruto? Las respuestas solo se lograran en un ambiente de oración y compenetración con la voluntad de Dios. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Tratándose del tema de la conversión se podría tener un signo de la luz encendido, acompañado por una frase en cartelera que invite al cambio de vida que Dios espera de nosotros. 2. A través de la parábola de la higuera estéril cada fiel es invitado a superar la dureza de la mente y del corazón, para que, acogiendo la Palabra de Dios y dando espacio al Espíritu, sea capaz de dar frutos de verdadera y continua conversión. 3. Se sugiere el Prefacio de Cuaresma I, “Significado espiritual de la Cuaresma”. Misal, pág. 368. 4. Puede hacerse la Plegaria Eucarística “De la Reconciliación” I, que aunque tiene prefacio propio, puede realizarse con uno de Cuaresma, Misal pág. 501. 5. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para este domingo, Misal, pág. 96 6. Recordar que en este domingo se celebra el primer escrutinio de preparación para el Bautismo de los catecúmenos que serán admitidos, en la Vigilia Pascual, a los sacramentos de la Iniciación Cristiana, usando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las pp. 801-803 del Misal, Romano. 7. Motivar la participación en el Sacramento de la Penitencia. Si los sacerdotes de varias parroquias vecinas coordinan y se hacen presentes en grupo, en cada una de las parroquias y se realiza una celebración penitencial, se facilita a los fieles la confesión y se da un signo muy valioso de comunión ministerial. 8. Tener presente que mañana lunes, 25 de marzo, se celebra la solemnidad de la Anunciación del Señor.

Vie 15 Mar 2019

Si no hay conversión verdadera el destino será la muerte

Primera lectura: Génesis 15,5-12.17-18 Salmo: 27(26),1.7-8.9abc.13-14 (R. 1a) Segunda lectura: Filipenses 3,17 - 4,1 Evangelio: Lucas 9,28b-36 Introducción El encuentro con la Palabra, especialmente el Evangelio, que la Iglesia nos propone para este Segundo Domingo de Cuasresma, nos sugiere algunas ideas de reflexión: • El evangelista San Lucas presenta el Tabor como el sitio privilegiado del encuentro con el Señor; por ello podemos tomarlo como la meta de la cuaresma. • El hecho más importante no es solamente la transfiguración de Jesús en sí misma, sino la situación a la que lleva: a la oración y a la acción. • La fuerza de la Transfiguración es evidente, los tres discípulos pasan de un estado de “somnolencia” a un estado de “estupor trasfigurado”; de éxtasis ante la presencia del Señor glorificado. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? Uno de los objetivos de la cuaresma es subir sobre el monte Tabor, es decir avanzar hacia un estado de espiritualidad más alto. Hemos entrado en el desierto de la cuaresma para subir allí, sobre esta pequeña colina de Galilea. El Tabor evoca el momento de Jesús, grande Rabí, carismático profeta, que revela su verdadera identidad, que supera el límite humano y se muestra glorioso ante la vista desconcertada y sorprendida de los apóstoles. En el Tabor se revela la diversidad de Dios, la imagen de su inmensa Gloria, su indescriptible belleza. El evangelista San Lucas presenta el Tabor como el sitio privilegiado del encuentro con el Señor; por ello podemos tomarlo como la meta de la cuaresma, lugar del encuentro. Esto es pertinente decirlo, porque muchas veces nos quedamos solo en la auto flagelación, y equiparamos la fe cristiana, solo con la cruz y el dolor, olvidándonos del resucitado, y pensamos en la cuaresma, sólo como el tiempo de la renuncia y no como el tiempo de la oportunidad de conversión, de la lucha interior por vencer en la carrera cristiana que lleva a la meta que es Jesús resucitado, y así contemplar su gloria. Vendrá el tiempo del dolor, sobre otro monte, un pequeño monte llamado Gólgota, donde veremos el crucificado, dirigiremos la mirada a aquel que han atravesado. Pero, ciertamente se debe recordar la belleza de Dios, su embriagante presencia. La liturgia bellamente une la transfiguración al inicio del camino cuaresmal, para indicarnos el lugar de encuentro. Si adoptamos los gestos de conversión y solidaridad, de renuncia y de ayuno, de oración y de penitencia, es sólo para poder ser libres y ver la gloria del Maestro. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Santa madre Teresa de Calcuta decía: “Fruto del silencio es la oración; fruto de la oración es la fe; fruto de la fe es el amor; fruto del amor es el servicio y fruto del servicio es la paz”. Se puede partir de esta espléndida afirmación, para reflexionar sobre la frase de apertura del versículo de Lucas: “cerca de ocho días después, Jesús toma consigo a Pedro, Juan y Santiago y sube sobre el monte a orar. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se vivieron resplandecientes”. El hecho más importante no es solamente su transfiguración en sí misma, sino la situación a la que lleva, la oración y a la acción, en medio del silencio de la montaña. El evangelio de hoy inicia diciéndonos que Jesús subió a una montaña a orar. Si queremos hacer un discernimiento, de los acontecimientos espirituales más importantes de la vida de Cristo, vemos que estos están acompañados de la oración y la acción en concreto. Todas las vivencias de Jesús, transfiguración, pasión en el huerto de los Olivos, profesión de fe de Pedro, traición de pedro, etc., van acompañados de la oración, aunque todos terminan sobre una cruz, cuando al final de su vida humana, Cristo tiene aún una actitud de oración y suplica por sus verdugos. Podríamos decir que, orar es nuestra capacidad de transfigurarnos, cada vez que somos capaces de crear la experiencia de contacto con Dios. Esta es una buena oportunidad para preguntarnos qué es la oración, cómo entenderla ¿sólo como una técnica de relajación? o ¿una actitud mental para el bien físico o psíquico? o ¿para la concentración y autoconciencia? Desde la experiencia cristiana podemos ver algunos aspectos. El primero, la búsqueda de la soledad. Jesus busca estar sólo para el encuentro con el Padre. La soledad no para alejarse de los demás, sino para encontrar a los demás. La soledad es el espacio donde cada uno de nosotros puede encontrarse con Jesus. En todos los textos del Evangelio, Cristo pone una condición a la oración: el recogimiento y la humildad, no la obstinación ritual de la cual, muchas veces, se puede exagerar. Pensemos a la espléndida oración comunitaria del Padre Nuestro que Cristo invita a hacerla vida en cada cristiano. Y el segundo aspecto de la oración, que ilumina la liturgia de la palabra este domingo, es el deseo de escuchar. Es siempre Jesus el que se pone en actitud de escucha del que lo invoca. Cada vez implica un dialogo que lleva la persona a descubrirse. El Papa Francisco frecuentemente nos interpela, con tres verbos, que son esenciales para una actitud de oración: discernir, acompañar e integrar. Esto solo se puede hacer en una actitud de escucha a Dios y al mundo. Por esto, podríamos decir, que orar no es sólo para ver, ni tocar, sino más que todo para escuchar. No en vano el primer modelo de oración en el AT, en la proclamación de la Palabra es: “escucha Israel”. Podríamos decir con los ojos nos adentramos en el mundo y con los oídos incorporamos el mundo dentro de nosotros. 3. ¿Qué me sugiere la Palabra, que debo decirle a la comunidad? El Papa Francisco nos viene invitando a una cultura del encuentro, que pasa por el encuentro con el otro, en una relación interpersonal, encuentro con lo otro, con la naturaleza, con el cuidado de la casa común y lo más importante, el encuentro con el Otro en mayúscula, con el trascendente que le da sentido a la vida humana. En el Tabor se da un encuentro personal y místico que cambia totalmente la actitud de los discípulos. Hay una fuerza especial en la Transfiguración. Los tres discípulos pasan de un estado de “somnolencia” a un estado de “estupor trasfigurativo”, y un estado de súplica, de querer vivir por siempre aquel momento; “Qué bien se está aquí…”, qué bueno seguir en este estado. En efecto, orar bien nos hace, efectivamente, más lúcidos, más fuertes y más independientes. Orar bien es la capacidad de estar lúcidos para poder distinguir lo que es necesario de lo superfluo o aparentemente necesario, y crea los presupuestos para saber acoger la esencia, la sustancia de las cosas. Es la capacidad de ser más fuertes y consientes para afrontar las adversidades que la vida nos pone en cada momento, sobre todo cuando nuestras opciones de vida van contracorriente, ser capaces de avanzar abrazados a la cruz de Cristo, en su pasión, muerte y resurrección. Orar bien es la capacidad de ser independientes, consientes, originales para no decaer ante el “se dice, se cree, se piensa”, es decir, ser de este mundo, pero no conformarse con este mundo, como lo pide Jesús. 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El mejor encuentro con Jesús es en la oración… una oración que lleve a preguntarnos: ¿Cómo persona, sé acoger la importancia de Cristo en la Transfiguración que me indica un cambio radical en mi fe humana? ¿Cómo pareja, sabemos acoger la experiencia de la transfiguración, modificando nuestras actitudes individualistas en actitudes de atención reciproca hacia los demás? ¿Como Iglesia se educar al pueblo en la oración entendida como dialogo con Dios y no como un simple ritual externo y más o menos coreográfico? RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Para este segundo domingo de cuaresma, sería interesante una cartelera alusiva a la oración y la conversión. 2. Este domingo nos recuerda que la gloria resplandeciente del cuerpo de Jesús es la misma que él quiere compartir con todos los bautizados en su Muerte y Resurrección. 3. Para el acto penitencial se podría seguir la tercera fórmula, con las invocaciones del Tiempo de Cuaresma I, Misal, pág. 348. 4. Con las oraciones propias para la Misa, también tiene propio, el Prefacio: La Transfiguración del Señor, Misal pág. 89. 5. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para este domingo, Misal, pág. 88; igualmente, se ofrecen para cada día de la semana. 6. Proponer a los fieles la práctica de las obras de misericordia en este Tiempo de Cuaresma, muy recomendadas por el Papa Francisco. 7. Tener presente que, el martes 19 de marzo, se celebra la solemnidad de San José, esposo de la Santísima Virgen María.

Mié 6 Mar 2019

Cristo es Señor que ha vencido la tentación

Primera lectura: Deuteronomio 26,4-10 Salmo: 91(90),1-2.10-11.12-13.14-15 Segunda lectura: Romanos 10,8-13 Evangelio: Lucas 4,1-13 Introducción: Durante este primer domingo de cuaresma se nos recuerda que el hombre está sometido a la tentación a lo largo de su vida terrena. La Palabra de Dios nos presenta a Cristo como modelo de Hombre perfecto, que sometido a la tentación venció al tentador. Cristo, “al rechazar las tentaciones del enemigo, nos enseñó a sofocar la fuerza del pecado” (Prefacio del Primer Domingo de Cuaresma). En la oración y en la gracia de Dios, encontramos la fuerza para vencer la tentación (CEC 2846-2849). De las lecturas de este domingo señalamos tres ejes temáticos: • Dios interviene en la historia y salva al hombre sacándolo de la esclavitud a la libertad. • Si Jesús es el Señor, no hay otro nombre por el que seamos salvados. • Cristo es Señor que ha vencido la tentación y nos enseña a vencer al tentador. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La lectura del Deuteronomio nos recuerda la historia del pueblo desde que era un arameo errante, sin tierra y sin identidad, hasta que fue constituido en pueblo elegido. Este pueblo, pasa de la esclavitud a la libertad, de la servidumbre a la abundancia, de la opresión en el extranjero al señorío en la tierra propia. La lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos proclama el señorío de Jesucristo por el cual el hombre se salva, en Él no hay división entre judíos o griegos, ya que todos podemos obtener la salvación. El texto del Evangelio según San Lucas nos presenta las tentaciones de Jesús en el desierto al inicio de su ministerio público. La tentación es una prueba de la fidelidad por parte del diablo que es el tentador, -aquel que se opone al plan salvífico de Dios-. En el Evangelio, Jesús, el Hijo de Dios, es sometido a la tentación con la consiguiente victoria sobre el tentador. San Lucas resalta de modo especial la figura de Jesús lleno del Espíritu Santo que lo había ungido en el bautismo y empujado por él “fue llevado al desierto”, de modo que Jesús está movido por la acción del Espíritu que obra en Él y lo lleva al lugar de la prueba y allí el Hijo de Dios sale vencedor. El desierto evoca el lugar donde estuvo el pueblo de Israel durante cuarenta años; es también el lugar donde estuvieron Moisés y Elías y, antes del Mesías estuvo Juan el Bautista. El desierto en la Sagrada Escritura, representa el lugar de encuentro de la persona con Dios y consigo misma; es un sitio para la reflexión y la oración. El evangelista señala que Jesús estuvo en “el desierto durante cuarenta días”, tiempo que evoca los días que estuvo Moisés en el Sinaí; también evoca el tiempo que caminó Elías para llegar al Horeb. El desierto puede ser el lugar geográfico donde habitan las alimañas y los animales salvajes (cf. Lv 16,16; Is 13,21; 34,14; Tob 8,3) o el lugar de encuentro y contacto con Dios (cf. Os. 2, 14-15). Durante su estadía en el desierto Jesús “estuvo sin comer”, este detalle, nos habla de la importancia del ayuno como privación del alimento para el fortalecimiento de la voluntad que ayuda a combatir al tentador. El tentador se opone a Dios y quiere truncar su plan de salvación, de modo que se aprovecha del momento de más “debilidad” de Jesús, pues en el momento que “sintió hambre” se acerca para ponerle la primera tentación. Es en el momento de mayor fragilidad cuando el demonio presenta la tentación a Jesús, pues en el momento de mayor fortaleza sería más difícil que logre hacerlo caer. Sin embargo, no se debe perder de vista que Jesús estaba guiado por el poder del Espíritu que lo llevó a cumplir la misión que El Padre, le encomendó. Una vez terminado el periodo de los cuarenta días, “al cabo de ellos, sintió hambre” y llega el momento de la tentación. El diablo quiere confundir a Jesús, “Si eres Hijo de Dios”, pone a prueba su condición filial con un tono de sarcasmo e ironía; quiere poner a prueba la divinidad de Jesucristo y es en ese momento, cuando vienen las tres tentaciones: • “Di a esta piedra que se convierta en pan”: aquí se representan todas las necesidades básicas de la persona; ya que el alimento es lo necesario para subsistir. Jesús supera la tentación de Israel que anhelaba el alimento de Egipto (cf. Nm 11). • “Te daré el poder y la gloria de estos reinos”, representa la tentación del poder. El demonio se hace dueño político y dios del mundo, no reconoce que todo poder temporal viene de Dios. Jesús usando el recurso de la Escritura supera la tentación de la búsqueda del poder y la riqueza que contradicen su señorío. • “Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo”, esta tentación representa la falsa idea de Dios, en el deseo de tergiversar la Palabra de Dios y dudar de su veracidad. El relato bíblico nos muestra que Jesús no utilizó su filiación como un privilegio para demostrar su poder, más bien, como Verdadero Hombre, nos enseñó a llenarnos del Espíritu de Dios y, mediante la oración y la penitencia, ser capaces de vencer al tentador con la ayuda de la gracia de Dios. Así, nuestra humanidad encuentra en Cristo al Hombre Perfecto, que superó la tentación de Adán y, como Nuevo Adán, nos lleva a revestirnos de su fuerza para vencer la tentación. El relato concluye afirmando que “acabada toda tentación, el diablo se alejó de él hasta un tiempo oportuno”. Esto significa que, aunque por el momento ha sido vencido el tentador, la acción del mal continúa, ya que como opositor a Dios, busca el momento para volver a presentarse y tentar a Jesús durante el ministerio público. Es importante caer en cuenta que el diablo se acerca a tentar a Cristo, después de que es Ungido por el poder del Espíritu y antes de iniciar su ministerio público en Nazaret, lo que significa que, cuando Jesús esta más cerca de cumplir la misión que el Padre le ha encomendado, es cuando el diablo quiere tentarlo, para impedir que el proyecto de salvación se lleve a cabo. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Jesús es llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado. De igual modo, nosotros a lo largo de nuestra vida estamos sometidos a la tentación. Debemos saber que la tentación, no es mala en sí misma ni procede de Dios, lo que nos hace caer en el pecado es consentir la tentación, por ello, en el Padre Nuestro, le pedimos al Padre que nos de la fuerza para no caer en la tentación. La tentación se puede constituir en el momento oportuno para mostrar nuestra fidelidad al Padre, al igual que Cristo fue fiel al proyecto salvífico de Dios. Para poder resistir a la tentación, -al igual que Cristo-, debemos estar llenos del Espíritu que nos ha ungido en el bautismo y mediante la ayuda de la oración y la gracia de Dios, podremos vencer al tentador. Al igual que Jesús se deja llevar por el Espíritu al desierto, también nosotros debemos dejarnos conducir por el Espíritu, para entrar en el tiempo de la cuaresma como en un tiempo de desierto, que más que como lugar geográfico, debe ser el lugar donde a solas nos encontramos con Dios, para la escucha de su Palabra que nos ayuda en el combate contra el tentador. El Evangelio nos muestra claramente que cuando más cerca queremos estar de Dios, más se presenta el diablo para oponerse y tentarnos para hacernos caer y, lograr que desistamos en nuestro seguimiento del Señor. Nos debe llevar a la reflexión, el hecho de que Jesús fue tentado por el mal cuando estaba en un momento de fragilidad o debilidad humana, es decir, que el demonio aprovecha nuestra debilidad para tentarnos. A quien ya está bajo la acción del mal, el demonio ya no tiene necesidad de tentarlo, pero quien se deja llevar por el Espíritu de Dios, sabe que en todo momento estará sometido a la tentación. Las tres tentaciones a las que estuvo sometido Cristo, son las mismas tentaciones a las que continuamente estamos sometidos nosotros. La cuaresma es el momento oportuno para que mediante la penitencia, la oración, la limosna y el ayuno, fortalezcamos el espíritu para vencer al tentador. 3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? El Prefacio V de cuaresma señala que en la Iglesia caminamos en “un nuevo éxodo a través del desierto cuaresmal”. Esto nos recuerda que la cuaresma debe ser un espacio de desierto donde entremos en la austeridad y el espíritu penitencial de estos días, para escuchar la Palabra de Dios que nos da la ayuda a vencer la tentación. El Papa Francisco nos recuerda que la “cuaresma, es tiempo para ajustar los sentidos, abrir los ojos frente a tantas injusticias que atentan directamente contra el sueño y el proyecto de Dios. Tiempo para desenmascarar esas tres grandes formas de tentaciones que rompen, dividen la imagen que Dios ha querido plasmar. Las Tres tentaciones que sufrió Cristo. Tres tentaciones del cristiano que intentan arruinar la verdad a la que hemos sido llamados. Tres tentaciones que buscan degradar y degradarnos” (Homilía del Papa Francisco el 14 de febrero de 2016 - Primer domingo de cuaresma). La cuaresma debe ser un tiempo de retiro espiritual en el que fortalezcamos nuestro espíritu para poder luchar contra las tentaciones del maligno. San Agustín nos dice: “Si fuimos tentados en El, vencimos también al diablo en El. ¿Te fijas en que Cristo es tentado y, sin embargo, no consideras su triunfo?... Hubiera podido Cristo impedir la acción tentadora del diablo; pero entonces tú, que estás sujeto a la tentación, no hubieras aprendido de El a vencerla” (San Agustín, Coment. sobre el Salmo 60). El santo cura de Ars en sus sermones nos invita a no dejarnos vencer: “No hemos de forjarnos la ilusión de que vamos a quedar libres de tentaciones que, de una u otra manera, nos atormentan mientras vivamos; por consiguiente, es preciso combatir hasta la muerte. Apenas nos sintamos tentados, hemos de recurrir pronto a Dios, y no cesar de pedir su auxilio mientras dure la tentación, puesto que si el demonio persevera en tentarnos, es siempre con la esperanza de hacernos sucumbir” (Santo Cura de Ars, Sermón sobre las tentaciones). 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? El cristiano que ha sido revestido de Cristo desde el momento del bautismo, tiene la misión de trabajar por anunciar el Evangelio y construir el Reino de Dios en medio del mundo. El diablo siempre se opondrá al cumplimiento de ese proyecto salvífico de Dios y por eso, nos presenta la tentación a la que continuamente estamos enfrentados, de modo que, en este domingo, hemos de mirar a Cristo, que al asumir nuestra humanidad, asumió también la tentación a la que somos sometidos, para enseñarnos a vencerla con la fuerza de su Espíritu. Es aquí donde nosotros, debemos saber que siempre que deseemos trabajar en la edificación del Reino de Dios, estaremos sometidos a la lucha contra el mal. Pero nos debe animar, el hecho de saber que no estamos solos y al igual que Cristo venció, también nosotros podemos resistir a la tentación. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. Invitar al pueblo de Dios a vivir la cuaresma como camino de conversión eclesial a través de la escucha de la Palabra, la oración y ayuno. 2. Tener presente que este primer domingo de cuaresma es una llamada a la solidaridad que Jesús comparte con nosotros en la tentación. 3. Se sugiere como fórmula de saludo, la propia para el Tiempo de Cuaresma: La gracia y el amor de Jesucristo que nos llama a la conversión, estén con todos ustedes, Misal, pág. 333. 4. Con las oraciones propias para la Misa, también tiene propio el Prefacio: Las Tentaciones del Señor, Misal pág. 79. 5. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para este domingo, Misal, pág. 80; igualmente, se ofrecen para cada día de la semana. 6. Este domingo se celebra el rito «de la elección» o «inscripción del nombre» para los catecúmenos que serán admitidos a los sacramentos de iniciación cristiana en la Vigilia Pascual, empleando las oraciones e intercesiones propias, como se encuentran en las páginas 799-800 del Misal, Romano. 7. Recordar a los fieles que durante la Cuaresma se desarrolla la Campaña de la Comunicación Cristiana de Bienes. También que, los viernes de Cuaresma son días de abstinencia de carne, que obliga a todos los mayores de catorce años. 8. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la vigilia de los domingos de Cuaresma, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas se añaden los cánticos y el evangelio; igualmente, puede hacerse una homilía sobre el evangelio. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario. Para el tiempo de Cuaresma, ver Liturgia de las Horas II, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 2049 ss.

Lun 4 Mar 2019

Es tiempo para volver a Dios

Monición introductoria de la Misa Al iniciar nuestro camino cuaresmal, somos marcados con la ceniza que nos recuerda que somos seres humanos llenos de fragilidad. En esta celebración iniciamos un itinerario de purificación interior que, mediante la oración, el ayuno y la limosna, nos ayudan a la penitencia sincera que nos impulsa a buscar la conversión del corazón. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios nos llama a llama a la reconciliación aprovechando este tiempo de salvación, la penitencia de estos días cuaresmales expresada mediante el ayuno, la oración y la limosna debe servirnos como medio de purificación interior para buscar la conversión de corazón. Primera lectura: Joel 2,12-18 Salmo: 51(50),3-4.5-6a.12-13.14+17 (R. cf. 3a) Segunda lectura: 2Corintios 5,20 - 6,2 Evangelio: Mateo 6,1-6.16-18 Reflexión Hoy iniciamos nuestro itinerario cuaresmal como camino hacia la Pascua y la Palabra de Dios nos hace caer en la cuenta de la realidad del pecado que nos hace volver la mirada a Dios para purificar nuestra vida mediante una reconciliación sincera con el Señor. El Evangelio nos habla de algunas prácticas religiosas que la Iglesia nos recomienda para el tiempo de la cuaresma: La limosna, la oración y el ayuno (CEC 1438). De aquí se desprenden tres ideas temáticas: • Es tiempo para volver a Dios, así lo recuerda la primera Lectura del profeta Joel. • Es el tiempo favorable, es el día de la salvación, tal como nos exhorta San Pablo en su segunda carta a los Corintios. • Es tiempo para la purificación interior mediante la limosna, el ayuno y la oración, así nos lo pide el Evangelio. 1. ¿Qué dice la Sagrada Escritura? - La primera lectura del profeta Joel nos hace una fuerte llamado de atención para volver la mirada a Dios. Ante la descripción de la plaga, el profeta impresionado por esta situación, es insistente en llamar a la penitencia interior mediante una conversión sincera como retorno hacia Dios. El profeta invita a “rasgar los corazones no las vestiduras”, este es un signo claro de la conversión interior. La expresión “volver” invita al regreso, ya que el pecado es considerado como un destierro y ahora es el momento para volver de “corazón” mediante un firme propósito de cambio que ayude al hombre a permanecer en Dios. Joel ofrece tres motivos para la conversión: El primero de parte de Dios que es compasivo y misericordioso, siempre dispuesto al perdón para el pecador arrepentido; el segundo de parte de la plaga que aún no lo ha destruido todo y el pueblo tiene posibilidad de presentar una libación; y el tercer motivo es que Israel será admirado por todos los pueblos a causa de la respuesta salvífica de Dios. Para lograr todo esto se hace necesaria la conversión de todo el pueblo desde los niños hasta los más ancianos mediante un tiempo de penitencia y purificación interior. El texto concluye con la misericordia de Dios que tiene compasión de su pueblo. - La segunda lectura de San Pablo a los Corintios nos exhorta a la reconciliación, aquí reconciliarse es el reconocimiento del mal cometido para ser una nueva creatura en Cristo, ya que con la muerte de Cristo y su resurrección todos somos constituidos en nuevas creaturas: esta reconciliación con Dios conlleva tres realidades: Reconocer la actualidad del misterio de la Cruz de Cristo, no recibir en vano la gracia de Dios, aprovechar el momento oportuno en el hoy de la salvación. - El pasaje evangélico está ubicado dentro del contexto del Sermón de la montaña en lo que se conoce como “la justicia de la ley”, o su práctica perfecta. Jesús no ha venido a abolir la ley sino a darle cumplimiento (Mt. 5, 17). El texto del Evangelio se ocupa de tres expresiones propias de la religiosidad judía inscritas dentro del ámbito de la retribución: si hace para ser visto por los hombres obtendrá una recompensa humana pero quien las hace para ser visto por Dios debe esperar la recompensa del Padre celestial. En la Sagrada Escritura “la justicia” implica la rectitud de vida, caminar delante de Dios como hijos suyos sin buscar formalismos externos sino con el deseo de cumplir su voluntad. En el tiempo de Jesús no había una organización eclesial para la distribución de las limosnas, por eso era costumbre “tocar la trompeta” o anunciar públicamente que se hacía una limosna. Jesús no está atacando tal práctica sino la forma en que se hace, pues lo importante no es la actitud exterior sino la disposición interior y la generosidad con la que se hace. Es aquí donde Jesús manda que al hacer la limosna se mantenga en secreto “que tu mano izquierda, no sepa lo que hace tu derecha”. El que haga limosna de modo externo para ser calificado por los hombres es designado como “hipócrita”; es decir, aquel que es doble o que actúa de comediante y obra por el espectáculo buscando su recompensa personal. En este sentido la verdadera limosna es aquella que da con una actitud de desprendimiento y desinterés, la que brota de la generosidad de aquellos que se reconocen como hijos y saben que hay hermanos más necesitados con quienes se debe compartir los bienes que se han recibido con don de Dios. En segundo lugar, se habla de otra práctica muy común entre los piadosos judíos; la oración, esta se hacía en varios momentos del día: en la mañana, al mediodía y a la noche, tanto en la sinagoga como en cualquier lugar. Para los judíos la oración era un medio de auto-prestigio para exhibirse como personas piadosas. La instrucción correcta para la oración no es tanto del lugar sino de la actitud para la oración… “entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto”. El texto no está en contra de la oración judía sino del modo como el orante se dirige a Dios. La auténtica oración debe ser la que se dirige a Dios y busca la comunicación con Él, no con el deseo de aparecer como piadoso sino con el deseo de salir de sí mismo, para entrar en diálogo con el Padre desde lo profundo del corazón. En tercer lugar, se habla de la práctica del ayuno público que en momentos de situaciones extremas, como la sequía, se practicaba con rigor vistiéndose de saco y sayal cubriendo la cabeza con ceniza para mostrar una actitud externa de tristeza y arrepentimiento. En el A.T. se distinguía el ayuno verdadero del falso (Is 58, 5-6). Jesús invita al ayuno sincero mediante una actitud interior que no se note en lo externo, para que el verdadero ayuno tenga su efecto ante el Padre Celestial: “cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro”. El ayuno auténtico debe ser fruto de la penitencia interior; esto implica la verdadera conversión que es motivo de alegría y se manifiesta de modo externo. Es en este sentido donde el perfumarse es signo de la alegría exterior por una actitud de conversión interior que se da desde el corazón. 2. ¿Qué me dice la Sagrada Escritura? Continuamente somos llamados a la conversión no como algo accidental o externo sino como un verdadero cambio de mentalidad que implica todo el ser y el obrar de la persona y para lograr la conversión auténtica se debe dar un paso importante mediante la reconciliación con Dios y con los hermanos. La Iglesia ha establecido el tiempo de la cuaresma como un tiempo propicio para que nosotros mediante las penitencia, busquemos la purificación de nuestra vida, lo que nos ayudará en un auténtico camino de conversión. Pero no podemos quedarnos viviendo una purificación externa, la verdadera penitencia debe nacer del corazón que desea unirse de nuevo a Dios para un sincero cambio de vida. La Palabra de Dios en el Evangelio, nos recomienda algunas prácticas que pueden ayudarnos en ese camino de purificación: la limosna, la oración y el ayuno. Prácticas que la Iglesia nos recomienda vivamente para el tiempo cuaresmal, pero no podemos caer en el peligro de los fariseos, de quedarnos en lo externo de ellas mismas y que no comprometan seriamente nuestra vida. Estas prácticas deben vivirse con una verdadera actitud de conversión. La limosna (CEC 2443-2449, 2462), nos ayuda a la caridad sincera, mediante el desprendimiento de aquello que poseemos y que nos hace falta, para compartirlo con aquellos que están más necesitados que nosotros. La auténtica limosna dada desde la generosidad del corazón, nos puede ayudar a ser más solidarios con los demás y ver la precariedad de los otros, como una oportunidad para manifestarles nuestra hermandad y el deseo de compartir los bienes que hemos recibido de Dios. La oración (CEC 2558 - 2565), nos ayuda a unirnos más a Dios saliendo de nosotros mismos y volviendo la mirada a aquel que nos ha creado, para entablar un sincero diálogo con Él y conocer el designio de su voluntad. Así, la oración se convierte en alimento del alma, pues nos ayuda a llenarnos de la presencia de Dios, ya que el hombre que ora con humildad se siente pequeño y sabe que su condición creatural le lleva al reconocimiento de la soberanía de Dios para unirse a Él, como la creatura a su Creador. El ayuno (CIC 1250-1253 y CEC 1430), como una disciplina espiritual que nos ayuda a la mortificación y la penitencia, para el fortalecimiento de la voluntad que nos ayuda a dominar nuestras pasiones. El mismo Cristo, estuvo ayunando antes de iniciar su ministerio público y así, con la fuerza del Espíritu, pudo vencer al tentador. El ayuno no es un fin en sí mismo sino un medio que nos ayuda a la purificación interior para lograr la conversión. El ayuno verdadero nos ayuda a desprendernos de lo material para reconocer la debilidad y la dependencia de Dios. 3. ¿Qué me sugiera la Palabra que debo decirle a la comunidad? Iniciamos el itinerario cuaresmal, un tiempo especial en que la Iglesia nos invita a prepararnos para la Pascua, es un momento oportuno para renovar la gracia de Dios a través de la confesión de nuestros pecados. Para ayudarnos en nuestro camino de conversión la Palabra de Dios nos invita a la reconciliación aprovechando este tiempo especial de salvación. El Papa Francisco nos invita a a vivir la cuaresma como un tiempo rico para desenmascarar las tentaciones y dejar que nuestro corazón vuelva a latir al palpitar del Corazón de Jesús. Toda esta liturgia está impregnada con ese sentir y podríamos decir que se hace eco en tres palabras que se nos ofrecen para volver a «recalentar el corazón creyente»: Detente, mira y vuelve (Homilía miércoles de ceniza 2018). El pecado, es como un virus que ataca nuestra vida y destruye nuestra relación con Dios, nos aleja de Él, de la comunión con nuestros hermanos y con la creación y nos divide interiormente; por eso, las prácticas cuaresmales nos ayudan a prepararnos para una sincera purificación interior: - la oración nos ayuda a relacionarnos con Dios; - la limosna que nos ayuda a practicar la caridad con los hermanos más necesitados, especialmente durante este tiempo cuaresmal en la campaña de la comunicación cristiana de bienes, que nos ayuda a compartir los bienes que hemos recibido de Dios, sabiendo que todos somos hijos del Padre Bueno; - el ayuno nos ayuda la mortificación del cuerpo para dominar la voluntad y luchar contra las tentaciones que nos hacen caer en el pecado. Entrar en este tiempo de gracia es una oportunidad para volver la mirada a Dios que nos reconcilia de nuevo. San Agustín nos exhorta: “Sean vigilantes en orden a su salvación, sean vigilantes para que estén a tiempo. Ninguno llegue tarde al tiempo de Dios, ninguno sea perezoso en el servicio divino. Sean todos perseverantes en la oración, fieles en la constante devoción. Sean vigilantes mientras es de día; el día resplandece. Cristo es el día. Él está listo para perdonar a quienes reconocen su culpa pero también para punir a quienes defienden considerándose justos, aquellos que creen ser algo mientras no son nada” (San Agustín, InIo. evang. 12, 13 s). 4. ¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión? • Durante este tiempo de cuaresma se nos hace la invitación especial para practicar las obras de misericordia que nos ayudan a pensar en el hermano que sufre y necesita de nosotros. • Dedicar un buen espacio para la oración nos ayuda a mantener nuestro contacto con el Señor. • Practicar el ayuno y la abstinencia, como medios que fortalecen nuestra voluntad, para poder vencer las tentaciones del mal. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Dios Padre, rico en Misericordia nos ofrece este tiempo de cuaresma para volver nuestra mirada hacia Él. Por eso, suplicantes presentemos nuestras plegarias: R. Padre Misericordioso, escúchanos. 1. Por el Papa y los ministros consagrados, para que sean testimonio de la cercanía de Dios a su pueblo e instrumentos de gracia y reconciliación para el pecador arrepentido. 2. Por los gobernantes, para que con su trabajo busquen la justicia, la reconciliación y la paz entre los ciudadanos. 3. Por todos los que en este tiempo sufren, para que encuentren en nosotros la caridad fraterna que los ayude en sus dificultades. 4. Por los catecúmenos que durante este tiempo se preparan para el bautismo, para que la vivencia de la cuaresma los ayude a prepararse para revestirse de la gracia de Cristo en la Pascua. 5. Por quienes hoy iniciamos este tiempo de cuaresma, para que mediante la penitencia interior vivamos este tiempo de gracia y salvación con un decidido deseo de conversión. En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales. Oración conclusiva Escucha Padre las plegarias de tu pueblo que se dirige a ti al iniciar estos días de penitencia cuaresmal y concede a tus hijos la verdadera conversión del corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén. RECOMENDACIONES PRÁCTICAS: 1. La celebración de los tiempos de Cuaresma y Pascua, conforman el centro del Años Litúrgico, porque en ellos tiene lugar la celebración central de nuestra fe: el misterio de la muerte y la resurrección de Jesucristo; Tal como nos dice el número 22 de las Normas sobre el calendario: “Los cincuenta días que van desde el domingo de Resurrección hasta el domingo de Pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación como si se tratase de un solo y único día festivo, más aún, como ‘un gran domingo’”. Por tanto Cuaresma forma parte del ciclo pascual ya que la finalidad es la celebración del Triduo Pascual y la Pascua5 La Cuaresma es un tiempo de renovación espiritual, tiempo de conversión, de revisar nuestra vida a la luz de la Palabra de Dios. No es un tiempo de mortificación sino de desierto, de vaciarnos totalmente para que podamos dejar llenarnos de la gracia de Dios, para que caminemos cada día más hacia la conversión, para poder vivir como Jesucristo vivía6 • El tiempo de Cuaresma abarca desde el Miércoles de Ceniza hasta la Misa de la Cena del Señor, el Jueves Santo, exclusive. • Cada día de Cuaresma tiene Misa propia completa, además, se propone una oración diaria de bendición sobre el pueblo. • Durante la Cuaresma y hasta la Vigilia Pascual, exclusive, no se dice ni el gloria ni el Aleluya (se exceptúan solemnidades y fiestas). • En el tiempo de Cuaresma no se debe adornar con flores el altar, y se permiten los instrumentos musicales sólo para sostener el canto, como corresponde al carácter penitencial de este Tiempo (se exceptúan de esta norma el domingo IV de Cuaresma - Laetare – y las solemnidades y fiestas). 2. La Cuaresma es el principal tiempo de penitencia, tanto para los individuos como para toda la Iglesia. Conviene, por consiguiente, que la comunidad cristina sea preparada en este tiempo, por medio de las celebraciones penitenciales, para que participe más plenamente del misterio pascual.7 Dos ejemplos de celebraciones penitenciales adaptadas al tiempo de Pascua.8 Otros esquemas de celebraciones penitenciales Ordinarias, con Niños, con Jóvenes y con Enfermos9. 3. Desde el inicio de la Cuaresma se puede programar, cuando mejor convenga, una celebración penitencial, con confesión individual. Igualmente podría preparase para un día de este tiempo de cuaresma la celebración de la Eucaristía con la administración de la Unción de los enfermos de la parroquia que están en peligro de muerte por enfermedad o por vejez. Esta es la mejor preparación para la celebración de la Pascua. No recomendable pastoralmente el jueves santo en la mañana, como se explicará allí en su momento. 4. Tener en cuenta para este tiempo el Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2019. 5. Recomendar para los viernes de cuaresma el ejercicio piadoso del santo Viacrucis del Encuentro, ofrecido por el Departamento de Liturgia de la CEC. 6. En este miércoles de ceniza, resaltar la frase: “Conviértanse a mí de todo corazón”. 7. Insistir en las palabras: conversión, penitencia, misericordia, ayuno, oración y limosna. 8. Recordar que este día y el viernes santo es de ayuno, abstinencia y obras de caridad. 9. Tener en cuenta que la ceniza se debe hacer de los ramos bendecidos el año anterior o de ramas de árboles, y que se impone sobre la frente o sobre la cabeza, directamente con los dedos (no con sellos de corcho o de otro material). Se debe corregir o evitar cualquier cosa que lleve a la práctica supersticiosa de la imposición de la ceniza. 10. La ceniza se impone dentro de la Misa o en una Liturgia de la Palabra. En la Misa de hoy se omite el acto penitencial, porque luego se tendrá la imposición de la ceniza. La bendición e imposición de la ceniza tiene lugar después de la homilía y antes de la Oración Universal o de los Fieles, como lo indican las rúbricas de los libros litúrgicos (cf. Misal,, pp. 71-74; Ceremonial de los Obispos, nn 253-259). 11. Podría tomarse el Prefacio de Cuaresma III, “Frutos de la abstinencia”, Misal, pág. 370. Igualmente, puede seguirse la Plegaria Eucarística II. 12. Se podría emplear como oración de bendición sobre el pueblo, la propia para el miércoles de ceniza, Misal, pág. 75 5 Cf. http://pastoralliturgica.cpl.es/tiempos-liturgicos/ Tiempos Litúrgicos. 6 Cf. Ídem 7 Ritual de la Reconciliación y Penitencia, Conferencia Episcopal de Colombia, Departamento de Liturgia, Bogotá, D.C., 1999, pág. 114ss. 8 Ídem. 9 Ídem. Pág. 144 ss.