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Colombia: una paz al filo de la violencia y la muerte
Tags: tacueyó departamento del cauca líderes indígenas tres minutos por la paz Iglesia monseñor luis josé rueda
Todavía duele Colombia, son surcos que no terminan de cerrarse, el bien por ahora no germina, mientras es arrasado por una tala de odios irrefrenables postergando los abrazos de la reconciliación. El hilo de sangre en el Cauca recorre cada recoveco de esta tierra ancestral. El resguardo de Tacueyó, al norte del departamento del Cauca, suroccidente del país, quedará en la memoria de los colombianos como uno de los capítulos ignominiosos de una paz al borde al filo de la violencia y la muerte.
Aún resuena el grito estrepitoso de la masacre al pueblo indígena ante una sociedad indiferente. Contra todo pronóstico, pese a los riesgos y amenazas, los obispos de Cali y Popayán, Darío Monsalve y Luis José Rueda, peregrinaron con unas 120 personas al sitio donde fueron asesinados Cristina Bautista, gobernadora indígena, y sus 4 guardias, el pasado 4 de noviembre, durante la acción llamada ‘Tres minutos por la vida’, convocada por estas jurisdicciones, la Conferencia Episcopal y la Nunciatura.
“Estuvimos en los escenarios del dolor para estar alrededor del altar de la Eucaristía y construir espacios de esperanza, de diálogo”, ha mencionado Darío Monsalve, arzobispo de Cali, en referencia a esta actividad.
La vida está herida
Desde el recrudecimiento del conflicto en el Cauca, uno de los principales promotores de la paz es Luis José Rueda, arzobispo de Popayán. Sobre la campaña La vida está herida y nos necesita a todos, cuya acción estuvo centrada en Los 3 minutos por la vida “por un lado denuncia pero por otro lado llama al compromiso y a la esperanza”.
Además ha agradecido a la Conferencia Episcopal de Colombia y al propio nuncio Luis Mariano Montemayor por su apoyo irrestricto al hacerse eco de las iniciativas desde la iglesia local a todo el país. “Fue una respuesta positiva y contundente, se sintió en todo el Cauca y el país. Ahí aprendimos, descubrimos y ratificamos que como Iglesia nos movilizamos por causas justas, porque cuando nos unimos logramos efectos sorprendentes”, señaló.
El prelado ha mencionado que en el momento dijeron a los indígenas “aquí estamos, puede ser que algunos entes del Estado les dé miedo entrar y sentarse a dialogar. Tal vez hayan diferencias de la forma, cómo concebimos la vida y el mundo, pero con ustedes aprendemos mucho”.
Permeados por amenazas
Por otra parte, el arzobispo de Popayán ha indicado que la situación del Cauca está permeada por muchas amenazas a la vida, tanto estructurales como conyunturales. “Estructurales, porque hace falta que el Estado y las comunidades se reconcilien y trabajen juntas. Coyunturales, porque el narcotráfico se ha metido, hay una economía de muerte y cuando alguna comunidad se organiza para defender su tierra sufren las consecuencias”.
Luego de los acuerdos de la Habana hubo un respiro –señala el prelado– “todos empezamos a soñar y anhelar un nuevo país”, sin embargo “vimos que hubo como una indiferencia a la implementación de los acuerdos, con unos puntos de los acuerdos muy bien logrados, pero poco implementados en las regiones y al no estar implementados empiezan los grupos de disidencias de narcotráfico, de línea paramilitar o de línea guerrillera a hacer presencia en las comunidades y con ello vuelve el afro, el campesino y el indígena a quedar expuesto”.
No hay respeto a la vida, mientras las comunidades buscan “defender sus cultivos para vivir una economía distinta, una economía limpia, entonces el narcotráfico se lleva por delante al que sea”, denuncia Rueda, quien lamenta esta situación y que debe ser analizada en su conjunto.
Crear un clima de confianza
El reto por la construcción de una paz duradera y, por ende, el camino de la reconciliación pasa por la voluntad de muchos actores políticos y sociales. “Es necesario que se crezcan en la confianza tanto los indígenas, afros y el Estado”, apunta Rueda, porque para lograr acuerdos es importante ir en doble vía: “por un lado el Estado debe acercarse a las comunidades, escucharlas, atender sus necesidades y, por el otro, los indígenas y los afros deben permitir también el diálogo”.
Además es un imperativo coordinar proyectos y los programas desde un desarrollo integral, porque “esto está muy en la línea de lo que el magisterio de la Iglesia en el Sínodo Panamazónico que acaba de terminar con aquello de una conversión pastoral integral, donde nos descubramos como hermanos”, ha dicho el arzobispo de Popayán.
También ha destacado el papel de la Iglesia en la construcción de la paz y reconciliación, pues “en todas las jurisdicciones de Colombia, hay una iglesia caminando, sudando, trabajando, en los talleres, en los almacenes, en las escuelas, en los hospitales, es la iglesia, que es usted y que soy yo, que somos todos los hombres y mujeres bautizados en el pueblo de Dios con la fuerza del Evangelio”, mencionó.
Batallones de bien común
Rueda no es partidario de la militarización de estos territorios, aunque respeta la institucionalidad del Estado en todos sus niveles. “Creo que es necesario actuar con la institucionalidad del país, es necesaria la presencia de la fuerza pública”, aclara.
Sin embargo “así como se mueve un batallón de soldados, yo quisiera también ver cómo se mueve un batallón de médicos, un batallón de profesores, un batallón de agrónomos, batallón de trabajadores sociales, metidos allí sirviéndole al pueblo”, ha afirmado.
Su mayor anhelo es ver a los indígenas y a los afros con batallones de gente comprometida al bien común y con propuestas de construcción de unidad y “con ello lograríamos desarrollar no solo el Cauca, sino todo el Pacífico colombiano que está bastante olvidado”.
No confinarlos en las montañas
“Es muy importante para la sociedad colombiana que la Iglesia católica asuma en la persona de sus pastores la respuesta a estos desafíos gravísimos”, opina Darío Monsalve, arzobispo de Cali, respecto a la actual coyuntura.
Asimismo asegura que el exterminio al que están siendo sometidos los indígenas es un genocidio, requiere de un mínimo de respeto a la vida de la población y tender puentes entre los indígenas y el Estado colombiano, que “siempre impone verticalmente sus políticas a los indígenas y esto genera gran disgusto porque no hay esa confianza en ellos”, lamenta Monsalve.
Llegado a este punto, el arzobispo de Cali asegura que este ejercicio de escucha sirva también para aprender de las culturas indígenas, porque “ellos quieren ampliar sus territorios, necesitan tierras productivas, no ser confinados a las laderas de las montañas”.
Fuente: Portal digital Vida Nueva
Foto redes: Arquidiócesis de Cali
Video: Of. comunicaciones Arquidiócesis de Popayán
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Una sociedad que odia a los niños
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A través de un documental, la Diócesis de Tumaco narra sus 25 años de misión en el pacífico colombiano
En lo corrido de este año 2024, la Diócesis de Tumaco ha estado celebrando los 25 años de su creación. En el marco de dicha conmemoración, esta Iglesia particular lanzó un documental a través del cual dan a conocer los hitos más importantes de su trayectoria al servicio la evangelización en medio de las comunidades del pacífico nariñense; son "Relatos del camino en la fe" que tienen su raíz en los tiempos del papa Pío XI, en 1927.“Hacer zoom audiovisual” en 30 minutos a la Diócesis de Tumaco es permitirse descubrir una historia de fe, entrega, servicio, esperanza, resiliencia comunitaria y riqueza territorial; la historia de cientos de presbíteros, religiosas, religiosos y laicos que, transmitiendo la Buena Nueva, han llevado luz en medio de la oscuridad; esa que, en muchas ocasiones, representan las brechas y dificultades sociales, humanitarias y económicas que han tocado este territorio."25 años, un cuarto de siglo. Y en cada rincón de Tumaco resuena la voz de los que antes caminaron en esta tierra sembrando esperanza y tejiendo un manto de fe en medio de aguas y montañas que guardan el eco de nuestra historia. Desde los primeros pasos llegaron pastores con corazones llenos de amor y rostros marcados por el servicio. Obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, quienes nos han acompañado en este caminar de evangelización", explica el narrador detrás de las imágenes.El padre José Ricardo Cruel Angulo, actual administrador diocesano, representa la voz testimonial que conecta los momentos más representativos de esta historia. El presbítero descata, de manera especial, la presencia permanente del Espíritu Santo en el proceso de consolidación de la Iglesia en el Pacífico nariñense:"Qué bueno es comprender que el Espíritu de Dios ha estado a lo largo y ancho de todos estos acontecimientos importantes de la estructuración y consolidación de la Iglesia...Ha estado siempre el Espíritu de Dios animando los procesos pastorales y todas aquellas acciones que la Iglesia desarrolla para el bien de las almas del pueblo de Dios".Según esta narración, la historia de la Diócesis de Tumaco se remonta al 1 de mayo de 1927, cuando fue creada como Prefectura Apostólica por el Papa Pío XI, separándose de la Diócesis de Pasto. Desde finales del siglo XIX, bajo el liderazgo del entonces obispo de Pasto, ahora san Ezequiel Moreno, los Agustinos Recoletos asumieron la misión evangelizadora en la región.Un momento destacado de esta misión fue el conocido milagro eucarístico o “Milagro de la Ola” de 1906, cuando, por Gracia y guía del Señor, el fraile agustino Gerardo Larrondo condujo al pueblo de Tumaco a orar y contemplar un milagro de salvación ante la inminente destrucción; cuando al aproximarse un tsunami, puso el Santísimo Sacramento frente al mar, como un símbolo de protección, fe y abandono en el Señor.La Prefectura Apostólica de Tumaco, liderada inicialmente por monseñor Bernardo de Elizalde, pasó por varias etapas de transformación. En 1954, la jurisdicción fue entregada a la Orden de los Carmelitas Descalzos. Finalmente, bajo el liderazgo del carmelita colombiano monseñor Gustavo Girón Higuita, en 1999 se constituyó oficialmente como Diócesis.En los años 70, cuando, frente al alacance de las emisoras ecuatorianas, eran pocas las emisoras colombianas que se lograban sintonizar, surgió Radio Mira, "la voz del pueblo y el alma de la comunidad". Fue el sacerdote carmelita Félix Acosta, con sus cualidades innatas de comunicador, aficionado de la radio, quien le propuso a monseñor Miguel Ángel. La agencia de ayuda internacional de la Iglesia Católica en Alemania Adveniat, dio los recursos para la compra de los equipos. Hoy por hoy, Radio Mira extiende las palabras de Dios y el calor de la fraternidad a los más alejados en diez municipios de la costa pacífica nariñense.Otro momento memorable en la historia de esta jurisdicción eclesiástica es la visita de Su Santidad San Juan Pablo II el 4 de julio de 1986. Durante esta histórica ocasión, se proclamó al pacífico nariñense como pueblo misionero. También con la visita del pontífice se vivió un ambiente de paz y esperanza para el pueblo nariñense:"No había en ese momento violencia en el territorio...Nos anunciaba un Cristo que deseaba para el territorio del Pacífico una vida digna y en paz", narra el padre José Ricardo.La Diócesis también ha enfrentado grandes desafíos, especialmente en la década de 1990, cuando acompañó a las comunidades afrodescendientes en la defensa de sus derechos, promoviendo la implementación de la Ley 70 de 1993, que reconoce y garantiza los derechos de las comunidades negras, raizales y palenqueras.Hoy, la Diócesis de Tumaco continúa su misión pastoral, fortaleciendo la participación del laicado y recordando la riqueza de su historia y cultura. Este aniversario número 25, que han celebrado a través de diferentes actividades litúrgicas, pastorales y culturales, ha sido una invitación especial a renovar la fe y el compromiso con la comunidad, honrando el legado de quienes han trabajado incansablemente por el bienestar espiritual y social del pacífico colombiano.Vea el documental a continuación:
Jue 24 Oct 2024
La Arquidiócesis de Cali: su rol como anfitriona de la COP16 y su apuesta por la Pastoral de la Tierra
Bajo el pastoreo de monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez, la Arquidiócesis de Cali, Iglesia particular anfitriona de la COP16 que se adelanta en la capital del Valle del Cauca, le apuesta a la consolidación de la Pastoral de la Tierra. A través de ella, buscarán, cada vez más, articular, animar y visibilizar las iniciativas que se vienen desarrollando a nivel eclesial y de la mano de las comunidades, para contribuir en la mitigación del impacto negativo que el ser humano está causando al medio ambiente y, especialmente, a la biodiversidad.Es la Vicaría para el Servicio al Desarrollo Humano Integral, a través de su Diaconía de la Tierra y Prevención, la encargada directa de liderar esta apuesta arquidiocesana por la Pastoral de la Tierra. Su propósito es "fortalecer las capacidades de liderazgo, autogestión, emprendimiento, prevención y mitigación de riesgos socio-ambientales de las comunidades y colaboradores de la Arquidiócesis de Cali, a través de espacios formativos y acompañamiento en los procesos orientados a la transformación de sus realidades", integrando los tres dimensiones fundamentales del ser humano: la espiritual, la personal y su relación con el medio ambiente.Según lo ha indicado la Arquidiócesis de Cali, esta Diaconía enfoca su misión en la promoción de una “Cultura de la Prevención”, "que busca motivar la globalización del amor, entendido como el valor fundamental que mueve a las personas a cuidarse a sí mismas, a relacionarse fraternalmente con su entorno y a velar por el bienestar de las personas que por diversas situaciones son los menos favorecidos y la Casa Común".En el campo del emprendimiento, se destaca también el apoyo brindado por la Iglesia a aquellas iniciativas comunitarias que parten del aprovechamiento respetuoso y sostenible de la naturaleza. Entre ellas, proyectos de emprendimiento agroecológico, de huertas verdes y manejo de plásticos.El padre Diego Fernando Guzmán Ruiz, director de la Vicaría para el Servicio al Desarrollo Humano Integral, ha resaltado la importancia de que quienes participan por estos días en la Conferencia de las Partes, visiten las diferentes actividades y exposiciones que ha programado la Iglesia de Cali, para que se apropien, aún más, del cuidado de la casa común en el que tanto ha insistido el papa Francisco. La mayoría de ellas están ubicadas en el corazón de la zona verde de la COP16, específicamente en la sede de la Unicatólica.Vea a continuación el informe audiovisual:Sobre el rol de la Arquidiócesis de Cali, también le puede interesar otra nota elaborada por el Centro para las Comunicaciones del CELAM presente en la COP16. Para verla, haga clic AQUÍ.
Vie 18 Oct 2024
Asesinato de Sofía Delgado Zúñiga: repudio, dolor y llamado a la acción en la Diócesis de Palmira
A través de un comunicado, el obispo de la Diócesis de Palmira, monseñor Rodrigo Gallego Trujillo, rechazó el atroz asesinato de la niña Sofía Delgado Zúñiga de 12 años de edad, en el corregimiento de Villagorgona, Candelaria, Valle del Cauca. El prelado afirmó que “estos crímenes son una herida profunda en el corazón de nuestra sociedad” y, además, representan un llamado urgente a la acción.“No podemos permitir que los niños sigan siendo víctimas del asesinato, de la utilización, el reclutamiento y el abuso”, enfatiza.En el mensaje, monseñor Gallego se une al dolor y a las plegarias de su familia ante esta pérdida irreparable. “Nos duele como sociedad, como Iglesia, como comunidad. Acompañamos su dolor y exigimos que estos actos no queden impunes”, agrega el prelado.Además, el Obispo de Palmira también pide a todos los actores eclesiales, sociales y estatales, asumir compromisos para proteger y defender la dignidad de los niños y niñas:“Es nuestro deber sagrado garantizarles un presente y un futuro de paz, donde puedan crecer seguros, amados y respetados. Como Iglesia, reafirmamos nuestro compromiso de seguir trabajando por la construcción de una sociedad más justa y humana, en la que la vida de cada infante sea protegida con todo el amor y la dignidad que merecen”, expresa monseñor Rodrigo Gallego.
Mié 16 Oct 2024
Manifiesto de la Pastoral Afrocolombiana: hacia el fortalecimiento del “rostro negro” de la Iglesia Católica
A través de un manifiesto, quienes lideran, animan y acompañan la Pastoral Afro en Colombia reafirman su compromiso con el fortalecimiento de los procesos de evangelización en sus territorios “desde el ser, el pensar y el soñar” del pueblo negro. Además, con su contribución a las diversas organizaciones sociales, de género y étnicas presentes en los territorios; de tal manera que se logre avanzar hacia la búsqueda de dignidad, igualdad, equidad, justicia, desarrollo y paz en las comunidades. En el mensaje, los sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos que se desempeñan como agentes de la Pastoral Afrocolombiana también asumen un compromiso directo con la promoción y formación de diversos liderazgos en medio de sus comunidades, ayudando a “que la diversidad y la juventud sean dinamizadores de nuestro ser como Iglesia”, enfatizan.Allí también confirman su participación en el Jubileo del 2025 convocado por el papa Francisco, especialmente, propiciando espacios de comunión eclesial en medio de la amplia diversidad étnica y geográfica de Colombia; todo esto, - expresan- “para continuar nuestra caminada como Iglesia con rostro propio, desde las directrices de nuestra Iglesia Católica”.La declaración es fruto del XXI Encuentro de Pastorales Afrocolombianas -EPA-, desarrollado el pasado mes de septiembre en la ciudad de Cartagena, en el que participaron cerca de 200 personas de diferentes territorios del país. En él, se desarrollaron diferentes actividades de formación, espiritualidad, trabajo colectivo e intercambio cultural.Este EPA que se desarrolló bajo el lema “UBUNTU: Espiritualidad afro para una Iglesia profética”, permitió reconocer la riqueza cultural y espiritual del pueblo afrocolombiano, así como las diversas realidades sociales, muchas veces complejas, que enfrentan actualmente sus comunidades.El encuentro fue acogido por monseñor Francisco Javier Múnera Correa, arzobispo de Cartagena y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, y acompañado por monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos, arzobispo de Popayán y por monseñor Juan Carlos Barreto Barreto, obispo de Soacha y presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social. También estuvo presente el padre Carlos Alberto Zuluaga Benjumea, IMC, Director del Área de Etnias del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano. Vea a continuación el informe del encuentro, elaborado por la Oficina de Comunicaciones de la Arquidiócesis de Cartagena: