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conferencia episcopal de colombia

Vie 12 Sep 2025

La Esperanza se siembra en la familia: Monseñor Mauricio Vélez comparte claves en un nuevo ‘Diálogo en el Atrio’

Este jueves, 11 de septiembre, se estrenó el sexto episodio de ‘Diálogos en el Atrio’, el videoposcast de la Conferencia Episcopal de Colombia. En esta ocasión, el invitado especial fue monseñor José Mauricio Vélez García, obispo auxiliar de Medellín y Presidente de la Comisión Episcopal de Doctrina, quien se refirió a la esperanza en el seno de la familia, tema central de su libro “El pretexto de la manzana”, publicado el pasado mes de abril.Este diálogo, disponible en el canal de YouTube y la página de Facebook de la CEC, explora cómo la familia, como Iglesia doméstica, es el terreno fértil donde se aprende y practica la virtud de la esperanza, un pilar fundamental del Jubileo convocado por el Papa Francisco. Enfatiza en que la virtud de la Esperanza se vive y fortalece en el hogar, especialmente en tiempos complejos.“El pretexto de la manzana”: un manual para la familia sin excusasAl explicar el título, monseñor Mauricio Vélez se remontó al libro del Génesis:“El pecado original fue el querer ser como Dios, pero sin Dios”. Señaló que el problema no fue la manzana, sino la actitud de Adán: “Dios lo hubiera entendido. Pero… Adán tomó la posición más cómoda: la mujer que tú me diste. El pretexto”.A partir de esta reflexión, el obispo afirmó que el texto es una invitación a las familias de hoy: “No es tiempo de pretextos, es tiempo de asumir, de afrontar y de cuidar”. Afirma que los temas abordados en el libro reconocen la realidad de todos los miembros de la familia: hijos, esposos, padres, hermanos, suegros y abuelos.Monseñor Vélez recalcó que tener Esperanza no es ignorar las dificultades cotidianas de las familias:“No conozco un hogar que no tenga crisis…Lo más natural es asumir o vivir o experimentar una crisis. ¿Pero la pregunta es ante esa crisis yo qué puedo ir haciendo?”.La publicación se presenta como una herramienta metodológica sencilla, con reflexiones bíblicas y aplicaciones prácticas para la vida cotidiana.Claves para vivir la esperanza en el hogarDurante el diálogo, el Presidente de la Comisión de Doctrina de la Conferencia Episcopal ofreció consejos concretos para las familias:1.El matrimonio es un aprendizaje: “Nadie llega a un matrimonio experto… La esperanza nos lleva a entender que yo no puedo manejar el matrimonio con el vestido de las nupcias”.2. La comunicación y el respeto son esenciales: “La esperanza requiere poner al interior del hogar la comunicación, el respeto, el amor y la relación fraterna, humilde e interpersonal, sin egoísmos”.3. El propósito es la felicidad: “Yo me caso para ser feliz… tengo un hijo para que le dé sentido a mi existencia”. Una familia con esperanza “rema en una misma dirección: hacia la felicidad. Porque donde está la felicidad cabe la esperanza, y donde está la esperanza hay felicidad, y ahí está Dios”.¿Dónde conseguir el libro de monseñor Mauricio Vélez?El libro “El pretexto de la manzana” está a la venta en todas las librerías de El Minuto de Dios y a través de su página web (libreriaminutodedios.com). También se puede solicitar a domicilio contactando a los números WhatsApp: 317 369 07 97 - 320 303 36 76 o la línea fija: (604) 520 61 85.El rol de la Comisión de Doctrina y la formación en la feConsultado sobre el trabajo de la Comisión Episcopal que preside, monseñor Vélez afirmó también durante el diálogo que la doctrina no es solo para académicos, sino para el día a día de los padres. Alertó sobre hogares “desérticos en el tema Dios” y recalcó la urgencia de la formación cristiana: “De una bella y sana formación cristiana dependerá la capacidad de lucha, de conquista y de superación de cada miembro del hogar”.Recordó que el último insumo de reflexión publicado en “Actualidad Teológica” aborda cómo darle esperanza a la crisis, a la pobreza, a la soledad, haciendo un análisis de realidad de la situación colombiana desde la perspectiva de la esperanza, el cual está disponible el sitio web de la CEC.Vea el episodio de 'Diálogos en el Atrio' a continuación:

Vie 12 Sep 2025

La Voz del Pastor | 14 de septiembre de 2025

Reflexión del cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia: Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 15, 1-10

Jue 11 Sep 2025

Luto en el Episcopado Colombiano: falleció monseñor Libardo Ramírez Gómez

En esperanza cristiana, la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) comunica el fallecimiento de monseñor José Libardo Ramírez Gómez, Obispo Emérito de la Diócesis de Garzón, quien partió a la Casa del Padre este 11 jueves de septiembre.La noticia de su Pascua a la vida eterna es recibida por los obispos colombianos en el contexto del Año Jubilar de la Esperanza, un momento que reaviva la fe en Cristo Resucitado y la confianza en Sus promesas. En su mensaje, la CEC recuerda las palabras del Papa Francisco en la Bula Spes non confundit: “¿Qué será de nosotros, entonces, después de la muerte? Más allá de este umbral está la vida eterna con Jesús, que consiste en la plena comunión con Dios”.Una vida dedicada al servicio de la IglesiaMonseñor Libardo Ramírez Gómez nació en la fe y se formó para servirla. Fue ordenado sacerdote para la Diócesis de Garzón el 26 de mayo de 1956, tras completar sus estudios de filosofía y teología en el Seminario Mayor de esa ciudad. Obtuvo su Licenciatura en Derecho Canónico en la Pontificia Universidad Lateranense en la ciudad de Roma.Su ministerio episcopal inició el 20 de mayo de 1972, cuando fue nombrado obispo de la Diócesis de Armenia, rol que ejerció con dedicación hasta el 6 de diciembre de 1986, tras ser nombrado obispo de la Diócesis de Garzón, donde pastoreó hasta el 30 de abril de 2003, fecha en la que el Papa San Juan Pablo II aceptó su renuncia por alcanzar el límite de edad.Un legado de servicio nacional y académicoDentro de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Ramírez Gómez dejó una huella significativa. Perteneció a la Comisión Episcopal de Estado Laical, que lo tuvo como representante en el Sínodo de Obispos de 1987 en Roma, dedicado a “La vocación y la misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo”.Su profundización en Derecho Canónico encontró un cauce fundamental en su labor como Presidente y Moderador del Tribunal Eclesiástico Único de Apelación para Colombia, institución a la que dedicó su pasión evangelizadora y su competencia académica. Incluso durante su emeritud, se mantuvo activo como articulista de opinión en diversos medios de prensa escrita.Un recuerdo fraterno y una despedida en la feLos obispos colombianos lo recuerdan con afecto y admiración, describiéndolo como un “hombre de Iglesia, gran amigo, excelente pastor, hombre de Dios”. La CEC extiende sus condolencias y eleva sus oraciones por el eterno descanso de su alma, encomendando también a la familia Ramírez Gómez y a las diócesis de Armenia y Garzón, que atestiguaron de su incansable labor pastoral.La Pascua de monseñor Libardo es un motivo de acción de gracias al Buen Pastor por el don de su vida y ministerio. Se le despide como un Peregrino de Esperanza, con la fe puesta en Cristo Resucitado, y se le encomienda a la intercesión de la Bienaventurada Virgen María y de San José.

Mié 10 Sep 2025

Sinodalidad y profecía

Por Mons. José Clavijo Méndez - Cuando éramos estudiantes en Roma estaba en auge la «nueva Evangelización», introducida casi ex abrupto algunos años atrás por san Juan Pablo II en los años mozos de su pontificado, cuando apenas se estaban preparando nuestras Iglesias para celebrar los quinientos años de la Evangelización de América. En Haití nos sorprendió el papa, mientras se refería a la gesta evangelizadora de los misioneros que acompañaron a los colonizadores españoles no con el fin de hacerse ricos, sino de sembrar en el corazón de nuestros antepasados amerindios el tesoro del Evangelio; ellos también vinieron, autoexiliándose, para enriquecernos con su pobreza (2 Co 8,9). Entonces como un trueno, resonó en Puerto Príncipe la voz del Pontífice polaco:«Vuestros pueblos, marcados en su íntimo por la fe católica, imploran la profundización y fortalecimiento de su fe, la instrucción religiosa, el don de los sacramentos, todas las formas de alimento para su hambre espiritual. Sin embargo –hay que darse también cuenta de ello con humilde lucidez y realismo– problemas graves pesan sobre este pueblo desde el punto de vista religioso y eclesial: la crónica y aguda escasez de vocaciones sacerdotales, religiosas y de otros agentes de pastoral, con el consecuente resultado de ignorancia religiosa, superstición y sincretismo entre los más humildes; el creciente indiferentismo, si no ateísmo, a causa del hodierno secularismo, especialmente en las grandes ciudades y en las capas más instruidas de la población; la amargura de muchos que, a causa de una opción equívoca por los pobres, se sienten abandonados y desatendidos en sus aspiraciones y necesidades religiosas; el avance de grupos religiosos, a veces carentes de verdadero mensaje evangélico…..La conmemoración del medio milenio de evangelización tendrá su significación plena si es un compromiso vuestro como obispos, junto con vuestro presbiterio y fieles; compromiso, no de re-evangelización, pero sí de una nueva evangelización. Nueva en su ardor, en sus métodos, en su expresión».Dos años atrás el papa había expresado esta misma idea en su primera peregrinación apostólica a Polonia en junio de 1979. El huracán que arrancaba a Europa de sus raíces cristianas estaba a punto de lanzarse sobre el nuevo continente para arrasar con casi todo lo que la primera evangelización había sembrado y construido.Entonces parecía un desatino hablar de nueva evangelización en un continente tan católico y religioso, pero a los pocos días sobrevino el tsunami de la secularización que nos hizo entender la verdad de esa profética advertencia y la urgente necesidad de una nueva evangelización que pusiera cimientos firmes a una fe que se desmoronaba.Otro tanto había sucedido hace sesenta años cuando san Juan XXIII, ante la mirada atónita y el nerviosismo incómodo de los cardenales se atrevió a anunciar su deseo de convocar un Concilio ecuménico para la Iglesia como respuesta a la creciente desbandada de naciones y grupos humanos del seno de la Iglesia que, seducidos por el príncipe de las tinieblas, luchan contra la verdad y el bien acentuando la división entre lo que el genio de san Agustín llama las dos ciudades (Aloc. A los cardenales del 25 de enero de 1959). Lo que entonces parecía una locura del profeta fue en realidad una corriente de renovación y de nueva vitalidad para la Iglesia y para el mundo.La nueva profecía para el primer cuarto de siglo del tercer milenio es la sinodalidad. No nos quepa duda de que se trata de una inspiración profética que no podemos dejar pasar por alto refugiándonos en las falsas seguridades de una Iglesia que aparenta ser más sólida que nunca y más gloriosa que en otras épocas: la sinodalidad hará posible que la nueva evangelización y la salida misionera fortalezcan a la Iglesia para lanzar las redes de la gran misión del tercer milenio que buscará de nuevo llegar al corazón de cada hombre de este siglo para sembrar en su ser más íntimo la novedad fecunda del Evangelio y proponer a todos la construcción de un mundo nuevo, más fraterno, más humano, más abierto a la trascendencia. Para ello necesitamos formar a los discípulos misioneros que se aventuren a viajar a los nuevos continentes de la realidad virtual, la inteligencia artificial y los metalenguajes en los que habitan hombres y mujeres que siguen llevando la imagen y semejanza con Dios en lo más íntimo de su naturaleza y pueden abrir sus corazones, sus inteligencias y sus voluntades a la novedad del Evangelio de siempre anunciado en lenguajes nuevos, con ardor irresistible y expresiones novedosas.La Iglesia del primer milenio fue profunda y esencialmente sinodal en medio de una sociedad imperial y monolítica. La sinodalidad favoreció ese inatajable fuego misionero que como el carro de fuego de la «merkabá» se movía en la dirección de los cuatro puntos cardinales llevando «aquí, allí, allá y más allá» el potente y atractivo anuncio de una humanidad nueva y podríamos decir, otro tanto, no sin alguna reticencia, del segundo milenio, especialmente bajo el impulso renovador del Concilio tridentino. No podría ser diferente en estos primeros años del tercer milenio. La sinodalidad es un despertar eclesial a todos los niveles, un impulso renovador, un fuego purificador, un aliento nuevo y sanador que golpeará sin cansancio a las puertas de una humanidad cansada, agobiada y sin horizontes; la sinodalidad arrancará a la iglesia del letargo autocontemplativo y la llevará al corazón de la civilización posmoderna para abrirla al horizonte de la trascendencia.Vistamos las armaduras, alistemos nuestras alforjas y cantemos con el poeta: “Rotas mis ataduras, pagadas mis deudas, de par en par mis puertas, ¡Al fin!, me voy a todas partes” (Tagore: La cosecha).+ José Clavijo MéndezObispo de SincelejoPresidente Comisión Episcopal Lugares Eclesiales de Comunión

Mié 10 Sep 2025

Renovación evangelizadora y turismo religioso: claves del legado de los 500 años de fe y cultura en la Diócesis de Santa Marta

Con una Eucaristía presidida por el cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, el viernes 5 de septiembre culminó la visita de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) a la Diócesis de Santa Marta, un hecho histórico que marcó la Semana de la Evangelización 2025 y enriqueció las celebraciones por los 500 años de fe, evangelización y cultura de la primera diócesis en tierra firme en América.La presencia de los catorce arzobispos, encabezados por monseñor Francisco Múnera Correa, presidente de la CEC y acompañados por monseñor Germán Medina Acosta, secretario general, transcendió una reunión administrativa para convertirse en un poderoso signo de comunión, cercanía y refuerzo pastoral para la Iglesia samaria. También estuvo presente en esta experiencia monseñor Joaquín Humberto Pinzón Güiza, vicario apostólico de Puerto Leguízamo-Solano.Una visita pastoral con sello misioneroLa integración de la reunión de la Comisión Permanente con la Semana de la Evangelización honró la historia y riqueza evangelizadora de la Iglesia samaria y sirvió como un impulso para proyectar el futuro.Monseñor José Mario Bacci Trespalacios, Obispo de Santa Marta, explicó el profundo significado de este evento: “La venida de la Comisión Permanente del Episcopado surgió como un deseo de la diócesis de hacer presente la Iglesia a través de un signo concreto en la ciudad por la celebración de sus 500 años…Era justo y necesario que también en modo expresivo y concreto, la Iglesia en Colombia se hiciera presente en Santa Marta, una de las cunas de la evangelización en el país”.Uno de los momentos más especiales de esta visita sucedió el jueves 4 de septiembre, cuando los arzobispos se desplazaron a parroquias de la ciudad de Santa Marta, del municipio de Ciénaga y al monasterio de las Hermanas Concepcionistas que hacen presencia desde hace 55 años en esta jurisdicción, para vivir una verdadera dispersión misionera. En cada lugar, compartieron tres momentos: una catequesis sobre los 500 años, la celebración de la Eucaristía y un encuentro fraterno con la comunidad. “Me consta que esas visitas fueron recibidas con altura, con sentido de Iglesia, con verdadero gozo misionero”, afirmó monseñor Bacci.Monseñor Francisco Múnera fue acogido por la parroquia San Juan Bautista de Ciénaga, la segunda fundada en la Diócesis. Allí, el prelado invitó a la comunidad a tener “memoria agradecida en el pasado, confianza profunda en el presente y mirar con mucha esperanza hacia el futuro”. Exhortó a “remar mar adentro” y a “sacar a tanta gente de las tinieblas para enseñarle la luz del Evangelio, la luz de Jesucristo, la fuerza transformadora que ha construido esta hermosa historia de evangelización”.La feligrés María de los Ángeles Rojas destacó lo significativo de esta visita e hizo eco del llamado de monseñor Múnera. “Nos invitó a buscar y formar más discípulos misioneros, y ser unos verdaderos y auténticos evangelizadores de la Palabra de Dios”. Por su parte, Alfredo José Dávila Murano, también feligrés de Ciénaga, destacó que “esta experiencia nos invita a seguir evangelizando sin miedo a llevar la Palabra del Señor a los rincones más incógnitos de esta tierra evangélica”.Cimientos para una transformación misioneraLa Semana de la Evangelización también sirvió como un espacio fundamental de reflexión y formación para sentar las bases del futuro pastoral de la diócesis. Monseñor Bacci explicó el propósito de fondo: “Quisimos renovar nuestra conciencia y nuestra práctica misionera. Abordamos temas de fondo: ¿Qué es evangelizar? ¿Cómo se vive el proceso de evangelización?”.El obispo conectó directamente esta formación con su proyección evangelizadora: “Queda hacia adelante el trabajo de articular todas esas intuiciones en un concreto plan de pastoral. Estamos en camino de elaboración del nuevo Plan Diocesano de Pastoral y hemos encontrado en toda esta actividad muchas inspiraciones, muchos retos, muchos llamados a la conversión”. Y reveló el objetivo último: “El gran propósito es lograr la transformación misionera de la Diócesis de Santa Marta. Implica asociar cada vez más a los laicos y laicas en papeles protagónicos, de manera que todos los bautizados nos sintamos responsables de esta misión”.El padre Juan Carlos Carvajal, vicerrector de la Universidad San Dámaso de Madrid y uno de los formadores internacionales invitados por la Diócesis, valoró positivamente la respuesta del pueblo de Dios samario y confirmó que este puede ser “un antes y un después para la diócesis”; recalcó la necesidad de volver la mirada a la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi del papa Pablo VI y subrayó elementos esenciales como “la necesidad de hacer una catequesis que inicia la vida cristiana” y la importancia de que “los cristianos sean bautizados con experiencia de Cristo, con experiencia de Dios”.Diálogo Iglesia-Sociedad y el impulso al turismo religiosoEl viernes 5 de septiembre, la Universidad Sergio Arboleda fue escenario del “Encuentro Iglesia y Sociedad: 500 años de Fe, Evangelización y Cultura”. Este espacio de diálogo contó con la participación central del cardenal Luis José Rueda Aparicio, quien, junto a académicos y líderes sociales, reflexionó sobre el rol de la Iglesia en la educación, la defensa de la dignidad humana y la construcción de paz en Colombia.El evento, en el que estuvieron presentes los arzobispos, también sirvió para anunciar un hito para el futuro de la diócesis: su incorporación oficial a la Red Mundial de Turismo Religioso, liderada por el Tourism and Society Think Tank. Monseñor Bacci destacó la dimensión pastoral de este paso: “El turismo religioso es una necesidad pastoral, brota en realidad del discernimiento de los signos de los tiempos que pide de la Iglesia presencia eficaz donde hay personas, donde están circulando turistas que llegan a ser peregrinos”. Explicó que quienes llegan “motivadas por las bellezas naturales de Santa Marta pueden también, si la Iglesia sabe salirles al paso, ir a su encuentro, vivir una experiencia espiritual profunda de fe cristiana, de evangelio de Jesucristo”.Testimonios de una fe renovadaLos agentes de pastoral y fieles que participaron en la semana expresaron cómo estas experiencias impactaron su fe y su misión.Para Alfonso Campo González, de las Comunidades Neocatecumenales, las enseñanzas recibidas resonaron profundamente con su experiencia: “Me ha llamado mucho la atención ver que la realidad que vivo realmente el Camino Neocatecumenal es lo que vivimos”. Destacó el llamado a “ser enviados del obispo a poder anunciar el amor de Dios a los demás” y el interés general de la Iglesia por participar.La Hermana Daniela, religiosa de la comunidad Hijas del Fiat, vio en la semana “una riqueza para todos los bautizados” y un capítulo nuevo en la diócesis. Para su comunidad, significó “fundamentos sólidos para la misión” y una oportunidad para “vincularnos con la iglesia local…Conocer lo social, lo político, lo económico para también como comunidad, plantearnos ¿y ahora qué sigue?”.El padre José Didier Pineda, de la Parroquia del Espíritu Santo, lo asumió como un llamado personal a renovar su sacerdocio movido por la Esperanza en Cristo. Enfatizó la necesidad de “volver a las pequeñas comunidades donde surgió la Iglesia, teniendo ese encuentro con la misma Palabra de Dios y teniendo un compromiso con una Iglesia en salida”.Los llamados del Cardenal: Gratitud, Reconciliación y EsperanzaLa jornada concluyó con una solemne Eucaristía en la Catedral Basílica de Santa Marta, presidida por el cardenal Rueda Aparicio y concelebrada por monseñor Bacci y por los prelados presentes en la Comisión Permanente.En su homilía, el pupurado desarrolló una profunda reflexión tomando la parábola del “vino nuevo en odres nuevos” (Lc 5). Señaló que Jesucristo es el vino nuevo que renueva las vasijas de la comunidad, la familia y la sociedad, e invitó a la Diócesis de Santa Marta y, por extensión, a todo el país, a vivir tres actitudes renovadas para el futuro:1. Gratitud: “Agradecidos por una historia de salvación… Por la gracia de los sacramentos celebrada en estos 500 años”.2. Reconciliación: “Solamente el camino de la reconciliación y del perdón nos llevará a la verdadera paz que empieza en el corazón de cada uno”.3. Esperanza: “Celebrando el Jubileo de la Esperanza, las familias de Santa Marta deben ser familias portadoras de esa virtud teologal”.El purpurado elogió el camino de escucha y discernimiento que lleva la diócesis en cabeza de su pastor para elaborar un plan de evangelización hacia el 2033, cuando se cumplirán 500 años de vida diocesana, y los instó a ser “misioneros y misioneras de la gratitud, de la reconciliación y de la esperanza”.Un legado para el futuroLa integración de estos cinco eventos—la Semana de la Evangelización, la visita de los arzobispos, el diálogo Iglesia-Sociedad, la Eucaristía presidida por el cardenal y la entrada de la Diócesis de Santa Marta a la Red de Turismo Religioso—debuja el panorama de una Iglesia samaria que, honrando su pasado milenario, avanza con gratitud, busca la reconciliación y se abre al futuro con esperanza misionera, rumbo a la celebración de sus 500 años como diócesis en el 2033.Vea a continuación el informe audiovisual de la Semana de la Evangelización en la Diócesis de Santa Marta:Vea a continuación los momentos más destacados de la Eucaristía celebrada por el cardenal en la Catedral Basílica de Santa Marta:Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida por Conf. 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Mar 9 Sep 2025

Copa de la Fe 2025: Sacerdotes de cuatro países unen fe y deporte en la tierra del café

Con un colorido y emotivo desfile inaugural que reunió en la Plaza de Bolívar de Armenia a 28 equipos de sacerdotes, inició oficialmente la X Copa de la Fe, el campeonato deportivo más importante de la Iglesia en el país que, este año, tiene como sede la Diócesis de Armenia, en el corazón del Eje Cafetero colombiano. En esta oportunidad, reúne a más de 600 sacerdotes de Colombia, Ecuador, Venezuela y México.El acto de apertura se celebró en la tarde del lunes 8 de septiembre, bajo un espíritu de fraternidad, alegría y esperanza. El evento contó con la presencia de monseñor Alfonso García López, obispo de Guapi, y monseñor Jorge Alberto Ossa Soto, arzobispo de Nueva Pamplona, quienes acompañaron a sus delegaciones. Además, monseñor Hugo Alberto Torres Marín, arzobispo de Santa Fe de Antioquia, quien también está jugando en esta copa. Fue monseñor Carlos Arturo Quintero Gómez, obispo anfitrión, quien dio la bienvenida a los participantes. En su discurso, recordó que este torneo va más allá de lo deportivo; destacó el espíritu de fe y fraternidad que lo caracteriza.Los compromisos deportivos de esta X Copa de la Fe iniciaron este martes, 9 de septiembre. El partido inaugural enfrentó al equipo conformado por de la Diócesis de Armenia y la Diócesis de Palmira contra la Arquidiócesis de Nueva Pamplona, que se alzó con una contundente victoria de 5-2. A lo largo de la mañana, se disputaron otros 13 encuentros en las diferentes sedes habilitadas para el torneo: el Estadio Centenario, las canchas de Comfenalco/Soledén, el Club Campestre de Armenia y el estadio del municipio de La Tebaida. Vea los resultados aquí.Un campeonato con misión evangelizadoraUno de los momentos más significativos de esta copa se vivirá en la tarde del jueves 11 de septiembre. Las delegaciones de sacerdotes dejarán temporalmente las canchas para desplazarse a diversas parroquias de la Diócesis de Armenia. Allí, serán acogidos por las comunidades locales para compartir, orar, visitar barrios, bendecir hogares, llevar consuelo a los enfermos y realizar el sacramento de la confesión, llevando el espíritu del torneo directamente a los feligreses.Transmisión y clausuraLos aficionados al fútbol y los fieles que deseen seguir la emoción de los partidos podrán hacerlo a través de las transmisiones en vivo que realizará la Diócesis de Armenia en su página de Facebook y su canal de YouTube. Algunos de los compromisos también serán retransmitidos en las plataformas de la Conferencia Episcopal de Colombia.Esta copa, que une al clero colombiano y extranjero en una misma jugada, finalizará sus actividades el próximo viernes 12 de septiembre. Dejará como ganadora no solo a una diócesis, sino a la comunidad católica que encuentra en el deporte un puente para la fe, la unión y el testimonio cristiano.Vea a continuación la transmisión del partido inaugural:

Mar 9 Sep 2025

Arquidiócesis de Santa Fe de Antioquia renueva el legado de Santa Laura con misión en Dabeiba

Inspirada en Santa Laura, la Arquidiócesis de Santa Fe de Antioquia llevó la esperanza del Evangelio a Dabeiba. Más de cien años después de que este territorio fuera cuna de la obra misionera de la primera santa colombiana, entre el 24 y el 30 de agosto, comunidades parroquiales, sacerdotes, religiosas, seminaristas y misioneros, liderados por monseñor Hugo Alberto Torres Marín, se unieron para anunciar la Buena Nueva y fortalecer la fe en este municipio del occidente de Antioquia. “En la esperanza reafirmamos nuestra identidad católica” fue el lema los identificó durante estos días.El camino de Santa LauraEl vínculo de Dabeiba con la misión es histórico. A comienzos del siglo XX, era un territorio marcado por el abandono, con campesinos en la miseria e indígenas emberá y katíos excluidos y perseguidos. Allí, donde casi no había presencia de la Iglesia, Santa Laura Montoya sintió el llamado divino. En la Catedral de Medellín, se arrodilló ante la imagen de la Inmaculada Concepción y formuló una súplica que revela tanto su fe como su audacia espiritual:“Mostrándole el dinero que llevaba en la mano le dije: ‘¿Ves, Madre mía? Esta suma podría servir para los indígenas. Quizás iré a gastarla inútilmente… Vos, Señora mía, puedes hacerme este mandado con eficacia: directamente al Papa. Haz que venga una orden que obligue a los obispos a ayudarme’” (Autobiografía, Cap. XIX, p. 123).Semanas después, el Papa San Pío X publicaba la encíclica Lacrymabilis statu indorum (1912), exhortando a los obispos a apoyar a los pueblos indígenas. Esta fue la señal divina que selló la certeza de Santa Laura de que no fue ella quien eligió a Dabeiba, sino que fue Dios mismo quien dispuso que este rincón del occidente antioqueño se convirtiera en cuna de su obra misionera, un pensamiento que luego expresaría con la frase: “Dabeiba es el camino. Dios dirige las cosas cuando son suyas” (Autobiografía, Cap. XXI, p. 145).Una misión renovada para desafíos actualesHoy, Dabeiba es un municipio plural, donde conviven distintos credos y expresiones religiosas, y que además está profundamente marcado por el conflicto armado. Estas situaciones son un reto para la Iglesia Católica, que exigen testimonio claro, de cercanía con quienes han sufrido y un respeto por la creencia ajena.Ante esta realidad, la nueva misión emprendida por la Arquidiócesis de Santa Fe de Antioquia no fue un simple evento pastoral, sino un volver a las raíces para reavivar el fuego de la fe. Se buscó reafirmar la identidad católica no compitiendo, sino compartiendo, con alegría y sin exclusiones, que lo más valioso que tenemos para dar es a Cristo y su Evangelio. Como lo expresó el Papa Francisco al canonizar a Santa Laura, ella nos enseña a "acoger a todos sin prejuicios...Compartiendo con ellos lo más valioso que tenemos, que es Cristo y su Evangelio".Tierra de encuentro y acompañamientoLos misioneros hicieron eco de la palabra por la zona urbana y las veredas aledañas. La mayoría de estos encuentros fueron con comunidades indígenas, quienes abrieron su corazón al Evangelio.“Me siento muy contenta, muy agradecida, pues primero con Dios, después con la, con la misión... para nosotros es una gran bendición,” contó Maribel Domicó, Gobernadora de la comunidad indígena Karrá.La misión también colaboró con iniciativas locales como “El Grupo Dinamizador”, que se encarga de cuidar a los adultos mayores de la región. Sacerdotes y misioneros realizaron junto a ellos durante cuatro días Eucaristías, actividades de evangelización y unción.“De verdad es como una primera vez que...Se vio cómo este acompañamiento de ellos a nuestra vereda de verdad,” expresó Marta Elena Guerra, líder de la vereda Llano Grande.Un fruto de esperanzaEsta misión arquidiocesana se convirtió en un espacio de sanación y construcción de paz, llevando el anuncio del Evangelio más allá de las palabras, hacia la cercanía y el acompañamiento espiritual.“La misión ha venido dando su fruto, que renazca la esperanza de una Iglesia católica siempre viva y que cada uno de ellos vaya descubriendo la necesidad de celebrar la fe,” comentó monseñor Hugo Alberto Torres, arzobispo de la Arquidiócesis de Santa Fe de Antioquia.Hoy, afirmar que “Dabeiba es el camino” no es mirar al pasado con nostalgia, sino reconocer que este municipio sigue siendo un espacio privilegiado para evangelizar, acompañar y ser camino de esperanza, de fe y de reconciliación para toda la Iglesia.Vea a continuación el informe audiovisual sobre la misión:

Mar 9 Sep 2025

El don de la Palabra de Dios

Por Pbro. Francisco León Oquendo Góez - Septiembre es el mes de la Biblia, ya que el 30 de dicho mes se celebra la memoria de San Jerónimo (muerto el 30 de septiembre del 420) quien, mediante su vida y sus obras, dejó a la Iglesia como herencia “una estima por la Sagrada Escritura, un amor vivo y suave por la Palabra de Dios escrita”, como escribió el Papa Francisco, en Scripturae sacrae affectus (SSA).La Palabra de Dios es “don del Padre, para el encuentro con Jesucristo vivo” (Aparecida 248). Existe la Biblia, porque existe la Palabra de Dios, la revelación de Dios, pues “quiso Dios revelarse a Sí mismo y manifestar el misterio de su voluntad” (DV 2). En Cristo, la Palabra hecha carne, Dios se revela mediante obras y palabras intrínsecamente ligadas (VD 2), puesto que Cristo “lleva a plenitud toda la revelación y la confirma con testimonio divino” (DV 4).La revelación salvadora, la salvación revelada es para todos. Es voluntad de Dios que lo revelado “se conservara íntegro y fuera transmitido a todas las edades” (DV 7), de manera que la “predicación apostólica se ha de conservar por transmisión continua hasta el fin del tiempo” (DV 8). La revelación fue transmitida de dos maneras: oralmente y por escrito (CEC 76). La transmisión oral es la Tradición viva, la cual “recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los Apóstoles y la transmite íntegra a los sucesores” (DV 9), pues “la Iglesia con su enseñanza, su vida, su culto, conserva y transmite a todas las edades lo que es y lo que cree” (DV 8), Tradición que es atestiguada por las palabras de los Santos Padres (DV 8) y es “la que nos hace comprender de modo adecuado la Sagrada Escritura como Palabra de Dios” (VD 17).La transmisión por escrito es la Sagrada Escritura que es “Palabra de Dios escrita por inspiración del Espíritu Santo” (DV 9). En efecto, “los mismos Apóstoles y otros de su generación pusieron por escrito el mensaje de la salvación inspirados por el Espíritu Santo” (DV 7). Por ello, “en la Iglesia se venera la Sagrada Escritura, aunque la fe cristiana no es una ‘religión del libro’, pues el cristianismo es la religión de la Palabra de Dios, no de una palabra escrita y muda, sino del Verbo encarnado y vivo” (VD 7).Así pues, “la Tradición y la Escritura están estrechamente unidas y compenetradas, manan de la misma fuente, se unen en un mismo caudal, corren hacia el mismo fin” (DV 9) y “constituyen el depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia” (DV 10). Dios no sólo dona su Palabra, sino también el carisma para interpretarla, pues la interpretación por cuenta propia está excluida por la Escritura misma (2Pe 1,20). Por ello, “el oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado únicamente al Magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo” (DV 10), es decir, “a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma” (CEC 85). En consecuencia, “la Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia están unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros; los tres, cada uno según su carácter, y bajo la acción del único Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas” (DV 10).El mes de la Biblia renueve el amor ardoroso y el ardor amoroso a la Sagrada Escritura, pues “la Escritura ha de ser proclamada, escuchada, leída, acogida y vivida como Palabra de Dios, en el seno de la Tradición apostólica, de la que no se puede separar” (VD 7). La sinodalidad enfatiza que la Escritura se ha de leer en la comunión eclesial. En efecto, “san Jerónimo recuerda que nunca podemos leer solos la Escritura. Encontramos demasiadas puertas cerradas y caemos fácilmente en el error. La Biblia ha sido escrita por el pueblo de Dios y para el pueblo de Dios, bajo la inspiración del Espíritu Santo. Sólo en esta comunión con el pueblo de Dios podemos entrar realmente, con el ‘nosotros’, en el núcleo de la verdad que Dios mismo quiere comunicarnos” (VD 30).En síntesis, la revelación de Dios contenida en su Palabra ha sido transmitida de dos modos: la Tradición viva y la Sagrada Escritura que constituyen el depósito sagrado de la fe. El Magisterio vivo de la Iglesia ha recibido el oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios, pues la Iglesia “se funda sobre la Palabra de Dios, nace y vive de ella” y también hoy la comunidad eclesial crece “en la escucha, la celebración y el estudio de la Palabra de Dios” (VD 3). Por tanto, “Acojamos el sublime tesoro de la Palabra revelada” (EG 175), pues “toda Escritura nos ha sido dada por Dios” (San Ireneo, AH II,28,3). Pbro. Francisco León Oquendo GóezDirector de los Departamentos de Catequesis y Animaciòn BíblicaConferencia Episcopal de Colombia