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Los amó hasta el extremo
Tags: predicación orante lectio divina Jueves Santo
JUEVES SANTO
(Misa vespertina de la Cena del Señor)
Abril 6 de 2023
Primera Lectura: Éxodo 12,1-8.11-14
Salmo: 116(115),12-13.15 y 16bc.17-18
Segunda Lectura: 1Corintios 11,23-26
Evangelio: Juan 13,1-15
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
Las prescripciones sobre la comida pascual (1ª. lectura) fueron seguidas por Jesús en la última cena con los suyos, él cambió el contenido de las bendiciones judías sobre el pan y el vino, y las refirió a su cuerpo y sangre (2ª Lectura) y lo confiesa el salmo. Y en el Evangelio, Jesús completa el sentido de la pascua como el mayor servicio al Padre y a las personas.
- Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
Éxodo 12,1-8.11-14: Pascua: el paso de la esclavitud a la libertad
La Pascua es una fiesta de liberación cuyos orígenes se remontan a usos anteriores a la pascua judía. Los pastores antes de emprender su viaje, en busca de pastos para sus rebaños, en la noche de luna llena, más cercana al equinoccio de primavera, sacrificaban un cordero o un cabrito menor de un año, macho, sin defecto; para no perder su energía vital, al comerlo evitaban romperle los huesos. Y por estar en una región desértica, sin agua, el animal no era cocido, sino asado al fuego. Con su sangre rociaban las entradas de sus tiendas para evitar los espíritus malignos portadores de desgracias y enfermedades. Y al partir antes de la salida del sol, comían de prisa, calzadas las sandalias y el bastón en la mano listos para caminar.
1Corintios 11,23-26: Para ser pan partido y vida desgastada para los demás
He aquí el testimonio más antiguo de la celebración eucarística de los cristianos. Pablo habla de una nueva pascua, con el anuncio de la liberación bajo el signo de la sangre, ahora transformado en pan y vino. Es el rito de la alianza judía y de la reconciliación, con paralelos para superar la pascua judía con la pascua de Jesús: La noche de la salida de Egipto/la noche de la pasión; el cordero del éxodo/el cordero pascual; memorial de las pruebas del desierto/memorial del sacrificio de Jesús.
Juan 13,1-15: El servicio signo distintivo de Jesús y sus seguidores
En el relato el verbo “lavar” asoma siete veces con un sentido de totalidad. Lavar los pies era una acción para un esclavo -no hebreo- con el patrón, la mujer con su esposo, los nietos con sus abuelos, los hijos con el padre (1Sam 25,41) y se usaba antes de la cena y no “mientras cenaban”, como en este caso (Jn 13,2). Entre los judíos, los alumnos lavaban los pies de su rabí, de su maestro. Con Jesús sucede lo contrario.
Jesús destruye la idea que las personas están al servicio de Dios como si fueran esclavos o criados. El Dios Padre de Jesús no obra como un rey con sirvientes, sino como un servidor de los seres humanos. Cuando Jesús quiere lavar los pies de Simón Pedro (v6), el discípulo resiste el gesto y reitera su rechazo (v8). Simón capta el significado profundo del gesto. El discípulo debe hacer lo mismo de Jesús y Simón Pedro no está dispuesto a ello. La reacción de Pedro no es un signo de humildad, al contrario, rechaza obrar como su maestro en la comunidad.
Pedro insiste en su resistencia: “Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza” (v9). Pedro juega la última carta, intenta desviar el gesto de Jesús hacia el rito judío de purificación, en el cual eran esenciales las abluciones de la cabeza y las manos. Pero, Jesús corrige a Pedro. Hace puro, no un rito de purificación al estilo judío, sino asumir este servicio, lavar los pies, servir a los demás, hacer el bien, evitar el mal.
“Después de lavar los pies de los discípulos, Jesús tomó el manto, volvió a la mesa y les dijo: ¿Comprenden lo que he hecho?” (v12). Es esencial en el relato la comparación de esta frase (v12) con el v4. Jesús se levantó de la mesa y ahora regresa; se quitó el manto y ahora lo retoma; se ciñó a la cintura una toalla -como un delantal- pero ahora, en el v12, no desata su delantal. La toalla ceñida se transforma en el signo distintivo de la acción de Jesús y de la presencia de Dios Padre al servicio de todos. Jesús nunca se quitó el delantal impronta de su incesante servicio a la entera humanidad.
- Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
La Pascua judía, unida a la liberación de Egipto, se actualiza en la liturgia, es decir “sucede” cuando ellos son los protagonistas y el pasado está vivo; viene para celebrarlo hoy y proyecta a los creyentes al futuro. La mención de la sangre nos introduce en un núcleo de la biblia hebrea y por ella se opera la continuidad entre la Pascua judía y la Pascua cristiana. Pascua es la gran fiesta de la liberación de la servidumbre y de la muerte, donde la sangre del cordero significa también la entrega de la vida; más aún, Egipto en la biblia es la tierra de la opresión y la injusticia; la salida de Egipto es liberación de la esclavitud y de la maldad.
Cuando el Jueves Santo asumimos la tradición de la Iglesia, la importancia de celebrar como comunidad la fiesta de la Eucaristía, el mandato al amor oblativo y la institución del Sacerdocio, cada uno de los creyentes se compromete a construir con sus acciones los espacios necesarios para crecer en la solidaridad, en la capacidad de servicio, de tolerancia y respeto de sus hermanos. La propuesta pascual de Jesús no está muerta, sigue viva en las decisiones de los creyentes de hoy. Una Iglesia pobre, servidora de la humanidad, estará siempre cerca de quienes aspiran a una liberación completa para los caminantes del éxodo cotidiano.
- Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
El servicio desinteresado y ejemplar de Jesús elimina los estratos en su comunidad porque cada uno es libre; todos señores por ser servidores, y el amor produce libertad. Los discípulos tienen igual misión: crear una comunidad de iguales y libres. Jesús destruye la pretensión de poder, la grandeza y erigirse como superior a los demás. ¿Esta semana santa suscita en mí una acción a favor del servicio y el compromiso con mi comunidad y con la sociedad? ¿Cuál es mi decisión?
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Recomendaciones prácticas:
- Los sacerdotes que han celebrado para el bien del pueblo o han concelebrado en la Misa Crismal, pueden concelebrar en la Misa Vespertina. «Invítese a los fieles a una adoración prolongada del Santísimo Sacramento en la reserva solemne. En esta ocasión es oportuno leer una parte del evangelio de San Juan (cap. 13 al 17).» (Circular sobre las Fiestas Pascuales, n. 56).
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
Con la celebración del Jueves Santo comienza el gran Triduo Pascual: tres días en los cuales celebramos la pasión, la muerte y la resurrección de Jesús. El Jueves Santo, en la Cena del Señor, nos unimos a Jesús quien celebra con los suyos tres significativos regalos de fe: en primer lugar, la institución de la Eucaristía, el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo. En segundo lugar, Jesús nos entrega su testamento, el mandamiento del amor. Y, por último, la institución del sacerdocio para servir a la comunidad, con el testimonio, la palabra, el ministerio y los sacramentos. Dispongámonos para vivir esta celebración como memorial de la última Cena y el lavatorio de los pies, celebrados por Jesús antes de su pasión y muerte por nuestra salvación.
Monición a la Liturgia de la Palabra
La Palabra de Dios viene a iluminar con poder nuestra historia personal de vida: “éramos esclavos del faraón de Egipto y el Señor Dios nuestro nos hizo salir de allí con mano fuerte y brazo extendido”. El jueves por la tarde, Jesús nos ha iniciado a la integridad del Misterio Pascual y así continúa haciéndolo a lo largo del tiempo, en la actualización eucarística. Entre la mesa del aquel jueves santo y nuestra mesa eucarística hay una conexión directa. Ya en el cenáculo se celebra el misterio pascual en su integridad, en la misa está presente el Cristo que venció la muerte y se anticipa el banquete eucarístico o “festín mesiánico” de la Parusía (Is 25,6-9). Escuchemos con atención.
Monición al Lavatorio de los pies
El lavatorio de los pies, quiere ser un símbolo del servicio sacerdotal. Jesús lo hizo con sus discípulos el día de la Ultima Cena. Él, al lavar los pies a los suyos, se hace su servidor y les da a ellos categoría de señores, elimina todo rango, pues en su comunidad cada uno ha de ser libre, son todos señores que sirven al hermano. El sacerdote, haciendo las veces de Cristo, realiza el signo del servicio y del amor que hemos de prestarnos los unos a los otros, como una consigna para nuestra comunidad.
Monición a la preparación de los dones
Las ofrendas de hoy adquieren un significado profundo: el testimonio cristiano de la caridad nace del ejemplo de Cristo que se entregó totalmente por todos. Lo que somos y lo que tenemos se haga siempre ofrenda agradable al Padre, por el Hijo en el Espíritu.
Monición a la procesión del Santísimo Sacramento
La Iglesia quiere velar con Jesús en la hora decisiva de su existencia. Por eso en este momento iniciamos la procesión con Jesús Eucaristía al altar de la reserva para nuestra adoración. El Señor nos pide velar y orar para no caer en la tentación. Hoy, es un día de mucha oración agradeciendo los dones recibidos de la Eucaristía, el sacerdocio y el mandamiento del amor, y pedirle al Señor que se entrega por nosotros, que nos regale la paz y la reconciliación, bendiga nuestras vidas, familias y proyectos y nos conceda la perseverancia en nuestras buenas intenciones y radicalidad en nuestra fidelidad a Él y a su Palabra.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: En este día santo en que Jesús se entrega en el sacramento del amor, dirijamos al Padre nuestras súplicas confiadas:
R. Señor, ayúdanos a servir a los demás.
- Por el Papa, los Obispos y los sacerdotes: para que vivan su sacerdocio como servicio incansable, especialmente con los más pobres y marginados.
- Por todos los gobernantes: para que, en Jesús, que lava los pies a los apóstoles, sepan reconocer los grandes signos de servicio y entrega que se deben multiplicar en todas las acciones en favor del bien común.
- Por los que favorecen las guerras, violencias y divisiones: para que este memorial de la santa Cena haga resonar en sus corazones la ardiente llamada a vivir en comunión, como auténticos hermanos que se congregan en el sacramento de la unidad.
- Por las vocaciones: que en este jueves sacerdotal sean muchos los jóvenes que se motiven a servir al Señor en el sacerdocio, la vida religiosa o misionera y anuncien con amor el Evangelio.
- Por todos nosotros que participamos en la Eucaristía: para que trabajemos por vivir en comunidad los mismos sentimientos de Cristo y seamos testigos creíbles del amor de Dios y de la entrega de Cristo.
Oración conclusiva
Dios Padre,
que entregas a tu Hijo por amor,
mira con bondad estas súplicas que te presentamos.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
R. Amén.
Vie 28 Nov 2025
Estén también ustedes preparados, porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que menos esperan
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTONoviembre 30 de 2025Primera lectura: Is 2, 1-5Salmo: Sal 122 (121), 1bc-2. 4-5. 6-7. 8-9 (R. cf. 1bc)Segunda lectura: Rm 13, 11-14aEvangelio: Mt 24, 37-44I.ORIENTACIONES PARA LA PREDICACIÓNIntroducciónHoy comenzamos un nuevo año litúrgico. Así como hay que atravesar una puerta para entrar a una casa y acceder a sus espacios, el Adviento es la puerta de entrada para vivir con mayor profundidad el misterio de los tiempos litúrgicos.El Señor, en su infinita misericordia, nos ilumina con sus promesas en este tiempo de Adviento, promesas que se asemejan a faros encendidos en medio de la oscuridad, iluminando el sendero que recorremos como hijos suyos. Caminar a la luz de Yahvé y revestirnos de la luz de Cristo implica una transformación que solo puede darse bajo la guía del Espíritu Santo.La vigilancia, actitud propia de este tiempo litúrgico y de nuestro caminar por la vida, nos interpela y nos invita a confrontar nuestra vida a la luz del Espíritu. Se nos llama a no ceder terreno a los “ladrones” que, al acecho, buscan el descuido para irrumpir y arrebatarnos lo más valioso.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?La primera lectura, tomada del profeta Isaías, nos permite contemplar la casa de Yahvé, que se eleva por encima de los montes para enseñar el camino justo a quienes se acercan a ella. Es figura de Aquel que fue exaltado y se llamó a sí mismo la Palabra.Las palabras del profeta resuenan con fuerza y esperanza inextinguible: “una nación no levantará la espada contra otra, y no se adiestrarán más para la guerra”. Estas palabras se hacen actuales en la oración de quienes claman cada día por la paz.Desde la antigüedad, el Señor nos ofrece la promesa de un mundo sin guerras ni enemistades. Pero para que esa promesa se cumpla, nos da una clave: caminar a la luz del Señor, reconocer los signos de luz en nuestras vidas y en las de los demás.Pablo, por su parte, describe al ser humano como adormecido, incapaz de comprender el tiempo que está viviendo. Por eso exclama con urgencia: “¡Es hora de despertar!” No mañana ni más adelante. ¡Ahora!Estamos llamados a hacer visibles las obras de la luz, obras que se convertirán en guía para otros que aún viven en la oscuridad de sus deseos y egoísmos.El evangelio nos presenta dos imágenes que nos invitan a vivir en vigilancia. La primera recuerda los tiempos de Noé, cuando muchos, despreocupados, no percibieron la inminencia del diluvio. No darse cuenta es como vivir ciegos, dormidos o indiferentes.La segunda imagen es la del dueño de casa, que ignora cuándo llegará el ladrón. Si lo supiera, estaría preparado. Jesús nos invita a estar atentos, porque todo acontecerá cuando menos lo esperemos.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?Cada nuevo año litúrgico inicia con un Adviento siempre actual y lleno de esperanza para el cristiano. Es un tiempo que nos invita a profundizar en el misterio de Cristo, a acercarnos más, a mirar con mayor claridad y a vivir con mayor vigilancia.El Adviento nos llama a recorrer senderos: algunos por primera vez, otros de manera más profunda y definitiva. Todos, sin embargo, caminos de paz, unidad, esperanza y perdón. Esta travesía hacia la casa del Señor implica una transformación personal.La luz de Cristo nos seduce y configura, y aquello que en nosotros era causa de división –con Dios, con los otros o con nosotros mismos– se transforma por la gracia del Espíritu en comunión, en verdad y en vida nueva.¿Cuántas guerras, no solo políticas, nos pide hoy el Señor que desarmemos? ¿Cuántas armas hemos usado para atacar o defendernos que hoy debemos dejar?Despojarnos de aquello que nos hiere y daña es signo auténtico de Adviento. Por eso, una señal de que vivimos este tiempo con autenticidad será nuestra orientación clara hacia la construcción de la paz.San Anselmo nos exhorta así: “¡Oh hombre, lleno de miseria y debilidad! Sal un momento de tus ocupaciones habituales; ensimísmate en ti mismo, lejos del tumulto de tus pensamientos.Arroja lejos de ti tus preocupaciones agobiadoras, aparta tus trabajosas inquietudes.Busca a Dios un momento, descansa en su presencia. Entra en el santuario de tu alma y búscalo en el silencio de tu soledad.¡Oh corazón mío!, di con todas tus fuerzas: ‘Busco tu rostro, Señor; busco tu rostro’” (Proslogion, cap. I).Este tiempo que comienza nos invita a abrir nuestro corazón para comprender lo incomprensible: el misterio de un Dios hecho niño, la humildad del pesebre, el escándalo de la cruz.Solo si vivimos este tiempo alejados del ruido, de la superficialidad y de las distracciones del mundo, podremos descubrir al Señor que viene a nuestro encuentro en lo cotidiano, en quien sufre, en quien pide ayuda, en quien camina a nuestro lado.Adviento es, pues, un llamado a vivir con una espiritualidad sensible, con una fe que ve más allá de las apariencias y se prepara para el Adviento definitivo.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?“Nuestra salvación está ahora más cerca que cuando llegamos a la fe”.La vigilancia debe ser el signo distintivo del cristiano en este tiempo. Actuar a la luz de las promesas de Dios, confiar en su misericordia, ser constructores de paz y permitir que Cristo se transfigure en nosotros es señal de que caminamos hacia su casa.La esperanza de la salvación definitiva ilumina nuestro camino. Nuestra oración, confiada en las promesas de Dios, y nuestro deseo sincero de revestirnos del evangelio nos animan a clamar por una paz verdadera y duradera.OraciónSeñor, al comenzar este tiempo santo, abrimos nuestros corazones para que tu luz disipe toda tiniebla, tu gracia nos transforme y sean derribadas todas las armas que han sembrado enemistad entre hermanos.Que durante estos domingos nuestra vida se configure cada vez más con la tuya; que podamos comprender el misterio de tu primera venida y estar atentos a tu venida definitiva.Que nuestra mirada permanezca fija en ti, único Dios verdadero, para que nada ni nadie tenga poder para desviar nuestro corazón de tu camino.Que en nuestras familias, todos unánimes, podamos decir:¡Ven, Señor Jesús!_______________________Recomendaciones prácticas:•Para preparar una buena homilía, los sacerdotes, además de la Lectio Divina en un contexto de oración, pueden leer los numerales 93-96 de la Introducción del Leccionario de la Misa.•Bendecir la corona de Adviento, precedida de una catequesis sobre su sentido litúrgico. Para ello, recurra al Bendicional, nn. 1235-1242.II.MONICIONES Y ORACIÓN UNIVERSAL O DE LOS FIELESMonición introductoria a la misaUna vez más, el camino de la fe nos invita a vivir con alegría el tiempo de Adviento, iniciando un nuevo año litúrgico. Es tiempo de preparar nuestra vida para el advenimiento definitivo del Señor Jesús.La vigilancia, la luz, su Palabra y sus promesas señalarán el camino que cada creyente debe recorrer para estar preparado y disponible para su encuentro definitivo con el Señor. Que esta Eucaristía nos acerque más a ese acontecimiento de esperanza.Monición a la liturgia de la PalabraLa riqueza de la Palabra en este primer domingo de Adviento nos sumerge en la grandeza de un Dios que camina con su pueblo, escucha su clamor y quiere conceder la paz a sus hijos. A la vez, nos interpela sobre nuestra actitud de vigilancia ante la inminente venida del Reino de Dios.Oración universal o de los fielesPresidente: Dios nos invita a volver a su casa y a construir senderos de paz. Confiados en su fidelidad, elevemos nuestra oración, seguros de que cumplirá sus promesas.R/. Instaura tu paz entre nosotros, Señor.1.Por el Papa León, para que su ministerio apostólico nos inspire a desarmar nuestros corazones y a vivir con la esperanza del Adviento. Oremos.2.Por la Iglesia, que se prepara para celebrar la Navidad, para que viva este tiempo con entrega profunda y permanezca vigilante ante la venida del Señor. Oremos.3.Por nuestros gobernantes, para que, dejando atrás las guerras, vuelvan su mirada hacia los más vulnerables y promuevan planes justos y solidarios. Oremos.4.Por todos los cristianos que hoy comienzan a vivir este tiempo de gracia, para que, dejando de lado el ruido y la dispersión, se revistan de Cristo y hagan visible el Reino con sus obras cotidianas. Oremos.5.Por quienes han perdido la esperanza y viven en la oscuridad, para que este Adviento, como luz resplandeciente, disipe sus tinieblas y renazca en ellos la alegría. Oremos.Oración conclusivaDios de infinita bondad, escucha las súplicas que, al comenzar este tiempo de Adviento, te dirigimos. Que tu Palabra ilumine nuestro camino y despierte nuestro corazón para vivir siempre en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.R/. Amén.
Vie 21 Nov 2025
Señor, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino
TRIGÉSIMO CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIOSOLEMNIDAD NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO REY DEL UNIVERSONOVIEMBRE 23 DE 2025Primera lectura: 2S 5,1-3Salmo: 122(121),1-2.4-5 (R. cf. 1)Segunda lectura: Col 1,12-20Evangelio: Lc 23,35-43.I.Orientaciones para la PredicaciónEl Reinado de la EsperanzaIntroducción“Mientras haya vida hay esperanza” (Dum vita spes est), decía el poeta Virgilio en sus Eneidas (Liber II). El reinado de Jesucristo es sin duda, el reino de la vida y por lo mismo el reino de la esperanza permanente. El Resucitado ha vencido la muerte y, por lo tanto, la potencia de las imposibilidades, de la desesperanza. Este Domingo último del tiempo ordinario y del año litúrgico que como Iglesia hemos celebrado, nos evoca el nuevo comienzo. En el movimiento de Dios como principio y fin de todo, nada termina, todo vuelve a ser nuevo. Su reinado es la actuación continua de su poder salvador en la comunidad creyente y en la humanidad entera. La palabra de este día tiene la potencia de la esperanza cristina que permite la continuidad de la vida, que evoca el paroxismo de proclividad, es decir, la fuerza intensa que mueve al hombre siempre hacia Dios.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?El segundo libro de Samuel nos presenta una escena muy corta, pero llena de significación. El reinado de Saúl ha terminado, todos sus partidarios han sido exterminados y comienza para David la época de reinar. Ahora todas las tribus se han reunido para aceptar al nuevo rey, cuando antes, sólo una lo había hecho (Judá). Ciertamente, cuando los poderíos se vuelven inservibles, la tendencia es acomodarse a la única opción. No se acepta la propuesta Divina, ya que no se considera realmente proveniente de Dios, sino porque las otras tendencias ya no funcionan. Esta totalidad del pueblo que se reúne para aceptar a David como rey, lo han hecho posteriormente a la decadencia de Saul. La esperanza está ahora puesta en lo que Dios ha establecido, así debería ser, y no simplemente porque las posibilidades se han terminado. David aparece como un rey necesario para el nuevo comienzo: será pastor y príncipe. Tendrá el cuidado de su pueblo y al mismo tiempo el poder de quien sucede en su puesto al anterior rey. Aceptarlo, implica entonces, dejarse guiar y gobernar por quien Dios ha establecido con nuevo pacto. Jesús, el rey pastor, está figurado en este David, un rey no muy aceptado, pero que es la mejor propuesta de Dios para las esperanzas del mundo.El salmo 122 evoca la alegría de la subida al monte del Señor, a su casa y al palacio de David. El segundo verso de este salmo habla de la casa de David, como familia continuadora del gobierno. En la casa de David está la promesa de un reino sin fin, de una continuidad de la bendición de Dios. Por eso, la justicia impartida desde los tronos será permanente. Es la justicia para el pobre, el indigente, el huérfano, la viuda y todo aquel que no tiene protector (salmo 71). La alegría de llegar a la casa del Señor para recibir su cuidado, se vuelve inigualable.La carta a los Colosenses le pone un acento soteriológico al ser cristianos. Nuestra condición como creyentes es una capacidad dada. No se trata del esfuerzo personal, sino del don dado por Dios. La herencia compartida es en la luz; El reino de las tinieblas ha sido vencido, es un poderío más que ha perdido su continuidad cuando las aguas bautismales nos han sacado de su dominio. Cristo, imagen de Dios, cabeza de la Iglesia, principio y fin de todo, el resucitado, tiene todas las características necesarias para haber hecho esta gran obra salvífica, pero es en la cruz, derramando su sangre, como nos ha salvado. El trono del rey salvador, la cruz, es el lugar de la nueva justicia, la de la misericordia, es el lugar donde el nuevo David redime de los pecados. ¡Ave crux, spes unica! No hay más esperanza que la cruz sobre la que el redentor devuelve la salud. Es allí donde la agonía se vuelve oportunidad.El evangelio de Lucas sintetiza todo este itinerario de la palabra. La cruz, la agonía, el momento final. Todos estos elementos hacen pensar en que todo ha terminado. No hay nada más. Pero la disputa entre los malhechores, vuelve a ser imagen de la guerra entre el bien y el mal. Jesús, el crucificado, abre desde el sufrimiento de la cruz, la delicia del paraíso. Decía san Ambrosio: “Él es crucificado en nosotros, a fin de que nuestros pecados sean purificados por él” (De Paenitencia II,9). La batalla contra las tinieblas, en la cruz, genera que uno sea trasladado al reino de la luz. Aquel que ha reconocido que Jesús, crucificado con él, es quien llega con su reinado, ese entra en su esplendor. La esperanza de la cruz se ha abierto. El reinado del crucificado ha abierto las puertas eternas. Todo es posible para quien, a pesar de su sufrimiento, mira al Crucifijo y reconoce que Él puede abrir nuevas puertas, nuevas posibilidades, nuevas vidas. La Esperanza está en la vida, pero, sobre todo, en la vida plena que Jesús nos da. El reino de la esperanza sólo está en Él.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?La mirada en Jesús, el Rey del universo, coloca a toda la Iglesia en el camino de la esperanza. El vencedor de la muerte tiene las llaves que abren toda posibilidad incluso para aquel que cree que su única alternativa esta en su presente, en su desgracia o en sus éxitos. El llamado es a mirar al crucificado y su corona como la opción más real y certera de Dios para nuestra salvación. No hay otro nombre por el que seamos salvados, más que en Jesús (Hch. 4,12). Él es el nuevo David ungido, el Gólgota es el nuevo Hebrón donde el rey consagrado es aceptado o rechazado. ¡Qué gran esperanza hay en Jesús! Es necesario que Cristo se presente, no como alternativa, sino como opción única y fundamental de la vida del creyente, que se debate en los reinos pasajeros de este mundo y sus múltiples opciones. Descubrir a Jesús rey y aceptarlo llena la vida, transforma las realidades, abre la Esperanza.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Necesitamos sinceridad de corazón para reconocer que las tendencias del mundo son pasajeras. Ver el reinado de Dios no cómo una opción, sino como el plan de Dios establecido para siempre, que no miente, porque es reino de verdad; que no destruye, porque es reino de vida; que no condena, porque es reino de justicia; que no atormenta, porque es reino de paz.“El reino de Dios está dentro de ustedes” (Lc 17,21). No se puede reflejar el reino sin la plena consciencia de que está ya establecido dentro de mí. Se manifiesta en el gozo, la justicia y la paz (Rom 14,17). Las virtudes humanas y las teologales vividas con conciencia, no sólo muestran el reino de Dios, sino que lo hacen presente.Señor Jesús, nos presentamos frente a tu cruz, donde te consagras rey de gloria, te reconocemos como pastor y príncipe de nuestras vidas. Acuérdate de nosotros pecadores, danos hoy tu reino, paraíso de paz. Amén.II. MONICIÓN INTRODUCTORIA DE LA MISA Y ORACION DE LOS FIELESIntroductoria de la Misa¡Viva Cristo Rey! Este grito de alabanza nos motiva esta Eucaristía, para celebrar la presencia del Reino de Dios entre nosotros. Cristo es el Reino de Dios, es quien mejor refleja el resplandor de la gloria. Celebremos que Dios está reinando en nuestras vidas, y que reinará en las intenciones que traemos como Iglesia, de la cual Él es la cabeza. En la comunión de los hermanos cantemos, oremos y recibamos sacramentalmente al rey de reyes.A la liturgia de la PalabraEs el momento de la escucha atenta de la Palabra de Dios. Esta palabra nos explica cómo el reinado de Dios es esperanza para todo el que lo acoge con alegría. Por eso, reunidos como el pueblo de Israel en Hebrón, aceptemos al rey y como el malhechor crucificado, escuchemos la palabra de salvación que nos traslada de las tinieblas a la luz.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Queridos hermanos, la esperanza del reino se manifiesta en la oración suplicante, que aguarda el cumplimiento de las promesas de Dios en la vida. Oremos con fe diciendo:R. Venga tu reino Señor.1.Padre santo, que has puesto a Cristo como cabeza de la Iglesia; concede al Papa, los obispos, sacerdotes y religiosos, anunciar con alegría, el Evangelio del reino para que todos los hombres se salven, roguemos al Señor.2.Padre Eterno, que los gobernantes de las naciones reconozcan la autoridad recibida de lo alto, para que puedan establecer la justicia y la paz, roguemos al Señor.3.Padre de bondad, te rogamos por todos los hombres y mujeres de este tiempo que aún no han conocido tu amor y tu misericordia, para que el testimonio de los creyentes y su caridad constante les abran nuevas esperanzas, roguemos al Señor.4.Padre misericordioso, te suplicamos por nosotros aquí reunidos en comunidad orante; danos la gracia de vivir en gozo, justicia y paz para dar al mundo la esperanza de tu reino, roguemos al Señor.Oración conclusiva Padre celestial, acoge compasivo las preces de tu pueblo que confía en ti. No permitas que las dificultades de este mundo, opaquen las esperanzas de alcanzar de ti, cuanto conviene. Por Jesucristo nuestro Señor.R. Amén.
Vie 14 Nov 2025
Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas
TRIGÉSIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIONOVIEMBRE 16 DE 2025Primera lectura: Ml 3,19-20aSalmo: 98(97),5-6.7-8.9 (R. cf. 9)Segunda lectura: 2Ts 3,7-12Evangelio: Lc 21,5-19.I.Orientaciones para la PredicaciónLa Esperanza de la salvaciónIntroducciónLa esperanza no puede surgir más que en medio de la crisis. El punto de partida de ella, no es un falso optimismo que mira la vida con la idea de que todo simplemente va a estar bien. El mensaje de la Palabra de Dios de este penúltimo domingo del año litúrgico nos impulsa a la comprensión de la esperanza como fuerza de salvación. Ciertamente, ella no va desligada de la fe y de la caridad como virtudes complementarias, sino que se alimenta y al mismo tiempo, les aporta. La esperanza de la salvación, porque la salvación es una esperanza, no anima al cristiano a una ilusión de que nada le va a pasar, al contrario, está ofrecida para que en medio de las cosas que suceden él se entienda como salvado, como quien, a pesar de todo, permanece en pie sin ser derrotado. 1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?El profeta Malaquías, unos cien años después de que el pueblo había regresado del destierro, denuncias la infidelidad de quienes ahora, acomodados y poco piadosos, se habían olvidado de la ley de Dios y de su templo. Dios ha decidido retirar su cuidado a este pueblo que no ha comprendido su historia. Peor aún, no ha aprendido nada de lo vivido en el pasado ni en el presente. Parece que las experiencias críticas de sus antepasados no dicen nada a este pueblo, que habiendo sido nuevamente liberados, han caído en el pecado. Es aquí donde, Malaquías (Mi Mensajero), en el capítulo tercero del que hemos escuchado unos pocos versículos, lanza una sentencia de juicio: Dios purificará a su pueblo. De esta acción de limpieza, permanecerá un remanente, un pequeño pueblo piadoso que tendrá como guía “el libro memorial” (3,16), que es la palabra de Dios. Este libro de memorias le recordará no sólo su pecado, sino cómo Dios salva a su pueblo. He aquí la fuerza que tienen los versículos que hemos proclamado. Los salvados son aquellos que temen al Señor. Los justos tienen una esperanza de salvación posterior a la crisis e incluso en medio de ella. Ella sirve para refinar la existencia de quien es fiel a Dios. Sólo puede haber esperanza si hay fidelidad, es decir, constancia.El salmista nos introduce en la mirada real de Dios. Dios llega para regir la tierra con justicia y rectitud. No cabe duda que el poder de Dios restaura, renueva. Sólo destruye el mal, pero potencia el bien. Este salmo es un preámbulo a la solemnidad del próximo domingo, en el que la realeza de Cristo se manifestará en su esplendor. Tañer y aclamar son las acciones del pueblo, que se suman al retumbar, aplaudir de lo que contiene el mar y la tierra. Hombre y cosmos saben quién es el Señor que sostiene todo. San Pablo, en la carta a los Tesalonicenses, impulsa el apagamiento de la vida cristiana de sus contemporáneos. La demora del regreso del Señor, no puede ser motivo ni de desánimo, ni tampoco de descuido. No se puede anhelar la presencia del Señor (Parusía) con una esperanza inactiva. La porfía como la desidia son enemigas de la esperanza. La esperanza cristina implica la acción. No es un opio momentáneo ni un simple deseo. La mejor forma de aguardar al Señor es viviendo la existencia y no en un sentimiento de “desistencia”, o lo que es lo mismo, unas ganas de no vivir, de no ser, de no hacer. La salvación sólo se logra en el resistir, en la resiliencia capaz de soportar la crisis, en la permanencia y la constancia. Ningún momento difícil puede detener nuestra vida y sus quehaceres. El creyente sabe que Dios viene y por eso no detiene nada, sino que continúa hasta que se realice su redención.El Evangelista Lucas, por su parte, nos pone el mismo lenguaje esperanzador y como lo hemos dicho, más allá de una mirada positiva de la vida. Todos los fenómenos universales de magnitud catastrófica, pueden llegar a ser una oportunidad de confusión. Así reacciona el instinto humano ante cualquier eventualidad fortuita. Sin embargo, el creyente tiene la serenidad del Dios de su salvación; analiza las circunstancias, trata de comprender sus causas, mira sus consecuencias, pero, sobre todo, encuentra en ello una finalidad transformadora. Como el pueblo de Malaquías, podemos pensar que Dios no actúa, y siempre esperamos que Dios detenga todo fenómeno de maldad humana o de la naturaleza, pero no queremos que Dios intervenga en el corazón. Que Dios detenga las catástrofes, pero que no actúe en la vida. De frente a toda crisis posible, el creyente asume sólo el último mensaje del texto de hoy: “Con su perseverancia salvarán sus vidas”. El verbo “ktaomai” usado por Lucas, significa ganar, poseer, adquirir. Lo cual indica el resultado de un esfuerzo. La esperanza de la salvación es el resultado del esfuerzo paciente de quien no se deja confundir. La vida que se gana es la “psyché”, es decir, la capacidad de mantener la consciencia, el aliento vital, el deseo de continuar. Son necesarios los hombres con esperanza de vivir y continuar. 2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?El mensaje escatológico de este domingo, como siempre, resplandece en las realidades del mundo de hoy. Podríamos pensar que el anuncio del fin es simplemente una noticia catastrófica que tienen como finalidad convertir con la fuerza del temor. Por el contrario, encontramos que el Evangelio, que es Cristo, es al final, la meta más certera de la vida del creyente. Él es la finalidad misma de nuestro itinerario de fe. Por eso, nuestra esperanza es Jesucristo. En él se cumplen las promesas, pero al mismo tiempo se encuentra la salvación definitiva. La vida misma de Jesús es una paradoja que se realiza entre la vida y la muerte, entre la alegría y la tristeza, entre el dolor y el consuelo. Jesucristo es la garantía de una vida auténticamente ganada. La ganancia de la vida no está en el mundo, sino en Dios. El problema no es ganar la vida, el problema es para quién la ganamos.El mensaje esperanzador, a punto de terminar este año litúrgico, no se difumina en un año jubilar, sino que se renueva. Comprender con mayor fuerza que la esperanza es al mismo tiempo una paradoja. Que las tragedias humanas son un llamado a revisar la vida, a permitir que ella se purifique, a disponer el corazón. La conversión será entonces, fruto de la esperanza en la salvación y no como miedo al desastre. En esperanza fuimos salvados (Rom 8,24), no fuimos salvados en el miedo. El llamado definitivo que Dios nos hace es a mirar hacia la redención. No existe nada de Dios que no proceda del amor. Incluso, en la tragedia humana, el amor esperanzador posibilita la continuidad. El mundo puede acabar, pero la vida permanece y se vuelve eterna en Cristo.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Dios no tiene principio ni fin. Es la garantía de que en él todo comienza y en él todo termina. Te escuchamos Señor, en medio de nuestro pecado, de nuestro desorden, de nuestra maldad. Queremos permanecer en ti. Que nada nos separe de tu amor, que ninguna adversidad o amenaza nos difumine la esperanza de tu salvación. Necesitamos ser mensajeros de buenas nuevas. Que ni lo negativo ni un exceso de positividad nos hagan perder la auténtica esperanza.El cristiano ha sido salvado en la esperanza, para ser esperanza en el mundo. Su capacidad de ver la realidad con los ojos de Cristo, genera infinidad de posibilidades que, hacen de la vida un espacio para la salvación de Dios. No puede haber palabra de condena en un salvado, menos, palabra de resignación. Es necesaria la palabra de la esperanza que oriente la existencia propia y ajena; Orienta, trascendiendo el mundo. Y aunque el mundo de tambalee, el que tiene esperanza pisa tierra firme.Recomendaciones prácticas:-Jornada Mundial de los Pobres.-Jubileo de los Pobres.-22 – 23 de noviembre. Jubileo de los Coros y CoralesI.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa ¡Es domingo, es día de fiesta! Estamos reunidos en comunidad de fe para celebrar el sacramento de la fe, que fortalece la caridad y nos abre a la esperanza. Celebremos, reconociendo que aquí está presente Cristo, en la comunión de los hermanos y en la comunión Eucarística. Que las realidades que nos conmueven a diario, se vuelvan la única súplica y alabanza a Cristo, que está a la puerta y llama, para cenar con nosotros.Monición a la Liturgia de la Palabra En este día la escucha de la palabra de Dios requiere mayor atención. Dios trae buenas noticias de salvación y espera nuestra respuesta de renovación, pues lo que escucharemos, en medio de palabras de juicio y destrucción, la última palabra es la que debe anidarse en el corazón: “Si perseveran se salvarán”. Escuchemos y meditemos.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Queridos hermanos, confiemos nuestras peticiones a Dios, nuestro refugio y digamos con esperanza:R. Oh Señor, escucha y ten piedad1.Padre Santo, te pedimos por la Iglesia, cuerpo de Cristo, para que el mensaje de la esperanza que anuncia día a día, sea aceptado en el corazón de los hombres que Dios quiere que se salven, roguemos al Señor.2.Padre Eterno, te suplicamos por los que dirigen las naciones, especialmente por nuestro gobierno nacional, para que ni el temor, ni la violencia sean medios de lograr la paz y la reconciliación, roguemos al Señor.3.Padre de bondad, te rogamos por todos los hombres que han perdido la esperanza en medio de sus tragedias, para que, a la luz de la palabra y la predicación de sus cercanos, encuentren sosiego y ayuda, roguemos al Señor.4.Padre de amor, te pedimos por todos los pobres que hoy se encuentran alejados de ti, para suscites en nuestros corazones el deseo y la prontitud para servirles, roguemos al Señor.5.Padre omnipotente, te pedimos por todos aquellos que sirven a tu Iglesia con el canto, que la celebración del Jubileo de los Coros y Corales sea una oportunidad para afianzar su ministerio, roguemos al Señor.6.Padre misericordioso, te pedimos por esta comunidad, congregada por tu amor, para que mantenga la esperanza de haber recibido la Palabra de salvación y la vivan intensamente, roguemos al Señor.Oración conclusivaPadre fiel y bondadoso, escucha atentamente las oraciones de tu pueblo; que la esperanza de alcanzar lo que piden, esté confiada a recibir lo que sea de provecho salvífico. Por Jesucristo nuestro Señor.R. Amén.
Vie 7 Nov 2025
Destruid este templo, y en tres días lo levantaré
TRIGÉSIMO SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIODEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁNNOVIEMBRE 9 DE 2025Primera lectura: Ez 47,1-2.8-9.12Salmo: 46(45),2-3.5-6.8-9 (R. 5)Segunda lectura: 1Co 3,9c-11.16-17Evangelio: Jn 2,13-22.I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónEl celo por la casa de Dios, la purificación del santuario santo y Cristo como el nuevo templo de Dios, cuyo cuerpo es la Iglesia son algunas ideas que resaltan en el evangelio escuchado, en la celebración de la dedicación de la basílica de Letrán, donde la cátedra de Pedro sirve como principio visible y garante de la unidad de toda la Iglesia.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?Jesús muestra celo amoroso y amor celoso por la casa de Dios, tal como lo habían hecho profetas como Isaías (56,7), Jeremías (7,14) y Malaquías (3,1). Se presenta a sí mismo como el nuevo templo de Dios, es decir, el lugar donde Dios puede encontrado, escuchado, donde Dios se revela. La relación entre el Divino y el humano se da ahora en Jesús, Verbo de Dios humanado, rostro humano de Dios y rostro divino del hombre.El Cordero de Dios, el nuevo templo de Dios, echa fuera las ovejas, víctimas del sacrificio en el antiguo culto. Él es el sacrificio por excelencia, único capaz de garantizar vida redimida y redención viva, de manera que los animales ya son inútiles. “Destruid este templo y en tres días lo levantare”; “él hablaba del templo de su cuerpo” (Jn 2,19.21). El templo era el santuario de la presencia divina, pero es Cristo ahora la presencia de Dios, la morada de Dios con los hombres.El templo era el lugar en el cual se encontraban Dios y el hombre; pero es Cristo el verdadero templo, en el cual Dios y el hombre están en comunión. El templo era considerado la puerta del cielo, pero es Cristo la verdadera puerta del cielo.El templo era pensado como manantial de vida bendita y bendición viva. Es la enseñanza de Ezequiel, quien ve salir debajo del umbral del templo agua en dirección a oriente, la cual impregnaba de vida fecunda y fecundidad viva todo lo que tocaba, renovando la creación (Ez 47,1-2. 8-9: primera lectura). Ahora es Cristo la fuente de vida abundante y abundancia bendita para el pueblo de Dios.El templo era concebido como el centro y el fundamento del mundo; ahora es Cristo, templo nuevo, el fundamento y centro de la humanidad nueva, del mundo nuevo. 2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?Cristo es el nuevo templo y el cuerpo de Cristo es la Iglesia, de manera que ella es el lugar de la presencia de Dios en el mundo: “¿no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él, porque el templo de Dios es santo y ese templo sois vosotros” (1Cor 3,16-17: segunda lectura). Como escribió san Agustín: “el templo de Dios, es decir, de la Trinidad, es la santa Iglesia” (Enchirid., 56,15).El celo purificador, restaurador y perfeccionador de Cristo hacia el templo ha de inspirarnos celo por la Iglesia, “casa de Dios, columna y fundamento de la verdad” (1Tim 3,15), a quien Cristo amó y por la cual se entregó, “para presentársela resplandeciente, sin mancha ni arruga, ni cosa parecida, sino santa e inmaculada” (Ef 5,27). También nosotros estamos llamados a amar a la Iglesia y a entregarnos por ella con el amor que dona y la donación que ama, para que sea como la quiere el Señor.El divino Maestro instituye su única Iglesia sobre la roca de Pedro, garantizándole que “las puertas de la muerte no prevalecerán contra ella” (Mt 16,18). Para que su Iglesia subsista por siempre encomienda a Pedro y sus sucesores la misión de confirmar en la fe a sus hermanos (Lc 22,31-32) y el pastoreo de su grey: “apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas” (Jn 21,15-17).De ahí la importancia de la dedicación de la basílica de Letrán, la catedral del Papa, sucesor de Pedro, quien “preside la asamblea universal de la caridad, protege las diferencias legítimas y simultáneamente vela para que las divergencias sirvan a la unidad en vez de dañarla (LG 13). El obispo de Roma, principio y fundamento de la unidad de la Iglesia (LG 23) es el garante de la sinodalidad” y de la “unidad en la diversidad”, “tiene un papel único en la salvaguardia del depósito de la fe y de las costumbres”. Todo proceso sinodal articula “la implicación de todos” (el pueblo de Dios), el ministerio de algunos (Colegio episcopal) y la presidencia de uno (el Sucesor de Pedro)” (Sínodo de la sinodalidad 131-132. 136).3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?El Señor nos conceda celo ardiente por su Iglesia, para edificarla en comunión, participación y misión, bajo el pastoreo del Papa, Sucesor de Pedro, cuya cátedra celebramos en la dedicación de la basílica de Letrán.Que en comunión con el Papa avancemos en sinodalidad misionera y misionariedad esperanzadora de manera que la Iglesia sea un signo de esperanza para el mundo de hoy.II.Moniciones y Oración Universal o de los FielesMonición introductoria de la Misa Como asamblea litúrgica nos unimos a toda la Iglesia para celebrar la dedicación de la basílica de Letrán, un gesto de comunión con el sucesor de Pedro y con toda la Iglesia. Participemos festiva y activamente.Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra inspirada nos induce a contemplar a Cristo como el nuevo templo de Dios, lugar del encuentro del humano con el Divino y manantial de gracias incesantes.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Presentemos a Dios nuestras súplicas respondiendo: Jesús, esposo de la Iglesia, escúchanos.1.Padre Santo, escucha nuestra oración por el Papa, Sucesor de Pedro; sostenlo en su servicio a la unidad de la Iglesia.2.Padre eterno, concede prudencia a nuestros gobernantes, para que dirijan el camino de los pueblos por sendas de paz y justicia3.Padre compasivo, mira con misericordia a los que sufren, para que encuentren en la Iglesia una tienda de campaña que les brinda la medicina de Dios4.Padre santo, bendice a tu pueblo santo, para que, en comunión con toda la Iglesia, pastoreada por el Sucesor de Pedro, sea un signo de esperanza para el mundo de hoyOración conclusivaEscucha, Padre, la oración de tu pueblo, que confía en tu bondad y espera en tus promesas. Por Jesucristo nuestro Señor.R. Amén.