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Defensa de los líderes sociales en Colombia: un compromiso ecuménico e interreligioso
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Por Carlos Daniel Franco Ramírez - Históricamente, religiones e iglesias han debatido sobre doctrinas y dogmas, creando divisiones y diferencias que las separan. Sin embargo, el momento actual requiere dejar de lado esas diferencias y unir fuerzas en la defensa de la vida y la justicia social. Como actores y promotores de la vida en la construcción del tejido social en el país, en el contexto del diálogo ecuménico e interreligioso, la defensa de los líderes sociales en Colombia se convierte en un punto de encuentro y una oportunidad para favorecer la unidad.
Líderes sociales en Colombia
Numerosos líderes sociales de diversas comunidades, tanto hombres como mujeres, enfrentan amenazas, silenciamiento y, en última instancia, se convierten en víctimas de asesinato. Estos líderes asumen compromisos concretos en sus comunidades y territorios, trabajando en pro de la justicia, la paz, el medio ambiente y la defensa de los derechos colectivos. El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ) ha actualizado su registro de víctimas de líderes sociales, el cual asciende a 1729 personas - aunque se presume que la cifra real es mayor -, entre el 24 de noviembre de 2016 hasta el informe del 14 de mayo del presente año.
Es importante recordar que el asesinato de líderes sociales se ha intensificado en Colombia desde la firma del acuerdo de paz entre el Gobierno y las extintas Farc en 2016. Las cifras son elocuentes: 21 casos en 2016, 207 en 2017, 298 en 2018, 279 en 2019, 310 en 2020, 171 en 2021, 189 en 2022, 188 en 2023 y 66 hasta la fecha. Se observa, entonces, que aunque los homicidios han disminuido, lamentablemente aún persisten; muchos de estos casos quedan impunes y, tristemente, en la indiferencia de la mayoría de la población.
En vista de estas cifras alarmantes y esta cruel realidad, desde el diálogo ecuménico e interreligioso surge de manera imperante la necesidad de ofrecer una reflexión sobre el asesinato de los líderes sociales en Colombia, con el propósito contribuir a la construcción del bien común y a la defensa de sus vidas.
Compromiso ecuménico e interreligioso
El ecumenismo es una invitación a todos los cristianos para construir el reino de Dios, y exige la participación comprometida de cada uno para colaborar en orden al bien común. Desde este contexto del diálogo ecuménico, todos los cristianos podemos interpretar la muerte de los líderes sociales desde la recuperación de la memoria del Jesús histórico y las causas de su muerte, derivadas de su compromiso social y su ministerio profético.
Esta perspectiva demanda que todos los cristianos tomen conciencia de la vida y obra de Jesús, asuman los desafíos del compromiso evangélico y encarnen su mensaje en la realidad histórica actual; en otras palabras, quien hoy no se compromete, dista del cristianismo de Jesús. La fe en Cristo debe trascender los límites personales y abarcar dimensiones más amplias para contribuir al bienestar de todos.
Desde esta óptica, el compromiso social y el diálogo ecuménico se convierte en un pilar fundamental del cristianismo, intrínseco en la vivencia y manifestación de la fe. “En nombre de Cristo se adopta conjuntamente posiciones de solidaridad al servicio de la humanidad; así se enfrentan problemas de justicia, libertad, paz, y se atiende mejor a los pobres, marginados y a los indefensos.”
Sin embargo, este esfuerzo no se limita al diálogo entre cristianos, sino que involucra a todas las personas, independientemente de sus convicciones religiosas, incluso aquellas que no son cristianas. Todos debemos responder al llamado de enfrentar el asesinato de los líderes sociales mediante la promoción de un diálogo interreligioso que también inspire un compromiso social para abordar esta realidad y contribuir colectivamente a la construcción de una mejor sociedad. Este llamado trasciende barreras religiosas, se convierte en un terreno compartido y es claro para todos: un mayor compromiso social, así como el apoyo y defensa de aquellos que sí se comprometen socialmente.
Por tanto, el diálogo interreligioso, como bien lo asegura el papa Francisco, “antes incluso de ser una discusión sobre los grandes temas de la fe, es una conversación sobre la vida humana.” Este diálogo se presenta como el espacio propicio para asumir responsabilidades comunes frente a la problemática de nuestro país, la cual nos apremia y nos interpela profundamente.
Conclusión
En definitiva, los seres humanos, independientemente de la religión que profesen, cuentan con elementos suficientes para ejercer un liderazgo fundamentado en los valores de la fraternidad/sororidad universal, desde su vocación, profesión y ocupación, en su ámbito laboral, académico, sociocultural, parroquial, en diversos movimientos y asociaciones en los cuales participa.
Para que esta aspiración no quede reducida a una mera utopía, es fundamental que todos reconozcan la importancia de los líderes sociales y apoyen su lucha. No se puede ser indiferente ante el esfuerzo y el sufrimiento de estos compatriotas que luchan por la reconstrucción del bienestar social en sus respectivos territorios; de esta manera, cada persona está llamada a contribuir de alguna manera a la labor de estos líderes que desempeñan un papel crucial en el país.
Resulta crucial visibilizar esta realidad, respaldarlos y acompañarlos en su encomienda. Es de vital importancia emplear esfuerzos para que se sigan denunciando los ataques contra ellos, fomentar la educación en la creación de una conciencia colectiva, y la sensibilización desde estos ambientes religiosos en torno a la importancia del liderazgo social y su impacto en la construcción de sociedades más equitativas y justas. Esto implica promover formación y enseñanzas que reconozcan la labor y el valor de quienes se alzan como voces de cambio y justicia en nuestra sociedad.
En resumen, la fuerza transformadora de los líderes sociales es un llamado a la acción para cada individuo, independientemente de sus creencias o afiliaciones. Contribuir al respaldo y protección de estos líderes es un paso significativo hacia la realización de sociedades más fraternas, más justas, más presencia del reino de Dios anunciado por Jesús en el aquí y ahora de nuestra historia.
Carlos Daniel Franco Ramírez, C.Ss.R.
Seminarista Redentorista
"Nuestro pueblo gime de dolor": Pro-Vicario de Guapi
Mar 5 Nov 2024
Sobre “La Paz Total”
Jue 7 Nov 2024
Jue 17 Oct 2024
Una infamia criminal
Por P. Mario García Isaza - La Superintendencia de Salud emitió, el pasado 20 de septiembre, una Circular Externa, la 2024150000000011-5, “por la cual se imparten instrucciones generales de inspección, vigilancia y control para la garantía del derecho a la salud de personas trans en Colombia”.Se trata de un mamotreto de 23 páginas, cuyo contenido, cuyas determinaciones, impartidas con carácter de obligatoriedad, son profundamente inmorales, sencillamente aberrantes y criminales.Subyace al documento en mención, como sucede en tantos otros de nuestras Cortes y otros organismos oficiales, el fatal desconocimiento o la negación de la existencia de una Ley Natural, que, por serlo, es anterior y está por encima de toda ley positiva; desconocimiento o negación que llevan, inevitablemente, a aberraciones como son el presentar como un derecho el asesinato de los nonatos, o la eliminación por eutanasia de quien sufre o es considerado inútil, o la asimilación con el matrimonio de uniones anormales y vitandas, o la corrupción de los niños y adolescentes mediante la imposición de la ideología de género…La malhadada circular trae a cuento más de 25 resoluciones de nuestra Corte Constitucional, siempre tan deslumbrada en materia de ética y tan empeñada en zapar los cimientos cristianos de la sociedad colombiana, que supuestamente dan pie a las escabrosas normas de la Supersalud. Me refiero especialmente al apartado H de la circular, dedicado a “infancias y adolescencias trans en proceso de desarrollo” (?) Y que pretende “asegurarle a esta población un desarrollo saludable y apoyo en la afirmación y/o expresión de género”. Es un intento siniestro, sellado con veladas y tortuosas amenazas de sanción, de promover, como algo positivo, normal y hasta plausible, la perplejidad afectivo-sexual y el cambio de sexo; es decir, violentar la naturaleza, otorgarle el sello de normal a lo que no lo es, torcerle el cuello a lo establecido por el Creador del hombre y de todo cuanto existe.“A imagen de Dios los creó. Hombre y mujer los creó”, reza el Libro del Génesis.Hace la Circular de la Superintendencia, afirmaciones contraevidentes, que no se sostienen ante las leyes de la sicología, ni siquiera ante el más elemental sentido común. Resulta casi risible afirmar, como lo hace apoyándose en la Sentencia T-447 de la Corte, que “a los cinco años los niños desarrollan su identidad de género” ¿Se habrán asomado los togados de la Corte y el Superintendente Leal a un manual de sicología evolutiva? No parece. Y basándose en semejante dislate, establece la Circular que los niños, óigase bien, tienen derecho a pedir, y los médicos obligación de atenderlos, que se les practique una intervención quirúrgica o se les suministre una medicación para cambiar de sexo, y que no solamente no es necesario, sino que constituye una intromisión indebida, pedir o esperar la autorización o aprobación de los padres. Y se despacha con afirmaciones insensatas, como ésta: “la protección o reconocimiento de esa identidad (sexual) por medio de procedimientos médicos no están sujetos a cumplir determinada edad, ni existe ninguna evidencia científica que así lo sustente”; para establecer consecuentemente que “en los casos de intersexualidad (?) el consentimiento sustituto para la definición de sexo es válido…solamente cuando se emite antes de ese umbral” (los cinco años) Y más patochadas: “Los menores de edad son los únicos que pueden decidir sobre su vida y libertad, las cuales incluyen el sexo como elemento relevante de su identidad” ¡Por Dios! ¿Se percatarán de la barbaridad en que incurren? Porque, según eso, los adultos no gozan de esa autonomía y libertad.Habría campo para muchas otras consideraciones sobre esta Circular de la Superintendencia, que es una verdadera infamia. Habría, por ejemplo, que hacer énfasis en que con esas determinaciones se violan y pisotean de forma imperdonable el derecho y la autoridad de los padres de familia. Ya, en virtud de decisiones como las de esta circular, se ha llegado al colmo de que una niña de nueve años que llega con sus padres a un consultorio médico, sea recibida por el profesional de la salud con interrogantes como éste: ¿Cómo te percibes: niña o niño? Y, atérrense ustedes: el Presidente ha tratado de delincuentes a unos padres de familia que han protestado contra este adefesio moral de la superintendencia, y ha amenazado con denunciarlos penalmente.Ante esta actuación abusiva y grotesca de la Superintendencia, deberían darse una protesta y rechazo multitudinarios de la sociedad colombiana.Se ha convocado una marcha de protesta para el próximo 19 de octubre, con el objetivo de pedir la revocatoria inmediata de la nefasta circular. Vale la pena apoyar esta convocatoria, y dejar oír nuestra voz de rechazo ante estos atentados protervos contra la inocencia de nuestros niños.P. Mario García Isaza c.m.
Mié 16 Oct 2024
Canonización del beato José Allamano
Por P. Carlos Alberto Zuluaga Benjumea, IMC - El próximo 20 de octubre de 2024 tendrá lugar en la Plaza de San Pedro en Roma, en el marco de la Jornada Mundial de Las Misiones (DOMUND), un acontecimiento extraordinario para la Iglesia Católica, especialmente para los Misioneros y las Misioneras de la Consolata. También porque entre varios beatos que serán proclamados santos por el Papa Francisco se encuentra uno que sin haber estado nunca en misiones, es más misionero que muchos, pues es el Padre Fundador de los Misioneros y Misioneras de la Consolata.Giuseppe Allamano nació en Castel Nuovo D’Asti el 21 de enero de 1851. Desde niño, gracias a la piedad de sus padres Giuseppe Allamano y María Cafasso y a los lazos de parentesco con un tío que será santo, José Cafasso, mostró inclinación hacia la vida sacerdotal y entendiendo, ya desde temprana edad, lo que dirá luego a sus aspirantes que: “El Señor me llama hoy y no sé si me llamará mañana”, ingresó al Colegio de Don Bosco, que era también su paisano. Sin embargo, también por designio divino, no se quedó allí, sino que pasó al seminario diocesano donde fue ordenado sacerdote a la edad de 22 años, después de pasar todas las etapas de formación.Un personaje que lo marcó profundamente fue el Cardenal Guglielmo Massaia con la narración de sus experiencias misioneras en Etiopía. Esa especie de fijación que se creó en él, lo llevó a pensar en la necesidad de compartir la exagerada abundancia de clero de la Diócesis de Turín con las gentes del África, tan necesitadas del anuncio del mensaje de Jesucristo.Poco a poco fue contagiando con su entusiasmo, acompañado de mucha oración a los pies de La Consolata, patrona de Turín, en cuyo Santuario pasó muchos años como Rector, a compañeros del Clero diocesano hasta llegar a dar origen a una comunidad de Misioneros en 1901 y de Misioneras en 1910, destinados a la evangelización en África.La propuesta del carisma por él sentido y vivido, a pesar de que siguió siendo sacerdote diocesano, tuvo una gran acogida y pronto crecieron las dos familias y expandieron su acción misionera a muchos países con presencia en la actualidad en 24 de ellos en cuatro continentes.Inicialmente el carisma fue exclusivamente “Ad gentes”, es decir para los no cristianos; sin embargo, las circunstancias geográficas e históricas junto con las reflexiones de los Capítulos Generales han hecho que la acción evangelizadora de los Misioneros y Misioneras de la Consolata se ejerza también en otras realidades de la vida moderna aparentemente ya evangelizadas: las periferias urbanas, la juventud, las minorías étnicas, la justicia y la paz, el cuidado de la creación, el perdón y la reconciliación, etc.Entre los muchos contenidos de la doctrina del Santo Fundador José Allamano que quiere a sus Misioneros eucarísticos, marianos y papalinos hay dos fundamentales expresados así: “Los quiero primero santos y después misioneros” y la otra refiriéndose a la acción misionera y su efecto en los evangelizados: “Amarán una religión que además de hacerlos más felices en esta vida les prometa la vida eterna”. Eso es lo que tratan de vivir y hacer actualmente los Misioneros y Misioneras de la Consolata presentes en Colombia desde el 12 de diciembre de 1947.*Artículo de autoría conjunta / Misioneros y Misioneras de la Consolata
Mar 1 Oct 2024
El grito de los Migrantes y Refugiados
Por Pbro. Rafael Castillo Torres - Este domingo, 29 de septiembre, la Iglesia universal celebra la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado bajo el lema “Dios camina con su pueblo”, precisamente porque, como nos ha dicho el Papa Francisco en su mensaje para esta jornada, “muchos emigrantes experimentan a Dios como compañero de viaje, guía y ancla de salvación. Se encomiendan a él antes de partir y a él acuden en situaciones de necesidad. En él buscan consuelo en los momentos de desesperación”.Como Pastoral Social/ Cáritas colombiana vemos, en esta jornada, una gran oportunidad para agradecer a Dios e ir consolidando todas las acciones que nuestras parroquias, comunidades, instituciones, servicios diocesanos y ‘Comunidad de Protección’, han venido realizando por nuestros hermanos migrantes y comunidades de acogida, a partir de las cuatro acciones que nos ha sugerido el Papa Francisco: Acoger, Proteger, Promover e Integrar.Acciones que evidenciamos en los muchos espacios de convivencia, formación, incidencia y reflexión que se tienen con ellos; en los encuentros con distintos actores que, igualmente, sirven y acompañan tanto de la institucionalidad como de la cooperación; en la riqueza de los intercambios comunitarios y buenas prácticas de organizaciones de migrantes, así como en los momentos de oración y celebración con ellos, en los cuales hemos aprendido que, con el aporte de todos, que es pobreza compartida, acontece en su pueblo, un Dios salvador que multiplica y hace crecer los dones que sostienen la esperanza.Las experiencias de caridad en la frontera, expresadas en los encuentros y contacto directo de los señores obispos de Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá y Centro América y, más recientemente, el encuentro de obispos de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, así como las visitas y acciones conjuntas a las rutas migratorias del Tapón de Darién, tanto en Necoclí como en el Vicarito Apostólico del Darién en Panamá, en Riohacha, Cúcuta e Ipiales; el acompañamiento cercano del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede y de las Nunciaturas Apostólicas de nuestros países; los mensajes recibidos de manera directa de parte del Papa Francisco y el acompañamiento que hemos realizado a esa otra frontera de mar territorial del Vicarito Apostólico de San Andrés y Providencia en límites con Nicaragua y cercanos a Costa Rica, ruta de migración riesgosa en la que igualmente han desaparecido embarcaciones y personas, nos ha mostrado, no solo la magnitud del fenómeno sino también su complejidad.Un consenso práctico de estos esfuerzos sinodales de frontera ha sido el compromiso de abordar este desafío global, tanto en lo social como en lo eclesial, desde los criterios pastorales que nos ha dado el Papa Francisco: el tiempo es superior al espacio; la unidad prevalece sobre el conflicto; la realidad es más importante que la idea; el todo es superior a la parte, sencillamente porque todo está conectado.Igualmente, estos encuentros, dadas las experiencias encontradas y las escuchas realizadas nos han colocado ante la urgencia de remontarnos al origen de nuestra solicitud pastoral por nuestros hermanos migrantes y refugiados. Solicitud que tiene su origen cuando se da a luz la vida humana, en un grito. Un grito que escuchamos en el Tapón del Darién y en las aguas del Caribe; en Rumichaca y en Arauca; en Riohacha y en Cúcuta y que todos sentimos en carne propia. Es una solicitud pastoral que no nace ni de una teoría ni de una doctrina en particular, sino de esa larga y compleja madeja de gritos y de “ayes” de hermanos migrantes y refugiados que van clamando, mientras caminan desde el sur hacia el norte.Como Iglesia hemos tomado la decisión de responder a esos gritos. Queremos incidir en una legislación justa en nuestros Estados; en la codificación de normas si hacen falta; en la concreción de pactos y protocolos, porque creemos que todas ellas son posteriores a esa instancia primordial del “escuchar” y “sentir” el grito de quien se ha convertido en víctima, de quien ha sido despojado de su dignidad o de sus derechos. Es un gran aprendizaje que nos ha dejado el acompañamiento cercano del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.Nuestra pastoral de la movilidad humana, y en particular nuestro acompañamiento a las familias migrantes y refugiadas, ha de partir siempre, no de una declaración o un instrumento jurídico, sino de una experiencia, de un dolor ajeno sentido como propio. Si tenemos que buscar una expresión que sea anterior y que permita trascender toda posición religiosa, “neutral” o ideológica, una expresión que permita que la exterioridad irrumpa en nuestro mundo íntimo y nos movilice hacia una opción por la justicia y los derechos humanos con este pueblo en marcha, nos tenemos que remitir a la protopalabra, la exclamación o interjección de dolor, consecuencia inmediata del traumatismo sentido.El ¡AY! de dolor producido en las familias migrantes y refugiadas por la realidad de sus países, por la trata de personas, así como por las estructuras mafiosas que han hecho de su tragedia un negocio, nos están indicando de manera inmediata no algo sino alguien. El que escucha el grito de dolor queda sobrecogido, porque el signo irrumpe en su mundo cotidiano e integrado, el sonido, el ruido casi, que permite vislumbrar la presencia ausente de alguien en el dolor. “He escuchado el clamor que le arranca su opresión (al pueblo)” (Ex 3,8); “... y lanzando un gran grito, expiró” (Mc 15,37). El grito, antes que la palabra, es quizá el signo más lejano de lo ideológico. Es el límite de la revelación humana y divina, que situándose fuera del sistema lo pone en cuestión. Es un grito que nos ha puesto en camino en la certeza de que Dios camina al ritmo de su Pueblo.Pbro. Rafael Castillo TorresDirector del Secretariado Nacional de Pastoral Social / Cáritas Colombiana
Lun 9 Sep 2024
Arquitectos y Artesanos de Paz
Por Pbro. Rafael Castillo Torres - La paz para Colombia es una tarea en permanente construcción que exige lo mejor de las personas, comunidades e instituciones. Hemos dado inicio a esta XXXVII Semana por la Paz con el lema “Uniendo voces, construimos país”. Es un inicio en el que la Iglesia nos ha exhortado a ser arquitectos del diseño original que nos demanda la construcción de la paz, expresada en políticas públicas de Estado que nacen, no solo del ámbito legislativo, sino también de un acuerdo decente en la negociación, que no piensa únicamente en los intereses de las partes, ni el cálculo político de un gobierno de turno, sino en el mayor bien de una nación que anhela la reconciliación.Los arquitectos, me ha enseñado una amiga, suelen unir la belleza del arte con la técnica. Y ello porque deben diseñar muy bien, construir muy bien y proyectar muy bien, procurando integrar, de manera armónica, la belleza del diseño con el entorno del paisaje y la geografía humana de los espacios urbanos.Una pregunta que viene bien hacernos es la siguiente: ¿Qué debemos tomar en consideración para colocar la piedra angular que nos exige la arquitectura institucional de la paz? La Conferencia Episcopal de Colombia ha dado cuatro postulados que bien podrían ser los buenos “horcones esquineros” que sostienen el ‘Edificio de la Paz’:•"Cuidemos y protejamos, en todo momento, la dignidad e integridad de la vida humana: ¡Que pare todo atentado y homicidio! •Desmontemos el lenguaje polarizante que descalifica al otro y genera odio: ¡Escuchémonos con respeto para llegar a acuerdos! •Seamos sensibles al sufrimiento de los más pobres y vulnerables que siempre terminan siendo los más afectados: ¡Venzamos la indiferencia!•Valoremos y conservemos la institucionalidad estatal y social: ¡Que cada persona se sienta realizada en sus más profundos anhelos y las familias encuentren un entorno favorable para el desarrollo humano integral!"Pero la Iglesia, igualmente, a través de la oración prevista para esta Semana por la Paz, nos invita a ser artesanos y sembradores de paz. De la arquitectura, el cálculo preciso; del sembrador y el artesano un trabajo paciente, realizado en silencio y despacio. Tanto el sembrador como el artesano, mantienen la esperanza y la certeza de que “las cosas buenas requieren tiempo”. Son trabajos hechos a mano y en espera paciente; no programados de forma mecanizada; son lo más lejos de una producción industrial en serie; están por lo general impregnados de estética y creatividad, son originales; nacen de una cultura, de una realidad social; de una visión del mundo y de las personas. Siempre expresan la fuerza de lo simbólico, que une y que encierra la tradición de una cultura como su experiencia de Dios. El hacer las cosas a mano, es lo determinante del producto del artesano; el saber que la mano de Dios acaricia la tierra, es la esperanza del sembrador. Por ello es importante que, durante esta semana y todo el mes de septiembre, podamos visibilizar los esfuerzos de miles de sembradores y artesanos que allá, en sus territorios, están trabajando diariamente haciendo las paces territoriales con propuestas que dignifican la vida.Nuestro anhelo, el cual pedimos con fe a Jesús, Príncipe de la Paz, y a su Madre María, Reina de la Paz, es que los valores del Evangelio se traduzcan en actitudes y comportamientos que generen una corriente de pensamiento y de buenos propósitos en la búsqueda de la reconciliación y de la paz. Por ello, tanto en la arquitectura como en la artesanía, es fundamental la alianza con las universidades, la institucionalidad, los empresarios, las comunidades educativas, los sectores sociales, redes sociales, así como con los periodistas y medios de comunicación masivos y comunitarios. Mantengamos la esperanza y la convicción de que sí es posible incidir en la transformación directa de los imaginarios que permiten el surgimiento de la reconciliación y la paz en Colombia.Pbro. Rafael Castillo TorresDirector del Secretariado Nacional de Pastoral Social / Cáritas Colombiana