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Iglesia

Lun 21 Nov 2016

Un mensaje para los jóvenes

Por Monseñor Gonzalo Restrepo - Los jóvenes son la mayor reserva de un país. En los jóvenes se encuentra el futuro de todos los desarrollos y progresos del país. La cultura, la ciencia, las instituciones sociales, la familia, las creencias y las manifestaciones culturales, nuestra idiosincrasia, nuestras costumbres, la manera de relacionarnos y hasta el lenguaje, depende, en buena medida, de los jóvenes. Por eso, tenemos que cultivar la juventud. Tenemos que apoyar a nuestros jóvenes, permitirles que tengan alas para volar, mente amplia y clara para discernir y voluntades muy definidas y fuertes para decidir. Las semillas que sembremos en los jóvenes no se perderán. Lo importante es que siempre estas semillas encuentren el cariño, la compañía y el calor humano de quienes caminamos con ellos. Estar al lado de los jóvenes es un privilegio. Uno se rejuvenece, uno siente la energía de ellos y se entusiasma, uno vuelve otra vez a tener la espontaneidad perdida. Con los jóvenes uno es capaz de arriesgarse, de seguir adelante a pesar de las caídas y las dificultades. Los jóvenes nos enseñan a perdonar y reconciliarnos, a vivir no tanto del pasado ni del futuro, sino del presente. La juventud es un tesoro que hay que cultivar y conservar. No se pierde la juventud con el pasar de los años, sino cuando dejamos que nuestro corazón, nuestra sensibilidad, nuestros sentimientos, se envejezcan, se vuelvan sin sentido ni sabor, pierdan su lozanía y humanidad. Los jóvenes son descomplicados, y casi siempre informales. Tienen un sentido crítico y de análisis muy agudo y, en ocasiones, llegan a la incomprensión y a la exigencia exagerada. Quieren que todas las cosas se resuelvan “ya”; no dan espera, tienen el sentido de hacer las cosas inmediatamente y muy directamente, sin intermediarios. Son explosivos. Están llenos de energía y siempre están activos. Los jóvenes son generosos, comprometidos y sinceros. Las tareas que tienen en sus manos, aquellas de las cuales están convencidos, las realizan hasta el final. En ocasiones son inconstantes. No son temerosos sino arriesgados. Si valoráramos a los jóvenes en su punto justo, si los acompañáramos más, si les mostráramos más caminos, si los entusiasmáramos más con nuestra vida y nuestro testimonio, si descubriéramos sus valores, si dialogáramos más con ellos, si les diéramos más responsabilidades, si confiáramos más en ellos, si pensáramos más en el futuro de nuestras familias, de nuestra cultura y de nuestra sociedad, entonces, estaríamos cosechando los mejores frutos para el futuro. Estaríamos asegurando calidad y valores, hogares bien formados, instituciones sanas y sin corrupción, liderazgos políticos, sociales, culturales y científicos. Aseguraríamos una educación integral fundamentada en los valores, en la convicción y en el sentido social y solidario que tanto necesitamos. Si acompañáramos más a nuestros jóvenes, el problema de la drogadicción y de la soledad que muchos de ellos arrastran, sería mucho menor y estaría siempre en plan de superación. No desperdiciemos el tesoro de los jóvenes. Y ustedes jóvenes no pierdan sus días y su tiempo en ocupaciones sin sentido. El estudio, la cultura, las buenas relaciones, el deporte, la familia, el noviazgo, los amigos y las amigas, las diversiones, sus encarretes y sus hobbies, son valores muy grandes que ustedes deben aprovechar y hacer crecer en todo sentido. Jóvenes: ustedes son los responsables del mañana de nuestra sociedad y nuestro país. No pierdan el tiempo porque jamás lo podrán recuperar. Adelante. Jamás dar un paso atrás, siempre adelante, con el mayor sentido de superación y crecimiento. + Monseñor Gonzalo Restrepo Arzobispo de Manizales

Vie 18 Nov 2016

RIIAL analizará futuro de portales web y redes sociales de la iglesia católica

Con el fin de analizar cuál va a ser el futuro de los portales web católicos en tiempos de redes sociales, se reunirán vía on line, los participantes del segundo conversatorio de redes, convocado por el Vaticano a través de la Red Informática de América Latina (RIIAL). Por Colombia estará participando el padre Elver Rojas, director del departamento de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal, quien acompañado del padre Yaír Ortega, secretario ejecutivo de la Comisión Episcopal de México y el ingeniero Carlos Correa, director de Iglesia.cl de la Conferencia Episcopal Chilena; compartirán los criterios técnicos y comunicativos que debe seguir un portal web católico y su integración al tema de las redes sociales. El encuentro virtual se realizará el próximo 24 de noviembre a las 10:00 a.m. hora colombiana, no tiene costo. Está dirigido a miembros que hagan parte de la RIIAL, aunque se podrá seguir la videoconferencia registrándose en el portal www.riial.org o en el sitio web de la Conferencia Episcopal www.cec.org.co La actividad forma parte de un ciclo de conferencias organizadas por la Red Informática de la Iglesia en América Latina (Riial), como un “espacio de encuentro virtual para fortalecer esta red y ofrecer a sus miembros la oportunidad de formación en temas de actualidad para la iglesia y el mundo de las nuevas tecnologías de comunicación”.

Vie 18 Nov 2016

¿Se clausura el año de la misericordia?

Por Mons. Ricardo Tobón Restrepo: El Año de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco, se ha clausurado el 13 de noviembre en todas las diócesis del mundo y una semana después, en la solemnidad de Cristo Rey, se clausura también en Roma. Ha sido un año de gracia en el que toda la Iglesia ha vivido la experiencia de la misericordia de Dios, corazón palpitante del Evangelio, y ha recibido la misión de anunciarla a todo el mundo. Nos ha permitido sentir de nuevo el abrazo de Dios. Ha sido una llamada, un despertar, un relanzamiento de la vida a partir de la certeza de que Dios nos ha amado primero, nos ha perdonado, nos acompaña y remedia las carencias de ser o de bien que se dan en nuestra miseria humana. Pero el Año de la Misericordia no puede pasar sin habernos dejado una nueva forma de pensar, de vivir y de ser misericordiosos como el Padre. En nosotros tiene que quedar para siempre la experiencia de la compasión de Dios que nos ha sido revelada en Jesucristo y que se vuelve una fuente permanente de alegría, de serenidad, de libertad y de paz. En efecto, hemos aprendido a interpretar y a realizar nuestra vida desde el camino de felicidad que nos propone en el Evangelio, desde el perdón que Él nos ofrece siempre, desde el amor creador con que nos trabaja cada día. Este Año Jubilar debe continuar despertando en nosotros la misericordia que habita en nuestro corazón de hijos de Dios, colmados de su amor. De esta manera, la misericordia debe ser la vía maestra que lleve a la Iglesia a cumplir su misión de ser un signo vivo del amor del Padre santo y providente. Y, por lo mismo, será para cada uno de nosotros una llamada a hacernos cargo, a través de las obras de misericordia, de las dificultades y debilidades de nuestros hermanos, especialmente de los más pobres, que son los privilegiados del amor paterno de Dios. El Jubileo continuará manteniendo en nosotros la certeza clara de que somos peregrinos en camino hacia la meta que es Dios y que la Puerta Santa para entrar es Cristo. En verdad, Cristo es la epifanía definitiva de Dios, que nos enseña a ser hijos y a ser misericordiosos a través de la escucha de la Palabra, de la celebración de su misma vida en la Liturgia a lo largo del año, de la vivencia pascual en los sacramentos particularmente la Eucaristía, de la alegría de la fraternidad en cada comunidad cristiana y del mandato misionero de entregar a otros el Evangelio que hemos recibido. A lo largo de este año, con buena voluntad, cada uno ha buscado recibir y dar los mejores frutos. Dios ve el corazón y conoce los esfuerzos que hemos hecho. El Año de la Misericordia en realidad no se termina; es como un horizonte que nos seguirá mostrando nuevas riquezas y nuevas posibilidades, que es preciso aprovechar. Es como un surco que quedó sembrado y ahora nos corresponde continuar cultivando con responsabilidad y esperanza las plantas que nos darán una fecunda cosecha. Es como un acicate, cargado de humanidad, que seguirá impulsando nuestras vidas hacia la santidad, el apostolado y la caridad con todos. Cerrar el signo exterior, la Puerta Santa, no significa que las gracias de este año dejen de estar presentes en nosotros. El Año de la Misericordia es como un gran río que se alarga en la llanura del mundo y de la historia y cada gota irá regando la vida de los hombres y los pueblos con el consuelo y la alegría del Evangelio. Es como un libro que quedará abierto; cada página continuará revelando el resplandor del amor de Dios y cada página seguirá siendo una oportunidad para que escribamos nuestros actos de misericordia con los demás. El Año de la Misericordia no se acaba; tiene la fuerza vivificante del río, tiene la fascinación del libro que ofrece cada día una página nueva. + Monseñor Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Jue 17 Nov 2016

Obispo de Garzón, Huila, afirma que proyecto El Quimbo atropella derechos humanos

“La paz no consiste en una mera ausencia de guerra, ni se reduce a asegurar el equilibrio de las distintas fuerzas contrarias, ni nace del dominio despótico, sino que, con razón, se define como obra de la justicia”. Con esta frase tomada de Gaudim et Spes, el obispo de Garzón, Huila, monseñor Fabio Duque Jaramillo se refirió al proyecto hidroeléctrico El Quimbo, que se desarrolla en el departamento del Huila, respecto al cual mostró su sorpresa porque no se le haya suspendido la licencia “cuando siendo conscientes del incumplimiento se prolonga en el tiempo”. Por esas mismas razones tanto las comunidades, acompañadas por el Secretariado Nacional de Pastoral Social Cáritas Colombiana, por la Gobernación y las alcaldías de los municipios donde tiene alcance (El Agrado, Garzón, Gigante, Tesalia, Altamira y Paicol) han mostrado descontento. Durante su intervención en la audiencia pública realizada en el municipio de Garzón, monseñor Duque Jaramillo dijo que para construir la paz es preciso que desaparezcan primero todas las causas de discordia entre los hombres, que son las que engendran las guerras; principalmente las injusticias, y señaló que “hay muchas cosas de este proyecto que son ambiguas”. Afirmó que le sorprende la injusticia y el atropello a los derechos humanos que se hace a un grupo de campesinos colombianos, “que con su trabajo aportaban una riqueza invaluable para la sociedad huilense y colombiana”; también dijo que los implicados en el proyecto terminan damnificados en diversos grados, pues “las condiciones de muchos de los reasentados en el momento no son mejores de las que se encontraban y en algunos puntos eran mejores las anteriores”. Me sorprende, dijo el obispo, “que una obra que se quiere presentar como el orgullo de la patria haya devastado el medio ambiente, la biodiversidad, nuestros ecosistemas, negando la posibilidad de permanencia y prolongación de la vida, en momentos en que el mundo entero empieza a tomar conciencia del daño que la hacemos a la "casa común" con determinados megaproyectos”. Igualmente, monseñor Jaramillo Duque dijo que los acuerdos firmados por la empresa que realiza el proyecto, con el gobierno “obligan a pedir permiso cuando se trata de utilizar las aguas del río en los momentos incluso de emergencia”, y se declaró sorprendido porque “para incentivar la inversión extranjera, el Estado flexibilice de tal manera las normas, que termine dejando sin poder y autoridad al poder judicial y a los entes de control, colocando a los nacionales a merced de los foráneos”. Estos hechos, fueron calificados por el prelado como “maltrato a los colombianos y a los accionistas nacionales”. Así mismo, se mostró “sorprendido por el cinismo de los que estando al frente de los destinos de la patria no vean ninguna dificultad en promover bajo las mismas coordenadas de injusticia nuevos proyectos que quieran dar más licencias para que en el departamento del Huila se quieran construir nuevas represas, bajo el eufemismo de embalses, pero que obedecen a la misma estrategia”. El jerarca católico, también se refirió al irrespeto “a las valiosas manifestaciones culturales existentes en la región, que fueron avasalladas por el proyecto Quimbo” y finalizó diciendo: “Cómo no quedar sorprendido cuando todo indica que es mejor pagar multas que cumplir la ley”. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar Intervención: Mons. Fabio Duque Jaramillo[/icon]

Mié 16 Nov 2016

Regiones, parroquias y víctimas, presentes en Encuentro Nacional de Agentes de Reconciliación y Paz

Para compartir y valorar las acciones realizadas, los logros alcanzados y los próximos retos que plantean los procesos de reconciliación en las regiones, en las comunidades y en todo el país, los días 13, 14 y 15 de noviembre se reúnen en las instalaciones de la Conferencia Episcopal de Colombia miembros de las Comisiones de Conciliación Regionales, agentes de pastoral que trabajan en las futuras Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN), víctimas del conflicto armado, comunicadores de diferentes regiones y representantes de organizaciones que cooperan con la Comisión de Conciliación Nacional en su trabajo a favor de la reconciliación en el país. Abrió el evento Monseñor Elkin Álvarez, Obispo Auxiliar de Medellín y Secretario General de la Conferencia Episcopal de Colombia, quién llamó a la Iglesia a ser incluyente y a estar presente, trabajando para todos y cada uno en el marco de la situación actual que vive el país. Durante estos tres días, los y las asistentes hablarán sobre los procesos de paz con las FARC y el ELN, la situación de las víctimas del conflicto, daños colectivos y mecanismos de apoyo psicosocial, pedagogía de la paz en medio de la incertidumbre, y perspectivas y líneas de acción regionales y locales para la reconciliación. Se cuenta no solo con la presencia del Obispo de Montelíbano, Luis José Rueda Aparicio, sino también con un grupo aproximado de 40 personas que colaboran activamente desde Istmina-Tadó, Tumáco, Tunja, Villavicencio, Ibagué, Santa Marta, Barranquilla, Valledupar, Líbano (Tolima), Montería, Ipiales (Nariño), Palmira e integrantes de las delegaciónes de víctimas que dieron su testimonio ante la Mesa de Conversaciones en La Habana, Cuba. Este Encuentro Nacional de Agentes de Reconciliación y Paz se realiza en el marco de la campaña pedagógica denominada #AccionesConscientes, que adelanta la Conferencia Episcopal de Colombia a través de la Comisión de Conciliación Nacional y que tiene como propósito aportar a la construcción de una cultura de paz en Colombia, formando gestores de reconciliación y paz en el país.

Mié 16 Nov 2016

El arte de confesar

Por Pbro. Raúl Ortiz Toro - Una pareja de holandeses pregunta, estupefacta, a un guía en la Basílica de San Pedro: “What is this?” (¿Qué es esto?). Algunos japoneses se acercan; quieren saber de qué se trata. El grupo se encuentra delante de un invento de San Carlos Borromeo en el siglo XVI, que el guía señala con el dedo índice y acompaña el gesto con una voz un tanto sepulcral, como si se tratara de un artificio de esoterismo, diciendo: “Es un confesionario”. Los oyentes deben seguir preguntando, porque no les dice nada la descripción: ¿Para qué sirve? ¿Quién lo usa? ¿Qué importancia tiene? Desde hace ya un buen tiempo se nos viene diciendo que el sacramento de la confesión está en crisis. Algunos confesionarios en la actualidad suelen estar vacíos: en Europa por falta de penitentes y en América por falta de confesores. Hace un tiempo salió una noticia novedosa en Francia sobre un sacerdote que había revivido su parroquia con un “novedoso método”: Se sentaba a confesar. Toco el tema porque en la conclusión del Año Jubilar de la Misericordia la gente ha acudido masivamente al sacramento de la confesión pero son, en general, los que regularmente se confiesan; algunos casos excepcionales se presentan, pero el gran porcentaje de penitentes es de fieles que suelen hacerlo y, la verdad, no son muchos, comparados con la cantidad de católicos que asisten a Misa. Algún sacerdote se quejaba de que antes del Concilio Vaticano II había más confesiones que comuniones y que después del Concilio más comuniones que confesiones. ¿Es verdad? Y, si lo es, ¿Qué cambió después de 1965? Si bien es cierto que el Concilio alentó en algunos numerales a la práctica de la confesión, sin embargo, el cambio de paradigma pastoral supuso una prelación a las formas no sacramentales de la Reconciliación como, por ejemplo, el acto penitencial de la Misa que, en lengua propia, permitió una mayor conciencia de pecado pero sin la catequesis suficiente consintió pensar que era suficiente incluso para el perdón de los pecados graves; además de ello, el perdón de los pecados por la escucha de la Palabra de Dios (no en vano la oración secreta del sacerdote, después de proclamar el evangelio, es: “Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados”) y la oración de perdón en la oración individual, influencia de corte pentecostal, con la que muchos se conforman en la comodidad y soledad de su habitación. Pero también es cierto que gran parte de la crisis de la confesión se debe a que los sacerdotes dedicamos poco tiempo a este sacramento; además, en algunos casos, la moderna terapia psicológica ha desplazado a la confesión como método de catarsis para quienes la usaban con este fin y, sobre todo, la pérdida del sentido de pecado ha ocasionado que muchos no vean útil pedir perdón. Lo que sí es cierto es que una de las maneras concretas de sentirse pastor el sacerdote es sentándose a confesar. No es fácil; se encuentran allí casos de santidad que nos cuestionan, casos de conversión que nos alientan a seguir dando una palabra de misericordia, casos de contumacia que nos mueven a la compasión y a la oración. Un buen legado de este Año Jubilar, para penitentes y sacerdotes, ha de ser cuestionarnos sobre el papel de la confesión en nuestra vida: si hemos hecho lo suficiente y si lo hemos hecho bien. Por Pbro: Raúl Ortiz Toro Docente del Seminario Mayor de Popayán rotoro30@gmail.com

Mié 16 Nov 2016

Sociedad civil en Córdoba se capacita para ser gestores de paz

Córdoba, una region que aún sigue sintiendo los estragos del conflicto armado, desea construir un futuro de paz. Por ello, la Corporación Desarrollo y Paz de Córdoba y Urabá (CORDUPAZ) que trabaja con la Diócesis de Montería, y la Comisión de Conciliación Nacional (CCN) realizaron el taller “Sobrevivientes y gestores de paz” en la localidad de San Bernardo del Viento en el departamento de Córdoba. Este espacio contó con la participación de aproximadamente 20 personas, entre ellas algunos líderes de organizaciones étnico-territoriales provenientes de diferentes municipios de esta zona, se conversó sobre los caminos de perdón, la reconciliación y la construcción de una paz que tome en cuenta las necesidades de la población. Abrieron el evento Juan Diego Gómez Arias, quién viene coordinando los proyectos de CORDUPAZ en Montería, y el periodista Damian Raiser, integrante de la secretaría de la Comisión de Conciliación Nacional, brindando datos básicos sobre sus respectivas organizaciones. El historiador y asesor internacional de la Comisión de Conciliación Nacional, Stephan Miethke, hizo un breve repaso sobre diferentes intentos para resolver el conflicto social y armado a través del diálogo. Insistió en la necesidad de velar como base ética por la dignidad de cada ser humano y demostró que muchas ideas plasmadas en el acuerdo que se está negociando entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP ya se vienen solicitando e implementando desde hace mucho tiempo. Además, hizo énfasis en que hay mucho que pueden hacer todos y cada uno por la reconciliación y la paz, con o sin la existencia y vigencia de acuerdos. En otro momento, presentó el Acuerdo Nacional de Mínimos de Reconciliación y Paz, un documento que es resultado de un proceso de participación con la sociedad civil y organizaciones eclesiásticas en todo el país y muestra a través de ocho puntos, lo que se puede y debe hacer para construir una Colombia reconciliada y en paz. Con especial interés, los líderes de San Bernardo del Viento y alrededores realizaron preguntas sobre los puntos que tienen que ver con la participación política y el desarrollo agrario. Como conferencista principal, se contó con la presencia de la abogada y experta en temáticas de reconciliación Esther Polo. Durante su intervención, realizó una dura crítica hacia el sistema judicial y penitenciario en su estado actual, por lo que pidió pensar en alternativas al status quo. “En las prisiones uno se encuentra con escenarios muy marcados”, dijo la abogada, quien además remarcó que “las cárceles de Colombia parecen cementerios”. Para los presentes, en su gran mayoría dirigentes de comunidades y organizaciones sociales de la zona, fue también de suma importancia la exposición sobre derechos y necesidades de las víctimas, trabas en la atención de las mismas y las formas de exigir una atención adecuada. Entre las preguntas de los participantes destacaron las intervenciones que se refirieron a la memoria histórica y la importancia de la integración de excombatientes a la sociedad. Esther Polo recordó sobre estos puntos que hay muchos victimarios que también son víctimas, por lo que pidió comprensión y apertura para escucharlos: “Tienen miedo a la sociedad. No saben cómo comportarse en ella”. Además, la integrante de uno de los grupos que, acompañados por la Conferencia Episcopal de Colombia, Naciones Unidas y la Universidad Nacional, viajaron a La Habana, Cuba para dar su testimonio ante la Mesa de Conversaciones, destacó la importancia de realizar acciones de perdón y reconciliación. “Querer que el otro sufra igual que me ha hecho sufrir es venganza, no justicia”, dijo la especialista y complementó que "en las casas nuestras y dentro de nosotros hay pequeños laboratorios de guerra” que, según Polo, hay que convertir en laboratorios de reconciliación y paz. El evento que forma parte de la campaña #AccionesConscientes, culminó con un resúmen por parte de los participantes. Al preguntarles de qué forma contribuyen cada día a la paz, contestaron que lo hacen resolviendo problemas con palabras, perdonando y pidiendo perdón, a través de pequeños actos cotidianos, como el no uso de violencia en las casas y la educación de sus hijos. Fuente: Of. comunicaciones Comisión de Conciliación Nacional

Lun 14 Nov 2016

La seriedad y la risa

Por Monseñor Gonzalo Restrepo - Toda nuestra vida es un conjunto de aconteceres y circunstancias que nos llevan a la seriedad y a la risa. No podemos estar siempre serios, tampoco podríamos estar siempre riéndonos. La vida es una mezcla de seriedad y de risas. Podríamos decir que nuestra vida es una “tragicomedia”, no del todo trágica, tampoco totalmente cómica. Somos los actores, unas veces de tragedias y otras de comedias. Siempre estamos actuando, unas veces lo hacemos bien y otras no tanto, pero siempre tenemos que actuar. Lo importante es que nuestra acción, en la tragedia, en la comedia o en la tragicomedia, esté adornada con unas características que nos permitan estar perfeccionando siempre nuestro papel en todas las obras que tengamos que actuar. Y, ¿cuáles son esas características? Algunas de ellas son las siguientes: Obra siempre con rectitud y autenticidad. No pretendas ser o aparentar lo que no eres ni llegarás a ser. Nunca escondas la verdad de lo que eres y de lo que no eres. Sé transparente con todas las personas. Piensa que no eres el único actor y que a tu lado hay muchos otros actores que requieren tu atención. Nunca camines por la vida como si fueses el único, el más destacado y prestigioso de los actores. No te quedes representando siempre la misma escena. Hay muchas escenas en tu vida, unas de dolor y otras de alegría, unas de fracaso y otras de éxito, escenas de angustia y escenas de esperanza. Debes tener el coraje de saber salir de las escenas y darlas por concluidas para iniciar otras, de lo contrario, tu obra, tragedia o comedia, quedará inconclusa. Serás siempre un actor maravilloso y encantador, si representas bien tu papel, pero si le ayudas a los demás actores a que ellos también lo representen de la mejor manera. Así entre todos, darán una excelente función y todos quedarán felices. Cuando olvides realizar tu papel o te equivoques, no dudes en repasar tu guión y en enmendar las fallas; sólo así se llega a ser gran actor. Algún día terminarán tus días en esta empresa de la vida donde realizas tus papeles como actor. Lo importante es que sepas comprender cuándo ha llegado este día y sepas cancelar todas tus deudas, quedar a paz y salvo y salir bien librado. No permitas que tu imagen se oscurezca, se manche o se borre por no reconocer a tiempo lo que has de reconocer, o por no salir cuando debes de salir. No busques fama, ni dinero, ni poder. Si te llegan acéptales y manéjales con tino y cuidado. Pero no corras detrás de ellos porque si así lo hicieras te traerán muchas dificultades, decepciones y desilusiones. Actúa con sencillez y decoro, con armonía y delicadeza, con serenidad y sobriedad, con fortaleza y constancia. En ello encontrarás la felicidad. Lo demás son los oropeles de la vida que entre más brillantes y atractivos, son menos satisfactorios y más alucinantes, menos reales y más aparentes. La apariencia sólo conduce a la desilusión y al fracaso, al sinsentido y a la falsedad. Quien no camina en la verdad jamás podrá ser un buen actor, ni tendrá la realización personal del cumplimiento de su papel. En la tragedia y en la comedia, en la seriedad y en la risa, en las angustias y las esperanzas, lo que tienes que hacer siempre es actuar con la verdad y con la autenticidad de lo que eres y lo que queres llegar a ser. Éxitos. Seguramente nos estaremos encontrando como actores diferentes en la realización de varias obras. A lo mejor no nos reconocemos, pero nuestra señal seguirá siendo, la sinceridad, la autenticidad y el servirnos mutuamente. + Monseñor Gonzalo Restrepo Arzobispo de Manizales