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Ya no os llamo siervos, os llamo amigos
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SEXTO DOMINGO DE PASCUA
Mayo 5 de 2024
Primera Lectura: Hch 10, 25-26.34-35.44-48
Salmo: 98(97), 1.2-3ab.3cd-4 (R. cf. 2b)
Segunda Lectura: 1Jn 4,7-10
Evangelio: Jn 15, 9-17
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
Si el domingo pasado el Evangelio nos insistía en la necesidad de permanecer en el Señor, este VI domingo de Pascua, nos explica que la permanencia en Él equivaldría a guardar los mandamientos, que se resumen en amar a Dios y al prójimo. Las lecturas de este domingo nos invitan a profundizar en esta idea fundamental:
• En la primera lectura de los Hechos de los Apóstoles, se narra que Pedro va a casa de Cornelio, obediente a la inspiración divina. Se trata de un pagano que necesita ser instruido; Pedro, como instrumento de Dios le transmite el mensaje a él y su familia. Este relato es muy importante, porque es un pagano que es admitido a la comunidad cristiana por un apóstol, por el primer Apóstol, quien reconoce el paso de Dios sobre la vida de Cornelio, con el pasaje bíblico: “Dios no hace acepción de personas” (cf. Dt 10,17; Sir 35,13; Rom 2,11; Ga 2,6; Ef 6,9; Col 3,25; 1 Pe 1,17). En este contexto, se acentúa la universalidad de la salvación ofrecida por Dios y traída por Cristo, sin distinción de personas, razas ni pueblos, en la línea de pentecostés (Hch 2,1-11), donde sobreviene una efusión del Espíritu. Del pueblo de Israel, primer receptor privilegiado de la Palabra de Dios, pasa a Jesucristo y, de éste, por medio de su testigo, a todo el que cree en Él.
• La segunda lectura, esta vez, es la que mejor va a interpretar el sentido del Evangelio de este domingo. La primera Carta de San Juan nos ofrece una de las reflexiones más impresionantes sobre el Dios cristiano: es el Dios del amor. El amor viene de Dios, nace en Él y se comunica a todos sus hijos. Por eso, la vida cristiana debe ser la praxis del amor. Si verdaderamente queremos saber quién es Dios, la carta de Juan nos ofrece un camino concreto: aprendiendo a ser hijos suyos; ¿cómo? amando a los hermanos.
• En el Evangelio de Juan continuamos leyendo el capítulo 15, donde la expresión “permanezcan en mí y yo en ustedes” se convierte ahora en “permanezcan en mi amor”.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
El Evangelio del VI domingo de Pascua: Jn 15, 9-17, pertenece a una sección más amplia: Jn 15,1-17. Toda esta sección se puede dividir en dos partes fundamentales: La primera, correspondió al V domingo de pascua (15,1-8), y la segunda parte (15,9-17), que se encuentra en la liturgia de este VI domingo de Pascua, el amor es el objeto de la revelación. Próxima ya la partida definitiva del Señor y con ello el alejamiento físico de sus discípulos por su muerte y resurrección, Jesús les habla del amor que el Padre le ha tenido, para confiarles que los ha amado del mismo modo; y añadir con intensa exhortación que, si ellos le aman, deben permanecer en Él. Con este pasaje del Evangelio estamos ante la cima de la revelación del amor de Dios. El Maestro dice a sus discípulos: “como el Padre me ha amado, así los he amado yo; permanezcan en mi amor”. Este es el don primero, diríamos, el fundamento del amor. El amor del Padre al Hijo, al que nosotros, por pura gracia, somos incorporados: “así los he amado yo”, dice Jesús, en clara alusión al amor hecho realidad en su cruz. Por eso, en el amor de Jesús vemos el amor, hasta sus últimas consecuencias, del padre por nosotros (cf. Jn 13,1; 19,30). “Como el Padre me amó” (v. 9), en griego, el verbo se encuentra en aoristo, y denota el acto de amor prodigado por Jesús a sus discípulos y consumado en su muerte; indica un amor completo, existe desde siempre y para siempre.
Pero después de este don gratuito, ha de venir nuestra respuesta generosa: “Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor”. El modelo para cumplir esta tarea es Jesús mismo: “lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor”. Esto lo ha hecho realidad Jesús por la obediencia a su Padre, concretada plenamente en el misterio de la cruz, con aquella palabra que resuena la tarde del viernes santo: “todo está cumplido” (Jn 19,30).
Desde esa íntima comunión de amor, se entienden las palabras que sigue formulando el evangelista sobre la alegría y el amor al hermano.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
El domingo pasado escuchábamos que Jesús se servía de la alegoría de la vid y los sarmientos para explicar a sus discípulos que, al igual que los sarmientos se nutren de la savia de la vid, así deben permanecer unidos a Él para vivir de la vida divina que les llega por medio de Él, como sucede con el tronco de la vid que alimenta a los sarmientos. Sin este alimento los sarmientos no pueden dar fruto y tampoco los discípulos si no permanecen unidos a Jesús (cf. Jn 15,5-8). Sobre este telón de fondo, Jesús explica que la permanencia en Él equivale a guardar sus mandamientos; es decir, un amor obediente a Él y al Padre (Jn 15,10).
Se trata ahora de “permanecer en su amor”. Este amor exige reciprocidad, pues para la amistad se necesitan dos. Por eso, Jesús apremia la respuesta con un imperativo: “permanezcan”. El amor circula, transmite vida y por ello nos permite estar en el Padre como lo hace el Hijo. La permanencia en el amor nos hace hijos de Dios (Jn 1,12), nos hace capaces de dar frutos, de amar a los hermanos, y encontrar la verdadera alegría: “Les he hablado esto para que mi alegría esté en ustedes, y su alegría llegue a plenitud”. En consecuencia, esta alegría solo puede venir de Jesús. En el texto que venimos comentando, de repente se cambia el término “amor” por “alegría”. Pero esto se da, precisamente, porque el resultado del amor es la alegría de amar y ser amado. El “guardar los mandatos”, forma concreta de la inserción en Cristo, no es pesado, insoportable, amargo, es más bien, fuente inagotable de alegría. La vida del Maestro estuvo siembre fundada en el amor del Padre, se caracterizó por la alegría. Este debe ser el camino del discípulo. El Papa Francisco en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, señaló: “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría” (EG,1).
Por eso es necesario permanecer en el amor, que significa amar como amó Jesús: “Este es mi mandamiento: que se amen unos a otros como yo los he amado” (Jn 15,12). Así, podemos amar, porque Él nos amó primero; asumimos el mandato porque Él lo asumió primero. La cruz mostró de parte de Jesús su decisión por nosotros. La cúspide del amor: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13), está en entregar la propia vida por el bien de quien se ama (Jn 10,14-18). Jesús, incluso, lavó los pies a sus discípulos, al esquivo de Pedro, y también a Judas el traidor. En la dinámica de este amor entramos todos, a pesar de nuestras negaciones, traiciones, enemistades, y distancias con el Maestro. El apóstol Pablo dirá: “…Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros…” (cf. Rm 5,6-11).
Si nos dejamos contagiar del amor de Jesús, nuestra vida será conforme a la suya. De esta manera, purificamos una vida desconectada del amor al hermano: “Hemos pasado de la muerte a la vida, si amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte” (1 Jn 3,14). Pues el amor de Dios es inseparable del amor al hermano. “Si alguno dice: ‹‹Amo a Dios››, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve” (1 Jn 4,20).
Por último, no perdamos de vista que estamos en el tiempo de Pascua, y se nos recuerda que somos integrados en la Iglesia mediante el bautismo que nos introduce en la comunión eclesial, y esta comunión es con los Apóstoles y con sus sucesores, con la comunidad de discípulos, mediante la cual entramos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo, como dice la primera carta de San Juan (cf. 1 Jn 1,3). No podríamos llegar a esta comunión sin la acción del Espíritu Santo en nosotros, porque es Él quien infunde en el corazón de los creyentes el amor, la caridad de Dios, que es virtud teologal infundida, igual que las otras dos virtudes teologales, la fe y la esperanza. No son alcanzadas por las fuerzas humanas o la disciplina de sus facultades; son don de Dios que nos viene por la inhabitación en nosotros del Espíritu santificador. El amor es la misma vida divina, así dice la primera de Juan: «Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es Amor» (1 Jn 4,8), para afirmar a continuación que el amor de Dios se ha manifestado «en que Dios mandó al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él» (1 Jn 4,9).
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Jesús, tú viniste al mundo para enseñarnos el lenguaje inefable de la caridad, y quieres que lo aprendamos con los hechos, con los gestos de cada día. Maestro, tú quieres que conozcamos el amor del Padre que te ha sacrificado a ti, su corazón, por nosotros, por nuestra salvación. Ayúdanos a no olvidar esta enseñanza, que se vuelva para nosotros tarea comprometida de vida. Regálanos la fuerza del amor humilde, perseverante, abierto a todos. Tú fuiste el primero en observar el mandamiento del Padre y nos diste tú mismo el ejemplo del amor más grande. Que podamos descubrir los distintos modos en que se nos presenta también a nosotros cada día la ocasión de dar la vida por los otros, y concédenos la fuerza para darla de manera concreta.
¿Cómo es capaz ahora el hombre de responder adecuadamente al amor de Dios, que le sale al encuentro liberándole y ofreciéndole una nueva vida en Jesucristo? En una entrega continua y sin reserva de todo el hombre a Dios, es decir, en el seguimiento de Cristo. Esta respuesta posee una doble vertiente: el hombre que está a la escucha y que responde en la plegaria, en la alabanza, en el testimonio, etc., y la existencia para los demás, viviendo en comunión. Desde esta perspectiva podemos valorar el proceso del camino sinodal que vive la Iglesia en estos momentos. Para hacer realidad el proyecto de caminar juntos debemos atender esta palabra de Jesús que, animada por el Espíritu, nos impulsa a permanecer unidos en el amor. El Papa Francisco convocó un sínodo de Obispos, que tuvo por tema: “Por una Iglesia sinodal: Comunión, participación y misión”. El Santo Padre nos ha pedido que invoquemos el Espíritu Santo para que guíe a la Iglesia hacia una comunión más profunda, una participación más fuerte en la vida en Cristo y un compromiso más vivo con la misión evangelizadora de la Iglesia. Nunca podemos concentrarnos en nosotros mismos. Nuestra misión es testimoniar el amor de Dios. Por eso debemos preguntarnos: ¿Qué acciones concretas haré para responder a lo que Dios me pide hoy como discípulo? Permanecer en Jesús, estar unido a él, traer alegría al corazón. ¿Cómo experimentamos y transmitimos esa alegría a los que nos rodean? ¿Qué acción podemos realizar esta semana para que los que nos rodean se den cuenta de que vivimos unidos a Cristo? Jesús dice que nadie tiene amor más grande a sus amigos que el que da la vida por ellos. ¿Qué haremos esta semana para que nuestros amigos sepan que estamos dispuestos a dar la vida por ellos? Puede ser un gesto de atención y cariño como hablarles por teléfono y preguntarles cómo se sienten, que está pasando en sus vidas, de qué manera podemos ayudarles.
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Recomendaciones prácticas:
• Jornada Nacional de la Infancia Misionera
• Día de la Madre: programar en la parroquia una eucaristía por las madres fallecidas y otra por las madres vivas.
• El próximo viernes comienza la novena de preparación para la Solemnidad de Pentecostés.
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
Queridos hermanos, sean todos bienvenidos a esta, nuestra comunidad, a este encuentro de los convocados por el Señor. Dios es Amor. Nos lo dice San Juan. Lo ha dicho también el Papa Benedicto XVI, en su magnífica encíclica "Deus caritas est": (Dios es amor), sobre el amor cristiano. El amor es lo que mueve el mundo, y si no es el amor lo que mueve el mundo, será el odio y la adhesión a las riquezas lo que ocupará su sitio. Aprovechemos este domingo para meditar sobre el Amor de Dios y sobre nuestro amor hacia los hermanos. Y tengamos en cuenta que todo el amor, todo, es de substancia divina. Hemos llegado a este Sexto Domingo de Pascua, es el último antes de la Ascensión del Señor. El tiempo va pasando, pero nuestra esperanza está puesta en el Señor resucitado que no nos abandona nunca. Celebremos con gozo y fe esta fiesta dominical.
Monición a la Liturgia de la Palabra
Hermanos, el Evangelio y la segunda lectura que vamos a escuchar con atención, responden a la pregunta: ¿cómo permanecer unidos a Cristo para dar frutos? La respuesta es: Permaneciendo en su amor, es decir, cumpliendo los mandamientos y siendo signo vivo y concreto de ese amor. El mandamiento de Jesús consiste en amar a Dios y amarnos mutuamente. Así la alegría llega a su plenitud. Escuchemos.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: Con Jesús, que ofrece a los suyos el testamento de su amor, oremos.
R. Danos, Señor, un corazón nuevo.
1. Para que el Señor Jesús, resucitado para ser salvador de todos los hombres, conceda a su Iglesia hacer cada vez más creíble el mensaje de esperanza que le viene de la Pascua. Roguemos al Señor.
2. Para que el Señor Jesús, resucitado para ser salvador de todos los hombres, venga en ayuda de todos los que trabajan en favor de la paz, para que sean en nuestro mundo testigos del amor de Dios. Roguemos al Señor.
3. Para que el Señor Jesús, resucitado para ser salvador de todos los hombres, nos haga descubrir que el amor lo es todo, si es vivido en la fidelidad al mandato de Jesús. Roguemos al Señor.
4. Para que el Señor Jesús, resucitado para ser salvador de todos los hombres, haga de las comunidades, movimientos y grupos de creyentes, hombres y mujeres capaces de reconocer los carismas del Espíritu y su diversidad, para que de esta manera enriquezcan la unidad de la Iglesia. Roguemos al Señor.
5. Para que el Señor Jesús, resucitado para ser salvador de todos los hombres, nos ayude, para que no apaguemos el fuego del Espíritu que desde el día de nuestro bautismo nos alienta, y caminemos conforme a la vida nueva que Él nos ha comunicado. Roguemos al Señor.
Oración conclusiva
Acoge la oración que, confiados,
te presentamos y transfórmala en bendiciones
para tu Iglesia y para el mundo.
R. Amén.
“El divorcio exprés”: una píldora que no sana
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Una sociedad que odia a los niños
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Pero María atesoraba todas estas cosas, reflexionando sobre ellas en su corazón.
DOMINGO DENTRO DE LA OCTAVA DE NAVIDADLA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉDiciembre 29 de 2024Primera lectura: Sirácida 3,2-6.12-14Salmo: 128(127),1-2.3.4-5 (R. cf. 84[83], 5a)Segunda lectura: Colosenses 3,12-21Evangelio: Lucas 2,41-52I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónLa Solemnidad de la Sagrada Familia nos ofrece el testimonio de Jesús, María y José sobre la experiencia del amor familiar que, conducido por la fuerza de la gracia, nos permite vivir la experiencia de la gratitud por ser parte de una historia familiar en la que vivimos la experiencia de ser hijos y que, por la elección en Cristo, somos llamados a sembrar en nuestras familias el amor como camino de unidad, de reconciliación y generosidad en los hogares. En ella, los padres desarrollan su misión acompañando a los hijos a vivir su vocación como hijos de Dios que quieren hacer la voluntad del Padre haciendo lo que a Él le agrada, dedicándose a los asuntos del Reino de Dios como lo hizo Jesús.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?La gratitud del don de ser hijos se expresa en el mandamiento de Honrar a padre y madre. En el capítulo 3 del libro del Eclesiastés, a la luz de Éxodo 20, 12 y Deuteronomio 5,16, el Ben Sirá instruye expresamente en que la vivencia del este precepto es signo inequívoco de la cualidad de un buen hijo. Las bendiciones que enumera el pasaje bíblico para quien asume este precepto brotan del lugar central que tiene en el decálogo: es el punto de unión entre la primera “tabla” dirigida al amor de Dios y la segunda dirigida al amor del prójimo. La llamada a cultivar y fortalecer el amor familiar se manifiesta en la carta a los Colosenses cuando el apóstol san Pablo exhorta a revestirse de Cristo. Lo que en el ámbito familiar significa asumir las actitudes de Jesús y su mensaje evangélico, que se lleva a cabo gracias a la fuerza del amor del que brota la perfección y que penetra en el corazón del creyente por la Palabra de Cristo. Este dinamismo tiene en las relaciones familiares: paterno-maternales, esponsales y filiales una oportunidad de manifestarse y revelarse para ser vividas “como le agrada al Señor”.Finalmente, el evangelio de Lucas, cuando presenta la imagen del niño Jesús en el templo, nos revela que los padres de Jesús están al servicio de acompañar al Niño a descubrir su Paternidad Divina y dedicarse a los asuntos de su Padre-Dios como su proyecto existencial para el cual ha de seguir creciendo en sabiduría y en gracia. La peregrinación en que participan refleja su disposición alegre a vivir en familia la fe mediante las acciones y gestos que reconocen como experiencias de salvación vividas en el pueblo de Israel. Los padres, si bien se ven sorprendidos por el desarrollo de la acción de Jesús, van contemplando la obra de Dios en Él y acogiendo este plan como un camino de fe y lo guardan en el corazón. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?La vocación al amor encuentra en la familia un lugar natural de comunión en el que cada uno desarrolla su identidad y responde al llamado personal a vivir como ciudadano y como creyente. En el contexto actual prima el individualismo reflejado en las formas de consumismo, emotivismo y pansexualismo que termina desvirtuando los vínculos familiares y aísla a cada miembro con la idea de que la felicidad se reduce a satisfacer sus deseos de modo absoluto. Por ello, el Papa Francisco en la exhortación Amoris Laetitia indicaba que, frente a una cultura del descarte, de lo frágil y lo efímero, se requiere fortalecer y consolidar el vínculo entre generaciones: “El vínculo virtuoso entre las generaciones es garantía de futuro, y es garantía de una historia verdaderamente humana. Una sociedad de hijos que no honran a sus padres es una sociedad sin honor” (A. L. 188).Este vínculo familiar se ve enriquecido con el fortalecimiento de las distintas relaciones que surgen dentro de esta comunión como son: •En el vínculo de los esposos, fundado sobre el amor generoso de la entrega, ellos viven la unidad en la diferencia y en el día a día, con la fuerza del Espíritu Santo, hacen que el amor, íntimo y profundo, vivido en el respeto y el apoyo mutuo, llene de sentido sus vidas compartidas.•En el vínculo entre los padres-madres y los hijos, la paternidad y maternidad responsable tiene como punto de partida el reconocimiento del don de la vida de hijo que ha sido llamado por Dios a existir y a desarrollar un camino de crecimiento que requiere ser acompañado por sus padres, quienes lo acogen en su hogar y asumen el compromiso de poner todos los medios para formarlo como un ser humano al servicio de la Iglesia y de la sociedad. Para ello son para sus hijos como testigos y maestros que con el testimonio de su vida y la tarea educativa les transmiten la fe y los introducen en la vida social para ser sus protagonistas en la búsqueda del bien común.•En el vínculo de la fraternidad, la familia cultiva en el arte de la convivencia humana y nos introduce a la fraternidad más universal en la sociedad. A su vez, la experiencia de los hermanos, educados en un ambiente de apertura al otro, de generosidad y servicio permite con mayor facilidad el reconocimiento de nuestra pertenencia a la Iglesia que es la familia de los hijos de Dios.Por ello, frente a la necesidad que tiene el ser humano de fortalecer los vínculos familiares para desarrollar su proyecto personal de vida, la Iglesia sale a su encuentro con una acción evangelizadora que lo acompañe y le ofrece los medios de la gracia para vivir el vínculo familiar. Esta tarea misionera es “una pastoral del vínculo, donde se aporten elementos que ayuden tanto a madurar el amor como a superar los momentos duros” (A. L., 211). La vida espiritual es el vínculo fundamental del que brotan y renacen los vínculos familiares como lo afirmó el papa Francisco al referirse a los esposos: “la espiritualidad matrimonial es una espiritualidad del vínculo habitado por el amor divino” (A.L., 315).3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?La oración es familia es fuente de esperanza para agradecer los dones que Dios da a cada hogar, para asumir con valentía los desafíos que se presentan en su historia personal y para confiar en la Providencia Divina que no nos defrauda y que sostiene y guía constantemente a las familias como lo hizo con María y José al mostrarles el camino y enriquecerlos con su gracia para ser fieles a su vocación, perseverantes en su compromiso y audaces en el desarrollo de su misión.La oración por las familias nos sostiene en la certeza de que “la familia es al camino de la Iglesia” y “La oración refuerza la solidez y la cohesión espiritual de la familia, ayudando a que ella participe de la «fuerza» de Dios” (S. Juan Pablo II, Carta a las familias). «Jesús, María y José, la Sagrada Familia de Nazaret, hoy los miramos con admiración y confianza; en ustedes contemplamos la belleza de la comunión en el amor verdadero; les encomendamos a todas nuestras familias, para que se renueven en las maravillas de la gracia.Sagrada Familia de Nazaret, atractiva escuela del Santo Evangelio: enséñanos a imitar sus virtudescon una sabia disciplina espiritual, danos una mirada limpia que reconozca la acción de la Providencia en las realidades cotidianas de la vida.Sagrada Familia de Nazaret, fiel custodia del ministerio de la salvación:haz nacer en nosotros la estima por el silencio,haz de nuestras familias círculos de oración y conviértelas en pequeñas iglesias domésticas,renueva el deseo de santidad que sostiene la noble fatiga del trabajo, la educación, la escucha, la comprensión y el perdón mutuo.Sagrada Familia de Nazaret,despierta en nuestra sociedad la conciencia del carácter sagrado e inviolable de la familia, inestimable e insustituible.Que cada familia sea acogedora morada de Dios y de la paz para los niños y para los ancianos,para aquellos que están enfermos y solos, para aquellos que son pobres y necesitados. Jesús, María y José, a ustedes con confianza oramos y con alegría nos confiamos» (Papa Francisco)._______________________Recomendaciones prácticas:•Apertura de la Puerta Santa en San Juan de Letrán.•Apertura del año Jubilar en las Jurisdicciones Eclesiásticas (Catedrales y Cocatedrales).•Esta celebración puede ser la oportunidad para: La oración de consagración de las familias a la Sagrada Familia. Celebrar la renovación de los compromisos matrimoniales. A los esposos se les puede entregar la carta que el Papa Francisco escribió en el año 2021 con motivo de esta fiesta:https://www.vatican.va/content/francesco/es/letters/2021/documents/20211226-lettera-sposi-anno-famiglia-amorislaetitia.html.•Enviar un mensaje de la comunidad parroquial a las familias animándolas a vivir su vocación de ser comunidad de vida y amor.II. Moniciones y Oración Universal o de los FielesMonición introductoria de la Misa Bienvenidos a la celebración de la Eucaristía de la Fiesta de la Sagrada Familia, en este primer domingo del Tiempo de Navidad. El nacimiento de Jesús fue en el seno de una familia, que honramos y reconocemos por su disposición a acoger en su vida el proyecto de Dios y a ser fieles al mismo. La Iglesia encuentra en la familia de Nazaret: José, María y Jesús un modelo de vida de hogar y un estímulo para renovar su convicción que su tarea evangelizadora pasa por ser familia de familias. Participemos con fe y oración.Igualmente, es motivo de gran alegría este domingo, la apertura del Año Santo en las Catedrales y concatedrales de la Iglesia Universal. Aprovechemos todos los medios que el Jubileo nos propicia para crecer en vivos deseos de santidad.Monición a la Liturgia de la Palabra “Que la Palabra de Dios habite en ustedes en toda su riqueza” (Col. 3,16). Estas palabras del Apóstol Pablo nos disponen a reconocer el tesoro de la revelación de Dios sobre la familia que tiene en el Amor su plenitud. Amor de los hijos que se expresa en el honor a sus padres; amor de los esposos entre sí, que se manifiesta en el respeto y la donación mutua; y el amor de los padres a los hijos, que se revela en la pedagogía del despertar religioso de su fe y del acompañamiento en su respuesta vocacional. Escuchemos con atención la Palabra de Dios.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Celebrando que el Hijo de Dios se encarnó, nació y creció en una familia, oremos a nuestro Padre diciendo:R. Padre, muéstranos tu amor.1. Por la Iglesia para que, como la gran familia de los hijos de Dios, siga anunciando el Plan de Dios sobre el matrimonio y la familia y sea siempre una casa abierta a todos los hogares, especialmente a las más pobres y débiles, y a quienes están solos y abandonados. Oremos.2. Por los gobernantes de las naciones para que sus políticas se encaminen a garantizar los derechos de las familias respetando y promoviendo su dignidad, su justa independencia, intimidad, integridad y estabilidad. Oremos.3. Por los animadores de la pastoral familiar para que revestidos del amor de Cristo salgan al encuentro de todas las familias de su comunidad parroquial y enriquecidos con los diversos dones y carismas: las escuchen, las acompañen en el camino del amor, les muestren la belleza del Evangelio y las guíen en la experiencia renovadora que Dios nos ofrece a todos. Oremos.4. Por las familias para que viviendo su unidad en el amor sean lugar de encuentro entre diferentes generaciones, dónde se ayuden mutuamente a crecer en sabiduría humana y divina y sean el cauce de renovación de la vida social. Oremos.5. Por los hogares para que, bajo la dirección de los padres, puedan vivir libremente su propia vida religiosa, educar a sus hijos, profesar públicamente su fe y propagarla sin sufrir alguna discriminación. Oremos.Oración conclusivaEscucha Padre, nuestra oración, que te presentamos en la fiesta de la Sagrada Familia y concédenos vivir con el mismo espíritu de esperanza, amor y fe con que ellos vivieron. Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.
Mié 25 Dic 2024
En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres
NACIMIENTO DEL SEÑOR (Misa del día)Diciembre 25 de 2024Primera lectura: Isaías 52, 7-10 Salmo: 98(97), 1.2-3ab.3cd-4.5-6 (R. cf. 3c) Segunda lectura: Hebreos 1, 1-6 Evangelio: Juan 1, 1-18I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónLa liturgia de este día de Navidad nos presenta el gran signo de la Palabra hecha carne. Esta Palabra es presentada como la que es llevada y anunciada por aquel que baja de las montañas. El gran anuncio de la liberación de Israel y el fin de su destrucción, es que “Dios reina ya” y que “Dios regresa”. Por eso, la voz del mensajero trae dos gracias: la paz y la salvación y, a su vez, anuncia dos cosas: una buena noticia y el reinado de Dios. Esta Palabra de salvación es la última y definitiva con la que Dios ha querido hablar a los hombres de hoy. Es la Palabra que sostiene y purifica a quien la recibe. Ella ha venido a colocar su morada entre los hombres y tomando la realidad frágil de la humanidad, la ha llevado a su auténtica finalidad, devolviéndole el ser auténtico y dándole la capacidad de vivir como verdaderos hijos de Dios. 1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?El proceder de Dios se manifiesta de dos modos particulares: Palabras y acciones. Es un Dios de promesa y de cumplimiento. Esta es la manera como el profeta Isaías presenta la nueva salvación de Dios dada a Jerusalén. Es el nuevo despertar que trae desde la altura de las montañas la palabra salvífica de Dios que quiere ratificar que está presente. El pueblo conocerá y comprenderá que “yo estoy aquí”. Es Así que Isaías proclama la nueva visión de Dios, al que verán con sus propios ojos, como el Dios que viene y el Dios que reina. Las ruinas dejadas por los enemigos, su desolación, reciben ahora un mensaje de esperanza. Dios no los ha abandonado, pues es un Dios que ama a su pueblo. Como diría San Agustín “Dios no puede amar y abandonar”. La encomienda del mensajero trae dos gracias especiales: la paz y la salvación. El saludo de bienestar que ofrece el “shalom”, es deseado ahora para quien comprende que Dios ha venido. La carta a los hebreos hace comprender que Dios ha pronunciado la palabra definitiva. Dios es presentado como aquel que ha predicado una palabra última. Es su Hijo, el perfecto lenguaje del Padre. Por medio de Él la presencia de Dios se vuelve comunicación directa con los hombres. Ya no es una profecía, ya no es un lenguaje simbólico, es una presencia real y segura que dialoga. Es la Palabra que sostiene con poder. Este aspecto es sugerente en la carta. La Palabra tiene el poder de sostener el universo. No se trata de una fuerza gravitacional, se trata de aquel poder que no permite el decaimiento de toda la realidad existente. La vida de Cristo, entregada, es capaz de sopesar el pecado del hombre que lo lanza a tierra, a su debilidad.San Juan inicia su evangelio con un hermoso y profundo himno donde la palabra que se ha hecho carne, es la palabra eterna de Dios. Hay un movimiento muy profundo en el que el evangelista nos dice que la palabra que “estaba con Dios”, es la palabra que hace “morada entre nosotros”. La palabra encarnada trae la presencia del Dios eterno que, creando todo, no sólo lo invade todo, sino que lo asume todo. La presencia de Jesús es la gran predicación del Padre que nos dice que no sólo quiere estar cerca de los hombres, sino asumir a los hombres. Bien lo decía el gran padre de la Iglesia Atanasio: “El Hijo de Dios se ha hecho hombre para que los hombres llegaran a ser hijos de Dios”. Asume lo que va a redimir (Ireneo de Lyón) por amor eterno. El gran mensaje de la encarnación-nacimiento es que Dios, para salvar a los hombres se abaja como ninguna divinidad lo ha pretendido, tomando al hombre no exteriormente sino integralmente. Quien asume esta gracia, la del poder de ser hijo de Dios logra salvarse, es decir, logra tener a Dios totalmente.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad? Cada Navidad es una oportunidad de reconocer el obrar salvífico de Dios. No es la celebración de un nacimiento, es el canto jubiloso de que “Dios ha visitado y redimido a su pueblo” como lo expresó Zacarías en su cántico después de la mudez de la incredulidad. La fe es precisamente el poder hablar de lo que Dios ha obrado. Por eso, la Palabra de Dios de este día solemne ha querido resaltar el lenguaje de la palabra hecha carne. Lo que se ve en el pesebre es un lenguaje, una comunicación del Padre. El Hijo de Dios es Dios hablante, Dios comunicante. El silencio de la gruta de Belén rompe con un grito de Júbilo, que la noche de ayer cantó el coro de los ángeles: “hoy os ha nacido un salvador, el Mesías, el Señor”.La salvación ha nacido y ella es Palabra eterna de Dios. ¿Cómo hemos asumido la palabra de este tiempo de adviento? ¿Qué palabra de Salvación me ha pronunciado Dios en este día? ¿Han percibido mis oídos el poder de la palabra de Dios? No se trata de recibir a Jesús en el corazón, se trata de recibir su palabra por el oído, pues “la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo. Pero yo digo, ¿acaso nunca han oído? ciertamente que sí: por toda la tierra ha salido su voz, y hasta los confines del mundo sus palabras”. Esta navidad es un llamado no a ver, sino a oír el mensaje del Padre a un mundo convulsionado y ensordecido por las voces contrarias a Dios.Es importante que resaltemos el grito de Dios, su llamado al mundo. Debemos ser como Israel, un pueblo menos interesados en la imagen visible de Dios y más preocupados en el mensaje de sus palabras. La idolatría nace no de una imagen, sino de una imagen que no habla, que no oye, que no tiene aliento en su boca, es decir, cuando no se percibe el mensaje que el autor quiere transmitir. Nuestra navidad puede ser un tiempo llego no imaginería, pero vacío de palabras, de mensajes, de llamados. ¿Dónde está hablando Dios hoy? ¿Has escuchado que te ha dicho: yo estoy contigo, tu eres mi hijo, he tomado tu carne para salvarte? ¿Te dice algo Jesús en el pesebre? Si aún no ha entrado a tus oídos esta palabra, entonces esta navidad también está llena del ruido mundano y sorda ante Dios. 3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? La Palabra de Dios siempre es comprometedora. No hay nada que Dios diga y el hombre escuche que no tenga como resultado un diálogo y una acción. Esta navidad nos introduce al año del jubileo de la Esperanza, Dios quiere hablarnos de su gozo, Dios quiere transmitirnos su alegría. Por eso pedimos tener los oídos atentos a su anuncio gozoso. Anticipadamente nos hemos preparado con este año de la oración para señalar que el diálogo con Dios nos trae la esperanza de la salvación. Como María, la que escucha el anuncio del Ángel y luego dialoga con él para aceptar finalmente su plan de salvación. Esto es lo que necesitamos, creyentes orantes que comprendan que la oración es escucha de las palabras de Dios y al mismo tiempo aceptación de su Hijo, el Salvador. Reflejemos la actitud orante en la capacidad de la escucha también del hermano, del pobre, del equivocado. Que nuestras palabras no sean de condenación, que sean de esperanza y salvación. Lo que reflejan mis palabras no es sólo lo que hay en mi corazón, sino lo que he guardado de Dios en él.II.Moniciones y Oración Universal o de los FielesMonición introductoria de la Misa ¡Es Navidad! y la Eucaristía de este día nos dispone a la celebración de un gran acontecimiento: Dios está con nosotros. No se trata de una fecha histórica del pasado, sino de un encuentro presente. Hoy es un día para escuchar lo que Dios ha venido a decirnos en esta etapa final de la historia. Abramos nuestro ser para recibir la gracia que la presencia de Jesús nos trae y, como los ángeles, cantemos la gloria de Dios que del cielo viene a los hombres que Dios ama. Monición a la Liturgia de la Palabra Particularmente la Palabra de Dios de este día nos invita a tomar una actitud delante de ella. Esa actitud primera es la de la escucha. El nacimiento del Salvador es un mensaje de Dios al oído de los hombres, porque Jesús es la Palabra eterna que se nos anuncia. Escuchemos atentos y descubramos qué nos está diciendo Dios hoy por medio de Él.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Queridos hermanos, habiendo escuchado la Palabra de Dios y su mensaje de salvación, hablemos ahora con él en comunidad para que también Él nos escuche y digamos:R/ Padre, escucha nuestras súplicas.1.Padre Santo, te pedimos por la Iglesia, cuerpo de Cristo, para que el mensaje de la esperanza que anuncia día a día, sea aceptado en el corazón de los hombres que Dios quiere que se salven, roguemos al Señor.2.Padre Justo, te suplicamos por los gobernantes de las naciones, para que atentos escuchen la voz de sus pueblos, que piden la justicia y la paz, roguemos al Señor.3.Padre de bondad, te rogamos por los hombres que sufren en su cuerpo y en su espíritu, para que la palabra de Cristo llegue a ellos por medio de nuestra caridad, roguemos al Señor.4.Padre misericordioso, te pedimos por esta asamblea de fe, reunida en esta celebración navideña, para que mantenga el gozo de haber recibido la Palabra de salvación y la vivan intensamente en sus vidas, roguemos al Señor.Oración conclusivaPadre de infinita bondad, tu Hijo Jesús, nacido en este día, es la palabra que nos salva; Escucha ahora las palabras de tus hijos suplicantes y concédeles aquello que sirve para vivir permanentemente el gozo de tu salvación. Por Jesucristo nuestro Señor.R. Amén.
Vie 20 Dic 2024
Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo
CUARTO DOMINGO DE ADVIENTODiciembre 22 de 2024Primera lectura: Miqueas 5,1-4ªSalmo: 80(79),2ac y 3b.15-16.18-19 (R. cf. 4b)Segunda lectura: Hebreos 10,5-10Evangelio: Lucas 1,39-45I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónEl tiempo litúrgico del Adviento está llegando a su fin o, mejor, alcanzando su plenitud. La liturgia de este domingo se presenta como una vigilia de Navidad anticipada, antes de la celebración solemne en la que resonará el alegre canto del Gloria, mientras repican las campanas de las iglesias.Como el profeta Jeremías ya había anunciado, el "retoño justo" prometido a la casa de David (Jr 33, 14-16) nace en Belén-Efratá, que también presenta el profeta Miqueas. Pero "sus orígenes se remontan a tiempos antiguos, a los días más remotos". Para traer a este Niño al mundo, que "pastoreará con el poder del Señor" a todos los pueblos y que "será nuestra paz", Dios eligió a una humilde hija de Israel, "bendita entre todas las mujeres".Cuando el ángel de la Anunciación la deja, María se pone en camino y se apresura a ir a la casa de su prima Isabel, la estéril, ahora embarazada de un niño, llamado a preparar los caminos del Señor. Estas dos mujeres, rebosantes de alegría y gratitud, se encuentran: ¡Dios fiel ha cumplido sus promesas y viene a visitar a su pueblo! Isabel siente al niño saltar de alegría en su vientre. Ante este signo, comprende que María es la "Madre del Salvador", la sierva perfecta del Señor, totalmente dócil a su Palabra.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? v. 39: “En aquellos días María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá”. El efecto inmediato de la Palabra de Dios escuchada, meditada y acogida en oración, como lo hizo María, es ponerse en pie, levantarse, salir. La Palabra nunca pasará por nosotros sin dejar su efecto: de consuelo, de paz, o de conversión. Si quedamos como venimos es porque no la hemos escuchado en serio. Esta misma Palabra es la raíz de todo encuentro verdadero con el otro al que Otro nos envía.v. 40: “Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel”. María llega donde Isabel y le dirige un saludo cuyo contenido no se menciona, sin embargo, es el elemento central pues se cita tres veces en el texto. Un saludo que fue suficiente para hacer estremecer al Precursor, para hacer presente al Espíritu Santo. Tal vez María le haya dado a Isabel el mismo saludo que llenó de alegría y asombró su vida: "¡Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo!" (Lc 1, 28). Es una manifestación y comunicación de alegría por la otra persona que es objeto de la gracia ilimitada de Dios. El resultado de este saludo es que Juan ya está preparando el camino para el que viene, permitiendo que su madre reconozca en María la presencia del Mesías.v. 42: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”. Y “dichosa la que ha creído que se cumpliría lo que el Señor anunció”. Isabel responde al júbilo de su hijo con la bendición sobre María y la obra de Dios en ella. Solo dos veces en las Escrituras se usa la fórmula: "bendita tú entre las mujeres", en Jueces 5, 24 para Jael y en Judit 13, 18 para Judit. En ambos textos, el adversario militarmente superior, que infunde terror a Israel, es derrotado por quien es débil e impotente, es decir, una mujer, pero que confía en la promesa del Señor."Bendito sea el fruto de tu vientre" es una fórmula que encontramos en Deuteronomio 28, 1.4: el Dios de Israel se revela en aquellos que en sus cuerpos preparan un camino para que Él pueda habitar con su palabra. María desempeña un papel en el plan salvífico de Dios para su pueblo en cuanto que, por su escucha y su sí, por su disponibilidad, ha hecho posible la concepción de aquel que será luz para la revelación a las naciones y gloria del pueblo de Israel (Lc 2, 32).La visita de María a Isabel es figura de todo encuentro auténtico, porque es una celebración de la acogida. En este contexto, cada una de las mujeres reconoce a la otra en su realidad y al mismo tiempo recibe de la otra su propia realidad. Una actitud de acogida que es tan escaza, por estos tiempos, en nuestra Iglesia, en la pastoral de las parroquias, en los despachos parroquiales, en los pastores con relación a sus fieles.Solo donde ocurre ese encuentro en el que nos reconocemos mutuamente, dentro de una relación gratuita, solo donde hay esta capacidad profunda de comunión en ese Dios que está presente en nosotros y más allá de nosotros, por encima de todas las fronteras y diferencias, algo también se libera en nosotros. Este episodio de la Visitación es un verdadero lugar teológico, tomado de las Escrituras, para fundamentar la misión de la Iglesia en el respeto al otro que el Espíritu ya ha investido. Está en línea con lo que la Iglesia reflexiona en este momento, de la mano del Papa Francisco: salir de prisa al encuentro del otro, favorecer una pastoral de la acogida y de la escucha, compartir la esperanza que nos da Cristo, el Señor, como nos invita el Jubileo 2025 que estamos a punto de comenzar.Que el Señor, en este camino hacia Belén, nos conceda no olvidar que incluso cuando recorremos caminos para ir a la misión, como las misiones de Navidad, ya a nuestra llegada encontraremos al Espíritu Santo presente en las personas y comunidades, encontraremos al otro al que somos enviados ya habitado por la presencia del Señor, esperando solo a alguien que lo bendiga, se regocije por la obra de Dios en él y lo haga consciente del don gratuito que Dios ofrece a todo ser humano.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad? María ha recibido con fe el llamado que Dios le ha hecho, ha recibido la Palabra con entusiasmo y en el acoger la Palabra, concibe la Palabra, da carne al Verbo. De esta manera María no es solo modelo de fe sino de discipulado. El discípulo que entra en el dinamismo de acoger la Palabra de Dios con entusiasmo, que cree en la palabra y la concibe en su vida, dará frutos abundantes.El profeta Miqueas ya en su discurso prepara este momento de la mujer que da a luz al Señor. El profeta se dirigía a la ciudad Belén, que fue la patria del rey David, un pueblo en la periferia, una ciudad de pastores, que quedaba a nueve kilómetros de Jerusalén. Y, sin embargo, en nombre del Señor, el profeta dice: “Pero tú, Belén de Efrata, pequeña entre las aldeas, de ti saldrá el jefe de Israel”. No saldrá de Jerusalén, ni de la ciudad del poder o de la gran metrópolis, sino del pequeño pueblo saldrá quien será en el futuro el jefe. No habla de reyes, porque ya esa época había pasado. Este hijo de la mujer “se pondrá en pie y pastoreará con la fuerza del Señor… y será nuestra paz”.El "fruto de su vientre" es el Hijo de Dios que se encarnó para hacer la voluntad de su Padre: liberar a la humanidad del pecado y de la muerte. "Aquí estoy, he venido para hacer tu voluntad" (segunda lectura). "La ofrenda del cuerpo de Jesucristo, hecha de una vez para siempre", desde que entró en el mundo, se consumó en el altar de la Cruz, donde Jesús, el Cristo, ofreció libremente su vida para la salvación de toda la creación. Porque la muerte no tuvo dominio sobre él. Y después de resucitar, fue exaltado a la derecha de Dios, donde intercede por todos nosotros.La encarnación del Hijo de Dios es, por tanto, la primera etapa de su Pascua y también de nuestra pascua. Su encarnación abre el camino que nos conduce, como Él, a la gloria de la resurrección.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Este momento es importante vivirlo el día o los días antes de la Eucaristía dominical para permitir que en el silencio y la contemplación el Espíritu Santo inspire lo que debo pensar, lo que debo decir, cómo debo decirlo, lo que debo hacer a partir del encuentro con la Palabra de Dios.¿Cómo lo puedo hacer? Entro en un momento de oración y silencio. Comienzo por imaginar cómo María camina hacia los montes de Judea y entra en la casa de Isabel. Visualizo la alegría del encuentro y el motivo del mismo: la presencia real de Jesús en ellas. Dejo que en mi mente hagan eco estas palabras: acoger la Palabra de Dios y hacerla vida, la alegría de Isabel y María, las promesas de Dios y su cumplimiento, alegría al reconocer la visita del Señor, bendita entre las mujeres, bendito el fruto de tu vientre, dichosa tú que has creído. Finalmente pido al Señor aquello que deseo: reconocer en mi vida la visita del Señor u otra petición que nazca en el corazón._______________________Recomendaciones prácticas:•24 de diciembre. Apertura de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, en el inicio del Año Santo.I.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la MisaYa muy cerca de celebrar y contemplar el gran misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, vemos cómo María es quien, de la manera más profunda y misteriosa, ha colaborado con la Encarnación. Hoy la miramos a ella que recibe el don de ser la Madre del Salvador corriendo a servir a su prima Isabel. María, mujer de fe, nos ayude a acoger al Señor, don del Padre, aprendiendo a salir al encuentro de las personas, acogiéndolas en nuestra comunidad y compartiendo con ellas nuestra fe.Monición a la Liturgia de la Palabra El profeta Miqueas (Primera Lectura) anuncia que el Cristo, el Salvador de Israel, proviene de la estirpe de David y de Belén. María, al arcángel Gabriel que le llevó el alegre anuncio de su divina maternidad, respondió con su «Aquí estoy». Llevando en su seno al Niño Jesús, visita a su prima Isabel, que esperaba el nacimiento del precursor del Señor, san Juan Bautista, quien, lleno del Espíritu Santo, salta de alegría al percibir misteriosamente la presencia del Señor en el seno de María. Isabel, animada por el Espíritu Santo, proclama a María bendita entre las mujeres y bendito el fruto de su vientre, Jesús, y bienaventurada por haber creído (Evangelio).La carta a los Hebreos nos presenta el misterio de Jesucristo, el Hijo del Padre que se hace carne por obra del Espíritu en el seno de la Virgen María, cumpliendo la voluntad del Padre que lo ha enviado entre nosotros para salvarnos y santificarnos por medio de la ofrenda sacrificial de su Cuerpo, hecha una vez para siempre (Segunda Lectura). La Eucaristía es el sacramento del Cuerpo donado y de la Sangre derramada de Jesús, nacido de María.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos y hermanas: elevemos nuestra oración a Jesucristo, que vino a traernos su paz, y roguemos por la Iglesia y por todas las personas, diciendo con toda confianza:R/ Ven, Señor Jesús.1.Por el Papa N. y por los obispos del mundo entero para que, meditando en la actitud de María, como ella sirvan a Dios en los más necesitados. Oremos.2.Por los pueblos que por muchos años han sufrido el flagelo de la guerra para que las treguas de Navidad hagan renacer las condiciones de una paz justa. Oremos.3.Por quienes sufren, los pobres y quienes viven en soledad, para que encuentren, en esta época de Navidad, quien reconozca su dignidad. Oremos.4.Por quienes se encuentran lejos de sus familias y por quienes trabajan en el extranjero, para que puedan regresar con salud a sus casas. Oremos.5.Por las familias de cada uno de nosotros y por las madres que más trabajan en estos días para sostener sus hogares, para que encuentren su alegría en el Señor. Oremos. Oración conclusivaPadre misericordioso, concédenos cuanto te hemos pedido con humildad y no permitas que nos alejemos de tu voluntad. Por Jesucristo nuestro Señor.R. Amén.
Vie 13 Dic 2024
Regocíjate y disfruta con todo tu ser
TERCER DOMINGO DE ADVIENTO "Gaudete"Diciembre 15 de 2024Primera lectura: Sofonías 3,14-18aSalmo: Isaías 12,2-3.4bcd.5-6 (R. cf. 6)Segunda lectura: Filipenses 4,4-7Evangelio: Lucas 3,10-18I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónLa alegría es la característica de este tercer domingo de adviento: se acerca el Esperado de las naciones, el Salvador. Para el profeta Sofonías es la llegada del Día del Señor, Día de ira para quienes han hecho el mal, pero de regocijo para quienes han practicado la justicia y el bien. En el Evangelio Juan el Bautista da precisas indicaciones para un actuar según la voluntad de Dios; así, la venida del Hijo de Dios será de liberación. San pablo, en su carta a los Efesios, invita a vivir con mesura, esperando gozosos la segunda venida del Salvador que traerá la liberación plena para quienes han permanecido firmes y valientes en su vida cristiana.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?Dios viene, su venida es inminente, está muy próxima, a las puertas. Solamente puede invadirnos un sentimiento de profunda alegría. Si se vive en la verdad o si por fragilidad se ha caído, pero se vuelve arrepentido al Señor, entonces solamente se podrán tener sentimientos de gozo; Él está de parte de quien hace el bien y practica la justicia o de quien con un corazón arrepentido vuelve al Señor con la intención y la decisión de seguirlo por el camino de la rectitud.El Precursor da indicaciones muy concretas para prepararnos a la inminente venida del Salvador: la justicia y la caridad. Aquí tenemos el programa de Jesús y como san Juan el Bautista lo concretiza a quienes le preguntan qué tienen que hacer y a los publicanos que le piden orientaciones precisas para vivir la conversión, al igual que a los militares que le interrogan sobre lo mismo, de la misma manera hoy el Señor nos quiere aterrizar en lo profundo de nuestro corazón la manera de vivir concretamente la conversión en estos días previos a la navidad, a fin de preparar nuestro corazón para que Jesús se encarne en nosotros, para que haya navidad en nuestras vidas.Con esta actitud de conversión concreta como preparación a las próximas festividades de navidad, avancemos en estos días con ánimo gozoso y llenos de esperanza, orando por la humanidad entera para que vuelva al buen Dios que en su Hijo nos busca afanosamente, pues solamente quiere nuestro bien y nuestro mayor bien. Si no aceptamos su invitación a vivir con Él en una existencia animada por la justicia, la rectitud y el bien, entonces estaremos solos en este mundo y Dios, que respeta profundamente nuestra libertad, no podrá salvarnos y liberarnos del mal que terminará por destruirnos para esta vida y para toda la eternidad.2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?Cada día que nos levantamos constatamos la misma situación: un mundo con muchas expresiones de mentira, odio y muerte. El desánimo nos podría invadir, pero al escuchar la Palabra de Dios, nace y renace la esperanza: hay un Dios, el único Dios, Todopoderoso, que por nosotros quiso venirse a este mundo, para compartir, para hacerse partícipe de todas nuestras situaciones y vencer, por medio de su humildad y pobreza, por medio de su sufrimiento y muerte, el pecado, causa de todos estos males y, de este modo, mediante su resurrección, inaugurar un mundo nuevo, transfigurado. Hay esperanza y una esperanza que no defrauda.Luchemos contra el pecado, causa de todo mal; así podremos prepararnos con un corazón limpio para las próximas fiestas de la natividad y, de esta manera, el Niño de Belén nacerá en nuestro corazón y nos traerá paz e inmenso gozo. Pero esta lucha contra el mal radical, contra el pecado, debe concretizarse; cada uno debe examinar su corazón, ponerlo frente a Dios, la Verdad en persona, y descubrir o dejar que Dios le descubra aquellas realidades de mentira y de falsedad que hay en su vida. Si nos hacemos propósitos muy concretos de cambio y conversión, entonces sí que el Niño de Belén nos llenará de su gracia y bondad.El mundo necesita del Niño de Belén; sin el oxígeno de su humildad, ternura y sonrisa, la tierra se asfixia por la soberbia y la prepotencia que sin compasión explota a los más débiles, se asfixia por la dureza de los corazones que solamente buscan su bien personal de manera egoísta y avara, se asfixia por la frialdad de quienes son insensibles a toda miseria del prójimo. Nosotros podemos ser la expresión visible de la bondad y el amor de quien nace en un establo cada vez que somos sensibles a las necesidades de los más vulnerables y, sobre todo, cada vez que vivimos la caridad manifestada en expresiones de comprensión, servicialidad y mansedumbre con quienes vivimos a diario.3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Señor, concédenos un corazón lleno de esperanza frente a tanto mal que vemos a nuestro alrededor y, también, en nosotros mismos. Que nuestros ojos nunca dejen de contemplarte a Ti, nuestro único Salvador, y con tu ayuda contribuyamos a la creación de un mundo nuevo, donde reine el amor, la justicia y la paz y, de esta manera, poco a poco sea posible la construcción de la civilización del amor que tanto predicó y anhelo el Papa san Pablo VI.Oh Niño de Belén, llénanos de tu ternura y humidad; te hiciste pequeño por nosotros. Que luchemos por seguir sus huellas para que, vaciados de toda soberbia, prepotencia, orgullo y vanidad, podamos abrirnos a tu inmenso amor y, de este modo, lleguemos a ser un reflejo vivo de tu misericordia y compasión que fue capaz de llegar al despojo supremo de la cruz por el bien de la humanidad entera.Buen Dios, concédenos la gracia de una conversión concreta, pues solamente así podremos hacerte espacio en nuestro corazón, experimentar tu amor misericordioso y trabajar en la construcción de un mundo nuevo, particularmente en nuestra familia, donde de manera muy especial se aprenden los valores de un amor gratuito e incondicional. Entonces así habrá navidad en nuestro corazón, en nuestra familia y en otros que se dejen impregnar de nuestro testimonio.Recomendaciones prácticas y litúrgicas a tener presente en el respectivo domingo•Explicar el significado del III domingo de adviento Gaudete: esta palabra latina traduce textualmente gózate, alégrate; también, regocíjate, y se inspira en la antífona de entrada, tomada de la carta del Apóstol san Pablo a los Filipenses, que a su vez se lee como texto de la segunda lectura de la Misa en este ciclo C. Es que ya llevamos dos semanas de preparación a las fiestas de navidad y con este domingo iniciamos la tercera: el Dios hecho hombre se acerca para salvarnos del mal y concedernos su amor humilde y sencillo, único capaz de transformar este mundo semidestruido por el mal.II.Moniciones y Oración Universal o de los FielesMonición introductoria de la Misa Iniciemos esta santa Misa con un corazón dispuesto a la conversión para hacer espacio a quien se acerca y está próximo a llegar, para que bien dispuestos podamos recibirlo con ánimo alegre y confiado. Celebremos con fe y llenos de esperanza.Monición a la Liturgia de la PalabraDios en persona se acerca y está próximo a poner su morada entre nosotros; Él nos habló por medio de los profetas y, también, a través de su Precursor, Juan el Bautista. Dejémonos interpelar y cuestionar por su Palabra, pues solamente así podremos dar frutos de conversión que nos prepare convenientemente a las fiestas ya cercanas de su nacimiento.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Buen Dios, te presentamos todas nuestras súplicas y necesidades, confiados en tu amor misericordioso que no perdonó ni a su propio Hijo, enviado al mundo para nuestra redención.R/ Te rogamos, escúchanos.1.Te pedimos por tu Santa Iglesia: asístela en todas sus dificultades y concédele la gracia de reflejar cada día más, en sus miembros, el amor entrañable de tu Hijo por la humanidad. Oremos.2.Te pedimos por todos los gobernantes: para que su corazón se haga sensible a las necesidades del bien común y trabajen por un mundo justo y en paz. Oremos.3.Por quienes sufren: para que encuentren en el Dios hecho hombre la fuerza necesaria para asumir su enfermedad como medio de purificación y santificación. Oremos.4.Por todos nosotros y por nuestras familias: para que la celebración próxima del nacimiento del Salvador nos traiga gracias abundantes de conversión hacia una vida justa y caritativa. Oremos.Oración conclusivaEscucha, Padre, estas súplicas que te hemos dirigido con confianza filial, apoyados en la mediación eterna de tu Hijo que se encarnó por nuestra salvación, Jesucristo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.R. Amén.