Pasar al contenido principal

Iglesia

Mar 21 Jul 2020

Hay que confiar en Dios paciente y justo

Predicación Orante de la Palabra DECIMOSÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Julio 26 de 2020 Primera lectura: 1R 3,5.7-12 Salmo:119(118),57+72. 76-77.127-128.129-130 (R. 97a) Segunda lectura: Rm 8,28-30 Evangelio: Mt 13,44-52 I. Orientaciones para la Predicación Introducción De las lecturas de este domingo podremos elegir entre tres ideas fundamentales que podrán tenerse en cuenta para la predicación: • Hay que confiar en Dios paciente y justo. En la red de arrastre, con su revoltijo de peces buenos y malos, se puede ver cómo Dios espera la conversión de sus hijos hasta la separación final. • El Reino de los cielos está por encima de todo y por él se ha de sacrificar todo lo demás, del mismo modo que el joven Salomón prefirió el don de la Sabiduría a los bienes materiales. • El Plan completo de Dios, que implica vocación, elección, predestinación y justificación, tiene como finalidad el destino de Gloria para quienes participen de la vida resucitada de Cristo. En esta propuesta desarrollaremos la segunda, por la necesidad que tenemos en estos tiempos de volver a centrar a Dios como la razón de nuestra vida y colocar de nuevo los fundamentos de la Fe en Cristo para dar razón de nuestra esperanza. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El Reino de los cielos está por encima de todo y por él se ha de sacrificar todo lo demás. Podríamos decirlo también de otro modo: Dios es el primero y centro de nuestra existencia, honrarlo, servirlo y amarlo, por sobre todas las cosas nos da la plenitud de la vida y la felicidad. Esta relación con Él es el tesoro escondido, es la perla preciosa. Jesús es el tesoro, Él es la perla. Veamos cómo nos lo presenta la misma Sagrada Escritura: Dios le dice a Salomón: “Pídeme lo que crees que debo darte”. Esta expresión usada por Dios encierra algo muy importante para el joven rey: ¿Qué es lo que verdaderamente necesitas Salomón? ¿Qué es lo importante para ti? ¿Dónde podrías colocar tu seguridad para garantizar el éxito de tu reinado? Un joven que se enfrenta a una realidad nueva, que tiene delante un numeroso pueblo para gobernar, podría haberle pedido a Dios entregarle la vida de los enemigos, vencer todas las batallas, adquirir riquezas necesarias para abastecer a su pueblo y, además, larga vida para disfrutar de los placeres y beneficios que le diera el ser rey de Israel. Lo que podría desconcertar a nuestra mirada simplemente humana es la respuesta del rey: “Concede a tu siervo un corazón atento para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal”. Salomón pide conocimiento y discernimiento. Es sorpresiva la respuesta. Tú y yo, habríamos pedido riquezas, bienes, salud, éxito en nuestras empresas, justificando que necesitaríamos de todo esto para gobernar al pueblo. Salomón pide lo único que necesita, lo esencial para poder gobernar: La sabiduría que viene de Dios mismo. En otros términos, Salomón escoge a Dios por encima de todo lo demás. Lo prefiere a Él, del mismo modo como Jacob lo luchó hasta obtenerlo y se ganó el amor de Dios, su aceptación; por el contrario, Esaú obtuvo el rechazo de Dios porque prefirió su interés propio y lo material, dejando de lado el amor de Dios; es por esto por lo que en la carta a los Romanos se lee: “Amé a Jacob y rechacé a Esaú” (Cfr. Ml1, 2-3; Rm 9,13). Esta es la propuesta del evangelio de hoy: Jesús nos dice que la verdadera sabiduría es la del que sabe despojarse para adquirir el nuevo modo de ver la realidad que trae el Reino por Él inaugurado. El Tesoro es el mismo Jesús, quien lo encuentra, vende todo lo que tiene, da el dinero a los pobres y sigue al Señor (Cfr. Mt 19,21). La “relación” con Jesús, quien es “la sabiduría misma”, es la perla preciosa; por ella, el vendedor de perlas finas vende todas las que tiene y compra la única necesaria, la fundamental para su vida. Quien llega a conocer a Jesús, llega a creer en Él y adquiere, por consecuencia, el don del discernimiento, esto es, se vuelve capaz de saber qué es lo bueno, porque agrada al Señor y qué es lo malo, es decir lo que no le agrada. La carta a los hebreos llama adulto en la fe a quien es capaz, por costumbre, de discernir entre el bien y el mal; quien no ha llegado a esta capacidad es todavía un niño y por lo mismo necesita todavía lechita (Cfr. Hb 5,14). Para llegar a ser este adulto en la fe, es necesario buscar la sabiduría de la misma manera como el hombre de hoy busca el dinero y lo rastrea como a un tesoro (Prov 2,4). A este punto podríamos preguntarnos: ¿Qué ganamos con preferir al Señor? El adulto en la fe llega a darse cuenta que: “el que le da todo al Todo, porque es el Todo, el Todo le da todo”. Así lo dice Dios a Salomón: “Por haber pedido esto [La Sabiduría], y no una vida larga o riquezas para ti ni tampoco la vida de tus enemigos, obraré según tu palabra: te concedo una mente sabia e inteligente como no ha habido antes de ti ni surgirá otro igual después. Te concedo también aquello que no has pedido: riquezas y gloria mayores que las de otro rey mientras vivas y…te daré larga vida”. Simplemente entonces: “Quien busca primero el Reino de Dios y su justicia todo lo demás vendrá por añadidura” (Mt 6,33) y, ante la interpelación de Pedro a Jesús, “Nosotros que lo hemos dejado todo por seguirte, ¿qué ganaremos?” La respuesta de Jesús es contundente: “Yo les aseguro que nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará sin recibir el ciento por uno: ahora, al presente, casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y hacienda, con persecuciones, y en el mundo venidero, vida eterna” (Mc 10,29-30). 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Este año particularmente hemos experimentado la necesidad de permitir que esta palabra ilumine nuestras vidas. La pandemia vivida con el covid-19 nos ha dejado abundantes enseñanzas. Dios ahora, en este tiempo, entra en diálogo con cada uno de nosotros y nos dice: ¡Pídanme lo que crean que debo darles! La claridad de nuestra respuesta depende del lugar que ocupe el Señor en nuestra existencia. Si conscientemente hemos dado a Dios el primer lugar, si amarlo, servirlo y honrarlo es la finalidad de toda nuestra vida, entonces seremos capaces de dar la misma respuesta del rey Salomón: ¡Dame un corazón sensato para conocer lo que es grato a tus ojos; dame la sabiduría asistente de tu trono; dame la conversión a Jesucristo; dame la fe!. El libro del Eclesiástico nos hace entender que esta Sabiduría está escondida y es como un tesoro oculto (Eco 20,30), es por esto por lo que, en el Evangelio, Jesús busca entusiasmarnos por su Reino y nos lo compara a un tesoro escondido. ¡Cuando un hombre lo encuentra, vuelve a esconderlo y, de tanta alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel!. Es importante subrayar tres aspectos de lo que hoy podemos leer: • Se trata de un tesoro-sabiduría que está escondido: El valor de la verdad. • Produce una alegría tal, que impulsa a la decisión de venderlo todo: El valor del desprendimiento. • Se compara el Reino con la perla de más valor: El valor de la fe. Con respecto al primero, al valor de la verdad, es necesario, ir a la primera carta de los Corintios, donde, en efecto, el apóstol Pablo nos transmite que Dios quiso salvar el mundo mediante una sabiduría oculta, escondida a los ojos de los soberbios, a quienes se dicen a sí mismos inteligentes y sabios. Una sabiduría que sólo puede ser comprendida por los “pequeños, humildes y sencillos”. Se trata de la verdad que nos libera, el conocimiento absoluto, es la sabiduría de la Cruz, locura y necedad para quien no cree y fuerza de Dios para los que se vuelven pequeños. Únicamente los pobres, es decir, hombres y mujeres considerados de ordinario como desgraciados, son felices, ya que son aptos para recibir la bendición del Reino. El profeta Sofonías los define como los humildes, los “anawim” (2,3), quienes viven sumisos a la voluntad divina. Son los oprimidos, porque reclaman justicia para los débiles, pequeños e indigentes: “Dice el Señor, seré inflexible porque [los que se creen sabios] venden al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias, pisan contra el polvo de la tierra la cabeza de los débiles” (Am 2,6-7). De ahí que el profeta Isaías anuncie a voz en grito: “Destruiré la sabiduría de los sabios e inutilizaré la inteligencia de los inteligentes” (Is 29,14; 1 Co 1,19). El segundo aspecto, relacionado con el valor del desprendimiento, tiene que ver con que el hallazgo del tesoro produce una alegría sin límites, ante la cual “lo demás” palidece: Con Jesús en nuestra vida lo tenemos todo, Él es la riqueza y nosotros los pobres que aspiramos a merecerle. Las cosas, las personas, los planes y proyectos de quien encuentra el tesoro, pasan a un segundo plano y sólo adquieren sentido si vienen iluminados por este encuentro. En este orden de ideas comprendemos la profunda exclamación de San Pablo: “Lo que antes consideré ganancia, lo tengo ahora por pérdida con tal de ganar a Cristo. Más aún, juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por Él perdí todas las cosas; incluso las tengo por basura para ganar a Cristo y encontrarme arraigado en Él” (Filp 3,7-9). Es tanta la alegría de Pablo que llega a proclamar con su misma vida: “Estoy crucificado con Cristo, ya no soy yo quien vivo, es Cristo quien vive en mi” (Gal 2,19-20). En tercer lugar, el Reino de Dios viene comparado con la perla preciosa. El mercader encuentra la perla más fina, la de más valor y lleno de esta alegría mencionada antes, vende todas las demás perlas para comprar la única que necesita: logra la lucidez necesaria para renunciar al mundo y sus veleidades, el despojo que enaltece porque creemos en su promesa de eternidad. Su valor máximo también está en que su alegría ilumina la adversidad y la carga de sentido. Por ejemplo, la enfermedad de ser considerada un castigo pasa a convertirse en bendición; igualmente, a todo sufrimiento, a causa de este tesoro-perla que es la fe, se le descubre su sentido y su finalidad para la existencia. Así ha ocurrido con el coronavirus padecido este año en el mundo entero. La pandemia se convirtió en una oportunidad para aprender a valorar lo esencial de la existencia y emprender un camino de regreso a Dios. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Pidamos al Señor que seamos capaces de preferirlo a Él, haciendo que todo cuanto hagamos cotidianamente tenga la finalidad de agradarlo. Que podamos colocar en Él nuestra seguridad y que, como el rey Salomón, le pidamos al Padre que nos conceda un corazón sensato para poder conocerlo y discernimiento para saber dónde está el bien y dónde está el mal, porque hoy, como dice Isaías. “llamamos a la oscuridad luz y a la luz oscuridad; a lo amargo lo llamamos dulce y a lo dulce amargo” (5,20). Supliquemos al Señor que podamos llegar a ser adultos en la fe mediante la escucha de la Palabra, la vivencia en comunidad y celebración de la eucaristía. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Queridos hermanos y hermanas: el Señor ha permitido que nos encontremos de nuevo para celebrar la santa Eucaristía. En ella encontraremos la luz y la fuerza para asumir la vida en esta semana, buscando agradar en todo a Dios Padre, prefiriéndolo por encima de todas las creaturas y cosas. Participemos con alegría. Monición a la Liturgia de la Palabra En las lecturas de hoy, Dios nos va a hacer un ofrecimiento maravilloso; el mismo que le hizo al rey Salomón: “Pídeme lo que crees que debo darte” ¿Cuál será nuestra respuesta? Esta soló dependerá del lugar que Dios ocupe en nuestra vida. La luz del Espíritu Santo nos ayudará a descubrir el tesoro que está escondido ya dentro de nosotros y ganar la Perla de máximo valor que es Jesucristo para que podamos alcanzar la plenitud de la felicidad. Escuchemos con atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Invoquemos a Dios Padre que envió al Espíritu Santo para que con su luz santísima penetre las almas de sus fieles y digámosle: R. Ilumina Señor a tu pueblo 1. Te pedimos Padre por el Papa, fortalécelo, acompáñalo y asístelo con tu sabiduría, para que, como el rey salomón, él siga orientando la Iglesia haciéndonos centrar nuestra evangelización en lo esencial, el anuncio de tu Hijo Jesucristo. Oremos. 2. Te pedimos Padre Santo, que asistas con la luz de tu Santo Espíritu a nuestros gobernantes, para que, llenos de la sabiduría que procede de ti, puedan legislar y orientar a los pueblos prefiriéndote a ti por encima de todas las cosas. Oremos. 3. Te pedimos Padre lleno de amor, que asistas a toda tu Iglesia en este tiempo de necesidad para que en su acción pastoral pueda hacer que tus hijos descubran el tesoro del Reino de los cielos. Oremos 4. Te pedimos Padre por todos los que sufren a causa del COVID-19, para que, puedan ver, por la fe, el sentido redentor de cuanto ofrecen y su fortaleza venga de la cruz como de su fuente. Oremos 5. Te pedimos Padre de amor, por todos los que estamos celebrando esta Eucaristía, para que cuanto hagamos en nuestra vida diaria agrade a ti. Oremos. Oración conclusiva Acoge Padre compasivo, estas súplicas que hoy te presentamos con fe. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.

Mar 21 Jul 2020

Obispo de Santa Marta: "Lecciones que nos deja el Covid-19"

En medio del ambiente santo e histórico de la Catedral Basílica Menor de Santa Marta, Monseñor Luis Adriano Piedrahita Sandoval, Obispo de esta Iglesia particular, en la Eucaristía del XVI domingo del tiempo ordinario, dijo que, “el estado de pandemia nos ha dejado lecciones que son como caminos señalados por Dios”. Esto invita a reconocer la fragilidad humana en todas sus vertientes. Tomando la lectura del evangelio San Mateo 13, 24 – 43, dejó claro que, “dicha fragilidad deja ver la limitación, la debilidad, la indefensión, la incapacidad e impotencia para afrontar la adversidad que supera nuestras previsiones y capacidades”. Así entonces, nos llamó a “ser más humildes, menos prepotentes y arrogantes, a dejar de creernos menos dioses y más creaturas”. Recordó que cada uno está en capacidad de aportar a un mundo nuevo, entrando en sintonía con Dios. Según esto, es importante revitalizar la vida comunitaria fortalecer la responsabilidad social y la solidaridad. El prelado fue enfático al hacer un paralelo entre lo biológico y lo social: “Se habla de aplanar la curva de contagios por el coronavirus. Igualmente es necesario aplanar la curva de la pobreza, de la carencia, de las desigualdades sociales, de la inequidad, discriminación, polarización, indiferencia, del daño ambiental causado por la ambición en el uso de los recursos naturales”. Por lo que continuó diciendo que “es urgente repensar el modelo de desarrollo para hablar de una casa común y de una sola familia, como nos lo decía el Papa, para que viajemos en la misma barca”. Como pastor del rebaño diocesano de Santa Marta, pidió a sus ovejas cuidar diligentemente la semilla del Evangelio sembrada, protegerla de la mala hierba que trata de ahogarla, de tal manera que se conserve como una buena espiga de trigo, para ser fermento en el mundo a través de nuestras buenas obras, por más pequeñas e insignificantes que ellas sean. Fuente: Of. de comunicaciones diócesis de Santa Marta

Mar 21 Jul 2020

Dios guía nuestra historia

Por: Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo - Mensaje del arzobispo de Florencia con motivo del primer aniversario de la creación de la Provincia Eclesiástica de Florencia. Saludo cordial de Paz y Bien. Todo lo que Dios crea lo crea por amor, con amor y para el amor. Dios guía nuestra historia. Dios es el Señor de la vida. Dios es y todo lo demás es desde Dios. A Dios demos gracias hoy y siempre, por la obra que ha realizado en nuestra Iglesia Particular, por todo lo que hoy sigue haciendo y por lo que hará hasta los confines de la historia. Hace un año estábamos celebrando con júbilo, con alegría y gozo la ceremonia litúrgica y canónica en la que el Señor Nuncio apostólico, Luís Mariano Montemayor, en representación del Santo Padre Francisco elevaba nuestra Iglesia particular de Florencia a la dignidad de Arquidiócesis metropolitana. Hoy damos gracias al buen Dios de la misericordia, porque “ha estado grande con nosotros por eso estamos alegres” (Cf Sal 125). Damos gracias al Santo Padre, porque se ha dignado mirar con amor y esperanza la Iglesia de la amazonia colombiana. Damos gracias a Dios por tantos misioneros y misioneras que han entregado su vida por la causa del Evangelio en esta porción del pueblo de Dios que peregrina en medio de múltiples sombras y luces de esperanza cristiana. Infinita gratitud a los misioneros capuchinos, a los misioneros del Instituto de la consolata, por donar sus vidas en las selvas húmedas y malsanas de la amazonia de los siglos pasados; gracias, porque ustedes han sido, desde Cristo y con el poder del Espíritu Santo, quiénes han sembrado por primera vez la semilla del Evangelio en estás tierras de “indios” (pueblos originarios), de colonos y mestizos, de campesinos, de hombres y mujeres de tesón y luchadores por forjar un mundo mejor. Hoy es un día para dar gracias a Dios por los obispos, sacerdotes, religiosos (as) y tantos fieles laicos que han asumido con dedicación y esmero la causa del Reino de Dios, en esta porción de Iglesia, que se ha gestado y desarrollado en la amazonía colombiana, sólo y únicamente con el afán de dar gloria a Dios y servir a los hermanos. Gracias a ustedes queridos obispos, sacerdotes, religiosos (as), seminaristas y hermanos todos, por ser fieles al Evangelio. Gracias a todos: a las autoridades civiles, militares y de policía, gracias al mundo de las comunicaciones, gracias a los líderes y demás hombres y mujeres de esta bella amazonia colombiana por acoger con afecto, cariño y esperanza el mensaje del Evangelio que les anunciamos en nombre del Señor. Un año como Arquidiócesis, liderando el trabajo misionero en la amazonia colombiana. Un año con la delicada tarea de ser Sede Metropolitana. Un año de grandes acontecimientos en la Iglesia: Sínodo de la Amazonia, Exhortación apostólica, “Querida Amazonia”. Un año de grandes crisis mundiales y de grandes transformaciones sociales. Un año en el que nos ha correspondido asumir una Pandemia: COVID 19, realidad para la cual ninguno estábamos preparados. Sin embargo, aquí estamos en actitud de esperanza, animados y animándonos unos a otros y diciéndonos: ¡Siempre adelante, Dios guía nuestra historia! Dice la Palabra: “Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré (Mt 11,28). Estimados obispos, queridos sacerdotes, religiosos (as), agentes evangelizadores, misioneros (as), hermanos todos, no pensemos que a nosotros nos ha correspondido vivir el momento más difícil de la historia, por favor, no. Observemos con la lupa de la fe el pasado y nos daremos cuenta como tremendos gigantes, hombres y mujeres de fe, nos llevan sobre sus hombros. Nuestra generación ha sido bendecida, porque hemos sido beneficiados de las Semillas del Reino que han sembrado nuestros mayores. Venimos generalmente de hogares bien constituidos, de una sociedad, por lo menos en su exterioridad, con un nivel económico estable (aunque no todos). Estábamos muy esperanzados y teníamos momentos de cierta placidez, porque, creíamos que habíamos superado una guerra fratricida que nos ha desgastado por más de medio siglo. Teníamos un cierto nivel de alivio. Pero, aquí estamos en un contexto de mundo totalmente novedoso e incierto. Como personas de fe, no podemos perder la esperanza, a nosotros nos corresponde vivir con alegría y serenidad el “instante vital” en el cual estamos insertos. Una vez más y de una manera contundente la historia nos ha dicho: “Somos frágiles y nos necesitamos los unos a los otros”. Nos habíamos creído autosuficientes, creíamos que nos bastábamos solos. El Santo Padre Francisco nos lo ha recordado: “Vamos en la misma barca”. Una vez más la vida nos dice: por esencia somos sociables, sin la comunión con Dios, con los demás y con la naturaleza moriremos, porque todo está interconectado. La vida es una integridad, en la cual entendemos que, si un miembro sufre, todos sufren con él (Cf 1 Cor 11,1-ss). La fe nos enseña que debemos ir siempre hacía adelante en busca de la tierra prometida (Cf Gén 12,1-9). No es tiempo de llorar, no es tiempo de lamentaciones, no es tiempo para estar buscando culpables; en este momento, “quien piensa pierde”. La historia más pronto que tarde, nos explicará el momento histórico que estamos viviendo. Por ahora, asumámoslo sin pusilanimidad, vivámoslo con esperanza, con sensibilidad humana y divina. No nos sentemos a llorar sobre la leche derramada. Es tiempo para la esperanza. Estemos seguros de que la historia venidera no será igual a la de ayer. Ojalá superemos lo odios, las venganzas, los resentimientos, los deseos desesperados por enriquecernos en contra del plan de Dios, destruyendo al ser humano y gastando sin misericordia las riquezas de la naturaleza. En muchas cosas no podemos seguir como antes; por eso, no estemos pensando, ¿y cuando será que volvemos al mundo de antes? ¿Cuándo será el día cero? En nuestra misión y tarea como Iglesia los invito a confiar absolutamente en el amor providencial y misericordioso de Dios. Perdónenme que haga una referencia a mi madre, ella dice: “Dios no se ha muerto ni está enfermo”. Nuestra fe nos enseña que “Dios es amor” (1 Jn 4,8). “Dios nos primerea en el amor” (Francisco). El amor de Dios que ama tanto e infinitamente al mundo es un amor que se manifiesta en su naturaleza eterna, inmutable, omnipresente, omnisciente y omnipotente (atributos divinos naturales). Y a su vez, es un Dios que se manifiesta en su amor, en su justicia, en la Verdad, en su Sabiduría y en su santidad (atributos divinos morales). Puede ser que esta situación se alargue por mucho tiempo, nadie lo sabe, hoy vivimos en el mundo de lo impredecible, al fin, la fe es búsqueda, expectativa, tensión, camino, desierto. La fe se plenifica en la esperanza y en la caridad. Por eso, en actitud orante, con espíritu sinodal, soñemos la Iglesia como la soñó Cristo, soñemos la Iglesia como la sueña el Santo Padre Francisco, soñemos la Iglesia como la soñamos en las conversaciones callejeras, soñemos la Iglesia como la deseamos tantas veces en nuestros planes de pastoral. Somos Iglesia con rostro amazónico y en salida misionera: soñemos con el Santo Padre con una conversión cultural, social, sinodal y eclesial. Desbórdense, nos decía el Papa Francisco en el sínodo de la Amazonia. Desbordémonos, queridos hermanos obispos en amor por las almas. Dios nos regale celo y creatividad pastoral. Desbordémonos, estimados sacerdotes, en vida divina, en espiritualidad, en Evangelio, en caridad fraterna, en misericordia, en compasión, en entusiasmo y entrega por causa del Reino de Dios. Desbordémonos en amar a los demás, especialmente a los más pobres y necesitados, desde Dios y para la mayor honra y gloria de Dios. Desbordémonos estimadas religiosas (os), seminaristas, misioneros, misioneras, agentes de evangelización en amor por la Palabra, al Magisterio de la Iglesia y en amor a la Santísima Virgen María. Serán guías segurísimos en la iluminación de la realidad que estamos viviendo. Desbordémonos, querida sociedad amazónica, en la búsqueda de una nueva sociedad, una sociedad más incluyente, donde todos, de verdad seamos y nos sintamos hermanos. Líderes religiosos, también de otras confesiones religiosas, somos amazonia, somos territorio, somos identidad regional. Líderes políticos y sociales, institucionalidad, es la hora de la unidad. Solos no somos capaces, solos nos fraccionamos, nos reventamos y nos revientan. Urgente que entre todos luchemos por la dignificación de la salud pública en la amazonia colombiana. El Papa Francisco nos dice: “Una sociedad que descuida a los más frágiles, sobre todo, los niños y los ancianos, es una sociedad enferma”. Urgente, queridos gobernantes, la buena utilización de los recursos públicos, que estos tengan de verdad el fin de prestar un servicio al bien común, por amor a Dios, que estos bienes, sean sagrados. Querida sociedad, por favor, ya, vinculemos la actitud ética en nuestro pensar y actuar cotidiano. Esta pandemia ha puesto a prueba nuestra humanidad. A todos nos ha sacudido, la institucionalidad tendrá que ser diferente a partir de ahora. La Iglesia tendrá que ser la Iglesia de Cristo. La sociedad tendrá que ser una sociedad nueva. Es hora de que todos asumamos nuestra propia responsabilidad. El presente es ya. No esperemos el día cero, quizás nunca llegará, no ocultemos más el misterio de la muerte, a todos nos alcanzará. No centremos nuestra mirada solo en los súper poderes de la ciencia y de la técnica. Recordemos: Dios guía nuestra historia. Es impostergable la necesidad imperiosa de construir una sociedad más fraterna, donde no haya una brecha tan prolongada entre los ricos, los más ricos, los pobres y los más pobres. Caigamos en la nota: No hay actos individuales que no tengan consecuencias sociales, la vida es siempre una vida en común. El nuevo humanismo significa fraternidad universal. Ya se ha dado la revolución industrial, la revolución de la ciencia y la tecnología, estamos en la revolución virtual; el futuro del mundo tendrá que ser una revolución de la fraternidad, comencemos ya. Somos una casa común y una sola familia, como nos lo ha recordado tantas veces el Papa Francisco. ¿Queremos derrotar el COVID? Derrotemos primero nuestros egoísmos, vivamos la solidaridad humana. Seamos cómplices para hacer el bien. Atendamos con urgencia el campo de la salud, cada uno aportemos lo que esté de nuestra parte, hagámoslo pensando siempre en el bien común y no solo en mi propio bien. Seamos solidarios, cuidémonos para cuidar a los demás. Agentes de la salud, gracias por su esfuerzo, por su entrega y por su generosidad. Administradores de salud, por favor, es urgente un plan de salud más proactivo en el tema de la prevención, recuerden el dicho popular: “es mejor prevenir que curar”. Con seguridad que “es menos costoso prevenir que curar”. A todos, un llamado a la esperanza, no a la resignación, ¡de esta salimos todos o nos hundimos todos! No a la nostalgia por volver al pasado. Hoy es el tiempo de Dios. Dios guía la historia. Hoy es la gran oportunidad para que soñemos una sociedad, todos juntos y de la mano de Dios. Hoy es el momento oportuno para decirle a nuestras comunidades ancestrales, ustedes tienen razón, la clave está en el “Buen vivir”. Cada uno de nosotros es indispensable, somos diferentes, pero, aquí esta la clave: desde la diversidad construiremos la unidad. Líderes religiosos, institucionalidad, hermanos todos…, el futuro es ya. Dios guía nuestra historia. Necesitamos seamos próximos unos de otros. Tenemos que ser próximos a los más débiles de la sociedad, no para seguir alimentando su pobreza, sino para que entre todos jalonemos un futuro mejor, donde el “Buen vivir”, no sea un privilegio de unos cuantos, sino un honor de todos. El futuro es ya. ¡Ánimo, de la mano de Dios y juntos podemos!. + Omar de Jesús Mejía Giraldo Arzobispo de Florencia

Sáb 18 Jul 2020

Formación virtual para sacerdotes, religiosos y laicos en tiempo de pandemia

La formación permanente del clero, religiosos (as) y laicos sigue siendo un desafío permanente para los sacerdotes de hoy. Por esta razón y teniendo en cuenta el contexto de pandemia, varias instituciones le apuestan a ofrecer programas de actualización en diferentes áreas del conocimiento, a través de la modalidad virtual. CEBITEPAL Diplomado Virtual: Teología y Pastoral presbiteral 10 de agosto a 4 de septiembre Ofrecer herramientas antropológicas, psicopedagógicas, teológico-espirituales y pastorales necesarias para el acompañamiento formativo de los aspirantes al sacerdocio y de la formación permanente de los presbíteros [icon class='fa fa-download fa-2x'] Mayor información[/icon] Diplomado Virtual: Actualización Pastoral 10 de agosto al 02 de octubre de 2020 Orientar el estudio, la reflexión y la praxis de los participantes hacia la acción pastoral desde el marco epistemológico de la teología pastoral, la identidad de la iglesia particular, la vitalidad de las comunidades y los movimientos eclesiales, la dinámica de la pastoral urbana y el compromiso por la formación misionera de los agentes de pastoral para dinamizar el proceso evangelizador de una Iglesia en salida. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Mayor información[/icon] Mayor información: Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y El Caribe Tel. (57-1) 7441154 – 5879710 ext. 306, 331 Email: cebitepalencontacto@celam.org / secacademica@celam.org / cebitepal.forvirtual@celam.org Bogotá – Colombia UNICERVANTES Diplomado Virtual: Teología Bíblica y Cristianismo Antiguo Duración: 2 Semestres académicos 2020/2 – 2021/1 Conocer La historia y la teología del cristianismo antiguo de manera interdisciplinar. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Mayor información[/icon] Diplomado Virtual: Teología Patrística y Estudios Agustinianos Duración: 2 Semestres académicos 2020/2 – 2021/1 Conocer la historia y la teología del cristianismo a partir de la conversión de Constantino hasta el comienzo de la edad media. Estudia de manera particular la teología de los padres de la Iglesia del siglo de oro y de modo especial la figura y doctrina de San Agustín. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Mayor información[/icon] Diplomado en Teología y Pensamiento de Joseph Ratzinger Duración: 2 Semestres académicos 2020/2 – 2021/1 Conocer la figura, doctrina y espiritualidad de este teólogo a través de sus obras y su ministerio teológico y pastoral. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Mayor información[/icon] Profesionalización en teología: Homologar los estudios filosóficos y teológicos realizados en cualquier seminario de la Iglesia Católica y recibir grado de profesional en Teología estudiando un ciclo de actualización teológica en dos semestres cumpliendo con los requisitos de grado de Unicervantes. Con esta profesionalización podrá acceder a estudios de Posgrado y/o inscribirse en el Escalafón Nacional Docente. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Mayor información[/icon] Mayor Información: Tel. +57 350 461 7976 – 311 5411372 Mail: teologia@unicervantes.edu.co Bogotá D.C. – Colombia UNISANPABLO Diplomado Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) al Servicio de la Pastoral en la Iglesia. Duración: 120 horas (24 semanas) Potenciar las competencias digitales en el uso de herramientas tecnológicas multimedia para el empoderamiento y fortalecimiento de los procesos de Evangelización en la Iglesia. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Mayor información[/icon] Mayor Información: Tel. (91) 6 71 13 95 E-mail: fundacionuniversitaria@unisanpablo.edu.co Bogotá D.C. – Colombia

Vie 17 Jul 2020

La voz del Pastor | 19 de julio de 2020

Reflexión de monseñor Luis José Rueda Aparicio, Arzobispo de Bogotá y primado de Colombia Lectura del Santo Evangelio según San Mateo 13,24-43

Vie 17 Jul 2020

Comunicado de prensa de la Conferencia Episcopal de Colombia

Comunicado de prensa de la Conferencia Episcopal de Colombia [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Vie 17 Jul 2020

La otra mejilla

Por: Mons. Pedro Mercado Cepeda - Creo que el sector religioso en Colombia está llamado a dar ejemplo en este difícil momento que como Nación afróntamos. Hemos de practicar lo que predicamos: la vida es sagrada y debe estar por encima de cualquier interés. Ahora bien, dado que nuestra Constitución consagra el derecho de libertad religiosa que, como todo derecho fundamental, puede ser restringido sólo por motivos de particular gravedad, las autoridades nacionales y locales deben entender que la cuestión de la apertura de los templos no debería equipararse con la de otros espacios o servicios, como restaurantes, bares y discotecas. El tema del culto requiere un trato y un razonamiento diferenciados en razón de su naturaleza y finalidad. Es comprensible que, ante el crecimiento de la pandemia en Bogotá, el culto público pueda permanecer restringido en la capital todavía por un tiempo. Hay que evitar poténciales focos de contagio. Y el sector religioso comparte con las autoridades, incluida la alcaldesa de Bogotá, la preocupación por la salud de todos los colombianos. Hemos por ello acatado y apoyado todas las medidas de prevención, incluso con el dolor que para nosotros representa no poder brindar personalmente a nuestros fieles la ayuda espiritual que, ahora más que nunca, necesitan. No hemos nunca dicho que los templos deban abrirse hoy o mañana. Somos conscientes de la gravedad de la situación. No obstante, es también necesario reconocer que es factible establecer medidas para facilitar una apertura gradual, controlada y segura de los lugares de culto. En efecto, nuestros protocolos de bioseguridad, redactados con el acompañamiento del Ministerio de Salud, son más estrictos que los aprobados para otros espacios -esos sí muy concurridos- que ya han abierto sus puertas, aunque con algunas restricciones, en la ciudad de Bogotá y en nuestro país. Por eso, ha dolido enormemente a los líderes religiosos, ejemplares en el apoyo que han brindado a las medidas de prevención asumidas por el Gobierno y por la misma alcaldesa de Bogotá, el lenguaje agresivo y discriminatorio utilizado recientemente en su contra por la mandataria de los bogotanos. Lenguaje lamentable, injustificable e inexacto, carente de empatía, producto de la pasión más que de la razón. Esperamos una rectificación de su parte. Pero, a pesar de la ofensa, ponemos la otra mejilla como nos enseñó Jesús, invitándola a un diálogo abierto y sincero, sin prejuicios de parte y parte. Pensar distinto no nos hace enemigos. Y no es hora de orgullos heridos y mezquindades, Colombia nos necesita unidos y trabajando juntos. Pero, atención, el tema no es sólo de “lenguaje”. En el fondo, se trata de una cuestión de democracia, derechos y libertades que va más allá del caso puntual de la alcaldesa y sus destempladas declaraciones. Un debate debe darse: en circunstancias de grave crisis, cuáles son los límites de nuestros gobernantes para ejercer sus funciones y extraordinarias atribuciones. Veo con preocupación que algunas autoridades, no sólo locales, han asumido posturas "mesiánicas” y “paternalistas” que hacia el inminente futuro pueden degenerar en peligrosas formas de autoritarismo. Hoy, en Colombia, el Congreso se reúne virtualmente, los ciudadanos no pueden protestar, tienen movilidad restringida y no pueden congregarse para orar. Grave situación que no puede ser mantenida indefinidamente. El sector religioso y académico deben estar atentos a esta preocupante realidad que limita nuestras libertades y derechos. El debate hay que darlo, tomando desde ahora precauciones y medidas correctivas, para evitar que a la mortal pandemia del covid pueda sobrevenir una tragedia todavía peor, la del tentador “populismo” y el recurrente “caudillismo” que ha plagado de sangre y muerte nuestra historia. Que el covid no termine por infectar la democracia. Mons. Pedro Fernando. Mercado Cepeda Presidente del Tribunal Eclesiástico de Bogotá

Vie 17 Jul 2020

CCN dio inicio a diplomado en cultura de reconciliación y paz

Con un acto de apertura virtual transmitido a través de Facebook, el pasado miércoles 15 de julio, la Comisión de Conciliación Nacional (CCN) en representación de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), la Diócesis de Yopal y la Diócesis de Sincelejo, dieron inicio al primer “Diplomado en herramientas para la construcción de una cultura de reconciliación y paz territorial” que avala la Universidad Santo Tomás y que financia la Embajada de Noruega, en el marco de la actual iniciativa de la CCN que busca aportar a la construcción de cultura de paz en diferentes regiones del país. En la primera parte del espacio, que reunió a cerca de 80 personas mediante la plataforma zoom y que hasta la fecha ha sido visualizado por más de 1.500 cibernautas gracias a la transmisión, participaron monseñor Elkin Álvarez Botero, secretario general de la CEC y miembro de la Comisión de Conciliación; monseñor Edgar Aristizábal Quintero, Obispo de Yopal; monseñor José Clavijo Méndez, Obispo de Sincelejo; y el padre Darío Echeverri, secretario general de la CCN. El mensaje de apertura estuvo a cargo de monseñor Edgar Aristizábal, quien evocó la séptima bienaventuranza “Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque el reino de los cielos les pertenece” (Mateo 5:9). El prelado afirmó que este es un trabajo que realiza cada día la Iglesia Católica y llamó la atención sobre la necesidad de que todos en Colombia trabajemos por esta misma causa “para superar los elevados niveles de violencia y demás situaciones que afectan la convivencia; para acompañar a tantos hermanos víctimas del conflicto armado y de tantas otras pandemias que hoy sufre el mundo”. Por su parte, monseñor Álvarez, también obispo auxiliar de Medellín, hizo referencia a lo vivido durante la reciente Asamblea Plenaria del Episcopado, que se llevó a cabo en días pasados por primera vez de manera virtual. El prelado afirmó: “pudimos compartir la realidad de las regiones y el común denominador sigue siendo la violencia que se ha recrudecido desde muchos factores”. Por esta razón, y por tratarse de un espacio para facilitar herramientas, insumos y motivaciones para formar servidores de la reconciliación y de la paz destacó la utilidad del diplomado; así como la importancia de desarrollarlo con enfoque territorial “porque debemos estar convencidos de que la implantación de una cultura de reconciliación y paz nace del trabajo en las regiones, de la respuesta a los desafíos específicos en esta materia, desde la realidad propia de la cada una de las zonas de nuestro país”. Por su parte, sobre el rol de la Comisión de Conciliación, el padre Darío Echeverri afirmó que la coyuntura que vivimos por cuenta de la pandemia del Covid-19 “no ha sido capaz de frenar nuestro impulso por intentar dar nuestro aporte a la construcción de una Colombia distinta, reconciliada y en paz”. El sacerdote agregó que este trabajo, que se estará desarrollando con 15 regiones del país, es “un aporte pequeño pero significativo frente al gran desafío que nos plantea esta nación cargada de odios, de violencia y de dolor”. Adriana Marcela Duque, agente de pastoral de la diócesis de Yopal invitada al diplomado, agradeció la oportunidad de participar, y sobre el tema y compromiso a asumir afirmó: “muchos individuos pensamos que la solución está en cabeza de los gobiernos y de los líderes (…) Sin embargo, cuando entendemos y descubrimos que hacemos parte de un gran engranaje y que somos una pieza importante en ese engranaje, y permitimos que la luz de la paz encienda nuestro corazón, podemos hacer que otros también enciendan esa luz (…) Es ahí cuando podemos ser agentes de cambio social”. Jorge García, quien se desempeña como defensor de Derechos Humanos en el departamento de Sucre y hace parte del grupo convocado por la diócesis de Sincelejo para este proceso, afirmó que a través del diplomado pueden continuar acompañando y dejando capacidades en su región para que estas formen parte de su cultura. Agregó: “tengo la certeza que una vez finalizado el diplomado y se inicien la fase de réplicas de la cual somos parte fundamental, abriremos un camino seguro que nos llevará a la construcción de paz en nuestros territorios”. Además de las cerca de 70 personas que ya iniciaron este primer proceso de encuentro y formación virtual, entre ellas, líderes sociales y comunitarios, defensores de derechos humanos y agentes pastorales de los departamentos de Casanare y Sucre; se conectaron con esta sesión inaugural en calidad de invitados especiales al acto: Monika Lauer Pérez, responsable de proyectos de Colombia/KZE de Adveniat; Ulrike Hemmerling, coordinadora el programa Servicio Civil para la Paz de Agiamondo; y la Dra. Socorro Ramírez, la Dra. Consuelo Corredor, el Dr. Juan Mayr y el General Retirado del Ejército, Juan Salcedo Mora, todos miembros de la Comisión de Conciliación Nacional. Una vez finalizado el acto oficial de apertura, el psicólogo Diego Lerma, especialista en Derechos Humanos, quien hace parte de la Secretaría Técnica de la Comisión de Conciliación y es uno de los facilitadores de este diplomado, dio inicio a la primera sesión pedagógica del proceso, con un módulo sobre reconstrucción de memoria histórica. Fuente: Oficina de comunicaciones de la Comisión de Conciliación Nacional (CCN)