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Iglesia

Mar 28 Jul 2020

En Medellín todo dispuesto para el Encuentro Arquidiocesano de Arte

Con el ánimo de exaltar el legado del artista Italiano Raffaello Sanzio a 5 siglos de su muerte, la Arquidiócesis de Medellín, a través de la delegación para la Cultura y en asocio con la Fundación Universitaria Bellas Artes y la Biblioteca Pública Piloto, realizarán este miércoles 29 de julio a las 4:00 p.m. de manera virtutal el Encuentro Arquidiocesano de Arte, denominado "Así en la tierra como en el cielo". Estarán como invitados especiales la profesora Gladys Ramírez Madrid, la profesora Libe de Zulategui Mejía y los sacerdotes John Jairo Osorio Arango y Juan Camilo Restrepo Tamayo, quienes hablarán de cuatro obras ubicadas en las estancias vaticanas del artista Raffaello Sanzio. Son ellas. La Disputa del Sacramento de la Eucaristía, La Escuela de Atenas, El Parnaso y el Incendio del Borgo. Para participar es necesario inscribirse ingresando al sitio web de la Biblioteca Pública Piloto (https://www.bibliotecapiloto.gov.co/programacion-semanal/) o ingresar al siguiente link https://forms.gle/99HPo8KWPiQwJ2dN8 Raffaello Sanzio Nació en Urbino - Italia, el Viernes Santo de 1483; murió 37 años después, en Roma, el Viernes Santo de 1520. Fue pintor y arquitecto italiano del Renacimiento. Además de su labor pictórica, que sería admirada e imitada durante siglos, realizó importantes aportes en la arquitectura y, como inspector de antigüedades, se interesó en el estudio y conservación de los vestigios grecorromanos. Se hizo inmortal con sus pinturas, frescos, tapices, obras arquitectónicas y más creaciones, falleció en el pico de su fama. Lideraba en ese momento el taller más grande del momento, con más de 50 artistas y aprendices que lo veneraban. La mayor parte de su trabajo está alojado en los Museos Vaticanos, ya que decoró con frescos las habitaciones conocidas como las Estancias de Rafael, el principal encargo de su carrera, que quedó sin terminar a causa de su muerte y fue completado por ayudantes.

Lun 27 Jul 2020

Pandemia y espiritualidad

Por: Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo - Al terminar el año anterior y al comenzar el presente, escuchábamos una noticia internacional, reportada desde Wuhan,China, nos decían los noticieros: Se han reportado unos casos de neumonía, “se trata de un virus aún desconocido”. Con las primeras noticias, no hubo ninguna alarma. Primero, porque no comprendíamos la gravedad de la situación y segundo, porque veíamos la enfermedad demasiado lejana a nosotros, pues geográficamente China, nos parecía demasiado apartada de nuestra región. A principios del presente año la OMS, al ver la extensión del virus se atrevió a llamar esta enfermedad con el nombre de pandemia. Así se define etimológicamente el término: “Pandemia viene del griego πανδημία, de παν, pan, 'todo', y δήμος, demos, 'pueblo', expresión que significa 'reunión de todo un pueblo'. Es la afectación de una enfermedad infecciosa de los humanos a lo largo de un área geográficamente extensa”. En un principio, al ver que la enfermedad comenzó a extenderse a Europa, comenzamos a alarmarnos y, sin embargo, nos creíamos aún lejanos de semejante realidad tan grave. Fue pasando el tiempo hasta que en marzo comenzaron a aparecer los primeros enfermos de COVID 19 en el país, especialmente en Bogotá. En el Caquetá decíamos: Estamos aún lejos de la capital, lo importante es que nadie entre al departamento…; tenemos que encerrarnos para preservar nuestra salud. Incluso nos parecía difícil que el virus llegara a nuestra región, decíamos, por ejemplo: la selva nos preserva de la enfermedad, etc. En fin, cada persona podrá recordar las múltiples interpretaciones que le dábamos a las circunstancias. Nos encerramos con mucho miedo, frente a un enemigo mortal que nos era invisible y que no sabíamos por donde podría llegar a nuestra región. En un principio fuimos disciplinados, porque nos impulsaba el miedo al virus desconocido y mortal. En la medida que fue avanzando el tiempo, se fue viendo la necesidad de salir, por múltiples circunstancias, entre muchas por la situación de pobreza. La verdad es que para muchas familias la antinomia ética es: Nos encerramos y morimos de hambre o salimos y corremos el riesgo de contagiarnos. Es necesario reconocerlo, muchas personas también han sido, (hemos sido), desobedientes e “indisciplinadas socialmente”. Ahora el virus en nuestra región es una realidad, ya ha cobrado la vida de muchas personas, que hacían parte de nuestra comunidad. Esto nos debe doler y frente al hecho no podemos ser indiferentes. La primera consciencia que hemos de tener es que, nos cuidamos, para cuidar a los demás o corremos el riesgo de contaminarnos todos y habrá por lo tanto una mortandad incontrolable en nuestro departamento. Como no soy médico, ni soy gobernante, quiero dirigirme a ustedes queridos hijos e hijas como pastor de almas, como sacerdote y, sobre todo, como una persona de fe, que a lo largo de mi vida sacerdotal y episcopal he tratado de iluminar mi vida desde la espiritualidad del Evangelio o Buena Nueva de salvación, inaugurada por Jesús nuestro Señor, nuestro Maestro, nuestro Profeta y nuestro Médico (Cf Mt 4,23; Mt 9,35). Mi modelo de vida en el Espíritu es Cristo, quisiera que lo fuera también para ustedes. El diccionario de la lengua castellana nos ofrece los siguientes elementos para comprender la palabra espiritualidad, dice: “La espiritualidad es elconocimiento, aceptación o cultivo de la esencia inmaterial de uno mismo”. Espíritu a su vez, lo define el diccionario así: “Esla gracia que Dios o un ser superior da al hombrepara diferenciarse del resto de los animales. El espíritu es definido como elalma racional donde reside el pensamiento, la espiritualidad y la comunión. Espíritu proviene del latínspiritus, que significa ‘respiro’ y todo lo relacionado con el elemento aire. Se traduce al griego comopneûma, que se relaciona con ‘aliento’, ‘respiración’ y ‘espíritu’”. Desde la antigüedad, la filosofía griega nos dice que el ser humano es un “animal racional”. Aquí está la gran diferencia con los demás animales del planeta, el hombre, además, de tener vida, sabe que la tiene; además de poseer emociones y pasiones, posee capacidad racional. Es la razón pues la que nos diferencia de los demás seres de la creación. Nuestra inteligencia es don de Dios, dice la Palabra que Dios nos ha hecho a su “imagen y semejanza”. Dice la Palabra: “Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó varón y mujer” (Gen 1, 27). Porque somos imagen y semejanza de Dios podemos dialogar con Él, podemos entrar en comunión con Él y por lo mismo podemos vivir fraternalmente entre nosotros. Nuestra inteligencia a imagen y semejanza de Dios es la que nos permite estar abiertos a la espiritualidad, es decir a las realidades más íntimas y profundas del ser humano. El ser humano es todo aquello que lo hace ser desde dentro, pero a su vez, todo aquello que le permite que su existencia se pueda manifestar hacía lo externo. El ser humano es relación íntima entre mundo interno y mundo externo. Los sentidos externos e internos están estrechamente relacionados, se complementan y hacen parte de un mismo ser. Lo interno se muestra al exterior por medio del cuerpo y el cuerpo a su vez es manifestación de lo que se vive en lo más profundo de su ser o sea su espíritu. Como seres racionales, inteligentes, espirituales, no podemos ser indiferentes frente a la realidad que se vive en cada “instante vital” de la existencia. Hoy vivimos una pandemia. La podríamos entender o iluminar de mil maneras. También se puede interpretar desde otras orillas antropológicas y espirituales. De nuestra parte, les propongo asumirla desde la antropología cristiana o espiritualidad del Evangelio. Lo primero a lo cual nos invita la espiritualidad cristiana es a fijar nuestra mirada en la Palabra de Dios. Nuestra fe nos enseña que la Palabra de Dios es la fuente y el origen de todas nuestras convicciones de vida y a su vez es la herramienta esencial para juzgarlo todo, tanto los momentos de crisis y soledad, como los momentos cumbres de alegría y comunión entre los hermanos. La Palabra de Dios debe ser la puerta de entrada y la puerta de salida de cualquiera de los momentos y circunstancias que estemos viviendo a lo largo de nuestra existencia. Por eso, la primera invitación es a que, a la luz de la Palabra de Dios nos preguntemos: ¿Qué aspectos positivos, propositivos y esperanzadores podemos aprender del momento presente que estamos viviendo hoy? ¿Qué quiere Dios de nosotros? ¿Cómo personas inteligentes y/o espirituales, qué podemos hacer para que entre todos superemos la situación en la cual estamos sumidos? Un reto grande en la actualidad es entender que la ciencia y la técnica no son respuesta absoluta a todos los interrogantes del hombre. Es necesaria también la espiritualidad como herramienta fundamental que ayuda a darle sentido a la vida. Sin espiritualidad el ser humano termina siendo un simple objeto de valor, al que se le aprecia solo por lo que hace y no por lo que es. En el mundo ya se dio la revolución industrial, la revolución de la ciencia y de la técnica, la revolución electrónica. Estamos viviendo la revolución de lo virtual y de las redes sociales. Nos queda como reto desde la espiritualidad cristiana hacer la revolución de la fraternidad. Así como una pandemia, es algo universal, nuestro gran reto es universalizar la fraternidad. San Juan Pablo II hablaba de la globalización de la fraternidad. Una cosa hemos de tener clara y es que el mundo, después del coronavirus, no volverá a ser el mismo. La pandemia ha puesto a prueba nuestra humanidad, nuestra racionalidad, nuestra capacidad de fraternizar. Nosotros no podemos asumir la pandemia como un castigo de Dios. La verdad es que todos, de una o de otra manera, con culpa o sin culpa, todos hemos aportado nuestro granito de arena, para que llegáramos a la situación mundial de desgaste cósmico, humano y ético al cual hemos llegado. Desde nuestra espiritualidad cristiana digamos: Dios nos corrige, aceptemos entonces, este momento como un hecho pedagógico divino, escuchemos la Palabra: “Pues a quien ama el Señor, le corrige; y azota a todos los hijos que acoge” (Heb 12,6). Aceptemos este momento como un acto pedagógico divino a través del cual nos corrige porque nos ama. Así las cosas, es tiempo para asumir cada uno de nosotros nuestra propia responsabilidad. Veníamos sumidos en un individualismo terrible, donde la filosofía parecía ser: “sálvese quién pueda”. Ahora la realidad nos dice: vamos todos en la misma barca, nos salvamos o parecemos todos. Aparece entonces, la espiritualidad de comunión que tanto eco ha tenido a lo largo de la historia de nuestra fe. Nos recordaba el Papa San Juan Pablo II: “Hacer de la Iglesiala casa y la escuela de la comunión: éste es el gran desafío que tenemos ante nosotros en el milenio que comienza, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también a las profundas esperanzas del mundo”. Continuaba el santo: “… espiritualidad de comunión es saber “dar espacio” al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros (cf.Ga6,2) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias. No nos hagamos ilusiones: sin este camino espiritual, de poco servirían los instrumentos externos de la comunión. Se convertirían en medios sin alma, máscaras de comunión más que sus modos de expresión y crecimiento” (Novo Millennio Ineunte, 43). La verdad es que, frente a la realidad del deber de cerrar nuestros templos, como Iglesia, hemos despertado a una mayor y mejor utilización de los medios de comunicación y las redes sociales. Durante la pandemia han abundado las misas transmitidas por las redes sociales y los medios virtuales de comunicación. Los medios virtuales de comunicación se están instalando como herramientas necesarias para la educación, la evangelización y la extensión de nuestra espiritualidad cristiana, esto es un hecho y no lo podemos negar, no nos podemos esconder. Sin embargo, vale la pena reconocer que estos medios externos no nos pueden agotar la manera de transmitir el evangelio, la verdad de nuestra fe, la revelación, nuestra espiritualidad. No podemos caer en una especie de gnosticismo. Escuchemos al santo Padre Francisco: “La familiaridad con Jesús debe ser comunitaria: con la Iglesia, con los sacramentos y con el pueblo. Una familiaridad sin comunidad, una familiaridad sin el pan, una familiaridad sin la Iglesia, sin el pueblo, sin los sacramentos, es peligrosa. Puede convertirse en una familiaridad gnóstica. Una familiaridad desvinculada del pueblo de Dios. La familiaridad de los apóstoles con el Señor siempre era comunitaria, siempre era ‘en la mesa’, signo de la comunidad, siempre era con el sacramento, con el pan” (abril 17, 2020). El COVID 19, nos hizo caer en la cuenta de que somos seres humanos frágiles y que nos necesitamos los unos a los otros. Somos seres con espíritu y vocación de comunión. No podemos vivir encerrados, nuestra vida tiene sentido cuando nos encontramos con el Otro (ser superior), con los otros, con el cosmos. Somos hechos para estar en sociedad. Desde nuestra antropología cristiana y nuestra espiritualidad inspirada en el evangelio, es tiempo de entender que hoy es la oportunidad de comprender que nuestro compromiso por construir una sociedad más fraternal es impostergable. Es necesario recordar el siguiente principio: “No hay actos individuales que no tenga consecuencias sociales”. No somos islas. Necesitamos encontrarnos, tocarnos, besarnos… Necesitamos sentir que nuestro cuerpo está vivo y que éste es vía de comunión y vinculo de unidad como humanos. El cuerpo no es malo, es una bendición. Nuestro cuerpo habla. A través del cuerpo manifestamos lo que hay al interior de nuestro espíritu. Ciertamente el Covid 19 nos está limitando el poder expresar con toda nuestra fuerza corporal nuestros sentimientos y deseos. La invitación es a que seamos creativos, propositivos y proactivos, no nos dejemos limitar de la situación, seamos responsables, pero también reinventémonos. Toda crisis es la gran oportunidad de ir más allá de lo acostumbradamente normal. La espiritualidad de comunión nos hace comprender que hacemos parte de una familia, la cual comparte una casa común, la que debemos cuidar y por la cual debemos preocuparnos, porque si la destruimos, todos finalmente nos quedaremos sin donde habitar. Nuestra espiritualidad nos enseña que todo esta íntimamente interconectado, el mundo es un macrocosmos, que lo componen pequeños microcosmos, todos con igual grandeza e importancia, porque todos aportamos al equilibrio necesario para preservar la vida en el planeta. Si queremos volver a la “normalidad de antes”, ¿cuál normalidad?... O si queremos derrotar el coronavirus y, sobre todo, para derrotar la pandemia del individualismo, del egoísmo, de la corrupción, de la envidia y los celos; desde nuestra espiritualidad propongo lo siguiente: Pensemos en la muerte, no vivamos sólo para este mundo, vivamos con sentido de eternidad; por lo tanto, luchemos por derrotar el miedo a la muerte. La muerte ha sido una realidad que hemos convertido en un mito, en un tema vedado lingüísticamente. La muerte la hemos visto desde la barrera y como una intromisión con la cual no queremos contar en nuestro diario vivir, la hemos pretendido vivir a escondidas… La verdad es que sobre la muerte nos cuesta hablar, se ha convertido en un tema del cual no sabemos qué decir, ni qué pensar y esto se ha convertido en una falta enorme. La muerte es real y el coronavirus nos lo recordó. La pandemia nos ha puesto en presente la muerte, una realidad que aún desde nuestra espiritualidad cristiana se nos había olvidado meditar, orar, predicar y recordar. El mundo ha querido ocultarnos el misterio de la muerte, ha pretendido negarla y por eso, trata de maquillar lo mejor posible nuestros cadáveres. Pero el coronavirus, ni esto nos ha permitido. Hemos enterrado a nuestros difuntos sin ningún maquillaje, estrictamente forrados y sin saber siquiera si realmente ese es nuestro familiar o será otro cadáver y sin una posibilidad de elaborar el duelo. Algunos cadáveres han sido llevados al horno crematorio o a su tumba, sin una pequeña oración. La pandemia nos ha recordado que somos seres para la muerte. Desde la espiritualidad cristiana es el momento más oportuno, para volver a presentar la muerte como la gran realidad por la cual debemos atravesar, para poder contemplar a Dios cara a cara. Dice San Agustín: “Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón vive inquieto hasta que descansa en ti”. La muerte para el cristiano no es el final, lo rezamos en la Santa Misa de funeral: “Nuestra vida no termina, se transforma”. Hoy debemos hablar del misterio de la muerte como un hecho real que nos pone de cara a la eternidad y, por lo tanto, el final de nuestra existencia es tan real como la vida misma. La muerte no nos viene de fuera, la llevamos dentro, cuando nacemos ya somos lo suficientemente viejos para morir. La muerte nos ayuda a comprender la grandeza y el sentido de la vida; sin muerte la vida no tendría sentido. Los jóvenes son los más contagiados por el virus, aunque los que más mueren son las personas mayores, esto debe decirnos algo. De morir tenemos, el día, la hora, cómo y cuando no lo sabemos. Si no morimos de coronavirus, nos moriremos de otra cosa. Enfrentemos la muerte con esperanza y fe. Muchas veces hemos centrado solo nuestra mirada en los súper poderes de la ciencia y la técnica; con el Covid 19, nos dimos cuenta de que aún los científicos están desconcertados. La espiritualidad cristiana nos invita a fortalecer la virtud de la esperanza. Virtud que ha de estar centrada en la importancia de la razón como instrumento para avanzar en una investigación científica que sirva de opción al momento y la situación que vivimos. Pero también es el momento de la esperanza en el buen Dios de la misericordia y en oración, pedirle que manifieste compasión para con esta humanidad agobiada y doliente. Es el momento de la esperanza en la fraternidad humana. Por lo tanto, es un “instante vital”, fundamental, para acrecentar entre nosotros la ministerialidad eclesial. Como personas de fe y asumiendo una espiritualidad madura, hemos de entender el momento presente como un “Kairos” (tiempo de Dios), tiempo de salvación. No podemos vivir en el sentimiento de la resignación, vivamos así, porque nos toco, no. Debemos asumir el presente con fortaleza y una oportunidad para soñar el futuro de la mano de Dios y como hermanos consolidar aquello que nuestras comunidades ancestrales llaman “El buen vivir”. Más que ayer y como siempre, la espiritualidad hoy es indispensable. Necesitamos sembrarla en nuestros gobernantes y líderes sociales y comunitarios, en nuestros niños y jóvenes, en nuestros estudiantes, en nuestras familias, en nuestras instituciones, en la Iglesia, en las Iglesias, en todos los espacios y rincones donde vivimos. La espiritualidad no puede ser una simple idea, no es una doctrina, no puede ser un discurso para mostrar nuestra erudición. La espiritualidad es un estilo de vida, es vivir movidos por la imagen y semejanza que Dios ha sembrado en nosotros desde siempre. La espiritualidad es estar siempre impulsados por el Espíritu divino, fuente y cumbre de la espiritualidad cristiana. La espiritualidad, hecha vida hoy, nos empuja a vivir la virtud de la compasión; la espiritualidad nos empuja a no ser indiferentes frente al sufrimiento de los hermanos. En tiempos de crisis la espiritualidad le da sostén a nuestra vida, no nos permite que sucumbamos en el dolor y el sufrimiento. Ante la realidad del sufrimiento, lo que es paja se quema, lo que es oro se acrisola. La espiritualidad nos ayuda a fortalecer nuestra esperanza, nuestra confianza en Dios y nuestra esperanza en los resultados honestos y rectos de la ciencia. + Omar de Jesús Mejía Giraldo Arzobispo de Florencia

Lun 27 Jul 2020

"El ‘quédate en casa’ se ha convertido en un infierno para algunas mujeres": Iglesia

La violencia contra las mujeres en el departamento de la Guajira persiste aun con el aislamiento por la pandemia del Covid-19, algunos indicadores incluso muestran incrementos durante este confinamiento. Frente a este panorama sombrío, la diócesis de Riohacha, presidida por monseñor Francisco Antonio Ceballos Escobar, ha querido poner en la palestra este tema y por ello desarrolló este fin de semana el conversatorio virtual: "Voces de la mujeres en época de pandemia". Monseñor Ceballos inició su intervención agradeciendo a las personas que a través de las redes sociales se unieron al conversatorio, pero de manera especial resaltó la presencia de todas aquellas mujeres que desde sus diferentes roles como madre, esposa, hija, hermana, trabajadora, indígena, afro y religiosa le aportan a la construcción de una mejor sociedad. Reconoció como a través de la historia, el papel de la mujer ha sido subvalorado, impidiendo esto, que ella se muestre en sí misma como lo que es y puede llegar a ser. “Soy consciente de que por desgracia, somos herederos de una historia de enormes condicionamientos que, en todos los tiempos y en cada lugar, han hecho difícil el camino de la mujer, despreciada en su dignidad, olvidada en sus prerrogativas, marginada frecuentemente e incluso reducida a esclavitud”. Pero, frente a esta realidad también destacó como a través del Magisterio de los últimos Pontífices, la Iglesia ha venido cambiando este pensamiento, ocupando la mujer un papel especial en la vida pastoral. Prueba de ello dijo es la existencia en la diócesis de una oficina de Representación Corporativa y de la Mujer que tiene como Misión el “liderar procesos de reflexión que contribuya con el fortalecimiento de la vida espiritual, promoción humana y empoderamiento de la mujer”. Y como Visión: “ser soporte fundamental para la Diócesis de Riohacha, visibilizando y resaltando la participación de la mujer en la Iglesia y la sociedad”. “Nuestra vocación profética, recibida en el bautismo, nos incita a abordar uno de los aspectos más delicados de la situación femenina, no solo en el mundo, sino también en Colombia y en cada uno de los municipios de nuestro querido departamento”, afirmó. La mujer en tiempo de pandemia Subrayó que la amenaza que plantea el Covid19 en materia de derechos y libertades de las mujeres va mucho más allá de la violencia física, pidiendo así, que en este tiempo de pandemia no se vulneren sus derechos y más bien se visibilice el maltrato del que son objeto tantas mujeres al interior del núcleo familiar. “Para nadie es un secreto que el maltrato de la mujer ha aumentado en este tiempo de pandemia, así lo revelan las estadísticas. El aislamiento social y el “quédate en casa”, para muchas mujeres, se ha convertido en un infierno, en la convivencia diaria con su agresor. Esto supone un desafío no solo para los sistemas sanitarios de todo el mundo, sino también para nuestro compromiso con la igualdad y la dignidad humana. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar intervención monseñor Francisco Ceballos[/icon] La pandemia trae un retroceso para la mujer en lo público y privado Para una de las panelista invitada a este espacio de reflexión, Soraya Escobar Arregoces, Defensora regional de pueblo en la Guajira, si bien la mujer en las últimas décadas ha ganado espacio en lo público y en lo privado, este fenómeno de la pandemia ha generado que haya un retroceso. “Este avance a la conquista que la mujer había ganado en lo privado y en lo público, está dando ahora un retroceso a la igualdad”. Observó como en muchos hogares la distribución de los roles en casa no es equitativo, hecho que hace que se prendan las alertas en este tiempo de confinamiento. La mujer tiene un trabajo sobrecargado por el teletrabajo, atención al estudio de los hijos, organización en los quehaceres de casa, todo esto, señaló la funcionaria, está generando al interior de la familia tensiones y violencia. “La pandemia ha puesto en evidencia la discriminación contra la mujer, no se cuenta con unas estructuras sólidas de apoyo desde las mismas instituciones de justicia, esto sigue trayendo consecuencias que lamentar, las cifras de denuncias de violencia contra la mujer en la Guajira han seguido crecido considerablemente en lo corrido de este año”. Dijo que es importante prender las alarmas para buscar caminos de prevención, para ello sugirió del apoyo y acompañamiento a la mujer por parte de la comunidad, sicólogos, espiritual y jurídico, además agregó “sería importante crear una cadena de mujeres que se unan para estar atentas y atender este tipo de afectaciones”. Estuvieron participando como panelistas: Dra. Emilce Beatriz Sánchez Castellón, docente de la Universidad de la Guajira; Dra. Rosa Elena Pacheco, Diputada de la Guajira y catedrática de la Universidad de la Guajira; Dra. María del Pilar Veloza Parra, Magistrada del Tribunal Contencioso Administrativo; Dra. Soraya Escobar Arregocés, Defensora regional de pueblo en la Guajira; y la Dra. Saime Aredondo, Comisionada del Gobierno para la defensa del territorio y orientación de la cátedra de estudios afro-colombianos.

Vie 24 Jul 2020

Un sacerdote que evangeliza por redes sociales

En medio de la pandemia, la Iglesia Católica reconoce la importancia de intensificar el acompañamiento espiritual a las poblaciones. Por eso, los sacerdotes de las diversas jurisdicciones eclesiásticas, que están en todo el territorio colombiano, se han puesto en la tarea de llegar a las comunidades a través de otros medios. Las redes sociales, por ejemplo, han cobrado mucha importancia en este momento de crisis; se han convertido en uno de los canales de información que más utilizan las jurisdicciones y comunidades religiosas. Para el padre Cristian Camilo Cárdenas Aguirre, sacerdote de la arquidiócesis de Ibagué,“predicar a través de estas plataformas digitales es como navegar mar adentro, pues uno se encuentra todo tipo de personas”. Este sacerdote de 29 años de edad y delegado episcopal para la pastoral juvenil, ha encontrado en las redes sociales la manera de evangelizar y llegarle a la población más joven. Se ha convertido en el sacerdote que, entre reflexiones y videos graciosos, ha llevado un mensaje de esperanza y enseñanza. “En la iglesia (templo) uno puede predicar siempre pero es a las mismas personas que conocen el evangelio, que son piadosas o religiosas, también personas que quieren empezar a ir por ese camino, ellos ya están acostumbrados a nuestro discurso y diálogo; pero cuando uno se atreve a predicar a través de las redes sociales, le llega a los ateos, católicos, protestantes, musulmanes, etc., a cualquier persona sea creyente o no. Esto es interesante porque uno se da cuenta que ellos también lo escuchan, se evidencia en los comentarios que dejan”, asegura el padre Cristian Cárdenas. Su accionar se ha basado en el evangelio de San Lucas, capítulo 5, versículo 4, en donde el Señor invita a ir mar adentro y echar redes. Esta forma de evangelizar la lleva a cabo desde hace aproximadamente 4 años cuando aún era diácono, inició publicando cada semana una reflexión sobre el evangelio en formato de video de 2 minutos. “Empecé con Facebook, luego Youtube e Instagram. En esta pandemia las personas han tenido más tiempo de estar en redes sociales y han necesitado más acompañamiento, eso ha hecho que la reflexión se haga todos los días. Después entré en Tik Tok, una red social en la que no quería estar; sin embargo, me motivaron mucho los jóvenes de la pastoral juvenil de la arquidiócesis y allí fue el boom”, comenta el padre Cárdenas. Para este sacerdote que evangeliza de un modo diferente en tiempos diferentes, lo importante es que quienes lo vean puedan sentir ese amor y alegría, sacarles por lo menos una sonrisa en estos momentos tan difíciles para todos. Además de las reflexiones, el padre Cristian Cárdenas responde preguntas de personas que, de una u otra forma, intentan atacarlo a él o sus creencias, con ellos tiende a ser sarcástico sin cruzar la línea del respeto, pues su objetivo es generarles curiosidad y que puedan caer en cuenta del error. Según cuenta, “en el canal de Tik Tok tengo algo que se llama ‘Sábado de tertulia’, lo hago a las 8 de la noche y se conecta gente de toda América Latina y Europa, también es un momento de entretenimiento, de tratar temas culturales y molestar un poco y soltar la diversión, la sana alegría. En estas tertulias, muchos jóvenes me preguntan a cerca de la vocación sacerdotal y ellos me propusieron hacer algo los martes que se llama ‘Conociendo de tu vocación con el padre Cristian’, ellos mismos eligieron el nombre del programa. Lo empecé hace unas semanas, yo no esperaba tanta acogida por ser nuevo, pero tiré las redes y el Señor me fue mostrando”. En aproximadamente 45 minutos, este programa logró llegar a más de 700 personas, muchos jóvenes pudieron no solo hacerle preguntas, sino también desahogarse y contarles que sentían el llamado de Dios. Las redes sociales se convirtieron en un semillero de vocación. El padre Cristian no es comunicador social ni experto en marketing digital, sin embargo, poco a poco ha ido adquiriendo mucha más experiencia sobre el mundo virtual. Sabe cuáles son los planos al grabar, ha aprendido a editar sus cortos videos y ha explotado su creatividad. “Algo muy bueno es que incluso la misma gente me ayuda, me dice: padre Cristian le faltó mejorar el sonido, el plano quedaría mejor así, ellos me aconsejan y sugieren cosas, eso hace que mejore mi experiencia. También he ido adquiriendo herramientas que me ayudan, como micrófono, trípode y las lámparas”, comenta el sacerdote. Finaliza asegurando que “la pandemia nos hizo entender que las redes sociales había que inundarlas de evangelio, porque si la Iglesia no lo hace, otras personas lo harán, pero con otro tipo de contenidos. En medio de la tragedia, la Iglesia ha podido actualizarse en este aspecto, el pulpito del siglo XXI son las redes sociales y aunque quizá tengamos mucha audiencia, pero no mucha acogida, son espacios que iremos ganando”. Usted lo podrá encontrar en las principales redes sociales como: Facebook: @padrecristian1 / Instagram: @padre_cristian /Tik Tok: @padrecristian

Vie 24 Jul 2020

Niños, jóvenes y adolescentes en esta Pandemia

Por: Mons. Carlos Arturo Quintero Gómez - Durante esta crisis mundial a causa de la pandemia, niños, adolescentes y jóvenes han tenido que confinarse, junto a sus padres, hermanos, adultos mayores y sus mascotas. Este encerramiento ha despertado en ellos, diversas emociones y una mezcla de sentimientos que los ha conducido a vivir en medio de la ansiedad, cuadros depresivos, al vaivén de la soledad, la incomprensión de los mayores, las desconfianzas y preguntas existenciales como: ¿Qué va a ser de mi vida? ¿Por qué este encerramiento? ¿Y mis sueños, metas e ideales? Algunos jóvenes se resisten a este aislamiento porque trae consigo frustraciones y dificultades para interactuar, incluso a muchos les cuesta estudiar, a través de la internet, lo que les ha llevado a desistir del estudio por considerar que la virtualidad los bloquea e impide el libre desarrollo de sus ideales. ¿Cómo ayudar a esta generación de los milenials y los centenials? ¿Cómo comprender sus sueños y animarles a vivir con pasión, sin desfallecer, entendiendo que aún pueden cumplir sus ideales? ¿Cómo estimularles a no dejar apagar en ellos su fe, su esperanza, su amor a Dios? ¿Cómo ayudarles a entender que Dios los ama y que esta crisis es una prueba? Tarea nada fácil, que exige de todos, compromiso, testimonio de vida y aprender a escucharles. Deberíamos entonces preocuparnos por los niños, traviesos por naturaleza, hiper activos y sensibles a los cambios, aunque terminan adaptándose, mejor que los adultos, muchas veces sin entender lo que ocurre. Preocuparnos por los adolescentes, que atraviesan por esta hermosa etapa de la vida, buscando afianzar su identidad, intensificando sus interacciones con sus pares y amigos, soñando la vida y discerniendo sobre el qué hacer. Es la edad de las relaciones en la que se forjan amistades, incluidas las redes sociales; hay una búsqueda de aprobación y deseo de participar en diversos colectivos. Y qué decir de la juventud, la edad de las decisiones, de las elecciones y de los riesgos. Todos estos valores, pueden llegar a congelarse en el tiempo y en el espacio, y traer consigo posibilidades de estancamiento, vidas que se pueden atrofiar y sueños que se pueden desmoronar. En muchos de ellos, se quebranta la alegría, se rompen los hilos de la confianza y la serenidad, se fracturan las relaciones, se esfuman los ideales. Y mientras esto ocurre en el corazón de muchos jóvenes, nuestra sociedad sigue impávida, preocupada por la reactivación económica, tan válido como la atención a los más desfavorecidos, pero debería también ser una ocasión para pensar la manera de acompañar a los niños, adolescentes y jóvenes. Desde la Iglesia, debemos pensar igualmente en los desafíos para la nueva evangelización, pues en estos tiempos muchos chicos, seguro se han ido enfriando espiritualmente, a pesar que en los hogares cristianos han intentado mantener viva la llama de la esperanza y el amor de Dios. La mejor manera de ayudarles es sin duda, con el buen ejemplo, escuchándoles, aconsejándoles, mostrándoles la verdad de la vida y el rostro misericordioso de Jesús. Como lo expresaba San Juan Bosco, es preciso aguantar y no enojarse; persuadir al niño en vez de amenazarlo, corregir al joven mejor que castigarle. De ahí la necesidad de “mantener un espíritu sereno, evitando las palabras hirientes, actuando con comprensión en el presente y esperanza en el futuro”. Decirle a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, las palabras de Jesús que les llama: “no tengáis miedo” e invitarles a correr el riesgo por Jesús, modelo auténtico del joven, que todo lo puede e instarles a mantener vivo en sus mentes y en sus corazones, los sueños que desean y pueden alcanzar. Carlos Arturo Quintero Gómez Obispo de Armenia

Jue 23 Jul 2020

Obispo electo de Barrancabermeja recibe Ordenación Episcopal

En la Catedral Nuestra Señora de la Pobreza en la ciudad de Pereira, monseñor Ovidio Giraldo Velásquez, obispo electo de Barrancabermeja, recibió este 22 de julio la Consagración Episcopal, por imposición de manos, unción y oración consecratoria de monseñor Rigoberto Corredor Bermúdez, obispo de Pereira y quien actuó como ordenante principal. En un emotivo saludo, el obispo electo inició agradeciendo a Dios el haberlo llamado al ministerio episcopal y el hacerlo participe del Colegio Apostólico. “En los prodigiosos designios divinos y en los benevolentes y sabios caminos eclesiales, hoy he recibido el orden del episcopado con el encargo y la esperanza de que sea para el júbilo de Dios, la santificación del pueblo cristiano y el bien de la humanidad;con la firme esperanza de que así será con el favor de la gracia divina y el apoyo del pueblo santo, y de mi parte con la voluntad de permanecer unido a Dios y a la Iglesia” Así mismo pidió a Dios, Padre de misericordia, le conceda la gracia de “honrarlo con mi vida y mi palabra. También, con la vida y la palabra mostrar al mundo su bondad, su misericordia y su amor”. El prelado mencionó cómo desde su adolescencia sintió el llamado de Dios a servir desde el sacerdocio, llevando el Evangelio a donde fuera posible y hoy dice “como en otros jubilosos momentos y de manera especial, el Señor me ratifica esta vocación y misión”. “Al Espíritu Santo, presencia pura del amor divino, que siempre nos convoca para la verdad y al amor, le ofrezco la disposición de todo mi ser para que de manera constante e íntegra disponga de mí en orden a divisar y abrazar los designios del Padre y a llevar la buena nueva de Jesús en toda oportunidad”, apuntó. Al recordar a su diócesis, donde fue incardinado como sacerdote, La Dorada-Guaduas, extendió un saludo a cada uno de los obispos, sacerdotes, religiosas y fieles laicos, quienes en su caminar por este territorio le ofrecieron su afecto y cariño. A todos ellos “mi perenne gratitud por lo mucho recibido y lo tanto aprendido en la fe y la misión”. Igualmente, mostró gratitud al Papa Francisco por la designación al ministerio episcopal, expresando su profunda admiración y afecto. Al Nuncio Apostólico, monseñor Mariano Montemayor, expuso su complacencia por la atención con ocasión de su nombramiento, así como al Cardenal Marcos Ouellet, prefecto de la Sagrada Congregación para los obispos. Ante monseñor Rigoberto Corredor Bermúdez, obispo de Pereira, se mostró agradecido por haberle permitido recibir su ordenación episcopal en esta sede, resaltando de él su acogida paterna, su testimonio pastoral y la pasión evangelizadora, materializada en la Red de Nueva Evangelización. “Gratitud que extiendo al presbiterio de Pereira, a los religiosos y fieles laicos de esta querida diócesis, donde siempre me he sentido hijo y hermano”. A los miembros de la Red de Nueva Evangelización, de la cual fue director desde el año 2013 hasta su nombramiento como obispo, les demostró su gratitud, extendido este saludo al equipo del Secretariado. “En los señores obispos de la Red constaté que el episcopado colombiano tiene su corazón generosamente ofrendado a Jesucristo y este hecho es todo un evangelio que colma de vitalidad y esperanza la iglesia colombiana y los hace dignos de todo afecto filial y obediencia pastoral”. No podía ser diferente la devoción y afecto demostrado hacia su familia, de quienes dice aprendió a conocer y a amar a Dios y al prójimo, ustedes dijo: “siguen siendo mi escuela de fe y caridad cristiana; siempre los necesitaré. Infinitas gracias, mamá. A papá, que Dios lo tenga en el lugar de los justos”. Igualmente reconoció la valiosa amistad de amigos, confesores, directores espirituales, benefactores, compañeros de misión y apostolado y comunidades parroquiales que a lo largo de su vida han estado presentes en su camino. Al exaltar la figura de Santa María Magdalena, proclamada por la Iglesia católica como “apóstol de los apóstoles”, pidió su ayuda “para mantener los ojos y el corazón fijos en la Pascua del Señor y para llevar con incesante gozo el anuncio de la buena nueva de la salvación a propios y extraños (…) En Santa María Magdalena exalto la vida y la obra de las incontables y santas mujeres que siguiendo las huellas de la Madre del Señor han colmado nuestra vida de bendiciones y han embellecido la Iglesia”. Al dirigirse al presbiterio de la diócesis de Barrancabermeja, religiosas, consagrados y fieles laicos, expuso que junto a María Magdalena, Jesús será “nuestro gozo, nuestro desvelo y nuestro tesoro, el tesoro que quiero compartir con todos ustedes a tiempo y a destiempo, con oportunidad o sin ella”. Finalmente, encomendó su episcopado bajo el amparo amoroso de la Santísima Virgen y el bienaventurado patriarca San José. “En ti honro la multitud de varones justos y buenos que han enaltecido el pueblo de Dios”. Respondiendo a los protocolos de bioseguridad establecidos ante la pandemia, el acto litúrgico contó con un reducido número de participantes, entre ellos: monseñor Hency Martínez Vargas, obispo de la Dorada-Guaduas y monseñor Luis Albeiro Cortés Rendón, obispo auxiliar de Pereira, quienes le acompañaron como primeros ordenantes y además un pequeño grupo de sacerdotes. Obispos, sacerdotes, religiosos(as), agentes pastorales y bautizados de Colombia y el mundo, pudieron acompañar espiritualmente al obispo electo a través de la transmisión por redes sociales que la diócesis de Pereira originó y que fue replicada por distintas jurisdicciones e instituciones de Iglesia del país, como signo de unidad, comunión y alegría ante este importante momento para la Iglesia. Fotos:Augusto Serna Arias.(Periódico La Verdad) Galería fotográfica VIDEO DE CEREMONIA

Mié 22 Jul 2020

“Mi tarea es proclamar la Palabra a tiempo y a destiempo, reprender y exhortar con paciencia y doctrina”

Precisó el nuevo arzobispo de Ibagué, monseñor Orlando Roa Barbosa, durante la toma de posesión canónica de su cargo, el 18 de julio. La ceremonia estuvo marcada por un sentimiento de gratitud hacia Dios y con el Papa Francisco por haber sido llamado desde el episcopado a servir como arzobispo de Ibagué. Durante su homilía el prelado agradeció la presencia y cercanía del Nuncio Apostólico, monseñor Luis Mariano Montemayor al hacerse presente en esta ceremonia: “Desde su llegada lo hemos visto muy diligente, muy activo en el cumplimiento de su misión al servicio del pueblo de Dios. Sabemos sus esfuerzos y sacrificios para acompañarnos en estos tiempos de pandemia, superando todas las dificultades y estar presente en ese día tan importancia para la iglesia de Ibagué”. Al hacer memoria de cada uno de los obispos que han pasado por esta Iglesia particular y el legado misionero marcado por ellos, hizo especial reconocimiento a monseñor Flavio Calle Zapata, como obispo emérito de esta Jurisdicción y quien estuvo presente en la ceremonia de posesión, por su entrega y celo pastoral a lo largo de los 16 años que pastoreó esta arquidiócesis. “Gracias por su entrega pastoral en la tarea evangelizadora, misionera, social y Josefina, ha dejado huella imborrable en nuestra querida iglesia particular de Ibagué”. Al dirigirse al clero de la arquidiócesis de Ibagué, les pidió ver en él un hermano, un amigo, un compañero de luchas y de esfuerzos en todas las tareas pastorales que desde allí se realicen. “Espero contar con ustedes de manera incondicional. Hoy nuevamente les pido comprensión por favor, no me exijan la santidad de mis antecesores porque ustedes saben que no la tengo y esto no es humildad, es verdad. Les vuelvo a pedir obediencia sincera y sobre todo lealtad con su obispo que el Señor ha puesto al frente de los destinos de nuestra querida iglesia particular de Ibagué al más indigno del episcopado colombiano”. Su saludo también se hizo extensivo a los religiosos, religiosas, diáconos, seminaristas y laicos delegados de las parroquias de Ibagué, a quienes animó a estar dispuestos a hacer la voluntad de Dios. Así mismo agradeció la presencia del alcalde de la ciudad doctor Andrés Fabián Hurtado, de las autoridades militares y de policía, pidiéndoles mantener una cercanía fraterna para seguir trabajando por el bien común, el bienestar y la armonía espiritual de los ibaguereños y de los tolimenses. El obispo está llamado a anunciar alegres noticias de salvación y paz a su pueblo El arzobispo pidió del Señor obtener los dones necesarios para responder con responsabilidad, alegría y sin desfallecer a la nueva tarea que se le ha puesto en sus manos “Me corresponde pastorear el rebaño que el Señor ha puesto en mis manos, mirar por él, no a la fuerza sino a buena gana como Dios quiere, no por sórdida ganancia sino con entrega generosa”. Luego tomando el texto del evangelista san Lucas sobre la invitación que hace Jesús a “Remar mar adentro y echar las redes para pescar”, allí donde Simón le respondió: “Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada, pero en tu palabra echaremos las redes”, al respecto el obispo recuerda que “el Señor nos pide muchas veces acciones sorprendentes, aparentemente irracionales, intrépidas y decididas” por lo que pidió no dudar ni un momento, antes bien repetir las palabras de Pedro: “Señor por tu palabra echaremos las redes”. “Mi tarea es proclamar la Palabra a tiempo y a destiempo” Al recordar la invitación que en su momento San Juan Pablo II, hizo a los obispos para cumplir con su misión evangelizadora, que consiste en efectuar tres tareas: enseñar, santificar y regir, dijo que estas tres acciones pastorales serán su ruta de trabajo a tiempo y a destiempo y que marcarán, con el apoyo de sus colaboradores, el caminar de esta Iglesia tolimense. “Ahora en todos los rincones de la arquidiócesis, mi tarea es proclamar la Palabra a tiempo y a destiempo, reprender, exhortar con toda paciencia y doctrina. Aquí, como en otras partes, debo tener claro que soy dispensador, regulador, custodio y promotor de los sacramentos, fundamento importante para la santificación de nuestro pueblo”, afirmó. Finalizó su homilía pidiendo la intercesión de la Virgen María, en la advocación de la Inmaculada Concepción, para que lo cubra con su manto de protección, la de San José, San Miguel Arcángel y los Santos custodios, para que siempre le acompañen en regir los destinos de esta Iglesia Ibaguereña.

Mar 21 Jul 2020

Boletín "Notas de Actualidad Litúrgica" No. 76

El Departamento de Liturgia del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano (SPEC), presenta el Boletín Notas de ACTUALIDAD LITÚRGICA N° 76: La Celebración de la Fe en la Pandemia - Reflexiones. El deseo es que estos aportes escritos y audiovisuales que se ofrecen contribuyan a iluminar y orientar el proceso de acompañamiento al pueblo de Dios en la celebración de su fe, en medio de la pandemia que vivimos. En esta dura y aleccionadora experiencia de la vivencia de la pandemia por la presencia del Coronavirus (Covid-19) en el mundo y en nuestro país, la Iglesia orienta y anima para que, en esta etapa de reapertura progresiva de los templos retornemos gozosos a la celebración litúrgica como modo de encuentro sacramental con Jesucristo y, a su vez, como discípulos misioneros, reemprendamos la tarea del anuncio del kerigma a los hijos de Dios dispersos, para que, a través, también, del uso conveniente y adecuado de los medios de comunicación y virtuales, sean iniciados y fortalecidos en su fe y disciernan modos de encuentro con el Señor resucitado, quien es camino seguro para la conversión, la comunión y la solidaridad (I A 3). En este contexto ofrecemos las presentes reflexiones escritas y, también, visuales, que iluminan y orientan en este proceso de acompañamiento al pueblo de Dios en la celebración de su fe en medio de la pandemia. Como pauta de orientación para este trabajo de colaboración en estos aportes reflexivos, se han tenido presentes los siguientes enunciados: ¿Qué estamos aprendiendo de la celebración de la fe en este tiempo del coronavirus? Espacios ofrecidos y buscados, modos de participación y comunicación de la fe. Si nada debe continuar lo mismo y algo o mucho debe cambiar, en cuanto a la celebración de la fe ¿qué se debería fortalecer? A partir de esta dura experiencia del confinamiento causado por el coronavirus ¿qué prioridades podrían implementarse para crecer en la participación, comunicación y vivencia de la fe? Agradecemos a todos los que, con interés y esmero, han colaborado con estos aportes, esperando que sean de motivación y orientación para continuar profundizando en esta reflexión de la celebración de la fe en la pandemia. Descargar Boletín "Notas de ACTUALIDAD LITÚRGICA No. 76 Lea también: Boletín "Notas de ACTUALIDAD LITÚRGICA" No. 71 Lea también: Boletín "Notas de ACTUALIDAD LITÚRGICA" No. 72 Lea también: Boletín "Notas de ACTUALIDAD LITÚRGICA" No. 73 Lea también: Boletín "Notas de ACTUALIDAD LITÚRGICA" No. 74 Lea también Boletín "Notas de ACTUALIDAD LITÚRGICA No. 75