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conferencia episcopal de colombia

Vie 19 Sep 2025

El Arzobispo de Cali condena con “profundo dolor” la ola de violencia que enluta la ciudad

A través de un contundente mensaje, monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez, arzobispo de Cali, expresa su repudio ante los asesinatos de nueve personas y los graves disturbios ocurridos este 17 de septiembre en la capital del Valle del Cauca. Hace un llamado a los actores armados a deponer la violencia y, a las autoridades, a esclarecer los hechos y buscar la paz.Además de estos homicidios que “aún están por esclarecer”, el Arzobispo de Cali hace referencia a disturbios en varios sectores de la ciudad, la quema de dos tractomulas y el lanzamiento de una granada en las puertas de la cárcel de Villahermosa.En su mensaje, monseñor Rodríguez Velásquez se identifica con el dolor de la comunidad: “Como Pastor de esta Iglesia Particular de Cali y en nombre de las familias y las comunidades que sufren los estragos de la violencia, expreso con profundo dolor nuestro repudio ante el deseo y la materialización de la maldad humana que pretende acabar con la dignidad y la vida de los más frágiles”.Dirigiéndose a los responsables de estos hechos violentos, el prelado hace un enérgico llamado: “Invito a quienes empuñan las armas a detener la violencia y promover una cultura de paz y cumplir plenamente el quinto mandamiento que nos ha dejado el Señor ‘no matarás’”. Añadió que este mandamiento debe entenderse como “una llamada al amor y a la misericordia y a vivir plenamente respetando la dignidad humana”.En el comunicado, monseñor Luis Fernando Rodríguez también se refiere a las víctimas y a sus familias, a quienes la Iglesia “abraza en la fe y la esperanza”. Asimismo, insta a las autoridades a “esclarecer los hechos y buscar estrategias viables para la defensa de la vida y la convivencia pacífica en nuestra ciudad”.

Vie 19 Sep 2025

La Voz del Pastor | 21 de septiembre de 2025

Reflexión del cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia: Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 16, 10-13

Jue 18 Sep 2025

Iglesia movilizó a cerca de 70 seminaristas y sacerdotes para ser "Mensajeros de Paz" en la Diócesis de Barrancabermeja

Entre el 6 y el 13 de septiembre, en el marco de la Semana por la Paz 2025, la Diócesis de Barrancabermeja vivió una intensa jornada de evangelización con la misión “Mensajeros de Paz”. Guiados por el versículo “Mira que estoy a la puerta y llamo” (Ap 3,20), seis sacerdotes y 61 seminaristas del Seminario Nacional Cristo Sacerdote de La Ceja (Antioquia) visitaron quince parroquias, llevando un mensaje de fe y cercanía a las familias y comunidades.La misión, impulsada por monseñor Ovidio Giraldo Velázquez, Obispo de la Diócesis, buscó ser el reflejo de la “Iglesia en salida”, que proponía el Papa Francisco, especialmente, para llegar a las periferias existenciales. El objetivo central de esta misión fue la creación de “casas de reunión”, espacios destinados a fortalecer la fe, compartir la Palabra y tejer lazos fraternos que perduren en el tiempo.Esta iniciativa pastoral adquiere una importancia crucial en el contexto actual de Barrancabermeja. Esta región del Magdalena Medio continúa enfrentando complejos desafíos de violencia, presencia de grupos armados ilegales y afectaciones a la población civil. En este escenario, iniciativas que promueven la paz, la reconciliación y la reconstrucción del tejido social desde la base, como la llevada a cabo por la Diócesis, no son solo actos de fe, sino también una respuesta concreta a la necesidad de espacios de protección, dignidad y esperanza para las comunidades.Un trabajo de visita y encuentro“Hemos tenido una experiencia muy bonita, de visiteo, el encuentro con las personas, con las familias, encuentros comunitarios... celebraciones piadosas y la Santa Eucaristía”, compartió monseñor Giraldo, reflejando el espíritu de cercanía que caracterizó la iniciativa.Esta misión se enmarca dentro del Plan de Misión y Pastoral Integral de la Diócesis, que promueve la formación de pequeñas comunidades eclesiales como núcleos vivos de fe, esperanza y caridad; un caminar pastoral que se articula con el lema de esta 38ª Semana por la Paz: “Arropamos la vida con dignidad y esperanza”, reflejando la necesidad de ser Iglesia samaritana en medio de un pueblo que anhela reconciliación, justicia y paz.El diácono Brayan Mayorga explicó otro una de las grandes metas: “El Sistema Integral de Evangelización tiene como propuesta fortalecer la comunidad para lograr algún día tener una comunidad más fraterna”.La post-misión: el trabajo continúaEl éxito de la misión se medirá por su continuidad. Carlos Patiño, seminarista de la diócesis, destacó el siguiente paso: “De aquí en adelante simplemente es coordinar muy bien la post misión, donde nuestros laicos, en estos grupos y casas de reunión, seguirán con esa labor de kerigma, conformando más en la fe a nuestros fieles”.La misión “Mensajeros de Paz” dejó una semilla de esperanza en las comunidades visitadas. Con la oración compartida y el testimonio de los misioneros, la diócesis renueva su propósito de ser fermento de paz y faro de luz en la región.Vea el informe audiovisual a continuación:

Mar 16 Sep 2025

Arzobispo de Popayán clama por sensatez y denuncia la destrucción que deja la ola de violencia en el Cauca

Monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos se refirió a los ataques del fin de semana en El Carmelo, que dejaron un policía muerto, varias personas heridas y daños en el templo y casa cural; lamentó estas acciones que "destruyen la esperanza" y representan un "lenguaje equivocado" para el futuro del departamento.Tras un fin de semana de terror marcado por hostigamientos de las disidencias de las FARC en al menos seis municipios del Cauca, el arzobispo de Popayán, monseñor Omar Alberto Sánchez Cubillos, alzó su voz para expresar el "dolor y la consternación" de una región que, según sus palabras, está "perdiendo vidas, bienes y esperanza".Los ataques, cuyo episodio más grave se registró en el corregimiento de El Carmelo (Cajibío), tuvieron como blanco principal la estación de policía del poblado, resultando en la muerte del patrullero David Fabián Rodríguez Navarro y al menos cuatro uniformados más heridos. La violencia también se extendió a la población civil y al patrimonio comunitario, incluyendo el templo, donde decenas de feligreses que asistían a la Eucaristía dominical tuvieron que interrumpir sus rezos para refugiarse de los disparos y las explosiones.Monseñor Sánchez Cubillos detalló los daños sufridos en el lugar sagrado: "No es la primera vez que nuestros templos terminan afectados...La casa cural queda destruida casi en su 80%... Y el templo también, que con tanto amor las comunidades ayudan a levantar". Subrayó que esta destrucción "manda un mensaje muy drástico" y enfatizó: "Si se trata de posicionar una idea de futuro, este lenguaje es el equivocado".El prelado hizo un enérgico llamado a los grupos armados ilegales a la ponderación, advirtiendo que estas acciones no conducen a la paz sino que radicalizan el conflicto."Se necesita sensatez en la guerra; clamamos a los grupos que tengan ponderación, que esas muestras al final no terminan abriendo puentes y caminos para acercarse a posibles diálogos a salida negociada, sino para radicalizar más la guerra", afirmó.En sus declaraciones, el Arzobispo de Popayán hizo especial énfasis en el costo humano de la violencia, no solo entre las Fuerzas Armadas y de Policía sino también para los jóvenes reclutados por los grupos al margen de la ley."La pérdida de un policía y de un joven en El Carmelo...La misma realidad de los jóvenes que están en la guerra también duelen, porque son vidas que al final no son promesas para una vocación de futuro que el Cauca debe tener".Frente a la crisis, monseñor Omar Sánchez Cubillos reiteró el compromiso de la Iglesia y la sociedad civil con la paz, a pesar de que las respuestas sigan siendo violentas; recordó que la celebración de la Semana por la Paz se ha extendido este año a un mes por la paz. "No quiere decir que pararemos en nuestro anhelo como sociedad civil de construir este Cauca de un modo distinto", aseguró.Finalmente, expresó que aunque la guerra "destruye por dentro", es crucial abrirse a la esperanza, aunque esta requiere "signos de todas las partes". Dejó clara su postura sobre los recientes hechos: "Esta insensatez y esta desmedida proporción de actuar con la fuerza de las armas no se lee bien, no nos deja un sabor de futuro para ninguno", agregó el prelado.

Mar 16 Sep 2025

Nueve décadas de una promesa: el Divino Niño sigue congregando multitudes en Bogotá

Con la participación de más de diez mil personas, el Santuario del Divino Niño Jesús en el barrio Veinte de Julio en Bogotá fue el epicentro de una celebración histórica: los 90 años de una de las devociones más arraigadas y queridas en Colombia. La fiesta central, que se llevó a cabo el domingo 7 de septiembre, no fue solo una efeméride religiosa, sino una vibrante muestra de fe popular que refleja el significado profundo de este símbolo para la identidad nacional.Una celebración de nueve días y noventa añosLos actos conmemorativos iniciaron con el tradicional rezo de la novena. El sábado 6 de septiembre, se ofreció un almuerzo solidario para mil niños de las casas salesianas y se celebró una Eucaristía presidida por monseñor Alejandro Díaz García, obispo auxiliar de Bogotá.Al día siguiente, desde primeras horas de la mañana, miles de peregrinos llegaron al santuario para recibir el sacramento de la Reconciliación, participar en las eucaristías y elevar sus plegarias frente a la imagen original del Divino Niño, custodiada en una capilla lateral del templo.La misa central del mediodía, celebrada por el padre Rubén Darío Jaramillo, superior salesiano, fue precedida por la emblemática procesión. A pesar de la lluvia, la imagen recorrió las calles del barrio Veinte de Julio sobre los hombros de un grupo de peregrinos mexicanos—testimonio de la internacionalización de la devoción—, acompañada por el rezo del rosario, cantos y los niños de la pastoral salesiana vestidos a semejanza del Niño Jesús. El retorno de la imagen al santuario, recibida con repique de campanas y aplausos, fue uno de los momentos más emotivos.El significado de una devoción nacionalEn su homilía, el padre Jaramillo profundizó en el significado de la devoción, preguntándose “¿Quién es el Niño Jesús?” y definiéndolo como “Aquel que crecía en gracia, sabiduría y santidad”. Hizo un llamado a los fieles a seguir su ejemplo para “construir un país con gracia, sabiduría y santidad”. “Solamente así venceremos la mentira, el engaño, la falsedad, la corrupción; solamente así seremos la humanidad colombiana que el Señor quiere”, afirmó, conectando la fe con un mensaje de esperanza y regeneración social para el país.Para millones de colombianos, el Divino Niño es mucho más que una imagen religiosa, es un símbolo de consuelo, esperanza y resiliencia. En un país que ha enfrentado décadas de conflicto e incertidumbre, la promesa atribuida a Jesucristo en 1636 a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento —“Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia, y tu oración será escuchada”— resuena con fuerza. El santuario se erige así como un faro de fe donde convergen ciudadanos de todas las clases sociales para pedir, agradecer y encontrar paz.Raíces históricas en Colombia y devoción globalEsta devoción nació hace nueve décadas de la mano del sacerdote salesiano italiano Juan del Rizzo, quien llegó al entonces marginado barrio Veinte de Julio con un mensaje sencillo y poderoso: “Jesús quiere ser honrado en el misterio de su niñez y a Él le agrada mucho cuanto se haga en favor de los niños pobres y de las gentes más necesitadas”.La necesidad de albergar a la creciente comunidad de devotos llevó a la construcción del santuario. Su primera piedra se bendijo el 19 de marzo de 1937, según planos de los coadjutores salesianos Juan Buscaglione y Constantino de Castro. El templo se inauguró solemnemente en 1942, erigido ya como parroquia por monseñor Ismael Perdomo, arzobispo de Bogotá entre 1928 y 1950, hoy Venerable sobre el que avanza su proceso de beatificación.Lo que comenzó en el sur de Bogotá hoy es un fenómeno global. La devoción se ha extendido con fuerza a países como México, Perú, Ecuador y República Dominicana, llevando consigo un pedazo de la cultura y la fe colombiana.La ceremonia concluyó con la bendición de las miles de imágenes que los fieles llevaron consigo, un ritual que simboliza la perpetuación de una fe que, 90 años después, sigue más viva y vigente que nunca, reinando en el corazón de Colombia.Vea el video sobre la celebración a continuación:Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida por Conf. Episcopal de Colombia (@episcopadocol)

Lun 15 Sep 2025

La Pastoral Litúrgica en la Diócesis

Por Diana Carolina Luis Salinas - “La santa madre Iglesia desea ardientemente que se lleve a los fieles a aquella participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exigen la naturaleza de la liturgia misma y a la cual tiene derecho y obligación en virtud del bautismo, el pueblo cristiano.” (SC 14)La liturgia se entiende como acción sagrada por excelencia, obra de Cristo y de su Cuerpo que es la Iglesia. Mediante signos sensibles, se actualiza la santificación de los hombres y se tributa culto público a Dios. Este fundamento orienta toda la acción litúrgica, que ha de vivirse en comunión y conforme a la tradición eclesial, donde la asamblea es el sujeto que celebra presidida por un ministro ordenado y otras personas que desempeñan una diversidad de servicios litúrgicos.Cada Diócesis debe custodiar la santificación del pueblo de Dios y uno de los medios más eficaces para que esto se lleve a cabo es la tarea de la Pastoral Litúrgica diocesana. El objetivo fundamental de esta es ayudar a cada bautizado, dentro de la comunidad eclesial, a vivir la celebración litúrgica de una manera activa, consciente y fructuosa. Esto recupera el espíritu del Concilio Vaticano II, el cual exige una mayor atención en el mejoramiento de las celebraciones, con el fin de reconocer la acción de Cristo en la historia del hombre y la participación de este en la vida divina, pregustando lo bienes celestiales aquí en la tierra.Por ende, la Pastoral Litúrgica tiene la misión de fomentar espacios de formación donde los creyentes adquieran conocimientos litúrgicos, bíblicos, teológicos que les permitan enriquecer su participación en las celebraciones y una mejor preparación de estas. Esto permite que cada creyente viva a plenitud su sacerdocio bautismal, alimentando una espiritualidad litúrgica que lo lleve a un estilo de vida cristiana identificada con Cristo.La Pastoral Litúrgica tiene la responsabilidad de acompañar la educación litúrgica para la Celebración de la Eucaristía y los sacramentos en general, los sacramentales, la celebración de la Liturgia de las Horas, el arte y la música sacra. También la religiosidad popular, la cual, aunque no hace parte de la liturgia, tiene que tender a ella tal como lo presenta la Sacrosanctum Concilium: “se recomiendan encarecidamente los ejercicios piadosos del pueblo cristiano, con tal quesean conformes a las leyes y a las normas de la Iglesia.” (SC13).Ahora bien, “en consecuencia, para fomentar todavía más esta acción pastoral litúrgica en la Iglesia, el sacrosanto Concilio decreta” (43): que el Obispo diocesano instituya una Comisión Litúrgica con la que colaborarán especialistas en la ciencia litúrgica, música, arte sagrado y pastoral. Su tarea será llevar a cabo la acción pastoral litúrgica bajo la dirección del Obispo (44).Asimismo, cada diócesis contará con una comisión, pero también es factible que varias diócesis formen una sola comisión para promover el apostolado litúrgico (45). De igual manera, se debe establecer una comisión de música y de arte sacro (46). Todo esto debe hacer concreta y visible la pastoral litúrgica, por ello cada miembro de esta comisión debe sentirse llamado a este servicio con un espíritu de comunión, servicio y apertura diocesana. Dentro de los miembros de esta comisión es indispensable que esté el delegado de liturgia de la Diócesis, el delegado de la comisión de arte y música sacra, expertos en Biblia, teología, liturgia, pastoral, espiritualidad.Las competencias de la Comisión Diocesana de Liturgia son: animar y coordinar la vida litúrgica en todo el territorio diocesano; preparar las celebraciones diocesanas presididas por el Obispo; apoyar a los sacerdotes y comunidades para que las celebraciones sean sencillas, sobrias y hermosas; discernir necesidades y proponer programas adecuados de formación litúrgica luego de un previo diagnóstico para conocer el estado de la cuestión sobre la Celebración litúrgica en la diócesis: sus fortalezas y carencias; vigilar la comunión eclesial en todo lo relacionado con la Celebración litúrgica. Finalmente, una exhaustiva revisión y acompañamiento de procesos formativos en las parroquias e instituciones eclesiales.Para que lo anterior se realice es necesaria la programación de reuniones, la cuales deben tener una clara estructura interna donde haya: 1. Momento de oración: Encuentro con la Palabra, esto permite construir fraternidad y fortalecer la fe. 2. Momento de revisión: Evaluar lo realizado (saber escuchar). 3. Momento panorámico: Contexto diocesano. 4. Momento analítico: Diseñar y desarrollar las funciones de la Comisión Diocesana de Liturgia. 5. Momento de distribución de responsabilidades: Tener en cuenta los carismas y disponibilidad. Además, la misma comisión debe tener una formación permanente para acompañar a sus destinatarios: el pueblo de Dios, el clero, los agentes de pastoral litúrgica, las comunidades religiosas, movimientos eclesiales, etc.En conclusión, la pastoral litúrgica diocesana busca que la liturgia sea el corazón de la vida cristiana y fuente de toda espiritualidad. A través de ella, la Iglesia cumple fielmente su misión de santificar al pueblo de Dios y glorificar al Padre.Diana Carolina Luis SalinasAsistente del Departamento de LiturgiaConferencia Episcopal de Colombia

Lun 15 Sep 2025

Arquidiócesis de Popayán se proclamó campeona de la X Copa de la Fe tras vencer a Guadalajara en los penaltis

En una emocionante definición por penaltis, la Arquidiócesis de Popayán se alzó con el título de campeón de la décima edición de la Copa de la Fe, tras vencer a la Arquidiócesis de Guadalajara de México. El partido, que selló con broche de oro este torneo de hermandad deportiva, se disputó en el Estadio Centenario de Armenia ante la vibrante alentada de las tribunas.El encuentro culminó el tiempo reglamentario con un empate 1-1, forzando los penaltis donde el equipo colombiano demostró mayor puntería para imponerse con un global de 3-2, consolidando su nombre en la historia de este certamen organizado por la Diócesis de Armenia.Una ceremonia que unió fe y deporteLa premiación estuvo presidida por monseñor Carlos Arturo Quintero Gómez, obispo de la Diócesis de Armenia, quien hizo entrega de los trofeos a los finalistas. En un emotivo acto, y en nombre de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Quintero elevó una oración de agradecimiento a Dios por el cierre de este certamen, que reunió a 619 sacerdotes de Colombia, Venezuela, México y Ecuador.La X Copa de la Fe 2025 se consolidó como una verdadera celebración de la fe, el deporte y la fraternidad entre las diócesis y arquidiócesis participantes. El evento fue posible gracias al trabajo incansable de voluntarios y al apoyo masivo de los fieles.Otros ganadores y reconocimientosAdemás de la copa mayor, se disputaron otros títulos que también reconocieron el talento y el espíritu deportivo. La Diócesis de Garzón se coronó ganadora de la Copa de Plata al vencer 1-0 a la Diócesis de Bucaramanga/Málaga Redentoristas.Por su parte, la Arquidiócesis de Medellín se alzó con la Copa de Bronce tras una contundente victoria de 3-0 sobre la Diócesis de Valledupar.La organización también distinguió a los mejores jugadores individuales del torneo:-Goleador del torneo: Jaime Nolberto Muñoz Cantillo (Arquidiócesis de Popayán).-Valla menos vencida: Diego Alejandro Bonilla Galíndez (Diócesis de Garzón).

Vie 12 Sep 2025

Desde Cartagena, presidente del Episcopado Colombiano pide no normalizar las "nuevas esclavitudes" que amenazan los derechos humanos

Con una multitudinaria caminata y una Eucaristía presidida por monseñor Francisco Javier Múnera Correa, la Arquidiócesis de Cartagena vivió una jornada de profundo significado espiritual y social este 9 de septiembre. En la fiesta litúrgica del patrono de los Derechos Humanos, Día Nacional de los Derechos Humanos y en el marco de la 38ª Semana por la Paz –extendida a Mes por la Paz–, la ciudad portuaria se convirtió en epicentro de esperanza y de un llamado contundente a no acostumbrarse a las injusticias que aún laceran a Colombia.La jornada inició con una simbólica caminata por la paz que partió desde el Colegio Salesiano. Cientos de personas, agentes pastorales, representantes de instituciones educativas, públicas, privadas y de la sociedad civil, portaron como estandarte una “colcha de la paz”, un vasto telar compuesto por retazos que narraban historias de perdón, resiliencia y anhelo de reconciliación desde diversos territorios.Este colorido mosaico de esperanza encontró su destino en la Iglesia de San Pedro Claver, donde monseñor Francisco Javier Múnera Correa, Arzobispo de Cartagena y Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, presidió una solemne Eucaristía.Un legado que interpela el presenteInspirándose en el legado del “esclavo de los esclavos”, en su homilía, el presidente del Episcopado Colombiano trazó un paralelo entre la obra del santo jesuita del siglo XVII y las “nuevas formas aberrantes de esclavitud” del presente.“San Pedro Claver nos enseñó que la caridad ayuda a comprender la verdad, y que la verdad exige gestos concretos de caridad”, afirmó, citando las palabras del Pontífice.Con firmeza, señaló que el legado de quien restauró la dignidad de los esclavizados africanos exige hoy una acción decidida: “No podemos normalizar —con nuestros silencios o indiferencias— las formas de esclavitud que todavía pasan ante nuestras miradas… la trata de personas, el trabajo forzado, la violencia sexual, el reclutamiento de menores y todas las expresiones de exclusión y marginación”.Monseñor Múnera enfatizó que la paz solo se alcanza mediante “la misericordia activa y el compromiso con la justicia” para “desenredar la compleja madeja de los desencuentros”.“La exigencia de construir la paz pasa por ser firmes en los principios innegociables, pero siempre caritativos. Esa fue la pedagogía de Pedro Claver: hablar con las manos, actuar con las obras, tocar la carne herida del hermano”, subrayó.Voces que tejen esperanzaLos testimonios de los laicos participantes dieron cuerpo y alma a este mensaje episcopal. Nancy Herrera Méndez, del barrio El Pozón, explicó el sentido de la colcha de la paz: “Refleja la paz, el amor, la esperanza… Queremos que haya estos tres valores para que no haya tanta muerte, tanta violación de niños, de mujeres, de secuestro, de desplazamiento. No queremos más guerra, queremos la paz”.Por su parte, Edwin Javier Arrieta Jiménez vio en la actividad “una oportunidad de expresar (…) Todo lo que tiene que ver con la unión y la fraternidad. Esto simboliza el sanar heridas, el reconciliar corazones, el estrechar nuevamente brazos”.Beatriz Salas, feligrés participante, destacó la dimensión nacional y continua del esfuerzo: “Cumplimos 38 años de estar conmemorando la Semana por la Paz… Vamos a continuar con una agenda muy nutrida, partiendo especialmente de la cultura del encuentro y continuar escuchando las voces de los que no tienen voz”.Un compromiso que trasciende lo conmemorativoLa celebración no se limitó a los actos litúrgicos. Frente al altar del Santuario, se exhibieron cuadros de la iniciativa Artepaz, elaborados por jóvenes de 17 instituciones educativas, que plasmaron su anhelo de paz desde la creatividad y la sensibilidad adolescente.Al finalizar, la consigna que el Papa Francisco dejó en 2017 y que monseñor Múnera reiteró resonó con fuerza en el claustro colonial, sellando un compromiso que busca ir más allá de un día de conmemoración: “Pedro Claver nos dejó la consigna a todos los colombianos: ser esclavos de la Paz para siempre”. Un llamado a que la fiesta despierte el deseo de entrega y servicio, inspirando a una nación entera a ser generadora de paz y sembradora de esperanza.Vea el informe audiovisual a continuación: